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FLORES MARCHITAS.

El contenido de esta obra está autorizado para su libre reproducción, mientras se respeten los datos de su autoría. Todos los derechos reservados.

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Grupo Editorial

Primera edición: 2023

Portada: Alison Torres

Corrección: Cecilia Cedillo

ISBN: 143-698-406-753-9

Impreso en Nuevo León, México

Corita Kent

Para mi perro, que siempre ha estado a mi lado.

La hortensia que se marchita.

No era un día especial, si no un día cualquiera, donde el sol no brilla, si no pica en la piel y con unos 35 grados que llega a fatigar, y puede causar un golpe de calor. En donde a las horas pico las calles de vuelve una melodía ruidosa de pitidos por conductores furiosos y ansiosos por llegar a casa, posiblemente a cenar o solo a descansar. Donde la gente esta estresada por los pendientes de entre semana y eso conlleva a que contesten de una forma ruda si les llegasapreguntaralgotaninsignificantecomoloes“¿Qué hora es?”. En fin, hoy era un miércoles normal como cualquier otro. No era un día especial, valga la redundancia, pero aún asíllegastea casa con una hortensia rosa. Cuando te vi llegar con ella, me sentí nerviosa, por unos instantes pensé que había olvidado nuestro aniversario, o algún evento especial que las parejas suelen tener; nosotros nunca tuvimos ese tipo de relación intensa donde haya momentos importantes y donde nos demos regalos en constancia (como ese catorce de febrero donde me regalaste un chocolate que te dio tu amigo, sólo porque no te gustaba).

Tal vez no lo sabes, pero no me gustan las hortensias, si no las gerberas, pero está bien, puedo tolerarlo. Tampoco quise comentarlo en voz alta, porque el día anterior habíamos tenido una boba discusión cuando fuimos a un restaurante, a nuestro restaurante favorito. Ayer, yo había insistido en que deberíamos de salir, llevábamos meses sin darnos una escapada de novios. Ya que tu estabas encimado con tu trabajo, la administración de nuestro departamento y cuentas. El dinero no siempre fue el problema, pero tu eres un organizador compulsivo y también un codo; ese sí era un problema, pero intentaba no quejarme de ello, intentaba tolerarlo.

Nuestro resutaurante no era barato, tampoco caro, estaba entre la delgada línea, lo bueno es que aceptaste porque era el favorito, “nuestro” favorito, o eso creo. Habíamos quedado que iríamos después de que llegaras del trabajo; yo siempre venía del ajetreado día dos horas antes que tu, así que di provecho a ese tiempo y traté de arreglarme bonita para ti (fue sorprendente porque esas ganas casi nunca están), me puse ese vestido rojo ajustado que solías decirmequetegustaba,yunostaconesnotanaltos,porque primero estaba mi comodidad, planché mi cabello café y lo dejé suelto. A ti te gustan las ondas que se me hacen, yo, en cambio, las odio. Una vez más, primero mi comodidad. Cuando ya estaba lista, llegaste a la hora de siempre. 7:50 pm, yo estaba sentada esperándote en el sillón, no me recibiste con un beso, nunca lo hacías; siempre he pensado: por qué no tenemos esos hábitos que supone que las parejas deben de tener, creo que no somos una normal, o empalagosa. Ni siquiera me halagaste cuando me viste.

Finalmente fuimos al restaurante, todo el camino en el coche estuvimos callados, y cuando estuvimos dentro y ordenamos la comida, también estuvimos en silencio. Fue hasta después de dos tragos al vino que pedimos que nos dignamos a abrir la boca. Con preguntas triviales, “¿cómo te fue en el día?” “¿qué tal el trabajo?”, las respuestas también fueron cortas, por parte de los dos. Fue hasta que tocamos el tema de “¿tuviste tiempo para comer?” que hizo que nuestra falsa velada se cayera.

Cuando comenzamos a ser novios, yo quise que las cosas funcionaran, si íbamos a vivir juntos, teníamos que hacer que fluyera. Así que, seguí el consejo de mamá y me levantabaenlasmañanasapreparartetulonche,laprimera vez te sorprendiste y lo agradeciste. Por la tarde llegaste con la lonchera vacía, no hiciste ningún comentario negativo, así que lo tomé como luz verde a seguir preparándote un aperitivo. Tardé tres semanas en darme cuenta que te deshacías de mi comida.

Siempre que tocamos el tema de los almuerzos que tenemos al mediodía, todo se torna tenso. Y creo que es por mi culpa. Soy una rencorosa.

Me alegro de que no hayas tirado esa comida comenté picosa, cuando me dijiste que habías ido a comer unos deliciosos tacos con tus compañeros de trabajo.

¿Puedes superarlo? pediste con rostro y voz cansada . Ya pasó dos semanas de eso. Y te pedí perdón.

Como si un perdón regresara mi orgullo y dignidad.

Pudiste decirme desde el primer día que no te gustaba mi comida en vez de tirarla antes de llegar a casa seguí insistiendo en el tema aún dolida por la situación.

¡No te lo dije porque eres una exagerada y llorona!, ¿no ves cómo estas actuando por algo que pasó hace semanas?

¡Qué molesto!

Supongo que fue mi culpa que anoche lo hayamos pasado mal y que nos fuéramos del de ahí sin comer. En todo el camino, me aguanté las ganas de llorar. Pues en el restaurante te levantaste enojado de la mesa y dijiste que ya no querías comer. Yo te tuve que seguir, porque no había razón para quedarme sentada en la silla como una tonta. Además me sentía avergonzada de tener todas las miradas sobre nosotros.

