Acompañada de las mariposas capítulo tres

Page 1

ACOMPAÑADA DE LA MARIPOSA CAPÍTULO TRES Justo cuando salimos del baño, nos encontramos con Alicia, que estaba sentada en el pequeño escalón de la entrada, curando la rodilla de Esperanza, que tenía sus ojos encharcados de lágrimas; seguro se había caído corriendo al servicio a hacer sus necesidades. Esto lo pude deducir cuando alcé la mirada por encima de su rodilla y un pequeño charco se podía observar en el suelo… se había orinado. Fátima y yo nos miramos y ambas supimos cómo reaccionar ante lo que vimos. Corrimos en busca de una fregona lo más rápido que pudimos y limpiamos el suelo, suerte que nadie nos vio. Después del desayuno e ir al baño tocaba asistir a clase, dependiendo de nuestras edades cada una acudíamos a un horario distinto, pues a nosotras tres nos tocaba en primera ocasión hacer las camas de todos los dormitorios. Como ya he comentado, las clases estaban ordenadas por edades, las niñas de tres a cinco años iban juntas, aquí todas aprendían a leer, además de realizar dibujos si se portaban bien; supongo que era la edad más bonita para vivir en aquel lugar. A continuación se encontraban las niñas de seis a diez años, las cuales llevaban a cabo aprendizajes más avanzados o más ligados a las mujeres por aquellos años, tareas como coser, planchar, etcétera; aspectos que hacían que las niñas acabasen con quemaduras y pinchazos muy de vez en cuando, llevándose por ello continuos regaños. De los once años a las diecisiete nos dedicábamos a llevar los dormitorios, a realizar las tareas del hogar y a leer por las noches siempre que podíamos. En ocasiones nos reuníamos en un lugar, para nosotras secreto, y nos tirábamos horas hablando sin parar de nuestras vidas, de nuestro pensamiento de futuro, que al fin y al cabo, eran los mismos para las tres que cumplíamos los 18 en ese tiempo. Nos miramos las tres en el instante que vimos entrar al señor que con antelación, había molestado a Penélope y con tan solo una mirada supimos lo que teníamos que hacer. Nos dirigimos despacio a la parte trasera de aquella gran casa y nos colamos


por una de las puertas traseras, que todas daban, tras unas escaleras en forma de caracol, al despacho de la directora. Corríamos el riesgo de que nos pillasen con las manos en la masa, pero teníamos que escuchar lo que quería aquel hombre. -

Buenas tardes señor Tomson, dígame cuales son las noticias.

En esa ocasión, tras la mirilla, pudimos ver como sostenía una pequeña cesta que parecía ser pesada y la colocó encima del escritorio de la directora. -

Esto es la noticia.

Penélope miró el rostro de Tomson, y a continuación dirigió la mirada hacia el cesto que había colocado frente a ella. -

¿Pretendes que nos quedemos con la criatura?

Me llevé las manos a mi boca cuando me pude percatar que lo que aquella cesta escondía entre mimbre era un bebé, y me lo corroboró el llanto que prosiguió. -

Está llorando, cógelo. Además, usted sabe que aquí no admitimos a varones.

Dijo con tono serio, mientras observaba como cogía entre sus brazos al pequeño para que se calmase. -

Es un bebé, acaba de nacer y su madre, por desgracia, ha muerto dando a luz; al igual que como todas las niñas que aquí se encuentran tampoco tienen padres. Será temporal, hasta que le encontremos un hogar, lo prometo.

Tras dar una calada a su cigarro y expulsar el humo en dirección al señor Tomson, provocando que tosiera, dijo un sí algo dubitativo, confirmando que tendríamos a un nuevo compañero, cuestión que a Fátima no le gustaba nada… no había sitio en las habitaciones… ¿dónde lo meterían? Salimos a la bulla de allí, cerrando con seguridad la puerta por la que habíamos entrado. -

No puede ser, chicas ya mismo me voy y aún no me han dicho a qué lugar debo dirigirme. Encima ahora llega, sin esperarlo, un nuevo miembro… yo… yo no sé qué pensar…


Alicia y yo la abrazamos… -

Estaremos juntas, como siempre lo hemos estado… ¿de acuerdo?


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.