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Un diamante NO es para siempre
Grafito y diamante son las principales formas alotrópicas del carbono. En el caso del grafito, los átomos de C presentan una hibridación sp2, lo que quiere decir que cada átomo se encuentra enlazado con otros tres mediante un enlace covalente, formando estructuras laminares. En el diamante, sin embargo, los átomos de C presentan una hibridación sp3, uniéndose cada uno de ellos a otros cuatro átomos de C mediante un enlace covalente y formando una estructura tridimensional. Así, el grafito es uno de los materiales más blandos, dado que las uniones entre planos grafíticos son muy débiles y es fácilmente exfoliable. Sin embargo, el diamante es la sustancia más dura que se conoce debido precisamente a esa estructura tridimensional de enlaces covalentes. De hecho, el término diamante proviene de la palabra griega adamas (αδάμας), “el más fuerte”.

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Las estructuras atómicas del diamante y grafito hacen que el primero sea aislante y la sustancia más dura conocida, mientras que el segundo sea conductor de la corriente eléctrica y muy blando.

La forma alotrópica estable del carbono, en condiciones atmosféricas es el grafito y no el diamante. Por tanto, de una forma estricta, el eslogan un diamante es para siempre sería falso, ya que en condiciones atmosféricas el diamante se irá transformando en grafito. Sin embargo, la transformación del diamante a grafito es tan lenta que no es posible detectarla a escala humana.
El peso de un diamante se mide en quilates (1qt = 0,2 g) y su precio suele aumentar con el número de quilates. El término proviene de la antigua palabra griega keration (κεράτιον), que significa “algarrobo”, porque las semillas de este fruto eran utilizadas en la antigüedad para pesar joyas y gemas debido a que supuestamente el peso de estas semillas, que es de aproximadamente 0,2 g, es bastante uniforme.