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Introducción
El próximo 4 de mayo las madrileñas y madrileños, sin haber superado aún la pandemia de la COVID-19, acudiremos a unas elecciones convocadas por quien prioriza sus propios cálculos electorales sobre los intereses comunes.
Hemos sufrido el abandono de una presidenta que ha utilizado la sede del Gobierno regional como un plató de televisión para su uso partidista en medio de la crisis sanitaria, climática y económica. Abordamos esta convocatoria electoral desde el conocimiento profundo de la región: no acabamos de llegar, llevamos años haciendo política madrileña.
Los compromisos que adquirimos con el programa electoral con el que nos presentamos en 2019 siguen vigentes. Hemos revisado y actualizado las medidas para que sean soluciones reales a los problemas a los que nos enfrentamos ahora mismo y para los próximos dos años, hasta la próxima convocatoria electoral en 2023.
Es imprescindible una nueva orientación de las políticas públicas. Por ello, defendemos que la sostenibilidad de la vida sea el eje de cambio de nuestra sociedad. Una sociedad diversa que ha demostrado siempre su hospitalidad y solidaridad, en la que queremos que se la reconozca por sus virtudes y no por ser el after party de Europa.
Proponemos una batería amplia de cambios normativos necesarios para impulsar un modelo de región más saludable, igualitaria, sostenible, participativa, solidaria y segura. Somos conscientes de que, para dar consistencia a esa transformación, la base estaría en la reforma del Estatuto de Autonomía, acción inabarcable en el horizonte a dos años con una región devastada por la crisis sanitaria y climática. Ahora la prioridad es sacar a la región del abandono en el que Ayuso nos ha tenido, salir de un gobierno que la única ley que ha aprobado en dos años ha sido una ley para afianzar la especulación en Madrid. Y para eso tenemos preparados los textos normativos prácticamente en su totalidad, solo a la espera de que la mayoría parlamentaria permita su aprobación.
Esta irresponsable convocatoria electoral nos ha pillado trabajando. Mónica García ha sido la oposición visible y la alternativa a Ayuso durante toda la pandemia. Ha estado en primera línea como sanitaria en la lucha contra la pandemia en su Hospital y como diputada con propuestas concretas: propuso un plan efectivo de vacunación que habría evitado el desperdicio de vacunas y que ocupásemos los últimos puestos en efectividad; destapó los 80 millones derrochados en el Hospital IFEMA y los sobrecostes en la construcción del Isabel Zendal, dinero despilfarrado mientras somos la Comunidad que no ha ofrecido ayudas a los sectores más dañados con la crisis sufrida; reclamó desde el primer momento la necesidad de contratar rastreadores y reforzar la atención primaria; propuso la creación de una farmacéutica pública y que nunca más los intereses privados de los mercados y los oligopolios secuestraran el suministro de vacunas o medicinas; hemos puesto en la agenda la necesidad de invertir en salud mental en un mundo gobernado por la aceleración, la angustia de la precariedad y la inestabilidad y el shock de la pandemia. Hemos contribuido a sacar a la luz los «protocolos de la vergüenza» por los que se dejó morir a ancianos en las residencias. Y en esta línea de continuar con las políticas de lo cotidiano, transformadoras de la vida del día a día, lanzamos esta batería de propuestas que esperamos nos vacunen contra la pandemia, contra el cambio climático y contra la crisis socioeconómica.