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Conociendo la memoria háptica MEMORABILIA:
from REFLEJOS Nº 107
Por Ireneo Funes
Un tema recurrente a nuestra edad es el de la salud: reuma, artrosis, cuando nó es alguna no menos común pero posiblemente más delicada dolencia y también lo es la memoria, que es parte de nuestra salud mental. Esa función psicológica –LA MEMORIA- sobre la que tanto se habla y se escribe así como se investiga y se hacen constantes nuevas proposiciones, de la mayoría de las cuales, no me acuerdo…
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Pero, en fin, visitando una tienda de retazos como “caddy” de mi cónyuge, escuche varias veces en el ajetreo del revoleo de saldos textiles, lo de la “textura” y picada mi curiosidad de cómo se aplica la misma a las telas o tejidos, hice un gran esfuerzo mental para tratar de no olvidar la palabreja y al regresar al hogar me puse a averiguar bien de qué se trataba eso de la textura en los textiles; así fue como supe que era la sensación táctil (también puede ser visual) que caracterizan a los diversos tejidos (seda, algodón, lana, lana peinada, terciopelo, sarga, etc.). Y así la indagación me fue lentamente derivando hacia el concepto de “la memoria háptica”, sorprendente término que desconocía totalmente y que aumentó mi asombro cuando me enteré de que yo, como todos los mortales, llevamos a cuestas desde que nacemos la tal memoria háptica (¡Y pensar que recién ahora me vengo a desayunar que tengo esa memoria!). Vine a resultar como el burgués molierano, que un día descubrió que hablaba en prosa… Indagando más sobre este asunto, supe que esta “memoria háptica” es una de las tres memorias de corta duración que los psicólogos identificaron a mediados del siglo pasado. Las otras dos son las memorias icónica y auditiva. (Entre nosotros, la icónica es la que llamamos comúnmente “memoria visual”) y tanto la auditiva como la visual las conocemos todos porque son las que nos ayudan a encontrar rápido el lugar de cada producto en las góndolas del super (salvo que los hayan cambiado ayer) y a ponernos de pie cuando suenan los primeros compases del Himno Nacional. De este trío, la llamada háptica, es la que registra sensaciones derivadas del tacto, el olfato, el gusto u otras terminales nerviosas corporales. Confieso que no me acuerdo si alguna vez alguien me había explicado que existiera esta memoria...
Alas tres, las llaman ahora “memorias sensoriales”, y dicen que tiene la particularidad de ser registros de corto plazo Especialmente la háptica Pero, aclaro, no es que los recuerdos allí registrados necesariamente se borren, sino que si los estímulos se reiteran, el cerebro las transfiere a la memoria de largo plazo donde se pueden conservar por años (Por ejemplo recordar el nombre de personas o fecha de cumpleaños de un amigo o una determinada dirección domiciliaria o la forma de llegar a ella o un número telefónico y también diferenciar el ardor de garganta de una faringitis, del dolor anginoso de la misma garganta). Obviamente, si el estímulo es circunstancial (el rostro de un interlocutor ocasional, de un vendedor ambulante, del conductor de un omnibus, etc , su registro será breve – a veces brevísimo- y no pasará a guardarse en la memoria de largo plazo).
Estas memorias (visual, auditiva y háptica) son llamadas “sensoriales”, porque actúan a consecuencia de percepciones, entre las que debemos computar no sólo las externas (una atractiva figura femenina o masculina; un bello paisaje o uno tenebroso, un áspero cuero sin curtir o una delicada gamuza, un desafinado acorde o una armoniosa melodía, la pestilencia de un desague o el aroma de una sabrosa milanesa recién fritada, el olor de un pollo eviscerado o la delicada fragancia de un perfume floral, etc.), sino también las internas, provenientes de nuestro propio cuerpo: cólico intestinal, inflamación de un molar, prurito dérmico, elevación de la temperatura corporal, esguince articular, relajamiento muscular, etc.) .
Dicen, los que saben de verdad de estos temas, que es importante ejercitar –especialmente a nuestra edad- estas tres memorias, que suelen ser las que pueden deteriorarse como consecuencia de la falta de estímulos y particularmente de la falta de reiteración de tales estímulos. (Salvo los malestares físicos, diría yo )
Para ello, hay muchos ejercicios propuestos por los especialistas, como por ejemplo, éste tan sencillo para la memoria icónica o visual que proponemos como remate de esta nota Probablemente, es el más conocido:

Mirá juntas las dos imágenes de más abajo y registrá los segundos que demorás en advertir la diferencia entre una y otra; cuanto más breve sea ese lapso, esa será la prueba de lo mejor entrenada o desarrollada que tenemos esa memoria:
