Por qué jorge no puede ir al mismo colegio que su hermano

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¿POR QUÉ JORGE NO PUEDE IR AL MISMO COLEGIO QUE SU HERMANO? UN ANÁLISIS DE ALGUNAS BARRERAS QUE DIFICULTAN EL AVANCE HACIA UNA ESCUELA PARA TODOS Y CON TODOS Gerardo Echeita Sarrionandia “El muro de Berlín ha caído, Nelson Mandela ha sido puesto en libertad pero Moly no asiste todavía a la escuela de su barrio” Nos damos cuenta de que una vez más las viejas costumbres siguen presentes ya que no se da la inclusión que se espera de la educación, se sigue desatendiendo a estas personas, y cuando finalmente se les presta atención no se les deja de tratar como bichos raros, y se cae en la vieja creencia de que apartándolos ya se les ayuda, si bien en estos centros se les atiende también es necesario que ellos convivan con otras personas, que se involucren en la sociedad y que no sean un grupo recluido en un rincón olvidado. Entender que no es algo individual que solo involucre a la persona con alguna discapacidad o enfermedad, sino que es el resultado de una relación social, pues tiene que ver la interacción que hay entre las características de la persona y las del contexto social/escolar. A veces es la misma sociedad la que coloca estas barreras que impiden el aprendizaje y por tanto un desarrollo en condiciones de igualdad de participación. Llegan a ser víctimas del propio sistema educativo que no los acoge con igualdad. Una de las principales causas por las que no nos podemos hacer cargo de estos casos es que no se cuentan con los conocimientos didácticos, educativos o recursos suficientes. Además de la dificultad de no poder trasladar toda la información que se obtiene de las numerosas investigaciones a la práctica.

La investigación va tantas millas por delante de su aplicación que, por mucho que descubramos, no podemos aplicarlo clínicamente. Los problemas educativos son complejos, inciertos, sometidos frecuentemente a situaciones de “conflicto de valor”, imprevisibles en muchas ocasiones y simultáneos con otros problemas y, a la hora de la verdad, “casos únicos” y poco generalizables.


Según Sacristán en su “pedagogía de la complejidad”, que se refiriere: “Una estructura educativa capaz de enseñar con un alto nivel intelectual en clases que son heterogéneas desde el punto de vista académico, lingüístico, racial, étnico y social, de forma que las tareas académicas puedan ser atractivas y retadoras” “Muchas prácticas antiguas, como las escuelas graduadas, la escuela secundaria dividida por asignaturas, la asignación de estudiantes a unos u otros grupos según sus aptitudes y la enseñanza didáctica, centrada en el maestro o profesor, son ejemplos de políticas y prácticas que han estado institucionalizadas durante largos períodos de tiempo y han entrado a formar parte de la “gramática” de la escuela. Los Programas de Diversificación Curricular avalan la bondad de planteamientos más globales, tipo “ámbitos de conocimiento” y, por lo tanto, menos profesores por grupos, más oportunidades de trabajo tutorial con los alumnos y más capacidad para atender a la diversidad de necesidades. La “perspectiva individual”, reaparece cuando señalamos las características de algunos alumnos como elementos responsables de sus dificultades para aprender, al tiempo que miramos para otro lado cuando reconocemos el pobre aprovechamiento que se hace de las horas. La presión llega a funcionar para la conservación de actitudes, normas y formas de ser o comportarse. Pero si es percibida como amenazadora o desestabilizadora en extremo puede provocar un reacción de mayor resistencia al cambio o de “balcanización” de las organizaciones. Se busca avanzar hacia modelos más “participativos” donde realmente se implique toda la comunidad en la elaboración, puesta en marcha y revisión de sus proyectos educativos. Las barreras más importantes para avanzar hacia una escuela para todos son las que se erigen en nuestras creencias más profundas y en torno a los valores que hemos ido construyendo respecto a la diferencias humanas con respecto a la cultura. Debemos preguntarnos sobre ¿cómo se interpretan las diferencias individuales?, ¿qué tipo de reconocimiento y valor se otorgan a las mismas?, ¿quiénes somos “nosotros” y quienes son “los otros”, en este juego continuo de exclusión e inclusión? los diversos o “anormales” son “los otros”, los que no son como nosotros, a quienes además se tiende a describir en categorías que los colectivizan (inmigrantes, discapacitados, gitanos, homosexuales, etc.), haciéndoles perder de esa forma su singularidad personal. La superación de esta “barrera cultural”, debe hacerse por la vía de avanzar hacia un modelo “intercultural”, para interpretar determinadas diferencias individuales como “modos de ser” propios, o “señas de identidad” positivas y considerar a las diferentes culturas en igualdad, de modo que veamos en todo ello, en la diversidad humana. Difícilmente puede haber una escuela inclusiva, en una sociedad excluyente.


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