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Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales Para que puedas contar y grabar en la memoria (cf. Ex 10,2)
difíciles, luchan contra el mal empujados por una fuerza que les da valentía, la del amor. Sumergiéndonos en las historias, podemos encontrar motivaciones heroicas para enfrentar los retos de la vida.

Quiero dedicar el Mensaje de este año al tema de la narración, porque creo que para no perdernos necesitamos respirar la verdad de las buenas historias: historias que construyan, no que destruyan; historias que ayuden a reencontrar las raíces y la fuerza para avanzar juntos. En medio de la confusión de las voces y de los mensajes que nos rodean, necesitamos una narración humana, que nos hable de nosotros y de la belleza que poseemos. Una narración que sepa mirar al mundo y a los acontecimientos con ternura; que cuente que somos parte de un tejido vivo; que revele el entretejido de los hilos con los que estamos unidos unos con otros.
La vida se hace historia
Tejer historias
El hombre es un ser narrador. Desde la infancia tenemos hambre de historias como tenemos hambre de alimentos. Ya sean en forma de cuentos, de novelas, de películas, de canciones, de noticias…, las historias influyen en nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ello. A menudo decidimos lo que está bien o mal hacer basándonos en los personajes y en las historias que hemos asimilado. Los relatos nos enseñan; plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos pueden ayudar a entender y a decir quiénes somos.
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El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad (cf. Gn 3,21), sino que también es el único ser que necesita «revestirse» de historias para custodiar su propia vida. No tejemos sólo ropas, sino también relatos: de hecho, la capacidad humana de «tejer» implica tanto a los tejidos como a los textos. Las historias de cada época tienen un «telar» común: la estructura prevé «héroes», también actuales, que para llevar a cabo un sueño se enfrentan a situaciones
El hombre es un ser narrador porque es un ser en realización, que se descubre y se enriquece en las tramas de sus días. Pero, desde el principio, nuestro relato se ve amenazado: en la historia serpentea el mal.
2No todas las historias son buenas
«El día en que coman de él, […] serán como Dios» (cf. Gn 3,5). La tentación de la serpiente introduce en la trama de la historia un nudo difícil de deshacer. «Si posees, te convertirás, alcanzarás...», susurra todavía hoy quien se sirve del llamado storytelling con fines instrumentales. Cuántas historias nos narcotizan, convenciéndonos de que necesitamos continuamente tener, poseer, consumir para ser felices. Casi no nos damos cuenta de cómo nos volvemos ávidos de chismes y de habladurías, de cuánta violencia y falsedad consumimos. A menudo, en los telares de la comunicación, en lugar de relatos constructivos, que son un aglutinante de los lazos sociales y del tejido cultural, se fabrican historias destructivas y provocadoras, que desgastan y rompen los hilos frágiles de la convivencia. Recopilando información no contrastada, repitiendo discursos triviales y falsamente persuasivos, hostigando con proclamas de odio, no se teje la
Y el mundo se detuvo
P. Osiris Núñez, msc osirismsc@hotmail.com
El pasado viernes 27 de marzo, el Papa Francisco impartió la bendición Urbi et Orbi a todo el mundo. Un momento solemne de oración, acompañada de una refl exión del Papa, titulada “Al atardecer”. El Sumo Pontífi ce, partiendo del texto de Mc 4,35-41, nos hablaba de la situación actual que estamos viviendo ante la pandemia del Covid-19. Esta pandemia ha tenido la capacidad de detener prácticamente el mundo entero. Países en cuarentenas, el mercado se mantiene funcionando solo en lo esencial. Dos muestras de este alcance: a nivel económico, la caída de los precios del petróleo; a nivel ambiental y muy positivo, el despeje de la contaminación en ciudades donde ni el sol se podía ver.
Esta situación nos ha sorprendido como una tormenta inesperada, ante la cual el ser humano ha visto sobrepasado sus conocimientos médicos, científi cos y tecnológicos. No ha valido que unos países sean ricos y otros pobres. Al fi nal, nos hemos dado cuenta de que “estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados”. Esta crisis de salud nos ha mostrado la fragilidad humana en su sentido más profundo, dejando bien claro que es lo importante en la vida del ser humano, que es lo importante en el desarrollo de las naciones, pues no son los números abultados en las estadísticas económicas y desarrollo.
