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Patio Catedral: un lugar para la cultura

El Mundial de los contrastes

Qatar 2022 es una oportunidad para conocer la sociedad y las tradiciones de Medio Oriente. El país anfitrión deslumbra por sus lujos, mientras se multiplican las protestas por la situación de las mujeres y las disidencias. PÁGS. 2-4

¿Cómo imaginar un 24 de marzo sin Hebe de Bonafini? Las Madres de Plaza de Mayo dejan un legado que debemos recoger para robustecer nuestra democracia y sostener el Nunca Más.

La Ranita es uno de los 68 barrios populares de la ciudad, en el que viven 523 familias. A fuerza de organización comunitaria generan espacios de trabajo, como una cuadrilla de limpieza, y exigen al Estado los servicios básicos que les faltan.

Luciano Alonso es docente de Historia y publicó el libro “Que digan dónde están. Una historia de los derechos humanos en Argentina”. La obra invoca la presencia de personas como Gabriela Almirón, Elsa Ramos y ‘Queca’ Kofman.

Sus autores afirman que Guasineishon “es una palabra inventada en la espontaneidad, un chiste, un pastiche, un adorno para una frase”. Con esta muestra, el proyecto santafesino Fuga obtuvo el Premio en Obra en ArteBA.

DE 2022
@periodicopausa
EDICIÓN DE 16 PÁGINAS PRECIO: $150 AÑO 15 - Nº 304 JUEVES 24 DE NOVIEMBRE
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Desaparecida en una isla paradisíaca: un relato de Carina Radilov Chirov
Entre escraches y pañuelos blancos Guasineishon, colectiva y de acá Estelares vuelve a Santa Fe para presentar el disco “Un mar de soles rojos”
AD+ Hebe: la voz irreverente PÁGS.
PÁGS. 6-7 PÁG. 14 Sus calles no están en Google Maps PÁG. 12 PÁGS. 14-15 PÁG. 10 a
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de siete años, reabrió sus puertas el emblemático
en
PÁG. 11
Después
espacio ubicado
pleno centro de Santa Fe, donde supieron brillar la música, la danza y el teatro de la región y del país. El convenio firmado entre la Municipalidad y la parroquia Sagrado Corazón de Jesús es por seis meses. ¿Qué pasará después? Hablamos con Paulo Ricci, secretario de Cultura de la ciudad: “La única precaución es que no se generen molestias para los vecinos”

Qatar 2022: todo fulbito es político

No importa si el fútbol te gusta poco, mucho o nada, es casi imposible, sobre todo en estas tierras de pasiones desbocadas, abstraerse del clima mundialista. Es un acontecimiento deportivo, social, cultural y, como todo, político.

Este primer Mundial en tierras árabes se nos presenta, a quienes amamos este juego, como un verdadero golazo en contra. Qatar es un país muy pequeño, con casi tres millones de habitantes que en su mayoría no nacieron ahí, con una de las mayores rentas per cápita del planeta y con un gobierno monárquico absolutista poco afecto a respetar los derechos de mujeres, personas LGBTIQ+ y trabajadores migrantes.

Desde que se anunció que Qatar sería sede de este Mundial, en 2010, el diario inglés The Guardian estima que en la construcción de los estadios murieron más de 6.500 trabajadores provenientes de India, Pakistán, Nepal, Bangladesh y Sri

Lanka, quienes además estaban en condiciones de esclavitud: trabajos forzosos, salarios de miseria y retención de pasaportes, incluidos.

En Qatar, además, tener relaciones sexuales con alguien de tu mismo sexo es un delito punible con siete años de cárcel; las mujeres deben pedir permisos a su tutor para salir del país, casarse o trabajar en algunos lugares; el sexo fuera del matrimonio es ilegal, por lo que quedar embarazada estando soltera puede suponer penas de cárcel, y la violencia de género no está tipificada en el código penal.

Pero una “fiesta del fútbol” –y el deporte– en estos contextos no es una novedad: la Italia de Mussolini organizó y ganó el Mundial de 1934, dos años después se celebraron los Juegos Olímpicos en la Alemania nazi (Berlín 1936) y, más acá en el tiempo, se disputó el Mundial de 1978 en plena dictadura en nuestro país. Y entonces, ¿podemos separar este deporte que amamos de esos contextos? ¿Cómo nos posicionamos quienes además nos consideramos feministas?

STAFF

SECRETARIA DE REDACCIÓN Mariángeles Guerrero REDACCIÓN

Ileana Manucci, Gastón Chansard, Alan Valsangiácomo, Mari Hechim, Marcelo Przylucki, Milagros Argenti, Bautista Veaute, Agustina Lescano, Lucía Guadagno, Federico Coutaz, Analía Giordanino, Javier Gatti, María Belén Degrossi, Gabriela Carvalho y Sebastián “Rebo” Pérez

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Para Romina Fernández, militante del fútbol feminista, este Mundial es una oportunidad perdida: “Lo que podría haber sido una oportunidad única de llenar las calles de Qatar de diversidad étnica, cultural y de género se truncó en la imposibilidad de una FIFA corrupta y obsecuente para negociar las condiciones que garantizaran un espacio mundialista inclusivo. Paradojas de un fútbol masivo que no es para todes dentro de las canchas, y que este año tampoco lo será fuera de ellas”.

decisiones de cualquier institución poderosa. Tenemos que disfrutar de la Selección, de sus partidos, pero no podemos dejar de nombrar y mencionar la realidad de este país, espero que haya más difusión de las violaciones de derechos en Qatar durante el Mundial”.

Los artículos firmados no reflejan necesariamente la opinión del editor.

Pausa Nº 304, 24/11/2022

Propietario: Cooperativa de Trabajo Bajo el Fresno Limitada

Director responsable: Ezequiel Nieva Domicilio legal: Lavalle 3447, Santa Fe Registro de la Dirección Nacional de Autor en trámite

Impreso en DWP SRL, Ayolas 241 Bis, Rosario (Santa Fe)

“Como activista es imposible separarlo”, responde a la consulta Florencia Frutos, periodista deportiva y relatora. “De todas maneras creo que sirvió visibilizar a este país y conocer esa realidad que, quizás por estar del otro lado del mundo, la gran mayoría de la sociedad argentina jamás hubiese conocido. Asimismo, con el crecimiento de los feminismos en el mundo, de alguna u otra manera quiero pensar que la rebelión será más fuerte que todas estas violaciones. Aunque lo mejor sería que todos los que hacen del circo el mejor show, incluidos los futbolistas, colaboren con la causa y no de manera banal”.

“En un momento se me cruzó por la cabeza no mirar ningún partido, como si eso fuera posible o tuviera algún impacto”, confiesa un poco entre risas Alejandra Haas, futbolista y formadora de pequeñas jugadoras en Las Flores. “No se puede separar el contexto del deporte, y sabemos que las mujeres y minorías no estamos incluidas en la gran mayoría de

A Gabriela Carvalho, fotógrafa brasileña que vive desde hace algunos años en Argentina, se le suma al análisis el contexto electoral que recientemente vivió Brasil. ¿Se gritan igual los goles del explícitamente bolsonarista Neymar? “Si digo que no voy a ver el Mundial estaría mintiendo, porque me gana la tradición, los rituales y el gusto de ver buenos partidos. Pero me cuesta hinchar por Neymar por todo lo que su postura y su ser representa. Estoy en el equipo del niño nordestino que, cuando un periodista le preguntó quién iba a hacer goles para Brasil en el Mundial, él respondió sin dudar: Lula. Nuestro Mundial ya lo ganamos, le ganamos al fascismo, a la homofobia, al racismo, ganamos eligiendo a Lula en un contexto mundial en que el odio es cada día más victorioso”.

“No hay como separar fútbol y política”, dice Gabi, como si aún hiciera falta aclararlo. “La selección brasileña fue un bastión de los militares, así como de todos los gobiernos que hemos tenido. Muchos jugadores se han plantado políticamente a lo largo de la historia, como Sócrates de la Democracia Corinthiana y tantos otros. Como decía la bandera de la hinchada que yo frecuentaba en mis épocas de fanatismo: ‘Odio eterno al fútbol moderno’. Soy una eterna nostálgica del fútbol arte, un poco menos atravesado por el capitalis-

mo/individualismo. Me siento cada día más alejada del fútbol masculino, de la corporación multimillonaria en que se ha transformado, que arrasa con todo en su camino, con las personas, los derechos humanos, los jugadores y las ciudades que son intervenidas para esos eventos multimillonarios, donde muy pocos se benefician y la mayoría pierde. Por eso es tan importante la lucha de las mujeres y disidencias dentro de este deporte, crear nuevas miradas y nuevas formas de poner el cuerpo en el fútbol, ese deporte tan importante para nuestros países”.

La pelota no se mancha Muchas y muchos esperamos este Mundial como la última gota de alegría en este desierto de inflación, precarización laboral, odios y violencias varias, que nos va dejando el 2022. Un ratito de celebración colectiva. Vaya si no es necesario e importante.

En este Mundial, como pocas veces en los últimos tiempos, la expectativa y la ilusión por lo que pueda hacer Argentina es enorme. “Hace tiempo que el equipo argentino cuenta con el potencial individual para traer la copa a casa, pero este año en particular nos encuentra también con un equipo que articula esas individualidades y explota el juego colectivo, con líderes fuertes en posiciones clave, pero conscientes de que la posta está en la suma de las partes, en la química, la conexión y la triangulación que se logra en la cancha”, analiza Fernández y sentencia un resultado final que no vamos a repetir pues supersticiosas.

Y si de supersticiosas hablamos,

ante la pregunta “¿creés que hay razones para ilusionarse?” Haas responde, antes que nada, con un “anulo mufa”, y agrega: “Soñamos con eso y tenemos con qué, pero soy consciente de cómo funciona el fútbol y prefiero ir partido a partido. No puedo ni imaginar cómo estaríamos si pasa”.

Frutos, fiel a su rol de analista, dice: “Siempre hay razones para ilusionarse si en el equipo tenés a un tal Messi, pero fuera de todo exitismo, luego de que Argentina se consagrará campeón de la Copa América, entiendo que a los que ya no soportaban esa presión de no celebrar nada con la albiceleste, entre ellos Leo y Di María, la mochila se les hizo más liviana y reflotaron todas esas hermosas sensaciones que te hace sentir el jugar”.

Gabi Carvalho se niega a responder por quién va a hinchar en un posible cruce entre Argentina y Brasil, y menciona el momento “durísimo” que vivió como doble hincha en el partido que Colón y San Pablo jugaron por la Sudamericana. Pero recordando sus días mundialistas en Brasil, sale jugando limpio y convincente: “En mi casa se miraba todo el Mundial, y se hinchaba y nos emocionábamos, como con la política, con los logros colectivos. Se hinchaba por Brasil y por todos los equipos latinos y africanos, porque éramos los colonizados, y ese era un lugar simbólico para desquitar y ganarle a la colonias e imperios, siempre con más estructura y plata que nosotros. Así que, aunque no me crean, he hinchado por Argentina y Uruguay en mundiales, porque así es la Patria Grande”.

