Catálogo de Ciclo de Exposiciones Temporales Enero - Abril 2018

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Enero/abril 2018

EXPOSICIONES


DIRECTORIO Gobierno del Estado de Yucatán Lic. Rolando Zapata Bello Gobernador Constitucional

Mtro. Roger Metri Duarte

Secretario de la Cultura y las Artes

Mtro. Jorge Esma Bazán

Director General del Instituto de Historia y Museos de Yucatán

Fundación Cultural Macay A.C. Ing. Fernando Ponce García Presidente

C. Elba García Villarreal Directora General

C. Carlos García Ponce Coordinador Ejecutivo

Pasaje Revolución entre 58 y 60 Centro C.P. 97000 Mérida, Yucatán www.macay.org


EXPOSICIONES Enero/abril 2018

Prosa de la luz

Fernando Castro Pacheco Sala 8

Oscilaciones Pia Seiersen Sala 8 Bis

Los colores de México Tania Cámara Salas 9 A Y B

Origen y poema Mario Martín del Campo Salas 10 y 11

The sorceras Georgia Charuhas Expoforo


Sala 8

Prosa de la luz - Fernando Castro Pacheco -

La figura humana es un motivo central en la obra de Fernando Castro Pacheco; denota su interés explícito por el estudio y la reflexión en torno al cuerpo. El erotismo anima buena parte de su obra, especialmente la de carácter intimista como lo son sus desnudos femeninos; en ellos, plasma las figuras de mujeres típicamente sureñas, de formas redondeas y perfiles altivos, de piel dorada y casi idealizadas, que exudan un aire de fertilidad y de amor. Precisamente, esta serie de grabados tiene como tema vertebral el amor erótico; esa vivencia maravillosa que es la entrega recíproca de los amantes, el uno al otro, sin distinciones del hombre o de la mujer, a partir de la cual, al haber una integración total y absoluta, se llega a una plenitud que es altamente enriquecedora en la vida de todo ser humano. Sin embargo, en estos trabajos el contacto sexual en sí no tiene ninguna importancia. En alguna ocasión, el maestro Castro Pacheco señaló que la sensualidad comenzaba desde la cosa más elemental que es “tocar una tela, sentir la calidad de un tejido, de un papel o cualquier objeto hermoso y la calidad, nada menos, que de la piel. Esto hay que tenerlo muy en cuenta y no olvidarlo… Creo que el principio de Eros es algo que debe normar nuestra vida en todos sus aspectos”1 Colección: Dr. Francisco José Paoli Bolio

1Diario de Yucatán, 25 de noviembre de 2005.




De la serie: “Prosa de la luz”, 2005 Fernando Castro Pacheco Grabado (lámina de cobre)


Sala 8 Bis

Oscilaciones Pia Seiersen

Dejarme seducir por la manufactura del papel por tantos años, me ha permitido descubrir todo un mundo fascinante de inagotable desarrollo. El papel siempre ha sido contenido por una base y cubierta como protección. En los últimos años ésta protección ha sido eliminada de mi obra, al encontrar que la materia ligera y dúctil permite dejarse en libertad para buscar su lugar en el espacio. La obra pide ser flotada, volverse etérea y presente a la vez como pensamiento, sueño, música, en un espacio sin fronteras. De esta manera abordo la idea de dejar la obra tridimensional libre de soporte y cubierta; sólo suspendida, pendiendo de hilos muy finos. Entro en la búsqueda del movimiento real en la escultura, junto con su efecto de luz y sombra, un caleidoscopio de formas y danza. Como decía Brancusi: “La danza es el arte escénico más cercano a la escultura”, y con la idea de un objeto flotado - no soportado, Calder, ya en 1932, había empezado a crear obras colgantes activadas únicamente por el aire: sus “móviles”.

Así, logro la fluctuación natural de la obra mediante la circulación del aire, proyectando su estructura tridimensional a través de diversas piezas móviles con las transparencias y densidades propias del papel elaborado a mano. La materia, sus cualidades inherentes, su origen, se conjugan; surgen formas vivas que evocan el espíritu o los espíritus de la vida, la naturaleza en movimiento. Por último, me avoco a explorar los matices y variaciones de una misma obra, al transformarse en el trayecto de su propio movimiento, para concebir un escenario donde transitar, moverse y contemplar la tridimensionalidad cambiante que oscila ligera, en una realidad ausente de silencios.

Pia Seiersen Lorenzana


Movimiento XV, 2017 Pia Seiersen Papel de piĂąa 133 x 97 x 30 cm.


Movimiento XIV, 2017 Pia Seiersen Papel de piĂąa 87 x 118 x 7 cm.


