Despierta Jericó 92, mayo de 2021

Page 1

DESPIERTA JERICÓ

Número 92 - Mayo de 2021

Fotógrafo desconocido


2

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

Fotos: DESPIERTA JERICÓ


EDITORIAL

El plato de lentejas

D

ice la Biblia en el Génesis que Esaú vendió a su hermano Jacob los privilegios de hijo mayor por un poco de pan y lentejas; desde entonces, esta es una advertencia para no menospreciar lo que tenemos, pues mientras Jacob recibió de su padre el gobierno de las tribus de Israel, Esaú calmó momentáneamente su hambre, y luego no tuvo más alternativa que vagar desposeído por el desierto.

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

3

Ahora bien: ya vistos someramente algunos de los múltiples privilegios que tenemos como pueblo patrimonio cultural de la nación y como municipio admirado en todo el país, ¿cuáles son los supuestos beneficios que nos promete la multinacional minera africana Anglogold Ashanti para que entreguemos nuestras cualidades? Nos dicen que habrá empleo para los jericoanos, veamos lo que anuncia la africana en enero 2021 a la Autoridad Nacional:

A Jericó, es decir, a nosotros, nos proponen un negocio similar al de la narración bíblica: debemos entregar nuestros privilegios a cambio de un bienestar momentáneo. ¿Cuáles son los privilegios, cuáles los supuestos beneficios y cuál el resultado final? Colombia no tiene duda de la riqueza ambiental, económica, social y cultural de nuestro municipio: compartimos dos áreas protectoras de la abundancia en aguas y biodiversidad, los distritos de manejo integral Cuchilla Jardín - Támesis y Nubes Trocha - Capota; cruzan el municipio quebradas y el río Piedras de corrientes puras; lo rodean La Guamo, el Riofrío y el Cauca; tenemos suelos en tierras cálidas, templadas y frías; el aire es limpio, el paisaje verde con un amplio balcón de impresionante belleza sobre el cañón del Cauca. El cultivo de café y pan coger, la ganadería, la industria naciente y las artesanías, al lado de un comercio próspero, crearon las condiciones para que la población no solo tuviera y tenga recursos o empleo con ingresos económicos que satisfacen las necesidades básicas; además, con las costumbres del trabajo honrado y la sana convivencia, posibilitaron al turismo y la agro industria ofrecer hoy puestos de trabajo que no alcanzamos los jericoanos a recibir. La ubicación del municipio en el centro de autopistas que conectan capitales departamentales y los puertos marítimos, es una realidad que nos brinda beneficios bajo gobiernos locales honestos, eficientes y cuidadosos de nuestra gente y cultura. Jericó es en verdad un nido de amores. Como todo nido, protege la vida, alienta la esperanza; como todo nido, es tejido con amor y dedicación por los padres, en él hay seguridad, alimento, calor, responsabilidad, trabajo compartido. Desde las primeras familias que se reunieron en torno al roble fundacional, la vida social de los jericoanos ha transcurrido en unión, solidaridad, respeto, alegría, creatividad y apego al terruño; la cohesión social ha estado amparada por la presencia de líderes y comunidades religiosas, enaltecida por sus literatos e instituciones educativas. Esta singularidad social ha protegido nuestro territorio en medio de las tragedias casi permanentes de la Colombia violentada e inmisericorde. Con esta cohesión social el futuro es promisorio. Ser jericoano es compartir una idiosincrasia, un orgullo, una visión de lo que es el respeto a los demás, una manera de resolver las dificultades, de asumir las obligaciones, de cumplir los compromisos, de evitar los peligros, de amar la sencillez y no caer en la indignidad, de cuidar el patrimonio de todos y para todos, esta es nuestra cultura, un bien incalculable.

Serían 2.200 empleos en los cuatro años de construcción de los edificios y planta en la vereda Cauca, es decir, miles de obreros de otros lugares que saldrían a “divertirse” en Puente Iglesias, Palermo, La Pintada y Jericó; 621 trabajadores, la mayoría foráneos calificados en minería automatizada durante 21 años de operación; 150 en 13 años de cierre. ¿Cuántos empleos para jericoanos? Por culpa del proyecto Quebradona no se pudo establecer el parque recreativo y ecológico de COMFAMA que iba a crear 1500 empleos directos y permanentes, la mayoría para personal de la región ocupada en la protección del medio ambiente y no en su destrucción Como la multinacional sabe que no puede seguir engañando con el falso empleo que promete, nos quiere convencer que de las regalías que entregará al gobierno nacional una inmensa cantidad quedará en Jericó manejada por... ¿quién? ¿Acaso lo que entreguen esos intermediarios va a recuperar el agua que se perderá por los hundimientos, las cavernas, los túneles? ¿Acaso ese dinero restante podrá evitar que los campesinos e industriales tengan que desplazarse por la pérdida de fertilidad de los suelos? ¿Cuánto de ese dinero va a los extorsionistas y demás delincuentes insaciables y presentes en todas las regiones mineras? ¿Cuánta de esa plata enriquecerá a las mafias de políticos corruptos? El resultado final que podrían ver nuestros hijos sería una vergüenza para nosotros por permitir la destrucción del pueblo que durante 170 años fue orgullo de Colombia.

DESPIERTA JERICÓ - Distribución gratuita

Una publicación por el Jericó pueblerino y campesino Carlos Andrés Restrepo, Rodrigo López, Alicia López, Oscar Villa, Jaime Ramírez, Fernando Jaramillo (director). Donaciones: Davivienda ahorros 3992-0002-3287 despiertajerico@gmail.com www.despiertajerico.blogspot.com Impresión: Virtual Publicidad. Medellín, tel. 4085566


4

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

L

La esperanza nuestra

a Esperanza Nuestra es seguir disfrutando el futuro que se trazaron nuestros fundadores y campesinos de agallas y que no es minero y menos su dinero que será siempre poco después de explotar aquí esta montaña de oro que podrá servir como garante de nuestra riqueza representada en la criptomoneda que dejará la plandemia, y no en metales molidos que se llevarán para avalar sus propias riquezas a cambio del malestar futuro que ello representaría para Jericó y el Suroeste: escasez de agua, muerte de fauna y flora, hundimientos, arideces, amenazas al Cauca, deslaves, relaves, hacinamiento de advenedizos sin hígado ni memoria. Llámese esperanza a la confianza como ejemplo de dicha. La esperanza de que hablan ellos es la del engaño y por tanto no se debe llamar así sino decepción, desánimo, tristeza, desconsuelo, desilusión que son los términos precisos que califican las acciones desmedidas de riquezas con ventajas además de los daños irreparables a natura que es la obligación primera de los seres normales: cuidarla y aprovecharla sin necesidad de horadarla, pues con lo que tiene adentro podremos nosotros mismos que somos sus dueños significar la riqueza, las monedas futuras reclaman su solidez en oro y éste necesariamente no es lingote ni polvo, quizás más representativo allí en sus rocas sin necesidad de cambiar las caras de Dios y el Diablo en la misma moneda.

La ignorancia se vuelve prepotencia y la verdad no es otra: la riqueza que buscan ellos será pobreza nuestra. ¿Futuro? ¡La pinga! Decía Bolívar: Podrán nuestras personas ser cándidas pero no aún mensas. El futuro es porvenir comunitario, felicidad, entendimiento, dicha constante y no alegría pasajera como la que conquista el regalo de la doble intención, la formalidad de la trampa, la risa postiza de los dueños del capital aunque sus zascandiles o áulicos o simpatizantes o interesados quieran hacernos creer que esa actividad minera aquí sería esperanza o futuro. No podemos llenarnos de cosas que nos impidan movernos, miren cómo terminan los ricos: inermes, pobres y sin memoria. El dinero lo gastará el que está sentado y nunca “trabajó”. No caigamos en los espejismos, vivamos felices como hemos vivido, la plata guardada no sirve, las cosas pocas son justas y bastan, el dinero bueno se convierte en comodidades no en excesos mortales. Se pregunta Jericó: ¿vino para salvarme o para perderme? ¡Se salva a los condenados, se pierde a los ingenuos! Y nosotros nunca hemos estado condenados en esta tierra de provisión de leche, miel y alegría hace 170 años y los futuros que son nuestros.

