Pausa 288

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AÑO 14 - Nº 288

Periódico Pausa

EDICIÓN DE 16 PÁGINAS

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JUEVES 31 DE MARZO DE 2022 PRECIO: $150

Suppo: 12 años de impunidad El asesinato en 2010 de la querellante y testigo en juicios de lesa humanidad, Silvia Suppo, expuso la continuidad del aparato represivo del terrorismo de Estado. Hoy su familia y diversas iniciativas militantes sostienen viva la memoria de la mujer que sobrevivió a la dictadura militar pero fue asesinada en su búsqueda de verdad y justicia. Pág. 7

En las redes se juega otro Clásico Previo al último clásico santafesino hubo un encuentro en Twitter organizado por hinchas de Colón y Unión. Entre clicks y likes, quedó a la vista que es posible construir ideas comunes con sentimientos tan enfrentados. Parece ser que los clásicos no son sólo imágenes de la Policía reprimiendo hinchas o de sujetos arrojándoles cosas a otras personas. Págs. 8 y 9

Orgullosa de la identidad disca Daiana Travesani escribió el libro “Me proclamo disca, me corono renga”. En diálogo con Pausa repasó su experiencia personal y política como discapacitada: “Soy feminista antes de ser renga y eso me ayudó a pensar mi identidad”. Al mismo tiempo, la activista afirmó que “nuestra sola presencia deja en claro qué cuerpos importan y cuáles no". Pág. 10

AD+ Locomotora, la vida de una campeona en pantalla grande Pág. 11

Revisar el almanaque: hechos históricos en clave feminista Pág. 12


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PAUSA | ASUNTOS PÚBLICOS

A nuestros lectores

El discurso de odio avanza. El primer paso para enfrentarlo es admitir su crecimiento. Las expresiones más violentas que se mantenían en privado ahora se pronuncian en el Congreso. Y todo el espectro político se corre hacia la derecha, empujado por una pequeña patrulla apañada por la pantalla de la TV. La convivencia democrática reclama la proliferación de las diferencias y el debate público de la vida en común. Ese es su desafío y su destino histórico. El discurso de odio es, de por sí, antidemocrático. Arrasa hasta el exterminio cualquier diferencia y niega, en pos de un ideal –blanco, varón y rico–, la intervención política en los temas que nos atañen a todos. A la inversa, es sobre el fracaso de buena parte de la política de estos casi 40 años de democracia que el discurso de odio crece. Al neofascismo libertario no se lo vence con gritos de escándalo, se lo vence atendiendo al dolor y la angustia donde busca echar raíces.

STAFF DIRECTOR Ezequiel Nieva SECRETARIO DE REDACCIÓN Juan Emilio Pascual COLABORADORES Ileana Manucci, Gastón Chansard, Alan Valsangiácomo, Mari Hechim, Marcelo Przylucki, Bautista Veaute, María Luisa Lelli, Milagros Argenti, Mariángeles Guerrero, Agustina Lescano, Lucía Guadagno, Federico Coutaz, Analía Giordanino, Javier Gatti, María Belén Degrossi, Gabriela Carvalho, Rodrigo Barba y Sebastián “Rebo” Pérez CONTACTOS Tel: (0342) 154 344 277 pausadigital@gmail.com EN LA WEB: pausa.com.ar

Los artículos firmados no reflejan necesariamente la opinión del editor.

Pausa Nº 285, 2/12/2021 Propietario: Cooperativa de Trabajo Bajo el Fresno Limitada Director responsable: Ezequiel Nieva Domicilio legal: Lavalle 3447, Santa Fe Registro de la Dirección Nacional de Autor en trámite Impreso en DWP SRL, Ayolas 241 Bis, Rosario (Santa Fe)

A la derecha está la pared Los espacios antiderechos y “libertarios” crecen más en los medios que en los hechos. Los outsiders y las figuras mediáticas aún no logran cohesionarse. Por Ezequiel Nieva Desde que la derecha más recalcitrante comenzó ganar espacios de poder a nivel nacional, la diputada santafesina Amalia Granata aceleró a fondo su proceso de instalarse como una figura relevante en el campo electoral. Sus armas: la estigmatización de los pobres y de las minorías, un discurso de amplio impacto mediático y las pantallas porteñas –de alcance nacional– que gustosamente le abren sus espacios para que despotrique contra cualquier tipo de política de inclusión. Granata llegó a la Legislatura santafesina en 2019 como cabeza de lista de Somos Vida, una alianza entre el partido Unite, militantes católicos y organizaciones evangélicas. Los buenos resultados logrados en esas elecciones le permitieron al espacio “celeste” (identificado como “provida”, por su postura contraria al aborto legal) ingresar seis diputados. Al calor del debate por el aborto, Somos Vida se convirtió en la la tercera fuerza en la categoría de diputados, detrás del Frente Progresista y del PJ y desplazaron a Juntos por el Cambio al cuarto lugar. Pero el acuerdo iba a durar muy poco. La ruptura del bloque “celeste” tuvo tres etapas. Apenas pasadas las elecciones de 2019, en plena transición, las diputadas Granata y Betina Florito decidieron conformar su propio bloque –Somos Vida– y se alejaron de los otros cuatro legisladores electos ese año por la boleta que encabezó la mediática diputada. Esos cuatro legisladores –Nicolás Mayoraz, Natalia Armas Belavi, Walter Ghione y Juan Argañaraz– conforman actualmente el bloque Somos Vida y Familia. En 2020, Granata también dio por terminada su alianza política con Betina Florito y conformó su propio bloque unipersonal, llamado ahora Somos Vida-Unión Federal. Ya en 2021, cerró filas con el referente del PRO Federico Angelini para competir en las elecciones intermedias como segunda precandidata a senadora nacional. No les fue bien: quedaron terceros en la interna de Juntos por el Cambio realizada en septiembre, detrás de los radicales Carolina Losada y Maximiliano Pullaro. Debido al “salto” de Granata, que iba a durar lo mismo que la frustrada campaña, el partido Unite pidió formalmente a la Le-

Granata y Milei coquetean políticamente en estudios de televisión y ya se habla de alianzas.

gislatura provincial que se deje “sin aval” partidario al bloque unipersonal porque “ha dejado de representar la plataforma electoral por la cual fue elegida”. En una nota dirigida al presidente de la Cámara de Diputados de la provincia, Pablo Farías, el presidente de Unite, José Bonacci, argumentó que la decisión se debió a “su adhesión al macrismo, que promovió el tratamiento de la ley del aborto, lo cual implica una traición a los casi 300 mil santafesinos que la acompañaron en la posición provida”. En aquel momento, desde Unite hicieron hincapié en las manifestaciones públicas de Álvaro Zicarelli, asesor de Granata, quien confesó que ‘ir con ese sello fue un mero utilitarismo electoral de necesidad absoluta” y que “no hay ninguna vinculación ideológica o política entre Amalia y Unite”. Desde el partido que le posibilitó su candidatura y su banca, no se ahorraron calificativos: “La posición del partido es no avalar a tránsfugas”. Hoy Granata compone un bloque unipersonal y ha roto todas las alianzas que le permitieron llegar a la Legislatura, por eso busca

nuevos rumbos en Buenos Aires. Figuras dispersas

El espacio “libertario” crece más rápido en los medios que en los hechos concretos. Hasta el momento, son figuras de mayor o menor impacto mediático, con muchos seguidores en las redes sociales, pero sostenidos por construcciones políticas poco desarrolladas. Los “libertarios” consiguieron su primer suceso electoral en las intermedias de 2021, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires, pero solo cuentan con dos diputados nacionales sobre un total de 257. No tienen fuerza para incidir en los procesos políticos, ni siquiera para terciar entre los dos grandes polos de “la grieta”. Escindida del sector “celeste” en Santa Fe, y tras su breve aventura como precandidata de Juntos por el Cambio, ahora Amalia Granata ensaya un acercamiento hacia el espacio del economista anti-Estado Javier Milei. Por ahora, la cosa no pasa de algunas fotos tomadas en los estudios de televisión que frecuentan uno y otra con asiduidad. ¿Granata y Milei negocian

una alianza? “Estamos haciendo encuestas y focus group que nos da un nivel mayor al 80% de complementariedad entre los dos dirigentes. Los electores de Granata que votarían por Milei y viceversa, lo que da una plataforma de construcción muy sólida para un proyecto provincial y nacional”, señaló el asesor Ziccarelli en declaraciones a La Política Online. En Rosario aseguran que en 2023 Granata va a ser nuevamente candidata a diputada provincial, pero ahora por Libertad Avanza, la agrupación que comanda Milei. Sin embargo, como son elecciones desdobladas, tampoco descartan que Granata integre luego la fórmula presidencial como vice del economista, si es que éste finalmente cumple con sus anuncios de ir por la primera magistratura en busca de aplicar un programa que elimine todo vestigio de intervención estatal sobre la economía. En las últimas semanas, además de compartir notas y fotos, Granata profundizó su discurso contra la ampliación de derechos, con el argumento de que las políticas sociales se llevan adelante “con la plata de mis impuestos”. Un discurso 100% Milei. Contra todas, todos y todes

La última cruzada de Granata es contra el colectivo de personas trans, a quienes acusa de tener privilegios y de servirse de los recursos públicos. Pero no es su única batalla. En los últimos meses, la diputada mediática lanzó distintas iniciativas de imposible concreción, por ejemplo cerrar el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación. El modus operandi es conocido. Ante un hecho de fuerte impacto –como la violación grupal ocurrida en Palermo–, la diputada santafesina sale rápido a plantear consignas imposibles pero efectistas en términos de rebote mediático: “Estos ministerios están creados para mantener a la militancia porque no hacen nada por las mujeres, cada vez mueren y violan más mujeres”. “El colectivo de mujeres primero que laburen y después que vengan y me enfrenten. Dicen que defienden a las mujeres y no lo hacen. Nos tenemos que despertar, pongamos el foco en la educación y no en estos ministerios que no sirven para nada”, señaló Granata, pocas semanas atrás, en diálogo con FM Sol.


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Tus libertades siembran el odio El derecho de expresión es un argumento que suele utilizarse para realizar actos discriminatorios. ¿Qué hacer?

Por Mariángeles Guerrero Mirás a la cámara y decís cualquier cosa, pero cualquier cosa. Desinformás. Lastimás. Hablás para una tribuna específica que se regodea en lo que quiere escuchar. Juntás tus votos, relojeás encuestas. Repetís algún chiste que sonó bien en una reunión de amigos, afirmás como si nada que una nena violada debe parir. Decís que una persona trans no tiene ningún impedimento para pagar sus tratamientos de hormonización. Desconocés estadísticas, como las de la Fundación Huésped y la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina (ATTTA) que en 2014 dieron a conocer que la expectativa de vida de las personas trans es de 35 años. También, que 6 de cada 10 personas trans viven alguna situación de discriminación social. Ignorás que la primera Encuesta Provincial de Vulnerabilidad de la Población Trans, elaborada en 2019 por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC) de Santa Fe, arrojó que la mayoría de las personas travestis, transexuales y transgéneros son víctimas de la exclusión y discriminación escolar. El 42,5% posee un nivel mediobajo de estudios (primaria completa, secundaria incompleta), el 46% cuenta con un nivel medio-alto (secundario completo, universidad incompleta) y sólo el 5% pudo completar una carrera universitaria o terciaria. Pasás por alto que, según el mismo relevamiento, el 47% de la población travesti, transexual y transgénero comienza a comprender su identidad de género y a expresarla socialmente a partir de los 13 años. Ese proceso se da en simultáneo con la edad escolar y la violencia sufrida genera deserción escolar y trabas para acceder al mercado laboral. Olvidás que muchas nenas están mirando la pantalla en la que te expresás libremente, nenas sobre las cuales pesa el secreto de un abuso, o de un embarazo producto de ese abuso. Olvidás que muchas pibas que no se animan a contar su orientación sexual te están escuchando. Olvidás al pibe trans que da sus primeros pasos para ser quien es, quien siente ser, y que mientras le ceba mates a la abuela recibe tus dichos como patadas en la panza. O quizás no. No olvidás nada: a tus palabras le sobran odio. Los discursos que definen a la diputada provincial de Santa Fe, Amalia Granata, suelen instalarla en el sitio de la polémica, de quien se sale de los moldes de lo políticamente correcto. Pero lo que dice la legisladora puede ser un delito.

En caso de un hecho de discriminación, hay que contactarse con la delegación correspondiente del INADI para recibir asesoramiento. En Santa Fe, el teléfono es 4563295. Además, el organismo lleva adelante jornadas y talleres de diversas temáticas para concientizar sobre el acceso igualitario a los derechos. En el verano impulsó la campaña Verano sin discriminación. Además, trabaja con gremios, clubes y escuelas para la prevención de este tipo de hechos.

18 de marzo, Día de Promoción de los Derechos de las Personas Trans. Militantes de la ciudad acudieron al INADI por los dichos de Granata.