Blanco sobre blanco, 2017 Pia Seiersen Papel de algodรณn 105 x 143 x 27 cm.


Salas 9 A y B

Los colores de México Tania Cámara

Tania Cámara Solís en el Museo Fernando García PonceMacay es un encuentro de dos historias creativas. Por una parte el museo, concebido desde la plataforma del Arte Contemporáneo, ejerce su función de crear un espacio cultural que contribuya, con cada exposición, a la difusión de las tendencias y diversas manifestaciones de su propia comunidad artística en Yucatán. Cada exposición, en sí misma, es un acto creativo colectivo.

sufren la transformación del color ya que no se trata de que un color produzca una emoción, no es la emoción a la que apela, tampoco es una cuestión solamente de estética sino es un asunto donde el sujeto que mira se deja llevar por los terrenos desconocidos de un mundo que puede reconocer como propio pero que al mismo tiempo que le producen placer también le inquietan al abrirse a una dimensión diferente que no es capaz de definir.

Para la historia creativa de la artista representa una huella en su propio recorrido marcado por su obsesión y pasión por el color que igual transforma los objetos que las máscaras, los rostros o la naturaleza salvaje y tropical. Nada escapa al pincel donde las piñatas, las banderas, el mar, la tierra y su flora dejan al espectador extasiado y seducido por una energía vital que anima cada trazo, cada objeto y cada momento.

Historias humanas, historias naturales que confluyen en un eje: la vida.

Lo que atrae la mirada es el juego incesante, vertiginoso de colores y formas que irremediablemente nos atrapa, al igual que la vida, en la danza derviche y mediante los giros del color sobre el mismo eje y debido a la rotación sin respiro, conduce a un estado de éxtasis donde los límites de las formas, el tiempo y el espacio, se borran. Somos otros y hemos caído bajo el influjo misterioso de una dimensión diferente que no nos es ajena pero que no es posible atrapar por la palabra.

Cada cuadro es un relato, no cualquier relato sino el relato del vivir. No interesa si la historia es corta o larga, como tampoco si es sencilla o de gran alcance, ya que el arte al reflejar la naturaleza giratoria de todo lo que miramos y vivimos, desde las galaxias, el pensamiento y finalmente a los átomos, nos lleva a unir el cielo con la tierra, el fuego con la nieve, el mar y la tierra y a convertir los objetos en vibrantes personajes de un perfecto y armónico universo de color. El efecto, por tanto, es similar a lo que se logra con la danza derviche: llegar a un estado donde el tiempo y el espacio se abolen y tan solo queda la sensación del infinito. El hoy y el siempre unidos en un fugaz instante donde la mirada del espectador y de la artista convergen en cada cuadro.

La cotidianidad de nuestra mirada sobre los objetos es trastocada, banderas o piñatas, hamacas o arlequines

Mónica Rangel Hinojosa


La voz del viento Tania CĂĄmara Ă“leo sobre tela 150 x 150 cm.


Espíritus rebeldes Tania Cámara Óleo sobre tela 175 x 175 cm.


Amaneciendo en San Juan Tania Cรกmara ร leo sobre tela 150 x 150 cm.


Salas 10 y 11

Origen y poema Mario Martín del Campo

Muchos creen que la fantasía es el don de imaginar cosas no vistas. Para un pintor o artista en general es el poder de transformar lo que se ve.

Giorgio de Chirico

La creación plástica emplea como origen o surgimiento de una idea lo observable en el mundo y el entorno; sin embargo, el artista reimagina lo existente para realizar una transformación, que no obstante su desapego con la verdad, siempre tiene que ser verosímil para el espectador, es decir, un registro creíble. En ese sentido Mario Martín del Campo emplea como herramienta fundamental para su creación una vívida imaginación que se refleja en caprichosas ideas que cobran vida, donde lo referente se convierte en imaginario y fantástico, una visualidad de lo irreal; ejemplo de ello lo es su Perro Chapulín o su Gato violín. Si bien el término poesía visual es empleado en el campo de la literatura, éste se trata de una forma experimental en la que la imagen, como elemento plástico, establece una relación natural con la palabra, creando así una relación ínter-artísca; en la presente exposición cada

pieza tiene cautiva la voz de la mirada, haciendo explícita la conexión ontológica entre los dos discursos: entre la palabra y el objeto, lo cual nos remite a tiempos remotos de Aristóteles en la frase Ut pictura poesis (como la pintura así es la poesía) formulada por el poeta Quinto Horacio Flaco (65 a. C. – 8 a. C.) o a la también conocida frase de la poesía es pintura que habla y la pintura poesía muda de Simónides de Ceos (ca. 556 a. C. - ca. 468 a. C.). Esa intertextualidad o intersubjetividad nos llega como espectadores a través de una serie de códigos y signos como expresiones metafóricas vinculadas con el realismo fantástico o el surrealismo, ya que su trabajo está cargado de referencias y paráfrasis simbólicas, con una artificialidad en la que se descubre un gran oficio en el manejo de los materiales, por lo cual su caracterización es problemática, ya que se trata de una producción plástica insólita y fuera de toda asociación.