Rodrigo López Estrada

roloes0023@gmail.com

La trampa de la minería. DESPIERTA JERICÓ


Támesis, 19 de abril de 2021 Señores Junta Directiva Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia Respetados señores, Con desconcierto e incredulidad recibí la noticia sobre el convenio que la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia firmó con AngloGold Ashanti Colombia (Minera de Cobre Quebradona) para el desarrollo y fortalecimiento de proveedores para la mina que esta compañía sudafricana proyecta ejecutar en territorios de Jericó y Támesis, Suroeste de Antioquia. Explica la nota de prensa que se “intervendrán” 200 empresas; 100 del municipio de Fredonia, 75 del municipio de Jericó y 25 de Medellín y el Valle de Aburrá, que ofrezcan productos o servicios como “alimentación, transporte local, lavandería, alojamiento, entretenimiento”, entre otros. No conozco si dicho convenio fue discutido al interior de la Junta Directiva antes de ser firmado o si fue una decisión autónoma de la Presidencia Ejecutiva. Sin embargo, como gerente y representante legal de Asteroides y Meteoritos S.A.S., empresa afiliada a la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, compartiré con ustedes algunas de mis reflexiones sobre este hecho: Lo primero es dejar en claro que hasta la fecha en la que suscribo esta carta, el proyecto de mina Quebradona no cuenta con Licencia Ambiental otorgada por la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales –ANLA–. Es importante recordar que la ANLA hizo 174 requerimientos de información adicional al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto minero Quebradona, presentado por AngloGold Ashanti, algunos de los cuales necesitarían por lo menos cinco años para ser resueltos, según análisis de expertos independientes, calificados en temas geológicos y mineros. Así mismo, la Secretaría de Minas de Antioquia realizó 545 requerimientos al Plan de Trabajos y Obras (PTO) que dicha empresa presentó como requisito para obtener el permiso de explotación correspondiente. En otras palabras, el proyecto de minería Quebradona no tiene licencia ambiental, ni permiso de operación y, por el contrario, sí ha recibido una muy fuerte, generalizada y muy bien fundamentada oposición por parte de la comunidad en toda la subregión del Suroeste de Antioquia. De otro lado, ustedes deben considerar los anuncios del presidente de AngloGold Ashanti Colombia a medios internacionales, en los que reconoce que Quebradona es apenas el primero de cinco depósitos que desarrollaría en las montañas de Jericó y Támesis, que la intención de su empresa es consolidar un distrito minero en este territorio y que el objetivo final es reorientar el Suroeste de Antioquia hacia nuevas vocaciones, “donde el centro sea la mina”. Así pues, la decisión que ha tomado la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, al firmar este convenio con AngloGold Ashanti, va más allá de un simple ofrecimiento de servicios a una mina; implica el apoyo a un cambio trascendental en la vocación de un territorio con todas las realidades y potencialidades, distintas a la minería, dispuestas para enfrentar con éxito las crisis ambientales, climáticas y sociales que los habitantes del planeta padecemos en este momento. Entre paréntesis, ¿notaron que ninguno de los servicios incluidos en el convenio está relacionado con innovación o nuevas tecnologías? Conozco muchos emprendimientos innovadores en el Suroeste de Antioquia que sí responden a las nuevas exigencias climáticas, ambientales y sociales, desde agroecología hasta turismo rural, a los que ustedes pueden continuar apoyando con decisión, como sé que lo han hecho, con resultados mucho más satisfactorios que los que pueden obtener aliándose con una de las empresas de minería más grandes del mundo, objeto de serias acusaciones por violación de derechos humanos y daños irreparables al medio ambiente en varios países africanos. Reciban un cordial saludo, Gabriel Abad Rojas Gerente Asteroides y Meteoritos S.A.S. NIT: 811.026.023-4

5


6

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

La Merienda Social Club

C

on este nombre se rinde homenaje a los músicos que con sus instrumentos y su espíritu alegre van de calle en calle, en bares, restaurantes y fiestas ofreciendo su arte, su espíritu, son los merenderos; también La Merienda Social Club es un agradecimiento al conjunto cubano Buena Vista Social Club, cuyos sones y boleros inspiran al grupo de jóvenes que han decidido hacer de la música y otras artes una manera nueva de ser auténticamente jericoanos. Ricardo Gil Escobar, miembro de La Merienda nos cuenta sobre la experiencia del grupo: “La Merienda está desarrollando una actividad cultural sostenida en tres pilares fundamentales para sus integrantes: llenar los espacios del pueblo con música, de manera espontánea y sin intereses personales de por medio; el segundo, es un propósito formativo para que las próximas generaciones encuentren en La Merienda Social Club como colectivo una escuela de aprendizaje en artes dancísticas, teatrales, musicales, literarias, ya que contamos con filósofos, aristas plásticos, músicos, ambientalistas, deportistas, sicólogos; tercero, La Merienda es un compendio de habilidades y personas que se reúnen desde su ámbito para aportar al municipio” El colectivo está funcionado hace un mes, pero La Merienda como grupo musical existe desde hace dos años, está integrado por Harwin Uribe y Jorge Jaime Espinosa en la percusión, Santiago Saldarriaga en el trombón, Julián Bedoya en el saxofón, Alejandro Zapata en voces y percusión, Ángel Barrera guitarrista y voz principal, Ricardo Gil en la trompeta. ¿Por qué los artistas y profesionales que se han integrado recientemente a La Merienda optan por esta alternativa y no por otros espacios culturales que existen en el municipio?

- Creo que todos nosotros, como individuos, estamos buscando independencia y al asociarnos a instituciones podríamos ver esa autonomía recortada, tendríamos que supeditarnos a ciertos reglamentos, cronogramas, y La Merienda surge con total espontaneidad, donde cada quien llega y comparte lo que tiene por expresar. ¿Cómo es el día a día de la Merienda?

- El espacio nuestro es el municipio de Jericó, en sus áreas

urbana y rural, centros turísticos, centro histórico, son para nosotros múltiples escenarios para la actividad artística; por ahora no tenemos una sede o local donde reunirnos, pero estamos proyectándonos para tener un centro cultural de La Merienda abierto al público. En el día a día cada quien tiene sus actividades, sus trabajos, pero a las seis de la tarde nos reunimos para tocar música espontánea, compartir poemas, lecturas, proyectos. Los integrantes de La Merienda son en su mayoría jóvenes al rededor de los 20 años, que financian sus actividades y logística con conciertos a puertas abiertas y aportes voluntarios; quieren presentarse a algunas convocatorias de instituciones como CONFIAR y COMFAMA para la adquisición de instrumento.

¿Cómo ha sido la acogida del público a la propuesta musical de La Merienda?

- Ha sido algo sorpresivo. Luego de que pasar dos meses en

México me reuní con mis compañeros a tocar entre nosotros en el Jardín Botánico, pero se reunieron unas 40 personas a escuchar el concierto espontáneo, a los ocho días hicimos un concierto abierto en Bomarzo con la asistencia de 50 o 60 personas, más o menos la misma cantidad de otro concierto que tuvimos en Támesis. Creo que la posibilidad que tiene el público de interactuar desprevenidamente con nosotros en el concierto es una novedad muy atractiva para la gente y de aprendizaje para nosotros, el que quiera tocar algo o cantar, lo puede hacer, los instrumentos siempre están a disposición del público; también estamos en capacidad de acompañar la lectura de un poema, una danza, una obra de teatro. Nuestro enfoque es que la música y el arte no sean exclusividad para unos pocos, sino que cada persona que vaya a nuestros espacios, encuentre su arte. Este es nuestro mensaje de conciencia, amor y, sobre todo, de confianza, porque estamos en un tiempo en el que nadie se quiere acercar al otro, y La Merienda le abre espacio incluso a personas en procesos de iniciación musical para que participen con músicos formados, porque en realidad somos todos seres humanos en continuo aprendizaje. Este enfoque está dirigido principalmente a los adolescentes y a los niños, pero también a las personas que se acercan a la tercera edad para que tengan la posibilidad de expresar lo que quizás han callado en nuestro pueblo tan encerrado y sumiso. ¿Como explicar el surgimiento en ese Jericó tradicional y conservador, de esta propuesta novedosa, incluso atrevida para algunos?

