7 minute read

Enfoque de los modelos bigeneracionales

Los modelos bigeneracionales apuntan de manera inherente a lograr objetivos que van mucho más allá de obtener resultados individuales, contrario a las intervenciones de servicios sociales tradicionales Es decir, el enfoque bigeneracional aspira a un efecto multiplicador que produzca mejores resultados para toda la familia, las comunidades y el país.

Este efecto multiplicador supone el logro de cumplir las metas definidas tanto para los padres y madres como para los niños y niñas, a través de un conjunto alineado de intervenciones intencionales. Las metas familiares claramente definidas, tienen el potencial de ayudar a los y las profesionales a enfocarse efectivamente en las personas dentro de los hogares, a establecer metas individuales, a alinear soluciones apropiadas y a lograr mejores resultados para las familias. Al mismo tiempo, estas metas definidas ayudan a que los sistemas que sirven a las personas en pobreza sean más rentables a largo plazo (Shimt, Matthews y Golden, 2014).

Los modelos de dos generaciones se enfocan en niños y niñas de bajos ingresos y en los padres y madres de estas familias con el objetivo de interrumpir el ciclo de la pobreza. Sin embargo, los modelos en sí varían ampliamente y los y las profesionales y responsables de la formulación de políticas necesitan recibir orientación sobre cómo diseñarlos mejor para lograr sus ambiciosos objetivos y capitalizar sus efectos multiplicadores (Scott, Popkin y Simington, 2016).

Shonkoff y Fisher (2013) aseguran que el concepto de un enfoque de dos generaciones para los niños, niñas y familias que experimentan una adversidad significativa está particularmente maduro para un replanteamiento creativo que vaya más allá de un simple llamado a una mejor coordinación entre los “silos” de servicios centrados en los niños y niñas y los centrados en los adultos.

Consideraciones teóricas

La creciente evidencia de la neurociencia sugiere que cuanto más esperemos para intervenir con los niños y niñas con alto riesgo de problemas, más difícil será lograr resultados positivos más adelante, particularmente para los niños y niñas que experimentan las alteraciones fisiológicas del estrés tóxico (es decir, activación excesiva y prolongada de los sistemas de respuesta al estrés) durante los primeros años (Shonkoff y Fisher, 2013). Algunos investigadores e investigadoras han propuesto mirar la teoría ecológica y la teoría de sistemas familiares (FST, por sus siglas en inglés) como un marco teórico que permite considerar cómo los modelos bigeneracionales impactan a los padres y madres a corto plazo y a largo plazo, y el bienestar de los niños y niñas y la familia (Chase-Lansdale et al., 2019).

Según Shonkoff y Fisher (2013), los diversos marcos conceptuales que guían la inclusión de los padres y madres en los programas de la primera infancia han sido influenciados en ciertos aspectos por la teoría del aprendizaje social, la teoría del apego y las perspectivas del desarrollo psicoanalítico. Aunque algunos investigadores e investigadoras han visto estos marcos como distintos o incompatibles, otros han articulado que existe un núcleo conceptual compartido que considera que los resultados de la vida de los niños y las niñas dependen de la disponibilidad de relaciones receptivas y de apoyo que sean cálidas y positivas.

La afirmación sobre cómo el desarrollo de los niños y niñas se ve significativamente afectado por sus relaciones con los adultos importantes en sus vidas es ampliamente aceptada y validada en los espacios científicos. Esta afirmación sugiere que las intervenciones efectivas en bebés, niñas y niños en desventaja deben incluir un compromiso significativo de parte de la familia.

Los primeros años de la vida de un niño o niña son de vital importancia en su desarrollo La crianza afecta profundamente el desarrollo de los niños y niñas. De igual forma, el estrés, la salud física, la salud mental y la educación de los padres afectan la crianza de los hijos (Shimt, Matthews y Golden, 2014, p. 4). Por lo que, para garantizar un desarrollo saludable, los niños y niñas necesitan estabilidad y relaciones receptivas y enriquecedoras.

A pesar del consenso sobre estas afirmaciones, Shonkoff y Fisher (2013, p. 10) aseguran que el diseño y la implementación de estrategias para la participación significativa de los padres y madres en los programas enfrentan desafíos complejos y su éxito puede ser difícil de lograr en la práctica. Los resultados de la neurociencia con respecto al desarrollo de los niños y niñas en edad temprana justifican de manera fundamental la importancia que los modelos bigeneracionales le dan al desarrollo saludable durante la infancia.

Según Chase-Lansdale y colegas (2019), la teoría ecológica postula que las familias están integradas en un macro sistema más amplio de oportunidades y limitaciones económicas. En consecuencia, mejorar la educación de los padres y madres les permitiría participar en la economía en general de manera más efectiva. Los autores y autoras afirman que la teoría también destaca las conexiones significativas dentro del microsistema, es decir, las relaciones en entornos familiares y extrafamiliares. A partir de esta perspectiva, los programas bigeneracionales eligen deliberadamente el entorno extrafamiliar de la educación de la primera infancia para involucrar a los padres y madres en su propio programa de educación y capacitación laboral (Chase-Lansdale et al., 2019).

