Lee+ 105 "Utopías"

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Foto: http://allimite.mx

oda utopía engendra una literatura, pero no toda literatura conlleva una utopía y, en estas primeras décadas del siglo xxi, el curso que sigue no sólo la producción literaria, sino las decisiones políticas, económicas y sociales, pareciera inclinarse más hacia la distopía. En ese sentido, el escritor italiano Claudio Magris —ganador del Premio Príncipe de Asturias 2004 y Premio fil de Literatura en Lenguas Romances 2014— apunta en su libro Utopía y desencanto (Anagrama): “La esperanza no nace de una visión del mundo tranquilizadora y optimista, sino de la laceración de la existencia vivida y padecida sin velos, que crea una irreprimible necesidad de rescate”. De un plumazo, Magris descarta muchas de las aseveraciones hechas en infinidad de textos que promueven una visión pasiva ante la situación actual del mundo y un optimismo casi apático, que más bien solapa la permanencia en una zona de confort individualista. Utopía y desencanto recopila varios ensayos de Magris caracterizados por la esencia que anuncia el título del libro; reflexiones en torno a diversos autores y, en gran medida, a las preocupaciones que se volvían más evidentes conforme avanzaba el siglo xx hacia su fin. El viejo fantasma de los milenarismos se hacía más tangible, y hoy, casi medio siglo después, muchas de aquellas inquietudes siguen vigentes. El Reloj del Juicio Final, que tiene en cuenta el cambio climático, la guerra cibernética y la tensión política entre las grandes potencias se ha adelantado de nuevo, y ahora marca dos minutos para el apocalipsis. Nuestro tiempo está marcado por el desencanto, por la histeria colectiva de una amenaza capaz de acabar con miles de personas en un instante. Por otro lado, en griego la palabra apocalipsis, como también explica Magris, “significa revelación, descubrir y poner de manifiesto”. La alarma está encendida y, no obstante, quizá el apocalipsis sea necesario: una revelación que anticipe la rebelión, hacer de las heridas abiertas por la catástrofe una propuesta regeneradora. ¿Será necesario adelantar el reloj a la medianoche? + R. R. Fullton @LordNoa

ientras viajábamos en un taxi, tal vez como augurio de la entrevista con el padre Solalinde, desde la radio una voz cuestionó: ‘¿qué Jesús están buscando?’. Nadie puso atención a las réplicas y llegamos a nuestro destino. Al poco rato, mientras conversábamos, Solalinde nos contestó esa pregunta sin que se la formuláramos de forma directa: “un Jesús revolucionario, el Jesús en el que cree Alejando Solalinde es un Jesús revolucionario”. Ser activista no es sencillo, menos si perteneces a una religión. Un agente de cambio resulta molesto por accionar, por no quedarse callado y confiar en que está creando las condiciones para ejercer presión política; esto es arriesgado. Pero parece que no hay barreras. En el libro Solalinde: los migrantes del sur, el sacerdote católico Alejandro Solalinde menciona algo que él llama “el blindaje de Dios”, en tanto Ana Luz Minera lo documenta: “No sé cuánto vaya a durar ese blindaje. Por momentos me siento devastado emocionalmente por tantas injusticias, por tantos delitos, tanta impunidad. Estoy físicamente bien, moral y espiritualmente. A la conciencia le doy de comer todos los días, porque para mí es importante decir cómo está la realidad en los diferentes niveles. Creo que Dios me ha cuidado”. Siempre que lo vemos en medios o de frente en alguna otra presentación, el padre sonríe; como si la oscuridad del mundo no lo alcanzara. Su buen humor sorprende a propios y extraños, a creyentes y agnósticos. Ante estas declaraciones acerca de su tranquilidad aclara: “puedo explicar esto por mi fe. Fíjate que yo creo en la resurrección de Jesús; creer en la resurrección es un dogma, es creer que las cosas pueden cambiar. Y en este momento las cosas en México andan muy mal, en el mundo también; hay mucha violencia. Sin embargo, yo creo que hay signos de esperanza. La alegría viene de Jesús. Yo me imagino a Jesús como un joven alegre en medio de todas las acechanzas, de los problemas y de las injusticias de ese siglo. Creo que nunca perdió la esperanza y la fe. Nos robarán todo, menos la esperanza”. Conocemos el compromiso, el sentido crítico e incluso la resiliencia con la que una persona como Alejandro Solalinde hace frente a las injusticias. Es difícil reconocer el momento en el que un hombre generoso, además de dar techo, cobijo, alimento y consuelo, decide hablar sobre sus derechos: “Para mí la fe no está separada de la vida, la fe es íntegra; la fe tiene que ver con la política, tiene que ver con la economía, con la ciencia, con todo. Aquí aparece Jesús de Nazaret y sin duda tiene que reinar él. Cuando digo que Jesús debe reinar en la economía, se tiene que quitar el sistema capitalista, hay que inventar un sistema más equitativo que responda al desarrollo de los seres humanos. Cuando digo que Jesús reine en la política, tiene que haber democracia. Cuando digo que reine en la justicia, tienen que acabarse la corrupción y la impunidad. Me refiero a la fe, no me refiero a rezar. Tenemos que hacer

