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Eduardo Ruiz de la Riva

Eduardo Ruiz de la Riva

Arquitecto y profesor titular jubilado Mayo de 2020

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José María Ureña en octubre del año 1977 era profesor en los Cursos de Postgrado de Ordenación del Territorio -COT-, impartidos en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid, donde tuve la oportunidad de conocerle. A estos cursos acudían todo tipo de profesionales así como destacados técnicos de la Administración del Estado, tanto por lo innovador de su programa como por la presencia entre su profesorado de técnicos especialistas en diversidad de materias, con amplia experiencia en el campo del Urbanismo y la Ordenación del Territorio. Ureña había obtenido previamente el Título del Master of Phil en “Urban Design and Regional Planning” en el Departamento dirigido por el prestigioso arquitecto urbanista Percy Jhonson-Marshall de la Universidad de Edimburgo, en aquellos años centro de referencia y prestigio internacional indudable donde estudiaban profesionales de todo el mundo. El 4 de julio de 1978, al terminar en Madrid el Curso del COT, José María me sugiere acompañarle a Edimburgo para negociar y firmar un Convenio de Colaboración con el citado Departamento que se desarrollaría en los tres años posteriores, 1978-1981. Al mismo tiempo me propone integrarme como Profesor Adjunto en la Cátedra de Urbanismo de la que Ureña se había hecho cargo en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Santander, primero como un joven profesor recién doctorado y desde el año 1983 como catedrático. Por ello desde el 1 de octubre de 1978 iniciamos una relación académica y profesional que de distintas maneras ha permanecido hasta hoy, así que no podía dejar pasar esta oportunidad de mostrarle mi sincero reconocimiento.

Se pueden citar numerosas iniciativas y virtudes del entonces joven catedrático, pero creo que a estas alturas todos los que hemos estado cerca de él las conocemos muy bien. No obstante hay dos o tres cuestiones que parece oportuno recordar y resaltar. La primera es su capacidad y rapidez para captar “al vuelo” todo aquello que pueda tener cierto interés y por su parte trabajar para procesarlo inmediatamente, gestionarlo y hacerlo realidad. Con su capacidad excepcional de trabajo y gestión se pudo iniciar muy pronto un nuevo programa docente de la asignatura en Santander, y sobre todo, una vez concertado con el Catedrático de Geografía José Ortega Varcárcel, también recién llegado a la Universidad de Cantabria, la creación de un programa docente conjunto integrando las materias y a los estudiantes de ingeniería y geografía, de forma que las asignaturas se impartían en clases comunes así como los talleres de trabajos prácticos. Se tenía claro, que tanto en la parte de análisis como en la de proyecto del proceso urbano y territorial, era imprescindible el concurso al menos de geógrafos, ingenieros y arquitectos. Ureña con su rapidez habitual supo gestionar un nuevo modelo docente, constituyendo el Departamento de Geografía, Urbanismo y Ordenación del Territorio existente desde entonces en la Universidad de Cantabria.

Esta experiencia multidisciplinar extendida más allá de los límites de lo estrictamente urbano, tratando de entender y ordenar el territorio municipal, comarcal o regional, la veníamos realizando a su vez en el campo profesional redactando las Normas Subsidiarias de Ruente y Mazcuerras o la Revisión del Plan General de Ordenación de Torrelavega entre los años 1980-1985, entre otros. Por lo tanto, docencia e investigación se beneficiaban de una experiencia profesional práctica y real que enriquecían notablemente el bagaje para los talleres con los alumnos, al tiempo que continuamente se abrían nuevos horizontes de temas y problemas donde concentrar sus esfuerzos.

En este contexto y con su habitual inquietud y facilidad viajera cosmopolita, completado el trabajo de Torrelavega, Ureña ya estaba en la Universidad de Berkeley en California, aprendiendo de los grandes maestros nuevas estrategias profesionales y docentes. Y esta es otra de las cualidades muy específicas de José María, su interés por estar informado del lugar y de quienes estén realizando trabajos valiosos para ir donde sea necesario a estudiarlos, e incorporar a su trabajo docente e investigador, las últimas novedades de los centros más avanzados en las materias que sean objeto de su atención. Nos trae la información, la bibliografía, su experiencia personal, a los profesores más relevantes y nos transmite y enseña estas cosas como si nada, con una generosidad encomiable. Por esto tantas personas que hemos trabajado cerca hemos podido tener acceso a ingente cantidad de temas y materias valiosas que nos han enriquecido en nuestro trabajo diario. Abrir nuevos horizontes de estudio e investigación es algo inseparable de su trayectoria, y al tiempo nuevos ámbitos docentes con cursos, programas e iniciativas que tan bien conocen en la Universidad de Castilla-La Mancha.

Fruto de su iniciativa fue también el Curso de Doctorado y Especialización sobre Diseño Urbano que se desarrolla en la Universidad de Cantabria entre 1987-1988, con asistencia de expertos y alumnos de diferentes países y regiones. Resultado de esta experiencia fue la programación de la asignatura de Diseño Urbano que desde ese año se ha impartido dentro del programa docente en la formación del Ingeniero de Caminos y de la que he sido profesor desde el año 1988 al 2018. Creo recordar que cuando se inicia su idea el año 1987 no existía en España esta materia como tema específico dentro de ninguno de los programas docentes consultados. Su propuesta de iniciar y desarrollar como asignatura a impartir en la Escuela de Santander abre un campo de estudio y trabajo nuevo en nuestro ámbito académico y profesional, donde la ordenación y diseño del espacio público se convierten en objeto específico y protagonistas exclusivos del programa. Ello obliga a insistir en la importancia del dibujo como herramienta imprescindible en esta asignatura y por tanto a un gran esfuerzo por parte de los alumnos de ingeniería, poco acostumbrados a estas materias inherentes al trabajo en la ordenación y el diseño del espacio urbano. Posteriormente desde la Universidad de Cantabria impulsa la publicación del libro “Grandes Calles” de Allan B. Jacobs el año 1996, siendo Ureña revisor de textos. La importancia del libro era obvia para nuestra oferta docente pero también ha sido muy importante su propia relación personal con el autor, que le ha permitido continuar en años posteriores impartiendo nuevos cursos de diseño en la Escuela de Arquitectura en Toledo, poniendo nuevamente el acento en temas como el rediseño y recuperación de calles y espacios degradados en nuestras ciudades, con la presencia del propio Allan B. Jacobs a quien siempre he apreciado como un maestro excepcional.

Finalmente, como se desprende de lo anterior, todo ello no hubiera sido posible si José María Ureña no fuera una persona con un trato muy considerado y amable, trabajador incansable pero muy atento a todo lo que ocurre a su alrededor, en particular con los compañeros docentes y con los alumnos. Minucioso en la preparación de las clases, de los talleres, de los exámenes, en las revisiones y en la atención posterior a todo tipo de llamadas o consultas. Siempre he admirado esa dedicación a la docencia y el mundo académico. Creo que es el momento de recordar su trayectoria ejemplar y al día de hoy podemos sentirnos orgullosos de haber tenido además de un gran colega, un buen amigo. José María, ha sido una gran suerte encontrarte y compartir aquellos años tempranos en la Universidad de Cantabria, ahora podemos agradecerte todo lo que hemos recibido generosamente de tu parte a lo largo de tantos años. Te deseamos salud para que puedas seguir disfrutando de la vida, nosotros de tu compañía, y lo mejor para ti y tu querida familia.