- Jericó está referenciado como un lugar cultural y de arte donde han surgido personalidades de la música, la literatura, las artes plásticas, y que en este momento está atravesando una ruptura política, de intereses, entonces llega La Merienda a decir que nos podemos unir, dialogar, compartir, sin intereses, por el simple goce de compartir. Las implicaciones que esta actitud podría aportar en Jericó serían muy positivas porque se está invitando a compartir sin tener intensiones ocultas, por debajo, sin ser egoístas; se está invitando a merendazos de espontaneidad, como llamamos a nuestros encuentros en los que no hay puertas ni imposiciones. Bienvenidos.


7

L

Prohibido enfermarse

a tía de 73 años, recién cumplidos, se cayó y se golpeó la cabeza. Era de noche, pero para ella era de día, se encontraba en el año 1974 y sus sobrinos éramos sus tíos. Ante semejante fuga de la realidad la llevamos a urgencias del hospital de Jericó, lugar al que nadie quiere arrimar en tiempos de Covid – 19. En el hospital la evaluaron y hospitalizaron, le tomaron exámenes de sangre, electrocardiograma y determinaron la urgencia de realizarle un TAC para descartar cualquier afectación en el cerebro. En el hospital de primer nivel no cuentan con el tomógrafo ni especialistas, así inicia una eterna gestión para remitirla a Medellín. Ante la falta de señal en el hospital y la salida a un corredor circundante, alertan: “por ese sector no pueden transitar, allí se encuentran los infectados por Covid – 19”. Mientras tanto en la recepción de urgencias: - Que se cayó un bebe de la cama. Doctor, la mamá está en el teléfono. Dice la enfermera. El doctor atiende la llamada: - ¿Perdió el conocimiento? ¿Convulsionó? Esté muy atenta y cualquier cosa, lo trae. Luego, un grupo numeroso de enfermeras y doctores empiezan a aparecer con sus trajes y caretas “espaciales”, evocan el parecido con los pitufos y ríen a pesar de todo. El más robusto, suda a mares y la mascarilla se le empaña por el calor. En las manos, cajas marcadas con señales de peligro, mientras una enfermera a viva voz, hace chequeo de una lista interminable de requerimientos para trasladar a un paciente con Covid. Mencionan un avión. Caucasia es el destino. A la tía le duele el estómago, dice que se está muriendo, la doctora la reprende amorosamente: “¿Muriéndose? el señor que acabamos de mandar en la ambulancia, ahogado, entubado, incapaz de respirar”. A pesar de sus 73 años, a la tía todavía no la han vacunado, se le comenta a la doctora del riesgo de infectarse del virus por la hospitalización, responde que ahora no es posible, que aún falta mucha gente adulta por ser vacunada en Jericó. El baño es compartido. La paranoia aumenta por las posibilidades del contagio del Covid-19. Desinfectar todo con alcohol se torna obsesivo. El uso de gel desinfectante un acto tan repetitivo que las manos se recienten. El uso de tapabocas hasta para dormir genera sensación de ahogo, de encierro, pero también de protección ante la inminente cercanía del virus. Sofás negros, muy cómodos, reciben a los pacientes de urgencias, los tapabocas parecen uniformar, son los ojos quienes expresan ansiedad, dolor, impaciencia. Un hombre cincuentón, observa el goteo del medicamento que aliviará su migraña, es tan lento como el conteo de los segundos de un reloj. Cuando la bolsa se termina de vaciar le avisa a la enfermera, quien lo cierra para evitar el sangrado y le pide esperar. No sabe de paciencia, se levanta y desafía: “que me quiten esto, que me voy a ir ya. Estoy aquí desde las seis de la mañana”. Todos en la sala se tensionan. Lo liberan de la sonda y le piden firmar su salida por voluntad propia.

Por el pico de la pandemia se descarta la posibilidad de remisión de la tía a Medellín. Las únicas alternativas para su atención médica son Santander o Tolima. Según el tiempo de traslado en ambulancia: a Bucaramanga e Ibagué 11 horas, a Cúcuta 16 horas. Llega un paciente con afectación del corazón: - Señor quédese quieto que en el hospital tenemos pacientes con Covid. Le informa la enfermera. - ¿Yo acaso le tengo miedo a eso? Mi papá tiene Covid y yo entro a la pieza de él y no me ha pasado nada. Pero es que todos nos vamos a morir. Cambio mi vida, juego mi vida, de todos modos la tengo perdida… recita con sorna el paciente. Regresa de Medellín el equipo que trasladó al paciente contagiado de Covid. Se ven cansados, llenan registros y como a las siete de la noche se despiden tanto de pacientes como de compañeros, han terminado su jornada del día. Horas después, llegan al hospital los heridos de un accidente de tránsito. En recepción se menciona una fractura severa. Regresa al hospital una de las médicas que se había ido a descansar. Conserva el entusiasmo. La sala de urgencias parece hervir: los que buscan remisión, quienes atienden a los más urgentes. Que el vehículo dio vuelta campana y que los documentos del herido están entre las latas. Que traigan el SOAT. Que para Medellín no es posible. Y cuando al fin se recobra el silencio, el alarido de un hombre fracturado expulsa a los durmientes de los laberintos del sueño y los regresa a la vigilia, en una fría sala de emergencias. Tanto enfermeras como médicos extienden los turnos por falta de personal. Se posterga el sueño, los horarios de alimentación y la vida misma. En la madrugada, un hombre grita en la recepción “¿Es que me la van a dejar morir o qué? El doctor sale, pide respeto y un poco de paciencia. A los minutos el doctor hace pasar a la mujer, quien justifica a su compañero: “es que ya tuve un aborto y no queremos que vuelva a pasar”. La tía ha recobrado la cordura, esta conectada con la realidad y los signos vitales dan muestra de recuperación. Anuncian que el sistema médico de Colombia está colapsado, por tanto, no existen posibilidades de remisión a ningún lugar del país en las próximas semanas. Proponen enviarla a la casa y solicitar a la EPS gestionar la cita para el TAC y la endoscopia. Esa misma noche en una sola unidad de UCI, en Medellín, mueren siete personas, menores de 52 años. Mucha gente deambula por Jericó sin tapabocas, sin temor a las aglomeraciones, incapaces de permanecer en casa, indiferentes o incrédulos ante un virus que sólo en las tres primeras semanas de abril ha cobrado la vida de 1807 personas en Antioquia. No es tiempo de enfermarse, hoy más que nunca es tiempo de cuidarse.

Lina María Velásquez Escobar

lvelasquezescobar@gmail.com


M

La excavación minera a cielo abierto, no solo ha destruido el bosque seco tropical, uno de los ecosistemas más importantes de esta zona y que se encuentra en peligro de extinción a nivel global. También se ha diezmado todo lo que el bosque alberga, incluidos los ríos y los acuíferos subterráneos que necesitan del territorio para existir.

La realidad de quienes viven en las zonas mineras, muestra que el ‘desarrollo sostenible’ es solo un mundo de ilusión, una fachada que se alimenta de promesas incumplidas y de trucos de comunicación para mantener unas compañías insaciables sin responsabilizarse ni cubrir el costo verdadero de sus negocios. Esto es posible gracias a la impunidad con la que cuentan las empresas multinacionales, a través de la permisibilidad de los estados y la flexibilización de políticas ambientales, económicas y de trabajo a nivel nacional, para favorecer la inversión extranjera y así a las grandes compañías.