Y quizás esta realidad que estamos viviendo, nos ha llevado a lamentar el no haber escuchado la voz de Dios en los signos de los tiempos, ante tantas situaciones propiciadas por el mismo ser humano: guerras, injusticias, desigualdades sociales, el grito de los pobres, un planeta enfermo por la actividad industrial, etc. Como nos dice el Papa, “pensábamos mantenernos sanos en un mundo enfermo”. Entonces nos damos cuenta que no íbamos por el camino correcto, que la vida del ser humano, que ha sido valorada por la productividad económica, tiene un valor mayor al que es capaz de producir en el mercado. La cuarentena global nos ha servido para repensarnos como hijos de Dios, buscar el sentido pleno de nuestra existencia y dar valor a lo que realmente es valioso: la vida, la persona, la comunidad.
De esta manera, ahora que el Covid-19 nos afecta, vemos el valor que tiene la vida humana, y lo necesario que somos los unos y los otros para poder sobrevivir. Desde el médico especialista consagrado en la sala de cuidados intensivos, hasta que el limpia en los hospitales; desde el gobierno que toma medidas, hasta el policía que cada noche sale a velar por la seguridad de todos. Y nos mostramos apoyo unos a los otros, siendo solidarios con los que están mas solos, con los que menos tienen, con los que lo están dando todo por salvarnos. Y vemos cuan grandioso es el ser humano, creado inferior a los ángeles, pero llenos de gloria y dignidad (Sal 8).
También situaciones como estas, sacan lo peor del género humano y que deben avergonzarnos. Personas irresponsables y sin sentido común que no saben velar por el bien de todos; otros que piensan egoístamente: “sálvese quien pueda”, pensando que cada uno se puede salvar solo. Esta pandemia nos está enseñando lo que la Escatología cristiana, siempre nos ha dicho: “la salvación personal se alcanza en y con la comunidad”. O todos luchamos, o todos perecemos.
En esta realidad, el Señor nos interpela, como nos dice el Papa, “en medio de la tormenta, nos invita a despertar y a activar esa solidaridad y esperanza, capaz de dar solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar”. Nos invita a luchar juntos, unidos para vencer esta pandemia, cada uno desde su propia cotidianidad, cumpliendo fi elmente las prescripciones de cuidado personal y comunitario; siendo solidarios con los que están mas solos y son más vulnerables; teniendo presente a los que tienen menos posibilidades económicas para cumplir la cuarentena y, sobre todo, orando a Dios todopoderoso que nos acompaña siempre, y nos invita luchar por la vida humana, máxima expresión de su gloria.

VALOR DEL MES
SABIDURÍA
Lema: “El Espíritu Santo les enseñará y recordará todo” (Juan 14-26)
P. Juan Tomás García, msc tomigapi@gmail.com
¿Qué signifi ca saber? ¿para qué sirve la sabiduría?
Recuerdo, ahora que me hago esta pregunta, el inicio del capítulo 6, versículos 2-3 del evangelio de san Marcos. Los compatriotas de Jesús en Nazaret se admiraron de la sabiduría de Jesús: … ¿De dónde saca este todo eso? ¿Qué clase de sabiduría se le ha dado? ¿Qué hay de los grandes milagros que realiza con sus manos?… Es que, sorprendentemente los humanos pensamos que solo existe y es válido lo que conocemos, lo que dominamos, lo aprendido hasta el momento. Somos pocos abiertos a lo nuevo, aunque sea bueno.
Buscando en Google encontré estas dos defi niciones:
Conjunto de conocimientos amplios y profundos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia.
Facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto.
¿Qué conocemos nosotros sobre la pandemia del Covid19, ¿dónde hemos adquirido estos conocimientos ¿cómo los hemos adquirido y cuál va siendo nuestra experiencia? ¿tenemos la sufi ciente facultad para actuar con sensatez, prudencia y acierto? Posiblemente las respuestas a estas preguntas sean negativas pues estamos en medio de una pandemia de la que no se ve claro el camino a seguir para superarla con acierto y rapidez. Creo que una de las características de la sabiduría es que nunca se da por terminada. Siempre podremos aprender algo más, se puede profundizar en lo aprendido. Se tiende a pensar en la sabiduría en función a algo, conocer para actuar con certeza… Conocer para poder afrontar, es una forma de dominio, una herramienta para la pelea. La sabiduría orienta las acciones y las reacciones.
Sabiduría y vida
La humanidad vive un tiempo difícil de pandemia. Es en tiempos como estos que la sabiduría esta llamada a responder con procedimientos adecuados para defender la vida restableciendo la salud. La cuarentena es parte de la respues

ta de la sabiduría. La población en general y las comunidades cristianas, particularmente, están llamadas a vivir las consignas de las autoridades sanitarias, con sabiduría, prudencia y mucha atención para mitigar los efectos negativos de la pandemia. La fe ayuda al saber para guardar las disciplinas necesarias con tal de preservar la vida con calidad. Desde la práctica religiosa y eclesial, somos los primeros llamados a buscar soluciones prontas para defender la vida que con tanto amor ha puesto Dios en nosotros.
