SOL NW Febrero 2015

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Editorial Sobre la resiliencia tengo mucho que decir, pues ha sido eso que siempre me suena en la cabeza desde pequeña. Quizás yo no sabía que era eso y le llamaba de otra forma, pero sin duda a lo largo de mi vida he buscado a través de diversas maneras cómo sobreponerme a esas situaciones que nos tiran y de las que pensamos que no nos podremos levantar.   Creo que para empezar, les debo platicar qué es la “resiliencia” en términos generales. Es la capacidad que tenemos los seres humanos para sobreponernos a períodos de dolor emocional y situaciones adversas. Luego, entonces, para tener esa capacidad quizás lo primero que tenemos que hacer es conocernos a nosotros mismos. Saber pronosticar nuestras reacciones ante determinada situación, conocer claramente nuestros valores y maneras de pensar, aceptar nuestras virtudes y sobre todo nuestros defectos. En lo particular desde hace unos años me he dedicado a la introspección; he hecho de todo. He tomado nota en un diario de las experiencias claves del día, las buenas y las malas. Me he llegado a grabar llorando o estando muy contenta por el amor, el trabajo, la familia, los amigos, de todo. He buscado alternativas terapéuticas que me ayuden con los duelos, desde hacer cartas para uno mismo hasta ejercicios de yoga y cosas así. Me he visto por las mañanas haciendo pactos conmigo misma o con el universo, agradeciendo oportunidades de crecer aunque sean dolorosas. En fin, todo esto para conocer qué me pone de buenas, qué encuentro desesperante o repugnante y crear mis propios remedios para la felicidad.   Les cuento algunos que me encantan. Los baños de sol por ejemplo son divinos para cuando estamos tristes (y ese es un dato científico), frutas como la naranja o la ciruela también liberan las hormonas de la felicidad. Hago ejercicio cada vez que me empiezo a estresar, escucho música (las llamadas “power songs” cuando estoy que no me calienta ni el sol y la verdad es que poco a poco va saliendo una sonrisita de mi rostro). Ver Friends por ejemplo, es otra cosa que me puede poner con una actitud de buenas, o buscar en Youtube pedacitos de Los Simpsons que ya sé me sacarán carcajadas es otra de mis soluciones. En realidad es cosa de buscar la manera de permanecer consciente de varios temas: no todo está bajo nuestro control, nuestra felicidad depende de nosotros mismos y de nadie más, no permitir que nuestro ego crezca en desmedida y esto ya es más de mi cosecha, pero siempre he pensado que las cosas pasan por algo. Mi papá dice que todo tiene solución menos la muerte, mi madre dice que nunca estamos solos y nada de malo tiene pedir ayuda cuando la necesitemos.   SOL esta vez toca la resiliencia como eje central desde distintas formas; espero nos disfruten y nos cuenten cómo es que ustedes se reponen de las piedras que surgen en el camino.   Un afectuoso abrazo y si además de la cuesta de enero están pasando por otro tipo de adversidad, ánimo, como comunidad acá estamos y ustedes nos importan, ustedes son la razón de nuestro proyecto.

Rocío Arias Puga

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CONTENIDOS

S.O.L. NW 6→Gustavo cordera, de rockstar a sencillito y carismático 8→líneas en la oscuridad 14→Contra todo y a pesar de todo 16→ futuro brillante 18→Mulli de olla, hijo de españoles y mesoamericanos 20→ Unos lo tienen largo. es el bigote. Comparencia de estilo

Febrero 2015 Alejandro Vidales Editor en Jefe Rocío Arias Puga Production & Design Editor Silvana S. Martín Associate & Social Media Editor Leonardo Cea Editor de medios Alejandra G. Flores Digital Media Designer Esteban Hernández Special Projects Editor Denis Porzier Ad Operations Director

Portada por Alejandra C. Flores

Renuncias y Limitaciones de Responsabilidad El contenido de SOL NW Magazine, incluyendo la información, nombres, imágenes, fotos, logotipos e iconos relacionados o relativos a SOL NW Magzine o productos y servicios de Trescape Consulting (o productos y servicios de terceros), se proporciona “TAL CUAL” y en “DISPONIBILIDAD” sin ninguna representación o cualquier tipo de garantía (ya sea expresa o implícita por ley) en la medida permitida por la ley, incluyendo las garantías implícitas de calidad satisfactoria, dirigida con ningun propósito en particular, no infracción incumplimiento de la normativa compatibilidad, o seguridad y precisión.

