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José Luis Gómez Ordóñez

José Luis Gómez Ordóñez

Catedrático de Urbanismo. Universidad de Granada.

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El profesor José María Ureña se jubila de su intensa actividad universitaria y me sumo complacido al coro de felicitaciones que merecidamente recibe. Nuestras dilatadas historias académicas han hecho inevitable que nos encontremos en muchos episodios académicos en las últimas dos décadas; antes, a pesar de nuestra común titulación de ingenieros de Caminos y la compartida (rara, entonces, entre los ingenieros) dedicación universitaria al Urbanismo, tuvimos muy escaso contacto, estábamos muy distantes; José María era un jovencísimo rector de la Universidad de Cantabria cuando yo apenas había dejado atrás mi condición de PNN, como se decía entonces, y me formaba como urbanista en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Siempre he valorado en José María su gran energía y talento para la gestión y la formación de equipos de trabajo. Antes de ser Rector había desempeñado tareas de gobierno en la Escuela de Caminos de Santander, primera fuera de Madrid, que ejerció una fuerte influencia sobre la de Barcelona, al ocupar en ésta puestos claves, de gobierno y docentes, algunos jóvenes profesores cántabros que, libres del lastre de las cátedras ministeriales de Madrid, habían acelerado su formación académica en universidades europeas y norteamericanas. A la de Granada llegaría también la fuerza colonizadora del grupo de Santander, más tarde, pero desbordante de autoridad, en la persona de Miguel A. Losada.

Y aprecié, por tanto, su creación, a final del siglo pasado, de la Escuela de Caminos de la UCLM en Ciudad Real, organizando y dirigiendo sus equipos docente y de investigación en el campo de las infraestructuras. Su trabajo como director de esta Escuela entre 1998 y 2005 lo seguí ya más de cerca, desde la Universidad de Granada, en la que mi responsabilidad en la enseñanza del Urbanismo se desplegaba en paralelo en las Escuelas de Arquitectura y de Ingeniería de Caminos. Menciono esta bipolaridad de mi currículum porque es análoga a la suya de su última etapa en la que, desde su Grupo de Investigación Urbanística de Ciudad Real, conquista la Fábrica de Armas de Toledo de la UCLM donde se sitúa la Escuela de Arquitectura y en la que he sido testigo personal de como ha extendido y fortalecido el núcleo de urbanistas- ureñistas y el gran aprecio que le tienen. Debo agradecer a José María haber gozado de su amistad y de sus invitaciones a compartir algunos episodios académicos y esta es la ocasión, también, de desearle una larga vida y un intenso y continuado trabajo, al fin libre del peso de la gestión. Lo que no se podrá quitar de encima será su fuente de energía, sus raíces, esa doble condición, por nacimiento y adopción, de aragonés y cántabro, que le han dotado de una vocación ibérica- Madrid, Santander, Ciudad Real, Toledo- que pareciera contagiada por ilustres ancestros suyos como Menéndez Pelayo y Joaquín Costa. Ánimo, José María, que hay muchas cosas que hacer. Felicidades y un fuerte abrazo.

Granada, Mayo 2020.