La perspectiva de sistemas familiares proporciona matices al enfoque ecológico, vinculando múltiples entornos y contextos a la forma en que la familia opera internamente (Chase-Lansdale et al., 2019). Esta es una teoría de conducta humana que define la unidad familiar como un sistema social complejo en donde los miembros interactúan para influir en el comportamiento de los unos con los otros (Pfeiffer e In-Albon, 2022). Pfeiffer e InAlbon (2022) lo explican de la siguiente manera [traducción del inglés]:

Es probable que cualquier cambio en un individuo dentro de una familia influya en todo el sistema e incluso puede conducir a cambios en otros miembros. Muchas intervenciones diseñadas para promover el cambio de comportamiento en los niños y niñas están dirigidas a la unidad padre/madre-hijo/hija, aunque, según Kerr y Bowen (1988), puede ser más beneficioso centrarse en la familia como un todo. La teoría de los sistemas familiares reconoce que la familia juega un papel clave tanto en el bienestar emocional como en el físico a lo largo de toda la vida, ya que la mayoría de las personas mantienen el contacto con su familia de origen mientras viven. La teoría de sistemas familiares resalta la idea de que las familias son entidades continuas, con reglas, creencias y valores que dan forma a los miembros a lo largo del tiempo.

Instituto del Desarrollo de la Juventud | Laboratorio de Movilidad Económica

La teoría de sistemas familiares es, por tanto, un mecanismo para entender el funcionamiento humano con un enfoque en las interacciones intrafamiliares y las familias en sus contextos (Watson, 2012). Por otro lado, la teoría ecológica considera la compleja interacción entre los factores individuales, de relaciones, comunitarios y sociales; esta teoría o modelo es utilizado en la prevención de violencia y suicidios, entre otros (CDC, 2022; Cramer y Kapusta, 2017). En este contexto, reconociendo los principios básicos del paradigma bigeneracional y su enfoque de impactar de forma holística a las familias, estas teorías en combinación suponen una base teórica que fundamentan el porqué de su eficacia

Componentes de los modelos bigeneracionales

Las estrategias bigeneracionales pueden incluir múltiples componentes, no obstante, las organizaciones que lideran este paradigma identifican cinco componentes clave comunes en los planteamientos bigeneracionales (Mosle y Sims, 2021):

1. Salud, incluida la salud mental: La salud tiene un gran impacto en la capacidad de las familias de prosperar. Si el cuidador o cuidadora sufre una enfermedad o crisis mental, esta puede afectar su habilidad para trabajar, así como para proveer un ambiente estable y seguro para sus hijos o hijas. Asimismo, cuando un niño, niña o joven no está físicamente bien o saludable, su capacidad de explorar, aprender y lograr las metas de su desarrollo se puede ver afectada, ya que su bienestar social y emocional están intrínsecamente conectados con el crecimiento y el aprendizaje.

2. Desarrollo, aprendizaje y cuidado en la infancia temprana: Los primeros meses y años de vida, son un periodo en que el cerebro se desarrolla de manera potencial. La calidad de las experiencias y las interacciones del niño o niña son las que darán forma a la arquitectura de su cerebro y sentarán la base del aprendizaje y el desarrollo posterior. Es por eso por lo que las propuestas de los modelos bigeneracionales se esfuerzan por garantizar que todos los servicios y programas diseñados para la niñez temprana, incluyendo el cuidado infantil, Head Start y las visitas domiciliarias, incorporen contenido de vanguardia, estándares de calidad comprobados y apoyo a la seguridad económica de toda la familia

3. Estudios postsecundarios y vías de empleo: La educación impulsa la seguridad económica familiar. Los padres, madres y cuidadores que obtienen un título universitario, duplican sus ingresos de por vida y aumentan la seguridad financiera de sus familias. El nivel educativo de los padres, madres y cuidadores también es un fuerte predictor del éxito de un niño o niña. Por ende, los enfoques bigeneracionales buscan ayudar a los padres, madres y cuidadores a lograr sus metas educativas y obtener certificaciones de capacitación que conduzcan a mejores empleos y profesiones

4. Activos económicos: La estabilidad financiera es un aspecto fundamental de la movilidad económica y social de las familias. Los activos económicos incluyen vivienda, transportación, educación financiera, créditos contributivos y asistencia nutricional, entre otros.

Instituto del Desarrollo de la Juventud | Laboratorio de Movilidad Económica

5. Capital social: Para prosperar y avanzar en la vida, tanto los adultos como los niños y niñas necesitan conexiones interpersonales útiles y acceso a la información. También necesitan oportunidades para dar y recibir apoyo. La construcción de la “red de capital social” de una familia es un componente clave de un enfoque bigeneracional exitoso. Años de investigación han demostrado que las conexiones de capital social producen beneficios tanto para las familias como para las comunidades. Estos redundan en vecindarios más vigorosos, mayor participación en organizaciones comunitarias y religiosas, así como en avances en la escuela y en el lugar de trabajo.

Las organizaciones que han liderado la concepción, el desarrollo y la implementación de los modelos bigeneracionales o las estrategias de dos generaciones (y/o de toda la familia) son Ascend del Aspen Institute, la Annie E. Casey Foundation y Foundation for Child Development. Mientras que, entre las organizaciones que lideran esfuerzos gubernamentales, se destacan El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos y, en específico, la Administración de Niños y Familias. Al mismo tiempo, han surgido esfuerzos notables de parte del Departamento de Educación, apoyados por Ascend y la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales (NCSL, por sus siglas en inglés). De igual forma, en colaboración con el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos y financiado por un colectivo filantrópico, el Urban Institute desarrolló la iniciativa HOST en cinco complejos de vivienda pública o subsidiada en cuatro estados, basada en un modelo bigeneracional de servicios2