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L’AFA de l’Eulàlia Bota triomfa als Premis aFFaC 2022!

Com moltes famílies ja sabeu, l’AFA vam presentar dos projectes a la desena edició dels Premis aFFaC. Aquests premis anuals són una iniciativa de l’aFFaC (Associacions Federades de Famílies d’Alumnes de Catalunya) per reconèixer les activitats i els projectes de les AFA d’arreu de Catalunya.

Els projectes presentats van ser ”Grup de suport per a famílies amb NEE”, a la categoria Tothom a l’AFA, i ”Prenem contacte amb la Llengua de Signes Catalana (LSC)”, a la categoria Transformem la societat. Ambdós projectes van ser portats a terme per la Comissió Inclusiva al curs 2020-2021 En una primera ronda, l’organització dels premis selecciona 5 projectes finalistes per a cada categoria, i la nostra sorpresa va ser que els nostres projectes havien estat seleccionats, cadascun per a la seva categoria. Vam ser l’única escola en assolir aquesta fita, cosa que ens va fer molta il·lusió, com us podeu imaginar.

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A la segona ronda, el mèrit el teniu les famílies la resta de comunitat educativa, ja que aquesta consisteix en sumar vots a través de la pàgina web i, tot no saber-ne el resultat, sabem del gran suport que sempre rebem per la vostra part.

I, finalment, l’ordre definitiu dels projectes premiats el decideix el jurat en una tercera ronda. No ens imaginàvem pas acabar rebent un primer i un segon premi pels nostres projectes, amb un valor de 500 € 400 € respectivament.

Des de l’AFA, sentim molt orgull per haver rebut aquest reconeixement per dos projectes a favor de la inclusió a la nostra escola. Sabem que queda molta feina per fer en aquesta matèria, però també que amb la nostra gran comunitat educativa tot és possible! Per acabar, enguany hem presentat un nou projecte a l’edició dels premis d’aquest curs. Creueu els dits!

¿bullying?...¡TEI!

Nuestra escuela comenzó a implementar el programa Tutoría Entre Iguales (TEI) en el curso 2017-18. Este programa consiste en un trabajo educativo para mejorar la convivencia y, a la vez, establecer unos principios de respeto que se integren en el individuo y lo acompañen el resto de su vida.

Hablemos de acoso: “Un estudiante es acosado o victimizado cuando está expuesto de una manera repetitiva a acciones negativas por parte de uno o más estudiantes. Es un proceso de victimización que hace daño.” (Dan Olweus, 1986). Por tanto, para que se pueda decir que una acción es acoso tiene que darse repetidamente, tiene que haber una intencionalidad de hacer daño (físico, emocional o psicológico), la víctima tiene que estar en un estado de indefensión (por miedo, soledad, falta de recursos…) y el entorno permitir esa situación.

Los conflictos entre iguales, donde no exista una relación de poder o de vulnerabilidad, y en que los implicados no repitan el mismo patrón de conducta, se pueden finalizar aplicando una resolución de conflictos y, una vez solucionados adecuadamente, dejan un aprendizaje positivo.

En los casos de acoso, se establecen cuatro roles: Acosador, Seguidores, Víctima y Espectadores, y las tipologías de agresión son muy variadas; pueden ir desde la exclusión social (ignorando o impidiendo participar), la agresión verbal o física (insultando, difamando, golpeando, robando o rompiendo cosas de la víctima) hasta incluso amenazas y acoso sexual (físico o verbal).

Y en estas situaciones, ¿qué podemos hacer las familias? Ante todo, estar atentos a las relaciones con sus iguales. Debemos fomentar los vínculos afectivos, ayudarles a detectar relaciones tóxicas e indicarles cómo pueden gestionarlas. También tenemos que trabajar las emociones y escuchar activamente cuando nos digan que le están molestando. Debemos desterrar sentimientos de culpabilidad de la víctima; es muy importante trabajar la asertividad y autoestima de nuestros hijos e hijas para que sepan hacerse respetar civilizadamente. Y, por supuesto, tenemos que mostrar empatía, validar el mensaje de ayuda que nos lancen y no decirles que lo solucionen solos (si pudieran, ya lo habrían hecho).

Las familias también esperamos que desde el centro educativo se valide y se tome en cuenta cada mensaje de socorro. No restarle importancia sin un estudio minucioso y objetivo de la situación, como responsables del bienestar de nuestros hijos e hijas durante la jornada lectiva, y activar el protocolo de intervención en caso necesario.

Señales de alarma para identificar a una víctima de acoso escolar:

Cambio de estado de ánimo (pérdida de autoestima, tristeza, nerviosismo… o actitud agresiva).

Aislamiento excesivo.

Tener pocos amigos/as, jugar poco en el patio...

