Despierta Jericó 94, julio de 2021

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DESPIERTA JERICÓ

Número 94 - Julio de 2021

El futuro es de todos y empieza hoy


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EDITORIAL

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Señor alcalde, su responsabilidad es histórica

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e dice que toda acción que ocurra en cualquier lugar y momento de La Tierra, por pequeña que sea, repercutirá en todo el planeta, pues humanos, animales, plantas, minerales, somos parte del único sistema vital.

Un proverbio chino asegura que “el leve aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”, con el cual no sólo señala el hecho de interdependencia de todos los elementos que forman el planeta, sino que nos previene para evitar los actos emprendidos sin reflexión y prudencia. En un Estado de auténtica democracia, el mandatario asume la dirección administrativa de su localidad por un periodo establecido por la ley, y suponemos que lo hace para cumplir los planes de gobierno propuestos a sus electores; en otros Estados, quienes gobiernan lo hacen por herencia o por nombramiento de poderes religiosos o militares; donde la democracia es ficticia, realmente deciden grupos semiocultos con intereses privados. Sea que el gobernante ejerza en el poder durante el tiempo limitado por las normas o lo haga en lapsos indefinidos por tradición o por imposición; sea su función pública fruto de la democracia real o ficticia, de la costumbre o de la arbitrariedad, sus acciones “se podrán sentir al otro lado del mundo”; es decir, trascenderán más allá de su comunidad y su tiempo. Un mandatario no debe olvidar que sus decisiones sobrepasan el ámbito del cargo que ocupa. No puede ser que por conveniencia propia emprenda obras innecesarias, como los conocidos “elefantes blancos”, ni por comodidad y beneficio personal y ajeno deje que otros hagan obras necesarias, como el caso de carreteras, puentes o barrios construidos en ciertos predios de ciertos propietarios y con ciertos costos. Nuestro país abunda en casos como los acabados de enunciar, hacen parte de la insatisfacción acumulada por la población que durante más de dos meses viene protestando, incluso exponiendo su vida y libertad. Éste sí, dolor de patria. Ahora bien, ¿cuál es la situación de nuestro amado Jericó?, ¿Cómo afecta el presente y se proyecta al futuro la administración pública del municipio? Lo primero a tomar en cuenta es la situación de municipio asediado, cercado, constreñido por un proyecto de aspecto inofensivo y benévolo que oculta su verdadero propósito diametralmente opuesto a la esencia jericoana, gracias a la cual hemos logrado vivir con dignidad por generaciones. Nadie que respete la historia podrá negar la sana convivencia de los jericoanos, su amor e identificación con un territorio de paz, laboriosidad, creatividad; ninguna estadística que se fundamente en la realidad diversa de este país, podrá negar que nuestro nivel de vida cubre las necesidades básicas de la población; que ha sido la sencillez, la austeridad y el sentido de justicia, belleza y cultura con que hemos vivido, el origen del pueblo patrimonio de Colombia.

Esta esencia jericoana, esta cultura, la ha cautivado gradualmente un espejismo similar al que hace 500 años fue usado por otros extranjeros que llegaron también con intereses encubiertos a invadir y arrasar un continente pleno de pueblos vigorosos e ingeniosos; los reflejos de cristal de entonces, son hoy los reflejos de unos dólares, igual de frágiles que el cristal y la verdad de los primeros invasores. Qué no haya duda del daño irreparable que le causará al Suroeste la destrucción de la montaña que une a Jericó y Támesis: después de cuatro años que inicien obras en Cauca, sacarán por medio de voladuras y durante 21 años 17 mil toneladas diarias de rocas del primero de cinco yacimientos de oro, cobre y plata. Anglogold Ashanti tiene que engañar, hipnotizar con péndulos de promesas y regalitos a los jericoanos y tamesinos para lograr el saqueo de nuestra montaña, la destrucción de las fuentes de agua, la ruina de la agricultura y el turismo. Y es aquí señor alcalde David Toro donde está su responsabilidad histórica. Es cierto que usted hoy no puede por ley prohibir la actividad minera en el municipio, tampoco el concejo; pero esta situación, no lo obliga a usted a ponerse al servicio del engaño de la multinacional africana permitiendo que compromisos sociales de la alcaldía sean financiados o compartidos con la multinacional. No debería usted dejar de gestionar y disponer de los recursos públicos para las actividades culturales, educativas, deportivas, de infraestructura, para en cambio pedir o aceptar cómodamente el dinero de la minera, en realidad contribuciones, ayudas, regalos o como se quiera interpretar la falsa generosidad de Anglogold Ashanti, cuya finalidad es lograr el consentimiento ingenuo de los jericoanos y fredonitas para acabar con nuestras vocaciones. El precio de 170 años de historia de dignidad no son unos instrumentos musicales, ni unos uniformes, ni los préstamos de hoy que serán la ruina eterna de Jericó. Lo que usted señor alcalde haga y deje de hacer hoy, al igual de lo que hagamos y dejemos de hacer todos los que vivimos aquí y decimos amar a Jericó y la vida, es la culpabilidad que “se sentirá al otro lado del mundo”, será el reconocimiento o el reproche de las generaciones que se acordarán de nosotros, pero sobre todo de usted señor alcalde como primer responsable de haber rechazado o haber contribuido con la estafa con que una multinacional africana quiso o logró destruir el nido de amores.

DESPIERTA JERICÓ - Distribución gratuita

Una publicación por el Jericó pueblerino y campesino Carlos Andrés Restrepo, Rodrigo López, Alicia López, Oscar Villa, Jaime Ramírez, Juan Gonzalo Marín, Fernando Jaramillo (director). Donaciones: Davivienda ahorros 3992-0002-3287 despiertajerico@gmail.com www.despiertajerico.blogspot.com Impresión: Virtual Publicidad. Medellín, tel. 4085566


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Jericoano: aprende la lección

Marcha Carnaval Támesis, junio 05/21

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res hijo de la montaña, no su dueño. No la vendas, y menos a foráneos. La codicia y la mentira hieren la historia. Vale más la naturaleza que el vil metal. No te ufanes de inteligente, las tragedias no sabes leer. Ahora te dan, mañana te abandonan.

Insisten algunos en Quebradona aún sabiendo de los impactos y daños que no compensarían con nada del mundo material. Hay esclavos del dinero y por ende suicidas en sus propiedades y responsables de las tragedias en que se incluyen por ceguera de poder y soberbia. Se dicen otros los más grandes hijos de Jericó porque han “gozado” de representación política pero defienden el extractivismo aquí haciéndose que no están contra su propia casa, su misma historia y su gozoso patrimonio. Algunos que conquistaron alturas con votos de una u otra procedencia, ganan ahora la causa del perecer humano y del perecer político.

Hay quienes no pueden con el afecto porque su comportamiento dice otra realidad. Ningún amor cabe en un solo cuerpo. El cuerpo nuestro está cosido a la realidad jericoana: respeto, honradez, verdad, decencia. Hay que interpretar el desespero de quienes buscan licencia para explotarnos: de eso tan bueno no dan tanto. En la ley del embudo hay dos opciones pasajeras, en la moneda dos caras, en la razón criterios, pero la verdad siempre es una, al relativizarla por conveniencias, se miente, engaña o roba. De ocurrir lo pretendido por los nuevos invasores, aumentará la población, es decir los votos, y con éstos los presupuestos y ya se sabe cómo se desaparecen, cuánta desgracia nos trae al pueblo y cuánta humillación se recibe de los que desde ya se sabría son sus ordenadores de la liquidación ventajosa que dejan sus “amorosas” palabras y sus risas de hiena.