La sabiduría nos sirve para discernir las decisiones a tomar frente a las realidades y situaciones que nos afectan personal o comunitariamente. Ella nos orienta interiormente hacia una salida provechosa, dadora de vida y promotora de realización. Por eso la experiencia va siendo parte del saber. Se conocen
Vivir la fe en la Iglesia doméstica
En estos días el teólogo Anselmo Borges se preguntaba: “¿De qué sirven las iglesias sin la Iglesia de la fe vivida por cada cristiano y sin las ‘iglesias domésticas’ en cada casa y familia?”. Esta interrogante, como otras tantas que buscan y merecen respuestas, surge en este momento crítico de confi namiento en que la Iglesia católica vive la interrupción de las celebraciones religiosas sin poder acudir a los templos, a puertas cerradas, y sin la obligada mediación de sus ministros para acceder a los sacramentos.
De las reacciones iniciales que se regaron como pólvora en las redes sociales, constatamos la sensación de desamparo y abandono experimentados en fi eles y comunidades, como si Dios hubiera desaparecido. Pero también las preguntas sobre la actuación de Dios en esta amenaza de muerte global: ¿Por qué Dios
permite la pandemia y calla? ¿Por qué nos castiga de esta manera? ¿Dónde está Dios?
Ya iniciada la cuarentena, la proximidad de la Semana Santa aumentó la tensión entre los fi eles y, poco a poco, las miradas se volvieron hacia esa realidad vital descuidada en la práctica, pero tan urgente en pleno siglo XXI: la Iglesia doméstica y con ella, la necesidad de repensar, como afi rma el teólogo, “lo
que la Iglesia es realmente, que es ante todo el conjunto de todos los
bautizados”. Esto supone un gran esfuerzo, pues no se trata de acomodarse a lo “virtual”, rezar en casa o transmitir la fe de los mayores. Implica un modo de ser iglesia desde las raíces neotestamentarias hasta los desafíos que presenta el mundo actual. Veamos algunas refl exiones sobre la Iglesia doméstica
1. Las comunidades cristianas
El padre Eugenio Pizarro, en sus comentarios litúrgicos nos recuerda que “Los hombres y las mujeres suelen buscar a Dios en los templos, en la contemplación de la naturaleza creada por Dios, o bien en el recogimiento de su ser”. “Pero Jesús quiere hacerse presente y vivir resucitado en la comunidad cristiana. Está presente en la comunidad cuando ésta se reúne para orar en su Nombre: “Pues donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Y además, “Jesús está también presente en el desarrollo y crecimiento de la comunidad cristiana, también en sus crisis y en sus problemas”.
El autor se refi ere a la Iglesia doméstica como base de la Iglesia, Pueblo de Dios. “Y como base de la Iglesia, se hace presente, en Jesús, que vive en ella, en la historia misma de su Iglesia”. Esa promesa de Jesús,
“hace que la comunidad tenga una importancia y prioridad pasto
ral. Yo diría: hace de la comunidad cristiana, también, a través de sus miembros, una base importante y
un cimiento verdadero de la Iglesia en el corazón del mundo”.
2. El Hogar: Aquila y Priscila
En Corinto, “Pablo encontró la hospitalidad con una pareja casada, Aquila y Priscila, forzados a mudarse de Roma a Corinto después de que el emperador Claudio había ordenado la expulsión de los judíos”, nos recuerda el papa Francisco. Dos perseguidos, como tantos de hoy.
“Esta sensibilidad los lleva a descentrarse para practicar el arte cristiano de la hospitalidad y a abrir

las puertas de su casa para acoger al apóstol Pablo”, indica el Papa. Al abrir sus puertas, esa casa “se convierte en ‘domus ecclesiae’, lugar de escucha de la Palabra de Dios y de celebración de la Eucaristía”. Gracias a dos extraños. “Incluso hoy, en países donde la libertad religiosa está perseguida, hay familias que hacen lo mismo”, y agrega “cuántas familias, arriesgando su cabeza, siguen acogiendo como una familia a los extraños”.
La casa de Aquila y Priscila “se convirtió en un lugar de catequesis”, y ellos mismos emergen como “modelos de vida conyugal comprometi
dos responsablemente al servicio de
toda la comunidad cristiana” y nos recuerdan que, “gracias a la fe y al
compromiso de evangelización de tantos laicos como ellos, el cristianismo ha llegado hasta nosotros”.
3. El inicio de la Iglesia
Si volvemos a la Iglesia primitiva, encontramos la Iglesia doméstica, formada por los que se reunían en las casas de algún cristiano o cristiana con una casa más grande y quien presidía era el dueño o la señora de la casa. Allí se celebraba

la memoria de Jesús haciendo lo que él mandaba: dar la bendición y compartir el pan y el vino, recordándolo en acción de gracias, como decimos en la Eucaristía.