Tu opinión es un ilícito

La Ley Antidiscriminatoria N° 23.592 define al acto discriminatorio como aquel que “menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional”. Prescribe que quien realice alguna de estas acciones será obligado, a pedido del damnificado o damnificada, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. Según esta normativa, serán reprimidos con prisión de un mes a tres años quienes participen en una organización o realicen propaganda basadas en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un grupo de personas de determinada religión, origen étnico o color, que tengan por objeto la justificación o promoción de la discriminación racial o religiosa en cualquier forma. En igual pena incurrirán quienes alienten o inciten a la persecución o el odio contra una persona o grupos de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas. Ir al INADI

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) es un organismo técnico que brinda asesoramiento y recomendaciones en situaciones de discriminación. A principios de mazo, durante una entrevista que Carmen Barbieri realizó a Amalia Granata en su programa Mañanísima, la legisladora dijo que las personas trans tienen que estudiar, salir a trabajar y hacer vida “normal” porque no se

las discrimina y están en igualdad de condiciones que el resto de las personas. También habló de que las mujeres reclaman "privilegios" que los varones "no tienen". Su entrevistadora asintió en todo momento, e incluso llegó a afirmar que a las personas trans "se les paga" por su identidad de género. Tras estos dichos, el Movimiento de Integración Sexual, Étnica y Religiosa (MISER), Varones Trans de Santa Fe y la Asamblea Trans No Binarie de Santa Fe realizaron una presentación ante el INADI Santa Fe. "Ninguna agresión sin respuesta", afirmaron luego en redes sociales. No fue la única denuncia que el INADI Santa Fe recibió por estos dichos. En todo el país, las presentacionesn suman 700. Una vez que se formaliza la denuncia ante la delegación correspondiente del INADI y se pide la carátula en Buenos Aires, hay dos vías. Una es realizar una conciliación, si la denuncia es admisible, y tratar de hacer llegar a las partes a través del diálogo si es que las partes así lo desean. Si así no lo manifiestan, se corre traslado por el término de diez días para que se realice un descargo y se reúnan las pruebas. Tras esta instancia, INADI central dictamina si esos dichos son o no discriminatorios. El dictamen puede estar acompañado con alguna recomendación en relación a conductas a seguir. Pero la entidad no tiene facultad de sanción ni de multa. Esa es tarea de la Justicia. Pausa dialogó sobre lo acontecido con María Paula Saini, abogada

y actual delegada del INADI Santa Fe. Sin adelantarse a determinar si los dichos son o no discriminatorios la entrevistada contextualizó los dichos de Granata. —¿Cree que hay un discurso que convalida o posibilita que ciertas personas salgan a hacer estas aseveraciones? —Bajo el pretexto de la libertad de expresión muchas personas, que pueden ser funcionarias públicas o no, creen que tienen la libertad de opinar y expresarse de cualquier manera. La realidad es que esta libertad tiene límites. A la libertad de expresión se la utiliza para decir que sin ella no hay democracia. Pero ese derecho ligado a la protección de la democracia se da siempre y cuando quienes estén ejerciendo ese derecho estén emitiendo una opinión sobre el Estado, no cuando es el propio Estado el que emite un comentario. En este caso Amalia Granata forma parte del Estado, de uno de sus Poderes, que es el Legislativo. —¿Qué pasa con la libertad de expresión en relación a alguien que no es funcionario o funcionaria? —Funciona de la misma manera. Todos, todas, todes tenemos la libertad de expresarnos. Pero si esa expresión se convierte en un ilícito o en un delito, no importa si sos funcionario o no. La libertad de expresión tiene un límite y consecuencias. Pero cuando uno ejerce un cargo la responsabilidad es mayor, porque cuando uno habla frente a cámaras y multitudes, ese discurso se replica y se multiplica. Eso es lo complicado. —¿Cuál es el origen de los ac-

tos de discriminación? —Es no poder ponerse en el lugar del otro o de la otra. O de entender al otro como un Otro y no como algo igual pero distinto. Esa pretendida normalidad hegemónica deja afuera a muchas personas. Todo lo que queda por fuera de esa norma, que incluye al varón blanco, propietario, heterosexual, sin discapacidad y no mucho más, forma parte de la discriminación de un otro. Lo que fundamenta los discursos de odio es la construcción del otro como un enemigo, no como alguien que tiene distintos intereses o que es distinto pero tiene los mismos derechos que yo, sino de un otro que nunca va a formar parte de lo que yo formo parte. —¿Considera que con el crecimiento de la derecha hay un contexto para estas situaciones? —Hay determinadas personas que han irrumpido en la política y que bajo el manto del liberalismo y que "mi libertad termina donde empieza la tuya", creen que pueden decir cualquier cosa. En el paraguas de la libertad de expresión se amparan estos sectores políticos. —¿Cuáles son las consecuencias de estos discursos? —Generan violencia y odio en la sociedad. En cada una de las notas en las que he hablado siempre hay comentarios debajo donde dicen “está bien que no les paguen a estos que son unos vagos, unos planeros”. Esto refuerza el discurso de la meritocracia, de que el colectivo trans es cercano al gobierno, de que “los trans son planeros”, que son la parte de la sociedad que nadie quiere soportar o pagar. Todos estos discursos terminan generando, en la práctica, violencia, odio y situaciones de discriminación concretas. Más allá de lo peligroso que es que lo que se menciona o los discursos que se elaboran se basan en falacias o en cosas que son falsas.


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Profusa actividad contra las minorías

La diputada Amalia Granata se encuentra entre las 10 con más proyectos presentados. Existe el mito de que las figuras mediáticas que llegan a ocupar bancas legislativas en virtud del atractivo que su fama les otorga sobre el electorado, luego tienen poca o nula actividad política. Ese mito los pone en el lugar del caballo que tira del carro: una fuerza de tracción imprescindible para que otros dirigentes, que no son conocidos ni tienen los votos, puedan usufructuar la llegada de esas figuras sobre amplios sectores de la sociedad. Ese mito no se verifica en el caso de Amalia Granata. Contra lo que puedan pensar muchos, la diputada del monobloque Somos VidaUnión Federal es una de las que más cantidad de proyectos presentó en la Legislatura provincial. La diputada nacida en Rosario y residente en la ciudad de Buenos Aires se mostró bastante activa en sus primeros dos años en la Legislatura. Sin ir más lejos, solamente entre febrero y agosto de 2021 presentó 78 proyectos y quedó en el 10º puesto entre los 50 diputados y diputadas provinciales (sexta entre las mujeres que más iniciativas ingresaron), según un relevamiento del portal Despacho Digital. El año pasado –en paralelo a su frustrada precandidatura a senadora nacional por el PRO– Granata se ubicó en el sexto puesto entre las diputadas mujeres que más proyectos ingresaron a la Cámara baja, detrás de Natalia Armas Belavi (Vida y Familia), Cesira Arcando (Partido FE), Georgina Orciani (UCR-Evolución), Silvana Di Stefano (UCR-Evolución) y Betina Florito (Somos Vida Santa Fe).

En lo que hace al ranking general, Granata se ubicó en el décimo lugar detrás del diputado del bloque Vida y Familia Nicolás Mayoraz (quien ingresó un total de 387 proyectos), seguido por Juan Argañaraz (Vida y Familia, 263), Carlos Del Frade (Frente Social y Popular, 256), Natalia Armas Belavi (Vida y Familia, 221), Cesira Arcando (FE, 125), Georgina Orciani (UCR, 124), Oscar “Cachi” Martínez (Frente Renovador, 95), Silvana Di Stefano (UCR, 85), Juan Cruz Cándido (UCR, 82) y Betina Florito (Somos Vida Santa Fe , 82). Desde que asumió su banca en diciembre de 2019 y hasta agosto de 2021 (último dato disponible), la legisladora ingresó 201 proyectos en la Legislatura provincial: 31 de ley, 156 de comunicación, 12 de declaración y los otros dos de resolución. Desde su banca en la Legislatura santafesina, Granata no pudo hacer nada para impedir la legalización del aborto. Pero viene dando batalla en contra de la ampliación de derechos –y en particular contra los derechos de las minorías– y así lo hizo saber en recientes declaraciones periodísticas: “En la Legislatura meten cada vez más proyectos para darles más derechos a los trans. O porque son trans piden viviendas gratis. Y hay que pagarles desde el Estado el tratamiento de hormonización. A ver: sos trans, no tenés ninguna incapacidad”. Todo dicho.

Lo que las Amalias no saben (ni quieren escuchar) Las declaraciones de Granata contra las personas trans le valieron unas 700 denuncias en la Defensoría del Público.

Alejandra Ironici, Victoria Stéfano y Giovi Novello, tres de las personas trans que luchan por la igualdad y contra los discursos de odio.

Por Milagros Argenti “En la Legislatura de Santa Fe meten cada vez más proyectos para darles más derechos a los trans. O porque son trans piden viviendas gratis. Y hay que pagarles desde el Estado el tratamiento de hormonización. A ver: sos trans, no tenés ninguna incapacidad”. “Hay chicos que no comen, que están en la pobreza absoluta. Hay prioridades”. “El trans no está incapacitado para trabajar, tiene pies, manos, cerebro”. “¿Porque las discriminen las vamos a seguir manteniendo?”. “Los trans tienen privilegios”. Y un largo etcétera... Estas declaraciones fueron hechas por Amalia Granata en el programa de Carmen Barbieri y en el de Ángel de Brito. Al cie-

rre de esta edición, había unas 700 denuncias contra la diputada provincial ante la Defensoría del Público. ¿Puede una legisladora hablar de una forma que (cuanto menos) tensa el cumplimiento de la Ley Nacional de Identidad de Género? ¿Puede manifestarse en contra de un grupo de personas y ampararse en la libertad de expresión? El colectivo trans considera que no. Luchar para no morir

Alejandra Ironici fue la primera mujer trans de la provincia en recibir, en 2012, un DNI que respeta su identidad de género, y en ser efectivizada en un cargo del Estado. Actualmente, trabaja en Servicios Sociales del hospital Sayago. Es una rara excepción en el colectivo trans: a sus 49 años, tiene em-

pleo fijo y alquila una casita. Ella lo reconoce: “Yo tuve un montón de oportunidades que otras compañeras no tuvieron”. Pero también recuerda lo que tuvo que sobrellevar para llegar adonde está: durante décadas vivió de prestada en barrios marginales, comió las migajas que otorgan las tarjetas alimentarias, caminó horas y esperó durante días enteros, en pasillos gélidos o hirvientes, que algún funcionario la escuchara. En la madrugada previa a la entrevista para Pausa, una compañera la llamó porque se quería suicidar. Como cada vez, empatizó con ella. Entendió lo que le preguntaba en un llanto desesperado: “¿Por qué todo nos cuesta tanto más a nosotras?”. Y la convenció de no matarse. El suicidio es uno de los prin-


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dó libre porque no la dejaban entrar. En los boliches, cuando los pibes que se la querían levantar se daban cuenta de que era travesti, sin mediar palabra, le ponían una piña en la cara y se iban. Ella sabe de exclusión y de demonización.

arraigada en los amalios: que los transexuales eligen ser hombre o mujer. En este punto, Alejandra es tajante: “Yo no elijo”. Giovi Novello, coordinador de Varones Trans y No Binaries, refuerza: “No es fácil tener que salir todos los días en un cuerpo que no te pertenece. Es muy difícil cuando vos no te podés ni mirar al espejo. Esto nos ayuda a equiparar lo que sentimos con nuestro reflejo. Es muy importante para la salud mental. A mí la hormonización me salvó la vida”. Ambos referentes del colectivo se sometieron también a operaciones de adecuación, que en la provincia de Santa Fe son gratuitas y públicas. “Para mí hacerme la toracoplastia masculinizante fue un antes y un después”, cuenta el joven de 27 años, que pasó una década usando dolorosas fajas para que su tórax pareciera el de un varón. “Hay que entender que esto no es un capricho, es algo que te atraviesa, que está en la piel. Nosotros no nos levantamos un día y dijimos ‘tengo ganas de ser trans’”. Además, los tratamientos hormonales favorecen el ‘passing’, que es la capacidad de ‘pasar desapercibida’ en tanto persona transexual. El ‘que no se note’ la transición. Según Vicky, para los varones, esto es particularmente importante, porque “es la única manera de no exponerse por ejemplo a una violación correctiva, es la única forma en la cual su cuerpo no sea leído como femenino y se convierta en depositario de todas las violencias. Si no tenés el passing, si no parecés lo suficientemente varón, o sos puto o sos una cosa extraña en el medio, a la que hay que corregir”. Entonces, “el passing, en ciertos lugares, es supervivencia”. Solventar la hormonización es también un acto de “reparación histórica”. “El Estado que me persiguió, que provocó que yo perdiera todo el tercer año de la secundaria simplemente por ser demasiado femenino, y que eso trastorne todo mi devenir educativo posterior, tiene la obligación de reparar lo que me hizo”. —¿Es discriminatorio lo que dijo Granata? —Sí lo es, porque hay una investidura institucional. Lo que Amalia Granata dice no lo dice Amalia Granata, lo dice el Estado. La libertad de expresión es una herramienta maravillosa. Pero el límite es la violación del derecho de otras personas.