Aún así, no creo que seas muy profesionalen tu trabajo, te falta tolerarme más.

Yo lo tolero y hasta llamo nuestro restaurante como favorito, aunque sólo te gusta a ti.

Cuando llegamos a casa, tu te fuiste a la habitación y cerraste de un portazo, yo en cambio me quede en la sala. Si lo pienso ahora, no entiendo el por qué tu enojo, si la víctima de la situación fui yo, no tu.

Tal vez por eso, hoy llegaste con esta flor para mi. Quiero pensar que si. Voltée a ver la flor que había dejado sobre la mesa. Se han caídos dos pétalos. No entendía por qué se estaba marchitando tan rápido, apenas cinco segundos conmigo, ni un día con ella. No me gustan las hortensias pero eso no significa que quiero que se desintegre poco a poco.

Saqué mi celular y busqué en cómo cuidar la hortensia. Entré a varias páginas, viendo que a este tipo de flores le gusta mucho el agua, así que recomienda sacarla en días lluviosos y que hay que regalarla constantemente para que pueda florecer, son plantas que aman la humedad y son pésimas para el calor, así que es recomendable tenerlas en un climas frescos. Son flores delicadas, hay que darles atención para que puedan abrir sus pétalos y que pueda sobrevivir sembrada. Pero el caso era ese, solo funcionaban estos consejos si estaba plantada en una maceta, si todo se daba desde la raíz. El problema es que la hortensia que yo tengo esta cortada, sólo un tallo verde con los pétalos clavados, ¿debería de intentar plantarla?

Tal vez sea mucho trabajo, además no tengo macetas. Al final solo la puse en un pequeño vaso con agua y la dejé en la mesita de noche de mi lado de la cama.

A la mañana siguiente, antes de pasar por el trabajo fui a un vivero que quedaba un poco a contra corriente de mi trabajo, sólo me tomó dos viajes en metro para llegar, pero para ir a mi trabajo tendré que tomar dos viajes en metro y caminar unos 10 minutos. No importa.

La última vezque fuia un viverofuecuandotenía15 años, había ido con mi mamá, y después, nunca volví a ir. No soy fan de las plantas, para nada, pero por alguna razón, quería cuidar a esa hortensia, no sé por qué. El vivero estaba al aire libre, como se esperaba; corrí suerte de ir por la mañana, así el calor no estaría haciéndome sudar. Fui directo con un vendedor y le pregunté si podría mostrarme las macetas que había, entonces me condujo por un pasillo hasta llegar a unos estantes con diferentes tipos, algunas de plastico, otras de barro y otras de madera, había de variedad de material y yo no sabía sí debía tener un tipo de maceta especial para las hortensias.

¿Cúalmerecomiendaparalashortensias? lepregunté viendo la cantidad de opciones, indecisa.

El hombre quedó pensativo unos momentos. Tal vez no sabía aunque debería de hacerlo, trabaja con flores.

El tipo de material no importa respondió al final .

¿Tendrá la maceta en un jardín?

No tengo jardín, vivo en un departamento.

Uhmla gente suele llevarse las macetas de barro porque son más estéticas indagó , pero son pesadas y frágiles

«bueno, macetas de barro no serán»–. Las de plástico son economicas y más resistentes por obvias razones.

Me llevaré de plástico, ¿Necesito una tierra en especial o puedo usar la del parque?

Paras las hortensias… se quedó pensativo unos segundos se recomienda un tipo de tierra órganica y que tenga buen drenaje. Le recomiendo estas de por acá.

Al final llegué tarde al trabajo por 10 minutos, no había importancia en eso porque tenía mi maceta y la pequeña bolsita de tierra en mi bolso. Me emocionaba tener una planta que cuidar. Durante todo el tiempo sentada en mi escritorio, movía mi pierna derecha impaciente por llegar a casa. En mi ratos libres, me ponía a investigar sobre las hortensias. Cuando por fin dieron las 5:30, salí rápido del trabajo y en el camino a casa pasé por una librería; me quedé parada unos segundos, pensando en si entrar o no. Tal vez me estoy obsesionando con una planta, pensé. Bueno qué importa. Entré a la librería yendo directo al área de enciclopedias, o libros informativos, no sé dónde podría hallar el un libro sobre cuidado de plantas, tal vez en un estante de jardinería. Me tomó unos minutos cuando por fin di con lo que buscaba, miré los diversos titulos pensando en cuál tomar, hasta que encontre “Cómo NO matar tus plantas”, con una pasta verdosa y dibujito de flores y hojas, parecía confiable por su color. Lo tomé y fui a pagarlo, por fin me dirigí a casa aún más ansiosa, tanto que hasta el elevador para llegar a mi piso se me hizo eterno.

Entré a nuetro departamento y lo primero que hice fue seguir los pasos que vi en internet para sembrar una flor, primero corté parte del tallo, para plantarla en la tierra y metí la maceta en una bolsa inflada para que tuviera suficiente aíre. Una vez terminado mi pequeño trabajo, fui a el cuarto a dejar lo que quedaba de la flor en el vaso de vidrio en la que la tenía con anterioridad, pero, en cuanto lo hice, dos pétalos más cayeron al suelo. Que decepción. Me fui a la sala y me acosté sobre el sillón café de tela que tenemos, odiaba ese tono café porque parecía excremento, pero tu lo amaste. Una vez más, lo toleré por ti. ¿tu también toleras cosas por mi? Espero que sí, y que sean muchas. Abri el libro y busqué la sección de hortensias, me quedé leyendo lo que quedaba de la tarde hasta que llegaste.