Fue en los primeros siglos, nos recuerda el teólogo José María Castillo, “cuando las prácticas sacramentales no estaban tan organizadas y reglamentadas como ahora, ni siquiera se sabía cuántos eran los sacramentos, entonces precisamente fue cuando el cristianismo floreció con más vigor y más pujanza. Este asunto -tan determinante- está bien documentado y analizado.
Cuando el Imperio Romano empezó a debilitarse, sigue diciendo, fue cuando el cristianismo arraigó en lo más vivo de la población. “No por la multiplicación y exactitud de sus ceremonias. Eran tiempos en que los cristianos no tenían ni templos. Y hasta les era impensable el simple hecho de enseñar la cruz. Entonces, se pregunta: ¿qué es lo que impresionó tanto a la gente, que aquella Iglesia, en tan poco tiempo atrajo a tantos adeptos? Y encuentra la respuesta en el sentido comunitario tan fuerte, que unía a los individuos y a las familias, más que por unos determinados ritos religiosos, sobre todo por una forma común de vida, como acertadamente dejó escrito Orígenes (Contra Cels., 1, 1), esto fue decisivo, incluso determinante”.
“Por eso la Iglesia ofrecía todo lo necesario para constituir una especie de seguridad social: cuidaba de huérfanos y viudas, atendía a los ancianos, a los incapacitados y a los que carecían de medios de vida; tenía un fondo para los funerales de los pobres y un servicio para las épocas de epidemia. Pero más importante que estos beneficios materiales era el “sentimiento de grupo”,
que acogía sobre todo a los que vivían como desarraigados en las grandes ciudades”.

4. Revitalizar la Iglesia doméstica
Antes de la pandemia la teóloga Consuelo Vélez decía que “Mucho se habla de la urgencia de revitalizar la iglesia doméstica, es decir, la familia, para despertar la vivencia de fe de los niños y niñas que constituyen el futuro de la Iglesia”.
Concluía su reflexión afirmando: “La iglesia doméstica no se vive por el mero hecho de invocar la urgencia de revitalizarla. Surge de la toma de conciencia del papel que juega en la vida de la familia y en lo que se transmite a los hijos. Nadie da lo que no posee. Nadie comunica lo que no vive. Por eso esta pregunta puede llevar a que unos decidan no bautizar a sus hijos. Pero puede hacer que otros revitalicen su propia fe y constituyan verdaderas iglesias domésticas. Y la renovación de nuestra comunidad cristiana vendrá de la autenticidad personal y de la profundidad con que respondamos por las razones de nuestra fe.
5. La Iglesia de cara al futuro
Esta crisis que atravesamos ha de ser una oportunidad para sacudirnos como Iglesia. Crecer en una comunidad horizontal, de fuertes lazos; lugar de reconciliación y atenta siempre a la acogida. Una comunidad, como dice el papa, “que preserva los pequeños detalles del amor, donde los miembros se cuidan unos a otros y constituyen un espacio abierto y evangelizador. Esa comunidad es lugar de la presencia del Resucitado que la va santificando según el proyecto del Padre”.
Formarnos en esta realidad nos dará la alegría de una Iglesia servicial, que se sabe libre sin poder; que no domina ni acapara la verdad; que practica la misericordia, sin exclusión; que ofrece vida y esperanza y, por tanto, no condena; que da el testimonio de vivir fraternalmente, como expresión de su discipulado.
Y, como dice el primer teólogo citado: “Cuando esta pesadilla pase, los católicos, porque el cristianismo es a la vez una fe personal de una experiencia íntima, y una fe comunitaria, se reunirán de nuevo festivamente en asamblea comunitaria, para celebrar juntos la Eucaristía”.
Impacto de las creencias religiosas en la elaboración del duelo por suicidio
Dra. Miguelina Justo miguelinajusto@gmail.com
La poeta Gabriela Mistral escribió en 1916 el poema que titulara Interrogaciones. En él, la reconocida maestra chilena reflexiona sobre el futuro del alma de quienes se han suicidado. Sus versos reflejan el cúmulo de pensamientos que parecen danzar sin pausa en su mente, entre la duda y la fe. Mistral interpela: “Y responde, Señor: cuando se fuga el alma,/ por la mojada puerta de las largas heridas,/ ¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma/ o se oye un crepitar de alas enloquecidas?”
