RE#33 por Vero Luna y Federico Santarsiero

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por Ver贸nica Luna y Federico Santarsiero

impresopormi colectiva en El Hormiguero, La Plata



Reseña por Verónica Luna editora de la revista Estructura Mental a las Estrellas fb: Vero S. Luna

Federico Santarsiero investigador y profesor de historia del arte fb: Federico Luis Santarsiero

IMPRESOPORMI Editora-curadura: Yamila Villalba Sábado 17 de mayo del 2014 En El Hormiguero, calle 35 nº 1158 entre 18 y 19, La Plata

PH: Leticia Barbeito fb: Leticia Barbeito



“Convoca a los artistas a ‘producir libros’, pero luego se refiere a la gráfica contemporánea atravesada por una diversidad de técnicas – la xilografía, gofrado, transferencia, calado. Ese ‘pero’ es adrede.” Verónica Luna

“Una apertura a preguntarse qué se entiende por gráfica contemporánea hoy. ¿Se podrían abrir nuevas lógicas en el campo de la producción gráfica?¿Es esta apertura una cuestión a resolver de manera individual o colectiva?” Federico Santarsiero

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por Verónica Luna

¿Qué es un libro? Reseña de la muestra Impreso por mí. Es cierto que muchas veces se descubre en parte lo que ya se conoce. Porque miramos con determinadas preguntas, porque leemos con lecturas e imágenes previas. Esto que es siempre una obviedad casi naturalizada, dicho así de manera abstracta, cobra cada vez una dimensión distinta cuando estamos frente a un objeto. Impreso por mí, con edición y curaduría a cargo de Yamila Villalba, presenta once trabajos gráficos definidos como micropoéticas. La convocatoria para la muestra pautaba no sólo la impresión y el tamaño, (un metro de largo por veinticinco centímetros de alto); sino también el lugar del corte: ese metro de extensión sería plegado cada veinte centímetros. Podría entonces detenerme en la pregunta que esta convocatoria lanza explícitamente sobre la relación entre el arte y las “acciones”, entre la circulación y la obra; sin embargo, prefiero deslizarme hacia otra zona de la propuesta y lo que luego se produce efectivamente como muestra: el concepto de libro, letra impresa y poética.

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El texto curatorial de Lucía Engert no duda en denominar a Yamila Villalba como “editora-curadora”, y en decir que convoca a los artistas a “producir libros”, pero luego se refiere a la gráfica contemporánea atravesada por una diversidad de técnicas – la xilografía, gofrado, transferencia, calado, impresión láser, collage, serigrafía, esténcil. Ese “pero” con que articulo las dos partes de la oración es adrede: probablemente le llame la atención a un lector que provenga de las artes visuales, pero ni se percate de él un editor, por ejemplo, o un crítico de literatura a quien le parecerá lógico contrastar el concepto de “libro”, de “gráfica”, con una variedad de técnicas. Por ese motivo, la pregunta que guía mi mirada sobre la muestra es ¿qué límites y posibilidades le señalan cada uno de estos trabajos al mundo editorial y su objeto privilegiado, el libro?; qué leemos cuando leemos entre cortes, ya que una manera de leer es también una manera de cortar. En esas once producciones están conviviendo muchas de las tradiciones poéticas que involucraron la lectura de la imagen, y que buscaron llevar la retórica de la “sinestesia” (fusión de dos o más sentidos en un enunciado) a la dimensión del espacio. Las obras Diamante de papel, de Delfina Sirabo y Silencio conjugan una zona de la poesía visual, donde además la materialidad se proyecta sobre las luces que atraviesan el calado y dan lugar a un juego de sombras que desbordan – y desdoblan la imagen. Carne, por otra parte, retoma el problema de lo idéntico/lo diferente, en la repetición de la palabra “carne”, a un lado del pliego, y la imagen de una carne, al otro lado; lo interesante de este trabajo es lo que se produce entre esas imágenes y los textos como nota el pie que acompañan, ya que aparece cierto sentido entre moralista e irónico a la vez, según el cual la carne sería de “venta al peso”, tiene precio –literalmente el último tramo de la obra contiene una etiqueta que señala $19,22–, pero al mismo tiempo se la define como “parte material o corporal del hombre considerada en oposición al espíritu”. Aquí asistimos a otra tradición como la de la poesía concreta. Shunga sudamericano, de Gustavo Cornejo, trabaja con la fusión de letras, líneas y cuerpos; una de las propuestas más interesantes de la muestra, que nos pone frente al dilema de cómo escribir la imagen, cómo desafiar la linealidad de la lengua. En la obra de Josefina López Muro de algún modo se continúa esa inquietud, aunque con una poética de lo infantil, de la saturación de colores. En la