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Gustavo Cordera,

de rockstar

a sencillito

y carismático

por Rocío Arias Puga

“Hoy la revolución es abrazar a un árbol, acercarse a una persona y decirle que la querés, respirar aire, surfear, manejar la dimensión del cuerpo. Buscar la paz, un lugar donde uno pueda existir.Porque si estás siempre enojado, siempre peleándote y siempre puteando, sos sólo una reacción; nunca estás vos adentro tuyo”. Gustavo Cordera

Gustavo es un hombre de trayectoria larga. Nació en Argentina en el 61 y es conocido por haber sido fundador y cantante del grupo llamado Bersuit Vergarabat. Desde 1988 hasta 2009 acompañó ese proyecto en el que era el principal compositor. Pero regresemos en el tiempo un poco y ya les cuento de La Bersuit… Militaba en la Franja Morada que, para los que no sepan, es un grupo político universitario argentino que ideológicamente se toma

como progresista y socialdemócrata. Esto nos dice que Gustavo fue una persona con consciencia social desde joven. De clase media, inició varias carreras como Agronomía, Química e Ingeniería hasta decidirse por Comunicación Social. Hasta ahí, la música no aparecía en su vida. Luego hizo un viaje a Brasil —primero Porto Alegre, luego Bahía— y ahí fue donde dice que se le metió la música hasta en la sopa. 6


En 1987, cuando acababa la carrera, decidió ser un rockstar. Abandonó sus estudios, vendió su negocio personal (una agencia de venta de autos), anduvo a rapa e inició su vida independiente. En el 88 entró a un grupo llamado La Casa de las Artes de la Vieja Avellaneda, y un año más tarde (el mismo grupo, ya mejor constituido) se convirtió en Bersuit Vergarabat o La Bersuit. Esta banda de rock latino se caracterizó por contener en sus letras mensajes críticos hacia los políticos argentinos y contra el menemismo. Nada mal para un inicio, ¿no? Las posturas de los artistas son herramientas valiosas para la formación del criterio popular y La Bersuit se acabó consolidando como una de las principales bandas de rock de Latinoamérica.

Me parece un sobreviviente de sí mismo, alguien que se rebasa y se propone seguir rebasando; que además, busca rescatar un tipo de amor tan básico que quizás muchos hemos olvidado: el amor a la vida. Tan simple como la paz, como la sonrisa y como la naturaleza humana. Quise platicarles de Gustavo Cordera porque me parece un ejemplo de lo que podría ser la evolución de la humanidad (la evolución que me gustaría que sucediese) explicada en un ser humano. Gustavo, por lo que investigué, se dedicó a lo que le apasionaba y lo externó a todos. Luego vivió una vida que quiso probar llena de éxito, placeres, elogios, premios y felicidades, hasta caer en excesos y ser un elemento más del sistema que en su momento criticaba. Algo le sucedió que se puso a reflexionar y se dio cuenta que él, Gustavo, es un ser humano más en el mundo, que más allá de vivir en pugna y queja está el ser propio. El espíritu también se cuida y se nutre, exigimos el bien desde otra trinchera donde basta ponernos de ejemplo. Quizás ponemos una semillita que más tarde florecerá y dará frutos, el esfuerzo es distinto y es igual de grande. Nunca me pongo tan reflexiva en lo que les cuento porque, bueno, me gusta abrir puertas de manera distinta. Esta vez me nació así… a lo que voy es que me parece importante construir una personalidad y espíritu propios para después generar energías tan positivas que estoy segura que un día cambiarán el mundo. Suena sencillo, pero luego nuestros propios demonios son los más fuertes e hirientes.

En 2009 se inició como solista. La Caravana Mágica fue el nombre de su nuevo y actual proyecto donde fusiona ritmos de cumbia, techno y rock, además de que sus letras son distintas a las de La Bersuit; son más personales. La Caravana Mágica está integrada por músicos más jóvenes y por mujeres (algunos uruguayos). Gustavo afirma haber cambiado su manera de ver la revolución. Ahora sus ejes son distintos a la protesta, una cosa tan básica como que la tierra va con nuestros pies y nos mantiene abajo, el universo gigante nos mira desde arriba y los hermanos, que somos todos, compartimos este planeta y merecemos el mismo valor. Vamos, algo mucho más espiritual, pero que no le quita lo revolucionario.

Seamos como Gustavo, congruentes, agradecidos, compulsivos si quieren, pero humanos. Al grado de llegar a estar conscientes de que la vida siempre debe valorarse por todas las alegrías y emociones que nos puede traer, no por situaciones materiales y de poder. Les dejo un pedacito de una canción:

“Alguna vez habré subestimado a la gente pensando que no era mi familia, pero lo es. Será una familia

más etérea, pero es una familia gregaria: conectamos desde algún lugar familiar”.

Sin haber dejado el rock como género principal de su música, La Caravana Mágica retoma la música de raíz, los ritmos populares y, sobre todo, hace una introspección humana que, así como en su momento un grupo musical que opina fuertemente de política, hace que cualquier humano que vive en cualquier otro lugar de este planeta se conecte con él. El desarrollo musical y la evolución de pensamiento que ha tenido Gustavo, desde mi punto de vista, es asombrosa en la medida en que, al parecer, ha encaminado su furia, coraje y valentía por otras vías que acaban en la empatía universal o una comunión total con los demás y con el entorno.