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El Mundial de Fútbol nos desborda de una alegría colectiva, necesaria y esperada. ¿Podemos separar el máximo torneo de este deporte que tanto amamos del contexto social y político en el que se juega?
Por Ileana Manucci
DEPORTES
En todo el mundo hubo protestas contra Qatar por la situación de las mujeres y disidencias. En algunos lugares incluso llamaron a un boicot.

El Mundial de los valores (occidentales)

Las

críticas al Mundial llegan desde los países donde hacen fila para hacer negocios con los árabes.

Es un Mundial muy distinto, el primero en Medio Oriente, en un país árabe musulmán, en los meses de noviembre y diciembre cuando sabemos que los meses mundialistas son junio y julio. Desde el país anfitrión y desde diversos rincones del planeta nos contarán las complejidades, su lado luminoso y su lado oscuro. Qatar tiene mucho de eso, tiene homofobia y leyes esclavistas. Pero también el espíritu de los pueblos del desierto, de los cazadores de perlas en las aguas del Golfo Arábigo.

Visibilizar, de eso se trata. Lo que sucede en Qatar es lo que siempre provocan los Mundiales, mostrar, estar en vidriera. Las vidrieras sirven para atraer, pero no siempre cuando se cruza la frontera de la vidriera se encuentra eso tan bonito y reluciente que se veía desde afuera.

Hoy Qatar es esa vidriera que deslumbra por su modernidad, donde muchos se excitan por los lujos, los autos modelo 2037, los estadios y cualquier dato que tenga que ver con “¡los millones que debe valer eso!”. Para otra parte de la humanidad Qatar pasó a ser la cara del mal. Sobran motivos para ver el lado oscuro de los organizadores del Mundial, pero los que juzgan y van prendidos en el boicot mundialista, ¿tendrán la misma vara para medir las actitudes de los empresarios y líderes políticos de occidente que conviven en la corrupción y en los sistemas esclavistas con falsos rostros de libertad?

La ética, los derechos, la conciencia, la corrupción, la libertad, la cultura de oriente y la de occidente juegan un campeonato complejo, donde todos terminan a las patadas en la cancha de los valores.

Sobornos mundiales La memoria viaja al 2010. Con aires progresistas, hace 12 años se presentó al Mundial de Sudáfrica como una fantástica oportunidad de integración entre Oriente y Occidente, el Mundial de Qatar tejió un entramado de negociaciones ocultas, con miles de millones de dólares en juego, lo que derivó en el máximo escándalo de corrupción de la historia del fútbol.

El proceso de designación del primer Mundial árabe estuvo vinculado con una estrategia de sobornos a diferentes miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA para favorecer a un país de nula tradición futbolística, escaso territorio (11,571 kilómetros cuadrados, la mitad de la provincia de Tucumán, la más pequeña de Argentina) y temperaturas agobiantes, pero con una vehemente codicia de establecerse como

capital deportiva del Golfo Pérsico.

Desde su atribución, el 2 de diciembre de 2010 en Zurich, el Mundial qatarí ha hecho correr ríos de tinta. Después del anuncio de la FIFA, donde Qatar le ganó a Estados Unidos por 14 votos a 8, Barack Obama, entonces presidente norteamericano, exclamó: «Es una mala decisión».

Stop en este tema, si alguien cree que demócratas y republicanos del todopoderoso de América se lleva mal con los dueños de Qatar están muy desinformados. Un par de datos: desde principios de los 2000 las Fuerzas Armadas de Estados Uni-

La ética, los derechos, la conciencia, la corrupción, la libertad, la cultura de oriente y de occidente juegan un campeonato en la cancha de los valores.

dos han estado utilizando la base alUdeid de la Fuerza Aérea de Qatar, ubicada a 32 kilómetros al suroeste de Doha, para prestar apoyo a sus operaciones militares en la región.

Durante las últimas tres décadas, y especialmente tras los atentados terroristas a las Torres Gemelas en Nueva York en 2001, el grueso de las acciones militares de Estados Unidos en el mundo se ha concentrado en Medio Oriente, y Qatar.

Se armó el FIFAgate

Volvemos a la turbia elección de

Qatar 2022. Dos años después de conocerse la sede la cámara de instrucción del comité de ética de la FIFA inicia una investigación sobre la atribución de los Mundiales de 2018 a Rusia y de 2022 a Qatar, dirigida por el exfiscal estadounidense Michael García. Hans-Joachim Eckert, presidente de la cámara de enjuiciamiento del comité de Ética de la FIFA, señala en el informe García «comportamientos dudosos», pero sin poner en tela de juicio el proceso de atribución.

El 27 de junio de 2017, el informe García es publicado por la FIFA, después de filtraciones en la prensa. Muestra una serie de transacciones económicas sospechosas, pero no presenta pruebas suficientes para retirar a Qatar la organización del Mundial.

En Francia, la Justicia investiga desde 2019 por «corrupción activa y pasiva» en torno a un almuerzo el 23 de noviembre de 2010 entre Nicolas Sarkozy, entonces presidente de francés, dos altos dirigentes qataríes y Michel Platini, que era en aquel momento presidente de la UEFA, y que otorgó los cuatro votos de la confederación europea al emirato.

El 13 de octubre de 2022, una investigación conjunta de France Télévisions y Radio France revela una nota de la célula diplomática del Elíseo sobre ese almuerzo en la que se prevé abordar, además del Mundial, asuntos como «aviones de combate» y «defensa global antimisiles».

El exsecretario general del Elíseo, Claude Guéant, confirma «conversaciones con Qatar» sobre la venta de aviones Rafale finalmen-

te cerrada en 2015, pero rechaza cualquier vínculo con la atribución del Mundial.

Las investigaciones de la prensa europea revelaron que el presidente de la Federación qatarí y también titular de la Confederación Asiática de fútbol, Mohammed bin Hamman, pagó hasta 3,6 millones a 30 miembros de la FIFA para asegurar el voto favorable a Qatar.

La estrategia de comprar voluntades también involucró a la dirigencia de Argentina y Brasil, según descubrió la Justicia de Suiza en la investigación por irregularidades en el proceso de asignado de las se-

En Francia, la Justicia investiga desde 2019 a Sarkozy y Michel Platini por los cuatro votos que le otorgó la confederación europea a Qatar.

des 2018 y 2022. El amistoso disputado por los seleccionados de ambos países en noviembre de 2010, en el estadio Khalifa Internacional de Doha, habría sido la excusa para ganar el voto de sus respectivas federaciones.

El periódico O Estado de San Pablo denunció que la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) recibieron en dinero "tres veces más de lo normal" por el amistoso que la "Albiceleste" ganó 1-0 con un tanto de Messi.

Qatar contestó que gastó oficialmente 4 millones de euros por el primer cruce entre Messi y Neymar para "demostrar que el país estaba listo para recibir este tipo de partidos".

En el mismo lodo

“FIFAgate” se transformó en una causa judicial tan gigante como atractiva, y el disparador fue Qatar 2022, o como muchos medios internacionales lo catalogan, “el Mundial más polémico de la historia”. Además de los actos previos de corrupción, también aparecen algunos factores atroces, como lo son la falta de derechos humanos para los trabajadores y la diversidad sexual en tierras qataríes.

Anmestía Internacional se encargó de hacer un seguimiento durante los últimos años de las condiciones de abusos y explotación que sufrieron los migrantes que llegaron a trabajar para levantar estadios y otras construcciones relacionadas al Mundial.

Las voces en contra de Qatar se fueron alzando con el correr de las noticias, pero mucho más en estos últimos días, cuando algunos entrenadores y hasta la propia Shakira se negó a estar en la ceremonia inaugural. «Nadie ha pensado en esos trabajadores. Ha habido muchas oportunidades para denunciarlos, pero mucha gente ha ganado dinero por razones equivocadas. Todos somos culpables», dijo el DT de Liverpool de Inglaterra, Jürgen Klopp.

¿Acaso son Alemania o Inglaterra -el país donde trabaja el alemán Klopp- las naciones que pueden tirar la primera piedra para hablar de historias de libertades y derechos humanos?

Y si seguimos metiendo las narices en los negocios y en la vara de la ética y la moral de occidente y oriente, también nos vamos a encontrar con el patrón de Messi: Nasser Ghanim Al-Khelaïfi. Este muchacho nació en Doha hace 49 años y se convirtió en el primer extranjero en ocupar el cargo de máxima autoridad del Paris SaintGermain.

Desembarcó hace unos años con Qatar Sports Investments (la corporación que -entre otra cosasimpulsó la Copa del Mundo 2022) y además está vinculado al negocio de los medios, ya que preside la cadena de televisión beIN Sports, filial de Al Jazeera.

El maestro Enrique Santos Discépolo nos refresca cada tanto con su Cambalache, por eso hoy, en Qatar y en cualquier lugar del mundo, más que nunca “vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseados”.

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Fútbol, política y negocios. El presidente de la FIFA Gianni Infantino junto a Khalid bin Khalifa Abdulaziz Thani, primer ministro de Qatar.
DEPORTES

Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones

Existe un secreto a voces que pocas veces nos atrevemos a esbozar en voz alta: el Mundial de fútbol no tiene nada que ver con el fútbol. El fútbol es la excusa que la FIFA encontró para atraernos como moscas a un vaso de coca caliente que reposa cómodo en la mesa de luz de un borracho. Quizás serviría si de pronto se realizara un rebranding de la máxima competencia mundial (y universal, hasta donde sabemos) para ponerle un nombre más sincero, más acorde. Con la misma honestidad con la que Flavio Mendoza nombró a su show “Stravaganza”, prometiéndonos ni más ni menos que eso: dos horas de una ensalada de números circenses de primera calidad, con hombres haciendo la danza del bulto y mujeres voluptuosas encabezando números musicales que siempre incluyen elementos como el agua, el fuego o el litio (estimo yo que eso puede suceder en años venideros).

Yo soy fan del Mundial. Atesoro momentos maravillosos que fueron forjados alrededor de la pantalla de un televisor mientras de fondo Argentina desplegaba su fútbol. Y eso que formo parte de una de las tantas generaciones que nunca vimos a Argentina campeón. Hemos tenido otros logros deportivos, pero no este. Por eso quizás nos choca cuando alguien con un poco más de experiencia viene a minimizar la fiesta excesiva y con presuntos sobreprecios de cada Mundial de

Fútbol. Nos ofusca, nos confunde. ¿Acaso esto no es un gran concierto de Shakira en el que eventualmente Alemania da una lección de buen balompié? ¿No era este el festival de consumismo al que nos sometemos cada cuatro años? ¿Hay pretensiones deportivas detrás de esto? ¡Qué locura!

Desde hace décadas para nosotres, los post-86, el Mundial es un momento de distensión. Como una especie de festival de lo inédito, es lo que nos permite activamente reconocer que no vamos a trabajar, que no vamos a estudiar, que tenemos otras prioridades. Y se nos legitima por eso. Aparecen los televisores en las oficinas, en las escuelas, hasta en el almacén más pequeño. Se permiten las decoraciones, las pelucas y maquillajes, los cánticos a todas horas, la timba ilegal en los espacios de trabajo. Los que no sabemos tanto de fútbol opinamos con el mismo nivel de certeza y convencimiento con el que opina Latorre (el futbolista devenido en comentarista, no la panelista de LAM). Enervamos con nuestro folclore de brillitos y camisetas truchas a los verdaderos hinchas, los verdaderos futboleros, los que no soportan nada del fútbol que no sea esos 22 tipos corriendo atrás de una pelota.