Pocos años antes de escribir este poema, Gabriela enfrentaría la primera pérdida a causa del suicido. En el 1909, Romelio Ureta, un amor de juventud, se suicidaría luego de haber sustraído dinero del lugar donde laboraba. En el chaleco de Romelio se encuentran una foto y una tarjeta de la poeta. Gabriela tiene que defenderse de quienes la señalan como causante del hecho. Desde el dolor escribe los famosos Los sonetos de la muerte. Largo tiempo después, mientras la poeta se desempeñaba como diplomática en Brasil, estableció una breve, pero significativa amistad con el también escritor Stefan Zweig y la esposa de este, Lotte Altmann. Ambos se suicidaron en febrero de 1942 agobiados por los horrores de la guerra. Más preguntas. Un año más tarde, en iguales circunstancias, perdería a su sobrino, Juan Miguel Godoy, a quien había criado como a un hijo. Su muerte sería un golpe terrible, él era, según ella lo escribiría “la llama dulce” de su vida (Gautier, 2015).
Las interrogantes continúan: “¿Angosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?/ ¿El éter es un campo de monstruos florecido?/ ¿En el pavor no aciertan ni con el nombre tuyo?/ ¿O van gritando sobre tu corazón dormido? Tal como revelan los versos de Gabriela Mistral, quienes han perdido a un ser querido a causa del suicidio pueden permanecer preocupados por el destino del alma de quien ha muerto de esta manera, incluso en el caso de personas que no tienen fuertes creencias sobre la vida después de la muerte (Vandecreek & Mottran, 2009).
Pese a que la evidencia científica sugiere que las creencias espirituales fuertes pueden ser un recurso para los dolientes, esto no necesariamente se aplica a quienes han perdido a un ser querido por el suicido. Para algunos es difícil integrar la idea de un Dios, que se describe como amoroso, pueda permitir este acto sin sentido (Lynn, Henneberry & Eyre (2015). Las personas pueden cuestionar sus creencias, así como las enseñanzas de la religión que profesan. Posiblemente esto pudo haberle ocurrido a quienes crecieron guiados bajo los preceptos contenidos en el Catecis-

mo de Baltimore de 1891, el cual establecía que quienes se suicidaban debían de ser privados de un entierro cristiano.
Las enseñanzas de la Iglesia Católica han sido revisadas a la luz del conocimiento que ahora se tiene sobre el tema. El catecismo más reciente, publicado en el 1992, ratifica que el suicidio es contrario al amor de Dios, sin embargo, a la vez establece, en su numeral 2283, que “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado por caminos que Él solo conoce la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida.” La Iglesia reconoce que trastornos mentales graves, la ansiedad, o el miedo intenso de la prueba, del sufrimiento o de la tortura, pueden reducir la responsabilidad del suicida. Esto supone un cambio sustancial de la visión anterior, sin embargo, el estigma puede estar aún presente. El desconocimiento puede ser especialmente perjudicial, cuando parece validar comentaros inoportunos o posturas inapropiadas que culpabilizan al suicida y lo condenan al fuego eterno.
Tres fallas que (casi) todo el mundo comete al hablar con sus hijos sobre amor y sexo
Eduardo Navarro, padre de 4 hijos, es uno de los creadores del curso online para padres iLove Aprendamos a Amar. Como experto en educación afectivo-sexual, ofrece a través de este curso las claves para la educación de los hijos en lo que a amor y sexo se refi ere, y para ello comienza previniendo de 3 típicas fallas que se suelen cometer en muchas familias.
En primer lugar, los padres se suelen centrar en la pregunta de su hijo, no en él. Y es muy difícil a veces no ir más allá del dardo a modo de pregunta que se les ha lanzado… Pero siempre detrás de la pregunta hay un interés, preocupación, motivación. Es ahí donde hay que buscar, lo que se “esconde” tras la pregunta.
En segundo lugar, los padres suelen desaprovechar oportunidades. El día a día obliga a ir a 1000 por hora. Y de repente un hijo hace una pregunta con “contenido”. Una de esas que parece que puede tener miga. Pero muchas veces no parece el momento adecuado, los padres no están seguros si hay algo más…y se va el tiempo, el “momentum”, la oportunidad. Y según Eduardo esto es un “pecado grave”, especialmente cuando un adolescente se abre a preguntar, teniendo en cuenta que generalmente están “cerrados por reforma”.
Por último, otra falla es esperar a que pregunten. Si un hijo no pregunta es porque está buscando respuestas por otro lado. El consejo que ofrece es que si esto sucede hay que provocar los momentos y las circunstancias para que salgan las preguntas. Que ningún padre crea que su hijo no tiene curiosidad por estos temas.
