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Sergio Salvador Aguirre

cambios propondrían para mejorar el sistema judicial? Tomás Freyman: Hay un problema generalizado en nuestro país que es la corrupción. Es un tema que nos preocupa muchísimo. Nosotros lo combatimos no siendo parte de esa dinámica; sin embargo, con sideramos que todavía hay mucho por hacer y hoy es el momento de actuar. Carlos Villasante: Yo propondría la profesiona lización de la carrera judicial. Aunque en los tribunales del fuero común ha habido mejoras, hemos detectado que hay funcionarios que siguen sin ser buenos juzgadores. Desde nuestro punto de vista constatamos que no siempre hay un estudio profun do detrás de una sentencia, ya sea de primera o de segunda instancia. No se ha conjugado muy bien la

pronta impartición de justicia con la calidad. Por eso considero que es necesario contar con una carrera judicial más adecuada. Ahora, con los juicios orales, me parece que éstos van a desahogar un poco el re zago; no obstante, hablando con un magistrado me decía que la calidad de los escritos de los abogados tampoco es muy buena y que en ocasiones hay que corregirles toda la plana.

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¿Es bueno el sistema de impartición de justicia? Carlos Villasante: A raíz del documental Presunto culpable nosotros hicimos una crítica, porque el sistema escrito no es necesariamente malo y el sis tema oral no es necesariamente bueno. Hay ciertos asuntos que, si la cuestión técnico-jurídica no es de importancia, se pueden ir a juicios orales, pero

si se trata de un caso complejo se tendría que suspender el procedimiento para darle cabida a un estudio más profundo, o bien conceder otros plazos al juez para que resuelva, por que ahí la oralidad no funcional igual, ya que el juez necesita estudiar muy bien el asunto. Ahí lo importante ya no sería el tiempo, sino la calidad de las sentencias. Tampoco se trata de tener asuntos que duren años y años; debe ser algo que se compense.

¿Cuál es su opinión sobre la colegiación y la certificación obligatoria para los abogados? Carlos Villasante: A mí me parece que debe existir la libertad del abogado de asociarse o no; si habrá un órgano que nos califique, tendrá que ser totalmente imparcial, pero de ahí a que sea obligatorio, yo no estoy de acuerdo. Hay instancias judiciales que ya nos califican. Tomás Freyman: Sí, yo coincido con Carlos. Considero que nosotros debemos decidir voluntariamente si nos afilia mos o no.

¿Cómo mejorar la imagen y la percepción que se tiene de los abogados? Tomás Freyman: Nosotros lo vemos en la relación con los clientes. Ellos son los que depositan su confianza y nunca los hemos decepcionado. Por el contrario, nos recomiendan o regresan para que los ayudemos a resolver otros problemas. Hemos generado un lazo de confianza y de ese modo hemos podido sortear este tema de la mala imagen. Al final de cuen tas, el Derecho es un lenguaje que nosotros traducimos al cliente en su contexto. Es como el médico que explica de qué estás enfermo y hacia dónde dirigir la cura; nosotros afronta mos ese mismo reto. Carlos Villasante: Hay clientes que sí llegan a la defensiva. Pero su actitud es muy comprensible porque vienen de otros despachos con los que han tenido malas experiencias. Es nuestra obligación guiarlos y ubicar perfectamente el asunto. Y además siempre está la cuestión monetaria, que es algo que no le gusta mucho al cliente. No quieres tratar con abo gados y médicos a cada rato. Por eso es un reto para nosotros transmitirles tranquilidad y crear un canal de comunicación con ellos.

Nosotros nos comprometemos con cada asunto, nos sen tamos con el cliente y le presentamos al equipo de abogados y a los pasantes. Tomás, Angélica y yo conocemos todos los asuntos de este despacho.

Nación volvió al criterio original de que la sentencia que pone fin al juicio especial no tiende a resolver el fondo de la controversia y que por ello es reclamable en amparo indirecto. Siendo así, contra la determinación que dicte el juez de distrito cabrá el recurso de revisión, a ser resuelto por un tribunal colegiado o por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Considere el lector que, de acuerdo con los indicadores estadísticos del Poder Judicial Federal, un amparo indirecto se resuelve aproxi madamente en cuatro meses, y una revisión, en otros cuatro. Aunque ya sabemos que, en realidad, dependiendo de la carga de trabajo de cada órgano, esto puede variar y generalmente el tiempo es mucho mayor.

