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LA CONCHA Y LA TELARAÑA
Los eclipses son fenómenos naturales que se producen cuando la luz que proviene de un cuerpo celeste es ocultada por otro, llamado cuerpo eclipsante. En nuestro sistema actual Tierra - Luna sólo es posible presenciar eclipses cuando estos objetos celestes se encuentran perfectamente alineados con el Sol. Dependiendo de su disposición, los eclipses se clasifican en dos: solares, cuando la Luna se interpone entre la luz solar y la Tierra; y lunares, cuando la Tierra se interpone entre la luz solar y la Luna.
Además de ser un fenómeno periódico y calculable, el eclipse nos recuerda nuestra posición en el espacio y nos enfrenta a la inmensidad del universo. Ver al disco solar y al disco lunar como semejantes y presenciar la noche en el día puede llegar a ser una experiencia trascendental de una fuerza incalculable y sobrecogedora, fuerza que hizo que diferentes civilizaciones a lo largo de la historia asociaran los eclipses con eventos sobrenaturales. La fascinación y el respeto que infundía el cielo lo hizo ser percibido como un lugar habitado por dioses, debido a esto las primeras explicaciones sobre estos fenómenos naturales fueron mitos o leyendas sobre sucesos ocurridos en la bóveda celeste, intentando así conciliar las visiones cosmogónicas de la vida con los sucesos naturales.
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Esta forma de darle explicación a una serie de sucesos aparentemente encadenados entre sí, tanto desde la razón como desde la subjetividad, fue descrita por Jung como el principio de sincronicidad. Este explica que los eventos se conectan entre sí a partir de reacciones emocionales que generan símbolos sobre ellos. Jung llega a este principio cuando una paciente le relata un sueño que tuvo sobre un escarabajo, al mismo tiempo que él mira hacia su ventana y descubre que un escarabajo ha chocado. Para él es claro que nuestras emociones nos guían hacia distintos patrones en el universo que cuando se perciben e interiorizan generan un sentimiento de sincronía y pertenencia.
Al analizar los años de publicación de los libros aquí reunidos, con la sincronicidad en mente y buscando comprender el tiempo de una manera cíclica, nos dimos cuenta de que lo que los organiza y les da un sentido compartido son los eclipses. Observando las interacciones entre los eclipses lunares y solares desde el momento en el cual Mary Shelley escribió Frankenstein hasta la actualidad, fue posible notar una tendencia, un patrón, una vibración que alinea a estas autoras de ciencia ficción y a sus obras con el presente, el pasado y posiblemente el futuro.
En el diagrama expuesto a la derecha se puede ver el comportamiento de los sucesos estudiados. Esta gran red de información se entreteje con una serie de datos que devela así el patrón general del universo: la espiral. En contraposición, el dibujo incial que abre este libro representa la temporalidad como una gran telaraña que convierte estos sucesos en un mapa de calor, mostrándose como un fenómeno masivo total. Con estos ejercicios logramos darle un sentido a esta corta serie de sucesos, encontrando los patrones clave que abundan en el universo y que nos sintonizan con él.
Una publicación por María Isabel Rueda ©
Diseño editorial y diagramación por C.E.P.A.
Cooperativa Editorial de Proyectos Autónomos: Camila Andrea Agudelo, Daniel Blanco, Luis González Vergara, Mateo Soto
Impreso en Zetta Comunicadores. Bogotá, Colombia, 2022. ISBN 978-958-49-6893-7
Agradecimientos:
Paula Leuro y José Sanín, Angélica Caballero y Felipe López de Mirabilia, Rodrigo Bastídas, Andrea Salgado y todas las autoras que hicieron parte de esta publicación.
Esta publicación hace parte de ‘Sedimentos en dispersión’ una curaduria de INAUDITO MAGDALENA - 46 Salón Nacional de Artistas, Colombia, 2022.