Problemas a los que se enfrentan los padres
Eduardo Navarro, uno de los creadores de iLove Aprendamos a Amar, habla con el portal Religión en Libertad sobre los problemas a los que se enfrentan los padres a la hora de hablar con sus hijos en cuestiones afectivo-sexuales:
Primera pregunta, ¿están los padres de hoy preparados para hablar de sexualidad y afectividad a sus hijos? ¿No es algo que se ha descuidado en las familias?
Es difícil dar una respuesta genérica, pero lo que sí es seguro es que cada vez son más los padres interesados en formarse y que quieren ayudar a sus hijos en materia de afectividad y sexualidad. Si se ha producido un descuido no ha sido por falta de interés, sino porque a veces no se tenía la seguridad y confi anza de hacerlo bien, al fi n y al cabo, nuestra generación no hablaba con sus padres de estos temas. Lo cierto es que en materia de amor y sexualidad, no hay nadie mejor para hablar a los niños que sus padres. Nadie puede sustituirles en la educación de sus hijos en general, pero en este ámbito de la afectividad y la sexualidad es especialmente importante. Los padres de hoy sabemos que, si no

les educamos nosotros, lo hará internet o cualquier otro.
Cuando se habla de educación afectivo-sexual se piensa sobre todo en los niños y adolescentes, pero este curso se centra en los matrimonios, una novedad…
Lo cierto es que hicimos el curso pensando en los niños, en nuestros hijos y la mejor manera de guiarles acorde a nuestra fe y valores. Sin embargo, cada vez son más los padres que nos dicen que se apuntaron por sus hijos, y resulta que los principales benefi ciados han sido ellos. Muchos nos dicen “ojalá


Oración en tiempos de Pandemia
P. William Arias wilarias4@hotmail.com
Venimos a ti Señor, porque si no a quién iremos. Ponemos ante ti, toda una nación, todo un mundo sacudido en este momento, por este terrible fenómeno pandémico. Nuestras posibilidades contra él no pueden; en el mundo que hasta hoy hemos querido establecer, donde incluso algunos han pretendido excluirte, no hay respuesta contra el coronavirus: nos rebasa, es pequeño y está por encima de nuestras grandezas. Nos sentimos impotentes ante este mal, solo tú eres nuestra esperanza, en ti ponemos nuestra confi anza.
Pero no venimos ante ti, como al Dios tapa agujeros, porque no tenemos ningún otro camino, como escape para no perder el juicio ante el encerramiento y el problema que tenemos entre manos. Venimos a ti, porque creemos en ti, porque si no de quién o de qué no debemos fi ar, sino es precisamente de ti, el Dios fi el, misericordioso, él que nunca nos deja solo en el batallar diario de la vida, el Dios Salvador, aquel que nos ha dado a su Hijo, y lo ha hecho vencedor de la muerte por su Resurrección.
Venimos ante ti hoy a rezar, a orar, pues es la vía que nos has dejado para comunicarnos contigo, venimos a exponerte lo que somos: seres frágiles, débiles, fi nitos, simple mortales, consciente de que somos obras tuya y que tú nunca nos desamparas; necesitados de ti, de tu auxilio, de tu poder sanador y liberador. Venimos como tantos hombres y mujeres lo han hecho a lo largo de la historia, de la historia salvífi ca del mundo, como el hombre de los Salmos Bíblicos, aquel que en muchas circunstancias de la vida se dirigió a ti y expuso su necesidad, su súplica, te presentó su oración cargada de mucha humanidad, pero llena de mucha fe; oraba de una manera dramática, pues trágica muchas veces era su situación, como es la nuestra hoy día.
Señor, estamos ante una tragedia que nos atemoriza, que nos da miedo, hemos visto como se ha contagiado parte de nuestra nación, como se ha infectado el mundo, cómo de un palmo ha cambiado nuestra existencia, de seres libres y caminante por la vida, a hombres y mujeres miedosos, asustados, encerrados, viviendo en incertidumbre de no saber qué pasará mañana, qué sucederá con nuestras vidas y la de nuestros seres queridos, amigos y conocidos. Estamos palpando la muerte más cerca que nunca, son muchos los infectados, enfermos en los hospitales y en sus hogares, ya son muchos los que han partido, son muchas las familias adoloridas, por un miembro que está encerrado en un cuarto enfermo o está en la cama de un hospital, no es fácil lo que estamos viviendo, incluso ni podemos libremente dirigirnos a ti, nuestros templos donde te alabábamos y te bendecíamos están cerrado; por eso como el profeta, nuestro corazón humillado, entristecido, desde nuestra familias, desde nuestros ser, te queremos presentar como oblación pura a ti.