A

ctualmente los estados y las empresas multinacionales hacen acuerdos y justifican sus negocios bajo el manto de un indispensable desarrollo sostenible capaz de traer riqueza respetando el medio ambiente y la población. Esta alianza entre estados y empresas ha permitido, en el caso de La Guajira, el desalojo forzado y violento de comunidades a manos de la policía, así como la militarización de la región, bajo el amparo de la ley. El desplazamiento de comunidades rurales hacia centros poblados, ha traído como consecuencia el desarraigo de la tierra y la dilución del conocimiento y prácticas ancestrales. Al romper las formas de vida tradicionales de las comunidades, basadas en la producción agrícola, la caza y la pesca silvestre, las multinacionales mineras han destruido la economía local, generando dependencia económica de la región hacia la mina, a través de regalías que, en el caso de La Guajira, parecen nunca llegar a la mayoría de su población.

Como en un espectáculo de magia, donde los trucos del mago sirven para distraer a la audiencia mostrándole una ilusión mientras pierde de vista la realidad, las empresas mineras utilizan los medios de comunicación, su poder corporativo económico y político, al igual que la llamada responsabilidad social empresarial, como parte de los trucos de ilusión para mantener la imagen corporativa de la empresa mientras la expansión minera y sus nefastas consecuencias continúan. En la Guajira colombiana, el territorio ancestral de los indígenas Wayuú y comunidades afro-colombianas, una zona semidesértica que tiene un único río principal, el río Ranchería, ¿cómo se puede imaginar que desviando sus afluentes no se afecta la disponibilidad del recurso hídrico? Y que, en conjunto con un cráter en la tierra de cientos de kilómetros cuadrados, ubicado en la cuenca del río Ranchería, consecuencia de la extracción de carbón, ¿no se afecte la funcionalidad ecosistémica de este lugar? Con todas estas transformaciones, ¿cuál es el riesgo de pérdida cultural en la zona? y ¿cuál es el espacio efectivo para que estas comunidades afectadas sean escuchadas y sus decisiones respetadas?


DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

Minería de carbón en La Guajira*

9

van? ¿Estamos en un sistema que favorece los derechos de algunos pocos, por ejemplo, los accionistas, en lugar de los derechos de la mayoría, por ejemplo, trabajadores, comunidades de la Guajira y los derechos de la naturaleza y todo lo que en ella vive? Esta publicación es un intento de develar una de las muchas ilusiones a través de las cuales los estados y las multinacionales desaguan la vida mientras dibujan un mundo maravilloso que es exactamente lo contrario de lo que dejan después de su paso. Pero principalmente, este trabajo es un homenaje a todas las comunidades quienes defienden su territorio y buscan en lo profundo de sus raíces, su cultura y su dignidad, la fuerza para seguir tejiendo desde su autonomía un presente y futuro diferente para esta región. El caso del arroyo Bruno es un emblema de resistencia. Varias comunidades, organizaciones nacionales e internacionales, al tiempo que Sintracarbón han aunado esfuerzos en el pasado para investigar, proteger y defender esta importante fuente hídrica de la codicia de las multinacionales mineras.

Ahora que la crisis climática obliga a dejar de usar los combustibles fósiles y el precio del carbón cae en el mercado internacional, ¿tiene sentido la expansión minera de carbón? Esas expansiones ¿evalúan dignamente sus consecuencias sobre la naturaleza y sobre las comunidades en el mediano y largo plazo? Cuando las empresas buscan reducir el costo de producción para ser competitivos bajo las leyes del mercado, ¿no se arriesga a explotar a sus trabajadores? Por ejemplo, el sindicato Sintracarbón acaba de terminar la huelga más larga de su historia, 91 días, para frenar las reformas propuestas por la empresa Cerrejón que podrían socavar los derechos laborales ganados en años de lucha por el sindicato. ¿Cuál es la responsabilidad de las empresas que han logrado tanto beneficio económico, una vez se cierran los proyectos y se

*LA MAGIA DE LA RESPONSABILIDAD. Dibujos de COMIKI, escrito por Samuel Arregoces, Resguardo Indígena Tamaquitos 2, Diana Salazar, Misael Socarrás I. y Filippo Taglieri. Texto completo en www.despiertajerico.blogspot.com


10

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

La escuela ha muerto

D

e nuevo me ocupo en las palabras del maestro argentino Ernesto Sábato: “Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar la vida de otra manera. Pido ese coraje que nos sitúa en la verdadera dimensión del hombre. Todos una y otra vez nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la convicción de que únicamente los valores del espíritu nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la condición humana”.

Se puede decir, modificando algunas palabras antes dichas que “la televisión, el computador y los celulares son el opio del pueblo”. Al morir la escuela, las carreras cotidianas de los chicos y maestros, los pueblos y ciudades van quedando aletargados delante de la pantalla, el ser humano nunca encontrará nada de lo que busca, y lo mismo queda ahí, incapaz de levantarse y hacer algo bueno. Estos objetos visuales anestesian a quienes son adictos a ellos, matan la sensibilidad, hacen lerda la mente y perjudican el alma.

Está pandemia, más espiritual que físicamente, nos ha llevado a cerrar el recinto sagrado de la escuela, el templo del saber, la cuna de la alegría y la esperanza; el escenario del diálogo, la risa y base de la democracia cotidiana.

Hoy nos duele el encerramiento porque genera silencio, nos enseñamos a vivir del estrépito y el ruido, se nos están cerrando los sentidos, cada vez requerimos de más Intensidad de bullicio, como los sordos.

Las palabras de niños, jóvenes y experimentados maestros, sus discusiones, o enojos plasmados en cuadernos y tableros parecen ya reemplazadas por la visión hipnótica del computador, el celular y la televisión. Estos efectos entre mágicos y maléficos son obra del efecto de la luz que con su intensidad nos cautiva. Lo paradójico es que a través de esas pantallas parecemos estar conectados con el mundo entero, cuando en verdad nos arrancan la posibilidad de convivir humanamente, y lo que es tan grave como esto: nos predisponen a la abulia o indiferencia.

El silencio ha permitido que animales se atrevan a llegar hasta calles de ciudades y poblados, hoy no es extraño encontrar un caimán o un leopardo en una gran avenida de cualquier urbe del mundo. Definitivamente el silencio es un buen resultado de la pandemia, desafortunadamente la escuela ha muerto, las compras se hacen por computadora, a través de es pantalla que será la ventana por la que los hombres sentirán la vida. Así de indiferente e intocable como la escuela.

Gabriel Saldarriaga Molina

ciromendia55@hotmail.com

¿Hasta cuándo? Calle del Santuario

Señores: Administración Municipal Personería Municipal Reitero una queja que realicé hace ya mucho tiempo, pues no se ha hecho nada al respecto para preservar la salud de los peatones. Los tubos o pedazos de riel de hierro que han colocado comerciantes, en su mayoría con la intención supongo de que los carros no se monten al andén, son un peligro para la integridad de los peatones. Además, deterioran la estética urbana. He asistido a una fuerte lesión en la pierna de un amigo.

John Jairo Gallo González


DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

11

Sueños de cuarentena

E

stamos cumpliendo un largo periodo de aislamiento colectivo y como las horas traen días y los días meses ya podemos estar seguros de estar experimentando un cambio en nuestra cultura local.