Y quien convence al corazón, que ya es tiempo de olvidar quien se atreve a sentir, quien se atreve a ll orar si la patrulla del tiempo, te detiene en el pasado cada vez que alguien te nombra, yo te siento a mi lado. Fragmento de Huguito, Gustavo Cordera

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LĂ­neas en la

oscuridad por Esteban HernĂĄndez

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Lo primero que me preguntó ya que estábamos sentados en mi pobre sala fue si yo era Pedro, no Joe, sino Pedro. Las palabras resonaron en mi cabeza adormilada, como una alerta que ignoré por falta de práctica. Le dije que sí, “aunque la gente me llama Joe, the Joe who’s Black, a veces simplemente cartero viejo”. Me dijo que estaba bien. Me sonrió con mucha satisfacción. Su vista pasó a mi pecho, como si esperara ver una insignia como la de Superman materializarse por arte de magia ante la revelación de mi identidad secreta. Me reí involuntariamente porque fue por ese gesto suyo que entendí todo lo que estaba pasando y momentáneamente aquella visita me pareció algo fuera de tiempo.

siguiente pregunta: “¿Y qué me cuentas de tus años en el Upper East Side? ¿Por qué te fuiste hacia 1990?”. Fue directo, al grano. Decidí disuadirlo, romperle el corazón de una buena vez. “No tengo el tatuaje, amigo. No tengo ningún tatuaje, de verdad. Nada”. Se hizo un silencio entre los dos, pero él, en lugar de desilusionarse, lucía preparado para esto. Me preguntó entonces, hablando de otra manera: “¿Y qué te hace pensar que yo vine buscando un tatuaje?”. Me puse a reír. Le señalé que su mochila estaba plagada de marcas, que el tiempo se evidencia, y por primera vez le pregunté yo a él: “¿Cómo me encontraste y desde dónde vienes buscándome?”. Como respuesta sacó un billete de 100 dólares y lo puso sobre la mesa. Entonces vi su mano con calma, una mano sucia, herida, remendada. Lo vi arrepentirse un poco, pero lo disimuló bien. Los dos estábamos igualmente necesitados, eso estaba clarísimo. ¿Cuánto tiempo llevaría deambulando desde Manhattan, a lo mejor desde Pensilvania, Boston, Issaquah, desde dónde me habría dado caza? Dejé el billete allí sentado entre los dos, sin atreverme a tocarlo. “¿Qué quieres a cambio de ese dinero, niño?” “Quiero una historia”. ¿No dije que era periodista y que venía a investigar el vecindario? En este caso vengo a investigar la vida y obra de un viejo cartero que decidió cambiar de dirección al menos unas 10 veces en menos de 30 años. ¿De qué estabas corriendo? ¿A quién le tenías tanto miedo? ¿Al arte? ¿Por qué mentiste sobre tu nombre a todo el mundo por más de dos años? ¿Y tus amigos? Dame esa historia y tendrás derecho a reclamar el dinero”. Así nos quedamos un rato, mirando el dinero, ensimismados, como esperando a que se reprodujera aquel billete maltrecho, como esperando a que llegaran mejores tiempos o prosperidad, yo no sé.

Preparé un té negro con lo último que me quedaba en la lata. Le comenté casualmente, para darle un poco de reconocimiento a sus esfuerzos de investigador, que hacía más de 20 años que nadie me llamaba Pedro, porque pensé que iba a ser más sencillo ser Joe. Mi padre era Joe, allá por los años 70. Me interrumpió para decirme que estaba bien, que todos teníamos nuestro pasado. “Qué curioso que lo sepas tú —lo interrumpí a él—, cuando no lo sabe nadie de mi barrio. Esta casa es de mi hija, ella paga las cuentas, yo mantengo el lugar caliente y disponible para cuando sea que alguien necesite pasar una noche en Brooklyn. Soy algo así como un portero y a la vez como una preocupación. ¿No somos todos un poquito de ambas cosas en esta vida? Abriendo y cerrando puertas, preocupando y preocupando. Mi familia se mudó a Pensilvania hace casi dos décadas. Es una casualidad bien grande que me hallaras aquí”.   Se hizo un silencio incómodo durante el cual temí que mi entrevistador tratara de quitarme el suéter para verificar de una vez por todas si es que tenía tatuado en el pecho el santo grial, la pieza faltante del rompecabezas de Jean Michelle Basquiat. Él no era un periodista, claro. Por lo que se veía, aquel veinteañero no iba a entrevistar a nadie más que a mí en su supuesto artículo de Brownsville. Y yo que pensaba que a estas alturas de mi vida ya sería un asunto olvidado. Ay, Michelle. Nos serví dos tazas de té y nos sentamos a mirarnos las caras con calma, como si tuviéramos el resto de nuestras vidas para conversar. Esa sensación de estar siendo retratado, ¿hace cuánto que no la sentía? “Aquí no se toma café —le dije— por causas de fuerza mayor. Mi mujer tenía problemas con el café, mi hija se enfermó del estómago por abusar del café en la universidad”. Por fin, tras una espera considerable, me soltó la