Hormonización y supervivencia

Responder desde el amor

Amalia Granata tiene una profusa actividad en la Legislatura pero no pierde oportunidad para negar las leyes vigentes y discriminar.

cipales factores para que la expectativa de vida de la población trans sea de 35 años. ¿De qué más mueren? “Por problemas de salud, por colocación de silicona industrial, por no alimentarse bien, por ejercer la prostitución”. O sea: mueren por desidia o por violencia. Mueren como perros. “En esas cuestiones las políticas del Estado son nulas. Por eso es contradictorio lo que Amalia Granata dice con respecto al empleo. Porque una compañera trans de 35 años se muere por el abandono social. Y es doloroso

Alejandra Ironici: "Hay un gran número de personas trans que son solas y no tienen dónde vivir. No pedimos privilegios, pedimos igualdad". saber que como provincia hemos avanzado en un montón de derechos pero que, en la realidad, en lo concreto, no estamos salvando a nadie, o a muy pocas”. Decime puto sin decirlo

—¿Por qué es discriminatorio lo que dijo Granata? —Porque lo dijo en un contexto que generaba odio social, para que la sociedad nos juzgue y nos condene. No dijo la palabra ‘puto’, pero estaba implícita en lo que ella estaba repitiendo. Es discriminatorio, en el horario en que ella lo hizo y hablándole a todo un país, decirles a las familias que nosotros gastamos lo que no

debemos. —¿Piden viviendas gratis solo por ser trans, Alejandra? —No. Pedimos un cupo en viviendas porque no tenemos oportunidades para acceder a un plan de vivienda. Porque la ley es muy vieja y solamente contempla a familias. Y hay un gran número de personas trans que son solas y no tienen dónde vivir. No pedimos privilegios, pedimos igualdad. Los vagos de siempre

Lo cierto es que Granata no está sola. Hay miles de amalias y amalios dispuestos a sacar sus conclusiones sobre las personas trans, pero no dispuestos a escucharlas. “Los discursos como el de la diputada le hablan a ese sector y lo que dicen es en su representación”, argumenta Victoria Stéfano, mujer travesti de 29 años. —¿Por qué es necesario el cupo laboral trans? —Tiene que ver concretamente con la exclusión social. A pesar de tener la formación y la capacidad para desenvolverme en un espacio laboral, no me dan trabajo porque cuando me ven, saben que soy trans. Esto conlleva un anclaje identitario y una demonización histórica, pero en términos prácticos termina siendo estético: si no te ves de determinada manera, no podés trabajar acá. —Las Amalias te dirían que eso le puede pasar también a una persona fea, o gorda. —Totalmente, pero ahí entra el anclaje identitario. La demonización. Nosotras somos las depravadas sexuales que solamente nos dedicamos a la prostitución y vamos corrompiendo la moral social. Todas esas batallas que se fueron dando y que también fue-

ron públicas, donde personajes como Granata eran una señora en la esquina de Palermo diciendo ‘estos travestis que me cagan la vereda y me dejan los preservativos acá’, demonizando a las pibas que sobreviven a base de trabajo sexual. Esa imagen demonizada de personas trans no se termina de romper. A Victoria su mamá la cagó a palos durante toda su infancia y adolescencia por vestirse de mujer. En la escuela usaban para ella un apodo que aludía a su nombre de nacimiento. En tercer año que-

Victoria Stéfano: "La libertad de expresión es una herramienta maravillosa. Pero el límite es la violación del derecho de otras personas".

El proceso de hormonización tiene por fin adecuar la corporalidad a la identidad que la persona quiere autoconstruir. Iniciado por una mujer trans, inhibe todo lo vinculado con la masculinidad, tal como la voz, la espalda ancha o la barba. En el cuestionamiento a la financiación estatal de estos procesos subyace una idea muy

Giovi ya no recuerda de cuántos establecimientos educativos lo echaron por no ser una nena de pollera y hebillita. Lo que sí recuerda es que para él “la escuela era un lugar inhabitable”. Su historia, como la de muchos de sus pares, es una historia de exclusiones. Hoy, desde la asociación civil que coordina, trabaja con ni-

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ñeces y adolescencias trans, para dejarles algo mejor que lo que él recibió. —¿Por qué denunciaron a Amalia Granata? —Porque las organizaciones LGBTIQ+ no nos vamos a quedar más calladas. Todos los derechos que fuimos obteniendo fue saliendo a las calles. Fue mucha lucha y nos parece muy peligroso que una persona en los medios con esa llegada pueda libremente desinformar tanto. Y eso genera mucho miedo en mis compañeros, porque el desconocimiento hace que toda una sociedad se violente con nosotros. Si vos estás diciéndole a la gente que nosotros por ser trans nos pagan y tenemos todo de arriba, y que vos nos estás pagando nuestra hormonización, y que todo sale de una misma casa: los niños con hambre, las hormonas, ese desconocimiento lleva a la violencia que ya no queremos permitir. Por eso denunciamos. Y porque estamos indignados. Somos nosotros los que estamos con los compañeros y vemos las situaciones de suicidio, de depresión, de los chicos que quedan en la calle porque son expulsados de su familia desde muy jóvenes. Todos los días sosteniendo bombas que nos explotan en la mano, situaciones de urgencia, y que venga una persona como Granata, en su rol, a decir una cosa así… No nos podíamos quedar sin denunciar. El referente trans advierte además que la legisladora jamás accedió a dialogar con la comunidad LGBT+. “No tiene ni la menor idea porque nunca se quiso acercar a hablar con nosotros. Muchísimas veces intentamos acercarnos a ella para contarle

Giovi Novello: "Nos parece muy peligroso que una persona en los medios con esa llegada pueda libremente desinformar tanto". las vivencias del colectivo. Nunca nos quiso recibir”. —A la gente que piensa como ella, ¿qué le dirías? —Yo no puedo responder desde el odio. Veo tantas violencias que no puedo responder desde ahí. Lo que yo les diría es que se den la oportunidad de escucharnos. La están escuchando a Amalia, pero nunca nos escucharon a nosotros. Esa va a ser la única manera de que se den cuenta de que más allá de todo, somos personas. Sí, somos trans: nacimos mujer, ahora somos hombre, y todo el rollo que quieran tener en sus cabezas. Se lo podemos explicar desde el amor.


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El odio neofascista puede ser popular Los discursos que incitan a la violencia encuentran sus ecos en una sociedad cada vez más precarizada. Casi la mitad de la clase trabajadora ve a los derechos laborales como algo ajeno porque hace rato que no los tiene. Por Juan Pascual Hay un punto donde, en el sistema democrático, la construcción de un adversario o antagonista toma otro cariz. Si la existencia del adversario pone en amenaza el sistema mismo como un todo –o algo más profundo y trascendente aún, la Nación, el futuro, el pueblo, u otra entelequia–, cualquier cosa puede efectuarse sobre ese adversario, incluso aquellas que suspendan al sistema. Como mínimo, se puede esperar el ninguneo, la estigmatización pública, el encarcelamiento voraz. Si el adversario es excepcional, las medidas para enfrentarlo son excepcionales: salen de la regla. En un proceso revolucionario o de emancipación, la excepcionalidad cesa en la constitución de un nuevo orden. En una democracia constituida, erradicar al adversario supone, a la vez, una fantasía fundacional y restauradora y la práctica real de una continua persecución de opositores, por todos los medios disponibles, sobre todo si son minorías o están socialmente en desventaja. Independientemente de su objeto, desde esta lógica se construyen los discursos de odio, tal como hoy se los denomina. La dificultad central para desafiarlos es no salirse de las reglas democráticas, que ellos sí fuerzan y retuercen. Esta paradoja es conocida. Las razones para que

¿Qué pasa en nuestra experiencia práctica diaria para que hoy abunden los desangelados que hablan con el lenguaje de Javier Milei? los discursos de odio proliferen, también. Lo que puede la angustia

En febrero de 2016, cuando apenas arrancaban las internas republicanas, Noam Chomsky advirtió: ojo que Donald Trump puede ganar. Su vaticinio, certero y compartido en sus razones con el del cineasta Michael Moore, se fundamentaba en los estudios de dos economistas de primer nivel, Anne Case y Angus Deaton, que le sacaron el jugo a las estadísticas de salud de Estados Unidos, hallando que los blancos más pobres habían aumentado de forma muy acelerada su tasa de mortalidad. El electorado de

base de Trump era un segmento de personas que se estaba muriendo más que cualquier otro y por causas desesperadas: suicidios, alcoholismo, abuso de heroína y de opiáceos. “Apela directamente a sentimientos profundos de ira, miedo, frustración, desesperanza, probablemente en sectores como los que están viendo un incremento en la mortalidad, algo de lo que no teníamos noticia excepto en guerras o catástrofes”, dijo Chomsky sobre la estrategia de Trump. El desguace del Estado de Bienestar con Reagan terminó con el desastre que fue en Estados Unidos la gestión de Trump, el epítome global del discurso del odio. Más cerca, Jair Bolsonaro llegó al poder en Brasil con una línea similar: armamentismo, machismo rancio, desdén por la ciencia, desprecio por los más mínimos cuidados. También venía de una crisis, el modelo de ajuste de Dilma Rousseff que hasta hizo imposible que se pudiera tomar el colectivo. La gestión de Bolsonaro pasa ahora sus últimos meses, desmoronándose. El neoliberalismo no es necesariamente neofascismo. Tampoco se puede negar que su tradición se fundó en las dictaduras sangrientas de Chile y Argentina. Hoy, en nuestro país, el viejo combo setentista de Dios, Patria, Hogar y renta financiera se exhibe orondo y sin bozal. Privatizaciones, aborto ilegal, ajuste al mango, fierros libres y mano dura, repulsión hacia los pobres, liberalización absurda del mercado, ataque a las organizaciones sociales y obreras, negacionismo frente al genocidio dictatorial, son sólo algunos elementos que se articulan sin empacho en el prime time de la TV y en las redes sociales. Como en Trump y Bolsonaro, la catarata de mierda se presenta a sí misma como incorrección política, disrupción, rebeldía. Irreverencia que desafía el orden establecido. El cambio. ¿Y por qué ese cambio puede llegar a ser popular? Porque sobra angustia y, si no sordera, ineficacia. Qué es privilegio, qué es derecho

Para proliferar, una idea tiene que entremezclarse con la vida diaria e ir pregnando las cosas y las acciones. La dinámica cotidiana por sí misma puede rechazar ciertos discursos. Hubo un momento en el que sólo Cecilia Pando hedía como la cloaca que hoy se ventila a diario. Hubo un momento en el que Mauricio Macri, como Carlos Menem, tuvo que mentir su programa real de gobierno. Pero, así como en un tiempo al tranco lo supo imponer

La fragmentación social convierte a la solidaridad en una idea lejana y abona el suelo para quienes militan la represión y el despojo.

Elisa Carrió, ahora la derecha va por detrás del camino que marca el neofascismo que se hace llamar libertario. ¿Qué pasa en nuestra experiencia práctica diaria para que hoy abunden los desangelados que hablan con el lenguaje de Javier Milei, Amalia Granata o Patricia Bullrich? ¿Por qué los derechos sociales y económicos ganados son repudiados como si fueran privilegios?

Tras casi una década de estancamiento, el odio tiene espacio para abrirse camino sobre la experiencia recelosa de quienes vivimos en esa fractura. Esta no es una cuestión de mayor o menor pobreza o mayor o menor caída del poder adquisitivo o mayor o menor desocupación (aunque lo tres puntos incidan y mucho). Esta es una cuestión de desigualdad. Y no de la desigualdad más primaria y constitutiva del capitalismo, entre quienes tienen la manija y quienes tienen que vender su tiempo de vida para sobrevivir, sino de una fractura gigante dentro de la propia clase trabajadora. En alguien que hace 20 años sobrevive sin tener aseguradas las vacaciones, menos que menos el aguinaldo, puede llegar a echar raíces un discurso que prometa bajarle los impuestos para “dejar

de subvencionar a los parásitos”. Una persona que careció siempre de soporte para hacer una huelga o negociar un Convenio Colectivo de Trabajo puede llegar a percibir que hay una “casta” que no sólo es la “política”, sino también la de todos los que sí detentan sus derechos laborales. Como nunca, tras casi una década de estancamiento, el odio tiene espacio para abrirse camino sobre la experiencia recelosa de quienes vivimos en esa fractura. No es foto, es película

En promedio, desde 2003 a 2021 el 36,8% de los trabajadores estuvieron no registrados, según el Indec. En diciembre de 2021, esa cifra era de 33,1%. Si se suma a los monotributristes –el invento menemista de precarización infinita–, casi el 45% de todos los trabajadores están fuera del amparo de un Convenio Colectivo de Trabajo y lejos de la cobertura de las organizaciones sindicales. Ese es el trazo más grueso de la fractura. En 18 años, prácticamente, esa brecha no varió. En la experiencia cotidiana de esa brecha se abonan los discursos de odio. Apuntan tanto a quienes sufren esa desigualdad no sólo en su presente, sino en toda su historia laboral. Más duro es cuanto mayor es la pobreza. En los trabajos de menor calificación la fractura se agranda. En el promedio de los últimos 18 años, el 82,4% del servicio doméstico estuvo en negro, el 67,6% de la construcción, el 47,2% en hoteles y restaurantes, el 41,8% en el comercio. Esas cifras se modifican

demasiado poco si se observa el promedio entre 2016 y 2021: 73,4% en servicio doméstico, 67,9% en construcción, 46% en hotelería y restaurantes, 40,5% en comercio. Para las clases más empobrecidas, los derechos sociales y económicos que vienen con el empleo registrado –y que siguen siendo los ordenadores principales de la vida social– difícilmente puedan ser percibidos, mucho menos experimentados, como derechos. Hace casi 20 años que no los tienen. Esas cifras no son una imagen estática, son las narraciones de las vidas de casi la mitad de los trabajadores del país. Esta realidad parece estar fuera del campo de visión del Estado. En plena pandemia, cuando se anunció el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) en abril de 2020, el gobierno nacional esperaba que se inscribieran tres millones de personas. Se anotaron diez millones y terminaron recibiéndolo cerca de nueve millones. Hubo gestos de sorpresa públicos. Upa, mirá toda esa gente cómo estaba. El discurso de odio abreva en esa fractura. La prédica en contra de los impuestos tiene más correlato en la vida de un monotributista que la defensa de una paritaria nacional. El rechazo a las leyes de cupo laboral para cualquier minoría puede crecer en quien pasó la mitad de su vida laboral en la intemperie sin derechos. Hoy, para las clases populares, el odio es un suicidio colectivo, pero puede individualmente sonar mucho más razonable, y sobre todo cercano, que los últimos intríngulis de la interna oficialista.