Sabemos que no nos has dejado solos, que hay mucha manifestación tuya en medio de esta pandemia, pues ella no es fruto de tu ira, porque tú no eres un Dios de esas cosas, eres un Dios de amor y hemos palpado ese amor a través de la solidaridad con el enfermo del COVI-19, del trabajo de tantos médicos, enfermeras, en fi n, personal de la salud y gente buena y voluntaria, que han hecho y están haciendo algo para lidiar esta pandemia, también cuánta solidaridad en el compartir con las familias y gente necesitada los alimentos y recursos.
Nuestros pastores han querido que como Iglesia que peregrina en la República Dominicana, nos dirijamos a ti, y no lo hacemos solos, lo hacemos por medio de María, nuestra Madre; de los Santos: san José, san Roque Protector en las Epidemias y demás. Tu nos ha dicho: ´´Toquen y se les abrirá, pidan y se les dará´´. Hoy tocamos tus puertas Señor y tocamos la de nuestros corazones, hoy te pedimos y sabemos que seremos escuchado, porque grande es tu misericordia y tu amor para con nosotros.
Las exigencias para los misioneros enviados por Jesús (9)
La Misión de Jesús en Galilea: Una reflexión a partir del Evangelio de Lucas (Lucas 4,14-44; 5,1__9,62) que su aspecto cambió y sus vestidos se tornaron blanquísimos. ¿Y por qué este texto en medio de las exigencias? Hna. Ángela Cabrera, MDR. Pues resulta que ni esos discípulos, ni nosotros, muchas veces, lo podemos entender. La experiencia intensa de scabrera@ucsd.edu.do Dios, que Jesús vive, en la presencia de sus antepasados: Moisés y Elías, le estaban preparando para cargar Referencia a los textos: la cruz viva, donde daría el último suspiro en su misión Hay una palabra muy profunda, honda, exigente, compública. Como estos discípulos, a pesar del sueño perprometedora, y esta es, con mayúscula COHERENCIA. manecían despiertos, pudieron contemplar tal gloria, La coherencia es, por así decir, como el hilo conductor quisieron hacer tres tiendas (v.33), pero el mismo texto que atraviesa lo que una persona hace, piensa, dice, siendice que no entendía lo que decía. Jesús, en el monte, te. De ahí que Jesús sea una persona de autoridad, porque estaba tomando vitaminas para soportar la pasión, para no se contradice en ninguna de estas dimensiones. Enpermanecer fiel a su padre. tonces, primero Él lo vive, y luego invita a los seguidores a que no solo escuchen sus palabras, sino que la hagan Espiritualidad misionera vida, practicándolas (Lucas 6,47). Entrar en la dinámica de Jesús, ser misionero a su manera
Jesús abre, con su vida y su palabra, el escenario para significa morir a sí mismo. Es dejar el orgullo que impicontemplar el testimonio vivo. Todos los misioneros han de acoger a los hostigadores, perseguidores y hacerles el de dar testimonio para que su palabra no caiga al vacío y bien. Significa, además, estar en medio de la gente que no pierdan el tiempo. sufre, dejándose doler por sus gritos y sus sufrimientos.
Jesús les exige a sus discípulos que en los tiempos de Para ser misioneros de Jesús se nos exige profesar coprueba, cuando la barca parezca hundirse sin salvación, mo Pedro, estas palabras: «Pero ustedes, ¿quién dicen que que se amparen en Él, y en nada ni en nadie más (Lc 8,22- soy yo?» Pedro le contestó: «El Cristo de Dios.» (Lc 9,20). 25). Entonces, se trata de confianza. En el seguimiento ha Ser misioneros de Jesús no significa una vida sin prode primar, no el miedo, sino el abandono absoluto, aunblemas. La única diferencia es el sentido que se les da a que todos los sentidos inviten a pensar diferente. estos, y cómo se viven. Todas las pruebas y las dificultades
Toda la misión de Jesús está marcada por la austerien el seguimiento y en la consecuente misión se presendad de vida. No se puede llevar la Buena Nueva en abuntan como herramientas para pulgar el alma, las intenciodancia, sino en austeridad. Esto para que nada distraiga nes, y en este fuego purificador, las palabras y los gestos lo que realmente importa: de ahí el que no lleven nada, recobran autoridad. así como la referencia a los pocos panes y pocos peses, No hay seguimiento sin cruz, pero tampoco hay cruz dando testimonio de que nada falta. sin resurrección.
En medio de tantos signos, milagros y prodigios, la misión en Galilea también deja saber sobre breves anun¿Qué nos provocan los textos? cios de la pasión (Lc 9,22). En este mismo sentido, el pro¿Estoy listo para salir de la Iglesia, sin salir de la comupio Jesús les recuerda las exigencias del seguimiento. nión? O sea, ¿salir a misionar como Iglesia? ¿Llevar a Cristo en el corazón, en los labios? En síntesis: ¿Qué heEl que quiera seguirme (Lc 9,23-26): mos aprendido de jesús para la misión bíblica católica?
Niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, sígame. Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la salvará. Si todo estaba tan “chévere” ¿por qué vienen todas estas exigencias? La misión de Jesús en Galilea también narra el relato de la transfiguración (Lc 9,28-36). Llama la atención que Jesús toma a tres de sus discípulos (Pedro, Juan y Santiago), y sube al monte para orar (v.28). Dice el relato

Dra. Marcia Castillo marcies76@hotmail.com
El día que el subdirector de la OMS salió a dar declaraciones sobre las estadísticas actualizadas mostraba el rostro compungido y angustiado mientras manifestaba que el organismo lidiaba con dos grandes pandemias la del covid-19 y el de la infodemia. Ese día los periodistas recodaron a un pionero en la comunicación, a March Bloch quien dijo mucho tiempo atrás que la primera víctima de la guerra y la desgracia es “la verdad” entonces discernir entre tanto bombardeo de información la verdad entre la mentira no es tan fácil como parece. ¿Cómo se pone un punto de infl exión entre la información útil y la que es tóxica y enferma nuestra mente y nuestro estado de ánimo?
Los estamentos encargados de informar la población se muestran cada vez más degastados por tener que desmentir información que diariamente sale en los medios de comunicación masiva en lugar de informar y promover medidas preventivas que eviten la propagación del virus.
Uno de las cosas más interesantes del lenguaje es que es dinámico, es un órgano vivo y esto resulta más que papable con los fenómenos sanitarios y sociales. Aparecen neologismos que si bien aún no están aceptados por la RAE son válidos porque la lengua ya les ha dado vida, por ejemplo: infotoxicacion, vamping e infodemia que es el que tocamos ahora y que se defi ne como el exceso desmedido, tóxico y nocivo de información, que no necesariamente es certera sino que por el contrario, a veces acompañado de las famosas fake news utilizando en ocasiones esta plataforma para vender noticias, el alzar y el amarillismo cobran auge a costa de la ignorancia del pueblo y se convierte en
Infodemia, la excesiva información

un efecto dominó que genera pánico y desinformación en masa…
Al pensador y fi lósofo inglés Francis Bacon es atribuido el aforismo Scientia potentia est que en alguna ocasión habremos leído por ahí y que signifi ca “El conocimiento es poder”, pero ¿qué pasa cuando es lo contrario? ¿Cuándo saber se convierte en un arma que desequilibra nuestra salud emocional? ¿Qué pasa cuando hay tantas opiniones que no podemos esclarecer lo correcto de lo que no lo es?
Nos parece oportuno citar a uno de los Estoicos griegos llamado Epicteto quien dijo “Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas”.
La OMS explica que las causas de la infodemia se deben a tres factores principales: se trata de una enfermedad nueva y sobre ella rondan múltiples incógnitas, el miedo a lo desconocido y el miedo asociado al otro.
La infodemia se produce por un mecanismo multifractal, no es solamente el exceso de información y sobrexposicion a los medios de comunicación masiva es también el temor a lo incierto, a lo que va pasar esa sensación fatalista que nos engulle en nuestra ausencia de fe, a la visión de que todo ha terminado o que todo terminará mal, de no vislumbrar un mañana con esperanzas fi rmes, como en la balsa pintada por T. Gericault algunos ya están derrotados otros desesperanzados y otros se agarran con tesón al mástil porque saben que algún momento llegarán a tierra fi rme, la infodemia nos ataca porque hay un hueco la barca de nuestra fe que permite que nos inunde el agua de la desesperanza. ¿Qué hacer para evitar la infodemia, cómo desinfoxicarnos? Aquí les dejamos unas sencillas cápsulas para aliviar esta sobreestimulación a la que estamos expuestos. Apagar el televisor un rato y ponga algo de música relajante o solo escuche el silencio. Desconectar el teléfono móvil una cuantas horas al día. Evitar los medios con exceso de publicidad. Los mensajes no solicitados que envían programas de televisión, periódicos gratuitos o incluso servicios de música digital contribuyen a sobrecargar nuestra atención. Introducir fi ltros para el correo electrónico. Hacer ayunos de información. Practicar la atención plena o ejercicios de respiración. Releer los clásicos, si es posible haga lecturas compartidas. Leemos para no estar solo; es cierto que el ordenador nos acerca a los que están lejos, pero nos aleja de lo que están cerca. Converse más con sus seres queridos este tiempo para acercarse, no para apartarse, un hombre no es una isla un hombre es todos los hombres y lo que hace esta tecnología tan a la mano, tan dispuesta es cuando más es menos.