
4 minute read
TRIANGULO DEL FRAUDE
from My first document
El triángulo del fraude consiste en: presión se refiere a la motivación o razón que tiene el empleado para cometer fraude; oportunidad es cuando el empleado busca la manera de usar o abusar de su posición de confianza o poder; racionalización es la auto explicación que tiene la persona que comete el fraude
Los expertos determinaron que para que se materialice el fraude deben existir el poder, la oportunidad de cometerlo y la racionalización (D. Cressey (1961)). Estos tres puntos importantes se conocen como el triángulo del fraude. El propósito principal de este trabajo de investigación fue detectar e identificar si hay relación entre el nivel gerencial y las dimensiones del fraude. Para este trabajo de investigación se entregó un cuestionario para ser cumplimentado por gerentes que trabajan en el área de la banca hipotecaria de San Juan, Puerto Rico. Se utilizó la prueba no paramétrica Kendall Tau para correlacionar las variables de la investigación. De esta misma forma se comprobaron que las características del fraude asociadas a la dimensión de la oportunidad, están determinadas por el nivel gerencial en una organización. Con este razonamiento estadístico relacionamos las tres dimensiones del fraude: poder vs. oportunidad, poder vs. racionalización y oportunidad vs. racionalización Solo en esta ´ultima relación, hay evidencia para rechazar la hipótesis nula que establece que las características del fraude asociadas al ángulo de oportunidad, no están relacionadas a la racionalización del individuo que pretende o comete fraude. a. El triángulo del fraude distingue tres factores que deben estar presentes para que una persona común cometa fraude. Estos factores son:
Advertisement
1. Poder (incentivo/presión) - La administración u otros empleados tienen un estímulo o están bajo presión, lo que les da una razón para cometer fraudes.
2. Oportunidad - Existen circunstancias como por ejemplo la ausencia de controles, controles ineficaces o la capacidad que tiene la administración para abrogar los controles, que facilitan la oportunidad de perpetrar un fraude. El Triángulo del Fraude y sus Efectos sobre la Integridad Laboral
3. Racionalización/actitud - Aquellas personas que son capaces de racionalizar un acto fraudulento en total congruencia con su código de ética personal o que poseen una actitud, carácter o conjunto de valores que les permiten, consciente e intencionalmente, cometer un acto deshonesto.
A raíz del descubrimiento de los mayores fraudes financieros en la historia de los Estado Unidos (Enron, 2001; WorldCom 2001-2002 y Tyco 2001), fue necesario legislar para penalizar legalmente aquellos que propicien la actividad fraudulenta (Ley de Sarbanes and Oxley Act (2002)).
Esto obligó a desarrollar dentro del campo de la contabilidad y auditoría un área más especializada llamada forense. Un contable o auditor al detectar fraudes no profundiza en los mismos más allá de evidenciar y determinar la incidencia que tiene sobre los datos contabilizados o auditados. En el ´área forense se profundiza en la detección y prevención del fraude financiero.
El triángulo del fraude es un modelo para explicar los factores que hacen que una persona llegue a cometer fraude laboral. Consta de tres componentes que, juntos, llevan a un comportamiento fraudulento
La percepción de la necesidad económica, situación no compartible con otros El primero de los elementos del triángulo del fraude representa la presión. Esto es lo que motiva el delito en primer lugar. El sujeto tiene algunos problemas financieros que no es capaz de resolver por medios legítimos, así que empieza a considerar el llevar a cabo un acto ilegal, como robar efectivo o falsificar los estados contables, como una forma de resolver su problema. El problema financiero puede ser personal, por ejemplo: demasiadas deudas personales por profesional ejemplo: su trabajo o negocio están en peligro
Algunos ejemplos de situaciones de presión comunes que conducen a las personas a cometer un fraude Imposibilidad de pagar las facturas.
Adicción a las drogas o el juego.
Necesidad de alcanzar unas ganancias para mantener a los inversores.
Necesidad de alcanzar unos objetivos de productividad.
La segunda pata del triángulo del fraude es la oportunidad percibida, la cual define el método por el cual se cometerá el ilícito. La persona debe ver alguna forma por la cual puede usar abusar su posición de confianza para resolver sus problemas financieros con una baja percepción del riesgo de ser descubierto.
Es también crítico que el que comete el fraude sea capaz de resolver su problema en secreto. Mucha gente comete fraudes, delitos de guante blanco, para mantener su estatus social. De hecho, robarían para resolver un problema con las drogas, pagar deudas, o adquirir coches o casas. Si un perpetrador de fraude es pescado manipulando o falsificando información financiera, esto dañará su estatus tanto como los problemas subyacentes que estaba tratando de conciliar. Por lo tanto, el defraudador, no sólo será capaz de robar fondos, también tiene que ser capaz de hacerlo de tal forma que no pueda ser cogido y que el delito en sí mismo no pueda ser detectado.
La tercera pata del triángulo del fraude es la Racionalización. La mayoría de las personas que comenten un fraude es la primera vez que lo hacen y no tienen un pasado como delincuentes. Son personas que se ven a sí mismos como normales, personas honestas a las que les han sobrevenido una serie de situaciones. Consecuentemente, el defraudador deberá justificar sus actos de una forma que sean aceptables o justificables.
El triángulo del fraude se originó a partir de la hipótesis de Donald Cressey: Las personas de confianza se convierten en violadores de confianza cuando se conciben a sí mismos teniendo un problema financiero que no es compartible, son conscientes de que este problema puede ser resuelto en secreto violando la posición de confianza financiera que tienen, y son capaces de aplicar a su propia conducta en esa situación, verbalizaciones que les permitan ajustar sus concepciones de sí mismos como personas de confianza, con sus concepciones de sí mismos como usuarios.