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Silvia Suppo, 12 años sin justicia A Silvia Suppo, testigo clave en causas de lesa humanidad, la mataron en Rafaela el 29 de marzo de 2010. El caso expone la continuidad del aparato represivo del terrorismo de Estado y aún hoy sigue impune. Lisandro Oregioni

Por Lucía Guadagno Quienes mandaron a matar a Silvia Suppo siguen impunes desde hace 12 años. La familia, junto con organizaciones sociales y políticas, sostiene el reclamo de justicia ante fiscales y jueces federales de Santa Fe. Y en paralelo, lleva más de una década de acciones en espacios públicos para mantener viva la lucha y la memoria de Silvia. “Más allá de que judicialmente la impunidad continúa, es gracias al trabajo y el compromiso colectivo de organizaciones, partidos, sindicatos y la sociedad en general que se pudo instalar el nombre de Silvia como un símbolo de la necesidad de seguir pensando y reconstruyendo el pasado reciente desde las preguntas del presente”, sostuvo Marina Destéfani, hija de Suppo. La bandera con el rostro de Silvia fue sostenida por su familia y compañeros durante la marcha por el Día de la memoria por la verdad y la justicia, el pasado 24 de marzo, en la Plaza 25 de Mayo de Rafaela. A cinco cuadras de esa plaza, en pleno centro de esa ciudad del centro-oeste santafesino, fue donde asesinaron a puñaladas a Suppo la mañana del 29 de marzo de 2010. El intendente de la ciudad en ese momento era el actual gobernador Omar Perotti. Quien gobernaba la provincia en ese entonces era Hermes Binner. Silvia era querellante y testigo en causas judiciales por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico-militar en las ciudades de Rafaela y Santa Fe. Había sido víctima del terrorismo de Estado y luchaba por justicia, en especial por el esclarecimiento de la desaparición de su compañero Reinaldo Hattemert, ocurrida en Rafaela en 1977. Silvia sobrevivió a la cárcel y torturas -que incluyeron violación y un aborto forzado-, crímenes por los cuales fueron con-

el juez Marcelo Bailaque. “Silvia Suppo es una herida abierta, una muerte dolorosa. Su asesinato sin resolución es un manto de impunidad que se va extendiendo cada año que pasa sin justicia”, sostuvo Puyol. “Sus autores materiales, dos cuidacoches sin antecedentes, fueron apresados, juzgados y condenados. Pero los autores ideológicos no. Nunca se hizo lugar a ninguno de los planteos de investigación propuestos por la querella. Sabemos que su muerte fue por encargo”, advirtió. Y reiteró que Silvia fue víctima, testigo y denunciante en importantes causas por delitos de lesa humanidad y que para acallar su voz la mataron. Militancia por la memoria

El Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo sostiene desde hace 12 años diversas actividades para mantener viva la memoria.

denados en 2018 Juan Calixto Perizzotti y otros tres expolicías de la provincia. La causa judicial que investiga el asesinato de Suppo quedó en una encerrona luego de que el juez federal Reinaldo Rodríguez la dividiera en dos. Por un lado, en 2014 mandó a juicio a dos jóvenes que lavaban y cuidaban autos frente al negocio de Suppo, acusados de ser los autores materiales. Por otro lado, dejó abierta la causa que investiga el móvil político, que ahora se encuentra en el Juzgado Federal Nº 2 de Santa Fe a cargo de Marcelo Bailaque. Los acusados de ser los autores materiales -Rodrigo Sosa y Rodolfo Cóceres- fueron condenados a prisión perpetua en abril de 2015 por haber matado a Suppo en una supuesta situación de robo. Durante todo el juicio, el Tribunal Oral en lo

Criminal Federal de Santa Fe -formado por María Ivone Vella, Luciano Lauría y José María Escobar Cello- se concentró en las pruebas del fiscal Martín Suarez Faisal que buscaron demostrar que a Silvia la habían matado luego de robarle dinero y unos objetos de bijouteri. Ni el fiscal ni los jueces tuvieron en cuenta los testimonios de testigos y familiares que señalaron que Silvia había sufrido amenazas antes de su muerte por su condición de testigo y querellante, que momentos después del asesinato el lugar de los hechos no fue preservado por la Policía sino alterado, que desaparecieron pruebas, que el relato de los jóvenes que se autoincriminaron no coincidía con la escena del crimen, que testigos denunciaron que policías obtuvieron declaraciones mediante torturas o con detenciones ilegales. La investigación de esas y

otras irregularidades podrían cambiar el curso de la causa. En ese sentido, lo único que hizo el tribunal presidido por Vella en 2015 fue ordenar que se investiguen las denuncias contra la Policía hechas por los testigos Juan Ramón Vázquez y Marcela Cóceres. Vázquez, detenido el día del crimen, denunció que policías le pusieron una bolsa plástica en la cabeza y lo golpearon para que se hiciera cargo del asesinato de Silvia. Marcela Cóceres, concubina de uno de los condenados, denunció irregularidades en el allanamiento en su casa y durante su detención. Lucila Puyol, secretaria de Derechos Humanos de la Provincia y abogada de la familia Suppo explicó a Pausa que los responsables de continuar con la investigación son el fiscal Walter Rodríguez, de la Fiscalía Federal Nº 2 de Santa Fe, y

El Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo, de Rafaela, acompañado por organizaciones locales y de todo el país, mantiene hace 12 años acciones en las calles, plazas, escuelas y otros espacios para mantener viva la memoria. También, para denunciar las continuidades del aparato represivo del Estado desde la última dictadura hasta la actualidad. Participan de actividades y redes contra la violencia institucional y por los derechos humanos. En la ciudad hay murales con el rostro de Silvia y una plaza lleva su nombre. El año pasado, se realizó un mapa interactivo de la ciudad donde se ubicaron los sitios de la memoria. También se puede ver una película realizada por la cineasta local Paula Kuschnir. Al mismo tiempo, los hijos de Suppo continuan con las causas judiciales que llevaba su madre. Fueron querellantes en al Megacausa Rafaela, donde se condenó a represores por los crímenes cometidos contra Silvia y otros militantes rafaelinos durante la última dictadura. Y mantienen el pedido de justicia por la desaparición de Reinaldo Hattemert.

Intervención en el Espacio de Memoria de la Comisaría Cuarta El acto se realizó en el único Espacio de la Memoria de la ciudad de Santa Fe: la ex Comisaría Cuarta, ubicada en Tucumán y Dr. Zavalla. El pasado 24 de marzo se inauguraron allí tres pilares en el frente del edificio. Se trata de una intervención arquitectónica que representa la búsqueda de memoria, la

verdad y la justicia. En el mismo acto se abrió a la población el recorrido del espacio. Por ese ex centro clandestino de detención, torturas y exterminio pasaron más de 700 personas, durante la última dictadura militar. "Esperamos que toda la comunidad de Santa Fe pueda recorrer el lugar con la intención de conocer

el pasado reciente, debatir y promocionar sus derechos", señaló a Pausa Valeria Silva, directora provincial de Memoria, Verdad y Justicia. En la inauguración estuvieron presentes la ministra de Gobierno, Celia Arena; la ministra de Infraestructura, Servicios Públicos y Hábitat, Silvina Frana; la ministra de Igualdad, Género y Diversidad,

María Florencia Marinaro y la secretaria de Derechos Humanos, Lucila Puyol. Esta última afirmó, durante el acto:“Cada 24 de marzo, renovamos nuestro compromiso como pueblo para decirle nunca más al terrorismo de Estado. Nunca más a los desaparecidos y desaparecidas, a los asesinatos, a la apropiación de niños y niñas. Nuestra

patria tiene 30.000 desaparecidos que nos duelen. Nuestros hermanos y hermanas apropiadas, esos niños y niñas, nos siguen doliendo. Nunca más a los golpes de Estado”, enfatizó Puyol.“La democracia que tenemos, con aciertos y errores, avances y retrocesos, es el único lugar que resguarda los derechos”.


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En las redes se juega otro partido

Previo al clásico santafesino, hubo un encuentro en Twitter donde interactuaron hinchas de ambos clubes. Y quedó a la vista que es posible construir ideas comunes con sentimientos tan enfrentados. Por Gastón Chansard El lugar creado para el diálogo cobra mayor valor cuando se construye en una red social donde abunda la agresión. “La idea original era armar un debate con un dirigente de Unión, ya teníamos todo charlado, iba a estar bastante bueno y luego, por las elecciones que en breve tienen ellos (Unión), me pidieron posponerlo para más adelante. Obviamente lo entendí y ahí salió la posibilidad de hacerlo con Nacho. Y lo que nos dejó fue todo muy positivo, tanto hinchas de Colón como de Unión nos valoraron el espacio y el lindo debate que se armó. Me dejó sensaciones muy buenas, la gente que se sumó lo hizo con mucho respeto y fue muy enriquecedor para todos y todas”. Las palabras son de Mutante Sabalero, el tipo que enciende al mundo rojinegro cuando activa su cuenta de Twitter, que suele ser a cada rato. Parece ser que los clásicos no solo son una repetición de imágenes de la Policía reprimiendo hinchas, sujetos que tiran cualquier cosa a otras personas porque tienen otro color de camiseta o dirigentes que se desentienden de darles los mejores servicios a su masa societaria. En tiempos de redes sociales, no todo es Francella y su bello amanecer, ni memes estúpidos o ingeniosos, ni amenazas violentas. En las redes se puede descubrir un tal Mutante Sa-

balero y un tal Nachito Sánchez, dos referencias “twitteras” de los grandes clubes santafesinos. Pausa habló con ambos. El referente sabalero ya explicó cómo surgió la idea y luego el representante y periodista, que no esconde su simpatía por Unión, coincidió en que el encuentro “terminó siendo muy positivo”. El twittero rojinegro destacó que ya se viene otro espacio más en las redes. “Hasta hubo aportes de hinchas de Atlético Tucumán,

“El campeonato de Colón eleva la vara para toda la ciudad. No podemos dormirnos en los laureles”. Mutante Sabalero, tuitero de Colón. eso lo hizo más enriquecedor. La rivalidad nos hace perder el horizonte por quedarnos viendo al costado. Y los clubes del interior de Primera División, salvo los de Rosario, estamos muy cerca los unos de los otros y podemos ir a más”. —¿De qué manera el fútbol santafesino (hinchas, dirigentes, jugadores, técnicos y periodistas) puede elevar el nivel? —Nachito: Lamentablemente, y

en mi condición de periodista, creo que tenemos que invitarnos a un café futbolero y extenso entre colegas y replantearnos cómo fuimos parte de este caldo del que siempre quisimos tomar distancia, pero terminamos inmersos. Nos hemos acostumbrado a ser lo mismo y los periodistas también nos pusimos el casete para casi todo. Desde titulares que hablan de equipos que salvaron el año por ganar un partido a destacar como buenas campañas aquellas en las que el club llegaba a los 25 puntos y "cumplía" para no pensar en el descenso. Es difícil hacerle entender al hincha del interior que su equipo puede ir a más cuando los medios más grandes desprecian sus buenos triunfos o desconocen sus jugadores. Indirectamente, desde la comunicación, desde afuera y desde adentro, hemos tenido una perspectiva que lejos está de potenciar lo nuestro, y a partir de ahí bajamos la vara en todo lo que rodea a nuestro fútbol. —Mutante: Creo que es importante tener los objetivos claros y siempre ir por más, el campeonato de Colón eleva la vara para toda la ciudad y nosotros no podemos dormirnos en los laureles. Hay que ir por más. Sin dudas hay que apostar por las inferiores, el buen laburo siempre paga. —¿Cómo evalúan el uso de las redes sociales de los hinchas santafesinos?

