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RESEÑAS
Las ramas de los árboles se negaban a ser derribadas por los vientos fuertes que, seguramente, traían la lluvia, el río con sus aguas de nunca acabar brillaban bajo la luna llena y el frío que me llegaba ya hasta los huesos, no me permitían mover las piernas. Fue esa llamada telefónica que nos sorprendió, muy temprano, y cambió nuestras vidas para siempre; no pude sostenerme de pie y caí, derrumbada, incrédula y hasta enojada. Ese domingo familiar, no lo fue y nunca más lo será.
Uno, dos, tres,… las gotas empezaron a caer, evidentemente la lluvia había llegado y la noche estaba a horas de terminar. Era mejor volver a casa y tratar de dormir. Una vez más, no lo encontré…
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RELATOS ORALES
El hilado
Por Paola Pariona Lao Li
Antes existían los poderes sobrenaturales con las que se creaban cosas usando solo el pensamiento. Los ashánincas no sabían hilar el algodón, para ello existía el poder sobrenatural. Ellos cosechaban el algodón esperando que las semillas maduren hasta que reviente como esponjas por si solo para sacar con las manos y al final dejaban listo para hilar. Colocaban en un petate (alfombra de palmera tejido a mano) junto con el palito de hilar por las noches en un lugar seguro hasta el amanecer. Solo con el pensamiento podían imaginar cushma, sarato, hamaca, cargador de bebé, telares y todo lo que necesitaban hecho de hilo. Al día siguiente ellos revisaban y encontraban lo que pensaron o desearon. Así es como tejían en aquellos tiempos, con esta facilidad todos en la comunidad vivían muy tranquilos y felices, ya que no realizaban esfuerzo alguno. Un día lluvioso la mujer guardó el algodón con el palito en el petate pensado en un bello cushma, en ese instante escuchó un rayo estridente que la hizo asustar y no lo tapó como debía. Pasada la lluvia ella y su familia salieron de casa a visitar a un familiar, al transcurrir unas horas ingresó a su casa un pájaro llamado pichuchanca de color plomo con rayas negras y en el cuello una raya roja. Esta ave comenzó a caminar, le llamó la atención el algodón tan blanco como las nubes, así jaló con su pico y patitas para hacer su nido. Muy temprano, contenta se dirigió al lugar dónde había escondido el algodón con el palito de hilar, al mirar encontró durmiendo al ave y con un grito espantó al pájaro y este emprendió un vuelo desesperado. Al ver se llevó una gran sorpresa, no encontró la cushma deseada. Quedó sorprendida y confusa por lo que estaba pasando, entonces colocó más algodón y los tapó imaginando nuevamente la vestimenta. Al amanecer despertó con los primeros cantos de las aves, preocupada miró y encontró el algodón sin convertirse. Varios días estuvo intentando lo mismo una y otra vez, pero el poder sobrenatural ya no se daba a pesar de su esfuerzo y sus lágrimas que caían por su bello rostro día a día. Una araña observaba todo lo sucedido desde una esquina de su casa, había visto el sufrimiento de la señora al intentar hilar. De pronto la araña le dijo: —Mi señora ya no llores ni te aflijas, yo te enseñaré a hilar. ¡Mírame! La mujer sorprendida se quedó mirando y escuchando a la araña. Esta se pellizcó el ombligo y de ahí jaló el hilo enroscándolo, se veía fino y fuerte. —Así se hace. Le dijo la araña. —Ahora te voy a enseñar a hilar. La araña levantó el palito (en un extremo tiene una bola pequeña que ayuda a girar al momento del hilado) en el petate. Al dar vuelta el palito muy lento para que la mujer viera cómo se realiza el hilado, es así cómo el arácnido le enseñó con paciencia.
Sus ojos brillaban de alegría de la mujer y le dijo: —Gracias arañita nunca olvidaré tus enseñanzas, seremos grandes amigas y juntas enseñaremos a hilar a toda nuestra querida comunidad. A partir de ese momento comenzaron a hilar y tejer el algodón. Desde ese día el poder sobrenatural falló para ella y toda la comunidad por culpa del maldito pájaro pichuchanca que tiene la mala costumbre de armar su nido en las casas.
LEYENDA DEL NATIVO DORMIDO EN VAQUERIA –CHANCHAMAYO
Por Teófilo Rimac Clemente
Cuenta la leyenda que, en una comunidad cafetalera y ganadera, vivió un joven esclavo llamado Antami que escapó de su amo y se perdió entre los bosques. para alimentarse; pescaba en las orillas del río Chanchamayo y un día, divisó a una hija de un español, que caminaba lentamente (parecía cansada) al borde del río. Cuando ella desfallecía Antami la salvó y la llevó a su comunidad ubicado en Pampa Michi. El jefe de la comunidad lo desterró a Antami y a la joven pues consideraban una abominación la mezcla de su raza con la blanca. sin embargo, Antami se había enamorado de la joven vivieron en los frondosos bosques demoraron cerca de dos años en salir. Fue así que esta joven pareja se enamoró, Antami se convirtió en el protector de la muchacha y prometieron casarse ante los ojos del dios de la selva. el dios dijo: “antes de la noche de luna llena encontradme en este cerro. por cuanto me habéis invocado, debéis cumplir vuestra promesa.” La joven pareja se alejó por un tiempo pues la española deseaba ver a su familia de nuevo. así pues, pasó una noche, luego dos, y la última noche, de luna llena, Antami esperaba a su amada, pero no llegaba. La muchacha, por su parte había sido retenida por su familia en cuanto supo que quería casarse con un indígena. cuando en la noche de luna llena, al fin logró escapar, pero nunca llegó a tiempo. la pareja no cumplió la promesa con el Dios de la selva. no imponía castigos, pero era solemne en sus decisiones y mandatos. sucedió que el cuerpo de Antami se petrificó y hoy observamos su perfil en las colinas en forma de un “nativo dormido” frente al pueblito de Vaquería a 6 km de la ciudad de La Merced. el cuerpo de la muchacha española se petrificó cuanto estuvo de retorno y lo observamos como la “bella durmiente” en Tingo María. el espíritu de la joven española tuvo su morada en la flor y el de Antami, en el colibrí. por ello es que el colibrí siempre acompaña a la flor.
Adaptado de mitos y tradiciones orales de Chanchamayo
“LA PROMESA DE AMOR”
Por Raúl Gutierrez Rojas
Don German, oriundo de la sierra va a la selva central en busca de un bienestar mejor, en donde según los oráculos le decían allí tendrás dinero y fama. Por lo que, él haciendo caso más a su instinto que al oráculo inicia su rumbo llevando a sus dos hijas: Toedulfa y Rosario, estas niñas viajan muy tristes con su padre, porque, han dejado a su madre, hermanos y hasta sus amiguitos con los que jugaban todas las tardes.
Su viaje era interminable a la selva central, porque, primero viajaron con carro, luego con caballo e incluso caminaron grandes trochas y hasta pasaron por varios huaros para poder llegar a la tierra prometida. Su vida habitual de Don German Rojas fue la cosecha del café y en algunas ocasiones en las tardes solía ir a cazar animales por las orillas del rio Túpac. En donde, una de esas tardes de pronto escucho un canto melodioso de una señorita que provenía del fondo de una cascada y tanto fue la curiosidad de saber quién era, bajó a ese lugar y vio a una hermosa mujer de cabellos rubios y ojos azules quien estaba sentada cantando esas melodías canciones en la piscina