La idiosincrasia abierta y libre de los habitantes de Jericó se ha convertido en una serie de modales restringidos por la precaución. Algo similar sucede en todo el mundo, gente de grandes ciudades sensibles al peso de la vida urbana se desplazan a los campos circundantes. Nueva York, París, Londres, Praga o Moscú ven salir citadinos cotidianos a poblar villas, municipios y veredas, similares a las nuestras, con ingenieros, abogados, funcionarios jubilados, amas de casa, mujeres profesionales, niños y en general nuevos vecinos. Sin duda se trata de un momento decisivo para la humanidad y muchas cosas habrán de cambiar. Las reflexiones llevan tiempo y tal vez esta sea una oportunidad para fijarnos mejor en el cambio anunciado. Al haber mencionado solo cinco metrópolis del mundo asumimos haber tenido en cuenta el concepto “ciudad” en nuestra reflexión. No es así, hemos olvidado muchas de ellas: Chicago, Toronto, Buenos Aires, Sao Paulo, Shangai, Jakarta, Bangkok, Tokio, Berlín, Zurich, Estambul, Seul, Santiago de Chile, Los Ángeles, Ciudad de México y muchas más. Se trata de un olvido muy significativo pues si atendemos la contabilidad demográfica estos desplazamientos civiles incluyendo demanda de servicios, agua, electricidad y drenaje, significan una transformación económica de enorme magnitud. Esas y muchas otras inquietudes han desvelado a urbanistas, ingenieros proyectistas, planificadores y sociólogos desde fechas anteriores al comienzo del milenio. Entre ellos Peter Hall y Ulrich Pfeiffer, quienes creyeron ser previsores al estimar una curva de crecimiento de población metropolitana partiendo de un 1950 con solo una ciudad de más de diez millones de habitantes a un 2015 con 21 países en esta cifra. Paralelamente, dentro del mismo periodo las zonas urbanas con cinco a diez millones de habitantes crecerían de 7 a 37. Hoy vemos que hemos rebasado los estimativos y subestimado el incremento de la curva.

Hoy sabemos que el mundo cambia y su transformación, sin duda habrá de sentirse, pero no estaremos de espalda a nuestra realidad, hoy el mundo necesita el fruto de aquellos sueños de nuestros fundadores. Tenemos aguas y cosechas, no vamos a cambiarlas por abismos excavados y venenos líquidos. No vamos a ceder el paso a gigantescos camiones extranjeros cargados con tierra colombiana rumbo a procesos refinados y festines corporativos en el exterior. Seguramente estos mal llamados “proyectos” tendrán en Sudáfrica o China, reuniones más “inteligentes” llenas con ecuaciones de tiempos y movimientos cuya productividad será medida por el volumen excavado en el menor tiempo y al ínfimo costo de ser posible. En artículos anteriores ya lo hemos advertido y en los intermedios también hemos querido estar alerta con el mencionado cambio económico. El decir “No” a la AngloGold Ashanti esperando verla irse de Colombia no es suficiente, tenemos que generar entradas económicas sin acudir a la explotación de nuestros suelos, los cuales de todas formas seguirán siendo nuestros valorizándose cada vez más. Sabemos de sobra acerca del aumento en la demanda de minerales del mundo en transformación, por eso no nos cae mal el guardarlo, allí está más seguro que en un banco. Hasta los mineros saben: un hueco envenenado no será riqueza jamás.

Sí, también en nuestro tranquilo Jericó sentimos el cambio de la realidad económica aunque en una forma particular y en cierta forma, afortunada. El mundo está volviendo la mirada sobre suelos y recursos hídricos. Así ha estado sucediendo periódicamente a lo largo de la historia económica y es seguro que para nosotros es un momento muy importante.

Si no lo evitamos, veremos desde aquí en las fotos de revistas frívolas a los beneficiarios finales de Quebradona pasear sus jugosas comisiones entre cirugías estéticas y cócteles con corbatas de vinilo muchos años. Mientras tanto los noticieros recorrerán cráteres enormes tratando de averiguar dónde quedaban las iglesias del pueblo y que sucedió con las granjas de Jericó.

Se trata de darle el valor merecido al sueño de nuestros abuelos, hoy vemos un pueblo hecho ladrillo a ladrillo por manos de aquí, colores vibrantes de puertas, ventanales y balcones sombreados por las ceibas ancestrales. Todo ha sido fruto del trabajo, se abonaron los cafetales con fe y optimismo y el suelo respondió generoso y fresco. Las aguas corrieron en gargantas y raíces jericoanas por siglo y medio, vástagos de hombres y plantas crecieron fuertes y resistentes.

No cedamos nuestros suelos soberanos, sembremos con vigor lavémonos en torrentes frescos y puros. Sostengamos el valor de nuestra tierra, superemos estos momentos de premura, si el mundo crece y se transforma guardaremos el espíritu de donde salio, si se siente amnésico, estaremos mostrándole como fue su semilla.

Bernardo Arbeláez


12

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

Seguir siendo Jericó

E

l distrito minero que la AngloGold Ashanti quiere imponer en Jericó y en el Suroeste antioqueño no puede permitirse, porque esto cambiaría radicalmente la dinámica social y cultural del municipio y de toda la región. En primer lugar, las afectaciones y daños ambientales serían de gran consideración e irreversibles. Horadarán las montañas para sacar sus entrañas, una parte de ellas se irán a un país extranjero para separar de allí el cobre, el oro, la plata y el molibdeno; la otra, que es la mayor cantidad, la basura, lo que no sirve, la que está contaminada, la que es peligrosa, se quedará en la localidad a perpetuidad, transformando el paisaje y dejando un gran riesgo sobre la población y el río Cauca. A grosso modo, ellos, la minera y sus inversionistas se llevarán el mineral limpio para negociarlo y venderlo por fuera, o dicho de otra manera, se quedarán con las ganancias que son privadas. Acá nos quedaremos con los desechos y la contaminación que es democratizada, es decir, todo el pueblo asume el costo de tener semejante adefesio en nuestro patio. A la montaña La Mama, la primera en dinamitar, la dejaran moribunda con un cráter de casi un kilómetro de diámetro en su parte alta, como consecuencia del hundimiento generado por su saqueo interior. Las aguas que nacen o transcurren por su ladera, desaparecerán como por arte de magia. Los animales y plantas asociadas a la montaña sufrirán al perder su conectividad sistémica. En otras palabras, la minera comenzará a crear un desierto que posiblemente en poco más de 20 años iremos a contemplar y a añorar lo que había antes. Como segundo, tenemos lo social y lo cultural que también se afectarán profundamente por la minería. Hoy somos un municipio cafetero, agricultor, artesano y turístico en mayor medida. Allí se ocupa la mayoría de la población. A veces los jericoanos no alcanzamos a cubrir las vacantes y deben contratar gente de los alrededores, o incluso de otros departamentos. Hemos aprendido a vivir con el otro y a compartir los espacios. Esta dinámica ha permitido que el municipio crezca en población y en la ocupación de casas y pequeñas fincas que alquilan las personas que vienen a trabajar. La minera llega a impulsar una nueva actividad, lo que a su vez resta trabajadores en las otras áreas por cuestiones de incentivos económicos y de promesas de mejorar en el tiempo. Para cubrir las vacantes en la minera y en las empresas agrícolas, deben traer más personal de otra parte. Más habitantes y más espacio ocupado. Si pasamos de la exploración a la explotación minera y según lo que dice Quebradona (aunque con tantas mentiras que dice, no se sabe) serían más de 5.000 empleos. Allí se pregunta uno ¿de dónde los sacarán? Jericó no tiene la capacidad de cubrirlo, por tanto, el personal requerido vendrá de otras regiones, el municipio seguirá creciendo en número de parroquianos y se irá ampliando en espacio habitacional. ¿Hasta cuánto y hasta dónde podemos crecer y expandirnos?