—N: Existe una comunidad bastante heterogénea. De hecho, pese a que no puedo dar su nombre, antes compartí tiempo y espacio con Mutante Sabalero y varias otras cuentas “anónimas” del mundo tatengue y sabalero. Y en esto de la revolución de las comunicaciones uno termina encontrándose con mucha gente con la que comparte el día a día. Santa Fe sigue teniendo ese encanto de que todos nos conocemos con todos y en las redes pasa exac-

“Es difícil hacerle entender al hincha que su equipo puede ir a más si desprecian sus triunfos”. Nachito Sánchez, tuitero Tatengue. tamente igual. Sin embargo, me animo a pensar que la variedad de medios puede ser una herramienta que ayude a que la sociedad pueda escuchar nuevas voces y, por ende, nuevos mensajes. Es un desafío que puede traer algo superador, me gusta ser positivo. —M: Siento que de a poco estamos entrando en una nueva etapa, en la que hay cada vez mayor diversidad de redes sociales y cada

vez más personas consumiéndolas, la gente adulta pasa y las generaciones venideras ya nacen con los smartphones en las manos. Personalmente creo que Colón tiene una hermosa comunidad en las redes y que está lleno de gente dispuesta a ayudar y hacer crecer al club, y eso hay que aprovecharlo. —¿La violencia social que vemos en las calles también la observan en las redes cuando se habla de Colón y Unión? —N: Uno, al conocer “su público”, aprende a ver por dónde están las claves. Para mí la interacción lo es todo. Me gusta conocer a la gran mayoría de mis seguidores, qué hacen, cómo piensan y para dónde van sus intereses. Particularmente, a los usuarios que utilizan términos violentos o que agreden los termino bloqueando para poder tener una convivencia tranquila. Se puede decir que a nivel redes sociales me llevo más amigos que enemigos y eso es un aspecto hermoso que me deja la red social. Salvo en ocasiones muy puntuales, el nivel de violencia es bajo. —M: Insultar y amenazar a alguien desde una cuenta trucha o anónima es muy sencillo, antes era muy común, hoy quizás Twitter tiene más corrección política y los que se la pasan faltando el respeto son ignorados. Es importante que bajemos esa línea de paz, vivimos en la misma ciudad, tenemos familia, amistades, gente conocida de ambos clubes y no podemos permitir una sociedad violenta. ¿A quién no le gustan los clásicos con ambas hinchadas y ese folclore sano? —¿Unión puede dar el famoso “salto de calidad” ganando un título o el “salto de calidad” va por otro lado? —N: Creo que en cierta forma lo está buscando y que en un tiempo podría darse. Pero también hay que entender que los procesos en Unión llevan un poco más de tiempo, porque se trata de la institución social y deportiva más grande de la ciudad. Si uno mira la historia del club, verá que los mejores momentos del fútbol se pueden capitalizar con grandes momentos sociales de la institución, con la vida de su básquet, de la pileta o los bailes. Aquellos que peinan canas sabrán interpretarme mejor. Se trata de un proceso que va escalón por escalón, indistinto de los gobiernos políticos que puedan estar al mando del club. Ya hemos visto que saltear pasos o ir subiendo de a varios puede darte un tropezón y el tropezón puede mandarte a una categoría inferior. Entiendo que el salto deportivo llegará, pero también


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Antes que en la cancha, el clásico Colón-Unión se vivió en las redes sociales. Los protagonistas coinciden en que no todo es cargada y chicana.

Mutante: “Por diversos motivos, hemos podido asistir a pocos clásicos en los últimos años en Santa Fe y siempre es lindo ver la fiesta que se arma”.

entiendo que el mismo no debe ir atado solamente a salir campeón de fútbol de Primera División (que es lo que más quiero), sino también a que el básquet siga estando en Primera, que el IPEI siga ampliando su cupo de alumnos, a que los nadadores del club tengan más reconocimiento, a que el rugby siga creciendo o que el fútbol femenino se profesionalice. Eso sin contar las otras disciplinas,

enumero algunas para dar un ejemplo. Que lo urgente no nos haga olvidar de lo importante. —¿Después del título de Colón, creés que tiene una línea institucional y deportiva para seguir creciendo? —M: Yo estoy seguro de que Colón tiene absolutamente todo para crecer y ser un club mucho más grande aún, estoy convencido de

que podemos tener 40 mil socios. Y creo que es muy importante plantearnos hoy cual es el club que queremos de acá a los próximos cinco o diez años. —¿Cómo vivieron el clásico? —N: Estuve trabajando en la única transmisión partidaria de la ciudad con mis compañeros de “Entre Tatengues”. Uno a veces intenta poner en práctica todo lo que le enseñan en la escuela de periodismo, pero no seguí la idea de neutralidad, puse en claro desde un primer momento los colores por los cuales uno también se hace periodista. Fue un clásico tranquilo y así lo viví. Sospechaba que iba a ser empate. —M: Sinceramente, trato de disfrutar del fútbol más allá de los resultados, por diversos motivos hemos podido asistir a pocos clásicos en los últimos años y siempre es lindo ver la fiesta que se arma. A este lo viví con mucha impotencia, lo que sucedió en la previa, la Policía golpeando a la gente, colas de más de dos horas, niños y niñas llorando con miedo. No es algo normal y es parte de lo que decía antes, discutir el club que queremos. Yo quiero un club en el que la familia pueda acceder sin miedo, en el que el abuelo que de joven recorrió el país siguiendo a Colón pueda seguir yendo a la cancha sin vivir estas situaciones feas.

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—Definan el término termear. —N: Aquél que prefiere hacerle daño al otro en vez de pensar decididamente en uno. —M: Es dejar los argumentos de lado y hacer salir la pasión que a veces es irracional. Twitter tiene un poco de eso: la chicana, el chiste fácil pero efectivo. Lo hago con cierta frecuencia, pero a decir verdad no me considero “termo”, me gusta analizar más en frío y siempre tener autocrítica, eso es lo que te lleva a crecer. —¿Cómo “termearían” esta entrevista? —N: (Risas) No hace falta. Ya demasiado tienen con estar debajo nuestro en el historial por hace más de 60 años. —M: La historia va a decir que Colón y Unión se enfrentaron en la última fecha, que si Unión ganaba clasificaba, que se quedaron afuera y que Colón avanzó para ser campeón. Mutante Sabalero es abogado, su identidad reservada la maneja como un crack de las ciencias jurídicas. Nachito Sánchez es periodista, trabaja en el programa radial “Entre Tatengues” (Radio de Noticias) y en el programa “Fútbol de Mesa” (Telefe Santa Fe). Ambos levantan la vara de Colón y Unión en las redes y eso ya es un golazo para la ciudad.


Romper las ideas normativas 10

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Daiana Travesani, autora de “Me proclamo disca, me corono renga”, repasa su experiencia personal y política como discapacitada: “Soy feminista antes de ser renga y eso me ayudó a pensar mi identidad”. Por María Luisa Lelli Nerviosa por lo que supone hablar frente a un auditorio, Daiana Alexis Travesani comenzó a explicar por qué y cómo fue formándose “Me proclamo disca, me corono renga” (Insomnes, Rosario, 2021), el libro de su autoría que presentó el pasado 16 de marzo en el hall de la Legislatura santafesina. En un momento de aquella tarde, detuvo su relato, recuperó las hojas impresas con las que pretendía hilar su alocución y mencionó el poema “Lisiada”, que integra la obra. Lo leyó y al soltar los versos, los y las presentes en el lugar rompieron el silencio con un aplauso mudo. “...me defenestré, fui heraldo en el destierro de mi calma, me dejé vagar, aborrecí cada mirada, aquellas que me atravesaban como lanzas ardiendo al paso del ojo curioso”. Punzantes, esas palabras y sus sentidos fueron una alta dosis de pura y dura realidad. Parecía que todo estaba dicho. Conceptos teóricos, modelos sociales, militancias, feminismos, transfeminismos, identidades políticas, ilustraciones y textos literarios se enlazan en la publicación que tiene como punto de partida la experiencia personal de la escritora en torno a su discapacidad. Varias

“Tenemos la tarea de llegar a los sectores más vulnerados del colectivo disca porque una apropiación identitaria es un privilegio también”. mutaciones (no solo físicas) se suceden y articulan en esas páginas, en lo que ella definió como “una foto” de un momento de su vida que, a su vez, devino de la idea original de emprender “un diario de internación”. Una internación para su rehabilitación que se prolongó ocho meses luego de haber recibido el impacto de una botella de vino llena que cayó desde un edificio. El incidente ocurrió durante una madrugada de 2016, en la puerta de un bar de Rosario. Había salido del local para fumar. Su cráneo se rompió, fue operada, se le colocó una prótesis en la cabeza y debió aprender a moverse nuevamente. Desde entonces, todo cambió en su vida, en su cuerpo y en su modo de relacionarse. O más bien, empezó a ser consciente de cómo los otros y las otras la reconocían, en qué casi-

llero la habían colocado siendo ella, ahora y tras el incidente, una mujer discapacitada. —Sostuvo que aquella botella le “estalló la cabeza literalmente” y que fue fuerte el cambio de su corporalidad. ¿Cómo pudo construir su identidad disca? ¿Qué supone ese concepto como sujeto social y político? —Me llevó un buen tiempo el repensarme y rehacer mi vida. Me costó encontrar lecturas que me sirvieran de compañía en esa búsqueda de mi nueva identidad. Me refugié en mis amistades y vínculos, que eran de las militancias travesti-trans, activismo gorde y afrodescendientes, para repensar la idea de corporalidad, de identidad y para desandar las ideas normativas con las que me había criado. Fui conociendo más amistades discas, fui repensando cada vez más mi identidad disca desde la reivindicación. Soy feminista desde antes de ser renga y eso me ayudó a ser femidisca interseccional y a pensar mi identidad disca, mis bastones y mi renguera como mis mayores armas de luchas ética, política y social. Tomar la discapacidad, lo disca o lo rengo como identidad política nos permite habitar una identidad que ha sido relegada por años a una invalidación, a no tener sentido de pertenencia. Posicionarnos desde la discapacidad como identidad política es, también, corrernos del paternalismo al cual se nos ha relegado y es elevar el lema: “Nada sobre nosotres sin nosotres”. Nuestra sola presencia deja en claro qué cuerpos importan y cuáles no, qué identidades están validadas e invitadas a transitar en la sociedad y cuáles no, deja en claro que políticas públicas se llevan a cabo y cuáles hacen agua y no se cumplen –subrayó–. La trayectoria individual de una identidad disca evidencia las estructuras capacitistas del sistema que oprime y, por ende, manifiesta que esa vulneración es colectiva y un hecho político. Ahora bien, como colectivo tenemos una enorme tarea: llegar a los sectores más vulnerados del propio colectivo disca porque una apropiación identitaria es un privilegio también –fundamentó, en diálogo con Pausa, la activista de 29 años que estudió y trabaja en la Universidad Nacional de Rosario e integra la organización Orgullo Disca. —Indicó que el libro, en principio, fue un diario de internación y que luego mutó. ¿Qué le aportó la escritura? ¿Encontró en ella una herramienta también de lucha? —Desde chiquita comencé a escribir. Escribir me salvó de mí mis-

Guillermo Pighin

“Los feminismos y transfeminismos permitieron allanar el camino para poder pensar a la discapacidad y las nociones de corporalidades” .

ma en varias ocasiones, me permitió encontrar una lamparita en medio de la oscuridad cuando todo se ponía muy mal. Para mí la escritura es parir y, al mismo tiempo, ser parida por el texto. Escribir me permitió repensar mi identidad y encontrar nuevas fases o versiones de mí. Publicar un libro es publicar una parte

“Nuestra sola presencia deja en claro qué cuerpos importan y cuáles no”, afirmó la activista Daiana Alexis Travesani en diálogo con Pausa. tuya y escribir es dejar pedazos del alma hechos palabras. Este libro me parió una y otra vez. La escritura es una gran aliada y una herramienta para intentar romper con nociones peyorativas, con prejuicios y mitos en torno a la discapacidad. —¿Qué visiones en torno a la discapacidad (sobre todo de las mujeres discapacitadas) son necesarias poner en crisis y reconstruir? —Hay que deconstruir las nociones aprendidas sobre la discapacidad a lo largo de nuestra vida. Son ideas ligadas a lo peyorativo, lo lastimoso, lo indeseable, lo incapaz, lo olvidado y relegado al encierro. Se ha vetado a la discapacidad de ser pensada en los espacios públicos. La accesibilidad brilla por su ausencia en todos los sentidos. Y lo que hay no es suficiente o está

mal implementado, lo cual genera una carga negativa sobre las personas con discapacidad porque sentís que no se te piensa y que se te anula. Además de que interfiere en el acceso a otros derechos. Tampoco se concibe que las personas con discapacidad sean deseantes o deseables, que haya sexualidad o que puedan ser víctimas de violencia de género en el caso de las mujeres cis, mujeres travesti-trans o identidades no binarias con discapacidad. Tampoco se piensa que los varones con discapacidad puedan ejercer violencia de género. No se piensa con naturalidad que las personas con discapacidad puedan llevar a adelante una crianza. Ni hablar de pensar las diferentes orientaciones sexuales –resaltó–. No se nos piensa en los espacios de ocio, en la vida nocturna. Algo muy usual es que las personas no discas crean que hay una forma especial para tratar o interactuar con las personas con discapacidad. No es así. La forma es siempre la misma: tratar con respeto como a cualquier persona, preguntar y no invadir nuestros cuerpos. A mí me han manoseando la cola intentando ayudarme a subir a un colectivo y ni siquiera me habían preguntado si necesitaba ayuda o si podían tocarme. —¿Qué le aportaron los feminismos y transfeminismos a su militancia personal? —Los feminismos y transfeminismos permitieron allanar el camino para poder pensar a la discapacidad como una identidad y repensar las nociones de corporalidades. Permitieron el empoderamiento en esta identidad que viene a romper con ideas normativas de

las corporalidades y las sexualidades repensándolas desde otros márgenes y posibilidades. También trajeron un concepto que se tornó clave para pensar las identidades: la interseccionalidad. Ésta demuestra cómo operan las desigualdades sociales en las vidas individuales y en los grupos identitarios que pueden entrecruzar formas de opresión. Las estructuras patriarcales permean a toda la sociedad y traen aparejadas otras formas de violencias y/o vulneraciones para los colectivos identitarios, como el capacitismo que es una forma de discriminación o violencia contra las personas con discapacidad. El capacitismo se manifiesta, por ejemplo, en la falta de accesibilidad. —Durante la presentación del libro, habló sobre lo que significa “poner el cuerpo” y planteó qué pasa cuando no hay accesibilidad… —Se suele decir mucho que las luchas se ganan en las calles y que hay que poner el cuerpo. Ahora bien, ¿a qué cuerpo incluyen estas expresiones? ¿Quiénes pueden llegar a la calle y quiénes pueden poner sus cuerpos? Para poder estar en la calle se necesita poder salir y poder transitar. Se necesita un cuerpo que se pueda bancar esa movida. Muchas veces se necesitan apoyos y no siempre se tienen. Muchas personas ni siquiera pueden pensar en salir porque no tienen esa opción. Por ejemplo, quienes están en instituciones o internadas. Con la enorme falta de accesibilidad que hay tampoco se puede estar en la calle cómodamente –enfatizó–, o con la falta de transportes accesibles no se puede llegar.