Y nos la suda. No podría importarnos menos.

Es así que cada cuatro años nos sumergimos en una especie de sueño colectivo que de fondo siempre está sostenido por la pretensión de campeonar, pero que en la práctica

va mutando en otras victorias más sutiles, más cotidianas. A veces la alegría está en completar un álbum de figuritas, o en conseguir todos los muñequitos de la selección; en tener la colección completa de vasos, en pegarle a los resultados del prode artesanal, en ganarle una discusión a nuestro compañero del laburo que se vio las eliminatorias asiáticas y nos asegura que Japón viene a “protagonizar”. Se democratiza el futbol, de a ratos. Se llena una cuadra de la peatonal un martes a las 3 de la tarde porque algún televisor de una casa de electrodomésticos está mostrando una definición por penales entre Senegal y

Croacia, dos países que no podríamos marcar en un mapa y de los que probablemente desconocemos el 85% de sus jugadores.

Hay algo del Mundial que nos permite, cada tanto y porque sí, recuperar una condición inequívocamente infantil que muchos confunden con ingenuidad: la ilusión. No hay nada que me genere más tristeza que la gente sin ilusión. Esos pragmáticos que con una planilla de estadísticas y lógicas futboleras nos explican que es imposible dar vuelta un 4 a 0 en tu contra. Incluso cuando es cierto, probable, posible… ¿por qué nuestras fantasías molestan tanto? Si a la corta o a la

larga, los que sufrimos somos nosotros. Sufrimos los que tuvimos expectativas. Sufrimos al final pero… ¡ay, como disfrutamos de esa ceremonia inaugural!

Este mundial me tiene entusiasmada. Era de esperarse. Llega en medio de una Guerra en Europa de la que nos acordamos demasiado poco, con la mitad del mundo y de nuestro país debajo de la línea de la pobreza, con una pospandemia que se hace eterna, una inflación que te liquida el sueldo con la misma rapidez con la que te agarran los mosquitos en el Parque del Sur a las 7 de la tarde y el futuro inmediato repleto de incertidumbre, frustración y presunta muerte temprana. Habiendo muchos lenguajes a disposición, yo elegí hablar con el de la exageración.

La última vez que algo me hizo ilusión, vino en forma de vacuna.

Me apasiona este fin de año de Mundial y Navidad. Me revitaliza. Consumiré mi peso en teorías conspirativas y estadísticas random tiradas al azar. Seguiré a todos nuestros jugadores en redes sociales, a sus esposas, a sus hermanos, al barbero de la selección. Llenaré el álbum de figuritas, jugaré al futbol 5 con la pelota oficial, me creeré todos los videos de TikTok que muestren coincidencias entre este plantel y el del 86 y lloraré cada vez que la tele pase la propaganda de YPF.

Seré una demagoga. Y sosteniendo mi firme convicción que me obliga a percibirme como mufa, miraré el total de los partidos que la televisión ponga a nuestra disposición, excepto los de Argentina. Es un compromiso que hoy tomo para con el pueblo todo, la selección y específicamente Lionel Messi. Prefiero que ganen sin mi, a que pierdan conmigo. Esa es toda la cuota de fútbol que me puedo permitir.

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El Mundial de Fútbol es una guerra entre los pragmáticos y los que todavía nos animamos a soñar.
NO SOY UN ROBOT
Cotillón y merchandising. El Mundial de fútbol es, entre otras cosas, un festival de consumismo al que nos sometemos cada cuatro años.
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Madre, memorias de fuego y lucha

El 26 de marzo de 2015, mucho antes de que el fascismo irracional de la derecha argentina (sin matices por favor) ahorcase a Alberto, Cristina y tirase bolsas mortajas con etiquetas para Estela Carlotto, Pablo Moyano y “los pibes de La Cámpora”, un grupo de militantes que abusaban de la sigla HIJOS Regional La Plata, no kirchneristas, llevó al paroxismo un recelo que muches militantes de los Derechos Humanos tenían con Hebe: le prendieron fuego a un muñeco que la simbolizaba, al grito de “cómplice del genocida Milani y del pacto del gobierno con la impunidad de las Fuerzas Armadas”. Matar a Hebe... una locura. Acaso matarla en términos freudianos, es decir no matarla, sino reducir a cenizas lo que representaba, el peso de su imagen y la autoridad de su palabra, para madurar y darse el ser.

Hebe les contestó a los fetichistas piromaníacos como Hebe solía hacerlo, pero con un inusual remate poético: “nuestros hijos dieron su vida para estos tarados quemen un muñeco. Nuestras marchas son a favor, no en contra de nadie. La marcha del 24 fue un ejemplo de la democracia. Un ejemplo de amor, ternura y afecto. Nada puede borrar lo que pasó el 24. Compañeros: ¿Quién puede quemar la figura de una madre? Solamente el sol”.

Por aquél entonces, quien suscribe se había incorporado al equipo de Radio Nacional Santa Fe y nos considerábamos hijos y nietos de Madres y Abuelas, pero no ocultaban –como Néstor, que la consideraba “el mayor símbolo, un tanque”–su preferencia por Hebe, por la que reclamaba por memoria, justicia y castigo a través de los juicios de lesa, pero sobre todo por la que se embanderaba políticamente y salpicaba el pañuelo con el barro de la militancia, del juego de las con-

tradicciones primarias y secundarias, con la mezcla que soldaba los ladrillos del tan denostado “Sueños Compartidos”, con los fibrones que garabateaban los pizarrones de la Universidad de las Madres y hasta con la mezcla con que preparaba una de sus recetas predilectas: los buñuelos de hinojo.

Uno de los primeros editoriales escritos y locutados en el prime time de la Radio Pública, les avisaba a les chiques platenses que “Hebe se murió” y les preguntábamos: “¿A qué estaban jugando niñes? Por suerte, Hebe…la impoluta, la que no manchaba el pañuelo se murió hace rato para darle paso a la militante política que ronca, canta, baila y se cae, besa, escupe, elige y acierta o se equivoca igual que sus madres, tan vivas como Hebe, tan a salvo de la idiotez alegórica y la idolatría que nos deja siempre en las trampas de la mala religión”.

Y echábamos mano de otro egomaníaco genial: Federico Nietzsche, el segundo filósofo moderno en matar a Dios (después de Hegel) cuando en un célebre parágrafo de “El origen de la tragedia” empuñaba que “tal como sostenían los primitivos germanos, todos los dioses tienen que morir”, pero no para acceder a una entronización olímpica e inalcanzable, sino para quedar accesibles como referencia indudable de la condición humana, para ser mirados y citados, incluso enjuiciados.

También los símbolos idolatrados, los dioses profanos que transpiran y huelen, como Hebe, para tutearlos, discutirlos, confirmarlos, para odiarlos o amarlos sopesando esa compleja argamasa de defectos y virtudes que convierten en mucho más recomendables a los humanos que a los dioses, a los héroes, a los ídolos impolutos, tan inaccesibles, tan indudables, tan lejanos con sus auras etéreas y sus culos de bronce.

Disparen, es Hebe

Todo bastante predecible, me empecé a enterar por un infeliz que posteó “una menos”, después un montón de otras cosas por el estilo, hasta que un descerebrado subió una foto de Aldo Rico, armado hasta los dientes, saliendo de una puerta, repitiendo el meme que alude nada menos que a Francella, “hermosa mañana”. Qué decir ante eso, que no hay asco

que alcance ni mejor síntesis de lo monstruoso, la necrofilia argentina que retorna y retorna como pesadilla dentro de pesadilla.

Aunque no deja de impactar, creo que es peor la incomodidad o el secreto regocijo de la gente correcta, preocupada por las buenas formas, por los modos y que repite como rezo que los extremos son malos y que una cosa es tal pero también y así…

A todos los que la recelaron en silencio, en voz baja y en voz alta, en letra grande o chica (la letra grande de los diarios, la letra chica de Twitter), a quienes la enfrentaron por categórica y extrema, e incluso a los que le desearon una muerte más o menos simbólica, les decimos: Hebe no se murió ahora, tampoco antes o las muchas veces que su salud le jugó una mala pasada.

No murió la que le pidió cien audiencias inútilmente a Raúl Alfonsín (“si él es el padre de la democracia, nosotras somos las madres”, solía decir), antes durante y después de del mítico Juicio a las Juntas y le recriminó primero que nadie la infame “Teoría de los dos demonios”; la que enfrentó a la infantería que apaleó a las Madres durante el gobierno criminal e impune de la Primer Alianza; la que vapuleó públicamente a Néstor y luego se repo-

sicionó hasta adorarlo; la que pagó con la frente alta los altísimos costos económicos y políticos de la “cuestión Shoklender”; la que construyó más de 100 viviendas en la villa 15 junto a la UOCRA y un puñado de vecinos y vecinas cuyo número respetaba la paridad de género y que enfrentaban el tráfico de estupefacientes y el desempleo (durante los cuatro años macristas sólo se crearon 130 unidades habitacionales); la que fundó una experiencia pedagógica y política que anticipó en años la creación de las “Universidades del Conurbano”; la que fundó Las Cristinas, primer estructura feminista para defender a quien consideraba su jefa política y aportar soluciones en materia de “trabajo, salud y educación”.

Tampoco murió la que hace días dijo “tenemos que hacer una gran manifestación, una pueblada para

sacar a todos estos jueces de mierda, pero una pueblada de verdad contra semejante basura, son una lata de mierda, más mierda que la mierda”, la que en una nota difícil y accidentada aseguró que “A Sábato y esa teoría de porquería que calumnia a nuestros hijos, que desprecia nuestra lucha y no habla de los cómplices civiles de los milicos, yo los voy a denunciar siempre”.

Esa Hebe, lejos del muñeco incendiado, arderá como una llama abrasadora y eterna, una guía luminosa para muchos de nosotres (sus hijes), incómoda para militantes no kirchneristas o directamente antiperonistas, para los peronistas del Tercer Perón, para progres repletos de pruritos y modales republicanos y –como Eva– un azote histórico para los negacionistas y fascistas que le desearon lo que ya no podía ocurrirle.

Festejan lxs que te tenían terror, enorme Hebe. Festejan lxs que aman a los poderosos, a los machos, lxs que no pueden ocultar su deseo húmedo de violación y tortura, viva cristo rey y que baje del cielo San Videla padre de la patria, que ordene de una vez tanta y tanta desobediencia multiplicada. Multiplicada por vos, como pañuelos que supieron valer más que las balas y los panes y los peces.

Se tranquilizan también quienes no soportaban la desfachatez de enfrentar empecinadamente tanques y fusiles y caballos, burocracias,

discursos hegemónicos, símbolos sagrados, el sentido común con toda su violenta fuerza, con su implacable furia. Se tranquilizan quienes supieron conseguir el silencio y la indiferencia brutal que también sacudiste a troche y moche. A pura ronda y remolinos.

Vidalita acordate de José Artigas –cantaba y canta Zitarrosa– y endulzate la boca cuando lo digas, y jugate el pellejo cuando lo digas. No puedo dejar de pensar, que antes de decir algo de Hebe deberían lavarse bien el ojete. Pero en el fondo es razonable que festejen quienes nunca

se jugaron, quienes siempre obedecieron, quienes nunca se animaron a nada. Festejen nomás, pero sepan también que son menos que amebas al lado de esta mujer que hizo historia, que hizo que la historia fuera mucho menos espantosa de lo que fue.