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misma línea del montaje como principio constructivo, El nuevo habitante, de Cecilia Codoni, la imagen aparece como misterio o como síntoma, alternadamente; los colores fuertes y las formas en que se recortan los materiales, como si todo se tratara de un imaginario fantástico y metamórfico –donde las macetas parecen personas y las personas macetas– se vuelve inquietante cuando empezamos a percibir los movimientos alrededor de ese “nuevo habitante”. La obra La vuelta al mundo, del Proyecto Orillas (Juan Bautista Duizeide y Fabiana Di Luca) tiene algo de esa evocación a los relatos infantiles ilustrados, donde la cadencia de las palabras y la imagen nos envuelven ligeramente hasta que caemos en el espesor de la lectura. El orden de la historia, según cómo cortemos, por dónde abramos el pliego y decidamos seguir, es el orden de un relato que empieza muchas veces cada vez. En estos trabajos, el verso y reverso se encuentran a cada pliego, cada 20cm, hay otro lado de la imagen hacia donde fugarse y cortar la lectura.

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Antropología del absurdo de Eric Markowski y Refugio de Aylén Lamas, tienen ese otro formato particular a la hora de pensar el vínculo entre imágenes y palabras, que es el del catálogo curatorial: la puesta en papel de una obra, de una muestra. Repongo el texto de Refugio porque me parece especialmente interesante para pensar los vacíos en la obra de arte: “Estos refugios representan para mí la mutación entre el ser, el estar y permanecer o abrir una puerta a lo desconocido, donde las pérdidas requieren también un lugar donde ubicarlas. Se desdibuja, es estático, explota, se aferra / o simplemente / flota de manera etérea / busco. un refugio”. Las pérdidas también requieren un lugar donde ubicarlas; esa idea flota entre los trabajos como una inquietud sobre lo que desborda a las obras, ya sean las sombras, el pliegue que marca un recorrido posible en la lectura, su montaje, el afuera y los elementos a los que remite como en Antropología del absurdo –que expone además las láminas que se reproducen en el trabajo gráfico– o en los espacios del armado y desarmado de un libro casa como el que construyen Celestina Alessio, Romina Morbeli, Juan Pablo Montero y Omar Crespo (Calás?). Cuando se termina de armar ese libro/casa, en el centro, una inscripción nos dice: “Está dentro de la casa de la fideo calás”, y entre letras que se paran sobre sí mismas y proyectan una sombra hacia esas ventanas/calados del libro, nos dicen: “posee usted carnaval?”. Ese trabajo, que juega con los formatos posibles de la convocatoria multiplicando los pliegos bien podría decirnos: este es un libro ¿calás? Impresopormí/micropoéticas da cuenta de otra dimensión de los impresos artesanales que no se presenta como deficitaria respecto de las industriales, sino que apuesta a otros vínculos entre literatura, letra impresa y la circulación de una obra. Si volvemos a la cuestión inicial: ¿qué pregunta tira a la mesa de la edición esta muestra?, y pensamos el orden y el corte del relato, de las palabras, aparece un doble desafío, cómo repensar el objeto libro en tanto pieza gráfica, en la relación entre soporte material y las condiciones de lectura, sin dejar de pensar en qué lector construye un proyecto en relación a la capacidad de reproducción de su objeto.

