Logogrifos el el Vagón del The Ghan

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un viaje de un poco más de 48 horas, con dos noches a bordo del tren de la “Great Southern Railway”. Estas noticias, por si solas, ya me sugestionaban y me incitaban aún más a realizar la aventura, dejándome con cara igual a la de un botija al que le regalan un chupetín. Mientras descubría tales datos y daba libre albedrío a mis pensamientos, Toribio, el sobrino de Omar, me contó que al tren lo llaman “The Ghan”, porque es la abreviatura de “The Afghan”, un apellido cariñoso con el que había sido bautizado en memoria de aquellas caravanas de camellos que eran conducidos por jinetes nativos de Afganistán, India o Persia, que entonces llevaban carga, noticias y pasajeros al interior de aquel descomunal país entre los años 1865 y 1930. Luego no pude dejar de imaginarme que esas hazañas deberían ser una peripecia y tanto en aquella época. -¡Maravilloso! -deje escapar en un suspiro que alertó a Toribio. -¿Le gustó el tren? -me preguntó al verse sorprendido por mi exhalación. -No, Toribio. Lo dije por lo estupendo que habría sido poder estar en aquellas interminables caravanas de camellos, andando días y días en el desierto… ¡Cosa de película! -añadí radiante con mi alucinación. Logogrifos en el Vagón del “The Ghan”

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