Logogrifos el el Vagón del The Ghan

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estamos nuevamente vírgenes ante esa situación. Es como si no hubieses vivido antes, como si todo fuese la primera vez, como si no tuvieses ni pasado, ni historia… El hombre hizo una pausa porque Snobiño le acercaba la calabaza humeante con el mate recién ensillado… Yo buscaba a donde miércoles el hombre quería llegar con su filosofal dialéctica, pero Gadret dio un par de sorbos y continuó: -Fueron escasas las veces en mi vida en que recibí una noticia tan dramática, pero al final de cuentas, eso no es nada, si en conclusión lo puedes comparar con los tormentos que afligen la propia conciencia. Jueza implacable a la cual nadie engaña y de la que nadie se escapa, pues una vez condenado por ella, no tenes más paz en tu vida. Por ese motivo, se vuelve una obsesión intentar comprender como sucedió tu vida, analizar tu alma, tu espíritu, tu discernimiento, tus melindres, para ver si alivias el dolor de tus propios flagelos, hasta que por último uno asume el papel del albañil, que toma sus herramientas y comienza a destruir el muro de protección que poco a poco lograste erguir dentro de ti, y a derribar las barreras mentales que construiste para protegerte de las consternaciones del mundo que te rodea. -Yo no puedo sentir tanta culpa por lo que viví. No soy tan orgulloso así. -Fui pronunciando mientras mi Logogrifos en el Vagón del “The Ghan”

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