Las supuestas bondades del arbitraje, destacadas por quienes nos invitan a aplicarlo, no acaban por cuajar en la práctica, sobre todo en asuntos donde están involucradas fuertes cantidades de dinero. No pretendo decir que todo arbitraje fracasará, o que durará una eternidad la emisión de un laudo, o que será muy onero so, ni que indefectiblemente su ejecución tardará otros años más. Sin embargo, si comparamos lo que tarda en resolverse un asunto de éstos ante un juzgado, por todas sus instancias, incluyendo el amparo, con lo que puede dilatar ese mismo caso vía procedimiento arbitral y su ejecución ante los mismos tribunales, en la gran mayoría de los casos se obtendrá una sentencia que se apegue a Derecho, en un menor tiempo y desde luego sin que se haya generado un costo por la impartición de justicia. En el caso del arbitraje, como se sabe, las partes deben sufragar los costos, que no son otra cosa que los honorarios de los árbitros y, en algunos casos, gastos adicionales como traslados y renta de espacios para el desarrollo de las audiencias. Pero lo más delicado es que el Poder Judicial es el que podría acabar conociendo de este tipo de procedimientos, muchas veces tratando de deshacer los entuertos contenidos en los laudos, emitidos en algunos casos por ingenieros o contadores. Conozco algunos laudos en los que, aun sometidos al Derecho mexicano, se condenó al pago de daños y perjuicios que no son directos ni inmediatos al incumplimiento; a la rescisión de un contrato bajo el argumento de que se incumplió otro contrato, éste sometido a tribunales. Y otros que condenaron al pago de una supuesta merma patrimonial que determinó un solo perito con base en eventos totalmente futuros. En suma, quien debe acudir a un arbitraje para dirimir una controversia, por así haberlo pactado, aparte de iniciar y pagar ese arbitraje y esperar su resolución, deberá empezar otro procedimiento, ante los tribunales, únicamente para ejecutar su laudo, con todo el gasto y el tiempo que ello implica. Entonces, es muy cuestiona ble que el arbitraje sea, en realidad, un medio alterno, rápido y eficiente, para solución de conflictos.

SERGIO SALVADOR AGUIRRE SÁNCHEZ (1972-2019)

Miguel Ángel Orozco Plascencia

Conocí a Sergio una mañana de septiembre de 1991. Yo ya tenía un año como alumno en la Escuela Libre de Derecho (ELD). Él entró un año después. Como tapatíos en el exilio, nos hicimos amigos de inmediato. Me lo presentó Guillermo Pérez Santiago, otro tapatío que iba dos años adelante de mí y que ya conocía a Ser gio desde Guadalajara.

Lo primero que me llamó la atención de Sergio fue su buen humor. No sé si por la edad, pero desde el primer momento hicimos click y nos volvimos inseparables junto con otro provinciano de San Luis Potosí que iba en mi salón, Daniel Udave Loyo. Desafortunadamente, Daniel tam bién se fue muy pronto, en 1997, en un accidente automovilístico.

Así Sergio, Daniel y yo nos volvimos insepara bles. Tremenda época de estudio en la ELD, de andar de fiesta y de trabajar, Daniel en el área penal, Sergio en el área fiscal y yo en el área del Derecho corporativo.

El rigor de los exámenes nos fue haciendo conocer nuestros respectivos caracteres. Desde el principio, Sergio mostró un interés por la filosofía del Derecho. Daniel y yo, que estudiamos los cinco años juntos durante la época de exámenes, éramos mucho más prácticos que Sergio, por lo cual le sugeríamos que se concentrara en los libros que nos habían recomendado los maestros, pero Sergio no hacía caso: le gustaba enmarañar se con libros españoles y argentinos que sólo él sabía de dónde sacaba. A nosotros nos daba risa, pero él mostró su talante de librepensador desde el principio, con los riesgos que eso puede aca rrear en una escuela como la nuestra.