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El último baile de Locomotora

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Un film producido en Santa Fe cuenta la historia de la campeona mundial de boxeo Alejandra Oliveras. Not Momma

Por Marcelo Przylucki Alejandra Marina Oliveras tenía alma de guerrera antes de ser boxeadora. Así lo dice ella misma durante un pasaje de la película Locomotora, una producción de Not Momma que tuvo sus funciones de estreno en Rosario (Cine El Cairo) y en Santa Fe (Cine América). En menos de 90 minutos de metraje, el documental registra el trabajo de Alejandra de cara a su última pelea como profesional, que, al mismo tiempo, tiene la premisa de ser la primera en su tipo: dos boxeadoras, a 12 rounds de tres minutos, “como los campeones”. La motivación no es un capricho sino marcar una nueva parada en una lucha que todavía sigue abajo del ring, la de la igualdad de oportunidades para deportistas mujeres. Y es que la vida de esta séxtuple campeona mundial está llena de etapas de resiliencia y superación ante el maltrato de turno: cuando era chica no fue abanderada porque su ropa no era “presentable”; cuando fue adolescente, su pareja la golpeaba; cuando se convirtió en una de las peleadoras más destacadas del país, la Federación Argentina de Boxeo le sacó la licencia. Coronada con el máximo cinturón en cuatro categorías distintas, nunca pudo vivir del deporte que ama, lisa y llanamente porque a las mujeres no se les paga lo mismo que a los varones. Jujeña de nacimiento, Alejandra echó raíces también en Córdoba, en Junín y en Santa Fe, mientras que hoy es vecina de Santo Tomé, donde en cualquier momento te puede pasar por al lado mientras está trotando: “Esta provincia tiene siete campeones mundiales y en esta ciudad se respira boxeo. Santa Fe me encanta y la gente me adoptó con muchísimo cariño, por eso me quedé”, le cuenta a Pausa a la salida del estreno en el Cine América en la noche del viernes 25 de marzo. Como es habitual, viste con ropa deportiva, sí, pero atención: también es muy común que se maquille antes de entrenar y hasta que lo haga recién salida de la peluquería. Determinada y atenta al detalle, su historia de vida y su personali-

banco del vestuario o de sobremesa, mientras junta un revuelto de zapallito con una tostada de arroz. En la heladera, una fuente con bifes chiquitos cortados en las porciones justas y media fruta, que es su ración diaria y a la que mira con un gestito de tristeza. Literal es que antes de cumplir sus sueños pasó hambre, a veces voluntariamente, a veces a la fuerza. Próxima parada

El documental Locomotora se estrenó el pasado 25 de marzo en el cine América de Santa Fe; también se presentó en Rosario.

dad atrajeron enseguida a los dos máximos realizadores del documental, Mayo Vernetti (dirección) y Leandro Alloatti (fotografía). “Alejandra es una persona arrolladora, con una energía extrema que contagia, y además tiene un motivo de lucha por las injusticias que

Alejandra Oliveras: "El machismo es tan fuerte que hasta las mujeres del boxeo son machistas, eso va a cambiar cuando nos podamos unir todas". vivió. No podíamos dejar pasar la oportunidad de hacer este documental. Conocer a La Locomotora no tiene vuelta atrás, y quienes la conozcan o vean el documental van a saber de lo que hablo”, repite Vernetti con genuina fascinación aun habiéndola conocido hace ya un par de años.

Segundos adentro

La película empieza con Alejandra llegando con salamines y morcilla a visitar a su papá, Luis, que es una de las voces en off que durante los 83 minutos nos hablará de su hija: “En la escuela ella ya competía y peleaba contra los varones, porque a las otras mujeres no les daba ni para empezar. De una naturaleza muy fuerte fue ella siempre”. “Yo creo que la falta es lo que me ayudó a reconstruirme para pelear por mis sueños, porque no quería dejar que me hundan en un pozo toda mi vida, ese es el mensaje que quiero dar con esta película y con todo lo que hago. Yo de chica pasé frío, hambre, discriminación en la escuela porque llegaba con mi ropa sucia de trabajar en el campo. Pero eso no importa si vos te convencés de que ser pobre no es ser menos que nadie y de que es posible ser quien vos quieras ser”, asegura hoy a sus 44 años. De vuelta en Santa Fe, vemos a la protagonista en distintas jornadas y encuentros de distinto tipo, sea una charla motivacional en la que alienta a que cada perso-

na pelee por lo que sueña o una clase de aerobox con las que hace un mango extra. Y no es todo. Mientras hace todo eso también se encarga de cuidar cada detalle de “La pelea del siglo”, la defensa de su título del mundo de la WPC contra la mexicana Lesly Morales.

Mayo Vernetti: "Alejandra es una persona arrolladora, con una energía que contagia y tiene un motivo de lucha por las injusticias". Atendiendo entrevistas, reuniéndose con la modista, apurando el despacho del ring y comiendo lo justo para dar el peso. Cada día es un round del que hay que aprovechar cada segundo y las cámaras bien consiguen documentarlo acompañándola hasta en los ratos muertos tirada en un

De levantar bolsas en el campo a alzar títulos mundiales, Alejandra llegó a cumplir su sueño de ser como Mike Tyson, pero en ese momento se dio cuenta de que ni su récord Guiness por haber sido campeona en tres categorías distintas le iban a alcanzar para sentirse reconocida: “Al otro día de perder el título mundial, todos se olvidan de vos. Si sos mujer es peor, porque no terminás como los boxeadores hombres, que se pueden comprar su casa, su auto y vivir tranquilos. El machismo es tan fuerte que hasta las propias mujeres del boxeo son machistas, eso va a cambiar cuando nos podamos unir todas y pelear por el respeto y la igualdad que merecemos”. Cada expresión suya, se nota, está cargada de pasión y de entusiasmo. Se la nota transparente en pantalla y en persona, siendo entrevistada o animando a otras mujeres a empoderarse. En 2021 fue candidata a diputada provincial y juntó más de 70 mil votos, número más bajo que el piso para asegurar una banca. Durante la campaña, centró su discurso en la empatía y en el rol del Estado como principal herramienta para mejorar la vida de las personas. Hoy, con otras formas (como lo es este documental de 83′), sigue enfocada en su deseo de ayudar: “Mi sueño es aprovechar el deporte para sacar a chicos de la calle y llenarles el corazón con un sueño. Si naciste pobre, no importa, la vida no está escrita y del barro pueden nacer flores”. El grabador paró, pero sigue contando que, dentro de pocos días, espera terminar de tramitar los permisos municipales para inaugurar una escuelita de boxeo en Barrio Alfonso.


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El feminismo en el almanaque escolar

“Efemérides con perspectiva de género. Una memoria feminista a contrapelo de la historia oficial” es una herramienta pedagógica para reconfigurar los calendarios en las aulas con una mirada de género. Por Agustina Lescano Rosa García y Victoria Tolisso son las autoras de Efemérides con perspectiva de género. Una memoria feminista a contrapelo de la historia oficial, publicado por Editorial Biblioteca. Aunque la palabra espante, es un manual, en el sentido de guía. Una brújula que, con rigurosidad académica y una estética propia, apunta a reconfigurar las efemérides que se trabajan en las aulas desde una perspectiva feminista, decolonial y disidente fundada en los Derechos Humanos. La publicación salió al ruedo en marzo, un mes cargado de memoria, con efemérides ya instaladas en muchas escuelas, como las del 8 y el 24, a través de estrategias reinventadas cada año por les docentes para interpelar a sus estudiantes, contra la desorientación que puede producir la cantidad de información suelta, sin un relato contenedor, que circula en Twitter, Instagram, Twich, etcétera. El 18 se presentó en la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil -la casa editoraen Rosario, y el 25 en la Fundación Ramseyer Dayer, en Esperanza. La presentación en Santa Fe será el jueves 31 de marzo a las 19, en la Casa de los Gobernadores. Rosa García es psicóloga social y profesora de Historia. Victoria Tolisso es ilustradora, arquitecta y gestora cultural. En diálogo con Pausa, cuentan que les gustaría sacarse una foto con cada persona que les compra un ejemplar, para compartirla y tejer una red de lectoras y lectores, que puedan intercambiar luego sus distintas experiencias con infancias y jóvenes. “Deseamos que este libro sea un argumento para trabajar estos temas en el aula, un punto de apoyo, una referencia o una llave”, apun-

ta Victoria. Rosa precisa el por qué es necesario hacer un nuevo almanaque en las escuelas, ya que el libro no apunta a simplemente “enriquecer” la historia, sino a “redimensionar la relevancia de las mujeres originarias, africanas esclavizadas, afrodescendientes, mestizas, en todos los procesos fundantes de nuestra historia nacional y latinoamericana”, explica. Las prácticas pedagógicas construyen subjetividades, señala la historiadora: “no olvidemos que las efemérides son parte de los rituales escolares a partir de los cuales el Estado construye nociones excluyentes de ciudadanía y tienen su origen en el siglo XIX”. En el plural inclusivo forjado para la Argentina en aquella época –que buscaba definir quiénes somos- se conjuga “la élite blanca, masculina, adulta y culta, que necesita orden social y moral (ley), productividad económica, trabajo, progreso. Los/las ’indios/as’, ‘negros/as’ representaban todo lo contrario: desorden, descontrol, ociosidad, salvajismo, barbarie”, precisa Rosa. “Con tanta historia hecha y escrita, no hay mujeres en los grandes relatos”, afirma. Las autoras dan cuenta de que el trabajo de selección de información fue complejo, tanto por la magnitud de los períodos históricos que abarca la obra como por la falta de historiografía y la escasez de fuentes, por efecto del mismo sesgo de género. Una vez establecido el corpus, agruparon las efemérides en secciones “a los fines de ordenar, pero también de señalar claramente qué falta dentro del calendario de efemérides y por qué debería incluirse, brindando los elementos necesarios para eso”, explica Rosa. “Fue un gran desafío lograr que

La profesora de Historia Rosa García y la ilustradora Victoria Tolisso son las autoras del manual publicado por Editorial Biblioteca.

sea un material práctico, posible de usar en el aula (independiente de libro) y como material de estudio”, cuenta Victoria. Las ilustraciones, hechas en collage, sortearon la dificultad de que muchas de las mujeres no tengan registro fotográfico o ninguna representación visual, por lo que hubo que recomponer muchas imágenes o usar fotos de monumentos. Además, la ilustradora se dio a la búsqueda de representar fechas como el Día de la no violencia y biografías llenas de injusticias con imágenes que no sean victimizantes, sino de lucha. El libro trae además un póster con el calendario de efemérides. La primera sección es la Efemérides tradicionales revisitadas, dedicada a las fechas patrias del calendario escolar, vinculadas a las historias de lucha por la independencia en el Río de la Plata y los movimientos sociales de los siglos XVIII al XIX. Las trayectorias de aquellas mujeres suelen estar pasadas por alto o reducidas a las donaciones de joyas de mujeres de la élite o las tareas de cuidado, de costureras y enfermeras. Al contrario, la participación femenina accedió a nuevos ámbitos como la política y la guerra durante los procesos revolucionarios. Las mujeres hicieron logística militar, combatieron, fueron estrategas y movilizaron a la sociedad en torno a la causa patria. Junto a los nombres más conocidos de María Remedios del Valle, Juana Azurduy y Bartolina Sisa, aparecen los de Manuela Pedraza, María Vicenta Eguino, Manuela Sáenz de Vergara y Aizpuru, Simona Mendoza, Antonia