Rodrigo López Estrada

roloes0023@gmail.com


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Cuando se lee poco, se dispara mucho

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ristóteles, el antiguo filósofo griego en su texto Ética a Nicómaco, cuya lectura eleva el ánimo y produce placer, ha dicho que la política, el arte de gobernar, es el arte supremo. Su objeto es el bien común. Si el bien es deseable para los individuos, adquiere un carácter precioso cuando interesa al pueblo y al Estado, de manera que su objetivo será el bien supremo del hombre y de la sociedad. Si dejamos la deliciosa lectura y los libros siempre compañeros admirables y miramos a nuestro alrededor, la naturaleza del espectáculo es distinta, es desconcertante, produce desencanto. Desventuradamente, la gran mayoría de los políticos no conocen el valor de la ética, de la honestidad y del respecto del supuesto pueblo que representan. Ante los ojos conformistas, indiferentes y sin la más mínima malicia del pueblo, la actividad política y sus protagonistas mueve un macabro negocio tan sucio y corrupto como el narcotráfico. Los políticos se presentan en calles y plazas y andan de capa caída, sin provocar el más mínimo respeto al pueblo e igual el mismo pueblo acude en masa a las urnas portando en la mano una cédula que los identifica como ciudadanos de tercera clase y depositan en las urnas un pedazo de papel con la foto de un mentiroso sonriente y un número que no servirá ni para arriesgar el juego de un chance de quinientos devaluados pesos. Así son las cotidianas elecciones, se va a ellas a votar por el candidato que me ofrece a cambio del voto un bulto de cemento, un contrato por tres meses, tapar el hueco de la cuadra, un tarro de pintura o el cargo de asistente en una secretaría que ni siquiera existe. El hecho está vinculado con la opinión predominante que tiene de sí mismo, de sus trabajos, sus objetivos y sus funciones dentro de la sociedad, la gran mayoría de los hombres y mujeres que practican la política, no reputándola como la más hermosa de las ocupaciones, por noble y útil, sino como la más fructífera en satisfacciones y rendimientos personales. No gobierno para el servicio público, reino y desgobierno para mi bolsillo. A tal grado de refinamiento ha llegado este negocio y están tan alejados del pueblo que se hacen llamar “la clase política”. Se presume que sus afortunados miembros son como ciudadanos mejorados, depositarios de la buena fortuna no mezclados con las otras clases que integran la sociedad, sino aislados. El asunto desde luego, es uno de los síntomas de la confusión de los términos y de los valores y corresponde al estado de la decadencia social. En Colombia la presidencia de la República se entrega al primero que se somete a servir a los grandes grupos financieros, a los políticos corruptos y a dar garrote a un pueblo que en todo se interesa menos en aprender a leer y comprender la oscura realidad que vive. Con razón muchos de los los que han aspirado al mayor cargo de la nación, con la máxima dignidad conferida por la democracia a sus mejores hijos expresan sin el más mínimo de vergüenza “yo quiero ser presidente de la república para coronar mi carrera política”. Un buen candidato, que esperamos nos llegue algún día, diría: “Yo quiero ser presidente de Colombia para que el pueblo aprenda a leer, a amar los libros y a odiar las armas.”

Foto Reuters, internet

Una República ética, moral y cívicamente responsable estimularía las voluntades y las inteligencias juveniles, fomentaría la contradicción pacifica de los intereses y los derechos legítimos, así como el mejor cumplimiento de los deberes y las obligaciones sociales, impulsaría los esfuerzos cívicos, las solidaridades espontáneas, la disciplina social, el respeto a los derechos humanos, la fortaleza del carácter nacional, la limpieza y las razones del corazón y la democratización de la economía. La Ética a Nicómaco explica como la política es “la ciencia organizadora” y determina lo que se debe hacer y lo que se debe evitar para que el Estado alcance el bien. Deberían leerla todos los ciudadanos y más los dirigentes, pero infortunadamente “nuestros” gobernantes nacionales y locales no la han leído, no les interesa o no saben leer, qué lejanos están los libros de los ciudadanos y de los estamentos públicos, en cuyos despachos sólo se redactan micos, mamotretos de tratados jurídicos que sólo contribuyen con el despilfarro del erario público. ¡Ah mal que estamos! La causa de lo que nos pasa está en la indiferencia y en la falta de compromiso nuestros. En el año 2002 el juez italiano Antonio di Pietro decía que en Italia la corrupción política había terminado. ¿Cómo es eso?, le preguntaban. y él lo explicaba de forma clarísima: el poder económico necesitaba corromper a los políticos para que éstos hicieran lo que al poder económico le venía bien, pero ahora se acabó, porque el poder económico ocupó el poder político. Por tanto, ya no tiene necesidad de corromper a nadie, él es el poder. “La democracia no tiene existencia, ni calidad en sí misma: depende del nivel de participación de los ciudadanos”. Ernesto Sábato.

Gabriel Saldarriaga Molina

ciromendía55@hotmail.com


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Lo que callan las licencias ambientales

Dejusticia / Asociación Ambiente y Sociedad

a gestión ambiental del Estado necesita cambios estructurales porque el proceso de licenciamiento ambiental no tiene un enfoque de derechos y persisten las barreras para la participación ciudadana. En medio de las actuales manifestaciones, el rol de los derechos humanos (DDHH) ha sido uno de los principales puntos del debate, tal y como ha sucedido en materia ambiental. Las exigencias sociales incluyen que se impida la aspersión aérea con glifosato, se ratifique el acuerdo de Escazú, se prohíba el fracking y la megaminería de metálicos, entre otros, temas que tienen relación directa con nuestras garantías fundamentales. La licencia ambiental es el instrumento que busca prevenir o gestionar los impactos graves de Proyectos, Obras o Actividades (POA) que requieran el uso o aprovechamiento de recursos naturales. Esta, es una autorización que incluye medidas para evitar, mitigar, corregir, compensar y manejar esas consecuencias en el medioambiente que, en cualquier caso, son graves. Los temas que evalúa este instrumento ambiental están relacionados con la fauna y flora, las aguas, suelos, subsuelos, entre otros, así como con las relaciones sociales y económicas de la zona en la que se pretende desarrollar un POA. En ningún momento del proceso se incluyen variables de cambio climático o de derechos humanos y, en la decisión final del licenciamiento, no se ven reflejados los reclamos ciudadanos en estos temas, que suelen ser la base de los álgidos conflictos ambientales en el contexto nacional. Por un lado, los efectos del cambio climático ya son una realidad, tal y como lo muestra el caso de Iota y sus consecuencias en el pueblo raizal del archipiélago de San Andrés y Providencia, y que pudieron prevenirse. Los POA se desarrollan en el país sin miramientos de su contribución a la agudización de los impactos globales o los riesgos locales, pese a la existencia de metodologías para evaluar los riesgos y amenazas del cambio climático en los proyectos. Sin embargo, sólo la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) las utiliza en su jurisdicción, a pesar de que el grueso del licenciamiento ambiental del país está en cabeza de las corporaciones autónomas regionales. Este debe ser un elemento esencial en la evaluación del impacto ambiental de los proyectos que, de pasada, contribuye a disminuir los riesgos en el territorio. De otra parte, si bien el proceso de licenciamiento ambiental contempla variables sociales, no se incluyen las situaciones de violencia armada o cómo ésta afectará particularmente los DDHH. La guerra ha hecho que las comunidades se desplacen, pierdan su tejido social, debiliten sus organizaciones y, en general, sean mucho

más vulnerables a los impactos ambientales. El conflicto armado ha forzado un cambio en el modelo de uso de la tierra, de economías campesinas a proyectos de desarrollo que usan intensivamente los recursos naturales hasta llevarlos al agotamiento, lo que ha generado desplazamiento, pobreza y precariedad en el campo. Además, a las comunidades étnicas fuertemente afectadas con ocasión del conflicto armado, les es vulnerado sistemáticamente su derecho humano a la consulta previa sobre los impactos que les afectan directamente. La alta conflictividad social generada por el avance de grandes proyectos que afectan estructuralmente los territorios y a sus habitantes, requiere de un replanteamiento del contenido del licenciamiento ambiental. Este es un procedimiento que debe, no solo estar sometido a la Constitución, sino desarrollarla. No basta con analizar separadamente el aprovechamiento de los recursos naturales de las consecuencias que trae en el bienestar de la población, especialmente de las directamente afectadas. La utilidad pública de los proyectos no puede significar la amenaza o vulneración de los derechos fundamentales. Ante la altísima conflictividad e innumerables casos en que se evidencian tensiones entre proyectos extractivos y DDHH se requiere una regulación general de las autorizaciones ambientales que permita superar estas inadmisibles ausencias.