¿Qué lees? preguntanste, interrumpiendo mi lectura, no aparté mi vista del libro cuando le respondí:

Sobre plantas.

Soltaste una risilla ¿Desde cuándo te interesan las plantas? teignoré porqueyo tampocosabía la respuesta.

No comprendía de donde vino este fuerte y repentino interés por plantar y cuidar una flor cómo si fuera mi hijo.

¿Plantaste una flor? ahora aparte mi vista del libro y miré tu mano que señalaba mi maceta.

¿De qué tipo?

Es la misma que me diste ayer, solo le corté parte del tallo para que creciera desde la raíz.

Tú solo respondiste un corto: “ah”, y después dijiste que habías traído la cena.

Por la noche no pude pegar ni un ojo, porque estaba pensando en la planta, esperaba con ansias verla crecer y que salga pequeño capullo antes de que florezca, tal vez me estoy adelantando, pero sería hermoso de ver.

Cuando “desperté”, no desayuné, en realidad fui a ver como esta mi hortensia, y me decepcioné al ver que estaba igual que la noche anterior, tú, que estabas atrás de mio murmuraste que esas cosas son tardadas, que tuviera paciencia. Odio la paciencia.

Por la tarde, hacía calor dentro del departamento, así que abrí todas las ventanas. Tú y yo y yo tenemos la regla de solo prender el aire acondicionado por las noches, nuestro hogar no era un lugar caluroso, pero temía que la flor se sofocara aquí adentro.

Habían pasado unas semanas, y la planta dio pequeñas señales de vida, creció una pequeñisima raíz, estoy segura que puedo ver un diminuto tallo salir de ahí. Eso es lo bueno que pasó en estos días pero, lo malo, es que tú y yo comenzamos a discutir más de lo normal, que quién dejo la tapa del baño arriba, por qué no se lavaron los platos anoche, por qué prendiste el aíre acondicionado antes de la noche, por qué esto, por qué el otro. Problemas, problemas y problemas. Lo ignoraba, leyendo el libro (hasta compré más), observando la maceta, pero para mi gusto ya han pasado mucho días y no parecía querer seguir creciendo, en realidad, lo poco que salió se entristeció y se cayó. ¿He hecho algo mal? Tal vez no seguí los pasos como debía, pero leía en el libro de “Cómo NO matar tus plantas”, y estaba segura de haber hecho todo, regarla, sacarla al sol por las mañanas y por las tardes llevarla a la sombra. Y eso no era lo único, la hortensia que me habías dado, estaba a nada de quedarse sin pétalos cada día se le caía uno o dos, y eso me asustaba. Tenía miedo de perder esa flor y que la que planté tampoco floreciera. Incluso le pedí consejos a mi abuela y ella mencionó que a veces la planta no le gustaba estar en cierto lugar, y probé con moverla a la sala, a la cocina, al cuarto de invitados y al mío, incluso al baño, pero nada. Hasta leí un libro de brujería verde (oculté ese libro porque me da vergüenza que la gente vea que creo en los brujos, cuando siempre he sido alguien que cree en la ciencia) y no funcionó. Tal vez era yo de desesperada que no veía que estuviera dando frutos.

Ya deja de mover la mendiga maceta de un lado para otro te quejaste mientras cenaba.

Tengo que encontrar el lugar donde quiere estar.

La has movido a todos los lados de la casa, las plantas no ocupan un lugar refunfuñaste.

¿No puedes tolerarlo y ya?, no te afecta en anda que la esté mueve y mueve objeté, también enojada y harta de escucharte quejarte y quejarte. Yo nunca me quejo de ti.

¡Claro que me afecta! ¡dejas tierra esparcida por todo el piso!

¡Pues la barro y ya! mi tono salió brusco . Solo come tu cena y cállate.

Yo no suelo tener paciencia. Y menos para ti, no más.

Eso también debería de hacer tu puntualizaste . Siéntateydejademoverunaplantaquenisiquieraflorece.

A lo mejor no florece por ti y tú pésima energía

–¿Energía?, ¿De qué estas hablando? cuestionaste rudo y confundido.

Estuve leyendo un libro de brujería verde y dice…

¿En serio crees en esa porquería? me cortaste incrédulo, soltaste una risa sarcastica.

Caminaste hacía a mimurmurando: estoy cansado deesto. Me quedé en mi lugar y sólo vi como me arrebataste enojado la maceta y la tirabas al suelo y la pisoteabas. Estaba paralizada, viendo como se destruía todo,

¡¿Qué haces?! grité cuando ya pude tener control de mi.

Te empujé fuerte, y me agaché intentando desabollar la maceta, entonces me di cuenta de que la había roto de la base. Dejé la maceta y me puse a juntar la tierra desesperada con mis manos.

“¡Deja de preocuparte por una tonta planta!” escuché que me gritabas, y yo solo intentaba juntar la tierra y cuando tuve la intención de meterla a la maceta me di cuenta de que era absurdo. Está rota, si meto la tierra, se caera igualmente.

Me levanté del suelo y comencé a gritarle a mi pareja mientras lloriqueaba. No sé en qué momento terminamos en el cuarto, mientras gritabamos y peleabamos por una maceta y una flor.