Comencé a hablar, y una parte de mi memoria que estaba oxidándose por el desuso rechinó y me causó dolor de cabeza. El mundo lo conoce por su apellido paterno y por su desgracia. Un genio, dicen, una víctima de la fama, uno de tantos que perecieron antes de que el siglo viejo terminara de entenderlos. No sé qué decir al respecto. Para mí él fue una especie de hijo adoptivo por un tiempo. Tenía a mi esposa Karla y a dos hijas; trabajábamos de cualquier cosa que nos permitiera darles a las niñas educación. Un día, hacia el despunte del alba, Michelle empezó a rayar mi pared con una de sus frases y terminó firmando mi puerta con sus trazos característicos, con su “Marca Registrada”. En esos tiempos nadie lo conocía. Abrí la puerta y lo encontré sentado junto a su obra. Me gustó lo que estaba escrito allí. Él se levantó 9


para irse, sin disculparse o más bien, sin inculparse; pero yo le pedí que me contara un par de cosas, se lo pedí por favor. Al parecer estaba acostumbrado a que lo confrontaran, porque su ceño se endureció, pero mis preguntas lo tomaron por sorpresa. A lo mejor porque en ese momento solté el inglés y le hablé en español, en el genuino español de la Isla del Encanto. ¿Cómo te llamas? ¿De qué parte de la isla me vienes a visitar, hijito? ¿Andas solo por estos rumbos? Su acento era igual que el mío, y por un rato se nos olvidó todo el asunto de la pared pintada. Él me contestó mis preguntas con más preguntas, de modo que no supe en nuestro primer roce ni su nombre ni su procedencia ni sus intenciones. Pero yo también fui joven y conozco a un niño espantado cuando lo veo parado en la soledad. Así que me puse a hablarle de mi vida, del tiempo que pasaba pensando en la isla todos los días y de las ganas que me daban de regresarme así, al momento, sin otra palabra y sin adiós ni buenas noches. Le hablé de

mi madre y para mi sorpresa, entonces él también habló, largo y tendido de su propia mamá. Me contó unas historias atiborradas con detalles, la quería mucho. Le dije que era bueno saludar a un hermano, y noté que su cara se ensombrecía a la mención de que estuviéramos conectados por alguna línea remota. Entonces le hablé de mi abuela. Inconscientemente empecé a hablar otra vez en inglés porque mi abuela siempre me hacía traducir para ella. En este mundo, nada más los tontos se quedan sin familia, sin amor, solo los burros buscan quedarse sin cariño y las más de las veces es porque ignoran algo; es importante recordarles que el mundo no gira por ellos, sino por todos nosotros y a pesar de todo los demás. Le conté que era importante que nos ayudáramos. Negro soy y tú sabes que ya somos amigos. Michelle se iba a ir aprovechando que las ideas se me estaban escapando, pero casi a la fuerza lo obligué a pasar a mi casa a desayunar.

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Llegados a este punto, donde me perdí adentro de mis recuerdos y me quedé callado a media frase, mi amigo periodista-artista me habló un poco del tiempo que llevaba buscándome, del invierno, de sus lugares de estancia, de su desesperación, de cómo él entendía mejor que nadie la obra tal y la otra pintura tal; cómo para él tenía sentido el grafiti que sale en cierto libro de pintura y me dijo que, a estas alturas de la vida, una pintura nueva, un trazo desconocido bien valdría una casa, tentándome. O dos, dos casas. Una obra desconocida, unas líneas sin valor estimable. Pero yo le dije que no antes de que siguiera. Lo lamentaba mucho y era verdad, pero no. Me pidió ver mi pecho descubierto. Me acercó una mano curiosa. Me negué y para marcar distancias tuve que sacar mi pistola y la planté bien firme sobre el billete, en la mesa. “¿Sabes quién era mi vecina el año pasado? La mamá de Tyson. Mike Tyson. Pero eso ya lo debes saber. Lo que quizá no sepas es que Tyson y yo somos buenos amigos. Boxeadores ambos. Él mucho más que yo, claro. Temperamentales, en eso estamos parejos, niño. Conmigo no se puede negociar una negativa”. El muchacho se puso blanco. Me di cuenta de que había puesto mi cara de perro de pelea. Me paré, respiré hondo y fui rumbo a la cocina. Es que no se podía. De verdad. Traje una foto que tenía con Michelle. Se la puse en la mano y su expresión asustada se transformó en curiosidad. La volteo y miró que

al reverso estaba firmada por él. Le dije que esa foto al menos, era algo que nadie había publicado, genuina, de la época en que Michelle era pobre y pasaba noches enteras caminando, pensando en su arte y en conseguir algo de comer, buscando algún amigo como en ese entonces era yo. “Te otorgo derecho de hacer con ella lo que quieras a condición de que no digas cómo la conseguiste”. Se metió la mano a la chamarra y buscó su cartera, pero lo detuve. Le di las gracias y lo acompañé hasta la avenida Saragota para que se subiera al tren. Le aconsejé que cuidara sus cosas y que procurara no buscar a muchos viejos amigos de Basquiat o se iba a arriesgar a perder algo verdaderamente valioso. Yo hablaba de su tiempo, pero no sé qué pensaría él. Se sorprendió un poco al oír que mencionaba el apellido porque no lo había usado en toda nuestra conversación. Le dije que para mí siempre fue Michelle. Que era una historia muy larga. Le desee suerte y nos dimos la mano.   Al regresar a casa me arrepentí de no aceptar el billete, me lo imaginé pagando su boleto, viajando, decepcionado. Pero me recordé a mí mismo que esto era y esto es parte de vivir. Me puse las dos manos encima del corazón. Michelle me regaló aquel dibujo como gratitud por acompañarlo. Yo temía que lo fuera a perder. Cerré los ojos y volví sobre mis pasos. 11