Laura Santacoloma

lsantacoloma@dejusticia.org

Edwin Novoa

Investigador de la Asociación Ambiente y Sociedad


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Reflexión ante la lúgubre palabra

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a Economía fue llamada por Carlyle como la “Ciencia lúgubre”. Pero Carlyle no era un economista, era historiador; por eso su denominación puede ser algo imprecisa.

La Economía, vista en cierta forma, describe la Historia de nuestra supervivencia. Para darnos cuenta de esto, basta dar una mirada hacia atrás, así veremos los rastros de aquel obsesivo empeño cuya fuerza nos trajo al presente: sobrevivir. Como la ruta de nuestros ancestros lleva la impronta de su idiosincrasia, todo rastro de supervivencia conservado por la cultura se convierte en información para el economista. Y para el historiador, en verdad, ambas ciencias comparten intereses mutuos cuando profundizan en el desciframiento de ciertos eventos y personajes protagónicos; susurros de amor, lamentos de dolor, ingenio, júbilo, gloria o desesperanza anunciaron la creación y permanencia de los Estados, de los imperios. Como después del tercer milenio anterior a nuestra Era fuimos una cultura literaria, muy pronto elaboramos documentos de historia. Así la economía comenzó a permear la memoria social: la producción, el acopio, la distribución y la riqueza primitiva fueron soporte del Estado. Mezclados a través de los senderos de la cultura, los caracteres de la Economía quedaron ligados a una memoria común. Cuando se revive en los cursos universitarios la trayectoria del análisis económico, es notable como se expone el planteamiento de los problemas y se analiza el valor de sus respuestas. A finales del siglo XIX se concentró en Europa y en núcleos universitarios americanos una enorme capacidad analítica gracias a la confluencia de otras ciencias, tomadas como “auxiliares” por la economía y por la historia.

Las escuelas antiguas aportaron una base descriptiva para acercar el pasado medieval. Los feudos heredados del Imperio Romano y modificados con el valor de los pueblos conquistadores refiere una economía encauzadora. Los siglos de la Revolución científica en el cincuecento y de la Ilustración en los siglos XVI y XVII colocan a la Historia Económica en el papel esclarecedor para explicar el por qué de la próxima Revolución Industrial a partir del XIX. El análisis económico a partir de entonces no volvería a ser simple; la convergencia de la política, la filosofía, la tecnología, la historia comercial, la sociología y la antropología habrían de generar discusiones de enorme alcance. Si inicialmente el historiador económico observó un sentido en la búsqueda del agua de los ríos (Tigris, Eufrates, Nilo, Indo, Amarillo) para el establecimiento de civilizaciones, la trayectoria de la supervivencia económica de éstas convirtió en laberintos axiológicos el análisis de la economía a principios del siglo XX. Este modesto resumen solo quiere hacer un preámbulo al episodio conocido por nuestra América del Sur con respecto a la explotación minera. Nuestro papel en el drama de la economía histórica ha sido algo fatal. Somos mina y somos jardín. Los “descubridores, conquistadores” vinieron por oro y aún se lo llevan. La descripción científico-histórica de todo el proceso puede llenar enciclopedias enteras. Hace unos meses la Comisión Económica para América Latina -CEPAL- publicó un artículo con el nombre de “Estructuras breves” (marzo 15 de 2021). En este documento se lee lo siguiente: “...CEPAL fue impulsora del modelo de explotación de recursos naturales. Su actual titular Alicia Barcena, afirmó en reiteradas oportunidades que el extractivismo, ser meros exportadores de materias primas, fracasó, no sirvió para salir de la pobreza y acentuó la desigualdad....” Sobra decir que aquí en Jericó la noticia es bien recibida pues deja en claro muchas verdades. Cómo podría ser descrito por la gran economía el punto de vista de un habitante de estas tierras: Si no hay grandes excavaciones, entonces el oro sigue siendo nuestro. Las tierras pueden seguir siendo productivas con su agricultura de aguas limpias mientras educamos a los nuestros en geología, mineralogía y minería de bajo impacto. Somos dueños de la riqueza, no la regalemos a empresas de dudoso origen y moralidad. Si la Economía fue lúgubre en tiempos pasados ahora puede ser agradecida.

Bernardo Arbeláez


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Los desafíos del sector minero y

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uando se habla sobre las luces y las sombras del extractivismo, Colombia aparece como un caso emblemático. Siendo el principal exportador de carbón en América Latina y uno de los países que le ha apostado al desarrollo con modelos como el de la “locomotora minera”, hoy es un caso de interés para los estudiosos del medio ambiente y la economía. En la penúltima cátedra Repensar Nuestro Futuro, del Foro Nacional Ambiental (FNA), se analizaron varias dimensiones del extractivismo en Colombia. En esta ocasión, participaron los siguientes panelistas: Guillermo Rudas, economista, investigador en seguimiento de política pública e integrante del comité asesor del FNA; Mauricio Cabrera Leal, asesor en relaciones de gobierno de WWF Colombia e integrante del grupo de diálogo sobre la minería en Colombia; Juana Hoffman, abogada ambientalista, investigadora y directora de Ambiente y Ruralidad en la Secretaría de Planeación de Bogotá y Carolina Arias Hurtado, profesora del Departamento de Estudios Interdisciplinarios de la facultad de Ciencias Ambientales, de la Universidad Tecnológica de Pereira.

El rol de la minería en Colombia En la primera parte del evento, Guillermo Rudas habló sobre algunas características del sector extractivo en Colombia. Según datos del DANE presentados por Rudas, los sectores del petróleo y el carbón no son los que más contribuyen al PIB en el país. En porcentaje, estas dos actividades representan cerca del 4,5 % del PIB, mientras que el sector agropecuario alcanza un 6,2% y la industria manufacturera un 11,9%. Vale la pena señalar, dijo Rudas, que el peso del petróleo en el PIB es mayor al de la minería de carbón, pues el primer sector aporta el 3,4%, mientras que el segundo el 1,07%. No obstante, en la inversión extranjera sigue primando la extracción de petróleo, la cual ha oscilado entre un 20% y un 28% en las últimas dos décadas, permaneciendo por encima de la industria manufacturera, que hoy alcanza el 16%, y la minera, que

Cerro Matoso presenta un porcentaje del 15%. Sin embargo, cuando se habla sobre exportaciones, el sector manufacturero sigue presentando los porcentajes más altos. Entre 2006 y 2019, este sector representó el 45% de las exportaciones, mientras que el de la extracción de petróleo un 34% y el de la extracción de minerales un 14%. Asimismo, mostró Rudas, mientras que la industria manufacturera genera cerca de dos millones de empleos y el sector agropecuario casi tres millones, el sector petrolero y de minerales generan en promedio 171.000 empleos. Aún así, señaló Rudas, el sector extractivo goza de grandes beneficios tributarios. Tanto los sectores de gas y petróleo, por ejemplo, están exentos de impuestos departamentales y municipales; también tienen descuentos por los activos del patrimonio; una exención de impuestos en gasolina y ACPM. Adicionalmente “hay un altísimo riesgo sobre doble descuento por las regalías y la DIAN se ha negado a otorgar esa información, se la oculta incluso a los funcionarios del Ministerio de Hacienda”. Por otro lado, Rudas también habló sobre las regalías diferenciadas. Mientras que los sectores de petróleo y gas pagan entre el 8 y el 20% en cantidades físicas, hay títulos de propiedad privada, como el Cerrejón, que deben pagar el 0,45% en regalías. El caso del cobre, señaló, es preocupante, pues el total de regalías que genera ese sector es cercano al 0,0006% teniendo en cuenta los valores de las exportaciones. De hecho, señaló el caso de la compañía Atico Mining Co, que dejó de pagar cerca de 6,4 millones de dólares en regalías, un caso que ya está en manos de la Contraloría. “¿Quién le pone el cascabel al gato en este tipo de experiencias? ¿Se están cumpliendo las pólizas de las obligaciones ambientales? ¿Está siendo la ANLA independiente?”, se preguntó el expositor.