Entonces tu, furioso, tomaste la hortensia enojado mientras me recriminabas sobre la atención e importancia que le daba a simple planta, yo sólo intentaba quitarte la flor de las manos, era lo único que quedaba, la maceta quedó destruida, solo quedaba ese regalo tuyo. Entre el forcejeo de los dos, mientras yo gritaba que me la diera y tu sólo la alzabas más para arriba para que no la alcanzara, me comencé a entresar y aplicar más fuerza, y supongo que no fui la unica porque pude notar como tu respiración se aceleraba y tu rostro se ponía rojo.

¡Dios mio! ¡sólo te importa la pinche flor! gritaste más enojado y la terminaste lanzando al suelo, y eso causó que todos sus pétalos se espacieran a su alrededor.

No había forma de pegarlos, no había forma de revivirla. Todo mi esfuerzo había acabado.

El lago de los cines

¿Entonces? Imagino que tienes una mejor amiga, o una mierda así. Todos tenemos un mejor amigo.

Suspiré cansada, ¿Acaso ese idiota no estaba entendiendo que no me interesaba hablar con el? Sólo quería pasar un momento de relajación asolas, lejos delruido dela música y de los gritos de las personas intentando comunicarse, pero no, mi paz no duró ni cinco minutos, porque llegó un pelado a sentarse conmigo en el balcón de la casa de no sé quién. En un principio intenté ignorar su presencia, y le di un sorbo a mi lata. Encontrarme con gente molesta era normal, pero en momentos como este, con muchos estímulos en mi cuerpo, era insoportable. El pendejo no paraba de mirarme por mucho rato y luego apartaba su vista, así hizo unas seis veces, no me sentía intimidada, pero si incómoda. Estaba a punto de irme, hasta que empezó a hablar:

¿También te molesta el ruido?

Y una corta contestación de mi parte: sí.

Si te molesta, ¿por qué vienes a las fiestas? lo ignoré.

Que suerte me cargo, chingado. El pendejo ese siguió hablando, preguntando por qué tan callada y si así era con mis amigos.

No tengo lo interrumpí brusca.

Todo el mundo tiene amigos… Y así llegamos a su pregunta sobre mi inexistente mejor amiga, ¿qué mierda le sucede? No entiendo porque hay gente que va por ahí siendo tan metiche. No le contesté, de nuevo, y aventé la lata de cerveza por el barandal. Espero haberle pegado a un idiota. Me impulsé hacia arriba y me levanté,mientrasmedirigíaalapuerta loescuchégritarme que a dónde iba y por qué me iba, desdeñé sus bobas preguntas y abrí la puerta corrediza de la terraza, dando apenas un paso a dentro, mis oídos dolieron de tanto ruido, intenté tapármelos, pero alguien tomó mi brazo.

¿Por qué te vas? nunca pensé que odiaría una voz en tan poco tiempo.

Me solté de su agarre y lo empujé hacia atrás, y apenas el hombre retrocedió unos pequeños pasos. No me detuve y lo empujé de nuevo, esta vez más fuerte, haciendo que ambos termináramos en la terraza del tercer piso de nuevo, seguí implementando fuerza contra su cuerpo, era él contra el barandal de la terraza.

Ya suéltame, pendeja, me voy a caer. El barandal no era alto; apenas y podría cuidar de que un niño no caiga.

El pelado no era musculoso o pesado, en realidad era flacucho y el hecho de que estuviera tomado, me facilitó el seguir presionándolo contra el barandal, ignorando sus suplicas de que lo dejara en paz Pasó uno minuto para que el por fin se callara, esa fue mi señal de irme de esta casa, caminé hacia las escaleras, ignorando el golpe de la música contra mis oídos.

Pensé en que, si algo extrañaba de mi hogar, eran las silenciosas noches, donde solo se escuchaba el chillar de grillos o chicharras. No música, no gritos, no sirenas de policías.

Cuando escapé de casa y me vine a vivir a la ciudad, me sentí valiente, fuerte e independiente de irme por mi cuenta a un lugar nuevo, a empezar desde cero; pero las cosas no eran fáciles, cambiar de ambiente de un pueblo a una ciudad era grande, extrañaba mi casa, a veces. Las ventajas de vivir en un pueblo es que lo puedes conocer a la palma de tu mano, las desventajas que tiene son lo mismo, saber todo de todos. Mi familia nunca fue bien vista, mi madre sufría del trastorno de bipolaridad tipo 1, y eso lo volvía un problema para la nuestra reputación. La mujer era terca, decía constantemente estar bien y que no necesitaba sus medicamentos y las visitas largas con el psiquiatra (y eran largas porque mi tío tardaba una hora y cuarenta minutos en llevarnos a la ciudad para ir a esa dichosa cita), con cada cita, parecía que me daban más medicamentos y más diagnósticos.

Estoy sospechando un posible trastorno de la personalidad o déficit de atención escuché que le decía el doctor a mi tío, y este susurraba palabrotas.

Yo meneaba mis piernas que colgaban de la silla donde estaba sentada, aburrida, ansiosa de irme a casa a ver la televisión, sólo esperaba que la sedaran de nuevo, para así ya largarnos de ese edificio que olía a medicina. La gente del pueblo susurraba que mi padre nos había abandonado debido a la demencia de mi madre, otros decían que él no nos había abandonado, si no que ella, en un episodio maniático, lo había apuñalado y lo enterró en el patio. Sea cual sea la verdad, nunca lo sabré, porque nunca vi a mi padre y mi madre ya lleva meses muerta.