Las habilidades de Sergio no se limitaban a lo académico, sino también a lo concerniente al divertimento; él disfrutó al máximo su estancia en la Ciudad de México; yo la sufría un poco. El dominó es toda una tradición en la ELD; recuerdo la broma de nuestro maestro don Ismael Gómez Gordillo que, con su poderosa voz, decía: “La Es cuela Libre de Derecho es el único salón de dominó con Escuela de Derecho adjunto”. Pues bien, en esas artes del dominó Sergio mostró grandes dotes. No recuerdo si ganó algún premio que presumía como una nota de tres superiores pero sí me acuerdo bien de una anécdota sensacional que procedo a relatar. En una ocasión, Sergio y yo nos encontrábamos en una cantina cuando llegaron dos compañeros de él que también tra -

bajaban en la Secretaría de Hacienda, con ínfulas de grandes jugadores. Empezamos a jugar y les hicimos un zapato, es decir, paliza a cero. En la siguiente ronda también los llevábamos en za pato, cuando de repente nos tocó a Segio y a mí una mano muy mala que seguramente íbamos a perder y en la que estábamos cargados de pun tos malos. Entonces el ingenio de Sergio se hizo presente: a propósito, bajó una ficha incorrec ta para que nos castigaran con sólo 25 puntos malos. Los eruditos se pararon molestísimos con Sergio amenazándolo con no volver a jugar con él; Sergio y yo no podíamos dejar de reír.

En el ámbito profesional, Sergio destacó como fiscalista. Trabajó en un despacho de la Ciudad de México y en el área de Normatividad de Comercio Exterior y Aduanas donde él me decía que se formó con su maestro Ricardo Koller Revueltas, en ese tiempo administrador central de esa área. Después pasó al área jurídica del Sistema de Administración Tributaria (SAT), primero en la Ciudad de México, después como administrador en Ciudad Guzmán y finalmente en su querida ciudad natal Guadalajara.

Hombre culto y amante de los libros, siempre tuvo un lugar especial para su biblioteca perso nal. Sergio era un liberal de derecha; de ultraderecha, diría yo. A pesar de nuestra muy diversa manera de pensar siempre nos respetamos. Creo que soy de las pocas personas con las que Sergio podía discutir sin enojarse porque siem pre fue muy apasionado con su forma de pensar. Eso sí, era un hombre honestísimo. Siempre fue congruente con su pensamiento, aun a costa de perder su trabajo donde incluso llegó a reci bir amenazas de muerte como administrador jurídico del SAT en Zapopan. Durante el tiempo que fuimos socios me consta que jamás quiso aprovechar la influencia de su padre, quien era ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para litigar ningún asunto.

Fue maestro de teoría general del Estado en la Universidad Panamericana. Le apasionaba la política y la situación del país. Siempre abo gó por el Estado de Derecho. Fue consejero de Coparmex en Guadalajara. Escribía sobre política y Derecho en el periódico El Informador, en su columna “Viaje en Parasubidas”. Fue presiden te de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, capítulo Jalisco, donde pugnó por el respeto a la diversidad de pensamiento.

La última vez que lo vi iba caminando sobre avenida Chapultepec con sus tres hijos; no me atreví a interrumpir tan bella escena. Chiva y taurino, otra de sus pasiones era volar papalotes cuando íbamos a la playa.

Vuela como tus papalotes, querido Checs. De jas un hueco en mi alma y en la de todos los que te queremos, pero vuela y descansa.

MARÍA ELENA MANSILLA Y MEJÍA (1935-2020)

Durante los últimos 19 años una mujer excepcional realizó un trabajo fundamental en el ámbito de nues tra concepción del Derecho internacional; en esas dos décadas, en silencio, poco amiga de entrevistas, aplausos y reflectores, una mujer disciplinada, inteligente y, podría mos decir, férrea, hizo mucho por el reconocimiento de los derechos de las mujeres, desde su escrito rio, siempre rodeada de papeles en estricto orden y de alumnos pendientes de sus palabras; dejó más que una huella, una escuela de pensamiento y una forma de ver el Derecho internacional y las ciencias criminalísticas: la maestra María Elena Mansilla y Mejía.

Hace apenas unos días conoci mos la noticia de su deceso. Es un lugar común hablar del hueco que deja en la comunidad de la Facultad de Derecho, una obligación decir que ese vacío no podrá ser llenado, casi una obviedad hablar de sus ge neraciones de alumnos; pero tratándose de la maestra aquello no serían cumplidos o gratas remembranzas: se trataría de una pálida justicia moral. Había alcanzado el grado académico de doctora en Derecho por nuestra facultad y, sin embargo, para quienes la conocimos, para sus alumnos, para quienes buscaban en Norka López Zamarripa

ella el consejo y el análisis, el título que más disfrutaba era el de maes tra, lo que la definía y lo que hacía de ella una intelectual de larguísimo aliento que se mantuvo en activo hasta que el tiempo vital de su exis tencia se vio culminado.

