Metanoia Le Morne Brabant, una enorme roca situada el sudoeste de Isla Mauricio, figura en la lista de Patrimonio de la Humanidad y tiene una historia escalofriante: “Fue famosa durante el siglo XIX pues los esclavos fugitivos la usaron como refugio. Tras la abolición de la esclavitud en la isla, una expedición de la policía viajó a la roca el 1 de febrero de 1835 para comunicar a los esclavos que eran gente libre. Sin embargo, los esclavos no comprendieron lo que se les decía y se precipitaron al vacío suicidándose”. http://es.wikipedia.org/wiki/Morne_Brabant
Retener es resistirse a cambiar, a perder el nivel de bienestar alcanzado respecto a los criterios culturalmente establecidos. Pero identificarnos con lo que queremos mantener, puede empujarnos a salidas demasiado caras e impedirnos el acceso a algo mejor: Suicidio: los cimarrones de Le Morne, aferrados a su condición de evadidos, perdieron la de hombres libres… y vivos. Martirio: Deslegitimizar la visión impuesta por los dominadores, a costa de la propia existencia. Gandhi sabía que cuanto más sufrimiento aplicase a la India, más se debilitaría el gobierno británico: “los británicos nos tendrán que dar nuestra libertad cuando hayamos hecho suficientes sacrificios y probado nuestra fuerza”. Asesinato: Los Autos de Fe del Santo oficio, los Campos de Exterminio Nazis y los Killing Fields de los Jemeres Rojos; son la expresión de apuntalar una visión del mundo eliminando a los diferentes. Igual que la terrible frase del militar americano tras una de las numerosas masacres en Vietnam: “Tuvimos que destruir la aldea para salvarla". Estas posturas de huida, aguante y agresión surgen de no querer ser cambiados y querer cambiar a los demás, con referencia a convicciones que cierran otras posibilidades. Efrén Martín, Gerente de
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Nº 165
Renunciar no es rendirse, es prescindir del condicionamiento de una estereotipada identidad, mediante un cambio espectacular: Metanoia (transformación de la mente). “Cierto día en que el Buda estaba paseando tranquilamente; Devadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca sólo cayó al lado del Buda y Devadatta no pudo conseguir su objetivo. El Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció impasible, sin perder la sonrisa de los labios. Días después, el Buda se cruzó con él y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, Devadatta preguntó: - ¿No estás enfadado, señor? - No, claro que no. Sin salir de su asombro, inquirió: - ¿Por qué? Y el Buda dijo: - Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando fue arrojada”. El árbol del conocimiento, de hojas perennes que no cambian; nos estanca en creencias, estereotipos e ideologías del pasado, mientras el mundo avanza. No te resistas, no te rindas, ¡cambia!
y Socio-Director de Reddin Assessments para España
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