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Contra todo y

a pesar de todo por Silvana Martín

“A veces no ganar un concurso puede ser el mejor de los premios”. Jeremías Gamboa, Contarlo todo

“Resiliencia” es un término utilizado en psicología para referirse a la capacidad que tenemos los humanos para enfrentar situaciones límite con flexibilidad y sobreponernos a ellas. Es, en otras palabras, la superación de la adversidad. Contarlo todo es resiliencia hecha literatura, una novela sumamente extensa, pero de lectura ágil y

Voy a empezar por confesarles que, más allá del gran Mario Vargas Llosa, es poco (y nada) lo que conozco de la literatura peruana (tengo intenciones de remediarlo). Sin embargo me alegro profundamente de que una de mis primeras incursiones en ella haya sido a través de Jeremías Gamboa y su Contarlo todo. 14


placentera, en la que se relata la vida de Gabriel Lisboa. Él es un muchacho limeño de escasos recursos económicos, quien fue abandonado por su padre y vive con sus tíos persiguiendo su sueño de salir adelante y convertirse en escritor.

aplaudir o a bailar en medio de mi habitación, allí donde

Quizás se vean impulsados a creer que no hay nada de particular ni atrapante en esta historia. Escrita en primera persona, la novela comienza con el relato de Gabriel, quien asegura que su nombre no es otro más que ese y que no se trata de un álter ego. Pero al leer un poco sobre la vida real del autor, es difícil no estar de acuerdo con el mote de “autobiográfica” con el que carga la novela. Algunos nombres de personajes y lugares cambiados, algunos detalles diferentes, pero la historia de Gabriel Lisboa es, prácticamente, la misma que la de Jeremías Gamboa.

Ya habiendo logrado una beca para estudiar en una de las mejores universidades de Perú y trabajando durante los veranos como practicante en una revista de la capital de ese país, un todavía joven Gabriel parece no estar seguro de querer ser escritor (o, al menos, no está dispuesto a confesarlo abiertamente). Vegas, uno de sus compañeros, mucho mayor y experimentado, le dice:

el dolor se había convertido en acciones narradas con pulso y vértigo y que en ese momento, al menos a mí, me sonaban espléndidas. Era yo nuevamente solo, pero esta vez feliz.

Mira, Gabriel, yo no sé si quieres serlo pero si es así

deberías decírtelo a ti mismo. ¿Entiendes? Deberías decírtelo todos los días. Decirte que quieres ser lo que

A mí, además, me gustó particularmente el relato detallado de sus venturas y desventuras en la redacción de distintas publicaciones limeñas y todos los vaivenes de su frecuentemente infructuoso proceso creativo… algo que seguramente tenga en común con todos los que alguna vez nos sentamos a intentar escribir algunas líneas.

diablos hayas decidido que quieres ser… ¿Sabes qué pasa, viejo? Que muchos allá detrás, en el edificio que

hemos dejado, y en otros edificios de prensa, no se

atreven jamás a decirse qué diablos quieren hacer. No debes caer nunca en eso, viejo. Nunca debes dejar de decirte la verdad.

Más allá del gran consejo que encierra esta frase sea lo que sea a lo que queramos dedicarnos, lo destacable de todo el libro en general es la moraleja de superación personal que nos deja. Gabriel (Jeremías) nunca se dio por vencido y tampoco se dejó vencer por la negatividad. Tomó todas y cada una de las oportunidades que la vida le dio. Más adelante el propio Vegas le diría que él nunca intentó ser escritor por cobardía, y ese es un error que Gabriel no cometería. Participó de concursos que no ganó, se postuló a puestos que no obtuvo y ninguno de esos fracasos le impidió seguir adelante. Volver a concursar, volver a postularse… siempre hacia adelante.

La historia aparentemente insulsa se convierte de pronto en una historia de vida, en el reflejo escrito de todas las adversidades que superó el autor para cumplir su sueño de ser escritor. El libro que leemos, Contarlo todo (la primera novela de Gamboa, por cierto), es ese sueño cumplido al que Gabriel pretende llegar mientras nos relata su camino hacia este libro. Sostenerlo entre las manos y estar leyéndolo es la unión entre ficción y realidad. Cuando la historia comienza lo encontramos a Gabriel contándonos justamente que está escribiendo este libro… y cuando terminamos de leer, el libro ya está materializado en nuestras manos. Es el símbolo de que todo lo que ese niño soñó se pudo cumplir. Y lo más importante aún… que no era un niño de ficción, sino uno de carne y hueso que enfrentó la pobreza, el abandono, la marginalidad, la enfermedad. Aquí quisiera detenerme un momento porque esa enfermedad sería el detonante para que él escribiera su primer cuento, demostrando una vez más que siempre es posible hacer frente a la adversidad. Así lo cuenta Gabriel:

La de Gabriel no es una historia de grandes hazañas. Es la simple (y compleja) historia de una persona como cualquiera de nosotros que buscó su destino contra todo y a pesar de todo. Como hacen quienes llegan al final de sus días sintiéndose felices y orgullosos del camino recorrido.

