Editorial
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Jackie Figueroa jackie@nuevosecos.com Publicista - Editora
El terremoto en Nepal: luz y sombra Por Silvia Casabianca
Queridos lectores: Parece que nada impedirá el restablecimiento de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Aunque aun no se ha llegado a un acuerdo final, ya varias empresas se perfilan para ofrecer servicios a los viajeros. Pero de todo este nuevo encuentro entre ambas naciones lo tragicómico de la historia, es ver como personalidades y líderes mundiales se prestan para seguirle el juego a la dictadura de los Castro, y digo dictadura porque eso es lo que existe en la hermosa isla caribeña, ya por mas de 50 años. El sumo pontífice de la iglesia católica, el papa Francisco, fue el último incauto o tal vez oportunista que se reunió con Raul Castro. El encuentro ocurrido en Italia, causo mucho placer y alegría para algunos observadores mundiales que poco conocen de la cruel realidad que ha vivido y vive el pueblo Cubano. Para los que han sufrido los embates de esa cruel dictadura, siendo perseguidos, encarcelados, fusilados, golpeados y vejados por sus creencias religiosas, este encuentro es risible e indignante. ¿Es que el papa Francisco acaso desconoce la realidad de los fieles católicos en Cuba? Que es casi igual a la que tuvieron que vivir los negros esclavos a mano de los españoles durante la época de la conquista. Como le va a creer a un mentiroso compulsivo e hipócrita que va a regresar a la iglesia a rezar por que lo convenció! ¿Es que acaso no se da cuenta de la burla que esto significa hacia él, la religión y al pueblo? Como Cubana que soy, me siento indignada en ver como a través de los años la historia se repite, a nadie le importa el sufrimiento del pueblo Cubano; solo se defienden intereses políticos y monetarios, lo demás no importa. Jackie
Nuevos Ecos José Fernández Director jgff@nuevosecos.com
Jackie Figueroa Publicista-Editora jackie@nuevosecos.com Diseño Gráfico: Julian Cabrera Esneider Caridad
A veces me quedo sin palabras cuando observo la tremenda dualidad de la naturaleza humana. Tragedias como la recientemente ocurrida en Katmandú ofrecen la oportunidad de mostrar amor, compasión, dedicación pero también egocentrismo, oportunismo, indiferencia y hasta lo peor de la naturaleza humana. Cientos de miles de personas han perdido todo lo que tenían a causa de este terremoto. Duermen a la intemperie por miedo a perecer bajo los escombros de sus casas en ruinas o bajo tiendas provisionales en temperaturas heladas. No hay agua, no hay electricidad. Los recursos médicos son escasos. Las pérdidas son incalculables. Nos llena de fe en la humanidad el enterarnos de cómo por ejemplo India y China se han apurado a prestar ayuda médica. Pero por el otro lado nos aterra ver cómo los intereses de ciertas compañías y organizaciones encuentran su oportunidad en la tragedia bien sea para invadir culturalmente o para hacer dinero. E incluso para hacer turismo, si observamos en Facebook y en Twitter la proliferación de “selfies” de personas que pagaron un tiquete para irse “de rescate” y aprovecharon para pasear gratuitamente por entre los escombros. ¿Cómo puede uno tener corazón para hacer turismo en medio de la tragedia? Entre los hechos ejemplares que ha destacado la prensa, está el joven Ishwor Ghimire quien creció en un orfanato nepalés. Recién llegado de Australia a donde disfrutaba de una beca de estudios, de vuelta a Nepal quiso visitar su antiguo hogar para compartir su experiencia de estudiante. Mientras estaba con los niños empezó a temblar. Cuando Ishwor sintió el temblor y vio a los niños entrar en pánico, se aseguró de que todos evacuaran el edificio a tiempo. Sin su intervención, muchos de ellos podrían haber perecido. Pero su acto de heroísmo no paró allí. Se ha ocupado de organizar un campamento improvisado donde los niños se mantienen unidos en espera de auxilio. Ya empezaron a recaudar parte de los $200,000 que
necesitarán para reconstruir el hogar. Por otro lado, leemos las denuncias de traficantes humanos que han visto en la tragedia oportunidad para su sucio negocio. El tráfico humano es ya una tragedia que afecta especialmente a las áreas rurales de Nepal. Según The Guardian, se estima que en Nepal son víctimas del tráfico humano unas 15.000 niñas cada año. Ahora, disfrazándose como misiones de rescate, estos bandidos tratan de convencer a niñas y mujeres jóvenes de dejarse llevar a la India, a Africa e incluso a Nueva York donde las convertirán en esclavas sexuales. Pero no solo los traficantes hacen su agosto en las difíciles condiciones que siguen a una tragedia como esta. La historia nos muestra que muchas de las organizaciones a través de la cuales se recolectan los dineros para rescate y reconstrucción, no utilizan los fondos directamente. En el caso de Haití, por ejemplo, billones de dólares que se le prometieron al país, no llegaron a su destino. De acuerdo con un reporte de la Associated Press, sólo un centavo de cada dólar gastado por los EEUU en la tragedia llegó al gobierno de Haití; el resto se fue al ejercito norteamericano y a la USAID. Otros dineros recaudados en realidad fueron a parar a organizaciones sin ánimo de lucro o a contratistas privados. Ahora pensemos en Nepal, este diminuto lugar, con solo 150 kms. cuadrados y una superficie que asciende desde los 60 mts. sobre el nivel del mar hasta casi 9.000 mts. de altura, en una de las cimas del Everest. La cultura Nepalés tiene una honda influencia del Budismo y el Hinduismo y se caracteriza por la convivencia pacífica y el respeto mutuo. Su espíritu colectivo explica cómo ellos mismos se han organizado para afrontar la tragedia, pero van a necesitar mucho apoyo físico, emocional y financiero para reponerse después del terremoto. Nepal necesita nuestra ayuda. Las mejores opciones para donar son a través de la UNICEF y la Cruz Roja. No podemos quedarnos indiferentes.
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