Dos historias de liderazgo

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Ciencia e Historia del Liderazgo En una investigación, https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1048984303001000, se analizaron diariamente las reacciones de los colaboradores ante la actuación de sus jefes. La forma en que éstos les respondían, o no, generaba pensamientos y sentimientos que alentaban su creatividad o la inhibían (medida en base al registro de sus aportaciones). Otra forma de explicación más sencilla, pero ilustrativa, es la descripción sobre dos hermanos, ambos generales en la antigua Roma. El emperador Claudio relata las grandes diferencias de conducta entre su padre, Druso, y su tío Tiberio; con sus efectos en la tropa: “Mi tío Tiberio era uno de los Claudios malos. Era taciturno, reservado y cruel. Tiberio, a pesar de lo impopular que era en la sociedad romana, fue sin embargo un general de mucho éxito. Revivió varias antiguas severidades disciplinarias, pero como no escatimaba sus propios esfuerzos durante las campañas, como pocas veces dormía en una tienda, no comía ni bebía nada mejor que sus soldados y siempre conducía el ataque en el combate, preferían servir a sus órdenes y no a las de algún general bonachón y de fácil trato en cuya jefatura no tuviesen la misma confianza. Tiberio nunca ofreció a sus hombres una sonrisa ni una palabra de elogio y a menudo los hacía marchar y trabajar en exceso. "Que me odien -dijo una vez-, siempre que me obedezcan." Mantenía a los coroneles y oficiales del regimiento en un orden tan estricto como a los soldados, de modo que no había quejas en cuanto a parcialidades. Mi padre, Druso, uno de los mejores Claudios. Jovial, sincero y generoso, jamás olvidó las enseñanzas de mi abuelo en cuanto a la libertad. Era tan fuerte como su hermano, mucho mejor parecido, más rápido de habla y de movimientos y en modo alguno con menos éxitos como general. Trataba a todos los soldados como ciudadanos romanos, y por lo tanto como sus iguales, salvo en rango y en educación. Odiaba tener que castigarlos en público; dio órdenes para que, en lo posible, todas las violaciones de la disciplina fuesen tratadas por los camaradas del propio trasgresor. Pero en la medida de lo posible quería que sus hombres fuesen sus propios jueces. Todo soldado que considerase que había sido sentenciado injustamente por sus camaradas o su capitán podía apelar ante él, aunque le parecía improbable que tales sentencias tuviesen que ser revisadas. Este sistema funcionaba de maravilla, porque mi padre era tan buen soldado, que inspiraba a las tropas virtudes de las que otros comandantes no las creían capaces. Pero es fácil entender cuán peligroso era que tropas tratadas de ese modo fuesen mandadas luego por un general común. Una vez concedido el don de la independencia, no se puede arrebatar luego con ligereza. Siempre surgían disturbios cuando tropas que habían servido bajo mi padre tenían que servir después a las órdenes de mi tío. También sucedía lo contrario: soldados que habían servido bajo mi tío reaccionaban con desdén y suspicacia ante el sistema disciplinario de mi padre. Su costumbre era la de protegerse mutuamente en sus delitos y enorgullecerse de su astucia para eludir el castigo.” (“Yo, Claudio” de Robert Graves). Las posibilidades no son sólo ser líder instrumental como Tiberio o socioemocional como Druso. Una elevada demanda de innovación requiere que el liderazgo despunte tanto en competencia (TAREA) como en consideración (RELACIONES), para construir una implicación que es intransferible pues depende de la propia conducta generar admiración, confianza y respeto mutuo.

La práctica del liderazgo: https://vimeo.com/272770187


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