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YANGO, la app de movilidad rusa que apunta a lograr un tiempo de espera de un minuto en Latinoamérica

Por Natalia Vera Ramírez.

Presente en Bolivia, Perú y Guatemala, la plataforma de servicios de transporte se suma a la competitiva industria de apps de taxis que tiene al tiempo como uno de sus principales retos en las urbes con los peores niveles de tráfico vehicular en el mundo.

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Entrar en un mercado chico ha sido la estrategia de Yango, plataforma de movilidad que es parte del conglomerado tecnológico ruso Yandex, para penetrar Latinoamérica.

Si bien el grupo ya tiene presencia con Yango Delivery -su empresa de entregas paa empresas- en Chile, México y Perú, Bolivia fue el mercado elegido para ingresar con el app de taxi. El lanzamiento fue a fines de 2022 y hoy cubren las ciudades más importantes del país del Altiplano: La Paz y Santa Cruz.

“Elegimos un mercado chico de entrada como Bolivia. Yango es una marca internacional, pero tenemos que construirla en Latinoamérica. Eso implica un desarrollo de tecnología muy importante. Asimismo, vamos a estar en los mercados más grandes. Hace un mes empezamos un periodo de prueba en Lima, una de las ciudades más grandes de Latinoamérica. Después de Brasil y México, Perú es una de los países con mayores habitantes y no lo consideramos un mercado chico. Después iremos a los más grandes como Colombia, Argentina o México, pero la estrategia es hacer marca, entender al consumidor local. Identificamos dónde hay oportunidades y en Lima hemos descubierto muchas oportunidades de mejora del servicio, tanto en precio, como seguridad, tecnología, calidad, y tiempos de espera. No vemos tanto el tamaño del mercado, sino la oportunidad que hay en cada ciudad”, dice Juan Pablo Velasco, gerente general de Yango en Perú y Bolivia.

En ese sentido, la semana pasada, Yango anunció oficialmente su ingreso a Perú. Según el ejecutivo boliviano, el potencial en la capital es enorme, ya que existen 230.000 vehículos que se usan como taxis, y poco menos de la mitad opera bajo un aplicativo.

No obstante, en Perú, al igual que en otros mercados de la región, Yango tendrá que competir con plataformas de movilidad más asentadas, como Cabify, Uber o Didi.

Para Velasco, la propuesta de valor es su modelo de negocios. “Nosotros no trabajamos con choferes directos, sino con empresas y eso hace toda la diferencia porque al trabajar con una empresa legalmente, los choferes tienen un soporte donde respaldarse si pasa algo. eso es un game changer para la industria. Además, nuestros precios son los mejores. En Lima, por ejemplo, tienes tarifas desde los S/ 3,5 (menos de US$ 1), es muy barato. En el tema de seguridad tenemos el botón de conflicto y algoritmos de seguridad para el desvío de rutas. Básicamente lo que tiene Yango es lo mejor de cada servicio”, remarca.

EL TIEMPO DE ESPERA, EL MAYOR DOLOR DE CABEZA

Pese a que la industria del taxi tiene actualmente un gran componente tecnológico, los tiempos de espera pueden ser una pesadilla para los usuarios, sobre todo Latinoamérica que alberga a varias ciudades con peor tráfico vehicular del mundo.

En ese aspecto, Yango tiene metas bastante ambiciosas. “El ETA, que es el tiempo de espera desde que solicitas el auto, es un KPI muy importante. Nuestra meta en el mediano es tener un tiempo de espera de un minuto que, ya está pasando en otras ciudades donde está Yango, esto se da con el tiempo. Es una métrica muy importante porque al final del día, cuando pides un taxi lo quieres inmediatamente”, dice Velasco.

Para lograrlo, Yango desarrolla sus propios mapas, rutas y navegación, así como la distribución inteligente de pedidos. “Usamos tecnología y desarrollamos nuestros mapas estratégicamente, esto es una apuesta muy importante. Al principio es una inversión grande, hay mucho trabajo para una ciudad tan grande como Lima, pero tenemos el conocimiento y la experiencia de que a mediano plazo el valor que da tener mapas propios es muy diferente y el servicio cambia considerablemente en temas de eficiencia de llegar más rápido al punto, precio, de que el chofer no esté tanto tiempo sin un viaje y que el usuario tenga su auto rápidamente. Somos la única empresa que hace esto”, dice Juan Pablo Velasco.

Por lo pronto, la aplicación de taxis de Yango ha sumado un mercado más: Guatemala.Y aunque la aplicación de origen ruso pisa fuerte en más de 20 países de Europa, Asia Central, Oriente Medio y África, hoy apunta a Latinoamérica.

“América Latina es un mercado de 650 millones de habitantes y con una penetración digital de más del 45%. Es un mercado muy atractivo para este tipo de tecnología. El servicio de taxi en estos países en vías de desarrollo pueden mejorar mucho”, concluye.

De shopping en Argentina: chilenos viajan a comprar alimentos tras devaluación del peso frente al dólar

La devaluación del peso argentino, así como el control de precios, está provocando que muchos chilenos llenen sus alacenas con cosas que cuestan hasta el triple en su país.

Desde Punta Arenas, pasando por Santiago y llegando hasta Antofagasta, los chilenos están aprovechando hacer sus compras cotidianas cruzando la frontera con Argentina y ahorrar dinero debido a la devaluación del peso argentino frente al dólar, pese a la inflación que supera el 100%, comprando incluso suministros de hasta por cinco meses, que en Chile sería la despensa cada quincena. No solo los chilenos están aprovechando esta crisis; paraguayos, brasileños y hasta bolivianos han ido de compras a Argentina.