Tener una madre trastornada era difícil porque la gente te tomaba cómo igual. En el colegio donde estudié, nadie se quería acercar a mi, ni un niño o niña, ni siquiera los maestros quienes estaban atentos a cualquier movimiento mío.

No me molestaba estar sola, al menos no en ese tiempo, estaba acostumbrada, mi infancia se basó en jugar con los cadáveres de lagartijas que solían amanecer en el pequeño patio que teníamos y si solo había lagartijas vivas, me encargaba de que se convirtieran en muertos Meses después, mi tío me regaló una muñeca porque estaba harto de encontrar animales muertos en el patio.

Prendí un cigarrillo mientras bajaba por las escaleras de la casa mentada. La pregunta de ese pelado vino a mi cabeza.

En realidad, si había tenido una mejor amiga, hace ya muchos años, demasiados, diría yo. Nos conocimos en un lago que había en mi pueblo, ni siquiera sé si era un lago, o río o laguna, no es algo que me interese, lo único que sé, es que había cisnes, no eran muchos; si corrías suerte, podrías ver uno o dos. Actualmente, no sé si aún haya o exista ese lugar aún. Me gustaba ver los pocos que había, eran bonitos y majestuosos, me gustaban mucho sus plumas blancas, tanto que quería robárselas para ponerlas sobre mi ropa, tal vez así yo también me vería igual de bonita. Recuerdo que esa tarde, me había decidido en desplumar un cisne bebe que había, pero cuando estaba a punto de tomarlo, escuche elsonido de una hoja crujir. Me levanté de cuclillas y miré atrás. Entonces la vi, ya laconocía;¿habíamencionado que vivir en un pueblo te permitía conocer a todos como la palma de la mano? Aquella huerquilla la había visto, con su cabello negro siempre en una coleta bien restirada, de tanto gel me preguntaba cómo es que su cabello seguía sano. Ella era alguien vulnerable, si lo pienso ahora, siempre veía como niños de la escuela la molestaban o le quitaban sus cosas, pero nunca hacía nada, ni una queja, ni un límite. De pequeña siempre pensaba que Sofía era estúpida. Lo sigo pensando. Una estúpida débil. Y cobarde, muy cobarde. Sus ojos inseguros me miraban y su cuerpo me demostraba que sentía miedo de estar ahí, conmigo, en el agua. Tal vez pensó que la ahogaría.

Hola murmuró agudo después de estarnos mirando como dos minutos.

Hola.

Nos volvimos a quedar en silencio. Giré mi cabeza hacia el lago (o lo que sea que fuese) en busca del cisne que quería, pero ya no estaba. Me sentí decepcionada, en serio quería esas plumas (las sigo queriendo).

No tienes amigos. Dejé de mirar el inexistente cisne, y la observé serena. En serio, era unaestúpida, ¿quién inicia una conversación con alguien acusándola de ser una sin amigos?

¿Qué dijiste?

No quería ofenderte aclaró torpe, con una voz inestable . Quería…

Yo ya había perdido toda la paciencia que tenía (que, en realidad, carezco de ella), y me encamine hacia al pueblo de nuevo.

¡Espera! ¡quiero ser tu amiga! declaró en un chillido. Detuve mi caminar.

¿Por qué? pregunté de espaldas.

Porque, tu no tienes amigas y yo tampoco, entonces… nosotras podríamos serlo entre cada palabra que decía su voz bajaba de tono.

Ni siquiera lo pensé mucho, tampoco si eso fue una clase broma, que no podría ser porque Sofía tenía (y muy posible sigue teniendo) un corazón de pollo. Había leído sobre la amistad en cuentos que me traía mi tío de la ciudad, tener una amiga… se escuchaba interesante, quería experimentarlo.

Acepté serlo, con la condición de que prometiera siempre estar a mi lado y ella lo hizo.

Los días jugando con animales muertos y con una muñeca descuidada habían acabado. Sofía y yo íbamos, constantemente, al pequeño parque del pueblo a jugar con los pocos columpios y resbaladeros que había, después me enseñaba a jugar con un aparato que tenía, por regalo de su padre, era como un teléfono rectangular que se usaba horizontalmente. No sé cómo se llama. En la escuela, nos sentábamos juntas a comer y ella tenía una afición por compartir la comida, mitad y mitad, a veces era difícil porque había días donde yo no llevaba nada para comer. En los trabajos en equipo ella siempre me buscaba para emparejarnos. Se sentía extraño estar acompañada de una persona todo el tiempo, pensé que sería ajetreado, es que en serio, era como una mancha de mostaza en una blusa blanca.

Aunque su presencia no cambió para nada mi humor sereno, en realidad, en todo nuestro tiempo de amistad no recuerdo escuchar una risa mía, si no suya, solamente la suya.

Pero sin importar eso, era mi amiga, mi mejor amiga, mía. No sabía mucho de relaciones amistosas, pero si algo había aprendido, es que cuando usas un pronombre posesivo es porque algo te pertenece. Yo en serio pensaba que ella me pertenecía y yo a ella.