María Elena Mansilla habría nacido en 1935. Y se dice habría porque hubo siempre en ella una especie de juego con su edad y con su tiempo, como si estuviera llamada a pasar por encima de las generaciones, perteneciendo un poco a todas pero no del todo a una sola época; se trataba de una mujer cuya función docente ocupaba la totalidad de su personalidad en distintas manifestaciones; en sus casi 40 años de servicio académico en la facultad, la maestra Mansilla sirvió con atingencia ejemplar las cátedras de Derecho internacional privado y teoría general del Estado en la licenciatura de la Facultad de Derecho de la UNAM; también las de Derecho competencial, relacio nes económicas internacionales y Derecho convencional civil en la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho de la UNAM. Existía en su personalidad esa aura que sólo está presente en los maestros por vocación y nece sidad existencial, esa virtud que se manifiesta en brindar conocimiento continuamente, aun sin propo nérselo, y podemos afirmar, con la certeza que da el afecto, que nadie que conversara con ella se iba con las manos vacías ni con la inteligen cia sin aliento. Se trataba de una mujer dedicada no sólo a aprender y a generar nuevo conocimiento, sino a diseminarlo en sus alumnos, en sus tesistas y en quienes tenían la fortuna de asistir a sus innumera bles conferencias y alocuciones. Sin embargo, antes de que el polvo de los años y el batallar de los días comiencen a hacer su trabajo fatal en la memoria, habrá que decir al menos dos cosas que no podrían constar en su currículum, efectos de su ardua labor de décadas. La primera, su forma peculiar de femi nismo, su lucha por la igualdad de derechos de la mujer y su influencia en la conquista de espacios dentro de la sociedad y la comunidad uni versitaria. El suyo fue un feminismo sin manifiestos ni provocaciones; el suyo era un feminismo que recor daba al de Simone de Beauvoir, el que proclama la igualdad median te la asunción de espacios por las mujeres, basadas en su trabajo y en la excelencia de sus resultados. Todos la recordamos en su im pecable y sobria elegancia, en su trato suave y cortés, firme y seguro, cuando se trataba de defender a la facultad o sostener su trabajo académico; las alumnas vieron en

ella el resultado de la perseverancia y no fueron pocas las que forma ron su idea de mujer en el mundo viéndola trabajar sin descanso, sin pausa. (Habrá que decir que no se le conoció nunca la intención de solicitar tantos años sabáticos a los que tenía derecho.) El suyo fue el éxito de la inteligencia y de la per severancia y no se puede dudar en afirmar que una de las académicas que más abonaron en la equidad de los derechos de género fue ella, sin proponérselo acaso, pero dando ejemplo siempre firme de que no se pueden poner barreras a la inteli gencia y al trabajo continuo.

Por otra parte, habrá que recor dar que pocos tuvieron conciencia tan pronta y certera del valor que representa para los estudiantes de Derecho su exposición al mundo, a otras formas de pensar y actuar y al valor de la competencia como ali ciente para el esfuerzo; desde que en 1999 ocupó la dirección del Se minario de Derecho Internacional en nuestra facultad, pese a la falta crónica de recursos, a las complica ciones materiales que iban desde la adquisición de medios informativos especializados hasta la transpor tación y la preparación cotidiana, apoyó a los equipos de competen cia de estudiantes en diversos concursos internacionales de Derecho internacional, arbitraje y derechos humanos; de nuevo, donde ella pre tendía, con su ejemplar humildad y modestia, cumplir con las tareas que su obligación académica le imponían, formó toda una genera ción de diplomáticos y funcionarios internacionales que ya ocupan puestos de decisión y se desempe ñan en nuestro cuerpo diplomático y en distintas instancias del sistema de las Naciones Unidas; todos ellos llevan el sello de la enseñanza de nuestra maestra: servir en la legali dad y desde la inteligencia no sólo a los intereses de la República, sino a la paz, al Derecho y a la conviven cia entre los pueblos. Asomémonos tan sólo a un breve ejemplo: María Elena Mansilla escribía con precisión quirúrgica, enemiga de excesos y explosiones retóricas, con una prosa lisa, y sabía que no sabía esconder los valores que la anima ban; al hablar de asilo político, por ejemplo, escribió: “Por lo que inde pendientemente de la calificación que se le otorgue por la doctrina, lo incuestionable es que el espíritu del derecho de asilo radica en proteger a la persona, en su libertad, su vida y en su total integridad. Tal derecho se fundamenta en la protección de estos valores, inherentes al ser hu mano. Que México ha contemplado y aplicado en su legislación y los ha practicado aun antes de incluirlos en la Constitución, y al introducirlos en el artículo 11, le ha dado al asilo la jerarquía de una garantía constitu cional invocable y protegible por el máximo orden jurídico del Derecho mexicano: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos…” Para ella el Derecho se encontraba siempre al servicio de los más altos valores, sin los cuales carecía de sentido.