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por Federico Santarsiero

Activismo y autogestión en Bologna Impreso por mi es una plataforma de producción y autogestión que tiene su origen en una experiencia de vida y trabajo en el exterior, llevada a cabo por Yamila Villalba en la ciudad italiana de Bologna durante los años 2000-2001. Allí Yamila entra en contacto con movimientos de activismo político que se manifestaban a través del reclamo ambientalista. La militancia contra-hegemónica tomó allí durante esa época esa forma, la preocupación por el deterioro del medioambiente. Los activistas políticos tomaron a María Soledad Rosas y Edoardo Massari como emblema de su militancia, de la misma manera que pasó aquí con Jorge Julio López. Su ausencia física se transformó en el emblema de una pelea por la memoria y la desaparición física de alguien en pleno proceso democrático. Así María Soledad y Edoardo en Italia se convirtieron en emblema de los desaparecidos por el sistema. Ya que además existe la sospecha de si realmente se quitaron la vida o si fueron asesinados por la policía de Turín. Ellos fueron tomados como bandera de la militancia ambientalista anarquista. Pertenecían a un grupo de okupas o squatters, tomaron un edificio y se automarginaron del sistema, llevando adelante acciones culturales vinculadas con el accionismo político y la protesta antisistema radicalizada. Valentina, una

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compañera de Yamila que ofició de contacto, participaba del movimiento ambientalista, pero no de las acciones de carácter artístico. Yamila los conoció entonces por medio de ella, y decide sumarse participar en alguna de las acciones de activismo organizadas por el grupo, pero con mucha resistencia por parte de los integrantes del grupo. Principalmente italianos, los integrantes reproducían el estereotipo idealizado del ciudadano latinoamericano, aquel que ve en todos nosotros un sujeto revolucionario, la semilla de un foco insurgente de revolución. Los estereotipos generan obstáculos en la comunicación y el diálogo, en ocasiones no se comprendían ciertos recortes que para ellos resultaban contradictorios. Chocarse con una realidad que no coincidía con su idealización revolucionaria generó una resistencia a la intervención de Yamila en las acciones del grupo. Pero más allá de este primer desencuentro Yamila sortea esta situación, ya que ideológicamente se posiciona adoptando como propia una mirada y un acción transformadora, si bien no revolucionaria, si transformadora, que será la que se mantenga viva en la propuesta que hoy nos convoca: IMPRESOPORMI/micropoéticas. Las acciones políticas de este grupo estaban organizadas en torno al uso clandestino de lo público, algo que en Europa está fuertemente sancionado por la ley, y que en consecuencia el estado italiano respondía contundentemente poniendo en acción el aparato judicial penal de las instituciones nacionales. Los okupas organizaban pintadas, carteles, volanteadas, para intervenir el espacio público. Entre estas acciones comenzarán a figurar la circulación de ejemplares autoeditables, que también es considerada una acción de activismo político al borde de la ley. Yamila aprende y elabora junto a ellos el modo en que editaban y ponían en circulación estos ejemplares. Particularmente el modo relacional de trabajar que era incipiente en aquella época, no era algo que estuviese presente ni que se hubiese naturalizado como forma de acción de esos grupos de activismo, ya que para ellos el arte y las acciones artísticas estaban restringidos a ser propaganda y agentes de difusión de los temas y cuestiones que ellos quisieran poner en el tapete y mostrar en el espacio público, es decir una visión del arte y lo visual muy funcional a la propaganda y a la acción política.

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Autoeditables y Autogestión Al ser la ciudad de Bologna uno de los centros editoriales más importantes del mundo, la acción autogestiva, si bien muy incipiente, de elaborar y hacer circular los ejemplares autoeditables generaron una fuerte resistencia, sobre todo desde el ámbito institucional oficial. Los autoeditables circulan por espacios marginales, se producen, difunden y consumen en circuitos que se proponen como alternativos al circuito tradicional. En los últimos años se organizaron ferias de publicaciones autoeditables de tirada acotada. Hay galerías de arte que trabajan con estas publicaciones, como la que Yamila toma como referencia para pensar y llevar a cabo esta experiencia una vez de regreso, en la ciudad de La Plata: IMPRESOPORMI, que en Italia llevó el nombre de “Printed About Me”. Los integrantes del grupo de activismo político italiano van transitando y transformando sus estrategias, observando que el modo relacional y situacional de trabajo de este tipo de publicaciones genera un espacio de activismo antisistema que es válido en sí mismo y que presenta innovaciones que generan buenos resultados. También hay que tener en cuenta que la crisis europea, y la forma en la que se desarrolla en Italia en particular durante el año 2000 fue una en la que no todo el colectivo social popular se vio interpelado, como si lo fue durante la crisis que ocurriría después. Esto lleva a estos grupos a revisar sus métodos de acción frente a crisis muchos más graves, de carácter estructural, en donde extensos sectores sociales juveniles son excluidos y se ven empujados a cuestionar el sistema. Entonces la cuestión ambientalista queda aislada, encerrada, ya que más allá de ser un cuestionamiento contrahegemónico, lo era dentro del modo de operar del sistema respecto al uso de los recursos naturales, se cuestionaba el modo en que el sistema explotaba los vienes naturales, pero no era un cuestionamiento a los fundamentos mismos del sistema. Las crisis más graves en Europa se vivieron en los últimos diez años, es entonces cuando se genera una apertura en el diálogo, se hace más plural, comienzan a participar otras voces, y es cuando se empieza a visualizar y a tener en cuenta al trabajo artístico, al trabajo autoeditable en particular, como un modo colectivo y