Sin que se diera cuenta, yo la observaba, cada que podía, tanto que me había aprendido su rutina diaria, de forma general: a las 6:00 am se levantaba a tomar el desayuno, siempre prefería desayunar unos confleis con un poco de azúcar espolvoreada; después, se vestía y su mamá la ayudaba a peinarse, le ponía dos capas de gel en el cabello y restiraba bien su coleta. A las 7:30 am llega a la escuela, a veces llega 5 minutos antes o después, no más. Es una personacumplida,hacetodassustareas;avecesconayuda de su mamá a veces sola, después de la escuela vamos juntas a la plaza del pueblo a jugar con las maquinitas o en los columpios; los días que no jugamos, ella va acompañada de su madre o padre por un helado de la michoacana, su sabor favorito es fresa, pero cuando no hay, pide de vainilla. A las 6:30 pm de la tarde, se da una ducha de 10 minutos y después se prepara para cenar, sus cenas son variadas, a veces pollo con arroz, otras veces lentejas con verduras. A las 9:30 pm se acuesta para dormir (es impresionante como aún recuerdo su rutina, habiendo pasado ya 15 años).

¿Ella, al igual que yo, sabría mi rutina? Debió de hacerlo, fuimos mejores amigas.

PasarondosmesesySofíacomenzóaganarmásconfianza ensímisma.Participabamásenclaseytratabadeincluirse en las actividades escolares, mínimas, que daba la primaria. Ya no parecía esa escuincla con piernas de gelatina que dudaba en decir hasta cuánto era 2 + 2. Después de las actividades escolares, subió de nivel a incluirse con mis compañeros.

Y ese fue el verdadero problema.

Yo no sabía tener amistades, interactuar con la gente no se me dificultaba, podía hablar con mis compañeros y hacer que me hicieran mis tareas cuando quisiera (era un beneficio de que me tuvieran miedo, podía manipularlos fácilmente). Pero, parecía que Sofía era lo contrario a mi, y eso no me gustaba, niun poco. Se supone que estábamos juntas porque las dos estábamos solas, ¿entonces porque intentaba conseguir otra compañía? No tenía sentido, ¿no le bastaba con la mía? ¿no que yo era su mejor amiga?

Comenzó a dejarme de lado, nuestras juntadas en recreo dejaron de existir porque ella comenzó a estar con sus otros amigos, ya no había salidas en las maquinitas. Me estaban quitandoalgo mío y eso me enfureció. Asíque,sin que Sofía se diera cuenta, amenacé a todos los niños, diciendo que, si se atrevían a quitarme a mi amiga, los mataría como mi mamá mató a ese gallo que tenía de mascota.

Y funcionó, porque Sofía se había quedado sola de nuevo, todos sus amigos se alejaban de ella. Y fue donde me descubrió y yo no sentí culpa alguna, pensaba que era lo justo. Hasta la fecha, sigo sin saber cómo lo hizo. Entonces se comenzó a alejar, definitivamente, de mi.

Odiaba perder cosas.

¡Ya no quiero ser tu amiga! escupió nerviosa. Una tarde donde decidí encararla, en el mismo lugar donde nos decidimos ser amigas, el lago de los cisnes.

Mentirosa. Es una mentirosa, prometió que siempre seríamos amigas.

Prometiste estar conmigo siempre objeté áspera.

Pues rompo mi promesa,ya noseamosamigas repitió mientras caminaba de espaldas. Sigo sin entender que hice mal . La gente dice que eres igual que tu mamá y…

No soy como mi mamá bramé, ahora sí, enojada interrumpiendo sus absurdos balbuceos. Odiaba que la gente me tomara como lunática como mi madre, yo no era igual, para nada (ahora, creo que soy peor) . ¿Por qué te estas alejando? demandé mientras caminaba a pasos enojados hacia ella

Me das miedo, Lyla.

Miedo de qué, recuerdo que le respondí furiosa, no me gustan las personas dicen cumplir algo y al final no lo hacen. Al llegar a ella la empujé, haciendo que cayera de sentón sobre la tierra, a unos centímetros del lago.

De que me mates como tu madre mató a tu papá soltó entre lloriqueos y mientras se cubría la cabeza con sus manos, como si le fuera a hacer algo.

Tal vez debí de haberlo hecho. Debí haberla ahogado.

Paré de caminar y Sofía aprovechó para echarse a correr. Incluso después de años, sigue causándome molestia en el pecho que pensara que yo le haría algún daño cuando lo único que estaba intentando hacer era mostrar mi aprecio hacia ella.

Saqué mi teléfono y teclée los números rápido, no sabía si lo que estoy haciendo está bien o si debería de dejarlo así

No me siento nerviosa ni arrepentida. El pitido comenzó a escucharse, una, dos, me dije: si a la tercera no contesta, entonces no insistiré más).

Detuve mi caminar y miré hacia la casa, ¿alguien se habrá dado cuenta ya? Aun se veía que la estaban pasando bien.

Por fin contestó.

Buenas noches esperé a que me respondieran en la otra línea , quiero reportar un accidente, me pareció ver a alguien caerse por el balcón de una casa.

Muñequita Mallory

El señor Zunaga siempre ha tenido una afición por la carpintería; desde pequeño había aprendido gracias a la ayuda que le solía proporcionar a su padre (aunque esa ayuda sólo era llevarle los clavos), cuando fue creciendo, trabajo haciendo muebles y accesorios para decorar casas.

No se llamaba a sí mismo carpintero, tampoco obrero, de hecho, no se llamaba así mismo con ni un nombre. Sólo era el señor Zunaga.

En sus tiempos libres, construía cosas para sí mismo. Un banco, una silla, decoración, macetas para sus plantas. Pero una noche, decidió atreverse a construir una casa. No una para ser habitada por personas, sino por muñecas;una casita bonita con muchos accesorios, todo hecho por él.