Juan Pablo —que tiene su cuenta en TikTok— hizo un video en el que muestra cómo realiza compras en un supermercado con US$ 600 (279.000 pesos argentinos / 10.845 pesos mexicanos). Las imágenes se viralizaron tanto en su país como en la Argentina, y hoy, en declaraciones radiales, explicó que desde noviembre de 2022 ya realizó cinco viajes de seis horas cada uno, desde donde vive, en Temuco, hasta Neuquén.

“Genero contenido en redes y se me ocurrió mostrar lo que estaba pasando. Para nosotros está súper conveniente al cambio y más todavía que yo hago el cambio por Western Union, me doblan lo que yo envío. Obviamente, yo ingreso a la Argentina sin dinero argentino, lo retiro en un Pago Fácil y me dan mucho más y me conviene. Literal, multiplico sus precios”, dijo en entrevista a la estación argentina Radio con Vos.

Señaló que 100.000 pesos chilenos “son unos US$ 150 [...] 50.000 (pesos) argentinos al cambio que me da Western Union”, detalló y dijo que hizo una despensa gastando 10.400 pesos chilenos (US$ 12,95 / 234 pesos mexicanos) en vez de gastar 55.000 pesos (US$ 68,50 / 1.237 pesos mexicanos.

“Por lo menos, yo no compro para vender. Lo hago por un tema de que con la Cami (Camila, mi novia) somos súper ordenados. Tenemos una despensa y compramos comida para unos cinco meses”, añadió.

El canal 24 Horas —de la televisora pública chilena TVN— siguió la huella de algunos chilenos que se aventuran a Argentina para comprar su despensa en un “tour”, donde adquieren desde víveres cotidianos, hasta fármacos y otros artefactos. Con calculadora en mano y varias bolsas cargando, chilenos hacen el pase transfronterizo para llegar a sus casas cargados de productos con muchos ahorros sustanciales. Eso sí, como todo, no aplica en todos los casos, como los aparatos electrónicos.

“Unas gotitas para la vista, cuestan 28.000 pesos chilenos (US$ 34,90 / 630 pesos mexicanos) en Punta Arenas, y acá las sacas a unos 6.000 pesos (US$ 7.50 / 135 pesos mexicanos)”, ejemplificó una de las viajeras.

Por ejemplo, un litro de aceite en un Carrefour de Río

Gallegos (al extremo sur de Argentina) cuesta US$ 1,50

“blue” (697 pesos argentinos / 27 pesos mexicanos), mientras que en un supermercado Líder (Walmart) de Santiago de Chile llega a valer en promedio US$ 4,70 (3.799 pesos chilenos / 85,40 pesos mexicanos). Esto es debido a que la política de subsidios y “precios congelados” en Argentina para combatir la inflación que han mantenido muchos productos de la canasta básica a precios “excesivamente bajos”.

No solo son viajes de un solo día, sino pueden llegar a ser fines de semanas completos para hacer las compras. Como entre ambos países pueden viajar sin necesidad de pasaporte o visa, los viajes suelen ser mucho más recurrentes entre ambos lados de la frontera. En cuanto a la comida en restaurantes, un almuerzo individual de un Entrecot con entrada y postre incluido, puede costar entre 8.000 y 10.000 pesos chilenos (entre US$ 10 y US$ 12,50 / entre 180 y 225 pesos mexicanos).

“Hoy es muy barato el alojamiento y la comida. Por ejemplo, puedes alojarte en un hotel 4 estrellas en Río Gallegos a un precio de 20.000 pesos chilenos (US$ 24,90 / 449 pesos mexicanos) por persona, mientras que en Punta Arenas o en otras partes de Chile, uno similar puede costarte 60.000 (US$ 74,70 / 1.350 pesos mexicanos) Entonces, por una persona acá, se alojan tres allá”, dijo Claudia Vargas, una viajera entrevistada al diario La Tercera de Chile.

¿ESTO INDIGNA A LOS ARGENTINOS?

En su gran mayoría, sí. La alta inflación y la devaluación del peso argentino frente al dólar ha generado más indignación en medio de un año electoral donde se va a renovar la presidencia y el actual mandatario, Alberto Fernández descartó buscar la reelección en medio de una muy baja popularidad tanto en la población como entre los miembros de su partido.

La periodista Viviana Canosa —abiertamente defensora de la extrema derecha y promotora de teorías de conspiración— se mostró indignada en su programa de televisión en el canal de noticias La Nación+ por el cruce de miles de chilenos para hacer su despensa en Argentina.

“Somos la salada (el tianguis) de Latinoamérica [...] Claro, como nuestro peso no vale nada, vienen y se llevan absolutamente todo. ¿Te imaginaste alguna vez que iban a venir de un país vecino a comprar alimentos acá porque somos realmente la salada de Latinoamérica? Esto es una vergüenza”.

El término “salada” es un adjetivo despectivo que se utiliza en Argentina para llamar a los puestos ambulantes, en los que se suele conseguir artículos a precios de remate, de mala calidad o imitaciones. La inflación ha hecho tanto meollo en la sociedad argentina, que por ello algunos candidatos presidenciales, como el ultraliberal Javier Milei, buscan desaparecer el peso argentino y dolarizar la economía.

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