La imagen de Jericó cambiará, ahora a más de lo conocido con la santa Madre Laura y el carriel, será minero. Desde afuera nos verán como un municipio rico y lleno de oportunidades, lo que hará que muchas miradas se posen en nuestro territorio y quieran venir a probar suerte. Muchos no querrán ser mineros, sino que vendrán a ampliar la oferta de comercio, surgirán nuevos supermercados, tiendas de todos los colores y ventas de muchas cosas. Esto hará presión a los comerciantes locales y los desplazará a otros menesteres. Otros vendrán a pelear a sangre y fuego las plazas de vicio, algunos a ver que consiguen sin trabajar mucho, lo que aumentará la inseguridad y violencia en la zona urbana y rural. Las casas ya no podrán permanecer abiertas, el caminar se volverá una odisea, mejor dicho, la inseguridad crecerá a niveles insospechados. La economía sufrirá cambios no muy buenos para el bolsillo de la mayoría de los jericoanos. Los productos y servicios se encarecerán indudablemente, es la ley de la oferta y la demanda. Muchos presionarán para conseguir lo que sea con dinero de afuera, los de acá no podremos competir y nos tocará salir de lo poco que tenemos y buscar refugio en otros lares. No me imagino el desplazamiento de pequeños campesinos y pueblerinos, yendo a otros rincones a buscar un bienestar más asequible. Esa idea de desarrollo que vende la AngloGold Ashanti a Jericó y el Suroeste antioqueño es terrorífica y dañina para la mayoría de la población que no quiso ni quiere tener nada que ver con la minería, vamos a estar condenados al patíbulo sin cometer delito alguno. Hay algunos que han usufructuado de la minera parados encima de la cabeza de los jericoanos, de seguro a ellos no les importa qué pase con el pueblo a futuro, ellos creen que conseguirán dinero suficiente para comprar tierrita en otro lado, libre de minería. El hueco no solo lo harán en la montaña, sino que lo harán en el alma de cada habitante de Jericó, es decir nos arrancarán a pedazos la historia y la cultura de nuestro pueblo, luego nos echarán a la represa de desechos. Quiero un Jericó tranquilo, donde pueda salir a caminar por cualquier rincón y encontrar las sonrisas de sus gentes al saludar como lo hacemos hoy en día, lleno de vida en el colorido de sus casas y jardines. Quiero sentarme en sus bancas del parque y escuchar el murmullo de los visitantes. Quiero recorrer sus ríos y quebradas, bañarme en ellos y tomar el sol en sus piedras escuchando la gran variedad de aves cantoras que se encuentran en sus riberas y bosques. Quiero una “Atenas del Suroeste” que vuelva sobre los libros y la escritura, sobre la pintura y la poesía. Quiero que Jericó siga siendo Jericó.

Juan Gonzalo Marín

jgmarin1@gmail.com


DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

Juventud, ley y autonomía*

13

Por Carlos Mario González

III

L

a época moderna, configurada bajo la hegemonía del capital, hace del joven según la lógica de la idealización su héroe o su demonio y, aunque multiplica las formas de juventud, despliega un ideal de pretensiones uniformantes apoyado en el poder de circulación e incidencia del discurso capitalista, siendo precisamente el tipo de joven promovido por éste el que permite, ahora sí, definir esa juventud particular -que no cualquier juventud- objeto de esta líneas. El tipo de juventud que promueve el discurso capitalista, cuando cobra realización efectiva en la vida social, produce devastadores efectos tanto en los jóvenes mismos como en la sociedad en que se desenvuelven. ¿Cuál es la juventud particular promovida por este discurso? La que constituye aquel conjunto que se articula a partir de una palabra que dice: “¡Goza, goza sin límite, es tu derecho!”, discurso que para desgracia del joven y de la sociedad no encuentra un adulto capaz de agenciar la ley como límite a ese goce perverso que hace de la vida simple gasto vano e inane. Puesto el joven en el lugar de alguien destinado únicamente a gastar, el adulto vergonzante establece con él una relación caracterizada por exonerarle del trabajo y de cualquier función productiva, por la maximización de sus derechos y la minimización de sus deberes, por hacerlo objeto privilegiado y constante de atención y por darle estatuto de víctima frente a la cual el adulto se asume en perpetua culpa. Puestas así las cosas, se configura un joven entregado ansiosamente al goce, incapaz de elevarse a la dignidad de deseante, pues alguien que sólo puede hacer de la vida puro goce, es decir, mero gasto improductivo, nada podrá saber de esa falta que dispone a la acción y a la realización que es el deseo. El tipo de juventud que alienta el discurso capitalista, sin importar la clase social, promueve a este joven a la convicción de que todo para él es de derecho, que su goce no puede tener restricción y que a él no lo implica ninguna deuda con sus antecesores ni ninguna función de compromiso, trabajo y responsabilidad, pues lo suyo ha de situarse sólo en el orden del consumo gratuito. Y, como he dicho, abandonado al puro goce, con la desgracia de no contar con quien agencie de barrera para su desmesura, será incapaz de desear y quedará inhabilitado para esa forma suprema de la felicidad humana que es ser realizador de los deseos propios. Exento de la lucha y el esfuerzo superador, ve como su existencia se hunde no en la creación -pues sólo un deseante puede crear- sino en el sin sentido y en el sin valor que lo condenan al martilleo incesante e implacable del tedio y de la angustia, del que pretende inútilmente librase apelando a la diversión maníaca, a los riesgos mortales o a la agresividad para con los semejantes.

Fotos: Internet

*Juventud, ley y autonomía es un artículo de Carlos Mario González, profesor de la Universidad Nacional, miembro de la Fundación Cultural Entrelíneas y director de la Escuela de Pensamiento Crítico Maestros de la Sospecha. El escrito será publicado por entregas, ésta es la segunda.


14

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

M

Estos pocos añitos is niñas van creciendo más rápido que maleza en tierra abonada, y el tiempo corre como el agua de una quebrada crecida, así mismito van llegando los años con sus achaques y recuerdos.

Con Gladis María, la mamá de ellas y el sol de todos mis días, nos sentamos en el corredor de la casa, cuando no hay mucho qué hacer, a ver enrojecerse las nubes y oír los pájaros despedirse del día o saludar la noche.

- ¿Qué hace que la niña estaba gatiando por ahí, persiguiendo los pollitos y dañando las flores, y ya tiene que ir todos los días a donde mi tía Ángela a hacer la tarea con el computador de Emanuelito? Y Sofía, este año ya termina el bachillerato...

- Y nosotros, acordate cuando por fin me dijiste que sí, que

fuéramos novios pero de verdad, nada de jueguitos conmigo y coqueteos por otro lado, de verdad o nada; te lo pensaste bien o me dejaste sufrir un montón de días, pero no estás arrepentida, ¿verdad?, este montañero no te ha faltado con nada, vos sabías que conmigo íbamos a vivir con lo necesario, estrechitos pero contentos; vos toda una normalista a lo mejor estabas pensando, o tus papás estaban esperando que te casarías con un profesor o alguien del pueblo, como dicen, “con alguien con futuro”, como si se pudiera saber cuál es el futuro que nos espera... Cuando uno es un niño, el tiempo parece que no corre, la próxima semana está lejísimo y el muchacho de 20 años ya es un viejo; en después, todo se acelera, el tiempo dizque no alcanza, pero el sol y la luna se mantienen en su juego de siempre y los relojes siguen su camino como soldados marchando, un dos tres, un dos tres, sin parar. La vida es un misterio que sabemos que no vamos a entender, y por ponernos a querer cambiarla, como si eso fuera posible, lo que nos pasa es que llega la pelona y en lugar de haberla vivido, respetándola, queriéndola y agradeciendo el hecho de estar vivos, se nos fueron los pocos añitos que nos dio Dios para disfrutarla, dedicados a querer cambiarla. Atrevidos y mal agradecidos. Me dice Gladis María: - ¿Qué le pasa mijo, por qué se está poniendo tan pensativo, eso de filosofar no se lo conocía, tanto pensar va poniendo a la gente tristona, no le parece?

- ¿Filosofar? si yo solo sé filo sacar, afilar el machete y el azadón pa’ que no nos falte nadita a nosotros y a los demás, y eso me hace feliz; lo que pasa es que ve uno llegar el momento en que los hijos cogen su destino, uno quiere que les vaya lo mejor, que también sean felices, que sigan felices, y tal como están ocurriendo las cosas en este mundo, pues como que se le vinagra a uno la esperanza.

- Eso sí es verdad mijo, parece que el mundo va es de pa’trás.

En lugar de ayudar todos pa’ que no siga la matazón entre colombianos, hay gente del gobierno y de afuera dedicados a mantener y alimentar la violencia, esa violencia que empezó cuando mataron a Gaitán en el 49, ¿se acuerda lo que nos contaba el abuelo Ramón? Cuando mataron de un balazo en

Bogotá a Jorge Eliécer Gaitán se prendió el país porque él iba a ser el presidente de Colombia, la gente lo quería porque era un hombre del pueblo, verraco, que se enfrentó a los dueños de todo y ya el pueblo no aguantaba más. En todas partes, en toda Colombia empezaron las masacres, pueblos donde vivían liberales fueron asesinadas muchas personas por los conservadores y la policía, pueblos donde vivían conservadores fueron masacrados por liberales y guerrillas.