Festejen, aunque sepan que en verdad no festejan. Festejen, aunque sepan que siguen teniendo miedo y lo bien que hacen, porque saben mejor que quienes lloramos, que Hebe sigue siendo lo que siempre fue, una mujer Invencible, ni más ni menos.

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Murió Hebe de Bonafini, una militante que siempre fue al frente, tenaz y provocadora como Evita, azote histórico para los negacionistas y los fascistas que le desearon lo que ya nunca más podrá ocurrirle.
La histórica líder de Madres de Plaza de Mayo arderá como una llama abrasadora y eterna, una guía luminosa para muchos de nosotres. Por Federico Coutaz Por Javier Gatti

La compañera Hebe cambió de casa

Le dijo “basura” a Carlos Menem en 1991. El entonces presidente de la Nación le inició una causa judicial por desacato. Le gritó “¡No nos van a parar! ¡Ni un paso atrás, carajo!”, a la Bonaerense mientras reprimía a las Madres en 1996. Opinó sin filtro sobre el atentado a las Torres Gemelas en 2001: “El miedo que nos metieron a nosotros, con la persecución, con la desaparición y con la tortura, ahora lo vive el pueblo estadounidense entero. Ese pueblo que se calló y aplaudió las guerras”.

Su lengua, siempre filosa, llamó a Eduardo Duhalde el “chirolita de Magnetto”. Más acá en el tiempo cuestionó el pago de la deuda al FMI que anunció el ex ministro Martín Guzmán a principios de 2022: “Están negociando el hambre de la gente. Estoy disgustada porque el presidente me mintió. Quiero que la gente sepa que no tenemos nada que ver con este acuerdo. Jamás permitiríamos que un hombre como Guzmán, que está negociando con el Fondo, lo haga con el hambre del pueblo”. Más tarde apuntó contra Sergio Massa, que entró al Ministerio de Economía en reemplazo de Guzmán: “Ahora pusieron a Massa y nos ajusta más y más, es peor que el otro que estaba. Nadie dice nada y todo vale una fortuna”.

Podría escribirse mucho sobre los dichos de Hebe María Pastor de Bonafini en sus 45 años de búsqueda de sus hijos Jorge Omar y Raúl Alfredo y de su nuera María Elena Bugnone. Pero, así como ocurrió con el “No pasarán, carajo”, una de sus últimas frases públicas cobrará espesor simbólico con el paso del tiempo: “Vamos a caminar sobre brasas, así que se nos acostumbren las plantas de los pies para no cansarnos. Una vez que pasás dos o tres veces, el fuego no te quema más, te sigue quemando el fuego que tenés adentro porque ves que las marchas dan resultado”. Lo dijo en agosto pasado, en apoyo a Cristina ante la Causa Vialidad.

El domingo 20 de noviembre las Madres de Plaza de Mayo informaron que la compañera Hebe de Bonafini, presidenta de la institución desde 1979, cambió de casa. “Seguirá siempre en la Plaza. ¡Ni un paso atrás!”, afirmaron. Es inevitable leer esa frase y pensar en el papel histórico del movimiento de derechos humanos, a medida que despide a sus imprescindibles. ¿Cómo imaginar un 24 de marzo sin las Madres?

Tras su partida, la imagen de las brasas calientes bajo los pies de una mujer que caminó la Plaza de Mayo en plena dictadura es un legado.

Los pies sobre el fuego “Prohibidas las reuniones políticas”, dijo la última dictadura argentina. “Entonces no nos reunamos, caminemos”, respondieron ellas. En su mayoría, esas mujeres no eran militantes hasta que se llevaron a sus hijas e hijos. La desaparición del hijo amado pasó -y pasa, aún- por sus cuerpos como un desgarro apenas imaginable. Pero las Madres

enseñaron que cuando la tormenta de la violencia arrecia no hay lugar para el duelo en privado. Entonces comenzaron las rondas, se citaron sin falta cada jueves. Se pusieron los pañuelos: “Eran en realidad los viejos pañales que guardábamos para nuestros nietos. Los habíamos usado primero en octubre de 1977, para poder reconocernos en una marcha a Luján”, explicó alguna vez Hebe.

Se aludió mucho a esa herencia de tela que las Madres dejaron a las siguientes generaciones. Si ellas socializaron la maternidad -porque nunca buscaron un hijo o hija en particular, sino las hijas e hijos de todas- luego otras, con otro pañuelo, proclamaron a viva voz que la maternidad será deseada o no será. Pero hay algo quizás más significativo que las Madres enseñaron y que es parte de la identidad de la política feminista: la estrategia pícara para ganar cada pulseada.

Era el año 1977 y la prensa argentina estaba prácticamente cooptada por la dictadura empresarial,

eclesiástica y militar. ¿Cómo visibilizar que ellas, desde abril de aquel año, habían comenzado a rondar la Plaza exigiendo que el gobierno de facto dijera dónde estaban sus hijxs? ¿Cómo hacer para que el mundo vea sus pañuelos blancos, los nombres bordados en ellos con la fecha de desaparición del hijo querido? ¿Cómo dar a conocer lo que estaban sufriendo, el ardor que sentían por dentro?

Así fue como, en noviembre de ese año, durante la visita del entonces secretario de Estado norteamericano Cyrus Vance, ellas se organizaron para hacerle llegar un petitorio que denunciaba las desapariciones como mecanismo de persecución perpetrado por el Estado. Entre empujones con la policía lograron entregar el papel a Vance; pero también fueron retratadas por primera vez por la prensa internacional, conmovida por los testimonios de aquellas mujeres que quebraban el silencio de acero que pesaba al sur del continente.

Mientras Argentina se encaminaba a la organización del Mundial de 1978, el mundo empezó a comentar sobre los desaparecidos. Y también, que con la desaparición forzada de los militantes, emergió un grupo de madres que no tenía miedo de incomodar al poder genocida. En esa primera táctica dejaron un legado que otras tomarían después: aprovechar convocatorias ajenas para hacerse ver. Las Madres enseñaron que para torcerle el brazo al poder se requiere imaginación y coraje. Así fueron inventando sus propias reglas: no callarse, no dejarse tocar por la policía, no dejar de buscar a su hjxs, marchar siempre.

A fines de 1977 secuestraron a las Madres fundadoras Esther Ballestrino, Azucena Villaflor y María Ponce de Bianco. Tiempo después, sus cuerpos aparecieron juntos, en las costas de Mar del Tuyú: habían sido víctimas de los Vuelos de la Muerte. Las brasas bajo los pies

Cuando Hebe se refirió a la Causa Vialidad, quizás no pensó que ella cambiaría de casa antes de conocer el fallo judicial. Pero, más allá del apoyo a Cristina, dejó un mensaje que interpela cuando se piensa cómo alimentar esta democracia tan joven y hambrienta, tan golpeada por el neoliberalismo. Estamos caminando sobre brasas calientes. Con un Estado de derecho (precario, pero existente) y sabiendo dónde están nuestros seres queridos. Conscientes, sin embargo, de que toda lucha entraña un riesgo. Hebe y las otras Madres lo supieron desde el primer momento, pero justamente por eso nunca dejaron la Plaza y trascendieron las fronteras.

En la sede de Madres de Plaza de Mayo en Buenos Aires, banderas de todos los colores llenan las paredes, en especial la oficina que ocupó la mamá de Jorge Omar y Raúl Alfredo, aún desaparecidos. La Cuba de Fidel, la Venezuela de Chávez, la Bolivia de Evo: regalos de todas partes del mundo que simbolizan las brasas sobre la que los pueblos aprendieron a caminar para resistir.

Amelia Larguía, la primera arqueóloga santafesina

La sexta baldosa del proyecto Memorias Urbanas Feministas recuerda a Amelia Larguía de Crouzeilles, socia activa de la Sociedad Científica de Santa Fe. Está ubicada en la vereda de la Escuela Industrial Superior. La Sociedad fue fundada en 1927 “para vincular a quienes se dedicaran al estudio de las ciencias”. Larguía fue pionera en el

campo de la ciencia en su condición de arqueóloga amateur.

Según la investigación que realizaron las autoras del mencionado proyecto (Alicia Talsky, Teresa Suárez, Nidia Kreig y Rosa García), Larguía nació en 1875. Su trabajo como arqueóloga practicante se inició cuando las tareas de cuidado familiar ya no le eran requeridas:

viuda, mayor de 50 años y con sus seis hijos crecidos.

Larguía estudió a los pueblos originarios en la costa fluvial del Arroyo Leyes. En sus investigaciones estableció paradores indígenas y coleccionó alrededor de 8 mil piezas. Así reveló que El Periquillo –isla del Arroyo Saladillo al noreste de Añapiré, en el departamento La Capital–

contenía un yacimiento de alfarería indígena y sobre el río Coronda recuperó alfarería de cerámica negra.

Memorias Urbanas Feministas es un proyecto que, durante 2022, colocó señaléticas que reconocen el rol de las mujeres en la historia local. Las otras piezas recuerdan a mujeres y niñas de pueblos originarios capturadas en campañas militares;

el ombú donde Claudia Chapacó, afrodescendiente, elaboraba y vendía sus chipás; la primera Escuela de Parteras de la ciudad; "La Maison París", sitio de explotación sexual de mujeres; la Asociación del Magisterio de Santa Fe para reivindicar la huelga de maestras de 1921 y el Primer Centro Feminista de nuestra localidad.

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La presidenta de Madres de Plaza de Mayo desde 1979 dejó un legado para las próximas generaciones.
ASUNTOS PÚBLICOS
Hebe María Pastor de Bonafini tenía 93 años y pasó la mitad de su vida buscando a sus dos hijos, que aún hoy continúan desaparecidos.

La Ranita: de pie más que nunca

Mientras reclaman por agua potable y electricidad, los vecinos organizaron una cuadrilla de limpieza.

En el límite noroeste de Santa Fe, casi llegando a Recreo, se encuentra La Ranita, uno de los 68 barrios populares de nuestra ciudad, en donde viven 523 familias según el Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP), actualizado este año. El terreno que ocupan es de seis cuadras de largo y seis de ancho y está surcado por calles irregulares que aún no aparecen en Google Maps y por las problemáticas habituales para los barrios del cordón oeste: la falta de acceso a los servicios básicos, la precariedad de las viviendas y la desconexión histórica de las redes de integración sociourbana como los colectivos y los camiones recolectores de basura.

Como tantos otros barrios populares, La Ranita no surgió de forma planificada, sino por generación espontánea, a medida que la ciudad fue creciendo y la población más

vulnerada debió buscar nuevos lugares para vivir en los márgenes. Así comenzó a poblarse La Ranita, por detrás de San Agustín, casi en el límite con Recreo. “Antes era todo cava, y no cambió mucho”, nos cuenta Viviana Analía Garnica, militante de Nuestramérica, mientras nos abre las puertas de su hogar, la primera casa de material que se edificó en La Ranita, y que fue recientemente refaccionada, al igual que la mayoría de las viviendas del barrio gracias al programa Mi Pieza, una de las políticas más transformadoras contempladas dentro de la Ley de Barrios Populares, sancionada en 2018 y reformada este año. “Por eso en un momento figuraba como espacio verde en los mapas y en los planos: después, de a poco, se fueron haciendo rancheríos y viviendas, y aparecieron los Sin Techo, que ayudaron mucho en ese sentido”, completa Viviana.

