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Curíes, un gran venado, tintes y mercado

Mi papá nos cuenta que, antes de casarse con mamá, aquí había un bohío un poco más grande, pero con postes de madera más pequeños. Después de enterrar a un hermano que murió muy joven, abandonaron el lugar y solo cuando se casó con mamá decidió volver a este terreno para construir su propio bohío, casi encima del que existió antes.

Y es que es muy bonito y desde la entrada se ve cuando sale el sol. Además, cuando el río se crece, no alcanza a subir hasta aquí, así que estamos seguros. No muy lejos están la huerta y algunos cultivos.

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Para poder casarse, mi papá tuvo que construir el bohío y para eso invitó a sus hermanas y sus cuñados. Hicieron una gran fiesta en la que todos participaron haciendo diferentes tareas. Una de ellas fue la de arreglar el piso: lo pisaron muy bien, y los huecos o vacíos los taparon con barro cocido o pedazos de vasijas y piedras para darle consistencia. Por eso se ve más grueso y liso que el piso del patio. Además, tiene un bonito color amarillo como el sol.

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Otros familiares trabajaron emplazando los postes de madera gruesa e hicieron una división en el interior del bohío para que hubiera una especie de pared hacia la entrada, y así protegernos del frío y del viento. Los bohíos cercanos son de mis tíos y sus esposas; se parecen mucho, porque ellos siempre se ayudan cuando arreglan o construyen un nuevo hogar. Además, quien pide ayuda da a cambio comida, bebida y un espacio para dormir por el tiempo que se necesite hasta que la casa quede tan bonita como la nuestra.

Afuera del bohío, cerca de las jaulas de los curíes, tenemos un gran fogón. Ese es el espacio donde mi papá parte en pedazos los venados y elabora sus herramientas. También lo usamos para tejer, pintar, hacer vasijas de barro y guardar algunos alimentos como papas, fríjoles y maíz. En un hueco botamos las cosas que ya no usamos y, si alguna vasija se rompe, utilizamos los pedazos para rellenar el piso.

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Me gustan mucho los curíes, su pelo es muy suave, pero tienen unos dientes muy grandes y yo creo que por eso se la pasan masticando todo el tiempo. Para cuidarlos los ponemos en un corral, y con las hojas de algunos árboles y arbustos se les hace su camita. Los saco a que se asoleen y caminen un poco, aunque son nerviosos y se entran cuando sienten mucho ruido. Comen hierbas dulces y toman mucha agua. Mi hermano los acaricia, pero debo tener cuidado de que no lo vayan a morder. Los criamos, algunos para comer en casa, otros para llevarlos de presente a la familia o para el mercado.

Pero no solo comemos curí. A mi papá le encanta el venado y, cuando caza, comemos casi toda la semana; es una carne muy rica, no tan grasosa como la del curí. Además, papá aprovecha cada parte de su cuerpo; le quita la piel y la arregla para hacer con su cuero recipientes, arreglar la ropa o para guardar sus herramientas que son muy filosas, ya que si no se cubren con el cuero él se podría cortar. También usa los cuernos para hacer agujas, punzones o bonitos colgantes

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que le regala a mamá o a nosotros sus hijos cuando nacemos. Bueno, no solo hace esto con los cuernos, tambien utiliza partes de las costillas, de los huesos largos y de las patas, que se dejan tallar bien.

A Yunuen le gusta jugar con los cuernos; por eso hay algunos regados por todas partes.

Papá cazó un gran venado con mi primo Iktan y lo traen sobre sus espaldas. Seguro que hay tanta carne que alcanza para mi familia y la de Iktan. Tiene una gran cornamenta, por lo que papá logrará hacer cosas bonitas con ella, así como con los huesos.

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Mamá se emociona: ¡con esos huesos seguro podrá hacer mi primer telar!

Iktan y Kabil escogerán los huesos más largos y lisos para esto. En la familia todos tejen o ayudan a conseguir materiales, solo que papá, cuando se ocupa de otros trabajos, deja un poco de lado el tejido. Los vestidos más lindos de papá y mamá, y que usaron cuando se casaron, tienen colores con dibujos pintados que parecen caracoles o bolitas y sus hilos son delgados y suaves. En cambio, el vestido que llevo puesto y mi manta son blancos, sin ningún color o dibujo… y su hilo es más grueso.

La verdad es que aún no sé tejer en el telar y el hilado no se me da mucho. A mí lo que me gusta son los tintes, ya sea para tinturar las fibras o para pintar las telas. No sé si me gustará tejer… me aburro mucho si debo estar sentada todo el tiempo. Prefiero ir a buscar plantas, arcillas e insectos para triturar y sacar colores.

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