Mina de carbón La Jagua explotada por Glencore. Fotos Internet

Para terminar, Rudas dijo las siguientes conclusiones: “En bonanza, el petróleo incrementa los ingresos del Estado, teniendo en cuenta las utilidades de Ecopetrol. En minería, los ingresos son muy precarios. Por otro lado, las regalías, tanto en petróleo y minería, tienen un porcentaje fijo y no tienen en cuenta el crecimiento de precios internacionales. Adicionalmente, se requiere transparencia de la DIAN y es necesario exigirle a los organismos de control que vigilen el cumplimiento de la ley”.


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petrolero de cara al futuro de Colombia*

Campo petrolífero

Preservar la naturaleza

Juan Hoffman, abogada y magíster en ordenamiento territorial, recordó que en Colombia se tiene el 10% de la biodiversidad del planeta y el modelo de extracción de minerales y combustibles fósiles no solo está degradando el país, sino que estas actividades son de las que más gases de efecto invernadero emiten a la atmósfera. Hoffman señaló que, si bien se ha presentado un avance normativo, lo cierto es que el sector extractivo sigue siendo una prioridad en términos políticos, lo cual constituye una contradicción. Adicionalmente, señaló, Colombia es el cuarto país con mayores exportaciones en carbón y el que más exporta este material en América Latina. Infortunadamente, este es el combustible fósil que genera más emisiones de CO2 a la atmósfera, acelerando el calentamiento global.

Características de la minería colombiana

El segundo expositor, Mauricio Cabrera Leal, habló sobre algunas inconsistencias del sector minero en el país. Actualmente, señaló, la contribución de la minería en las exportaciones oscila entre el 13% y el 16% y ha representado entre el 7 y el 25% de la inversión extranjera directa. En Colombia, dijo, más del 99% de los títulos mineros son de pequeña y mediana escala. El 1% son de gran minería y representan el 80% de las regalías. Por otro lado, más del 62% de los títulos mineros son de materiales de construcción y oro. Actualmente, Colombia cuenta con 7.688 títulos mineros y tiene 9.299 solicitudes. La mayoría de títulos están en el corredor Pacífico y, en general, en el occidente del país. De otro lado, añadió que la explotación ilícita de minería alcanza a cubrir 98.000 hectáreas. El 41 % de las zonas más afectadas están en Antioquia, el 36% en Chocó y en Bolívar el 11%. De otro lado, el 60% de la producción de oro se relaciona con la minería ilegal o informal. En el país, agregó, existe una incidencia criminal importante en la explotación ilícita de yacimientos mineros. Son 94 municipios, pasando desde Antioquia hasta la Amazonia, en donde los grupos armados tienen control sobre territorios en los que se hace minería ilegal . En el país, señaló el expositor, es necesario fortalecer procesos para enfrentar los desafíos ambientales y económicos. Este proceso debe respetar los derechos e intereses de todas las partes involucradas y debe contar con el apoyo y la vigilancia de instituciones sólidas. Adicionalmente, se debe fomentar una administración responsable de los recursos naturales, reducir al mínimo los daños ambientales y operar dentro de los límites ecológicos. Para finalizar, Cabrera mencionó algunas tensiones que es necesario resolver, como la prioridad del modelo extractivista por parte del gobierno y a su vez la necesidad de conservar el medio ambiente, la inestabilidad jurídica y la debilidad institucional (el 1% de los recursos de las regalías van para la institucionalidad ambiental) y los problemas de ordenamiento territorial así como los pasivos ambientales mineros.

Cañón Chicamocha. Guillermo Hidalgo Para cerrar, Carolina Arias Hurtado, profesora de la Universidad Tecnológica de Pereira, señaló que el extractivismo tiene una estrecha relación con la economía política y con la geopolítica, ámbitos que deben evaluarse. De otro lado, dijo que es necesario ahondar en investigaciones sobre el destino final de los recursos económicos productos del extractivismo, pues existe una desigualdad latente, en buena medida por una “regulación que no es virtuosa” y una intervención de grandes conglomerados empresariales que es “perversa” en su relación costo y beneficio.

*www.elespectador.com/ambiente/los-desafios-del-sector-minero-y-petrolero-de-cara-al-futuro-de-colombia/


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La dura realidad y la feria de

ún como economista, siempre me ha llamado la atención la forma como entidades públicas y privadas, nacionales y extranjeras, lanzan cada año sus proyecciones de crecimiento económico o del Producto Interno Bruto (PIB). Lo digo especialmente porque recién la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), proyectó un crecimiento de la economía colombiana del 7,6% para el 2021, justo cuando apenas estamos saliendo de una de las peores crisis provocada por la pandemia. Otras organizaciones también han hecho sus proyecciones, entre ellas el FMI (5,1%), Banco Mundial (5%) y CEPAL (5%), e internamente el Ministerio de Hacienda (5%), Banco de la República (6%), ANDI (5%), Bancolombia (entre 3,8 y 5,9%), el BBVA (5,5%) y Fedesarrollo (4,8%,) entre otros. El DANE, que debe expresar lo que pasa en la realidad (o al menos eso esperamos), señaló que el PIB creció 1,1% en el primer trimestre del año, que es un comportamiento bueno, viniendo de donde vinimos, pero ¿Cuáles son las bases sobre las que la OCDE pronóstica un crecimiento del 7,6%? Yo, para que no me tomen a mal, espero de todo corazón que las proyecciones de todas estas entidades se cumplan, pero cuando aterrizo el análisis siento que alguien está jugando con las expectativas de los ciudadanos. Aunque no es el propósito de este artículo profundizar sobre la teoría de las expectativas, bastará con señalar que, en 1961, John F. Muth lanzó la idea de modelar las expectativas para que los actores de la economía (empresarios, inversionistas, trabajadores, consumidores), sintonizaran sus decisiones con las predicciones de las variables más importantes de un país. Se suponía entonces que, si bien las proyecciones individuales podrían estar erradas, las expectativas colectivas podrían ser correctas y estar en el promedio. De allí nacieron las encuestas de opinión empresarial, por ejemplo, como las que realizan en Colombia entidades como Fedesarrollo y la ANDI. Sin embargo, en la realidad, esto no es así de sencillo y son conocidos los grandes descaches de las expectativas, especialmente en un mundo tan incierto y volátil como el que actualmente vivimos. El problema es el uso malintencionado de las expectativas con fines políticos o politiqueros. Cuando organizaciones como la OCDE dan un espaldarazo a las proyecciones de crecimiento de la economía colombiana, el gobierno saca pecho y lo primero que señala es que esa proyección es consecuencia de las virtudes de su política económica. “Venimos del infierno (el año pasado la economía decreció 6,8%), pero gracias a nuestra política de reactivación económica y solidaridad social, este año veremos el cielo”, diría un perfumado personaje desde el atrio de la Casa de Nariño. Y de paso le da una señal a las firmas calificadoras de riesgo para que se guíen por las expectativas y no por la realidad (aunque ellas no son tan tontas). Este uso abusivo de las expectativas tiene por objetivo inflar la realidad, exacerbar las esperanzas, desalentar a los críticos,

desactivar la oposición y jugar con los determinantes de las decisiones de los actores de la economía, y lo grave es que después del “ojo afuera no hay Santa Lucía que valga”, pues un año más tarde, nadie, absolutamente nadie, se sentará a evaluar la certeza de las predicciones oficiales y el daño de la sobrevaloración sobre quienes se ilusionaron y tomaron decisiones a la ligera. Los resultados de la política económica no se evalúan sobre el pasado, sino sobre discursos, proyecciones y profecías que hablan del dulce nuevo amanecer y un futuro prometedor, siempre tan esperanzador por más fantasioso que parezca. No se establece la responsabilidad de los hacedores de la política pública, sino se enaltecen las bellezas de un mundo por venir. El pasado martes 8 de junio, el gobierno nacional eliminó las restricciones que con motivo de la pandemia había establecido, buena parte de ellas desde el comienzo de la propagación del COVID-19 el año anterior. Un informe de CM& mostraba sin embargo la desolación de los restaurantes y del comercio en general durante esa primera jornada. Muy tristes fueron las imágenes de los meseros, elegantemente dispuestos juntos a las mesas de los comensales que nunca llegaron, y que difícilmente volverán en el corto plazo porque “el palo no está para cucharas”. La pandemia profundizó la recesión de la economía que ya se avizoraba desde 2018 y que arrojó en el 2021 indicadores socioeconómicos pocas veces vistos en la historia del país. No voy a ser exhaustivo sobre la espantosa realidad, pero si quisiera referirme brevemente al panorama social, poco tratado en las expectativas de las entidades antes mencionadas. El índice GINI que mide la desigualdad socioeconómica pasó de 0,52 (2019) a 0,54 (2020) y es de extrema gravedad, pues mientras millones de ciudadanos fueron empujados a la pobreza y pobreza extrema, los ricos-ricos continuaron acumulando riqueza. Informa el DANE que 21 millones de personas viven en la pobreza con menos de $331.688 pesos mensuales (el 42,5% del total de la población), y que 3,6 millones de ellos viven en condiciones de pobreza extrema con menos de $145.000 mensuales. ¿Esta tragedia social es fruto de la pandemia? o ¿es consecuencia de un modelo económico que intrínsecamente genera desigualdad? Me quedo con la segunda opción.