-

Igualito que ahora, masacran a la gente porque dizque es guerrillera o es paraca, asesinan los guerrillos, los paracos, el ejército, la policía, las bandas, los narcos... pero la verdad es que la gente humilde que no tiene más qué hacer, es la que están matando o se está matando entre ella, no tiene tierra, no hay fincas pa’ trabajar, entonces tiene que meter los hijos en esas bandas y tiene que sembrar lo único que produce, coca, amapola, marihuana, porque el maíz, la papa, el fríjol, la leche, todo lo está trayendo el gobierno de otros países, y las drogas las manejan criminales y se enriquecen los criminales; los únicos criminales no son los que compran en el monte la droga y se la llevan a los gringos, criminales son también los bancos que les manejan el billete, criminales son los que están el gobierno y a su amigotes y compinches no les aplican la justicia, acuérdese mija del embajador ese que le pillaron tres laboratorios en la finca y ahí sigue como si nada, pero al raspachín que se está muriendo de hambre, a ese sí, glifosato ventiado y plomo corrido, claro, con eso el precio de la coca sube, se necesitan los helicópteros y los venenos y los fusiles y las balas y todo el material de guerra que venden los gringos y compran los militares y los políticos con comisioncitas...

-

Y pa’ acabar de ajustar, ya que acabaron con los productos que cosechábamos en el campo y lo poco que tenemos no hay carreteras pa’ sacarlo y regalarlo por cualquier mil pesos, estos gobiernos les abrieron las puertas a las mercancías baratas y sin calidad de otros países, así acabaron con tantas industrias nacionales que le daban trabajo a la gente de las ciudades; entonces, ¿ahora qué?: Acabe con la tierra y el agua, saque petroleo, carbón, gas, cobre, oro, lo que sea, véndalo y róbese una buena parte y el resto pa’ mantener los zánganos del Congreso, de las Asambleas Departamentales, de los institutos, de las corporaciones, de las embajadas, de los ministerios, y el restico, el raspao, pa’ limosnas para que no se mueran de hambre los que votan por estos bandidos. Y como no les alcanza la plata pa’ la angurria que tienen, clávenos impuestos por todo, por todo, malditos.

-

Vea no más el Suroeste: aquí vivimos bien, tranquilos, las necesidades básicas las tenemos más o menos aseguradas, hemos construido desde los tatarabuelos unos pueblos bonitos, amables, hemos aprendido a perdonar la violencia esa de liberales y conservadores, estamos progresando con el turismo, con la agricultura ecológica e industrial, pero el gobierno nos quiere cambiar y volvernos una región de violencia, de miseria, una región minera, y unos, ingenuos, necesitados, pendejos o vendidos, están de acuerdo en esa destrucción. Por fortuna son pocos.

El primario


E

“A ver los que viajan para Japón, diez y media pasando por Canaán”

rnesto levantó la cabeza para buscar en los tableros luminosos la sala de espera del vuelo que lo llevaría a su destino final, el aeropuerto de Narita Jasiko al este de Tokio, con el pasabordo en mano verificó el número del vuelo y sin entender nada se dijo - A la mano de Dios - y se sumó a la fila de pasajeros que se movía en una única dirección, allí entre la variopinta multitud se camufló como uno más con la esperanza de ocultar su pánico. Cuando se está solo y por primera vez en un aeropuerto y aunque parezca extraño, emerge una facultad de desenvolvimiento que da la impresión de que aquel lugar ya lo habíamos visitado, en el afán de no perder el vuelo los sentidos se organizan en formas tales que ofrecen un control y dominio del espacio como si estuviéramos en la sala de la casa. Ernesto se sentía triunfal, como quien gana una medalla olímpica, cuando en la inmensidad del aeropuerto encontró su sala de espera, lamentó que no hubiera ningún conocido allí para contarle su hazaña, le provocó aplaudirse, pero se controló, todavía le faltaban dos escalas para llegar a Tokio, con un nudo en la garganta y un retorcijón en el estómago buscó un asiento y esperó con paciencia la llamada para abordar. Estaba fascinado con Japón, su interés le llegó desde muy joven a través de las películas de artes marciales que habían alimentado en su imaginario una fascinación por todo lo que viniera de Asia; si miramos de cerca a nuestro protagonista sus rasgos son como los de un pariente cercano de Gengis Khan, pero sus ojos verdes y perfectamente redondos terminan por disuadirnos de la fábula de que su principal motivo era ir tras el rastro de una genética oriental que vino a dar a estas montañas de Antioquia. El viaje en el que se había embarcado solo era producto del anhelo de cumplir un sueño y de paso probar suerte, oportunidad que le brindó Masahiro Satomí, un japonés que terminó siendo concuñado suyo, por esos cruces de camino que la vida se inventa para ponerle un nudo a la historia que nos ocupa. Ernesto vivía en Pueblorrico con su mujer y tres hijos, uno de cuatro años, el segundo de tres y el tercero en camino, trabajaba con el municipio y estaba como dicen “bien organizado”. Cuando le comentó a su esposa la idea del viaje, ella le respondió Usted verá -. El vuelo duró veintidós horas, era la primera vez que montaba en avión, la emoción, la ansiedad y el asombro no lo dejaron pegar el ojo durante el viaje, cuando llegó lo recibieron los cinco grados Celsius del invierno de Tokio en diciembre, no le advirtieron de ese detallito; sin ropa abrigada sintió morir mientras en migración le preguntaban el motivo del viaje, sin entender ni jota, con un rítmico castañeteo de dientes solo pudo decir - Mi, venir de turismo -. La primera semana no comió nada, le ofrecían unas comidas muy raras, raíces, yakisoba (fideos fritos), tofu, pescados que en su vida había visto, pero nada de carne, ni frijoles, ni un agua de panela para ese frio tan infernal, solo té, le ofrecían por todas partes té, hasta en la habitación al pie de la cama tenía un fogón para mantener cercano y caliente el té. Lo salvó el sushi, a eso si le cogió el tiro, era como una dosis mínima de los fiambres que de niño Anita su mamá, le preparaba para ir de paseo al río, un caldo de pescado parecido a los consomés de Peñalisa, y ya inmerso en la cultura no dudó en entrarle a las ostras y a cuanta cosa antes de ser ingerida estuviera moviéndose en el plato. Se volvió un maestro en el arte de comer con palillos. Así empieza una aventura que duraría cuatro años, en los que viajó, conoció palacios imperiales, santuarios y templos en honor a Buda y al diablo a quien terminó rezándole todas las mañanas cuando trabajó en una empresa que estaba consagrada a él, まいにち まいにち おねが