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relacional de producción de sentido. Yamila se identifica con esta estrategia, y no tanto con esa otra experiencia de activismo político radicalizado que se desarrolló entre el 2000 y el 2001. Este otro grupo es un grupo de acción y reflexión, eran productores y gestores culturales que generaron esa plataforma en la que se desarrollaron clínicas de

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arte, trabajaron con el material editable, organizaron muestras de las publicaciones, tenían una galería virtual y también espacios concretos, que son como los nuestros, espacios autogestionados, por fuera del circuito tradicional. Con una lógica de trabajo muy similar a la que estamos desarrollando actualmente aquí nosotros, al mismo tiempo, simultáneamente en la forma que trabajamos acá. Es decir que no es una estrategia elaborada previamente en Europa que se traslada posteriormente al campo local. Al unísono estamos revisando los paradigmas de sentido eurocéntrico, revisión que también están desarrollando ellos. Esta no es una experiencia tan radicalizada políticamente como lo fue la del 2000-2001. En este sentido hubo un crecimiento de los integrantes, la estrategia ya no es la de la “barricada” y la automarginación, se comenzó a tomar conciencia que esa actitud más bien los dejaba al margen de la discusión macro que era la discusión que interpelaba y cuestionaba al modelo en su totalidad. Por eso empezaron a generar otros modos de acción, a partir de ello va surgiendo el modo autogestivo, con la intención de penetrar en lo institucional. Para ellos es algo totalmente innovador, no así para nosotros que siempre hemos tenido esa intención y nuestras instituciones responden en cierta medida a una realidad híbrida y no estrictamente moderna, ya que nuestra sociedad se organiza de otra manera. En Italia las instituciones oficiales del estado son referencias muy rígidas, y la posibilidad de atravesarlas con nuevas lógicas no era una posibilidad diez años atrás. Por eso las acciones eran de un carácter tan radical, en términos anti-poder. Ahora la acción cambió, al modo que plantea Atilio Borón, no despreciar el poder, sino tomar el poder para generar una transformación. Se conciben nuevos modos de estar y además de permear lo institucional. No golpeando y tratando de hacer saltar lo institucional por los aires, sino articulando con lo institucional, porque si no lo que reproducimos es mayor alienación. Esa marginación que no permite operar en continuidad y que en consecuencia no genera acciones transformadoras. La idea autogestiva es permear estos espacios, sobre todo si son instituciones públicas, como nuestros museos, universidades, espacios que de alguna manera están reproduciendo un discurso sistémico hegemónico. Permearlos para generar una nueva lógica, intentar al menos generar una ruptura.

