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Avances de la sociedad mexicana en el ahorro

Conforme las personas envejecen, van comprendiendo la importancia del dinero para disfrutar de esa etapa de una forma más tranquila junto a sus seres queridos. Sin embargo, no es suficiente desearlo; es crucial saber cómo obtenerlo, invertirlo y cuidarlo desde jóvenes. Lamentablemente, en México, la cultura del ahorro es escasa.

El ahorro, en términos generales, consiste en el excedente de ingresos después de los gastos corrientes. Implica sacrificar el consumo presente para asegurar capacidad económica en el futuro. Pero va más allá de un concepto; en países subdesarrollados refleja la incertidumbre frente a la inseguridad de cómo obtener los medios para solventar la vida.

Hay teorías económicas que explican cómo la conducta financiera depende de la edad y el mercado laboral, identificando etapas en las que los ingresos, el consumo y hacer una reserva de dinero cambian.

La vida sigue pautas relativamente fijas para todos. Desde el nacimiento hasta la muerte, nuestras vidas financieras están entrelazadas con las de nuestra familia y allegados, quienes nos guían hacia la autonomía económica a través de seis etapas:

PRIMERA (0-18 años). Formación:

Es el periodo de aprendizaje y formación del individuo por excelencia, marca las decisiones financieras venideras y modela el comportamiento del futuro. Los educadores deben incidir en el valor del dinero y en la importancia de una estabilidad económica y fomentar una cultura de ahorro. Los gastos no son una preocupación porque son afrontados por los padres o tutores

SEGUNDA (19-30 años). Independencia:

Se comienza a definir el futuro, iniciándose la independencia económica al conseguirse los primeros ingresos, afloran la necesidad de contratar los primeros productos financieros para controlar o manejar sus recursos. Se inicia la creación de un patrimonio tanto de activos como de pasivo.

El horizonte del ahorro es a corto plazo sin contar con excesivas reservas para imprevistos. Por lo general, el primer bien que se adquiere (pasivo) es un vehículo.

TERCERA (31-45 años). Crecimiento profesional:

Se incrementan tanto las entradas de dinero como los gastos. Los gastos se generan desde el interior de la propia familia provocados por la adquisición de bienes esenciales. Es la etapa donde se planifican las decisiones más importantes de la inversión, las cuales están enfocadas hacia el aumento del patrimonio familiar.

CUARTA (46-55 años). Consolidación profesional:

Los ingresos se consolidan y se da por finalizado el patrimonio básico familiar, se comienza a poner el foco del pensamiento en la forma de afrontar la jubilación.

El ahorro tiene una proyección de futuro y los productos bancarios o de inversión son más complejos que en las etapas anteriores. Los bienes que se adquieren se destinan al aumento del patrimonio de activos.

QUINTA (56-65 años). Estabilización:

Los ingresos se estabilizan y los gastos familiares descienden. Al tener las necesidades básicas cubiertas, se consumen productos más superfluos.

El patrimonio familiar tiende a aumentar. Es la etapa donde se prepara, por cercanía, el retiro para gozar de la etapa dorada.

SEXTA (más de 65 años). Dorada:

Se da por concluida la vida en activo y, por tanto, disminuyen los ingresos. El consumo dependerá del ahorro de las etapas anteriores y está basado en el disfrute. Las inversiones pasan a ser más conservadoras, intentando que la liquidez esté garantizada. El desarrollo de esta etapa dependerá mucho de la planificación financiera llevada a cabo en el pasado. Los errores que se cometieron apenas si tienen puntuales soluciones en este periodo. Las necesidades son satisfechas por el monto que hemos ido acumulando a lo largo de las otras cinco etapas. En esta última, se muestran los resultados de las estrategias y prácticas relacionadas con el manejo de nuestro dinero que hemos aplicado a lo largo de las etapas anteriores.

En suma, las seis etapas descritas hacen referencia al propio proceso de envejecimiento, un fenómeno a nivel mundial, tanto en economías avanzadas como emergentes. Esta situación ha generado desafíos importantes en materia de políticas públicas, considerando que es primordial asegurar una calidad de vida digna a la población que, en la mayoría de los casos, se encuentra ya fuera del mercado laboral formal.

En México, la población tiene varias opciones para ahorrar, con diferentes niveles de protección y rendimiento. Pueden recurrir a canales informales, como guardar dinero en casa, participar en tandas o cajas de ahorro, o depositar dinero con familiares o conocidos. También tienen la posibilidad de optar por canales formales, como cuentas bancarias u otros productos ofrecidos por instituciones financieras.

