Luz natural de la cocina. La iluminación ideal de una cocina es el resultado de combinar la luz natural con la artificial. Si tu cocina cuenta con luz natural aprovéchala, planificando una distribución que no dificulte ni tape su circulación. Identifica los puntos de actividad. Dependiendo de cada familia, la cocina puede ser tan sólo un lugar donde cocinar, o el verdadero corazón de la casa. Dependiendo del uso que le des, debes planificar que exista una luz puntual en cada actividad. Lo que nunca debes hacer es dejar zonas oscuras. Necesitas luz para cocinar, para comer, si tienes un office, en la zona de café y reunión, etc. Luces de bajo consumo. Te recomendamos el uso de luces de bajo cnsumo. Aunque enun principio son más caras, ten en cuenta que te saldrán baratas, ya que soncumen un 80% menos, son más potentes, y duran mucho más. La luz debe ser uniforme, así que lo mejor es distribuir focos en toda la cocina. Si el techo es muy alto se necesitarán más, y sino con uno por cada metro cuadrado bastará. Ilumina cada zona por separado. Si eres de las que llega a la casa y enciende todas las luces, te ocurrirá lo mismo en la cocina. Este es un error que debes corregir. Lo mejor es que asocies un interruptor a cada zona de la cocina, y así lo tendrás mucho más controlado y gastarás menos. Mas luz en la zona de cocinado. Es muy importante que la zona en la que manipules los alimentos disponga de una buena iluminación puntual. Sitúa luces bajo los módulos altos. También puedes iluminar desde los armarios, con halógenos de tamaño mínimo, que no consumen demasiado. . Si tienes península. La península es otra de las áreas de trabajo que hay que iluminar muy bien. Tienes varias opciones: lámparas de techo, focos halógenos, apliques dirigibles... No sólo para ver, también para crear confort. Si quieres que tu cocina sea más confortable,
añade alguna luz de ambiente como apliques empotrados contra el techo o bañadores de pared abiertos por la parte superior. Te ayudarán, por ejemplo, a iluminar las zonas de paso o las paredes del office. Luz en a isla. Las lámparas suspendidas son una buena opción. Si la isla incluye zona de cocción, ten en cuenta que las campanas también incorporan luz. Ilumina los armarios, cajones y columnas. Iluminar los interiores de los armarios es una solución muy práctica. Lo habitual es colocar focos halógenos encastrados que se encienden al abrir la puerta. De mínimo consumo, permiten ver los productos de las baldas sin tener que encender otras luces. También para los cajones existen sistemas de iluminación. Se fijan en las paredes de atrás del cajón y se encienden automáticamente mediante un sensor de movimiento. Son de bajo consumo y de larga duración. Las columnas extraíbles son espacios muy cómodos para guardar y tener los alimentos a mano. Pero ganan practicidad si instalamos una barra de iluminación. Nos permitirá acceder a los productos con facilidad aun teniendo la luz general de la cocina apagada. La campana como lámpara. Para cocinar con seguridad, también la luz puntual de la campana es importante. Existen campanas que parecen lámparas por su diseño y por su capacidad de iluminación, proyectando una luz brillante en la superficie de cocción y una luz ambiental a la cocina. Mayor luminosidad. Los lacados, blancos, el cristal y el acero son materiales y acabados que ayudan a que la cocina gane luminosidad. La luz rebota en ellos y se multiplica. Buscar la calidez en el office. La iluminación del office debe ser cálida y las lámparas que lo equipen proporcionadas al tamaño de la mesa. Las suspendidas no fallan ya que su luz incide de forma directa en la mesa.
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Es famosa la frase “El perro es el mejor amigo del hombre” y siempre hemos pensado que es un dicho popular basado en las buenas actitudes del perro como su fidelidad hacia su familia. Pero no es más que la maravillosa conclusión de una historia que cayó en el olvido y deberíamos tener presente. El origen de la frase “El perro es el mejor amigo del hombre” se remonta al año 1869, cuando el abogado George Graham Vest representó en un juicio a Charles Burden, el dueño de un viejo foxhoun, un perro de caza que fue asesinado a sangre fría por su vecino con varios disparos. El discurso que pronunció el abogado, donde se enmarca la frase, sirvió para que ganaran el juicio y además cambió la historia judicial de Estados Unidos en lo referente a los derechos de los animales.
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