León y Velasco, Manuela Beltrán, Martina Céspedes y muchos más. Entre ellos, el de la activista ecuatoriana Manuela Cañizares, que cuando los patriotas dudaban si dar el golpe revolucionario o no, los agitó: “Hombres cobardes, nacidos para la servidumbre: ¿de qué tenéis miedo? ¡No hay tiempo que perder!”. La segunda sección es la de Nuevas efemérides, dedicada a mujeres que abrieron camino en la educación, la universidad, el trabajo, la política, las luchas obreras, el voto, la ciencia. Que encendieron el fuego de su derecho a ser y hacer allí donde el deseo les puso el horizonte. Llegamos acá al fin del siglo XIX y, parafraseando a Marx y Engels, “si un fantasma recorría el mundo, amenazando los privilegios y el poder, era masculino”, escribe Rosa. Llega el siglo XX con todo: guerras mundiales, independencias, nuevas colonialidades, sufragismos, feminismos, hipismo, pacifismo, ambientalismo, movimientos estudiantes y obreros, democracias y dictaduras. En todas partes del mundo, “queers, racializades, migrantes, cholas, desplazades”, mujeres y disidencias protagonistas de los procesos históricos que forjaron el mundo que conocemos hoy. Desde nuestra parte litoral mundo, el libro refresca para la memoria a las maestras Cosettini, creadoras de una propuesta pedagógica transformadora; a Amelia Larguía de Crouzeilles, pionera en el campo de la antropología, la arqueología y las investigaciones sobre pueblos originarios y a Jo-

sefa Díaz y Clucellas, la primera pintora sudamericana que firmó su obra con nombre y apellido, autora de “La negra y el niño”, una obra icónica para los estudios sobre afrodescencia y esclavitud en la Santa Fe colonial. La reflexión que recapitula esta sección es una consigna bien conocida hoy, después de la marea verde: “lo personal es político”. Las últimas tres secciones se acercan a la historia más contemporánea: Efemérides de los nuevos movimientos sociales latinoamericanos, Efemérides y derechos humanos y Efemérides de la diversidad sexual. Llegan a estas páginas las historias de la Sanción de la Ley del Divorcio Vincular; de Ramona y las Zapatistas; de la hondureña Berta Cáceres; de la brasileña Marielle Franco, del Colectivo Ni Una Menos y la Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito en nuestro país; del Día de la Visibilidad Lésbica así como del Día Internacional de las Mujeres, el Día Internacional de la Visibilidad Transgénero y el Día Internacional del Orgullo LGBTIQ+; de la Ley de Matrimonio Igualitario y de Lohana Berkins, Diana Sacayán, Nadia Echazú y Marlene Wayar. “En este siglo XXI, es difícil escribir sobre movimientos sociales tan plurales y diversos, sobre todo porque ningún proceso histórico está cerrado y lo que aún no es posible hoy, seguramente será un derecho real mañana”, comparte Rosa, con el deseo de que el proyecto crezca a la par de que la historia se haga y se escriba en libertad.


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LITERARIAS | PAUSA

Vampiros Por Analía Giordanino Me gusta mucho el género de terror. Hace un siglo atrás charlaba con amigas, buenas lectoras de obras clásicas anglosajonas, sobre la figura del vampiro en la literatura. Me obsesioné y releí algunos clásicos. Entre las lecturas nuevas, encontré que el Drácula de Bram Stoker (1897) no era la primera obra sobre el mito, si bien la más leída (se la disputan Salem’s Lot de Stephen King y Entrevista con un vampiro de Anne Rice). El hallazgo fue el precedente de Stoker: el Tratado sobre Vampiros, de Agustín Calmet. Imposible hallar la obra de Calmet en formato virtual hace más de una década atrás (aún sigue siendo difícil). El original o su copia estaban resguardados en viejas bibliotecas europeas. Hurgando, me exalté con una edición impresa, contemporánea a mi búsqueda, de la editorial madrileña Reino de Goneril. Atrapada por la planta carnívora de la virtualidad, leí sobre el monje. Calmet vivió largo porque era monje (85 años, muere en París en 1757) así que no la pasaba mal y tenía lo que todos los escritores queremos: tiempo para escribir. Era abad del monasterio de la orden de San Benito de Sénones, Lorena, y su especialidad era la exégesis: interpretaba textos. Escribió un Comentario Literal sobre el Antiguo y Nuevo Testamento, de 23 tomos y un Diccionario de términos bíblicos, también con el adjetivo “literal” en su título, dado que se especializó en desestimar la interpretación moral y mística de las escrituras. En 1746 publica un libro sobre “los resucitados que salen de sus tumbas para alimentarse con la sangre de los vivos”. El nombre completo de la obra que tuvo que haber leído Stoker: Tratado de las apariciones de los ángeles, de los

demonios y de las almas de los difuntos y la Disertación sobre los redivivos en cuerpo, los excomulgados, los upiros o vampiros y los brucolacos. Yo conseguí la obra impresa de Calmet gracias a mi cuñada argentino-chilena, que lo compró en Santiago y me lo envió a Santa Fe. Es un libro hermoso, editado en papel rústico, con una tapa roja y un Drácula mordiendo en estética noir. El estilo de Calmet es verdaderamente literal y deja a la interpretación de los lectores la cuestión de la probatoria o la creencia, porque nunca encuentra testigos de los hechos que le lee o le cuentan. Transcribo algunos títulos de capítulos: Ejemplo de personas que se prometieron darse noticias del otro mundo después de la muerte; Ejemplos de personas ahogadas que han vuelto sanas. En el capítulo 48 intenta responder si los vampiros están muertos o no, y lanza, respecto del caso de un campesino: “No garantizo todas las circunstancias. El lector sensato sacará las conclusiones que juzgue oportunas. Si son verdaderas, he aquí un verdadero reviviente que bebe, come, habla y da señales de su presencia durante tres años enteros, y sin ninguna muestra de respeto”. El tratado de Calmet se hizo popular porque ponía a la par relatos de gente común y relatos provenientes de la medicina y de la iglesia. Monta al vampiro en el carril del chupasangre, el muerto con hambre, el que saca del otro para vivir, el que vuelve a venir atraído por la energía vital del resto. En el siglo XVIII, el Voltaire de la Ilustración revisa, con ironía, los casos de vampiros referidos por el monje y hace una analogía con los vampiros políticos en la Europa de su tiempo. También hay un antes del antes, como en el germen de la san-

gre infectada: anterior al tratado fue un informe de 1732, llamado Visum et Repertum, publicado en Serbia, sobre el caso Arnold Paole, un soldado serbio muerto, que

revivía. El caso tuvo atento, mediante los rumores primero, y los relatos populares, a los balkans, que sufrían una epidemia de personas que se mordían entre sí y que durante meses quedaban infectadas por fiebre, sed y dolores. El informe Arnold Paole se leyó y circuló por Europa, y fue este texto el que popularizó el uso del latino vampirus. El caso Arnold Paole fue investigado por Flückinger y Glaser, dos médicos militares enviados a resolver de una vez las creencias terroríficas y a aplacar los rumores. Flückinger escribió el informe y más tarde, el padre de Glaser lo publicó en el diario en formato entrega. Es decir: mediatizaron la investigación científica (¿la primera serie de terror popular?). Resulta que el padre de Glaser era corresponsal del diario Commercium Litterarium de Nüremberg, y publicó una carta escrita por él, describiendo el caso del soldado reviviente, tal y como se lo relató su hijo (mediante otra carta). La publicación generó tal interés que el informe y las cartas fueron comentados y citados en otros tratados y artículos, y propagaron el mito en Europa. Es fácil hacer la

CONCEJO DE LA CIUDAD DE SANTA FE

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analogía: la infección fue puesta en marcha por la reescritura. De las historias de la literatura sobre vampires que más me gustan a mí son El Vampiro de John William Polidori, texto escrito en las mismas noches de desenfreno gótico que el Frankenstein de Mary Shelley, y en la misma casa de los Shelley, en Villa Diodati, Suiza, en 1816. Otra es Carmilla, de Sheridan Le Fanu, escrita en 1872, un texto que repulsó a los lectores por el amor lésbico entre una niña y una vampira. En Argentina en 1816 se escribía el acta de la declaración de la Independencia y en 1872 se publicaba la primera parte del Martín Fierro. Casi cien años después, tendríamos la versión de Pizarnik de La condesa sangrienta de Valentine Penrose, obra inspirada a su vez en la figura de la condesa Erzébeth Báthory, tomadora de sangre de niñas húngaras para conservar la belleza y la vida eternas. Pizarnik es para mí también una vampira, por misterio y por infección de escritura. Toda una cohorte de revivientes leyendo y escribiendo sobre estas gemas oscuras, y con alivio sabremos, por defecto moderno, que sólo es ficción.


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PAUSA | OCIO Y CULTURA

El revisionismo ha iniciado sesión Antes de que los cybers vuelvan a ponerse de moda, recordamos el ecosistema de nuestra adolescencia. Por Belén Degrossi Quienes tenemos entre 25 y 45 años contamos con un privilegio espectacular: nuestra primera aproximación al delito la tuvimos, sin lugar a dudas, en los viejos cybers y locutorios que ocupaban nuestras horas libres allá por la primera década de los 2000. Esos calabozos sombríos, que crecieron como hongos en la humedad de una pared y que con la misma rapidez desaparecieron años después, albergaban a un variopinto de seres fantásticos dignos de una novela de Roberto Arlt. Los niños de hoy no lo entenderían. Nacieron con un teléfono en la mano y una computadora a metros de distancia, incluso si no es propia o de la familia. Pero hubo una época no muy lejana en la que una moneda de un peso se configuraba en la llave de acceso a ese magnífico mundo de la internet. El cyber era lo más parecido a un bar de pueblo que una generación entera tuvo. Muertos los “fichines” y los kioscos con mesas en la puerta, cualquier cosa que te permitiera salir de tu casa para reunirte con tus amigos resultaba válida. Y el cyber no era sólo un lugar de reunión. Era, sobre todo,

Muertos los “fichines” y los kioscos con mesas en la puerta, cualquier cosa que te permitiera salir de tu casa para reunirte con tus amigos resultaba válida. el espacio donde el futuro pasaba frente a nuestros ojos. Y el futuro era muy claro: lúgubre, con mala ventilación y gaseosas carísimas. El cyber de mi barrio quedaba a una cuadra de mi casa y no tenía más de 22 metros cuadrados. El señor que lo atendía se había entregado a la frustración hacía varios años, o al menos así lo indicaba la roída camiseta de morley que

usaba todos los días y su línea de cabello que ya había abandonado su frente y le alcanzaba a cubrir sólo un 37% de la cabeza. Fumaba adentro y nunca apagaba las máquinas. De fondo sonaba Chento en loop como en una suerte de espiral interminable de propagandas de jeans Fiorucci y temas tecnos mal producidos. Y ahí estábamos nosotros, los hijos y nietos de los gringos que fundaron el barrio, gastándonos la plata de las mensualidades en jugar al Counter y chatear con la persona que nos gustaba día tras día, noche tras noche, sin entender que el mundo iba a cambiar por completo. Que nos iba a cambiar en la cara. Y que ese cyber iba a ir a parar al mismo cielo en el que ya descansaban los locales “Todo por dos pesos” y las hamburgueserías “Pumper Nic”. A mí no me gustaba ir al cyber. En retrospectiva, siempre hay cosas de la niñez y la adolescencia que nos resultan turbias. Intenten mirar de nuevo la película “Fantasía”, de Disney, o algunas imágenes de Jugate Conmigo. El tiempo transforma todo en un capítulo de Memoria de Chiche Gelblung. Y el cyber de mi barrio no debía pasar ni un examen de bromatología ni de habilitación municipal, menos todavía de la Ley Micaela. Las computadoras se dividían en dos: las que servían para jugar y las que servían para chatear. Había gente que, a mi entender, ya residía ahí de manera permanente. Nunca los vi ni entrar ni salir. Recuerdo a uno con la remera de La Cruda y el pelo cremoso que se dedicaba a pasar los niveles difíciles de los juegos a cambio de un porrón o de unas rueditas de pizza. No sé qué fue de su vida cuando el cyber cerró. Quizás quedó ahí en algún rincón hasta que años después el dueño de la verdulería que subalquilaba el local lo encontró mustio y seco entre dos cajones de papas lavadas y no supo qué hacer con él. Quizás simplemente se marchó hacia el próximo espacio de consumo de época que se le presentó y vivió durante años en un gimnasio de crossfit o en una cervecería artesanal. Nunca lo supe, y ahora no es

El cyber: aquellos cuartitos llenos de computadoras donde por un peso entrábamos al mundo fantástico del futuro con banda ancha.

momento de averiguarlo. Otra banda solía ubicarse en las computadoras del fondo a escuchar Rammstein y a hablar por celular. A las compus no las usaban para jugar, simplemente descargaban cosas en pendrives. Tomaban Gancia con Sprite a cualquier hora del día y llevaban ropa negra y muchos anillos. Nunca supe si realmente eran mafiosos que se dedicaban al tráfico de datos e información o si simplemente eran sucios y punto. Se me ocurre a la distancia que la gente turbia hace un esfuerzo por no ser turbia y ellos, en todo caso, impostaban una actitud de malandra callejero con tachas y cadenas que no les quedaba para nada natural. En ese momento, yo pensaba que prendían sahumerios porque sus computadoras estaban al lado del baño que históricamente estuvo siempre y sin distinción “fuera de servicio”. Ahora me doy cuenta de que el sahumerio era un manso paraguayo prensado que les ayudaba a vivir. Empatizo, a la distancia. No extraño entonces la vida del cyber porque ese ambiente además atentaba contra mi incipiente feminismo. A mí no me gustaba hacer en el cyber las cosas que teóricamente yo tenía que hacer en el cyber, que eran chatear con gente que estaba en la compu de al lado y descargar canciones de Camila o de Reik para llevarme en mi reproductor de MP3, que por ese entonces tenía más virus que el pasamanos de un colectivo de la línea 15. Yo lo que quería era lo que estaba en el otro sector de computadoras. Yo quería masacrar gente en el