Había pasado semanas perfeccionando las paredes, tejiendo una colcha suave de estambre lila, pintó las paredes interiores de un rojo intenso, tal parecía la sangre de una persona; hizo pequeños arreglos de madera, como jarrones y muebles, y por fin quedó lista. Una casa de dos pisos, con varias habitaciones, suficientes para dos personas.

El mismo día que la terminó, decidió ir a una juguetería en busca de la muñeca indicada, caminó por los pasillos, una, dos y tres veces, parecía un lunático dando tantas vueltas. Entonces la vió, parecía una señal de algún lado que le gritaba, que esa era la muñeca perfecta para la casita que tanto se había esmerado en construir. Y la compró, la más bonita de la tienda, la más especial de la estanteria; con un cuerpo largo y marcado, rasgos marcados y cabello negro largo, con un pequeño fleco al costado derecho.

Se había enamorado de aquella muñequita. Buscó, de una vez, accesorios para el juguete, aunque no encontró mucho que le gustara, porlo que se dijo queestos días de la semana, se daría el tiempo de confeccionarle ropa a la muñeca.

La llevó a su casa y la sacó del empaque con cuidado, acarició su largo cabello y lo cepilló con cuidado, con el pequeño peine que incluía en la caja. Antes de dormir tomó medidas del cuerpo para que, en la mañana, pudiera empeza a coser algunas prendas pequeñas.

Dejó la muñeca dentro de la casa y apagó los focos de la estancia, para irse a dormir.

A la mañana, se levantó temprano, con mucha energía de planear las prendas que haría, duró tres horas metido en la maquina de coser y se había pinchado tres veces el dedo índice; hasta que por fin pudo hacer una falda y una blusa.

A sus ojos, no habían quedado tan mal, con el tiempo mejoraría.

Antes de vestir a la muñeca, la sacó y dio una limpiada rápida al mínimo polvo que veía acumulado. Cuidaba mucho de su casita;era uno de susmayores logros, asíque por eso, pasó una toallita húmeda por el piso de madera y las paredes, y alineó todos los accesorios que tenía. En un futuro, planeaba hacer más casas. Tomó a la muñeca y le sacó su ropa, agarró los diminutos ganchos de accesorio que había comprado y colgó la ropa en el pequeño closet simulado adentro de la casita; por fin, le puso la ropa que elhizo, a la muñeca, con nervios de que no le quedará, y… no le quedó, bueno, solo un poco grande los costados. Dejó la muñeca dentro de la casita, y suspiró frustrado, ¿qué había hecho mal? Estaba seguro de haber sacado bien las medidas y patrones para la blusa, ¿se habría confundido en el contorno de la cintura y pecho? Tal vez lo hizo más grande.

La miró, para quitarle la ropa y así arreglarla;pero vió que estaba parada, mirándolo. Esa cosa estaba viva.

Impactado, cayó de sentón en el duro piso de la sala. Con su corazón acelerado, tuvo miedo de levantarse. Su manos daban pequeños temblones;las apretóen un puñoe intentó calmarse, contando hasta cinco y respirando.

Uno, dos, tres, cuatro, cinco. De nuevo. Uno, dos, tres, cuatro, cinco. Relajó sus manos.

Le había sonreído. Estaba seguro que esa muñeca le había sonreído.

Se levantó del suelo lento, con una pequeña valentía de volver a observar a esa muñequita endemoniada (lo gracioso, es que el señor Zunaga no cree en dios, ni en demonios). La muñeca lo observaba desde la alcoba de la casita, en su pequeño rostro pensó ver preocupación.

Zunaga se acomodó sus lentes y forzó su vista. Esa cosa lo miraba curiosa, y caminó hasta llegar a la orilla del cuarto, el señor se acercó también para poder verla mejor, ya no parecía una muñeca estática sino una humana encogida, y eso… lo aterrorizaba, ¿ahora cómo iba a dormir tranquilo?, ¿y sí ocurría algo como esas peliculas?

Donde el muñeco trata de matar al humano, ¿cómo se llamaba? ¿chucky? ¿anabelle? ¿la muñeca que había comprado también tendría un demonio dentro?

Zunaga pasó sus manos por la cara y luego cabello, tal vez debería de devolverla.

La pequeña mujer intentó dar otro paso, pero el piso de la alcoba se había acabado. Zunaga se asustó de que cayera al suelo, pero la muñeca chocó con lo que parecia ser una pared invisible. Confusa intentó sacar su diminuto brazo pero no pudo, aquella barrera invisible no lo permitió.

Parecia que se había quedado atrapada en la casita.

Que desafortunada.

El hombre, en cambio, se sintió tranquilo, si no podía salir significa que no puede hacerle daño.

Se acercó a la casita, para verla mejor.

¿Tu… puedes entenderme?

La muñeca asintió.

Debe estarse volviendo loco.

¿Estás endemoniada? El rostro de la mujer se mostró confuso y ofendido . Lo siento, es sólo que, no siempre una muñeca toma vida explicó nervioso.

¿Puedes hablar? –se encogió de hombros . Bueno… ¿te gustó la ropa que te hice?

La muñeca miró hacia su torso, intentando apreciar el conjunto. Zunaga, con su dedo tembloroso, señaló la habitación de a un lado, murmurando que ahí se encontraba un espejo. La pequeña mujer se miró en él, escaneando la ropa y tocándola. Después lo miró y negó con su cabeza. Ah.

Zunaga le prometió mejorar. Después pensó en que si esa muñeca ahora era una humana miniatura, debe de tener un nombre ¿no?