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las proyecciones económicas Imagínese usted, casi la mitad de la población colombianavive en condiciones de pobreza, sus ingresos apenas alcanzan para una o dos comidas al día y ¿aún así esperan que vayan a los restaurantes para reactivar la economía? Cosa de locos. ¿Y los departamentos mineros? En condición de pobreza vive el 66,3% de los habitantes de La Guajira, Cesar (58,3%), Chocó (64,6%) y Córdoba (59,4%) todos ellos con carencias por encima del promedio nacional. ¿De veras la gran minería es el medio más idóneo para reactivar la economía y mejorar el nivel de vida de las gentes? Colombia es un país minero desde siempre, pero los proyectos de gran minería comenzaron en la segunda parte del siglo pasado. ¿Por qué siendo nuestra patria un país de enorme riqueza seguimos igual o peor que antes? ¿Por qué los habitantes del área de influencia minera o petrolera vive en peores condiciones que sus vecinos en municipios no mineros? Por dos razones: En primer lugar, porque el modelo económico genera intrínsicamente inequidad, la riqueza es para unos pocos, los demás que aguanten, y en segundo lugar porque los gobiernos extractivistas, las empresas del sector y sus gremios juegan con las expectativas. Normalmente lo que pasa es que las empresas y sus gremios inflan las reservas probadas porque, gracias a ellas, los gobiernos, hambrientos de ingresos por impuestos, regalías y un poco de empleos para que la gente no proteste, colocan el Estado y sus políticas a su entera disposición. Se juega con las expectativas. La tasa de desempleo fue de 14,2% en marzo de 2021, nivel que es muy superior en el caso de las mujeres y los jóvenes; el nivel de endeudamiento público sigue imparable (US90 mil millones a marzo de 2021) (y sin saber dónde se invirtió esa platica); el déficit fiscal continúa su camino en medio del galopante gasto en funcionamiento y sin recursos para el gasto social, con una muy fuerte presión del llamado gasto en el servicio de la deuda pública, y el sector externo continúa dependiendo de bienes primarios, cuya demanda y precios internacionales oscilan según dinámicas exógenas, y las autoridades mineras prosiguen feriando la riqueza minera y petrolera del país, pues sus perspectivas no van más allá de sus narices. . Muy difícil la cuesta de la recuperación económica, y más difícil aún recuperar condiciones mínimas para la vida digna de millones de ciudadanos; a ello, habría que agregar una nueva reforma tributaria, menos dura que la presentada por el exministro Carrasquilla, pero lo suficientemente dura como para cascarle al bolsillo de la clase media, y las consecuencias de las manifestaciones sociales que más allá del reprochable vandalismo, encierran reivindicaciones justas, especialmente para miles de jóvenes sin esperanzas, que no creen en las expectativas y menos cuando la bola de cristal de los vendedores de esperanzas no incluye el hecho de que la economía se apoya estructuralmente sobre bases insostenibles.

Álvaro Pardo

Economista, especializado en Derecho MineroEnergético y Derecho Constitucional

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El polvo de relaves, sus graves daños a humanos y a cultivos y potreros

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uchas preocupaciones con este tema fueron expresadas durante la visita de la ANLA al municipio de Támesis. Un soporte técnico y realista se expone acá, para reforzar esas manifestaciones, especialmente ante los interesados y ante la ANLA, elaborado por el ingeniero geólogo Fabián Hoyos P. y complementado por quien esto escribe, Jorge Eduardo Cock. Una experiencia vivida por Fabián, gran observador y analizador de fenómenos físicos, es bien ilustrativa: hace bastante tiempo, recorrió caminando todo el cañón del río Buey, por el cual ventea hacia abajo arrastrando los polvos de caliza que se producen por la explotación de esta roca para la planta de Cementos El Cairo (es de suponer que esto ha sido bastante corregido). Las hojas de todas las especies vegetales mantenían su capa de polvo de caliza, por lo menos hasta el pueblito de Damasco, 10 Km abajo de El Cairo. Algo similar, pero mucho más grave, sucedería en el valle del río Cauca con la contaminación eólica claramente reconocida en el EIA, como emisiones de la pila de relaves, las que obviamente llevarán su contenido de tóxicos utilizados en las operaciones de flotación y que se sumaría a las emitidas por los procesos de molienda y remolienda y por el alto tráfico automotor que adelante se menciona. La plataforma con acceso libre, Weather Channel, reporta en la localidad de Támesis velocidades diurnas medias desde el Este, Sureste y Este Sureste entre 10 a 12 km/h, y velocidades nocturnas desde el Norte, Noroeste y Norte Noroeste 5 a 6 km/h, suficiente para poner en movimiento las arenas finas de los relaves. La velocidad máxima del viento necesariamente debe estar por encima de estos valores y muy probablemente por encima de los 18 km/h, que Wilson & Cooke (1980) y Fryrear & Saleh (1993) proponen como umbral para poner en movimiento partículas de suelos de textura gruesa. Los productos de la erosión eólica, intensificada por la circulación diaria de 28 tractocamiones con concentrado y 510 viajes de tractocamiones con 40 toneladas de relaves filtrados, 10-15 camiones con bienes y materiales, 20-30 buses con el personal de la mina, 20-30 carros, y 30-40 motocicletas (AngloGold Ashanti, 2019c), afectarán de manera directa y grave los núcleos poblados de Puente Iglesias y Palermo y los importantísimos cultivos y potreros de la región.

Jorge Eduardo Cock L.

Exministro de Minas


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¿Nos convertiremos en pueblo fantasma?

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l 2021 es un año definitivo para Jericó y el Suroeste, ya que esperamos desde el año pasado noticias de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) sobre la negación u otorgamiento de la licencia de explotación de la mina Quebradona de la AngloGold Ashanti -AGA- en la montaña La Mama de nuestro municipio. Ya sabemos que la entrada de dicha empresa a comienzos del presente siglo a nuestro pueblo, generó desencuentros entre los jericoanos. Algunos le apostaron a la empresa minera por conveniencias económicas y otros nos opusimos por cuestiones ambientales y sociales y de permanencia en el territorio. Diferencias que se han tornado irreconciliables por la forma y las prácticas de la minera para posicionarse social y económicamente. Bien es sabido que Jericó está cambiando y de nosotros depende el rumbo que se tome en un futuro cercano. Si se diera la minería, el municipio sería el centro minero del Suroeste antioqueño como lo dice el gerente de la AGA, Felipe Márquez; en otras palabras, todas las dinámicas sociales y culturales se irían transformando de acuerdo con el régimen minero impuesto. Nos convertiríamos en un “no lugar”, es decir, en un espacio para entrar y salir con prisa, donde el arraigo social y cultural no está permitido por la posible conversión del paisaje en un desierto minero. La historia de muchos pueblos mineros acaba con el agotamiento del mineral. Después de agotar el mineral en menos de 50 años, viene el desmonte de la mina y el traslado del entable a otro sitio. Todo el tinglado construido alrededor de la mina hace lo mismo. La mudanza se da en todos los órdenes sociales, económicos y ambientales, ya no hay nada que hacer por el agotamiento del mineral. Los trabajadores mineros, los negocios mineros y todo aquello que se creó con la mina, pierde su función y también salen en desbandada. El pueblo quedará convertido en un cementerio de montañas, e irá camino a convertirse en un pueblo fantasma. En palabras del susodicho Márquez, “Jericó va a convertirse en una centralidad minera”. Son varios los espacios sujetos de explotación minera en nuestro municipio, ya lo dijo un geólogo contratista de la AGA, “Jericó no debió fundarse en este sitio”, en otras palabras, estamos en el lugar equivocado, según ellos. Todo este pretendido enclave minero va aparejado del cambio social y económico requerido para su funcionamiento, eso sí, se necesita de la aceptación de algunos que inicien con el cometido. A grandes rasgos, requieren de algunas personas lugareñas y foráneas que le apuesten a la minería por usufructo económico, son un porcentaje mínimo. Otros estamos en la otra orilla, no de la oposición a la minería como actividad necesaria para el bienestar del hombre, sino en contra de que arrasen nuestras montañas para satisfacer las necesidades lucrativas y codiciosas de una empresa extranjera y sus empleados, que reitero, son muy pocos. Los millones de dólares prometidos por la empresa minera a sus seguidores y con los cuales seducen al necesitado, les aseguro que muy poco quedará en la gente de a pie del mu-