Miembro del consejo técnico de la Facultad de Derecho y de núme ro de la Academia Mexicana de Derecho Internacional Privado y Comparado, su voz era requerida no sólo en el ámbito académico. También fue asesora externa de la Consulto ría Jurídica de la Secretaría de Relaciones Exteriores y representante de México en la Special Commis sion on the International Recovery of Child Support and other Forms of Family Maintenance, entre otras encomiendas. Nuestra comunidad la reconoció no pocas veces, entre ellas con las cátedras especiales

César Sepúlveda Gutiérrez y Antonio Díaz Soto y Gama y con la Medalla Prima de Leyes Instituta. Sin embar go, no eran esos los homenajes que mejor la honraban; su reconocimien to estribaba en conocer que algún estudiante había prestado algún servicio renombrado al país, que sus ideas habían sido recogidas en algún instrumento internacional o en algún sector de la legislación, que en la vida diaria la reconocieran como maestra y que, en fin, le permitieran recoger se en su seminario para reflexionar, bosquejar algunas ideas y que, a la mañana siguiente, puntual como el amanecer, pudiera, una vez más, volver a sus labores.

Françoise Sagan decía que la ad miración es amor congelado. Es probable que así sea, pero para nosotros admiración es la palabra que define el enorme cariño que María Elena Mansilla y Mejía prohijó entre quie nes fueron sus alumnos, sus colegas y sus colaboradores; admiración es el nombre que le damos al reconoci miento de una presencia que no sólo dejó huella sino que llegó a donde muy pocos maestros pueden llegar: formar escuela.

ANTONIO HERNÁNDEZ-GIL ÁLVAREZ-CIENFUEGOS (1953-2020)

Óscar Cruz Barney*

A Emilia e Isabel 1

El pasado 15 de enero de 2020 falleció en Madrid Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos, un gran jurista y amigo entrañable, abogado ejerciente y en ese momento secretario del consejo de administración de El Corte Inglés. Una trágica partida totalmente inesperada a sus 66 años de edad.

Antonio Hernández-Gil nació en la ciudad de Burgos, España, en 1953, y cursó la licenciatura de Derecho en la Universidad Com plutense de Madrid, donde obtuvo el Premio Nacional Fin de Carrera y el Premio Extraordinario del Docto rado. En 1975 inició como docente en la Universidad Complutense de Madrid para, posteriormente, obte ner en 1983 la cátedra de Derecho civil en la Universidad de Santiago, y en 1986 recibir la cátedra de Dere cho Civil de la UNED.

Un jurista en plenitud, fue condecorado el 7 de enero de 1983 con la Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort que se trata, sin lugar a dudas, de la más prestigiosa condecoración para jueces y abogados del mun do hispánico. “Es indudablemente el más prestigioso premio que un jurista puede alcanzar por sus méritos, y el conjunto de los con decorados forma, sobre todo, la reunión de los más preclaros y dis tinguidos servidores de la justicia y de la ley.” 2 En 2011 fue distinguido con el doctorado honoris causa por la Universidad Pontificia de Comillas. Ingresó en 2010 a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación con el número 26 y el 17 de junio de 2013 dio lectura a su discurso de ingreso titulado “La edad de los deberes”, contestado por el excelentísimo señor don Luis Díez-Picazo y Ponce de León. Inició su discurso recordando a su padre, don Antonio Hernández Gil, quien fue presidente de dicha Real Academia por muchos años y a quien acompañó desde joven en los trabajos académicos. De hecho, la primera conferencia de Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos la dictó ahí, titulada “La idea de sistema en Savigny”.