Counter Strike. Aquí podríamos hacer una semblanza acerca de lo peligroso que es darles a personitas en sus años formativos en educación emocional, sin herramientas y cargados de frustraciones, la posibilidad de desparramar odio y muerte en un juego on line. Pero no lo vamos a hacer porque para eso hay que estudiar, y mucho, entonces nos vamos a callar la boca. Piensen por un segundo lo apacible y espectacular que sería el mundo si todos y todas aprendiéramos esta lección. Sí voy a decir que los chicos de mi barrio, católicos y boy scouts que sólo salían de su casa para ir a básquet y a la misa, adoraban esos momentos de expresión de su ira que el Counter les proponía. Salían del cyber con la piel tersa, la mirada calma, las manos en los bolsillos y la carcajada clarita de quien no tiene mayores problemas en la vida. A nosotras nos tocaban los amores no correspondidos y los temas románticos latinos con los que íbamos a configurar todos nuestros vínculos de la manera más tóxica y dañina posible. En ese entonces, la verdad, mi reflexión no llegaba tan lejos. Yo sólo quería jugar. Hacer algo más que sentarme a esperar a que alguien me responda una postal de Yahoo a duras penas animada que pretendía encantar, enamorar, conquistar. Toda la situación me parecía patética. Tanto o más patética que el señor que atendía, que sólo se retiraba de la barra para venir a ponerte el arroba en la compu porque los teclados, vaya una a saber por

qué, estaban configurados en inglés. Probablemente era un ardid para estar cerca nuestro. ¿Ven que la cosa se pone cada vez más tenebrosa? La cuestión es que nosotras ocupábamos en fila las computadoras de la pared sur, y los muchachos los de la pared norte. Y ahí pasábamos la tarde escuchándolos pasarse directivas para derrotar a los terroristas, que habían sido recientemente ascendidos a la categoría de “máxima amenaza para el mundo todo” por haber, en teoría, volado las Torres Gemelas. Los muchachos también se iban del cyber con algún que otro chip imperialista instalado en la cabeza, pero, vamos a ser sinceros, no era tan nocivo como la mecánica de sumisión y paciente espera que se nos inoculaba a nosotras. Muchos de ellos terminaron siendo libertarios o votando a Macri, pero quizás la Ley de Educación Federal y el advenimiento del monopolio Clarín tuvieron bastante más que ver con eso que el Counter Strike. O simplemente sus familias eran gorilas. También las hay, por lo que me cuentan. Ahora cuando veo que los pibes no se sientan a jugar si no tienen un procesador de la NASA, una silla con suspensión hidráulica, teclado y mouse gamer con 349.287 luces de colores y una placa de video con la que se podría editar una película de Marvel me dan ganas de echarme una carcajada. Nacieron cuando el olor a perro mojado que decoraba todos los cybers se había disipado. Creen, en su inocencia, que conocen la adversidad.


AÑO 14 - Nº 288 | JUEVES 31 DE MARZO DE 2022 VARIOPINTA: 10 AÑOS

LITERARIAS | PAUSA

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OTRO YO MISMO

Te esperé en la fuente La nuestra Por Mari Hechim Al Ale, amigo entrañable

Por Susana Ibáñez El ómnibus trepa la avenida para entrar a Paraná y el río se abre a mi derecha. Cuando se detiene en un semáforo veo, en la pared interna de un refugio en una parada de colectivos, un grafiti de tamaño desesperado: Maite, te esperé en la fuente. Debajo, en letra más pequeña, llamame, y un número de celular. El mensaje me persigue. Lo veo cada semana y ya no sé si me ubico a la derecha para ver el río o para leerlo. Puede que sea prejuicio, pero imagino que alguien que lleva consigo un aerosol es un chico joven. Pienso también que han de conocerse poco, porque si el mensaje queda en un refugio es porque él no sabe dónde vive ella. Se vieron por primera vez en el colectivo, entonces, en ese refugio. Compartieron algunos viajes. La regularidad de los encuentros hizo innecesario el intercambio de números de teléfono: pensaban que ella iba a estar ahí, que él iba a estar siempre ahí. Quedaron en verse más allá del viaje, en una fuente, acaso la más cercana a esa parada y en un fin de semana. Pero ella no fue. ¿Cuánto la esperó? Él caminó hasta el refugio, porque ella pudo haberse confundido, pudo haber pensado que se verían ahí. Pero no estaba. Nunca llegó. ¿Llovía? Él supuso que la iba a encontrar en unos días en la parada, como siempre, pero Maite nunca más tomó ese colectivo a esa hora. El grafiti fue el mensaje más directo, entonces: si pasaba por ahí, si alguna vez volvía a tomar un colectivo, si le quedaba un resto de interés en el compañero ocasional de asiento, entonces lo llamaría. Vivió esa espera como quien se asoma a un abismo. De a poco el ahogo se fue disolviendo junto con la esperanza de volver a verla y el miedo a que nunca más nadie llegue a su vida. Unos

meses después apareció otra chica y el celular siguió ahí, expuesto, impúdico, para cualquiera que quiera hacer llamadas de broma. El número dice mucho: que él no se resigna, que no le importa lo que digan, que la espera. Pero Maite cambió su rutina a propósito. Pasa en otro horario por ese lugar, en un colectivo de otra línea, ve el mensaje y aparta la vista. Ruega no volver a encontrarlo. ¿Cómo le explicaría el plantón, el desprecio súbito? Puede que haga años que el grafiti revela su número en el refugio. ¿Cada cuánto se pintan los refugios en Paraná? Él tendría que haberla olvidado ya. A lo mejor ella se mudó a otra ciudad junto a otro río y otras fuentes. Él nunca usó el fondo de su aerosol para tachar el mensaje. Lo dejó en la mochila que ocultó en el fondo del placard. Lo lee a veces, cuando pasa en la moto —que se compró hace poco— o cuando toma un helado con su flamante novia en las mesas pringosas de la vereda de enfrente. Su chica no sabe de Maite y él no piensa contarle. A veces se pregunta si no será mejor tachar ese número, porque su novia algún día puede darse cuenta de que es su celular, pero no lo hace. Lo echa a la suerte: si ella se enoja y lo deja, habrá sido por algo mucho más grande que lo que tiene hoy con ella, por una conversación interrumpida antes del primer beso, la única relación perfecta que tendrá en su vida. También puede que Maite haya estado en cama por unos días y que se hayan encontrado al poco tiempo para reírse juntos del desencuentro y del mal rato que, sin querer, ella le hizo pasar. Se habrán abrazado. Todo habrá estado bien por un tiempo. Pero no, no creo que haya pasado así. Por alguna razón siento más cercano al mundo de las posibilidades que él lleve a su novia a esa heladería, que después se suban a la moto —se ríen, se besan—, y que al pasar frente al refugio él siempre piense que con Maite todo, todo habría sido mejor.

Cuando escuchamos, a las doce de la noche, los balazos en la puerta del penal, aquel 24 de marzo, sabíamos lo que iba a pasar. Más o menos. No había antecedentes de las abominaciones de que estos tipos eran capaces. Yo estaba encerrada en una celda con la Negrita, que tenía una hija de un año, Valentina. La Negra, más comprometida con la militancia que yo, me dijo rápidamente: nos tiramos al suelo y protegemos a la nena. Me acuerdo de su voz, tirante, urgente, y, de una, creyendo que nos iban a matar, que seguirían a los tiros, nos tumbamos en el suelo de la celda para cubrir a la Valen. Tuvimos tiempo de pensar en lo único importante en ese momento, y quizá en todos los momentos de las madres. Las Madres no pudieron protegernos porque ya éramos grandes y hacíamos la nuestra. La “nuestra” era decisión, coraje, solidaridad, lealtad, y ya no necesitábamos que alguien cubriera nuestros cuerpos. Como casi siempre pasa, los hijos enseñan a los padres a no quedarse en el pasado, a acompañarlos con amor (a mí personalmente mi hija me volvió a la vida exactamente en enero del 21). De ahí que, de tales hijos, tales Madres. Que dejaron el delantal y la cocina para proteger nuestra memoria. Fuimos, quizá, hasta ahora, la última generación –y no era toda una generación, éramos algunos de todos. Muchos, pero no todos. Si no, no hubiera cantado el gallo negro. Decía, fuimos la última generación que pudo proyectar un futuro para todos. No le teníamos miedo al futuro, porque lo estába-

mos construyendo con nuestros propios cuerpos. Quiero decir que ninguno de los que pasamos por ahí ignoraba las consecuencias de las acciones que llevábamos adelante. Mi hermana había caído presa en el 71. Yo caí en el 75. Mi hermano en el 81. No voy a poner más fechas porque todos sabemos que hubo un largo período histórico en nuestro país plagado de golpes de Estado. Así que ir en cana era una posibilidad muy actual para los que militaban o andaban cerca. Que nos mataran, también: el golpe de Chile fue una advertencia. Por eso digo: los cuerpos. Por eso leíamos lo que dicen Adorno y Horkheimer sobre el propósito de los torturadores: reducir al torturado a mera cosa, un ser sin alma, por usar esta bendita palabra, similar a ellos. Pero esos cuerpos no eran objetos aislados, por lo menos, hasta el momento efectivo de la picana o del balazo. No es que estábamos solos e inermes a merced del odio o la represión. Éramos todos en cada uno. Y te diría que ni siquiera en el momento de la tortura estábamos solos, de ahí que cuando recuerdo las amenazas y los gritos del 24, también recuerdo que cada una de

nosotras nos sentimos responsables de todas las compañeras. Y así como nosotros éramos hijos de la revolución cubana, bajo la mirada del Che, queríamos que nuestros hijos vivieran en un mundo de justicia y libertad, lejos del individualismo, en un círculo colectivo de amor. Al momento del golpe, lo único que pudimos hacer, fue resguardar la vida de nuestra cría con nuestros propios cuerpos: quisimos protegerte. Te la resumo así: después de nosotros vino una generación aplastada por la ferocidad del neoliberalismo, con toda la parafernalia del desprecio por la política, la meritocracia que nos hace pensar que los pobres son sólo impotentes para cambiar su suerte: que trabajó para que las personas carecieran de la posibilidad de entender que la historia se mueve, que es posible cambiarla, que sólo hace falta sentirse parte de los otros, que uno no termina en su propio ser, sino que hay un flujo que nos conecta y nos hace, o nos podríamos hacer, menos solos, más potentes. (Yo le diría a Spinoza que hay quienes saben lo que puede un cuerpo: lo saben los represores; lo supimos nosotros).


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PAUSA | COCOLICHE

Tan lejos, tan cerca

El zoológico

AÑO 14 - Nº 288 | JUEVES 31 DE MARZO DE 2022

Por Rebo

Por Adrián Brecha Estoy en guerra contra el insomnio. Probé miles de recetas para no caer en pepa y agua pa’la seca. Me refiero a los problemas persistentes para dormirse y para permanecer dormido. No es lo mismo que no dormir por trabajo o por placer. Ni tampoco resistir en una maratón de series fotocopiadas de Netflix. De alguna manera es trabajo: regalar horas de sueño a cualquier plataforma es una labor no rentada para el capitalismo cognitivo. No importa el origen de la app, no escapa a la lógica; la china Tik Tok y su frenético zapping de videos o cualquiera de las otras que convierte el desvelo en rentabilidad. Pero hoy mi problema no es el capitalismo de plataforma, es ese momento que se produce entre que apoyo la cabeza en la almohada y cierro los ojos. Para muchas personas es una mecánica simple, se entregan al sueño con la misma facilidad que cedemos ante el FMI. En el momento que mis párpados descansan se produce una reacción en cadena de pensamientos en intenso diálogo comigo mismo. Lo terrible es que ni siquiera son grandes ideas o problemas filosóficos que entran en debate. Ni tampoco es que tenga a un ruso y a un yanki en mi habitación y piense que sucederá en Kiev. Luego de haber atravesado el 2001 y cobrar $5 repartiendo diarios, mis pensamientos no se ven afectados por los vaivenes de la economía argenta. Tampoco estoy pensando en comprar dólares MEP mediante un broker o minar bitcoins en una granja. Lo más complejo es el modo random en que los pensamientos conversan como si estuvieran con un liso en la mano. Puede arrancar con un simple acto: ¿cerré la puerta del local? que da paso a un sin fin de posibilidades con una progresión dramática muy sólida. Por lo general, termina todo en tragedia. Dicen que hay muchas maneras de matar a una persona, pero una de las más terribles es no dejarla dormir. Se muere no porque no pueda descansar sino porque no puede soñar. Probé con el 3-3-1, que te ayuda a dormir y bajar los niveles de angustia y ansiedad. Como si fuera tan fácil. También intenté con la meditación guiada por Youtube y a los cinco minutos me siento un absoluto ridículo escuchando la voz de un GPS que me guía. Incluso no tuve peor idea que probar con el ruido blanco de fondo, no lo haga: es una tortura. Alguien me recomendó leer un libro para que me dé sueño. Error: son las 3 AM y estoy por terminar una novela corta. Es lo que se llama insomnio creativo. Ya lo dice un muro:“El arte nunca duerme...”(Francis Ford Coppola) a lo que Fernando Birri le aclara:“... pero sueña con los ojos abiertos” . Nuestra mente no puede soportar la realidad sin los sueños. Las comunidades no somos diferentes.

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