Aunque cualquier forma de ahorro puede ser beneficiosa para enfrentar imprevistos o aprovechar oportunidades económicas, el realizarlo de manera formal presenta ventajas importantes sobre el informal. A través de una cuenta pueden generarse rendimientos, las cuentas bancarias ofrecen un seguro de depósitos que protege los recursos en caso de cierre o quiebra de la institución. En contraste, el informal carece de estas protecciones y, en el caso del dinero guardado en casa o con familiares, pierde valor debido a la inflación.

Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) de 2021, alrededor del 60% de la población en México ahorra de alguna manera. Aproximadamente el 21% lo hace a través de instrumentos formales, mientras que el 54% utiliza canales informales. El ahorro formal e informal no son excluyentes: alrededor del 15% de los adultos tienen ambos tipos de ahorro.

La población de mayor edad enfrenta retos importantes en materia de inclusión financiera, ya que reporta baja participación en diversos productos de este mercado. Adicionalmente, los riesgos de caer en pobreza o sufrir dificultades económicas se intensifican en la población adulta mayor debido a la posible carencia de ingresos, ahorros y la mayor incidencia de gastos inesperados

En estas condiciones, la participación de la población de 60 años y más en productos financieros podría ser adecuada para ayudar a este sector a lidiar con las dificultades que pueden surgir para su bolsillo en esa etapa de la vida. Esto es importante, considerando que, internacionalmente, pocas personas parecen ahorrar para la edad adulta.

De acuerdo con una encuesta realizada por la Asociación Mexicana de Administradoras de Fondos para el Retiro (AMAFORE) en el 2019 a individuos de entre 18 y 40 años de edad, 53% de ellos respondió que al llegar a su edad de retiro esperaba que sus hijos los mantuvieran, 15% de los encuestados, que serían sus familiares; 12% más, de su ahorro; 3%, el gobierno; y sólo 14%, de su pensión. El hecho de que más de la mitad de las personas espera que sus hijos los mantenga en su vejez es simplemente inadmisible.

Los adultos pueden sentir seguridad al creer que la manutención en su retiro estará a cargo de sus hijos, y quizá no contemplan que esa manutención tiene un alto costo, y dejan a sus hijos sin la oportunidad de destinar una cantidad periódica para su propio retiro.

Destinar un porcentaje del ingreso para la manutención de los padres implica repartir los recursos entre más personas, que a su vez conlleva un nivel de bienestar menor para todos los integrantes de la familia; por ende, se tienen menores recursos disponibles para invertir (ya sea para capital humano, alimentación, educación, salud entre otras).

Crear un fondo para cubrir los gastos básicos y mantener un estilo de vida tranquilo y satisfactorio al momento de jubilarnos, es un tema prioritario que debe ser abordado con tiempo y planeación.

Sin embargo, cifras de la encuesta de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) indican que muy pocas personas están planeando acumular recursos para el retiro, sólo 11% de la población.

Al cierre de diciembre de 2023 existían en Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) 74.2 millones de Cuentas Individuales, es decir un incremento de 2.3% respecto a las 72.5 en 2022. De ellas, 9,514,023 cuentas registraron ahorro voluntario (12.8%), mientras que 762,201 (1.02%) reportaron ahorro solidario. Estos resultados contrastan con el 2022, con 9,040,528 cuentas que tenían registrado ahorro voluntario y las 711,788 de ahorro solidario.

En la gráfica anterior se observa una tendencia de crecimiento en los recursos de los trabajadores destinados al ahorro voluntario y solidario. De 2013 a 2023 hay un incremento de 3.5 veces, es decir 359%.

Conscientes de que el ahorro puede llevar hacia una vida financiera más estable en el futuro, a menudo tendemos a visualizarlo como algo distante. Esto se debe a que nuestras preferencias a largo plazo entran en conflicto constante con nuestro comportamiento inmediato.

El ahorro activo es una práctica fundamental para alcanzar unas finanzas personales saludables, implica reservar deliberadamente dinero para el futuro en algún instrumento, ya sea formal o informal. Mantener un saldo en una cuenta corriente no se considera ahorro activo, ya que no implica un comportamiento deliberado de reserva para el futuro.

Los recursos en tu Cuenta Individual son tuyos. Infórmate en www.gob.mx/consar

Amafore. (2019). Encuesta Ahorro y Futuro ¿Cómo viven los jóvenes el retiro? Obtenido de https://amafore.org/encuestas-y-documentos/

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