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MARÍA PARADO DE BELLIDO
MARÍA PARADO DE BELLIDO
Su vida transcurre en Ayacucho, con una familia rural y próspera y la de una mujer analfabeta, criada para ser madre y dirigir un hogar, como era costumbre en su tiempo. Pero el comportamiento rutinario de una vida anónima y pequeña dio un giro inesperado que le aseguraría un lugar en las páginas de Historia: María Parado de Bellido se convertiría en heroína al entregar su vida por la emancipación del Perú.
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Algunos historiadores aseguran que María firmaba las cartas que no sabía escribir con su segundo nombre, Andrea, el seudónimo elegido para convertirse en la espía de las tropas realistas. Sus captores se ensañaron con ella. Fue detenida en su domicilio y trasladada a una casa en la Plaza Mayor de Huamanga para ser sometida a interrogatorios y torturas.
Ella jamás reveló los nombres de los guerrilleros ni a quién iba dirigida la carta y mucho menos quién realmente la escribió. Su silencio fue castigado con una orden de fusilamiento “para escarmiento y ejemplo de los posteriores por haberse rebelado contra el rey y señor del Perú”. Antes la hicieron dar una vuelta para que todo el mundo lo sepa y luego la llevaron a la plaza del Arco para asesinarla. Se cree que esto ocurrió el 1 de mayo de 1822 y que María Andrea tenía alrededor de 60 años. Ella jamás reveló los nombres de los guerrilleros ni a quién iba dirigida la carta y mucho menos quién realmente la escribió.
A partir de entonces su vida empezó a cobrar importancia, pero tuvo que esperar hasta el siglo XX para ascender al panteón de los grandes héroes y heroínas de la patria y ser reconocida como una mártir de la independencia. La intervención de mujeres como ella, que asistían a los combatientes con alimentos, cuidados y ejercían labores de inteligencia, ha quedado tantas veces en el anonimato, como si una guerra se librará únicamente en el campo de batalla.
María Parado de Bellido, madre, espía, mártir y heroína entregó su vida por la esperanza de mejorar las condiciones de vida de un país ensangrentado, pero también, en una dimensión más íntima y visceral, para proteger a dos de las personas que más quería en el mundo.