RE#41 por Natalia Matewecki

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por Natalia Matewecki

Presentaci贸n: Las cuencas como laboratorio de gobernanza en el Galp贸n de La Grieta



Reseña por Natalia Matewecki investigadora

Las cuencas

como labor ato r io

de g o b e r na n z a Im agi nario geo po lí t ic o , a rt í st ic o y a m b i e n ta l

presentación Viernes 11 de Julio de 2014 En La Grieta, calle 18 y 71, La Plata



“Ciertos científicos consideran que no es posible alimentar a la población mundial únicamente con cultivos orgánicos, por eso señalan que los cultivos transgénicos sirven para aumentar la producción alimenticia y hasta mejorarla al incorporar vitaminas o proteínas. ¿Cuál es la postura de ustedes frente a esta afirmación?” Natalia Matewecki

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por Natalia Matewecki

Al principio me costó un poco entender el nombre del evento: “Las cuencas como laboratorio de gobernanza”. Un título tan inquietante y complejo como la discusión que tuvo lugar un 17 de julio en el Galpón del grupo La Grieta en La Plata, en el marco de la convocatoria a artistas nacionales e internacionales a trabajar y debatir durante quince días acerca de los imaginarios políticos y ambientales actuales. “Las cuencas como laboratorio de gobernanza” se desarrolló en tres nodos geográficos diferentes: La Plata, Ciudad de Buenos Aires y Rosario. Se tomaron a las comunidades del frente fluvial en la franja costera del Río Paraná y del Río de la Plata como una forma en la que se van traduciendo acciones que están dirigidas por el mercado, un territorio subordinado a los poderes que gobiernan desde una lógica corporativa. La contrapartida, los que viven el territorio, no son ni el mercado, ni las corporaciones, ni los gobiernos, sino las personas, las comunidades, los grupos sociales. Una “red de la vida” que ayuda a fortalecer las relaciones territoriales compartiendo imaginarios políticos, económicos y sociales similares. Partiendo de preguntas tales como ¿Quién diseña los territorios? ¿Para quién los diseña? y ¿Qué es el diseño participativo de un territorio? cada artista participante compartió en el Galpón de La Grieta su experiencia con el fin de

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dar respuesta a estas problemáticas y crear el desafío de imaginar un mundo diferente. Luego de las exposiciones de Brian Holmes y Sarah Lewison (Grupo Compass), Steve Kurtz, Melissa Meschler, Steve Barnes y Lucia Sommer (Critical Art Ensemble), Fabiano Kueva (Centro Experimental Oído Salvaje), Joan Vila Puig (Sitezise), Eduardo Molinari y Azul Blaseotto (Plataforma La Dársena) y Alejandro Meitin y Silvina Babich (Ala Plástica), llegaron las preguntas del público y las respuestas de los artistas. Una pregunta me venía dando vueltas en la cabeza desde hacía tiempo. Por una parte, tenía que ver con aquellas prácticas artísticas vinculadas a la biotecnología y la ingeniería genética que, a través de instalaciones, videos o performances, exponían el problema de la producción de alimentos transgénicos cuya utilización de herbicidas como glifosato causaban un severo daño ambiental. Por otra parte, recordaba un artículo escrito por Esteban Hopp (Doctor en Ciencias Biológicas de la UBA e Investigador Principal del INTA) quien indicaba que era preferible usar plantas transgénicas con tolerancia a herbicidas como glifosato, que usar plantas no modificadas que empleaban otros herbicidas más contaminantes. Los cultivos de plantas transgénicas permitían disminuir la dosis y el tipo de herbicida utilizado, lo que suponía un ahorro económico y un menor impacto ambiental. Este científico también destacaba el papel de la biotecnología como una de las ciencias viables para suministrar a la creciente población humana de más alimentos a un costo razonable –en oposición a la agricultura orgánica– que no era una salida realista al problema de la alimentación por su baja productividad relativa.”[1] Sobre la base de este planteo pregunté: “Ciertos científicos consideran que no es posible alimentar a la población mundial únicamente con cultivos orgánicos, por eso señalan que los cultivos transgénicos sirven para aumentar la producción alimenticia y hasta mejorarla al incorporar vitaminas o proteínas. ¿Cuál es la postura de ustedes frente a esta afirmación?” Steve Kurtz del Critical Art Ensemble fue el primero en tomar el micrófono: “Los científicos no hablan a través de ellos mismos sino a través de las