A unos metros de su casa se encuentra una cava llena de basura,

símbolo del desinterés estatal en un barrio que no cuenta con espacios verdes. Sin embargo, en la esquina, se recorta sobre el paisaje un camión de Aguas Santafesinas, algo inédito en el paisaje de La Ranita. “Es la primera vez que entran al barrio. Habíamos hecho reclamos, pero no nos tomaban en cuenta porque el lugar figuraba como espacio verde, no les saltaba en el mapa”, cuenta Viviana, y relata las enormes dificultades que implica la ausencia de red formal: “Ahora llega el verano y el agua no sale. Hay vecinos que esperan a que sean las dos de la mañana y pinchan una manguera para poder llenar los tachos y tener agua para el día. De todas formas, a veces se recalienta la bomba o salta la llave y no se llega a cargar”.

Según el ReNaBaP, en el 89% de los barrios populares la mayoría de la población no accede al agua corriente. En el último tiempo, Nuestramérica viene abordando es-

pecialmente esta problemática en coordinación con Aguas Santafesinas, con el objetivo de desarrollar proyectos para que la población de los barrios populares pueda acceder de forma segura al servicio. En La Ranita, la empresa ya se encuentra realizando obras de desagüe, en las que también trabajan vecinos. Hace poco Nuestramérica se reunió con representantes de la empresa y con el coordinador del Distrito Noroeste del Municipio para gestionar un proyecto de obra pública que permita el acceso al agua potable de todo el barrio. Se proyecta que la obra de ampliación de la red de tubos en la zona concluya en marzo.

Pero el agua no es la única problemática que se agrava cuando llega el verano. El suministro eléctrico –de conexión también informal– también se vuelve un riesgo para los habitantes de La Ranita.

“Se recalientan los cables, porque la gente necesita usar el ventilador y están todos enganchados en el

mismo cable. Ha habido muchos incendios. Acá a la vuelta se perdió una familia completa por un cortocircuito”, se lamenta Viviana. Y después está el tema de la basura, una de las deudas históricas más profundas del barrio; de hecho, cuando el barrio nació, los desechos ya estaban ahí, tapando las zanjas. “No tenemos dónde tirar la basura porque el basurero no pasa por La Ranita”, cuenta Viviana. “Estamos luchando para que nos puedan traer tierra para rellenar y tapar la cava para que se acabe el olor, ahora que viene el verano. Pero no nos están dando pelota. No sé por qué esperan que uno haga quilombo para escuchar”. La solución que ideó Nuestramérica es la conformación de una cuadrilla de limpieza, que se encarga de mantener La Ranita en las mejores condiciones posibles. “Los vecinos nos agradecen por el trabajo que hacemos, porque se mantiene el barrio limpio. Los compañeros se organizan para

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esperar al camión, porque la gente tiraba la basura a la cava, y quemar no se puede porque hay criaturas con problemas respiratorios. Ahora caminás por la calle y ves todo limpio, acá en la esquina había un microbasural que ya no existe más. Ese es nuestro orgullo”, sintetiza Viviana. Desde la organización están intentando promover un sistema de recolección con inclusión social para formalizar las cuadrillas, ges-

tionar volquetes, proveer materiales de protección y seguros a les trabajadores y generar trabajo digno a través del cual la comunidad pueda transformar sus propias condiciones de vida.

Vivir para el barrio Viviana tiene 35 años y empezó a militar hace poco más de uno. En su casa, una de las pocas de La Ranita en las que el suministro de agua es

más o menos regular, funciona un comedor al que asisten 130 personas todos los días. Con el rostro curtido y alegre, se emociona al contar su historia de vida y lo que significa para ella trabajar todos los días para transformar la realidad de su barrio y de sus vecinas y vecinos: “A mí me re enorgullece, porque soy una mujer muy sufrida, que nació y se crió en la calle. Nosotras sabemos lo que es la necesidad, el frío, el hambre,

dormir en la calle. Nuestras frazadas eran diarios y cartones, y sin embargo nunca bajamos los brazos. Hoy me enorgullece militar porque me encanta ayudar y poder brindarle lo poco que tengo a la gente, porque el barrio está pasando mucha necesidad”.

Nuestramérica está presente en 23 de los 68 barrios populares existentes en la ciudad de Santa Fe, y trabajan en el marco de la organización –realizando diversas labores comunitarias en comedores, copas de leche, cuadrillas de limpieza, entre otros– aproximadamente 300 vecinas y vecinos; el 80% de elles viven de un Potenciar Trabajo, que en noviembre fue de $27.275. Viviana es una de esas 300 personas, y todos los días abre las puertas de su casa y se arremanga para cocinar y brindarle un plato de comida a sus vecinos: “Siempre cambiamos el menú, entre una comida y la otra nunca se repite lo mismo. Tratamos de que entren más verduras, más proteínas. A veces llega mercadería de Nación, y cuando no llega hacemos ventas de empanadas, bollitos o canelones. Nos la rebuscamos”, cuenta.

En lugares abandonados históricamente como La Ranita, el trabajo comunitario representa un quiebre en la forma de concebir la política –

tradicionalmente materializada en las visitas esporádicas de los candidatos antes de las elecciones- y su capacidad de realizar transformaciones concretas en las condiciones de vida. “La Ranita siempre estuvo oculta, nunca vinieron más que para hacer promesas, pero jamás se hizo nada como hoy se está haciendo”, afirma Viviana, y continúa: “La gente se ha cansado de promesas, y hoy en día ven que nosotros estamos militando y trabajando a través de una organización y ven el avance que estamos haciendo”.

Hace un tiempo, a través del ReNaBaP, Viviana consiguió su certificado de vivienda familiar, un simple papel de valor inestimable para alguien que jamás había imaginado poder acceder a algo semejante: “Me sentí muy feliz, porque por primera vez sentí que nos tuvieron en cuenta, por una vez en la vida, en algo. Fue muy lindo saber que yo, que soy una mina de la calle, por primera vez podía decir ‘tengo algo, es mío’”. A través de la militancia, Viviana –y tantas otras como ella–encontró una forma de vida que la acerca a su barrio y su gente, a sus tristezas y sus ilusiones, e incluso a su propia historia, que ahora se completa como un círculo, y le permite mirar hacia el futuro con una esperanza diferente.

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Las obras de mejoramiento urbano, toda una novedad para el paisaje de La Ranita, hubieran sido imposibles sin la organización popular. Gabriela Carvalho

Los derechos humanos en clave histórica

El pañuelo blanco, un símbolo que pertenece y a la vez trasciende a las Madres de Plaza de Mayo; los habeas corpus y las comisarías; el surgimiento de organizaciones como Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S.) y el Foro contra la Impunidad y por la Justicia de Santa Fe; los escraches y los juzgados; las rondas y las cruces blancas en plazas: son esos algunos de los nodos de la historia de los movimientos de derechos humanos en Argentina, reunidos ahora en el libro publicado por Luciano Alonso, docente e investigador santafesino.

Para abordar una experiencia de lucha reconocida en todo el mundo, Alonso decide hablar de un agente colectivo nacido a mediados de 1970 con autonomía respecto a formas anteriores de organización y de lucha popular. A lo largo de los capítulos, narra cómo el movimiento se desplegó en red en distintas localidades con diferentes bases ideológicas, articulando reclamos compartidos y diferentes estrategias políticas, legales, culturales, sindicales y pedagógicas.

Contracorriente a la tendencia a escribir la historia de Buenos Aires como si fuera la de Argentina y lejos de proponer una historia regional, en la investigación se entrelazan la escala santafesina con la nacional, a partir del trabajo con archivos de Santa Fe y de Buenos Aires. También con entrevistas personales con militantes y referentes realizadas tanto en Santa Fe como en Buenos Aires, Montevideo, Madrid y Barcelona, que Alonso recupera en tiempo presente, “porque quisiera pensar que las voces de personas como Gabriela Almirón, Elsa Ramos, ‘Queca’ Kofman o Carlos Slepoy continúan entre nosotros”, especifica el autor, invocándoles en la escritura.

El libro entrega una historiografía en diálogo con la sociología y entrelazada con debates culturales y políticos, que da cuenta de la importancia histórica de la lucha argentina por los derechos humanos y de su incidencia para instalar la exigencia de justicia.

La frase de Hebe de Bonafini sobre Néstor Kirchner –“Ya no tenemos un enemigo en la Casa Rosada”– cristaliza una de las posiciones actuales de un movimiento que, nacido como oposición a las políticas estatales, se reconfiguró en torno a la discusión sobre el rol del Estado en la construcción de la memoria y en los reclamos de justicia. La adhesión o no al kirchnerismo, explica Alonso entre otros factores, atravesaron la red que comenzó a des-

articularse a mediados del 2000, dispersión que se concreta en las convocatorias desdobladas cada 24 de marzo.

Pausa entrevistó al investigador, graduado en Historia, magister en Historia Latinoamericana y en Ciencias Sociales, Doctor en Historia, profesor ordinario en las Universidades Nacionales del Litoral y de Rosario y director del Centro de Estudios Sociales Interdisciplinarios del Litoral de la UNL.

—¿Cómo intervienen en tu investigación tu propia memoria sobre los hechos del pasado y las personas involucradas y tu posición en el presente?

—Lo que pasa con la historia del presente es que tenemos un plus de politicidad. El vínculo subjetivo es más fuerte, la implicación es más activa, la cercanía social más grande. Para mí la solución no está en suponer que uno puede ser intelectualmente aséptico, sino en mostrar esas implicaciones, en ser honesto con las fuentes y en decir desde dónde se habla. En este caso, yo escribo desde un lugar de empatía, de cercanía con las luchas por los derechos humanos. Pero mi construcción historiográfica no puede reproducir como si nada las representaciones de las personas involucradas en esas luchas. Se trata mejor de establecer un diálogo con las memorias de los organismos y militantes, para producir una interpretación que también tenga en cuenta otras variables, otros datos, otras justificaciones.

—Si bien no es un libro de divulgación, ¿qué aporte hace en este momento en el que se habla de violencia política y de discursos de odio?

—Yo creo que cuando una autora o un autor escriben, en realidad no saben muy bien para quién lo hacen. Es correcto que este no es un libro de divulgación y que estaría dirigido a un público amplio pero interesado en ciertas temáticas y con cierta formación –aunque tampoco es un texto duro como un artículo científico y tiene sobre todo una vocación de síntesis–. Pero la recepción y los usos que otras personas pueden hacer de lo que uno produce son muy amplios. Yo pongo siempre un ejemplo personal: cuando hace muchos años fui a entrevistar a una abogada militante de un organismo de derechos humanos, ella tenía una o dos ponencias que yo había escrito para presentar en congresos de historia, todas marcadas con fluo. Es decir, había hecho la tarea de saber quién era yo y qué escribía, y la entrevista empezó prácticamente con ella preguntándome por qué ponía tal cosa o tal otra. Creo que la anécdota

ilustra cómo la entrevista es un acto de ida y vuelta, pero también cómo personas a las que no te dirigís especialmente pueden tomar tus textos y darles un uso propio. Yo no creo que las y los estudiantes de secundario lean este libro, salvo quizás algunos fragmentos, pero sí me parece que puede ser lectura de sus docentes, y quizás de otras muchas personas con uno u otro tipo de formación y con preocupaciones ciudadanas.