Estaba convirtiendo algo terrible de mi pasado en algo valioso. De pronto estaba llorando de pena por aquello que me tocó vivir y también me estaba parando a

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Futuro brillante por Silvana Martín

“Somos como bolsas de té; no conocemos nuestra verdadera fuerza hasta que estamos en agua caliente”. Hermana Busche

Miramos a los ricos y poderosos casi como si fueran seres de otro planeta; personas ajenas a los problemas y a los obstáculos. Y en esa admiración cometemos el error de suponer que, a diferencia de nuestra propia vida, la suya sí fue un lecho de rosas. De vez en cuando encuentro alguna

entrevista en donde sus respuestas son tan mundanas como las de cualquiera de nosotros. Nuestra idílica visión de sus vidas se rompe y podemos admirar a esas personas no por lo que son, sino por todo lo que han tenido que superar para llegar a serlo. 16


linda de la escuela”, la de un chico que llegó con un arma y mató a sus compañeros porque ya no soportaba más las ofensas…

Recuerdo particularmente algunas entrevistas a grandes modelos internacionales. Esas mujeres a las que todas quisiéramos parecernos mientras envidiamos su altura, su pelo, su cuerpo. Ellas, sin embargo, ponían en contexto su feliz y exitoso presente recordando con cierto pesar sus años de adolescencia durante los cuales eran objeto de burla por todos esos motivos por los que ahora se las reconoce.

Si el bullying ya era un problema hace muchos años, la explosión del acceso a internet mostró la otra cara de esta maravilla de las comunicaciones a través del ciberacoso. En Facebook se multiplican las páginas en las que adolescentes se “reúnen” a burlarse de otro… a los que se suman otros que ni siquiera conocen a la persona en cuestión. Si se encuentran con alguno de estos grupos, por favor denúncienlos para que los cierren y no sean cómplices de la tortura psicológica. Detrás de la risa de algunos está el sufrimiento de otro.

Si alguno de ustedes puede recordar su adolescencia como una época de felicidad y satisfacción absoluta, que levante la mano por favor. El hostigamiento escolar (hoy tristemente conocido con el nombre de “bullying”) no es algo nuevo, y en mayor o menor medida todos lo hemos sufrido en esos años o durante la infancia. No importa el motivo y siempre parece haber alguno. La altura, el peso, el color de ojos, el nombre, un gesto, el rendimiento escolar. La lista podría seguir casi eternamente.

Hace poco leí una noticia muy inspiradora sobre Caitlin Seida, una chica de 24 años de Ohio, en Estados Unidos, que se había hecho famosa porque una fotografía suya se había vuelto viral gracias a las burlas del mundo entero. Una de las cosas que ella descubrió fue que la mayoría de los comentarios más ofensivos eran de otras mujeres e hizo la siguiente reflexión: “Cualquier persona que haya pasado por enseñanza media puede contarte cómo es que las mujeres se atacan las unas a las otras para sentirnos mejor sobre nosotras mismas”. Caitlin tomó cartas en el asunto, no se dejó vencer por la angustia y la depresión, denunció el uso indebido de su fotografía en cuanto portal la encontrara, contactó a varios de los agresores para enfrentarlos y que fueran conscientes del mal que le habían hecho, y encontró la manera de recuperar su autoestima gracias a una amiga fotógrafa que la ayudó a sentirse bien consigo misma.

En mi caso fueron las pecas. Me acuerdo que me parecía injusto que se burlaran de algo que yo no tenía ninguna posibilidad de cambiar u ocultar. Las veía como pequeñas y detestables manchas invadiendo mi cara y mis hombros cada vez que me miraba en el espejo. En ese entonces me sentía resignada a tener que aceptar que algunos no quisieran jugar conmigo porque creían lo que una niña andaba diciendo: que mis pecas en realidad eran granos de una incipiente varicela. No creo que exista una fórmula mágica para sobreponerse a la adversidad, pero de a poco fui entendiendo que no había por qué cambiar u ocultarse, y así como esas modelos que les mencionaba hicieron de sus supuestos defectos una profesión, yo descubrí en mis pecas una característica distintiva que me hace sentir especial.

Como en todos los casos, lo que importa no son los obstáculos (siempre los habrá), sino qué actitud tomamos frente a ellos y cómo seguimos adelante. No se dejen convencer si les dicen que hay algo malo en ustedes. Hacer frente a las burlas es un arduo camino que tiene recompensas. Muchas veces solo podemos verlas o valorarlas con el pasar de los años, pero es necesario que aprendamos a transformar nuestras debilidades en fortalezas y que vayamos en busca de un futuro brillante.