nicipio. Cuando recojan el entable minero (si es que se da la pretendida explotación), no voltearán a mirar hacia atrás, no volverán a pisar tierras suroestanas y jamás reconocerán los daños ambientales causados por su gula minera. Esta encrucijada no solo afecta a la localidad, sino a Colombia y al resto del mundo, ya que las consecuencias se esparcirán por doquier. Si no hay minería, seguiremos contando con un medioambiente sano, mejor aún, los ojos seguirían puestos en la preservación y conservación de la biodiversidad, la educación continuaría con enfoque ambiental, la agroindustria se acoplaría a los nuevos requerimientos ambientales y el planeta encontraría un poco de esperanza. Creemos desde este lado, de los que abogamos por el NO a la explotación minera en Jericó y el Suroeste antioqueño, que la riqueza ambiental y ecológica de nuestro municipio es nuestra razón de ser y el aliciente para pensarnos en un municipio realmente verde que dé ejemplo al mundo entero. Jericó y el Suroeste no merecen la suerte que unos cuantos mineros extranjeros y dirigentes del país le están tramando. Debemos abrir los ojos y posicionar nuestros pensares y críticas contra esas formas de vida ajenas que nos quieren implantar. Debemos rechazar la injerencia y la compra de conciencias por un puñado de billetes. Nuestras montañas, fauna y flora, nuestra agua y nuestra tranquilidad no tienen precio porque es un patrimonio de todos y para todos. Recordar que no somos pobres, ni estamos en miseria alguna para entregar nuestro bien más preciado a una empresa sudafricana por comida y algunos lujos. Así mismo, proponemos una educación ambiental o de la naturaleza, que sea tan importante como las matemáticas, además, que las ciencias sociales conversen con las ciencias naturales. El humanismo debe estar en cada pensamiento escolar desde la filosofía y la historia. Debemos formar seres humanos alejados de individualismo modernos, críticos y ligados a formas de vida sencillas, en pro de comunidades concientes de futuros ajenos. Si eso es posible, de seguro el pensar en la naturaleza será agradable y se reproducirá desde la casa. Pensamos que no se debe invitar a acumular, sino más bien a vivir con el otro. No creemos que haya que acabar con las formas de vida austera, sino más bien reducir la vida de consumo de los ricos a nivel del consumo de los pobres. El 20% de la humanidad se consume el 80% de los recursos disponibles. Si el 80% de la humanidad consumiera la energía de ese 20%, necesitaríamos tres o cuatro planetas más para vivir. Debemos, y es nuestra obligación, conservar y preservar nuestro patrimonio natural, nuestro espacio y nuestra cultura. No podemos permitir que otros, por codicia, se lleven lo más valioso que tenemos en nuestro territorio, las montañas y sus afluentes.

Juan Gonzalo Marín

jgmarin1@gmail.com


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Juventud, ley y autonomía*

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dealizado el joven como principio y fin de la vida, como razón de ser de la sociedad misma, esta juventud que llamo déspota encara su existencia desde la omnipotencia imaginaria, sin referente alguno que lo trascienda, sin deuda ni gratitud frente a ningún otro, debiéndose sólo a sí mismo, desvinculado de cualquier reconocimiento al pasado y desentendido de todo compromiso con el futuro colectivo. Narciso fascinado, de sí mismo en el espejo de la mera instantaneidad, percibiéndose como el único por el que el mundo pudiera justificarse, carente de la conciencia de sus límites y de su mortalidad, entregado a la compulsión por el bienestar, el prestigio y la diversión, al igual que por el consumo y la ostentación, ese tipo de joven promovido por nuestra época, de un lado tiraniza por su condición de Absoluto y de otro, usufructúa la posición de víctima que le permite reclamar siempre al mundo una deuda para con él. “Víctima despótica”, cristalizado en la imagen de ser el Niño Maravilloso de su madre y de esa versión de ésta -para él- que es la sociedad, sin consideración alguna del otro, exigiendo derechos y exonerándose de deberes, nada querrá saber ni del diálogo ni del respeto. Pero no cabe duda que la tiránica omnipotencia de este tipo de joven habla también de un tipo de adulto forjado en nuestra época: aquel que al ser exponente de una permisividad incondicional, lo que delata es una posición culpable ante su propia vida y, en consecuencia, una actitud vergonzante frente a su papel de agente de la ley. Y esto último es así porque es evidente que si no se tiene motivos para guardar reconocimiento y orgullo por lo obrado en la historia propia, se está mal parado también para transmitir los valores y concepciones en que se fundó ésta y de ahí, por esa imposibilidad para asignar peso y significación al pasado propio, deriva la exaltación ingenua del cambio y la novedad como única posición válida ante la experiencia humana. A la perniciosa idea, otrora reinante, de “todo tiempo pasado fue mejor”, este adulto vencido de hoy responde “todo tiempo futuro será superior”. Adulto que tras su acrítica adscripción a la ideología del “progreso”, no hace otra cosa que enmascarar su lamentable impotencia para afirmar, reconocer y transmitir el valor de su propia aventura vital, su incapacidad para decirle a quienes apenas se abren a la vida, que si bien es cierto que la historia humana no termina con lo logrado por los adultos, también es cierto que ella no comienza con los jóvenes. En fin, tal joven para tal adulto y entre ambos delineando una ecuación precisa: Tiranía y despotismo de la juventud = Posición culpable y vergonzante de la adultez.

VI La claudicación de cierto tipo de adulto para agenciar y transmitir la ley (es decir, el orden que permite hacer de una vida una existencia), se encubre en una ideología del amor que lo toma como eximir al otro de toda forma de dificultad y sufrimiento. El amor entendido así es lo que postulan los padres cuando dicen respecto a su hijo, por ejemplo, “que sea feliz, que no sufra lo que yo sufrí”, “quiero darle lo que yo no tuve”, “quiero que en él se realicen mis sueños”, etc., expresiones, lo digo de paso, que señalan también el resorte narcisista que mueve esta paternidad. Pero esta forma de entender el amor como destinado sólo a deparar satisfacción inmediata -lo que lleva a devaluar al padre y a desautorizar al maestro, en tanto sostenedores de la ley, por lo que ésta tiene de límite al goce y, por ende, de generadora de malestar-, está fundamentada en una errónea teoría: la que sostiene que el no y la prohibición inhiben la libertad y frustran de manera traumática. Cabe, más bien, decir lo contrario: hay un esencial carácter positivo y formativo del no y de la prohibición, lo mismo que, de manera general, se puede afirmar que la ley no sólo no es lo contrario de la libertad, sino condición de ésta, pues aquélla no se reduce a la función negativa de imponer un límite, sino que también cumple la función positiva de definir un campo de posibilidades al brindar unas reglas para obrar, construir y comunicar, con lo cual se abre el hombre al espacio de esa genuina libertad que consiste en poder disentir crítica y creativamente de lo establecido y no hacerlo como mera rebelión. De otra parte, asumir la ley es reconocer que no se está solo, que hay un conjunto de humanos y que ella, en tanto instancia tercera trascendente a cada uno de los individuos, es la que sostiene la cohesión del conjunto. Y si hay un conjunto de seres sostenido por la ley, se infiere que ningún elemento de este conjunto es TODO. De aquí se puede avanzar afirmando que el propósito que debería guiar a todo acto educativo sería el de situar al individuo en esa condición de NO-TODO y esto frente al semejante, al tiempo, a la verdad, al goce, etc., es decir, que a diferencia del exitismo a ultranza que hoy hace moda, la educación debe no sólo enseñar a calibrar y a luchar por unos ideales, sino a hacer soportable y aceptable el fracaso, tal como lo decía Freud: “Una educación que no forme para el fracaso es como enviar a un viajero que va al Polo Norte con un mapa de los lagos italianos”.