El 15 de noviembre de 2017 obtuvo el XXIII Premio Pelayo para juristas de reconocido prestigio. Bajo la presidencia de honor del rey Felipe VI, la mesa presiden cial estuvo formada por Carlos Lesmes, presidente del Consejo General del Poder Judicial; Rafael Catalá, ministro de Justicia; José Manuel Romay Becaria, presiden te del Consejo de Estado; Ramón Álvarez de Miranda, presidente del Tribunal de Cuentas; Landeli no Lavilla, presidente del jurado y consejero permanente de Estado, y José Boada, presidente del Con sejo de Administración de Grupo Pelayo. La semblanza del galardo nado corrió a cargo de Consuelo Madrigal, fiscal de la sala segunda del Tribunal Supremo y ex fiscal

general del Estado. 3 En su discurso de recepción del premio señaló: “El Derecho no sólo está impregnado de valores sino que es él mismo un valor. Es valioso —imprescindible— el respeto al Derecho en el Estado de Derecho y es también un valor en su capa cidad de transformación social, porque sólo a través del Derecho se progresa hacia una sociedad más justa”. 4 Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos se acercó al estudio del Derecho desde la literatura y la filosofía del lenguaje. Su tesis doctoral dirigida por Ramón López Vilas, y defendida en 1976, se tituló “La función de la analo gía en el razonamiento jurídico”, donde explicó el razonamiento por analogía y la interpretación analógica mediante un análisis formalizado. 5 Se incorporó al Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) en 1974 y formó parte de su junta de gobierno de 1981 a 2005, hasta su elección como decano del mismo de 2007 a 2012. Como señalamos, fue vicepresidente primero del Consejo General de la Abogacía Española. 6 También fue colegiado de honor del Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México, al igual que su padre (don Anto nio Hernández Gil) cuyo retrato se conserva en el INCAM. Asimis mo, fue socio director del Bufete Hernández-Gil.

Interesado siempre en depu rar el discurso científico acerca del Derecho, civilista y abogado ejerciente en la jurisdicción civil, reconocía que sus responsabilida des en la abogacía institucional como decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid y vicepre sidente del Consejo General de la Abogacía Española lo habían vuelto a acercar a la reflexión más general sobre el Derecho y la jus ticia en la sociedad global actual. Cabe destacar que su ejercicio profesional como abogado fue también acompañado de la do cencia y la presencia en órganos de administración de empresas como Repsol YPF, El Corte Inglés y Barclays Bank.

Hernández-Gil mantuvo siem pre su compromiso con la abogacía iberoamericana. El domingo 15 de mayo de 2011, cuando iniciaron en Madrid los trabajos de la Reu nión de Delegados de la UIBA en la sede del Ilustre Colegio de Aboga dos de Madrid, ratificó el compromiso del ICAM con los colegios iberoamericanos.

Creó en 2015 la Fundación Anto nio Hernández Gil, 7 una institución sin ánimo de lucro, con el fin de promover y dar a conocer la figura y los valores del destacadísimo jurista español, padre de Antonio Hernán dez-Gil, que ayudó a definir con rigor y precisión el Derecho moder no atendiendo a su dimensión ética y contribuyó a la redacción de la Constitución española de 1978. Antonio Hernández-Gil por fortuna dejó obra escrita; no solamente su tesis doctoral, sino obras como El tratamiento de la costumbre en la codificación civil hispanoamericana (Madrid, 1976) en coautoría con Enrique Zuleta Puceiro; el estudio introductorio, en coautoría con quien esto escri

be, a la obra de Florencio García Goyena, Concordancias, motivos y comentarios del Código Civil español (México, Imprenta de la Biblioteca de Jurisprudencia, 1878-1881, cuatro tomos, edición facsimilar, Suprema Corte de Justicia de la Nación, Tribunal Su perior de Justicia del Distrito Federal, Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, Ilustre y Nacional Colegio de Abogados de México, con una presentación de Juan N. Silva Meza y Edgar Elías Azar, 2011); La preferencia del varón en la sucesión nobiliaria después de la Constitución (Civitas, Madrid, 1992); Vitalidad y vigencia del Có digo Civil por su lenguaje (Centenario del Código Civil coordinado por Francisco Rico Perez, 1986); El lenguaje del Derecho admi nistrativo (INAP, 1986); su trabajo “Ante la teoría pura del Derecho”, en Juan B. Vallet de Goytisolo, Homenaje a Juan Berchmans (Madrid, Consejo General del No -