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corporaciones. Es la máquina del marketing la que dice que hay que mejorar los granos para alimentar al mundo. El hecho de que la gente muere de hambre (y es verdad) no es por la escasez de alimentos, tenemos mucha comida, tanta que se tira demasiada. La gente que muere es por razones políticas. Y me parece claro que los OGM [organismos genéticamente modificados] no pueden remediar los desastres políticos, solo las respuestas políticas pueden mejorar la calidad de vida de estas personas. La respuesta a la inanición es la lucha.” Sara Lewinson del grupo Compass agregó al respecto “Las corporaciones no amplían la producción de granos para producir comida, con los granos transgénicos producen alcohol, etanol, productos plásticos o cosméticos, no producen más comida porque no les interesa.” Luego llegó la respuesta de Alejandro Meitin de Ala Plástica “Detrás del argumento que se le da de comer al mundo existe la privatización de la vida en todas sus manifestaciones, la patentización de la vida. La creación del imaginario geopolítico ambiental de nuestro territorio [al que irónicamente denomina La República Unida de la Soja] no es un espacio que está determinado para la alimentación del mundo. El uso del territorio para la producción de energía a partir de la transgénesis es el fin de estas

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corporaciones para un futuro no petrolero o post petrolero.” Y prosiguió contando una historia “El mismo día que en la Rio+20[2] se aprobó el cambio económico, ese mismo día se produjo el golpe contra Fernando Lugo quien tenía en su país la prohibición del ingreso de semillas transgénicas. A partir de ese día, las corporaciones dispusieron de 42 millones de kilómetros de hectáreas para la plantación de soja transgénica que arrasó con cientos de comunidades paraguayas. Esto es lo que se debate hoy en la Cuenca del Plata: la sojización de la cultura, la sojización de la política.” Marcelo Miranda del Vivero Experimental El Albardón también comentó “el problema de la alimentación no es de cantidad sino de distribución. La revolución verde (como se dio a conocer a la creación de agroquímicos en la década del ochenta) iba a resolver el hambre en el mundo. Y eso no sucedió. Ahora se quiere resolver lo mismo con lo transgénico, que es una tecnología económicamente insustentable para nuestro país y que tampoco va resolver el problema del hambre.” Finalmente Meitin agregó que lo transgénico es una de las tantas cuestiones para analizar a escala local y global. Pero hay otras de igual relevancia como

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el tema de los containers y la dinámica del puerto de La Plata o el ordenamiento territorial dado por el advenimiento de los barrios privados surgidos en el Delta en la década de los noventa: “Esta es la política de ocupación territorial actual que representa la lógica del capital. Lo que más interesa aquí es el empoderamiento de nosotros mismos y la ruptura de los espejismos –como la cuestión de lo transgénico y la cura del hambre-. Preguntando y aprendiendo se rompen los espejismos para lograr una transformación. Una forma de vivir la vida, una forma de ser en el mundo.” Por mi parte, si tengo que inclinar la balanza prefiero quedarme con la palabra de los artistas que trabajan junto con las comunidades para lograr una solución a los conflictos territoriales, ambientales y geo-políticos. Pues, para Steve Kurtz, la salida a estos problemas son una cuestión simbólica más que política y en la que el arte cumple un rol decisivo: “el arte es una herramienta muy importante. No habrá cambios políticos sino hay una nueva cultura simbólica, cada movimiento político que cae lo hace en paralelo a un cambio simbólico. Y los que hacen los cambios simbólicos, en definitiva, son los poetas y los artistas, no los políticos.”

[1] Esteban Hopp: “¡Mozo!, hay un transgén en mi sopa…” en Alberto Díaz y Diego Golombek (comps.), ADN cincuenta años no es nada, Buenos Aires: Siglo XXI, 2007, pp. 203-204 [2] Rio+20 es el nombre de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil, del 20 al 22 de junio de 2012. En la conferencia se reunieron los líderes mundiales, junto con participantes del sector privado, ONGs y otros grupos que se unieron para dar forma a la manera en que puede reducir la pobreza, fomentar la equidad social y garantizar la protección del medio ambiente en un planeta cada vez más poblado. http://www.un.org Para Meitin La Cumbre de la Tierra de 1992, el antecedente directo de Río+20, fue un encuentro de concientización del futuro del mundo gestado por organizaciones ambientales que llevaron a los políticos a discutir sobre eso. En cambio la Río+20 fue un encuentro gobernado y dirigido claramente por las corporaciones.

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