*Juventud, ley y autonomía es un artículo de Carlos Mario González, profesor de la Universidad Nacional, miembro de la Fundación Cultural Entrelíneas y director de la Escuela de Pensamiento Crítico Maestros de la Sospecha. El escrito será publicado por entregas, ésta es la cuarta.


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¡Nos mordió el marrano!

í señores, ¡nos cayó la roya, la malanga y nos llevó el putas!, no el de Aguadas que hasta de pronto sería buena compañía un bravero que nos sacara del atolladero, nos llevó el otro, el que va con nosotros al chamuscadero eterno. Tal y como lo oyen: teníamos todas las de ganar, siempre las hemos tenido y siempre hemos perdido. Qué destino tan cruel le tocó a este país, ¿qué hemos hecho para merecer este castigo que no puede ser de Dios, sino del maldingo? ¿O será que no hemos hecho nada distinto de ponernos la soga al cuello pa’ que otro nos vea colgando? Puede ser, puede ser... Vean pues: aquí andábamos todos en pelotas desde que el mundo era chiquito, sí, ustedes y yo, sin nada puesto porque no había nada que ocultar, igualito de inocentes que los pájaros y de contentos como una parejita de nutrias haciendo el amor en un charco de agua limpia; sí, éramos limpios, transparentes como el agua, todos, ustedes y yo porque seguimos siendo los mismos de hace mil o cinco mil años, los mismos hijos de Dios. Ya no hay nutrias, ya no hay nutrias... Y lo único que teníamos propio eran los dientes para reír y morder el alimento y el amor, lo demás no tenía dueño, Don Dueño llegó después reclamando lo que no habíamos robado, dijo que toda esta tierra era de un tal rey puesto aquí y en todo lo que viéramos, porque un ser triple que unos ignorantes habían colgado, no con soga sino en una cruz, pero que no murió sino que nos sigue vigilando y esperando que hagamos las cosas como él quiere que sean, sin venganzas ni rencores, de lo contrario el alma no se iba al mismo espacio de los espíritus de los árboles y las montañas, sino a una caldera peor que el fuego con que cocinábamos el barro de las ollas, así lo quería y así sería por amaño de ese ser invisible, papá de todos nosotros. Sin venganzas ni rencores, ni rencores... Nos avergonzaron y nosotros nos avergonzamos, doblamos la cabeza, éramos culpables y obedecimos. Y obedecimos, obedecimos... Y seguimos obedeciendo. Mas en algún lugarcito pequeñito quedó guardado el recuerdo de la felicidad de las nutrias y la libertad de los pájaros, y a veces el recuerdo se crece y le da alas al viento, la mirada se levanta, las rodillas se enderezan y con la cabeza erguida una lágrima pide a Dios valor, valor para respirar no el humo de chimeneas ni de fusiles, para oler no la podredumbre de alimentos abandonados ni ríos contaminados, para ver no colmenas de humanos idiotizados ni plantaciones eternas del mismo árbol, para no sentirme desnudo cuando me ahogo con mil trajes tejidos con plásticos, valor para hablar no lo que todos saben sino para preguntar, valor

para caminar hacia otra meta, no de donde todos vienen cansados llenos de cosas y el alma vacía, sino hacia ti Dios. Vacía el alma, vacía el alma... Y no eres el Dios triple y humillado, incomprensible y manipulado. Eres el mismo que jugaba con el jaguar, que acompañaba el cóndor y alimentaba el maíz, eres el hermano del sol o el padre del sol, o el mismo sol, qué más da. Estuviste en la cruz, y estás en el sufrimiento de los niños asesinados por buscarte en un reclamo de alimento, trabajo y educación. Eres el padre, la madre, el hermano, el peregrino y el enloquecido de codicia y violencia. Asesinados por buscarte, por buscarte... Me diste razón no para enceguecerme, me diste pies para caminar y manos para recoger y para dar. No me diste el cálculo para montarme sobre tus hijos, sino para compartir. Tus montañas, valles y océanos nos diste para habitarlos, no para destruirlos; te hiciste agua para disfrutar la sed nuestra y la sed de la montaña, del río y el árbol, y te hiciste aire para que vuelen nuestros sueños, no para que vuelen misiles ni gases lacrímogenos contra tus sueños juveniles de justicia y solidaridad. Tus sueños juveniles de justicia y solidaridad, solidaridad... Me diste conciencia para no exagerar, para ser justo, no para pisotearte. Nos diste todo en abundancia para no ser avaros y dejar a otros sin nada. Eres la humildad, la sencillez, el calor, la luz; nos diste la voz para cantar, para amar, para preguntar y tratar de responder, no para insultar ni maldecir ni engañar; nos diste las lágrimas y la risa para recordarnos que no estamos solos, que no somos únicos, que como todo estamos de paso no para enlodar sino para embellecer y hacernos hermosos como lo es una flor o cualquier hoja de un árbol, no como la foto de una revista que cubre la tristeza con maquillaje, la angustia y el miedo con silicona y esteroides, los años perdidos con tinturas relucientes. Como una flor, como una flor... Siempre has estado y estarás aquí, siempre estaremos así sea en tu memoria querido Dios cuando hayamos abandonado por completo el recuerdo pequeñito de la felicidad y no nos atrevamos más a levantar la mirada ni hacer preguntas, cuando el humo de las chimeneas y de los fusiles nos ahoguen, nos aplaste el peso de las ropas y alimentos de plástico, cuando te olvidemos a ti y no te veamos en el hermano, en el peregrino, en el sueño del joven baleado por el policía robotizado, por el iracundo y por el desalmado; cuando la soledad sea total porque crea que el único dios soy yo. Entonces, sí, nos dimos el destino de perder cuando teníamos todas las de ganar. Hemos perdido porque queremos, porque queremos...