Un núcleo importante de esta exposición se trata de las Máscaras, cuyo origen etimológico es la palabra árabe mashara cuyo significado es el de bufón, de donde pasó al español para designar una ficción que oculta la realidad. Madera, piedras semipreciosas y metales se transforman mediante un trabajo cuidado en un rostro imaginado, un antifaz cuya arquitectura, la oquedad escultórica, permite que la composición de estos objetos sea completamente simétrico, en equilibrio axial que se traza por un eje vertical, y los elementos de ambos lados se repiten como el reflejo de un espejo. Con relación al total de las obras exhibidas, sin importar el soporte o material (grafito, tinta litográfica, gouache, encáustica, óleo, madera, vidrio plata, etc.) o su clasificación formal (dibujo, pintura, escultura, arte objeto, etc.) o conceptual (surrealista, simbolista, metafísico, figurativo, etc.) es evidente que se tratan de elementos artificiales que poseen vida propia a través de la relación imaginativa que cada pieza establece con el espectador. Un conjunto en el que podemos apreciar una gran artificialidad lúdica, entendiendo la palabra del latín artificialis, como suma de tres componentes claramente delimitados: el sustantivo ars, artis que puede traducirse como arte; el verbo facere que es sinónimo de hacer y el sufijo alis que se indica para indicar relación o pertenencia. Por su parte lo lúdico en la obra de Mario Martín del Campo está en el movimiento, ritmo y armonía pero también incertidumbre y azar creativo; esto último le otorga el ingrediente de sorpresa y asombro mediante personajes sacados de su imaginario insólito, del clasismo al intimismo, de la ambigüedad a la ironía.

Rafael Alfonso Pérez y Pérez

Mandolina, 2009 Mario Martín del Campo Escultura y arte objeto en madera 53.5 x 22 x 14 cm.


El arca, 2005 Mario MartĂ­n del Campo Tinta litogrĂĄfica y relieve sobre papel 53.5 x 22 x 14 cm.


Para subir al cielo, 2016 Mario MartĂ­n del Campo Escultura en madera 75 x 55 x 40 cm.


Expoforo

The sorceras Georgia Charuhas

Una esencia perfumada...el instinto primario de la mujer. Una herencia desde el comienzo de la humanidad. Una mezcla tóxica de seda, terciopelo y fuego. Con una simple mirada entalla el cuerpo y el alma de otros seres. Brujas y ångeles‌y eso es lo que son.

A perfumed essence...the primal instinct of woman. An inheritance since the beginning of mankind. A toxic mix of silken, velvet and the flame. With a single glance entangle the body and soul of other beings. Witches and angels...and so they are.

Georgia Charuhas


La hechicera, s/f Georgia Charuhas 45 x 55 cm.


En la noche de la luna negra, s/f Georgia Charuhas 112 x 76 cm.


Los caminantes de los sueños, s/f Georgia Charuhas 59 x 50 cm. (díptico 1 de 2)




FERNANDO

CASTRO PACHECO

“No hay más que una pintura: la buena o la mala.” Fernando Castro Pacheco En los últimos días de este primer mes del año, celebramos el centenario del nacimiento de quien es, sin duda, uno de los más destacados representantes de la plástica mexicana del siglo XX: Fernando Castro Pacheco, creador prolífico y multidisciplinario, nacido en Mérida el 26 de enero de 1918. Dibujante de cualidades natas, Castro Pacheco inició desde muy joven su formación profesional como alumno de la Escuela de Artes Plásticas de Yucatán. El academicismo que acusaba aquella institución poco satisfizo las inquietudes del pintor en ciernes; sin embargo, siempre recordó con especial estima a los que fueron sus primeros maestros. Unos años después, al establecerse la Escuela Popular de Arte se integró a ella como profesor de dibujo y, en 1941, participó en la fundación de la Escuela Libre de Artes.