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IMPRESOPORMI/micropoéticas Este es el sentido con el que Yamila piensa y articula la convocatoria para IMPRESOPORMI. Fue un experimento básicamente, ya que Yamila acciona una convocatoria virtual con la que se propuso explorar hasta qué nivel podría contar con el compromiso de aquellos que aceptaran la propuesta. El trabajo se difundió de manera virtual, la convocatoria fue lanzada a través de facebook y por correo electrónico. Tuvo carácter totalmente abierto, la única condición era respetar el formato de lo editable, desplegable, y trabajar con una serie de posibilidades micropoéticas, en las cuales el artista ponía su contenido, aquello que iba a trabajar, y también el modo en que lo iba a trabajar. El formato de las artes gráficas fue fundamental ya que la intención era su difusión, difundir la gráfica contemporánea que se produce a nivel local. Como el desafío era mostrarlo, materializarlo, pensó en la unificación del formato impreso desplegable también como un desafío. Sacar del lugar de trabajo de seguridad en la que el artista se posiciona, que tuviera que pensar su obra en función de este formato, y que tuviera en cuenta que lo iban a ir construyendo en un proceso colectivo, en conjunto a los demás participantes de la experiencia. El resultado fue profundamente satisfactorio, se dio finalmente una experiencia de encuentro y producción enriquecedora y que es un comienzo para propuestas futuras. A diferencia de lo que se suele decir de aquellas experiencias que se generan a partir del campo de lo virtual, al que se acusa de no generar compromiso per se y de que las cosas no llegan finalmente a materializarse. Por el contrario, hubo compromiso tanto por parte de Yamila como de los 28 artistas que participaron de la experiencia y presentaron obra en la primera instancia. Yamila se centró en el proceso de convocatoria y trabajo, un proceso virtual, que generó una red de relaciones con personas que en su mayoría eran perfectos desconocidos para ellas. A partir de allí se fue organizando una especie de clínica virtual, ya que no podían muchas veces organizar encuentros personales. Un proceso de trabajo en el cual el rol de Yamila fue marcar algunos ejes de trabajo en cuanto a los aspectos formales de las obras, pero nunca respecto al sentido de la misma. La convocatoria se organizó con la premisa de la libertad de elección por parte del artista. Las directrices formales tienen que ver con el formato del dispositivo gráfico desplegable. Abrir un poco el juego en el campo de la gráfica.

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Preguntarse qué entendían por gráfica contemporánea hoy. Esto fue una cuestión que se convirtió en uno de los ejes a trabajar para esta experiencia. Algunas propuestas se presentaron con cierta timidez, pensando que no iban a ser aceptadas por no cuadrar dentro del campo de la gráfica contemporánea, como por ejemplo el trabajo del troquelado en el cual intervenía la luz. Se generó una correspondencia abundante, una diálogo intenso de muchas idas y vueltas, presentación de bocetos y avances, correcciones y nuevas presentaciones. Un proceso que se fue pensando y realizando en conjunto, las propuestas de los artistas, la convocatorio y coordinación de Yamila, al que se convoca también a Lucía Engert para enunciar el texto curatorial que finalmente acompañará la exhibición una vez montada. Otra instancia fue ese momento, el momento del montaje. Para ello pensaron como se podía elaborar una propuesta que permitiera abrir el campo de la gráfica. Una idea compartida por muchos participantes es la acción de la luz, la luz como parte de la obra. No sólo la luz como componente del proceso de producción que deja su huella en la la matriz de replicación de la obra, sino también la luz actuando de manera más efímera cuando interviene en el dispositivo, cuando ya el dispositivo está montado y el paso de la luz provoca un juego de luces y sombras, originando diferentes poéticas y en consecuencia diferentes climas. Un modo de incidir de la luz que deja una huella estable y otro modo de transitar de la luz como material efímero. La acción de la luz fue el foco de uno de las discusiones más importantes entre las que se originaron en este experimento, y que de ningún modo quedó saldado ni resuelto. Fue algo propuesto por Yamila, que se puso a disposición de los

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artistas y que cada uno tomó y trabajó de acuerdo a su relación con las artes gráficas. En el camino algunos participantes decidieron apartarse y abandonar el proyecto, en otros casos, artistas que al provenir de un campo disciplinar distinto al de la gráfica, por ejemplo el de la pintura, pensó que no iba a poder afrontar una propuesta que se debía resolver en términos del grabado y las artes impresas, aunque finalmente se animaron y participaron. Por eso Yamila recalca el carácter experimental y exploratorio de esta convocatoria, ya que fue para Yamila una experiencia inédita. ¿Se podían abrir nuevas lógicas en el campo de la producción gráfica? ¿Era esta apertura una cuestión a resolver de manera individual o colectiva? ¿Abarcaba sólo a aquellos que se habían formado en la disciplina del grabado y arte impreso, o también se podían sumar otras poéticas? Finalmente, llega el proceso de selección, en el cual Yamila opera un recorte de todas las propuestas, dejando aquellas más representativas respecto a todas las preguntas disparadoras en el proceso. Ella fue muy explícita con los criterios, figuraron siempre en el espacio virtual creado para el evento, para de esa forma 18