tariado, 1988); “Retos de la abogacía ante la sociedad global”, en Marta Gisbert Pomata y Alberto Serrano Molina (coords.), Cristina Carretero González (dir.), Federico de Montal vo Jääskeläinen (dir.), Retos de la abogacía ante la sociedad global (Civitas, Universidad Pontificia Comillas, 2012); “La justicia en la concepción del Derecho según la Constitución española”, en Antonio López Pina, División de poderes e interpretación: ante una teoría de la praxis constitucional (Tecnos, 1987); “40 años del derecho a la tutela judicial efectiva (artículo 24 de la Constitución)”, en Benigno Pendás García (dir.), España cons titucional 1978-2018, trayectorias y perspectivas (Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2018); “La equidad más allá del artículo 3.2 del Código Civil”, en Alberto Serra no Molina e Isabel Eugenia Lázaro González (dirs.), Estudios jurídicos en homenaje al profesor don José María Castán Vazquez (Reus, 2019), y su ya citado discurso de ingreso a la Real Academia de Jurispru dencia y Legislación publicado en Madrid en 2013.

Cabe destacar que dos días antes de su partida Antonio Hernández-Gil dejó concluida una nueva obra de más de 1,000 páginas que habrá de publicarse pronto, titulada La edad de los deberes, desarrollo de su discur so de ingreso a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y que esperamos poder leer pronto. Hernández-Gil consideraba ésta la obra más importante de su vida. La tarde del 6 de enero de 2020 la abogacía madrileña se despidió de Antonio Hernández-Gil, decano que fue del ICAM. Se instaló una capilla ardiente en el patio de la biblioteca del colegio, en la calle Serrano 11, adonde acudieron, en tre muchos otros, la presidenta del Consejo de Estado, doña Teresa Fernández de la Vega; el alcalde del ayuntamiento de Madrid, don José Luis Martínez-Almeida; el consejero de justicia de la comu nidad de Madrid, don Enrique López; la presidenta de la Aboga cía Española, doña Victoria Ortega; la juez decana de Madrid, doña María Jesús del Barco; el presiden te del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), don Celso Ro dríguez Padrón; el fiscal superior de Justicia de Madrid, don Jesús Caballero Klink; el ex presidente del Tribunal Constitucional y con sejero permanente de Estado, don Miguel Rodríguez-Piñero y BravoFerrer; el padre de la Constitución y consejero permanente de Esta do, don Miguel Herrero Rodríguez de Miñón; el consejero perma nente de Estado y ex ministro de Justicia, don Fernando Ledesma Bartret; el ex jefe de la Casa Real y consejero permanente de Estado, don Alberto Aza Arias; el aboga do y ex ministro de Justicia, don José María Michavila; la abogada y ex ministra de Asuntos Exterio res, doña Ana Palacio; la ex fiscal general del Estado, doña Consue lo Madrigal Martínez-Pereda; el magistrado y ex fiscal general del Estado, Julián Sánchez Melgar, 8 el rector de la UNED, don Ricardo Mairal Usón, y la secretaria gene ral del Consejo de Estado, doña Guadalupe Hernández-Gil ÁlvarezCienfuegos, hermana de Antonio, así como los miembros de la junta de gobierno del ICAM y el decano del mismo, don José María Alonso. Estuvieron presentes también los decanos don Luis Martí Mingarro y doña Sonia Gumpert, así como otros compañeros de anteriores juntas de gobierno.

Antonio Hernández-Gil y México Los días 21 a 24 de abril de 2010 el INCAM organizó, bajo nuestra presidencia, 9 el XIX Congreso de la Unión Iberoamericana de Cole gios y Agrupaciones de Abogados UIBA, congreso que habría de repetirse años después bajo la presidencia del INCAM de Alfonso Pérez-Cuéllar Martínez. A dicho congreso acudieron cerca de 350 participantes de México y de toda Iberoamérica, España, Portugal e Italia. Fue con ese motivo que conocimos al decano del Ilustre Colegio de Abogados de Ma drid, don Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos. Una larga conversación en la biblioteca de don Javier Quijano Baz nos llevó a renovar y profundizar el con venio de colaboración existente entre ambas instituciones, firma do años atrás por don Fernando Yllanes Martínez y don Luís Martí Mingarro. Como resultado de esa y posteriores conversaciones renovamos el acuerdo existente, emitimos dos medallas conjuntas, abrimos espacio en las respectivas páginas a los abogados mexicanos en Madrid y españoles en México con un esquema de apoyo a los procesos de homologación de es tudios jurídicos y publicamos la ya señalada edición facsimilar de las Concordancias, motivos y comen tarios del Código Civil español de