incidencia política en todos los campos para que las cosas cambien. Generar políticas públicas prohumanidad, eso es fe también”. En este punto tenemos claro que para el padre Solalinde el reino de Dios es un reino revolucionario: “Es lo que vino a hacer Jesús. Él lo dijo de otra manera. No dijo que venía a hacer una revolución. Él dijo ‘¿ustedes están esperando a que yo venga a traer la paz? No. Vine a traer la guerra y vengo a traer el fuego’. Con esto hace alusión al fuego de la conciencia, a despertar la conciencia, a tener una visión diferente de las cosas. Mirar no desde los poderosos, desde el dinero, sino mirar desde los de abajo, desde el ser humano. Jesús nos trajo una revolución, el Dios de él es un Dios de los derechos humanos”. A pesar del “blindaje de Dios” también lo rodean falsos testimonios y mentiras. Hacer cosas buenas que otros juzgan como malas. Tan sólo mencionar su nombre genera polémica, ha sufrido fuertes acusaciones de pollero, de victimario y de trabajar para intereses ocultos: “Eso no me preocupa, porque lo hicieron con Jesús, le dijeron de todo. No me preocupan ni las críticas ni las lisonjas, lo que me interesa es cumplir mi misión. No puedo ser parte de un partido, no puedo pertenecer a una facción, porque me debo a todos. Jesús tiene una vocación universal, lo más valioso para mí es la gente y todo ser humano es mi familia”. En Solalinde: los migrantes del sur también hay una misión que los migrantes aún no encuentran. ¿Podría decirse que con la llegada de Trump al poder el sueño americano se está extinguiendo, que es casi inexistente?: “Yo no diría que el sueño americano sea inexistente, yo digo que cambió. No son el sueño americano los dólares, no es volverse gringo, no es volverse capitalista. Lo que hacen los migrantes es cambiar el corazón de Estados Unidos. Pienso que los migrantes ahí están y Donald Trump no va a poder hacer nada para evitarlo. Ya están dentro, están creciendo, se están multiplicando y, lo más importante, están fermentando positivamente con sus valores, con el sentido comunitario”. Nos preguntamos qué sentido tiene escribir un testimonio; nos contenemos, pero esta pregunta acaba por ser directa, Solalinde: los migrantes del sur es una especie de testamento: “Sí, lo es. Con este libro y otro que viene, creo que podría decirle a Dios, Señor, ahora sí puedes dejar a tu siervo irse en paz. El mensaje que estoy dando con este libro en este momento terrible que vive México es ‘No tengan miedo. No vale la pena vivir con miedo. Hay que luchar, hay que zafarse de esa dinámica en la que nos encarcelan. Una vez que uno cede al miedo pueden hacer lo que quieran con nosotros, eso no se va a poder’”. + América Gutiérrez @yasabescomosoy Ve la entrevista en mascultura.mx


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