En 1943 Castro Pacheco se traslada a la Ciudad de México, el epicentro cultural de la nación. Allí entra en contacto con diversas instituciones y personajes del ambiente artístico capitalino como la Galería de Arte Mexicano, de Inés Amor; el Taller de la Gráfica Popular, del cual no fue integrante pero que incluyó (e incluye) la obra del maestro yucateco en sus exposiciones y dentro de su acervo; el Salón de la Plástica Mexicana, del cual fue miembro fundador, y la Escuela de Pintura y Escultura “La Esmeralda” del INBA, en la que se desempeñó sucesivamente como profesor y director de 1961 a 1973, año en que el pintor regresó a vivir a su ciudad natal. Austero en su persona, disciplinado en su trabajo y comprometido con su vocación artística, a lo largo de su extensa trayectoria –que abarcó aproximadamente ocho décadas–, Castro Pacheco experimentó en diversos medios y múltiples técnicas de expresión plástica. Realizó pintura al óleo, al fresco, a la acuarela y al temple; grabado en linografía, xilografía, punta seca y aguafuerte; escultura en bronce y cerámica; fue un apreciado ilustrador de libros e incluso realizó las escenografías para los ballets Guernica y La nube estéril, con coreografías de Guillermina Bravo y presentados en el Palacio de Bellas Artes en 1953. El dibujo ocupó un lugar destacado en el ejercicio artístico de Castro Pacheco y constituye un elemento primordial en su obra; él mismo señaló que el dibujo “es la estructura sobre la que, si las incursiones son felices, se ata el ropaje del color”. Lo mismo vale decir para su obra escultórica, la mayor parte de ella conformada por bronces de pequeño formato, que parten del dibujo, es decir, la estructura sobre la cual se desdoblan los volúmenes.



Tres etapas históricas del pueblo yucateco, s/f Fernando Castro Pacheco Óleo sobre tela montado en madera 243.5 x 600 cm. (tríptico)


Desde luego, Fernando Castro Pacheco es principalmente conocido por sus murales no obstante que, como se ha ido apuntando, su obra gráfica y de caballete es considerablemente más amplia y alcanzó espléndidos niveles de calidad y maestría. Sus primeros murales fueron realizados en 1941 en las instalaciones de la Escuela Campesina de Tecoh; de esa misma época datan los murales de la biblioteca de la Escuela de la Unión de Camioneros de Yucatán (actualmente Escuela Manuel Sarrado) de Mérida, realizados en colaboración con Armando García Franchi; cabe destacar que este conjunto pictórico está realizado al fresco sobre losetas, lo cual fue una innovadora propuesta técnica por parte de sus artífices. Ese mismo afán de experimentación se evidencia en la serie de murales que decoran diversas estancias del Palacio de Gobierno de Yucatán, realizados al óleo sobre láminas de metal galvanizado, entre 1971 y 1979; se trata de una modalidad de “murales transportables”, ideados para resistir las condiciones climáticas de Mérida. Por otra parte, algunos proyectos muralísticos se quedaron en el tintero (o mejor dicho, en el boceto) como los planeados para la Escuela de Medicina de la Universidad de Yucatán y uno más propuesto para el Centro Cultural de Mérida “Olimpo”. Si bien el dibujo resulta fundamental en la obra de Fernando Castro Pacheco, el color también fue una de sus mayores preocupaciones formales. Sus óleos evidencian a un colorista sensible y sobrio; la paleta cromática del maestro nunca se extralimita y, las más de las veces, privilegia el uso de colores primarios. A fines de la década de los 70, los esfumados y las manchas de color, casi independientes del dibujo, aparecen en sus lienzos, dando a su obra una impronta característica y reconocible.


En cuanto a los temas de su pintura, el propio Castro Pacheco señalaba que éstos ocupaban un lugar secundario. Desde luego, hay múltiples referencias y evocaciones a Yucatán en su obra: los hombres y las mujeres mayas representados siempre con pulcra dignidad, la vida cotidiana campesina, el henequén, etc., sin embargo, el maestro privilegió siempre los valores plásticos sobre los narrativos. Esto ocurre, en buena medida, incluso en los murales del Palacio de Gobierno, de temáticas historicistas/narrativas pero distantes de las posturas ideológicas que caracterizaron la obra de los muralistas de la Escuela Mexicana. Resulta difícil en los breves párrafos que anteceden dar cuenta pormenorizada de una obra tan vasta como la del maestro Fernando Castro Pacheco. Sirvan, pues, estas líneas como una invitación para adentrase más y conocer mejor el legado de uno de los más notables pintores nacidos en Yucatán.

Ángel E. Gutiérrez Romero Historiador


Hanal Pixรกn, s/f Fernando Castro Pacheco ร leo sobre tela 180 x 130 cm.


La torteadora, 1975 Fernando Castro Pacheco AcrĂ­lico sobre tela lino 113.5 x 80.5 cm.


Diseño Jorge Vázquez Mújica




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