Florencio García Goyena en su edición mexicana de 1878, dadas las múltiples vinculaciones que esa obra significa para el Dere cho, la justicia y la abogacía de ambas naciones. Fue nombrado por la junta menor del INCAM miembro de honor, que es la máxima distinción que otorga el colegio mexicano a juristas tanto nacionales como extranjeros. Fue el inicio de una profunda amistad con Antonio y su familia. Hernández-Gil estuvo presen te en junio de 2012 como orador invitado en la asamblea de toma de posesión como presidente del INCAM de D. Rafael Ramírez-More no Santamarina. Su presencia en esa asamblea fue una clara mues tra de la renovada fortaleza de las relaciones institucionales y de amistad entre la abogacía mexi cana y española. En esa ocasión dictó una conferencia magistral sobre abogacía y colegiación en la Facultad de Derecho de la Univer sidad Panamericana, invitado por su entonces director y ahora rector general de la UP-IPADE, don José Antonio Lozano Díez. Asimismo, el 22 de junio grabó uno de los pro gramas del INCAM “Entre juristas”, en el Canal Judicial.

Cabe destacar que había aceptado, apenas en agosto de 2019, nuestra invitación a in corporarse como miembro del consejo editorial de la Revista de Derecho Privado del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

Antonio Hernández-Gil era, además de un abogado con una capacidad de trabajo sorpren dente, un músico de primera línea, conocedor y virtuoso no

Que entre todos los juristas alcemos la voz del Derecho y sepamos modu lar nuestras reflexiones comprometidas, desde la pluralidad y el respeto, con el fin de lograr una sociedad más lúcida, más solidaria y más justa.

Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos, La edad de los deberes, Madrid, 2013

solamente del Derecho sino tam bién de la música. Interpretaba magistralmente la guitarra clásica, instrumento que tocaba diariamen te y que le acompañaba en todos sus viajes. Grabó un disco conjun tamente con Rocío Herrero, donde interpretaron la Fantasía para dos guitarras de Fernando Sor (Dial Discos, España, 1995).

Un hombre, bibliófilo, que disfru taba el arte, la literatura, la filosofía, la astronomía y las ciencias, la conversación, la buena comida (uno de sus restaurantes favoritos era el Zalacaín en Madrid) y el campo. Se producía un magnífico aceite de oli

va (con aceitunas de su propiedad) marca El Castúo de Guareña por la cooperativa del Campo San Pedro. Sabía, como ninguno, apreciar los fi nos, las manzanillas y el palo cortado. El apego de Hernández-Gil a Mé xico se hizo evidente desde el inicio. En palabras de don Javier Quijano Baz, “nunca antes estuvieron tan unidos en el espíritu profesional ambos gremios. Mucho debemos al inmenso abogado madrileño cuya partida tanto nos duele. Que la tierra le sea blanda y luzca para él la luz perpetua”.

¡Un abrazo siempre, querido Antonio!

* Investigador titular “C” de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT, nivel III. 1 Agradezco a Emilia Crespo y a Guadalupe Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos sus comentarios y sugerencias al presente texto. 2 Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, “La Orden de la Cruz de San Raymundo de Peñafort y las élites de la justicia y del Derecho (1944-2014)”, Boletín Oficial del Estado, Madrid, Ministerio de Justicia, , 2015, p. 82. 3 https://www.expansion.com/juridico/actualidad-tendencias/2017/11/16/5a0de7bfe2704ead0a8b4614.html. 4 Idem. 5 Consultable en https://eprints.ucm.es/54416/1/5327077207.pdf. 6 https://web.icam.es/actualidad/noticia/6566/Fallece_Antonio_Hernández-Gil,_decano_del_Colegio_de_Abogados_de_Madrid_entre_2007_y_2012. 7 https://fundacionantoniohernandezgil.es. 8 https://web.icam.es/actualidad/noticia/6568/La_Abogac%C3%ADa_madrileña_se_despide_de_Antonio_Hernández-Gil,_decano_emérito_del_ICAM. 9 El decanato en el ICAM de Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos (2007-2012) y nuestra presidencia del INCAM (2008- 2012) fueron coincidentes, lo que permitió el buen éxito del trabajo conjunto.