El primario


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Sopor y zalemas

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ntre las muchas ventajas que ha traído este boom de la pandemia, pues está eso de que se puede trabajar desde casa, lo que por fortuna posibilita que la casa sea cualquier casa, y ojalá esto no llegue a oídos de esos dictadores contemporáneos que deciden nuestros modos de vida y les dé por decir que la casa es una sola e intransferible, en fin. Al igual que otros coterráneos he podido trabajar desde mi casa, lo que además me ha permitido volver a integrarme un poco en la cotidianidad del pueblo y en su agenda cultural, advertir los movimientos, los afanes de la cultura y los agenciamientos de los sujetos que se esmeran en mantenerla estancada pero estable. Mensualmente me llega la invitación del director del periódico para enviar mi aporte voluntario, casi siempre lo tengo, la escritura suele estar goteando de mis dedos y fluye con facilidad, pero en otras ocasiones es todo un parto, esta es una de esas, me siento ante el ordenador con un pocillo de café cultivado, tostado, molido y empacado en Jericó, y espero a que el negro elixir haga su efecto; no implica esto que esta escritura sea el resultado de una alteración de mi estado de conciencia, aclaro que ya estaba alterada desde antes. Después de eliminar varios encabezados, me decido por dos hechos culturales que me llamaron la atención de mi último contacto con la escena cultural de “El pueblo más culto del mundo”. En la inauguración del primer encuentro de gestores culturales estuve invitado a cantar en un espacio diseñado para hacer música ambiental, como esa que acompaña un almuerzo en un restaurante de carretera. Mi intervención fue irrelevante, movido más por una suerte de colaboración con la organización del evento, que por una motivación artística; el lugar no me resulta amigable para mi concepción del cantar, pero lo que si me pareció grato fue la intervención del grupo La Merienda Social Club. Había escuchado de ellos, pero no los había visto en escena, de mi total agrado su propuesta, muy honesta, se siente su búsqueda, podría decirse que están encontrando un sonido, se les nota cierto aire de independencia y ojalá lo conserven, informales y sencillos, hasta me saludaron cuando terminé mi corta e insustancial intervención. El trabajo de estos muchachos refresca la idea de una música local, los invito a incurrir más en la creación, ya lo están haciendo, pero deben arriesgarse más, son muy talentosos y podrían volverse si no se distraen, en un proyecto que les permita dejar un legado sonoro de país a esta comarca tan sorda. El otro acontecimiento que llamó mi atención fue el lanzamiento de una serie de breves videos sobre algunos personajes del pueblo, llamado “Maestros de las Artes y los Oficios”, una producción local realizada por Jorge Luis Montoya y Nelson Restrepo, me llamó la atención la propuesta y fui a la premier que se realizó en el teatro Santamaría. Fueron más las expectativas creadas en el tráiler que el contenido de los videos, cuando por fin parece que la historia toma forma, se acaba. Es una pena que, teniendo unos personajes tan ricos en matices, con unas experiencias vitales tan ricas en magia y asombro, por mencionar algo, la historia de los videos se quede corta, no hay unidad, no hay guión, no hay narrativa.

Por un momento pensé en cuál es la intención de los realizadores y se me vino a la mente una película de 1978 dirigida por Carlos Mayolo y Luis Ospina, llamada Agarrando Pueblo, un falso documental que aborda el tema de la pornomiseria. Gira en torno a un grupo de cineastas contratados por un canal de televisión alemán para producir una película que trata el tema la miseria latinoamericana, en la producción local no se ocupan tanto de la miseria, aunque el tratamiento de las imágenes si pone de manifiesto los lugares que habitan los protagonistas, como el caso de Quico Juan o el Reicito, llama la atención el tratamiento insípido de los personajes reducidos al cuestionario carente de profundidad y de investigación sociológica por parte del indagador que en ocasiones incluso se atreve a aparecer con su voz en off, haciendo juicios estéticos, una actitud insoslayable que se acerca a eso de mercantilizar la pobreza. Hay cierto conservadurismo en la forma en que los personajes son expuestos, una timidez estética que se salva por defecto en la honestidad del espacio que habitan, que termina siendo un acierto fotográfico de la serie, la música por su parte no es más que un “sonotipo” que intenta enmarcar el paisaje una vez más en el arquetipo de los aires neogranadinos que no alcanzaron a definir la identidad colombiana ni cuando un bambuco o un pasillo eran importantes para los músicos y los cultores del arte, menos ahora que otros ruidos urbanos acaecen y nos definen, un poco de investigación del paisaje sonoro que nos habita nos habría regalado una buena banda sonora, un leitmotiv más cercano a la esquina de “mechas” o a esas burrotecas que ululan de nuevo por las calles del pueblo como en los viejos tiempos de Toyotas cuatro puertas y antifaces Ray-ban. Yo no creo en el disparate de que las criticas tienen que ser constructivas, ese discurso, sospecho, es el que nos ha alejado en Colombia de una teoría de la crítica, somos muy débiles para enfrentar apreciaciones estéticas a favor o en contra de los resultados o productos finales, que algunos llaman obras;nb si desperté un incordio con mi apreciación y ojalá así allá sido, dejo un par de sugerencias al lector curioso: El cine y la Música de Theodor Adorno y Hanns Eisler, El Lenguaje del Cine de Marcel Martin, con términos claros y cercanos al neófito en estas cuestiones. Y El Guión de Anne Huet, para seguir el debate entre lo moderno y lo clásico. Elijo quedarme con la idea de que esta buena propuesta no sea un producto terminado en estos cortos, yo creo que pueden dar más y no limitarse a ofrecer el material grabado como justificación, espero que sea el comienzo de un trabajo colectivo producto de la investigación, de la construcción de unas narrativas que nos recuerden quienes somos, pero que también den luces de cómo se están construyendo las nuevas formas de ser, de sentir y de coexistir en esta tierra tan propia y tan ajena.

Carlos Andrés Restrepo Espinosa

carloscantante@gmail.com


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Smartphone es mi pastor: nada me falta

Internet

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oy yo y las páginas que sigo en las redes sociales. Tengo un perfil virtual, un doble virtual que sigue a muchos, que muchos siguen y dan likes pero que pocos conocen en lo real.

Acepto que muchas necesidades básicas se han reducido a ser solucionadas por medio del Smartphone; puedo pagar las facturas, agendar citas médicas, pedir domicilios de un centenar de cosas, romantizar, hacer dinero, contactar personas de muchos países, rezar, pecar, ser infiel, escuchar a Karol G, jugar al “Parchis”, etc. ¡Nada me falta, nada me falta! Mi Smartphone sabe cuántas cuotas llevo atrasadas en el banco, qué médicos he consultado para mis fallas renales, cuantas pruebas de Covid 19 me han hecho, las tiendas, las farmacias, los restaurantes que me llevan pedidos hasta la puerta del apartamento, los mensajes de amor que le escribo a mi esposo, los desnudos que le envío, el nombre de mi amante, mis tapa bocas favoritos, el nombre de mi tía en Barcelona, cuando leo el Eclesiastés, cuando veo pornografía, a Bad Bunny, a Phill Collins y los tutoriales de cocina italiana. Lo sabe todo porque todo en mí ahora es virtual. Es un Omnisciente virtual. Incluso escucha lo que comento para después enviarme ofertas, promociones, notificaciones según lo que alcanzó a codificar a ver si compro, a ver si consumo. Acepto mi dependencia un tanto adictiva al Smartphone, no me puedo separar de él y remarco mi devoción un tanto obscena para que a donde vaya, encuentre una red WiFi abierta y rápida, porque no me alcanza para comprar un plan de datos móviles. No puedo estar fuera la red.

Mi doble virtual no requiere Fe, tiene a Facebook. No busca la Iglesia, tiene a Instagram. No hace falta la paloma de la paz, tiene el monarca nuquinegro de Twitter. Siento que sólo soy cuando abro sesión en las redes en donde tengo enemigos, en donde tengo amigos. No soy libre, saben lo que hago; todo se facilita, me idiotizan, me idiotizo, maquinan cosas, me direccionan a su antojo y con una vacuidad imprecisa me entretienen. No siento el tedio, no padezco, el Smartphone lo aliviana todo (Youtube, Netflix) 24/7... es lo que es. Quizás el Apocalipsis está abriendo su momento. Estoy entretenida, dispersa. Me quitaron la literatura, el ajedrez, el atletismo, a Mozart y a Dios. Mi ritmo cardíaco marca esto: trabajo - casa - redes sociales - dormir. No sé lo que pasa... ni si quiera sospecho que pasa algo. En mis sueños soy una extranjera abandonada. Desde hace tres días no hay WiFi en el pueblo. ¡Todo me falta, todo me falta! No tengo comida, tengo un ataque de ansiedad, no puedo contactar a nadie para pedir ayuda (una vez, por descuido comenté en Facebook: “Me voy a suicidar” y nadie, absolutamente nadie hizo un comentario o asistió a mi casa por si acaso) aunque quizá sea en vano. Mi esposo está en la ciudad. Tengo Covid 19, me bloquearon las tarjetas de crédito, brevemente siento que voy a morir y que no fui yo, que fui mi doble virtual y las páginas que se siguieron en las redes sociales. No puedo estar más sin Smartphone, sin mi pastor. ¡Ayuda, auxilio, socorro, activen de nuevo el WiFi, por favor!

Robledo Fernández

truckstrace8991@gmail.com


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