En ese sentido, un estudio sobre la movilización por los derechos humanos puede aportar al conocimiento de los procesos de violencia política y sus efectos, de las formas de la acción colectiva y de la búsqueda de justicia y reparación. De hecho, el momento del terror de Estado en la emergencia de un movimiento social, los repertorios de acción o las ideas de justicia son temas a los que me dedico en ese escrito. Pero, como todo estudio sobre un proceso conflictivo, me interesa asimismo mostrar como chocaron intereses y concepciones políticas diversas.

Quizás estamos usando con poca claridad el concepto de discursos de odio –y por supuesto tendemos a aplicarlo siempre a quienes son nuestros opuestos más que a nosotros mismos– y lo que sucede muchas veces es que simplemente hay intereses sociales contrapuestos. Obviamente, no es indiferente la manera en la cual gestionamos esas contraposiciones; no son lo mismo el uso de la violencia física o simbólica que el intercambio, el reconocimiento, la negociación o diversas

formas de presión. Los discursos de odio existen, pero los conflictos sociales no se mueven solo al calor de las emociones, sino también de los intereses, de las ideas sobre la sociedad y de los proyectos políticos. Y creo que en la movilización por los derechos humanos no solo habitan reclamos puntuales, sino además una idea de derechos universales, para toda la humanidad, que chocan contra poderosos intereses creados.

—¿Podemos leer efectos de la misma dictadura en la fragmentación actual de los movimientos de derechos humanos?

—Sí y no. Por un lado, la misma conformación de los organismos de derechos humanos como un movimiento social reunido en torno a reclamos comunes y enfrentado a la dictadura supuso de entrada una variedad de identidades e intereses.

Por ejemplo, la constitución de agrupaciones de raíz cristiana, o de ideología liberal-democrática, o de tradiciones izquierdistas, se superpuso y se articuló con agrupaciones definidas por un vínculo familiar como Madres, Abuelas, Familiares. Ahí ya hubo diferenciaciones en función de estrategias u objetivos diversos, como cuando algunas Madres salen de Familiares, o se genera por otra parte Abuelas, o el CELS se conforma con gente que sale de la APDH, o más avanzada la dictadura, cuando Madres de Desaparecidos de Tucumán o muchas agrupaciones de Familiares se negaron a formar filiales de Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires. Pero lo que tenemos ahí

no es solo el efecto de las diferencias con las cuales tienen que lidiar las agrupaciones en función de los efectos de la política represiva, sino la misma lógica de la movilización social, que es plural, contradictoria, polimorfa. Incluso las regionales de H.I.J.O.S. en la década de 1990 tuvieron diferencias sobre los criterios de funcionamiento o las alianzas políticas, y eso es parte del proceso de movilización.

Sin embargo, podríamos decir que la fragmentación actual tiene que ver con el éxito del movimiento respecto de algunos de sus reclamos históricos y con la desatención de otros por parte del estado. Entre 1998 y 2001 empieza un proceso de mayor aceptación de los reclamos de memoria, verdad y justicia, que llega a su cima desde 2004 con el gobierno de Néstor Kirchner. Pero esa aceptación y el correlativo vínculo de muchas agrupaciones con el kirchnerismo se da en paralelo con conflictos que tienen otros organismos de derechos humanos respecto de las políticas sobre pueblos originarios o pobreza. Ahí se produce una divisoria que solo fue superada en ocasiones puntuales, como las protestas por el 2x1 o la desaparición de Santiago Maldonado.

—Por último, ¿cómo podemos pensar hoy la conexión entre los movimientos de derechos humanos y otros agentes como los activismos ambientales?

—Ya en algunas tradiciones de movilización por los derechos humanos aparece, bastante antes de la represión de los años 1975-1983, una agenda ampliada. Es decir, la idea de que los derechos humanos no son solo los que hacen a la vida y la integridad física, sino que abarcan otras muchas áreas. Más temprano o más tarde, todas las agrupaciones tuvieron algún tipo de ampliación de agenda, ocupándose de derechos a la cultura, a la vivienda y el trabajo, a la seguridad alimentaria, etcétera. Claramente, la conexión con la movilización feminista ha sido muy fuerte en los últimos años.

En el contexto actual, en el que hay una tremenda crisis ambiental directamente vinculada con el desarrollo capitalista, los derechos humanos no pueden pensarse con independencia de los efectos del cambio climático, de la destrucción de la biodiversidad y del arrasamiento del planeta. Hace rato que es hora de preguntarse por los derechos de otras especies y cómo conseguimos articularlos con los de la humanidad. No sabría decir cuáles serían las conexiones concretas que tendrán peso en el futuro inmediato, pero es claro que debe haberlas.

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Como síntesis de un trabajo de investigación de más de dos décadas, Luciano Alonso publicó a través de Editorial Prometeo “Que digan dónde están. Una historia de los derechos humanos en Argentina”.
Luciano Alonso es docente de la UNL; su investigación dio origen al libro publicado este año.
SOCIEDAD

La esperada reapertura del Patio Catedral

Y al final, un viernes caluroso de noviembre, el Patio Catedral volvió a llenarse de gente. Una mesita, regenteada por la Parroquia anfitriona, sale de un galponcito para que por esa tarde le den el status de “buffet”. Unas ruinas casi centenarias de repente se transforman en un Coliseo del Arte. Es así, como los caminos de las hormigas o como el uso del lenguaje: todo depende del uso.

Durante los últimos siete años, el majestuoso polo cultural conocido como Patio Catedral había cambiado de categoría y estuvo funcionando apenas como el patio abandonado de la parroquia Sagrado Corazón. Íconos de la música santafesina, como Carneviva, famosísimas cantantes como María Martha Serra Lima, la banda sinfónica de la Policía, la Santa Fe Jazz Ensamble y también muchísimas tardes y noches de Entepola (Encuentro de Teatro Popular Latinoamericano) supieron glorificar ese espacio como no lo pudo, quiso o supo hacer el entusiasmo por una nueva Catedral, tal era su destino premeditado. La sociedad santafesina le dio, en cambio, otro don: el de ser el hábitat natural de un artista y el de reunir públicos a celebrar comuniones artísticas.

El 18 de noviembre pasado, tras una espera larga, la vereda de calle 1º de mayo se iluminó con filas de focos blancos de nuevo, las columnas se volvieron de colores y las familias pasearon por los puestos de ocasión y se sentaron a consumir hamburguesas, gaseosas y porrones. Con feria y shows, se quebró el silencio del viejo Patio Catedral, querido por artistas y su público más que por nadie.

Poner voluntad

En 2015, cuando sucedió la última “clausura” del espacio cultural, el pretexto se sostenía en la intención de reflotar el proyecto de una nueva y linda Catedral en el microcentro de la ciudad, que quedó trunco allá por 1931. Desde entonces, el lugar cobró la

energía de un monumento caído, lejano y abandonado.

La decisión política de la Municipalidad y la buena voluntad de José María Soria, el actual párroco. Soria cambió el rumbo elegido por su antecesor Ricardo Colombo, que en 2015 pedía “ayuda al gobierno” para llevar

ra jornada, a la que calificó como “una noche esperada y soñada”, pero sobre todo muy entusiasmado por las próximas fechas: serán el 2, el 9 y el 23 de diciembre.

Además, Ricci celebró “la actitud del cura párroco José María Soria y la predisposición del Arzobispado para atender a nuestra propuesta de reapertura”. Por su parte, Soria añadió que “queremos que se valore esto que es mancomunado. Nada podría hacer sola la Iglesia, y el gobierno tal vez tampoco. Son espacios que nos invitan a trabajar en común”.

una buena noticia para la feligresía y los vecinos, algo que queda totalmente comprobado al ver el público que se acercó hoy y que esperamos que siga acompañando las propuestas”, detalló Ricci en charla con Pausa

Dentro de los factores que colaboraron a favor de la reapertura

del Patio, el funcionario remarcó el apoyo del cura Soria: “La verdad que encontré en él una persona muy abierta, que fue público de mucho de lo que pasaba en este lugar en los 90 y en los 2000. La única precaución fue que no se generen molestias para los vecinos ni para los parroquianos, que es algo que perfectamente podemos cumplir trabajando en conjunto”.

Música y convivencia

Respecto a la adecuación de las actividades al marco de la discusión por la nueva nocturnidad, Ricci cree que es clave apegarse a lo acordado para que todas las partes queden conformes.

“Creemos que cuando uno propone algo con claridad y sinceridad en cuanto a los horarios, las frecuencias y los criterios, perfectamente podemos convivir. Pero eso sí, nunca vamos a aceptar que se prohíba algún estilo musical o que no se pueda pasar música en un espacio público”, expresó el funcionario.

Como siempre, en el momento del balance, pesará y mucho la concurrencia del público y la apropiación del espacio por parte de los artistas, como tantas veces lo hicieron cuando hubo que defender las trincheras. ¿Seguirá abierto el Patio Catedral cuando llegue el invierno? Solo si dejamos que se enfríe.

adelante el viejo proyecto, que parecía tener que ver más con el lobby inmobiliario que con una necesidad de la fe.

Paulo Ricci, secretario de Educación y Cultura de la Municipalidad de Santa Fe, se mostró muy contento por el éxito de la prime-

Mientras que la parroquia accedió a que la agenda cultural vuelva a incluir al Patio Catedral, el Estado se ocupó y se ocupa de mantener el lugar. Según aclaró el propio intendente Emilio Jatón, el convenio conjunto contempla apenas los próximos seis meses de calendario y se trata de una “prueba piloto” para ver cómo será el futuro una vez vencido el plazo.

“Fue casi un año de negociaciones en los que intentamos convencer a la parroquia y al Arzobispado de que esta reapertura también es

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Paulo Ricci, secretario de Cultura de la Municipalidad: “Nunca vamos a aceptar que se prohíba algún estilo musical o que no se pueda pasar música”.
Tras el fallido intento de reflotar el proyecto de hacer una nueva catedral, el patio de la parroquia volverá a convocar al público y a artistas.
Después de siete años, a partir de un convenio firmado entre la Municipalidad y la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, reabrió el espacio cultural. El acuerdo es por seis meses. ¿Qué sucederá después? SOCIEDAD

CONCEJO

DE LA CIUDAD DE SANTA FE

concejosantafe

Concejo de la ciudad de Santa Fe ConcejoSantaFe Concejo Santa Fe www.concejosantafe.gov.ar

Estelares llega a Santa Fe con“Un mar de soles rojos”

Luego de tres años y una pandemia en el medio que obligó al mundo a poner una pausa, Estelares vuelve a Santa Fe para presentar su noveno trabajo de estudio: “Un mar de soles rojos”. El show será en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572) el próximo viernes 2 de diciembre a las 21 hs.

“Un mar de soles rojos” es un disco con once canciones, once historias atravesadas en algunos casos por las inquietudes y las inseguridades mismas del aislamiento, como así también por las ansieda-

des y deseos urgentes (pero suspendidos) que de alguna manera nos sostuvieron y nos defendieron de las imposibilidades pandémicas.