い しごと mainichi onegai cigoto (por favor todos los días danos trabajo), allá le tocó torcérsele a Dios, ahí sabrá perdonar el de arriba dice Ernesto cuando lo cuenta entre risas nerviosas. Su primer trabajo fue de obrero de construcción, luego pasa a fabricar autopartes en la Toyota y la Suzuki, ensambla radios para la Hitachi: Recibe una pieza, le pone un chip y la entrega, recibe una pieza, le pone un chip y la entrega, en esas se la pasa dieciséis horas sin hablar con el compañero de al lado; cada tres horas tiene diez minutos para ir al baño, tomar té y volver al puesto de trabajo, recibe la pieza y “chuf-chuf”, sonido que como un bucle le ronda la cabeza y cuando cuenta la historia reproduce exacto dejando caer los labios de lado al tiempo que apaga el ojo derecho. El Puerto de Ibaraki, situado frente al Océano Pacífico se extiende de norte a sur, desde Hitachi hasta Ōarai en la Prefectura de Ibaraki, y está conectado con una extensa zona industrial centrada en la ciudad de Hitachi, allí trabajó empacando pescados que llegaban en inmensos barcos, metido entre montañas de pescados que descargaban en plataformas del tamaño de una plaza y a temperaturas de más de 40 grados, los empacaba en cajas para luego arrastrarlos en un paleto hasta la cava a temperaturas bajo cero. La jornada en ocasiones era de dieciséis horas, no lo sabía, pero este sería el último trabajo que tendría en Japón, un día al llegar a su casa se dio una ducha, sin dolor, sin estremecimiento alguno, sintió que se desvanecía y tuvo que salir gateando hasta la cama. Al día siguiente no podía moverse, el cerebro le daba la orden, pero los pies no respondían, una gota de sangre alojada en un caprichoso sector de su cerebro le hacia esta mala jugada, al no tener seguro medico no tuvo asistencia y Ernesto se vio obligado a renunciar, sin más alternativa se regresa, con la esperanza de encontrar refugio en su familia. Cuando el corazón se da cuenta que en las palabras del otro ya no hay un destello de luz, el desdén aparece para ensombrecer el júbilo del encuentro, al llegar a la casa con la posesión más valiosa de su viaje y una historia que contar, encontró el espacio vacío, solo en ese momento advirtió que ya no había nada que hacer, que lo había perdido todo. Pese al infortunio de esta historia tenemos un buen desenlace, Ernesto se puede mover, todos los días madruga, se da una ducha y sale caminando rumbo a la flota del pueblo diminuto donde ahora vive. Allí, con un dulce abrigo al hombro, ayuda a los pasajeros a guardar el equipaje mientras vocea el itinerario del bus - A ver los que viajan para Medellín, los que van para Canaán, Puente Iglesias, Fredonia, Medellín, diez y media -. Su jornada va desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, no hay dolor, no siente calambres, no le duele la columna, el único dolor le viene cuando recuerda a su familia, todo lo que dejó atrás por ir tras la búsqueda de un sueño, le duelen sus hijos que dejó muy pequeños y los “Te amo” que su esposa no volvió a pronunciar, cuando más los necesitó, se habían agotado. Por seguir un sueño, perdió a su familia y se quedó sin pensión, lo único que espera es que sus hijos y sus nietos ahora que están grandes, entiendan que en su decisión no había mala intención, por buscar mejorar un poco su vida buscando en tierras lejanas el éxito, perdió todo lo que tenía cercano. Algunas personas tienen éxito, otras viven una vida para contarla.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa carloscantante@gmail.com


16

A

DESPIERTA JERICÓ Mayo 2021

Una carta desde la Amazonía: uno destruye lo que no entiende

La líder ambiental del pueblo Waorani lanza el 12 de octubre de 2020 un aviso a los presidentes de los nueve países amazónicos los señores presidentes de los nueve países de la Amazonía y a todos los líderes mundiales que comparten la responsabilidad del saqueo de nuestra selva:

Me llamo Nemonte Nenquimo. Soy una mujer waorani, una madre y una líder de mi pueblo y la Amazonía es mi casa. Les escribo esta carta porque los incendios siguen quemando nuestra selva. Porque las compañías están derramando petróleo en nuestros ríos. Porque los mineros están robando oro (como lo han estado haciendo durante los últimos 500 años) dejando atrás piscinas abiertas y toxinas. Porque los invasores y extractivistas de tierras están talando los bosques vírgenes para que su ganado pueda pastar, sus plantaciones puedan crecer y el hombre blanco pueda comer. Porque nuestros ancianos están muriendo de coronavirus y, mientras, ustedes planean sus próximos movimientos para explotar nuestras tierras y estimular una economía que nunca nos ha beneficiado. Porque, como pueblos indígenas, estamos luchando por proteger lo que amamos: nuestra forma de vida, nuestros ríos, los animales, nuestros bosques, la vida en la Tierra. Y es hora que nos escuchen. En cada uno de los cientos de idiomas diferentes de la Amazonía, tenemos una palabra para ustedes, los extraños. En mi idioma, el WaoTededo, esa palabra es “cowori”. Y no tiene por qué ser un insulto pero ustedes la han convertido en eso. Para nosotros esa palabra (y, de una manera terrible, su sociedad), significa: El hombre blanco que sabe muy poco para el poder que ejerce y el daño que causa. Probablemente no estén acostumbrados a que una mujer indígena les llame ignorantes y, menos aún, en un escenario como este. Pero los pueblos indígenas tenemos algo claro: cuanto menos sepas sobre algo, menos valor tiene para ti y es, por lo tanto, más fácil de destruir. Y por fácil, quiero decir: sin culpabilidad, sin remordimientos, sin sentirse estúpidos e, incluso, con todo derecho. Y esto es exactamente lo que nos están haciendo a nosotros como pueblos indígenas, a nuestros territorios de selva tropical, y también al clima de nuestro planeta. Nos llevó miles de años conocer el bosque de la Amazonía. Entender sus formas, sus secretos, aprender a sobrevivir y prosperar con ella. Pero mi pueblo, el waorani, solo les conoce a ustedes desde hace 70 años (fuimos “contactados” en los años 50 por los misioneros evangélicos americanos), pero aprendemos rápido y ustedes no son tan complejos como lo es la selva. Cuando ustedes dicen que las compañías petroleras tienen maravillosas y nuevas tecnologías que pueden extraer el petróleo de debajo de nuestras tierras como los colibríes chupan el néctar de una flor, sabemos que están mintiendo porque vivimos río abajo de los derrames. Cuando dicen que la Amazonía no se está quemando, no necesitamos de imágenes de satélites para probar que están equivocados: nos ahogamos con el humo de los frutales que nuestros antepasados sembraron hace siglos. Cuando ustedes dicen que están

buscando urgentemente soluciones climáticas y sin embargo continúan construyendo una economía mundial basada en la extracción y la contaminación, sabemos que están mintiendo porque somos los más cercanos a la tierra, y los primeros en escuchar sus llantos. Nunca tuve la oportunidad de ir a la universidad y convertirme en médica, o abogada, política o científica. Mis “pikenani” (autoridades tradicionales, ancianos sabios) son mis maestros. El bosque es mi maestro. Y he aprendido lo suficiente (y hablo mano a mano con mis hermanos y hermanas indígenas de todo el mundo) como para saber que han perdido el rumbo, que tienen un problema (aunque todavía no lo entiendan del todo) y que su problema es una amenaza para toda forma de vida en la tierra. Forzaron su civilización sobre la nuestra y miren ahora donde estamos: pandemia global, crisis climática, extinción de especies, y, guiándolo todo, una pobreza espiritual generalizada. En todos estos años han estado sacando, sacando, y sacando de nuestras tierras y no han tenido el coraje, o la curiosidad, o el respeto suficiente para conocernos. Para entender cómo vemos, y pensamos, y sentimos, y lo que sabemos sobre la vida en esta tierra. Tampoco puedo enseñárselo ahora con esta carta. Pero lo que sí puedo contarles tiene que ver con miles y miles de años de amor por este bosque, por este lugar. Amor en el sentido más profundo de la palabra: respeto. Este bosque nos ha enseñado a caminar ligeramente, y porque le hemos escuchado, porque hemos aprendido de él y le hemos defendido, nos lo ha dado todo: agua, aire limpio, alimento, medicinas, felicidad, espiritualidad. Y ustedes están quitándonos todo esto, pero no sólo a nosotros, sino a todas las gentes del planeta y a las generaciones futuras. Es de madrugada en la Amazonía, justo antes del amanecer: un momento que, para nosotros, está destinado a compartir nuestros sueños y nuestros pensamientos más profundos. Así que aprovecho para decirles a todos ustedes: “La Tierra no espera que la salven, espera que la respeten. Y nosotros, como pueblos indígenas, esperamos lo mismo”. Nemonte Nenquimo es cofundadora de la organización sin fines de lucro dirigida por los indígenas Ceibo Alliance, la primera presidenta de la organización waorani de la provincia de Pastaza (Ecuador).


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.