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Clásico: todo dicho

La historia de los choques Nacional - Peñarol, Peñarol Nacional reúne un sinfín de anécdotas dignas de nuestra mejor evocación. Nos introducimos ya en esta inacabable serie de historias en la que prevalecen la polémica y la violencia por sobre la técnica y el fútbol atildado. Clásicos en el Parque Le apuesto plata a que la cosa termina así: hoy Nacional juega con la Olímpica exclusiva, la próxima vez Peñarol hará lo propio. Paso previo para jugar sin visitantes y para que Nacional pueda recibir a su rival tradicional en el Parque Central, como ocurría antes de la construcción del Centenario. Y el elenco mirasol, ni bien construya su postergado escenario, hará exactamente lo mismo. Lástima que el Centenario no tiene techo, cosa de armar un fueguito para ver si se desploma y así sacarnos un problema de encima. Porque todo indica que terminará olvidado, acaso albergando espectáculos musicales, domas, cabildos municipales, parques de diversiones itinerantes o la extinta Feria de la Alimentación. El de la agachadita de Cerullo La noche del 25 de noviembre de 1981, por la segunda rueda del Uruguayo de aquel año y con casi 67 mil entradas vendidas, Peñarol batía 3 a 2 a Nacional con el retorno clásico del mítico Fernando Morena. En el primer tiempo y al borde del área de la Ámsterdam hubo clara infracción sobre Ruben Paz, debidamente sancionada por el árbitro Roque (el) Tito Cerullo. La pelota salió rebotada hacia arriba y Morena –lejos de tomarla con sus manos para apurar el tiro libre– remató de zurda y sin dejarla picar. El balón se introdujo en el arco del tricolor Rodolfo Rodríguez, que hizo lo que mejor sabía hacer toda vez

“Es un tarambana”. El otrora entrenador de la selección uruguaya Daniel Alberto Passarella, acerca de su examigo Jorge Da Silveira.


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que le tocaba enfrentar al goleador mirasol: verla pasar. Cerullo se hizo el sota y marcó gol, mientras Rodolfo miraba con cara de “¿por qué a mí?” y el Nando salía disparado rumbo a la reja de la Platea América. La mayor goleada Todos y todas sabemos que Nacional goleó 6 a 0 a Peñarol allá por el 41, y que presuntamente en el 49 el elenco tricolor no se presentó a jugar el segundo tiempo por miedo a algo similar, pues perdía 0-2 y le habían echado a un par de cristianos, entre ellos el iracundo Walter Gómez. En los últimos tiempos, no ha habido diferencias mayores a los tres goles en el score. De hecho, el último 4-0 data del segundo clásico de la Copa de Oro de los Grandes (1985), con triunfo mirasol ante escaso público. (Digresión: en el programa Telecataplum se utilizaba una suerte de separador antes de enviar la pausa, en el que uno de los actores decía algo así como “enseguida volvemos con la tercera parte de Telecataplum”. En la emergencia, Ángel Armagno, vestido con la blusa alba, mandaba cada una de las cuatro pausas del programa con imágenes de cada uno de los goles carboneros. Arrancaba tranquilo, onda “esto lo damos vuelta”. Hasta que al mandar la última tanda quedaba desahuciado. No sé, me acordé y quise compartirlo). El de los 8 contra 11 El 23 de abril de 1987, Peñarol y Nacional empataban 1 a 1 cuando a falta de 15 minutos para el final, el árbitro Juan Daniel Cardellino (gran bolso) expulsó al Zurdo Viera, al Chueco Perdomo y al Pepe Herrera. Ocho minutos después, el puntero Cabrera anotó el gol del triunfo para Peñarol, tras recorrer media cancha con el balón dominado, pared con Aguirre incluida. Elementos tales como la escasa concurrencia (8.600 boletos vendidos), el nulo abolengo del torneo en disputa (Copa Comunidad de Andalucía, que terminaría ganando el Betis) y “Se me dijo en Peñarol”. Periodista Fabián Bertolini, experto en conseguir datos de la interna carbonera.


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el prestigio de aquel plantel tricolor (integrado entre otros por Gualberto Velichco, Julio Lancieri, Tomás Silva y Didí De Souza) le restan trascendencia a una hazaña que –al igual que otros hitos de nuestro fútbol, como el gol de Manga o la tarde en que Bajter jugó bien– muchos dicen haber presenciado. Muchos más que 8.600. Separación de hinchadas Hasta el 6 de enero de 1987, las barras de uno y otro conjunto compartían la tribuna holandesa. Los carboneros inclinados hacia la tribuna América, los albos sobre la Olímpica. Pero en la fecha citada y de ahí en más, hubo división, de cara a la polémica final del Uruguayo 86 que Peñarol ganó por penales, la noche en que Carrasco quedó solo frente a Pereira y erró un gol que hubiera adelantado su asunción como técnico en al menos una década. El gol más rápido Lo anotó Gonzalo de los Santos, a Javier Zeoli, al minuto de juego del clásico correspondiente a la Liguilla 95. Desearía decirle cómo fue, pero me lo perdí. El de la cadenita Domingo 14 de junio de 1992, primera rueda del Uruguayo, nuevo arbitraje de Eduardo Rafaella Carrá Dluzniewski. Partido aburrido, friccionado, con mucha tarjeta roja (especialidad del colegiado de turno) y escasas emociones. Promediando el segundo tiempo, centro al área mirasol. Saltan el panameño tricolor Dely Valdés y el criollo mirasol Carlos (el) Tío Sánchez. Este último, al parecer sin intención, en pleno forcejeo le arranca una cadena del cuello al moreno elemento, que se queda puchereando en el área, buscando su querida alhaja. El zaguero aurinegro se la guarda y sale jugando con elegancia. Finalizado el encuentro, los jugadores tricolores salen a buscar “Este tema me cuelga y me enrosca”. Gonzalo Delgado, periodista.