Mezclado por Martín Pomares en Big Foot, masterizado por Eduardo Pereyra en Mamma’s House y producido por Germán Wiedemer, el nuevo disco de Estelares cuenta además con la participación de la banda mexicana Enjambre en “Encantan”.

En ese proceso de creación, bajo ese contexto, Estelares recuerda: “No podíamos dormir, creemos que nadie podía dormir. Íbamos por los instrumentos por las noches para espantar a los fantasmas, pero fue inútil, los temas más acuciantes no dejaban de golpearnos a la puerta. Escribimos sobre el miedo, sobre la paternidad, sobre el futuro incierto, sobre la desesperación, sobre la esperanza. Eso es ‘Un mar de soles rojos’: almas revueltas en aguas hirvientes”.

El primer corte y clip del disco es la canción titulada “Miedo”. Según el cantante de Estelares, Manuel Moretti, “quizás es la única canción pandémica del disco. Los miedos atemporales se unieron en la angustia de los días interminables de pandemia y dieron vida a ‘Miedo’, nuestra ciénaga hecha canción”.

El video de “Miedo” narra la historia de un interrogatorio donde Manuel Moretti lleva adelante el relato a través de la confesión de sus miedos abordados en la letra de la canción mientras es juzgado por dos detectives, interpretados por Alejandro Fiore y Diego Aroza.

El videoclip tiene una alta carga simbólica que busca representar el juicio que realizan los otros ante la debilidad de una persona, y como esta mirada externa se siente con violencia en la propia piel de quien confiesa sus debilidades y temores.

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La banda liderada por Manuel Moretti se presenta el 2 de diciembre en Tribus.

La mutación del arte colectivo

La muestra colectiva santafesina “Guasineishon”, de Fuga Galería, obtuvo el prestigioso Premio en Obra en ArteBA.

VARIOPINTA 10 AÑOS

Cerezas negras

Guasineishon es la muestra colectiva santafesina con la que Fuga Galería obtuvo el Premio en Obra en ArteBA. El jurado estuvo integrado por Analía Solomonoff (gestora cultural, curadora y docente), Silvina Klein (coleccionista y gestora cultural) y Horacio Dabbah (consultor de arte y coleccionismo).

Guasineishon podría ser un grito de guerra, el estribillo de una canción bailada a los saltos en una fiesta o un santo y seña para movilizar energías primitivas. Los galeristas y ganadores del premio, Florencia Palacios, Ezequiel Ravazzani y Cecilia Sosa, dicen que Guasineishon “es una palabra inventada en la espontaneidad, un chiste, un pastiche, un adorno para una frase, una aspiración”.

Con obras de Martina Koch (Santa Fe), Federico Roldán Vukonich (Paraná), Blas Aparecido (Corrientes), Florencia Palacios (Santa Fe) y Cecilia Sosa (Santa Fe), la muestra premiada está integrada por producciones que abarcan diversas técnicas, materialidades y temáticas: Federico y Cecilia presentaron obras que revelan imaginarios personales, sueños diurnos y emociones

a través de la iridiscencia de la pintura, el uso de elementos naturales y trazos brillantes de grafito sobre papel negro. En contraste, Martina y Florencia trabajan colores vibrantes en escenas trash y posinternet, con pinturas de plastilina, acrílico y collages digitales en bastidor. Blas expuso una serie de gorras intervenidas con elementos de pedrería artificial y telas, convertidas en altares queers, atravesadas por los conceptos de la religiosidad popular.

El Premio en Obra implicó un reconocimiento económico sin la adquisición de la obra. ArteBA premia todos los años a los artistas plásticos de todo el país gracias a donaciones de coleccionistas y gestores. Para los Fuga, es un reconocimiento a una línea de trabajo que vienen sosteniendo desde sus inicios. En 2018 y 2019 el proyecto funcionó en dos locales comerciales de la Galería Sol Garden de nuestra ciudad, recuperando la idea de círculo y amistad entre artistas plásticos, poetas, narradores y músicos. Uno de los rincones fijos del local en cada muestra era la Biblioteca Fuga, conformada por libros, fanzines, hallazgos, dibujos y otras obras que quienes asistían podían leer y disfrutar mientras se oía leer a un

poeta, se tomaba una cerveza y se hacía una performance.

En la actualidad el formato de FUGA es nómade: realiza exhibiciones y actividades para exhibir arte en diferentes espacios no convencionales de la ciudad de Santa Fe y los eventos tienen una duración de uno o dos días.

El proyecto evolucionó dando prioridad al vínculo entre los espacios de exhibición y las diversas propuestas expositivas. A propósito de estos intereses sobre los modos de circulación, dicen los Fuga: “Nos dimos cuenta de que en la actualidad les espectadores en general estamos avasallades de información e imágenes que nos hacen perder la atención y buscar experiencias inesperadas. Por esta razón nos interesa elegir minuciosamente los espacios que van a contener y a acompañar a las obras a exhibir, intentando generar así un clímax que sumerja al espectador en una gran escena”.

El premio económico obtenido en ArteBA 2022 es un estímulo para el crecimiento y el desarrollo de Fuga. El grupo apuesta al trabajo horizontal, a los sucesos espontáneos y a la mutación. ¿Por eso quizás se nombran con una palabra que invoca un hálito, un bautismo siempre nuevo, salir de las aguas de un río seguro para irse al desierto o para volver a la ciudad o internarse en el monte al lado del barro? Si siguen las redes del grupo, podrán comprobar estos espacios y la construcción artística de sus obras en ellos. Fuga es quiebre, escape y nunca ocultamiento, sino la posibilidad de irse siempre hacia un lugar nuevo.

Mire que acordarme de usted en ese momento fue providencial. Diríamos que me salvó, que al final es un poco una exageración, pero siempre parece que lo grave se achica a la distancia. Y ahora esta noticia tan rara, de su desaparición. La acabo de leer en sunchodigital.com.ar. “Sunchalense desaparecida en el Caribe”. Entonces pensé en usted, porque digamos que se me había borrado de la memoria. Ya ve que cada cual se acuerda de lo que puede, o de lo que le conviene. Nunca más había pensado en usted, Profesora Periale. Leí la noticia completa, que en pocas palabras no dice mucho, porque los medios de acá son medio pelo nomás. Busqué en el otro diario y repetía casi los mismos datos. En resumen, que su marido la perdió en la Isla Martinica, cuando debían volver al Crucero que habían tomado en Costa Rica. La policía local rastrilló el territorio de la isla, sin resultados. ¿Fue asaltada y asesinada en ese exótico destino?, se pregunta el periodista de Sunchodigital. ¿O fue secuestrada para someterla a torturas o a ritos satánicos? El marido no declara nada, según el diario.

La noticia se conoce cuando ya pasaron tres semanas y su esposo volvió a la ciudad, ya sin esperanzas de encontrarla a usted, Profesora, que fue para mí como un ángel guardián. Qué rara es la cabeza humana, porque en aquel tiempo, cuando yo estaba recién casada, con la nena chiquita, ni me paraba a pensar en la secundaria, menos en los profesores. Si recordaba algo de esa etapa era la poca plata que mis padres tenían, los veranos aburridos y calurosos viendo Canal 13 de Santa Fe, el frío que se sufría al bañarse con el agua del calefón eléctrico, y una estufita a cuarzo con un solo tubito funcionando. Después entré a trabajar en la farmacia, me puse de novia, me casé, tuve a mi hija. Nunca pienso en el pasado. No mantuve amistad con mis compañeros de la secundaria. Hice mi vida y punto. Como todos, creo.

Usted era la profesora que peor vestía en el colegio, eso sí me acuerdo. Combinaba los colores de la ropa y de los accesorios, pero el conjunto se notaba barato. Tenía unos pantalones pata de elefante color ladrillo, pulóveres tejidos a mano por usted misma, aritos y pulseras de bijouterie ordinaria, de todos los colores. Nos daba Geografía; cuando pasábamos a dar lección, nunca nos miraba, nos dejaba hablar sin hacernos preguntas. Las pruebas las escribía en el pizarrón, preguntas de esas que hay que ele-

gir la respuesta correcta. Mientras usted copiaba, nos pasábamos las respuestas desde el banco donde se sentaba la tragona del curso hacia atrás. Cuando terminaba de copiar, todos teníamos señaladas las correctas. Claro que faltaba justificar, pero la mitad estaba hecha.

A mí me daba rabia usted, le tenía una bronca. No sé bien por qué, nunca me trató mal, pero era esa forma de ser tan, tan, como desganada, tan sonsa. Toda la escuela sabía que su marido le ponía los cuernos, pero la gente también decía que usted se lo merecía por desabrida. Nunca fue con maletín o portafolios a la escuela, arrastraba los libros y las hojas de los trabajos en bolsas de plástico de las compras. Por eso no me explico por qué en aquel momento tan difícil para mí fue su imagen, o su recuerdo, lo que evitó que cometiera una locura. Se me vino su cara a la mente, los ojos resignados, la boca caída. Y la entendí. Comprendí su actitud, sus gestos, dejé de sentir rabia porque usted me guió. Pensé, si la Profesora Periale pudo seguir viviendo con esa vida de porquería que tuvo, triste, sobre todo ninguneada por su esposo, por los otros profesores, por los alumnos, por sus propios hijos, todos varones, cuatro o cinco, no me acuerdo, si ella pudo con todos, yo también voy a poder. Eso me dije entonces, sentada en el piso de la galería de mi casa sin terminar. Después me sequé las lágrimas y me puse a lavar los platos. Fue una época muy complicada para mí, una no sabe del todo cómo van a ser las cosas, hasta que se vive, ¿no?

Yo qué iba a saber cómo era estar casada, cuidar de un bebé, limpiar una casa, dormir cada noche con el marido. Me casé a los 22 años para irme de mi propia casa, para escaparme casi. Cuando la nena tenía unos dos años me empecé a dar cuenta de que no me había escapado nada. Seguía en la misma, sólo que había cambiado el lugar, y ni tanto. Pero lo superé, en gran parte gracias a usted, que nunca lo supo. ¿Cómo lo iba a saber? Era ridículo pensar en contarle cómo me había ayudado, aunque ahora me arrepiento un poco. Si de algo me arrepiento siempre es de ser tan tímida, de no animarme a hablar con la gente.

Después el tiempo pasó, todo pasa, y me fui acostumbrando a vivir así. La olvidé como casi llegué a olvidar aquel momento de locura que tuve, y que mi marido no conoce, porque no se puede explicar. Me di cuenta de que tenía que hacer mis deberes siempre de la misma manera, que debía buscarme un pasatiempo, que los hombres engañan pero vuelven

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Guasineishon, de los artistas Martina Koch, Blas Aparecido, Eze Ravazzani, Fedreico Roldán Vukonich, Flor Palacios y Cecilia Sosa.

con su mujer. Mire usted, cornuda desde joven.

Supe que cuando se jubilaron, con su esposo, se daban la gran vida viajando por el mundo. Él la llevó a usted y no a la amante, y eso que se llegó a rumorear que la hija menor de la tipa es de él, de su esposo, de Periale, aunque nunca se sabe si es cierto todo lo que la gente comenta.