evitar que la gente se automarginara de la convocatoria. No hubo una especificidad que cerrara la convocatoria ni en cuanto a las disciplinas de formación previa del artista, ni en cuanto a los ejes de sentido de la obra en cuestión, ya que tanto el proyecto como el proceso se fueron elaborando colectivamente entre los participantes de la experiencia y la coordinadora. Nunca se cerraron las propuestas, siempre se pusieron en cuestión y se llegaron a acuerdos, a consensos, quizá divergentes respecto a las expectativas que las originaron. A todos los artistas se les solicitó que redactaran una breve auto-biografía, con el único objetivo, y en eso se fue especialmente explícito, de conocer lo más significativo de su trayecto, aquello que quisieran contar y que fuera especialmente clave en su vida. No les solicitó su currículum a ninguno de ellos. Desde su rol de coordinadora de las acciones y propuestas del grupo, no permitió que pesara el Curriculum. No por desconocer el trayecto de cada artista que claro está es valioso, ya que los artistas han dedicado tiempo, han invertido esfuerzo personal y colectivo también, sino porque no fue ese uno de los criterios de selección, más asociado a los certámenes y salones del campo tradicional de circulación de obras artísticas, en donde si la obra va acompañada de un currículum vitae con honores entonces debe ser observada de otra manera. En su papel de coordinación intentó mostrar la mayor diversidad dentro de toda el conjunto de obra presentada, hacer evidente la mayor diversidad formal y disciplinar posible, para así demostrar que la convivencia entre las obras era posible como resultado del trabajo coordinado y elaborado grupalmente. Participaron entonces tanto profesionales ya reconocidos y con una valiosa trayectoria en el campo de las artes, y también gente que se está formando, que recién está comenzando. Las obras una vez montada la exhibición dialogaron todas en el mismo nivel. Esta convivencia fue otro desafío a pensar. Implicaba un lugar de mucha incomodidad, al menos respecto a aquello que Yamila venía trabajando, ya que adoptó un rol nuevo, coordinadora, curadora y editora, algo que ella no había transitado nunca, fue la primera experiencia que tuvo en ese sentido. Es por esto que se corre del rol de productora, ya que le pareció que no iba a poder estar y participar de todas las instancias brindando lo mejor de sí, más allá de la satisfacción de adentrarse en territorios inexplorados.

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Plataforma, archivo y replicación Quedaron seleccionados finalmente doce proyectos, algunos de ellos implicaron el trabajo de más de un artista, es decir un trabajo colectivo. El rol de Yamila fue ir tejiendo de a poco en el proceso de coordinación una red de relaciones que formara vínculos entre ella y los participantes de la experiencia. De esa red da cuenta el mapa que acompaña el catálogo presentación de la muestra, en el que figuran todas las personas que habían aceptado la convocatoria. Se puede imaginar el modo en que se fueron relacionando, y cómo se había construido la idea generadora de esta primera edición. Primera porque es una idea que tiene la intención de funcionar como una plataforma, la intención de ser algo que pueda replicarse en otro lugar del país. Esto generó además de la muestra en si misma, encuentros posteriores de discusión, para generar una reflexión crítica sobre todo el proceso, y también organizó un archivo, siguiendo la escuela de Juan Carlos Romero y de Edgardo Vigo, figuras que tomaron como referencia y que sienten siempre presentes. Un archivo ambulante que va a estar a cargo y será responsabilidad de Yamila, y que va a poder utilizar con absoluta libertad quien así lo desee. Un archivo de acceso irrestricto de IMPRESOPORMI/micropoéticas, en el que figurará la propuesta, la convocatoria, un ejemplar de cada una de las obras exhibidas, el catálogo y las memorias de las biografías. Un archivo que va a ir creciendo a partir de todo esto que está en la primera valija de archivo, en la manera que lo hacía Edgardo Vigo y que empezará a circular junto con los artistas. Edgardo Vigo, Juan Carlos Romero, Yamila considera que son las ideas de ellos las referencias que ella tiene al momento de poner en práctica ese modo colectivo de construir sentido, autogestivo, autoeditable, sus ideas están vivas, aún vibrando.

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