Intentar absentismos, entrar siempre el primero o último a clase.

Somatizaciones, morados, golpes, desaparición de objetos o dinero.

Descenso del rendimiento académico.

Las familias también hemos de estar atentas a las reacciones abusivas que puedan ejercer nuestros hijos e hijas, como por ejemplo, qué papel adoptan en las relaciones con sus iguales o si hacen burla sobre personas que consideran débiles o diferentes. Es muy importante trabajar el respeto a los demás y la empatía con las personas vulnerables. Hay que abordar las diferencias sociales como algo positivo desde la infancia, como riqueza para el grupo.

Señales de alarma para identificar a un agresor o agresora:

Falta de respeto hacia los compañeros/as, risas, burlas…

Conductas disruptivas habituales.

Baja tolerancia a la frustración.

No aceptación de las normas y opiniones de los demás.

Comportamiento verbal agresivo, amenazas...

Intolerante ante las diferencias.

Pertenencia a un grupo de amigos/as que refuerzan sus actos (seguidores) y buscar su reconocimiento.

Tutoría entre iguales

La Tutoría Entre Iguales parte del hecho de que el 60% de las víctimas piden ayuda a amigos y amigas, el 14% a la familia y el 10 % al profesorado. El resto no pide ayuda.

El rol de testigo es fundamental en el acoso. Son esos amigos y amigas que se identifican con la víctima pero no intervienen en la situación por miedo. Si empoderamos a esos niños y niñas, si fomentamos su participación activa en la comunidad, si tienen seguridad en sí mismos y autoestima... podrán dar apoyo a sus iguales rechazando las situaciones negativas.

En el caso de la etapa de primaria, que es nuestro caso, se establecen parejas de tutores emocionales entre los cursos de 5º y 3º. Esta relación se mantiene durante dos cursos, hasta que aquellos que comenzaron en 3º pasan a 5º y llegan a ser tutores. Las parejas las propone el profesorado teniendo en cuenta las características de cada individuo, buscando la afinidad entre ellos y que les sea más sencillo empatizar, conocerse… También se trabajan los conflictos y la sensibilización grupalmente en las tutorías semanales de cada clase, mostrando vídeos, analizando situaciones...

En el Bota, el vínculo entre tutor/a y tutorizado/a se fomenta llevando a cabo tres actividades conjuntas, una por trimestre. Se está elaborando un catálogo de actividades base para trabajar cada año y, además, actividades pensadas para temas concretos que surjan puntualmente.

Con esta tutoría se pretende crear un referente para favorecer la autoestima y disminuir la sensación de inseguridad en el patio (donde se producen más del doble de agresiones respecto al aula, en segundo lugar). Con la figura del tutor o tutora emocional, se compensa el desequilibrio de poder desde una perspectiva disuasoria, ya que el tutorizado/a se siente protegido. Es necesario encontrar espacios que favorezcan la apertura emocional y la confidencialidad. Quizá espacios relajados en el patio, que es donde más coinciden tutores/as y tutorizados/as. El funcionamiento ante una acción disruptiva sería el siguiente:

1. La víctima y su tutor hablan de ello, bien porque la víctima busca apoyo emocional, bien porque el tutor tiene conocimiento de lo sucedido.

2. El tutor interviene en el conflicto solicitando al agresor que corrija su actitud.

3. Si la situación continúa, el tutor de la víctima informa al tutor del agresor.

4. El tutor del agresor interviene en el conflicto instando al agresor a que corrija su actitud con la víctima.

5. Si la situación continúa, ambos tutores hablan de la situación con el coordinador, quien interviene para que el agresor corrija su actitud.

6. Si la situación continúa, se aplica el régimen disciplinario.

El objetivo es integrar la TOLERANCIA ZERO ante el acoso como un signo de identidad del centro. La armonía en la convivencia no se consigue poniendo más vigilantes, sino promoviendo que cada alumno haga crítica de las situaciones que se producen y las erradique. Se crea conciencia de lo que está bien y de lo que está mal. No se estigmatiza ningún rol, ya que un agresor puede tener ese comportamiento debido a cualquier circunstancia personal, pero eso no quiere decir que se deba tolerar su comportamiento. Para que este programa tenga éxito, el nombramiento de tutores/as se ha de hacer de manera solemne. Se tienen que sentir empoderados, responsables, adecuados para el importante cargo que tienen que desempeñar. De este modo, el resto también reconocerá su papel protector y respetará más sus intervenciones.

El TEI tiene múltiples reconocimientos, de los cuales destacamos:

“Bones pràctiques educatives”, Departament d’Ensenyament de Catalunya.

“Programa d’innovació educativa”, Conselleria d’Educació de València.

“Programa de referència en prevenció d’assetjament escolar”, web del Ministerio de Eduación, Cultura y Deportes.

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