Un Viaje Duro AL Cielo en la Tierra
Milijana Railic
E
ra miércoles por la mañana, el guía nos reunía para
después de todo, tenía confianza en el conductor, que
subirnos al autobús. Cuando me subía al autobús,
probablemente ya había hecho este recorrido tantas veces que
temblaba de los nervios y por la emoción de ver la hermosa
podría hacerlo con los ojos cerrados. Daba miedo mirar a la
obra hecha por el hombre y por la naturaleza. He oído cosas
derecha de la ventanilla y ni siquiera se podía ver el camino
extraordinarias sobre estas ruinas, y finalmente era la
por el que nos conducía, sólo los bordes de los acantilados y el
oportunidad de verlas con mis propios ojos. La mañana era
río que estaba a unos 1.000 metros debajo de nosotros. Sólo las
hermosa. La luz brillante del sol se asomaba por el cielo azul
montañas y el cielo nos rodeaban, no sabíamos lo que nos
separado entre las nubes blancas.
esperaba al siguiente” .
De inmediato corrí a sentarme en la parte trasera del
De repente el autobús comenzó a hacer algunos ruidos
autobús cerca de la ventanilla para disfrutar de la maravillosa
y pude escuchar que se estaba averiando. El autobús se detuvo
vista del valle del Urubamba. Mientras viajábamos en el
y comenzó a rodar hacia atrás. Podía ver los últimos segundos
autobús, que no parecía tener aire acondicionado, podía sentir
de mi vida pasar ante mis ojos. Lo único en que pensaba era
el sudor que goteaba por mi piel. Para empeorar las cosas, el
cómo había llegado hasta el otro lado del mundo para ver esta
viaje en el autobús era incómodo y las carreteras estaban llenas
hermosa creación y ahora iba a morir antes de verla.
de baches. La carretera de la montaña, que no estaba pavimentada, era muy inestable y me hacia temblar mientras miraba el paisaje impresionante, pero la vista era también atroz. La carretera era tan estrecha y angosta que sólo había espacio para un vehículo, por lo tanto el viaje era más preocupante que gratificante. Pero sabía que valdría la pena; p.18 - 3/2012 - Perspectivas Hispánicas
Este camino hacia la muerte duró unos cinco minutos, pero se sintió como una hora. Escuchaba a la mujer, que se sentó a mi lado, llorando y rezando. Pensé en decirle que se callara, porque escuchar a ella empeoraba las cosas. Al mismo tiempo me sentí mal por todos los que estaban allí, pero yo no