Veo lo que está pasando en el mundo, tanta guerra, robos, violencia, degeneración que pienso que mi arrebato de locura no fue nada, que casi ni pasó. Rezo para que algo mejore, cada noche ruego que a mi hija no le ocurra algo feo, que no la asalten ni la violen, ni se enganche con un tipo que le pegue ni que se le dé por tomar drogas. Está en el primer año de la universidad, vive sola en Córdoba, a mí me asusta la ciudad, pero ella quiso eso y con su padre pensamos que teníamos que darle un estudio, ya que es la única. Ella es distinta a mí, más abierta, más conversadora. De ahí que me dé tanto miedo porque no se fija con quién habla o dónde va, es confiada. Ya no le puedo recomendar más, me hace callar, me dice que soy un pájaro de mal agüero. Cierro la boca, qué voy a hacer, ya es grande, sabrá lo que hace. La extraño acá en la casa; menos mal que nunca dejé de preparar tortas para vender, me mantiene entretenida los fines de semana, cuando Carlos se va a pescar.

Con esto de su desaparición me viene todo a la mente de nuevo, pero parece que lo hubiera vivido otra persona, no yo, no esta señora hábil para decorar tortas, que va a rezar el rosario a los velatorios,

que aprendió a tejer crochet, que mira las novelas de la noche sin emocionarse con los romances. Era muy joven quizás, la sangre arde como leña seca a los veinte, creía que tenía derecho a esperar algo más, sin saber qué sería eso. Había dejado de trabajar en la farmacia para cuidarla a mi nena, a la Sabri. Me equivoqué al no salir a trabajar, una se despeja con la gente, se arregla para salir a la calle. Así que después volví a buscar empleo. Estuve unos dos años de ama de casa, desde que nació la Sabri hasta que empezó a ir al jardín maternal.

sobre todo Utilísima satelital. Preparaba recetas y comía. Comía mucho. Me costaba ordenar la casa, levantar los juguetes del piso. Lo dejaba para lo último, para un rato antes de que vuelva Carlos.

Aquel día la Sabri había volcado el cajón repleto de sus chiches. Yo probaba una receta de una torta de cerezas, muy complicada, que llevaba como dos horas de cocción en horno. En enero. ¿Cómo se me ocurrió tal pavada? No lo sé. No sé cómo era yo entonces, sólo que estaba obsesionada con lograr recetas difíciles. La nena andaba pesada, como una mosca alrededor mío. Ni me había cambiado la remera vieja que usaba de piyama. Habrán sido las dos de la tarde. Imagine el calor, cuando no teníamos aire acondicionado.

Me acuerdo patente que unos días antes del episodio, cuando Carlos llegó de la fábrica, le mostré cómo había pulido las hornallas de la cocina. Él se quedó mirando el brillo que yo había conseguido a fuerza de virulana y puloi, qué bien, dijo, qué bien, Nancy. Dio la vuelta para ir a sacarse la ropa azul, sucia de grasa.

Era verano, no se podía salir ni a la vereda hasta la tardecita. A mí no me gustaba ir al club, no tenía amigas, no quería mostrarme en malla, blanca y fofa como estaba después del embarazo. Pasaba la tarde mirando programas de cable,

Qué suerte que el tiempo te hace cambiar y entender. Antes yo era muy nerviosa, muy apurada, quería que las cosas me salieran enseguida. La Sabri me tiraba de la remera para que le haga upa, llorisqueaba mientras yo terminaba de acomodar las últimas cerezas sobre la torre de tres capas de masa. Me la despegué con un sacudón, se cayó de cola sobre el pañal, que debía estar repleto de pis. Lloró más alto. Le grité que me espere, o que deje de joder, algo así. A una criaturita de dos años, cuando lo recuerdo me remuerde la conciencia. Pero yo era otra, tenía una angustia que no entendía, necesitaba terminar la torta en paz. Cuestión que metí la torta en el horno, levanté a la nena, la cambié, le di su mema de leche fría, la acosté, se durmió.

Me senté en el piso fresco de cerámica a mirar el programa de

Maru Botana. Después el de Choly Berreteaga y alguno más que no recuerdo. Cada tanto iba a mirar mi torta y volvía a sentarme en el suelo. Me debo haber adormecido con la cabeza sobre el sofá unos minutos, o una media hora. Cuando desperté asustada, no entendía nada, olí la torta quemándose en el horno. Corrí a sacarla. Las cerezas de arriba eran bolitas chamuscadas. Ahí fue cuando me ataqué. Saqué la torta y la iba a apoyar sobre la mesada. Y escuché a la Sabri llamándome desde la puerta del antebaño. Juro que no pensé en lo que hacía, oía su vocecita como si saliera de un pasillo larguísimo. Ni la vi, a la nena, paradita con su peluche al lado de la puerta, no distinguía nada. ¿Qué me pasaba? Vaya uno a saber, nunca hice terapia, para qué si me compuse sola. Me di vuelta, con el molde quemándome las manos, y se lo tiré desde donde estaba. A mi nena. No puedo creer que lo haya hecho. El molde era de vidrio, le estalló al lado de sus pies y la salpicó de cerezas negras y crema caliente.

La Sabri empezó a gritar y quiso correr hasta mí, pero pisó astillas de vidrio, resbaló en la masa, se cayó. Yo corrí a levantarla. No le puedo explicar cómo me latía el corazón. También gritaba. La levanté, llorábamos las dos. La masa había manchado la tela del sofá.

Esa tarde, después, cuando había limpiado la cocina, había bañado a la nena, que al final sólo tuvo un cortecito en el pie, me senté en la galería, con la resolana quemándome. Ahí se me apareció usted, Profesora Periale, su cara blanca, sus hombros un poco encorvados.

La vi flotando sobre mí, vestida con

una remera de algodón que tenía impreso “Gimnasio Corpobello”, el pelo pajizo. Más que verla, la sentí, me comuniqué con usted de una forma sobrenatural. Su imagen me decía que todo estaría bien, que todo mejoraría, que se podía aguantar esto y más. Mire que no me acordé de mi madre, ni de Dios, ni de la Virgen. Usted fue mi salvadora. De una manera inexplicable pude entenderla, comprenderla, por unos minutos fuimos la misma persona, o mejor, el mismo espíritu. Usted me consolaba, mostrándome que una puede seguir, que los demás ven lo que quieren ver, pero nadie la ve a una como es. Humillada, aterrada de mí misma después de casi haberle partido la cabecita a mi hija con un molde de vidrio, fui consolándome.

No le digo que ahí terminó todo y chau pinela. Me costó. Lloré arrepintiéndome de mi locura. ¿Y si le acertaba en la cabeza? ¿Si la dejaba sin un ojo? ¿Cómo le daba la cara al padre? ¿Qué me quedaba sino matarme? Una madre cuida a sus hijos. ¿Qué era yo? ¿Un monstruo? Agradecí al Señor mi suerte, porque no lastimé a mi hijita. Fue un aviso, no hubiera vivido si dañaba a la Sabri. Ella no se acuerda de nada, era tan chiquita. Nunca más la maltraté. Más vale me iba a soltar mi rabia al patio, porque la rabia no se me curó así nomás. Un tiempo fumé a escondidas, pero me daba más ansiedad. Probé con un homeópata con pastillas naturales para los nervios. Las dejé también. No digo que todo se curó en ese rato, pero sí digo que si no hubiera tenido su visión y usted no me hubiera comunicado su sabiduría, seguro me volvía loca, algo se me aflojaba en la cabeza para siempre. Usted me ayudó a mantenerme cuerda, Profesora Periale.

Así que yo no creo en la teoría del robo ni en la del secuestro, saco mi propia conclusión: ni se perdió ni se la llevaron en esa isla caribeña. Usted se escapó, se ocultó de su marido, para empezar otra vida, allá en el Trópico, con gente desconocida y plantas exuberantes. Eso pienso. ¿Lo planeó? No creo, me inclino por pensar que fue un impulso, una inspiración. Se retrasó entre la manada de turistas, perdió de vista a su marido, no hizo ningún intento de llamarlo. Sólo se dejó estar. Quizás volvió a un puesto de artesanías. O le dio billetes a un natural de la isla para que la esconda un tiempo. Esto lo sé porque en cuanto leí la noticia de su desaparición, volví a tener esa comunicación con usted. Pero esta vez había alegría en sus ojos, me miraba, por primera vez me miraba a mí, me decía ¿Viste, Nancy, que nunca hay que perder las esperanzas? A nadie se lo puedo revelar, sé que suena a locura, pero usted y yo, Profesora Periale, sabemos que vamos a resistir y que, cuando nadie lo espere, los vamos a dejar con la boca abierta preguntándose qué fue de nosotras.

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¿Fue asaltada y asesinada en ese exótico destino? ¿O fue secuestrada para someterla a ritos satánicos? El marido no declara nada.

Diletante de las tierras zombies

La felicidad ha sido abordada a lo largo de la historia desde Aristóteles a Ricardo Montaner.

Por lo general, en muchos casos el dinero suele ser un gran facilitador para reemplazar los supuestos acercamientos a eso que llamamos un estado de felicidad. En nuestras tierras, sin dudas, la inflación es uno de los aspectos que inciden en el bienestar de las personas que habitan en el laberinto de las remarcaciones semanales. ¿Existe una economía de la felicidad? ¿La tecnología puede hacernos más felices? ¿Un bot es más barato que una persona? ¿El salario es ganancia? ¿Qué es un salario?

En este caso desde este púlpito del sin sentido no profundizaremos en cómo la economía estriba sobre cualquier deseo de buen gobierno. Ni si depositamos esperanzas en resultados deportivos de manera desmedida.

De manera muy aleatoria a nuestras retinas llegó un paper, cuyo título era“A Wandering Mind is an Unhappy Mind”que según el traductor de google sería algo así como: Una mente errante es una mente infeliz. O, dicho de otra manera, cuanto mayor divague… más infelicidad. Volando cachilos la felicidad se aleja.

Al parecer, los psicólogos Matthew A. Killingsworth y Daniel T. Gilbert, de la prestigiosa Universidad de Harvard, diseñaron un estudio para poner a prueba la idea de que la felicidad está en vivir el momento. Si, just do it. Todo es ilimitado pensá en el presente. Este modo de interpretar el mundo es defendido por ciertas tradiciones filosóficas y religiosas, que además centran su práctica en entrenar la mente para resistir esta tendencia al pensamiento errante y concentrarse en“el aquí y el ahora”. Gambeteando la angustia, pero optimizando la productividad hasta en el ocio. ¿Cómo le explicaría a un alienígena nuestra actualidad?

Según el estudio realizado indican que la mayoría de las personas emplea hasta el 46,9% de las horas de vigilia en pensamientos que nada tienen que ver con lo que está haciendo en esos momentos. ¿Alguna vez intentó tocarse el codo con la lengua?

Para estos científicos“la“divagación mental”parece ser el modo de funcionamiento por defecto del cerebro humano. Sin embargo, aunque la capacidad de pensar acerca de lo que no está sucediendo es un logro cognitivo, tiene un alto impacto emocional que produce infelicidad”. Son algunas de las conclusiones de un estudio publicado en la revista Science realizado con una muestra de 2.250 personas.

A las 0 hs comienza el apocalipsis zombie. ¿Qué haría?

Crónicas desde Qatar

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