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Homero Manzi y la censura
from REFLEJOS N° 106
Tal vez será mi alcohol
Suena el fueye, la luz está sobrando, se hace noche en la pista y sin querer las sombras se arrinconan evocando a Griseta, a Malena, a María Ester. Las sombras que a la pista trajo el tango me obligan a evocarla a mí también. Bailemos que me duele estar soñando con el brillo de su traje de satén.
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¿Quién pena en el violín? ¿Qué voz sentimental cansada de sufrir se ha puesto a sollozar así? Tal vez será su voz, aquella que una vez de pronto se apagó. ¡Tal vez será mi alcohol, tal vez! Su voz no puede ser, su voz ya se durmió, ¡tendrán que ser nomás fantasmas de mi alcohol
Como vos era triste, era pálida y lejana, negro el pelo, los ojos verde gris. Y era también su boca entre la luz del alba una triste flor de carmín.
Un día no llegó, quedé esperando. Y luego me contaron su final. Por eso con las sombras de los tangos ¡vanamente la recuerdo más y más!
Durante el año 1943 Manzi compuso una de las letras más sugerentes, que de manera particular suelen instalarse en sus muy bellas composiciones. Nos referimos a “Tal vez será mi alcohol”. Por entonces, la dictadura militar estableció una amplia gama de prohibiciones a las cuales debían ajustarse las composiciones tangueras. En concreto, no debían emplearse términos lunfardos, como tampoco “inconvenientes”. Ese motivo obligó a Manzi a modificar el título de su composición, que pasó a llamarse “Tal vez será su voz” como también parte de su letra, supuestamente porque de este modo no se ofendería la sensibilidad popular. El nuevo sesgo impreso, ha enmascarado el entorno o si se prefiere, ha tornado en aséptico el escenario donde interactuaba la protagonista. Por el contrario, la redacción original permitía inferir que se trataba de una muchacha que trabajaba hasta la madrugada, en un cabaret. No por ello, la composición corregida ha perdido la poesía que supo imprimirle el autor, pero ahora, con la nueva redacción, la evocación en que se sumerge el mismo personaje que nos relata la historia, la ubica en otro contexto. Dijimos que en la composición originaria se recuerda a una de aquellas muchachas que alternaban en un cabaret porteño, que por causas desconocidas se ha ausentado definitivamente. Pero quien relata sus vivencias nocturnas, tiene la pulsión de volver a ese recinto penumbroso, con la secreta e imposible esperanza de recuperarla, porque posiblemente ha muerto. Esa circunstancia, marca la imposibilidad definitiva de rescatar su imagen que se esfuma. No obstante, intuimos que se encuentra atravesado por un profundo vínculo amoroso, que por razones ignotas, no se atreve a confesar. Por ese motivo, necesita embriagarse para que, paradójicamente, la imagen fantasmática de la muchacha vuelva a aparecer inasible, una y otra vez.
MM