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el botín, que finalmente aparece tras varias corridas. Dely ya no volvería a usarla y su suerte clásica cambiaría radicalmente. El gol más tonto Hemos visto varios en los últimos años. Por ejemplo, en 1999 el Gato Romero tiró un centro de morondanga al área de la Ámsterdam, que el tricolor portero Carlos Nicola introdujo en su propia meta de manera poco creíble. En el 83, por la Libertadores, Mario Saralegui sacó un remate que se perdía afuera, pero que el Vasco Aguirregaray se encargó de meter dentro de su propia meta (acaso porque siempre fue flor de manya). El no tan recordado César Silvera también desvió un centro del Pepe García en la Supercopa del 92, descolocó al Gallego Ferro y empató un clásico que Nacional perdía 2 a 0 con goles de –me pongo de pie– Adrián Paz y Pedrucci. El Cebolla Rodríguez también anotó un gol en contra a favor de Nacional en 2004 y en Paysandú, aunque acaso el más recordado de los últimos tiempos haya sido el que el capitán tricolor Marco Vanzini señaló en 2007, desviando un centro con su cabeza que se clavó (la pelota, no su cabeza) en el ángulo superior derecho de un estático Alexis Viera. El del shot goal Tres de los ocho clásicos disputados en 1996 se jugaron en el interior. Destaca el del 25 de agosto en el Estadio Artigas de Paysandú. No tanto por lo futbolístico (amargo empate 1 a 1 con goles de Juan Morán y el Varilla González), sino por lo que vino después: definición por shot goal, consistente en avanzar con pelota dominada desde el círculo central, con 15 segundos para definir. Haciendo honor a la proverbial incapacidad oriental para aprovechar las ocasiones de gol, fallaron Nicolás Rotundo, Martín García, Danilo Baltierra, Gustavo Badell, Martín Parodi, Silvio Fernández, Luis Pertusatti (gran persona) y el mencionado Morán. ¿Alguien convirtió? Sí, el propio “Nunca fui un jugador que la gente veía y decía ‘uh, este es un fenómeno’”. Maximiliano Pereira, humilde volante lateral.


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Pablo Javier Bengoechea, ya en aquel entonces 100% ganador y 0% caspa. Otros mitos y leyendas clásicos para el mejor de los recuerdos:35 El clásico de la fuga Año 1968, convulsionado si los hubo. El ingeniero Invernizzi había decidido levantar el césped del Centenario, por lo que el clásico de la segunda rueda del Uruguayo se jugó en el Franzini. Promediando el primer tiempo, se abre un cráter en el centro del campo, del cual comienzan a emerger reclusos procedentes del Penal de Punta Carretas, ubicado a escasas cuadras del citado escenario deportivo. En la tribuna se encontraba el actor porno Sylvester Stallone, quien saca la idea para la célebre Escape a la victoria. El gol de la colgada Parece ser que el arquero tricolor Eduardo García venía con un invicto de la gran siete, y justo le tocó jugar un clásico.Venía tranquilo el hombre hasta que se soltó un tigre de la carpa del Circo Vostok que se había instalado justo ahí, frente al Centenario, sobre la cancha de Mirador Rosado. Era un tigre joven, de ahí el nombre con el que saltó a la fama (“el Tigre Young”). Lo cierto es que la fiera le mordió una gamba al pobre García y esta quedó colgada del travesaño. Aprovechando la desatención del arquero, un futbolista mirasol pateó de distancia y dejó al cuidapalos sin invicto. El gol de la valija Ocurrió allá por 1934, año más, año menos. Clásico en el Centenario, con separación de hinchadas pero sin pulmón. Empate 0 a 0, hasta que en los descuentos comienzan a llo35. Las chances de que lo que usted está a punto de leer no sea enteramente cierto son elevadísimas.

“No me suelten, porque se me viene la noche”. El arquero uruguayo Juan Castillo, a punto de desmayarse por segunda vez en el banco de suplentes celeste durante el partido Uruguay - Ghana en el Mundial 2010, debido a la emoción.


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ver los proyectiles. Uno de ellos, una valija del ciudadano norteamericano Jefferson Wayne, recién arribado a nuestras tierras, impacta sobre el balón, descolocando al portero tricolor García. Sorpresa y estupor cuando el árbitro de la contienda, de nombre Telésforo, señala el centro de la cancha dando por finalizada la brega. Braulio Castro, último ágil carbonero en tocar el útil, fue el “Hombre Yumbo” del partido.36 El de los 9 contra 11 Fue hace poco, puntualmente en el marco del Uruguayo Especial 2005. Peñarol decidió afrontar el encuentro con Obelar en el arco y Gonzalo Pizzichillo como única punta, a lo que su entrenador, el mítico Fernando Morena, comenta por lo bajo: “Es más o menos como jugar con 9”.Y dicho y hecho: Peñarol logró empatar ante la algarabía de su bullanguera parcialidad.

36. “Jugador Yumbo” es el nombre que recibe el mejor jugador de los partidos televisados por la empresa Tenfield, a juicio de su selecto staff de periodistas. “Yumbo” es una marca de motocicletas.

“Ya saben: a estos hay que ganarles, y si pueden, con un gol de penal en los descuentos, ¡así se van bien calientes!” Un profético Pulpa Etchamendi cuarenta años antes del clásico del Apertura 2011 definido por Álvaro Recoba, con un penal en los descuentos.


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