Te llamarás Mallory indicó, sin siquiera preguntarle a la mujer si le agradaba el nombre elegido. Dentro de el hombre crecía una corriente de emoción, al saber que de manera literal, tenía a lamuñeca más especial en casa, ahora sí que la más perfecta. Desde ese momento se volvió una rutina para él hacer nueva ropa y accesorios para la casita, así, Mallory no se aburriría adentro, le daba comida, agua, y le llenaba la pequeña bañera para que se duchara, e incluso en diminutos frascos le compartia shampoo y jabon para que se aseara bien. Poco a poco Mallory se había vuelto la vida de Zunaga, incluso cuando trabajaba estaba ansioso de llegar a casa y verla, hablar con ella, aunque nunca recibía respuestasa sus preguntas ocomentarios. El hombre había estado acostumbrado a la soledad, pero ahora, con su muñeca perfecta, se sentía soñado junto a ella.

Y sabía que Mallory se sentía de la misma forma.

Su rutina, desde hace varios meses, era llegar impaciente del trabajo e ir a ver a su tesoro. Ella siempre lo esperaba sentada en el sillón del primer piso de la casita. Zunaga estaba tan ensoñado con el amor que sentía por la muñeca que nunca fue capaz de notar que ella lo recibía con una cara seria, sin emoción o con sonrisas fingidas que le daba, tampoco sabía de aquellas noches donde intentaba escapar de la casa, saltar por la ventana, salir por la puerta. Pero la barrera invisible no se lo permitía. Mallory quería salir como lo hacía el hombre cada mañana, quería conocer afuera, ver a los habitantes de otras casas, hablarcon ellos, buscar otro tipo de ropa. Deseaba, deseaba, deseaba. Pero, ¿a quién le interesa? De todas formas, Mallory no puede escapar de la casita.

La noche del primero de julio, el señor Zunaga sacó a la muñeca de la casita, para darle el aseo a la casita, lo que no esperaba es que Mallory tomó esa oportunidad para escapar, así que sin aviso previo, saltó de sus manos e intentó correr hacía la puerta principal. El hombre quedó estático por unos momentos. Por un momento pensó que estaba jugando, así que intentó reir y buscarla, hasta que se dio cuenta que estaba apurada buscando la forma de abrir la puerta. Una onda de dolor atacó su corazón, un fuerte sentimiento de traición llegó a él.

Había hecho todo por ella, le confeccionó ropa, le limpió su casa, le hacía accesorios especiales, sólo para ella, le daba comida, agua, le dio todo, entonces ¿por qué quería escapar? Si él la procuro en todo momento, no necesitaba ir a otra casita, no necesitaba ir con otros dueños, él la cuidaba perfectamente.

No es justo, no debe de ser así.

El hombre comenzó a perseguirla por toda la casa, pero la muñeca era escurridiza, ágil para pasar entre los muebles de la misma. En la persecusión, se escuchaban gritos de que no se fuera, que se quedara, no había razón por la cuál irse de su casita perfecta, y le aseguró entre ruegos que no encontraría otra casita como la suya, intentaba tomarla pero se resbalaba de sus manos. Mallory estaba decidida a escapar, así le costara la vida, quería salir de ahí, a un lado de la puerta estaba la escoba azul que Zunaga usaba para barrer todas las mañanas. Tenía una idea. Para atrasar los pasos de su dueño, tiró un juego de canicas, causando que el más alto se resbalara, cayendo de sentón. La pequeña mujer aprovechó para empujar la escoba haciendo que quedara el palo en diagonal, justo a la altura de la manija. La intentó escalar lo más rápido que pudo y con todas sus fuerzas la giró abriendo la puerta.

¡Por fin! ¡Por fin será libre!

Cayó al suelo y Zunaga ya se había recuperado del golpe. No había tiempo, es su primera y última oportunidad de escapar de ahí. La furía del hombre crecia más y más. Era una muñeca malagradecida, una maldita, pensó. ¿Acaso no veía todo lo que hizo por ella? ¿las noches en vela que pasaron juntos, sus esfuerzos en darle una buena vida, su tiempo y dedicación hacia ella? Seguía preguntándose

Le había entregado su vida a la maldita mujer, su alma.

Mallorysedebedequedarconél,leperteneceaél. Sedijo, más bien, aseguró.

Mallory estaba a punto de cruzar la puerta; sólo le faltaban dos pasos, sólo dos pasos y sería libre de esta cadena; en su rostro se pintó una sonrisa, una verdadera sonrisa después de tiempo, ya podía sentirlo, ya no estaría condenada a vivir ahí para siempre. Estiró su mano para intentar llegar a la luz, pero entonces, en un impulso agresivo, Zunaga la tomó fuerte de la cabeza, jalándola hacía adentro. Mallory se agarró fuerte del marco de la puerta. Aunque no lo pareciera, fue un forcejeo que causó la separación de la cabeza con el cuerpo de la muñeca. Zuniga no se dio cuenta hasta que vio la cabeza de la muñeca en su mano y el cuerpo en el piso. Ya no era una humana, si no una muñeca, común y corriente que nunca podrá experimentar la libertad, ¡pero estuvo tan cerca!

El hombre dejó caer la cabeza aterrorizado, todo su ser comenzó a temblar. ¿qué había hecho?

No, no, no murmuró sintiendo el aire salir por su pecho.

Todo parecía irreal, daba vueltas su alrededor.

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