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José Villaverde Castro

José Villaverde Castro

Catedrático de Fundamentos del Análisis Económico Universidad de Cantabria

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Jose Mari, Marqués de Gandarilla

El tiempo pasa inexorablemente y, antes o después, a todos nos llega el momento de la jubilación. Parece que en este momento le ha llegado a José María Ureña, mi primer Rector en la Universidad de Cantabria, mi compañero, mi amigo; haga lo que haga a partir de ahora, sabe que cuenta con mi apoyo y con mi gratitud. Conocí a José Mari en septiembre de 1987, nada más incorporarme a la Universidad de Cantabria como primer catedrático de su recientemente creada Facultad de Ciencias Economicas. Ya entonces tuve la impresión de que nos íbamos a llevar bien y de que llegaríamos a ser amigos, como, efectivamente, así ha sido y es. Por entonces, Jose Mari era Rector de la UC, un joven, alto, espigado y barbudo Rector, con las ideas bastante claras, y tan tozudo como son, según me cuentan, los de Cintruenigo. Para mí fortuna, Jose Mari fue confiando poco a poco en mis mermadas aptitudes y eso hizo que me sintiera capaz de afrontar retos cada vez más importantes. Empezó por pedirme que me hiciera cargo de la subdirección de los Cursos de Verano de la UC en Laredo, para, posteriormente, nombrarme director; acepté sin pestañear ambas peticiones porque, creía yo, encajaban bien en lo que estaba capacitado para hacer y me permitían conocer a gente muy relevante, pero, sobre todo, porque confiaba plenamente en Jose Mari y no quería defraudarle. Algo más tarde, y a medida que desarrollaba mi tarea en la nueva Facultad de Económicas, José Mari me fue encargando nuevos cometidos. Hay dos de ellos de los que me siento personalmente muy orgulloso, y por los que siempre le estaré agradecido. Por aquellos tiempos se iniciaba la apertura de la universidad española al exterior, algo que Jose Mari creía, y no estaba equivocado, que era absolutamente fundamental, por lo que volcó una buena parte de sus esfuerzos como Rector en este sentido. Por un lado, con el programa Erasmus y, por otro, con actuaciones más personales. En el caso del programa Erasmus, tuve la fortuna de que Jose Mari contara conmigo en todo lo que tuviera que ver con los estudios de Economía y Empresa, lo que me dio la oportunidad de viajar mucho al extranjero, conocer a eminentes colegas y establecer, con algunos de ellos, lazos de amistad y cooperación muy estrechos. El ejemplo más destacado de esta amistad y colaboración es, al menos desde mi punto de vista, la creación de un programa de master internacional (acreditado en cuatro ocasiones como Erasmus Mundus) entre un grupo amplio de universidades europeas, latinoamericanas y asiáticas; me refiero al Master en Economics of Globalization and European Integration, que ha formado, durante un cuarto de siglo a una media de veinticinco alumnos por año, procedentes de todos los continentes (y no es una exageración) de nuestro planeta. En términos de lazos con el exterior es, sin lugar a dudas, mi mayor logro y se lo debo, al menos inicialmente, a la visión y la generosidad de Jose Mari. En un plano más personal, he de subrayar también las excelentes relaciones que mantuve durante muchos años, hasta la jubilación de su director, el profesor Tzou, con el Graduate Institute of European Studies de la Tamkang University, en Taiwan (ROC). Estas relaciones, también de amistad y cooperación (que, al final, es lo que mueve el mundo),

nunca hubieran sido posibles sin el empuje y el apoyo decidido, desde el primer momento, de Jose Mari.

La confianza de Jose Mari hacia mi persona se fue acrecentando y consolidando poco a poco, hasta pensar que podía ser un buen elemento (al menos un elemento apropiado) para su equipo Rectoral. Me invitó, en efecto, a integrarme en dicho equipo como Vicerrector de Extensión Universitaria, invitación que acepté, una vez más, por ser José Marí quien me lo pedía y porque, un poco ingenuamente, pensaba que me permitiría seguir con mi trabajo en la Facultad de Económicas. Esto último sólo fue cierto en parte, pero, aun así, creo que mi periodo como Vicerrector fue fructífero. En todo caso, no puedo dejar de anotar que aquellos fueron tiempos relativamente complicados porque el entonces Presidente de la Comunidad Autónoma de Cantabria, Juan Hormaechea, hacía la vida imposible a la Universidad y, más en concreto, a su equipo Rectoral; el despectivo apodo de “paracaidistas” con que calificaba a algunos miembros del citado equipo, entre ellos a mí, constituía una señal clara del aprecio que el primer mandatario regional tenía por su Universidad. Así las cosas, las relaciones se fueron deteriorando hasta el punto de que, en un determinado momento, Jose Mari, apoyado por todo su equipo, decidió presentar su dimisión como Rector.

Figura 1. Equipo rectoral de la Universidad de Cantabria en 1991.

Un tiempo después, Jose Mari se incorporó a la Universidad de Castilla - La Mancha y, naturalmente, nuestros caminos empezaron a divergir. Pero tampoco demasiado, porque, aunque con mucha menos frecuencia que en el pasado, nos seguimos viendo, en ocasiones en su casona de Gandarilla (de ahí el apodo cariñoso que otro miembro de su equipo Rectoral, Juan Hurlé, le puso como Marqués de Gandarilla), en mi apartamento de San Vicente de la Barquera, o en Santander. Además, y con su clásica generosidad, me ha seguido llamando para llevar a cabo algún tipo de colaboración académica, la cual, como pueden imaginar, hago siempre encantado. Como quiera que personalmente me encuentro en la misma situación que Jose Mari, pues también me jubilo este año, creo entender perfectamente cuáles son sus sentimientos. Es difícil dejar atrás una vida completa dedicada a la Universidad, pero estoy convencido de que, con su bondad, su generosidad y la amistad de tantas personas como tiene (amén del apoyo de Paloma y sus hijos), sabrá encontrar un nuevo camino, en el que estoy seguro que también triunfará. Mi amistad, mi respeto y mi gratitud, la tendrá siempre. Gracias Jose Mari, Marqués de Gandarilla. Sta. Cruz de Bezana, 7 de abril de 2020 (Cuarta semana de confinamiento)