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Anecdotario contexto covid-19: los sufrimientos psíquicos de las sociedades del siglo xxi

Cuando parecía que las cosas estaban más calmadas, mi prometido tuvo un bajón económico fuerte, pues se vio afectado su negocio debido a las restricciones que teníamos y a los toques de queda que hemos tenido constantemente, por lo que busco trabajo en varias empresas, pero no tuvo ninguna noticia positiva por lo que se vio en la obligación de migrar a los EEUU, con el fin de un futuro mejor para nosotros. A esto es a lo que me refiero que la pandemia nos ha alejado de las personas que más amamos y nos obliga a estar lejos de seres realmente importantes en nuestra vida. Es duro mantener una relación a distancia, el no tener a esa persona que siempre te ha apoyado y ha estado contigo en todo momento es difícil. Casi todos los días siento tristeza y es inevitable no llorar.

En conclusión, todas estas situaciones que he pasado a lo largo de esta pandemia han hecho que me sienta desanimada y ansiosa, hay días que no tengo ánimos de nada y solo quiero llorar, pero trato de ser fuerte por mi familia e inclusive por mí misma, porque me doy cuenta que en medio de todo lo que estoy pasando soy afortunada en muchas cosas, como el hecho de tener un días más de vida, despertarme y poder hacer cosas que tal vez el resto de personas no pueden. Tengo la fe que pese a toda esta situación que estamos atravesando que parece un mal sueño vamos a salir adelante con disciplina, amor, solidaridad, empatía y unión.

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ANECDOTARIO CONTEXTO COVID-19:

LOS SUFRIMIENTOS PSÍQUICOS DE LAS SOCIEDADES DEL SIGLO XXI

Por: Erick Covilla

El primero de los cambios que se vivió al inicio de la pandemia por COVID-19 fue la ruptura de las barreras físicas que delimitaban la vida productiva de la vida reproductiva, en este sentido vimos que se generaron nuevas formas de trabajo y educación en línea. En un principio nos engañamos creyendo que era práctico y que no generaría mayor inconveniente con los horarios, luego vimos cómo la virtualidad diluye estos límites y en efecto aumenta la carga laboral a expensas del uso de las herramientas tecnológicas y servicios básicos de los mismos empleados.

Paralelo a ese primer cambio se vivió el bombardeo mediático a través de redes sociales y canales nacionales de noticias relacionadas a la pandemia, el panorama era devastador a nivel mundial, incluso en Guayaquil fue noticia internacional por la cantidad de personas fallecidas y como lamentablemente no fue manejada la contingencia.

Aunado a un confinamiento que jamás se había experimentado, la posibilidad de quedar sin empleo y además la posibilidad de ser la próxima persona contagiada por el virus del COVID-19 produjo una tensión familiar que muchas veces tampoco fue posible manejarlo, por lo que muchas veces terminaba en conflictos.

Ahora siento que estamos más agotados manteniéndonos en casa que cuando deberíamos movilizarnos a otros espacios para cumplir con las responsabilidades laborales y académicas, y como hemos discutidos en clases, cuando estamos constantemente agotados es mucho más fácil para el sistema realizar cambios en sus políticas que afecta el estado de bienestar, las políticas sociales y otras políticas relacionadas a la esfera económica que claramente nos afectará a todos, pero con más fuerte a los sectores empobrecidos y de clase media, sin embargo, estamos tan agotados que ya difícilmente nos resistimos a dichos cambios.