El tema del bullying es serio y para nada gracioso. Muchos no tienen la fortaleza necesaria para sobrellevar las burlas (algunas terriblemente crueles) y no saben cómo lidiar con el problema. Las mujeres somos mucho más susceptibles a los comentarios sobre nuestro aspecto físico y las burlas muchas veces solo ponen el foco sobre algo que de por sí ya nos molestaba. Tuve compañeras que cayeron en la bulimia o la anorexia, y conocí personas que se volcaron a las drogas o al alcohol en un intento desesperado por pertenecer a algún grupo y dejar de ser un marginal. Los noticieros recogen las tristes historias de una joven golpeada por otras chicas solo por ser “la más

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Mulli de olla, hijo de españoles y mesoamericanos ¡A darle, que es mole de olla!

Uno de los ingredientes más característicos de este platillo es el xoconostle, al cual se le conoce también como “tuna agria”. El xoconostle es un fruto que tiene un sabor agridulce fuerte, es pequeño y de colores mexicanos: verde por fuera, rosa por dentro. Proviene de la familia de las cactáceas y su piel es suave y comestible a diferencia de la tuna. Se utiliza para hacer salsas, mermeladas, agua fresca, en guisados con carne de cerdo o res, licores y deshidratado se come con chile y limón como botana. Según las costumbres, hay quienes sustituyen el xoconostle por nopales. El mole de olla lleva también papas, calabacitas, chayote y trozos de elote. El toque aromático se lo da el epazote y el caldo es de chile seco, lo que le da tintes mexicanos a la receta. El único ingrediente originario de tierras europeas es la carne de res, que le da sabor y sella como plato mestizo el mole de olla.

Refrán mexicano que invita a hacer alguna cosa con buen ánimo y sin demora (así de rico está

este molito).

Todo comenzó hace mucho tiempo cuando llegaron los españoles a América. Encontraron pueblos ricos en tradiciones culturales que mezclaban algunos alimentos desconocidos para ellos con otros tantos. Chocolate, maíz, chiles, papas, quelites, nopales, chayotes y muchos más formaban parte de recetas que, junto con animales como el guajolote, el faisán o los venados, deleitaban los paladares. Uno de los alimentos más populares de los antiguos mexicanos, que se utilizaba para aderezar carnes o verduras, era un guiso de maíz preparado con uno o varios chiles, cacao, amaranto y otras especies nativas: el mulli o mole, como lo conocemos nosotros. Los españoles, por su parte, tradicionalmente preparaban caldos, purés y diversos alimentos cocidos acompañados de fermentaciones y semillas.

Normalmente se consume como plato único, ya que satisface completamente el apetito, además de cubrir los requerimientos nutricionales del cuerpo. Dada la combinación de verduras y carnes que ofrece, el mole de olla contiene vitaminas A, B, C y E. También tiene potasio, calcio, magnesio, hierro, proteínas, carbohidratos y un nivel adecuado de fibra. Suele acompañarse con tortillas de maíz y quizás esto ya es algo mío, pero un chorrito de jugo de limón no le va nada mal.

De la combinación de los alimentos indígenas y europeos surgió la comida mestiza. Uno de esos nuevos platillos fue el mole de olla. Claro que no es como cualquiera de los distintos y sabrosísimos otros moles, sin embargo, su relación con las tradiciones indígenas es muy fuerte, pues casi todos sus ingredientes son de origen americano. El mole de olla es, digamos, un pariente de la olla podrida española, que es una sopa con diferentes tipos de carne, verduras y leguminosas.

El mole de olla es delicioso y se me ocurrió que para estos fríos (o para esos antojos de comida picosita también) puede ser un excelente guiso que junte a la familia alrededor de la mesa y deleite a todos los comensales. Les dejo la receta de este platillo tradicional en México y ¡buen provecho! 18


Modo de preparación:

Mole de olla 6 porciones

1. Coloca el chambarete en una olla grande, cubre con agua y agrega cebolla, ajo y elotes. Deja que hierva durante 20 minutos y añade el espinazo, zanahorias, ejotes, papas, epazote y el xoconostle.

Ingredientes      Tradicional  E.E.U.U. Chambarete, en trocitos    ½ kilo      1 lb Espinazo de res       ½ kilo       1 lb Ejotes, partidos por mitad    125 g     0.28 lb ½ cebolla chica 1 o 2 dientes de ajo 2 elotes chicos, en trozos 4 zanahorias chicas, peladas y en trozos 2 papas medianas, peladas y partidas en cuatro 1 rama grande de epazote 1 xoconostle, pelado y partido en cuatro 3 o 4 calabacitas, en trozos 1 chile ancho, remojado en agua hirviendo 1 chile guajillo, remojado en agua hirviendo 1 cucharadita de aceite Sal, al gusto Limones y chile chipotle, para servir

2. Licúa los chiles con un poco del agua en que se remojaron y fríelos durante un par de minutos en una sartén chica con 1 cucharadita de aceite caliente. 3. Vierte dentro de la olla y sazona el mole con sal. Tapa y cocina a fuego medio durante otros 15 minutos. 4. Agrega las calabacitas y cocina hasta que todas las verduras estén suaves. 5. Sirve con gotas de jugo de limón y si lo quieres más picoso, agrega chile chipotle. Fuente: http://www.mexicoartesaniagourmet.com/

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Unos lo tienen largo

big ote

es el COMPARECENCIA DE ESTILO

por Leonardo Cea

Con la creciente avalancha multicultural que por gracia de los medios de comunicación rodea al planeta, miles de modas y pensamientos afectan a los jóvenes  de nuestros países. A continuación y con el afán de hacerle un bien al mundo,  enlistamos joyitas de la historia, moda y la cultura popular a manera de sugerencia. Por si has de adoptar algún razgo distintivo no te vayas por la fácil.

