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Concha Mendez
from Las sinsombrero
Concha Mendez
Concha Méndez Cuesta nació en Madrid en 1898. Siendo muy joven comienza a escribir poesía. Veraneando en San Sebastián, con 19 años, conoce a Luis Buñuel, y, durante cinco años, serán novios. Ese noviazgo, y la amistad con Alberti y Lorca, la unirán al grupo del 27. Viaja por varios países, destacando Inglaterra y Argentina. Conoce a Manuel Altolaguirre en 1931, un año más tarde se casan y viven, de 1933 a 1935, en Londres, donde nace su hija Paloma.
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Junto con su marido contribuye a la difusión de la obra del grupo del 27, editando colecciones de poesías y revistas como Poesía, Héroe, 1616, y Caballo verde para la poesía. Se exilian tras la guerra civil a París, y La Habana, aquí hasta 1943. Un año después llegan a México donde se separan. Regresa a Madrid en 1966. Sigue residiendo en México hasta su fallecimiento en 1986. En 1991 se publican sus memorias sacadas de unas cintas que había ido grabando.
Niño y sombras, 1936
El poema pertenece a la obra que la autora dedicó a su hijo difunto Niño y Sombras, publicada en 1936 tras el regreso de la poeta a España. Concha Méndez formó parte del grupo de escritores conocido como Generación del 27. Una de las características principales que nos ayudan a relacionar a la autora con la Generación del 27 es la escritura de poesía humanizada, ya que Méndez utilizaba sus poesías como medio de expresión de su dolor y sus sentimientos. Aunque la sociedad no la ha tenido en cuenta como una de las representantes principales de la Generación del 27, Concha Méndez fue una de las figuras femeninas que más simpatizó con la perspectiva vanguardista en España.
Se perdió mi sangre
Se desprendió mi sangre para formar tu cuerpo.
Repartió mi alma para formar tu alma. Y fueron nueve lunas y fue toda una angustia de días sin reposo y noches desveladas.
Y fue en la hora de verte que te perdí sin verte. ¿De qué color tus ojos, tu cabello, tu sombra? Mi corazón que es cuna que en secreto te guarda, porque sabe que fuiste y te llevo en la vida, te seguirá meciendo hasta el fin de mis horas.
(Lo hemos elegido porque hemos sentido compasión y pena por ella, ya que debe ser muy duro perder a su hijo)
No es aire lo que respiro
No es aire lo que respiro, que es hielo que me está helando la sangre de mis sentidos. Tierra que piso se me abre. Cuanto miro se oscurece. Mis ojos se abren al llanto ya cuando el día amanece.
Y antes del amanecer, abiertos miran al mundo y no lo quieren creer…

(Lo hemos elegido porque nos gusta la manera con la que expresa cómo ve el mundo)
Mi ventana
El viento bate espadas de hielo. -No abriré la ventanaEl viento decapita luceros. -No abriré la ventanaEl viento lleva lenguas de fuego. -No abriré la ventanaEn telegramas de sombra que van llevando los vientos se lee ya la Gran Noticia que conmueve el Universo… -Yo no abriré mi ventana-

(En este caso, en vez de elegir el cuadro para el poema, elegimos el poema para el cuadro)