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Sentirse Artista

Llevar aquellas imágenes al papel fue unas de las experiencias más bellas que he tenido en muchos años de viajar por el mundo

Llegué a Cuba en un momento difícil para su capital, que había sido azotada por un tornado. Una situación que parecía quitarle color al viaje pensado. Horas después, unos amigos me hablaron de un artista y de su obra, y a los pocos días fuimos a visitarlo. Por cosas del destino, vivía en una de las zonas castigadas por ese torbellino que tanta tristeza trajo a La Habana.

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Cuando llegué al estudio-taller de Octavio Irving y su esposa Beatriz, entré a un espacio totalmente ajeno al contexto que dibujó el tornado. Pinturas y grabados de grandes formatos, herramientas meticulosamente organizadas y las cartas en que Barack y Michel Obama les agradecían sus atenciones con la familia durante su paso por la Isla, conforman un espacio acogedor donde uno llega a sentirse artista.

Octavio es un apasionado investigador y maestro del arte del grabado. Mientras nos daba una breve disertación sobre esta modalidad, me preguntaba cómo en un país pequeño personas como él eran capaces de mantener vivas técnicas de tanta antigüedad, que en las sociedades contemporáneas poco a poco se van perdiendo. Nos explicaba, y mostraba, cómo en sus investigaciones encontró nuevos métodos y materiales que ofrecían el mismo resultado de la litografía, a la cual muchos artistas cubanos no tienen acceso debido a la escasez de la matriz con la que se trabaja (la piedra caliza), y se había propuesto popularizarlos entre sus colegas de la Isla.

Como buen pedagogo, nos hipnotizó al punto de que, apenas sin darnos cuenta, estábamos preparando las matrices para hacer nuestros primeros grabados. Yo no ponía color en un papel desde que salí de los primeros años de la escuela, y me vi entintando

elementos con interesantes texturas que podíamos combinar y utilizar para imprimir en unos formatos hechos de papel manufacturado localmente. Grabamos nuestros rostros y terminamos con una serie de estampas cubanas, cuyas matrices metálicas tenían su historia: con dibujos de lugares significativos de la Isla, décadas atrás Irving las había salvado de la destrucción en una antigua fábrica.

Llevar aquellas imágenes al papel fue unas de las experiencias más bellas que he tenido en muchos años de viajar por el mundo. Sentí que reconstruía una ciudad en el mismo lugar donde la naturaleza pretendió borrarla. Regresé con el deseo de dar mis primeros pasos en el mundo del arte del grabado, pero lo más importante es que traje una bella carpeta salida de las manos de Octavio, con la Cuba soñada antes del viaje, en unas postales impresas por mí.

Octavio Irving Hernández Jiménez (Santa Clara, 1978)

Graduado de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro (2000) y del Instituto Superior de Arte de La Habana (ISA, 2006), dirigió el Taller Experimental de Gráfica de La Habana y ha impartido docencia en San Alejandro y el ISA. Obtuvo el Gran Premio de grabado La Joven Estampa, otorgado por Casa de las Américas, en 2007. Actualmente coordina su proyecto Irving Studio: Gráfica Creativa, espacio para promover el dibujo y el grabado.

Sus obras forman parte de colecciones privadas en España, Italia, Alemania, Noruega, Bélgica, Suecia, Inglaterra, México, Estados Unidos, Canadá, Venezuela, Chile, Argentina, Puerto Rico, Ecuador, Brasil, País Vasco y Japón, entre otros países, y de colecciones institucionales cubanas y extranjeras. ▪

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