El modelo de bigote de Emiliano Zapata es perfectamente justificado, ya  que el héroe mexicano encabezó las luchas agrarias y promovió justicia social, libertad, igualdad, democracia nacional a principios del siglo pasado. Él junto con Pancho Villa son sinónimo de Revolución Mexicana.  Su legado de dignidad queda vigente en la actualidad. Sin ellos la historia de su país no sería la misma. Puntos extra para andar de revolucionario todo el año.

Español de nacimiento, mexicano porque no le quedó de otra y chilango de convicción. Paco Ignacio Taibo II estudió en la secundaria no. 4 del Distrito Federal, de ahí el gusto por las letras lo llevó a filosofía, de donde se escapó para nunca más volver, pero el oficio  de escritor para siempre se quedó. Activista sindical, además de historiador rigurozo que va detrás de la neta del planeta y con ellas desenmascara  las  verdades  ocultas  de  la  historia.  Motivos  de  peso  para emular su estilo, sólo faltaría fumar cigarros a lo loco para darle  ese tono cobrizo...Y subirle a las carnitas.

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«Cantinflas»  el  mítico  vagabundo  creado  por  Mario  Moreno    en  la  década de los 50. Personaje con el que cualquier mexicano se identifica. Crismático, caracolero en su manera de hablar, coqueto con las  mujeres y con un gran corazón, da como resultado un estilo de bigote de poca madre digno de celebrar -y copiar-. Aporta un legado sin igual al cine latinoamericano. Nota: No se vale cantinflear en exceso.

El mismísimo Jorge Negrete, el Charro Tenor, médico, militar, políglota -y es que hablaba alemán, italiano, inglés, español y náhuatl- e ídolo de  México.  Este  estilo  es  toda  una  fregonería,  pues  además  de  hacer  que uno se vea distinguido y elegante, podría atraer -de haberlas- a las divas del cine mexicano. Por esto último que nos disculpe Lucerito y compañía. Y así es, no le saque. Sí le saco... Pues se acabó éste cantar.

Este pillazo, ostenta el título de ser el político más gandalla de la historia moderna de México. No es que invitemos a emular su estilito, pero si  es que te animas a ser la hojaldra en la canasta de panes (o sease el menos querido) pues copia al más malo de los malotes. Nota: No es necesario copiar el look completito, pues te podrías super broncear la cabeza; también puedes anexarle un copete y ser una hojaldra al cuadrado.

Estilo Hipster... Nota: No hay qué escribir, pues estos condenados no aportan, ni aportarán ni madres al mundo.

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Dr. Martin Luther King Jr.

Born January 15, 1929 - April 4, 1968

The ultimate weak ness of violence i s that it i s a descending spiral, beg etting the very thing it seeks to destroy. In stead of dimini shing evil, it multiplies it. Throug h violence you may murder the liar, but you cannot murder the lie, nor establi sh the truth. Throug h violence you murder the hater, but you do not murder hate. In fact, violence merely increases hate.... Returning violence for violence multiples violence, adding deeper dark ness to a nig ht already devoid of stars. Dark ness cannot drive out dark ness; only lig ht can do that. Hate cannot drive out hate; only l ove can do that.

— Dr. Martin Luther King Jr.

During King’s funeral a tape recording was played in which King

spoke of how he wanted to be remembered after his death: ‘‘I’d like somebody to mention that day that Martin Luther King Jr. tried to give his life serving others’’ (King, ‘‘Drum Major Instinct,’’ 85).

We thank you Dr. Martin Luther King Jr. for making a better, more just society for all.

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IMAGE MATTERS “Our environment has changed. Technology isn’t the real issue anymore, it is about the people; to deliver the “customer promise” means to know your customer needs and place them at the center.” AJV

The reality for companies today is that customer retention will be measured by the in-depth knowledge about customers’ needs at the core of every decision, from strategy formulation to execution. Trends such as rising customer expectations, budgetary constraints, and changing demographics have changed the business landscape. Driven by the consumers changing expectations, private and public sectors need to adapt and redefine its role, strengthen its customer focus, and build integrated service delivery models that is inclusive of the Latino consumer.

The spending power of the U.S. Latino population is at its highest point in history and demographic data suggests that it will continue to rise. Multicultural issues must be addressed to take into account the unique attributes and channel preferences of individual customers. Our services focus on supporting business by improving communication and brand strategy. By identifying the appropriate Latino segment we position you as an on-trend, relevant, purposeful, innovative, and community-centric brand- that differentiates you from your competition.

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