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VII “Quin”, de camarero a patrón

VII. “Quin”, de camarero a patrón

Si en una conversación distendida entre amigos, comentáramos sin darle importancia que el teniete coronel Tejero, el fracasado golpista del Congreso de los Diputados, había influido de manera decisiva en que que el baionés “Quin” Álvarez Leyenda fuese marinero, les parecería a todos una cosa bastante inverosímil, de ciencia ficción… ¡una tontería! ¿Qué tendría que ver un muchacho de Baiona de algo más de veinte años con un destacado oficial de la Guardia Civil? Todavía más increible, si supiéramos que ni se conocieron, ni nunca se vieron uno delante del otro para nada. Pero así fue, tal cual como lo explico, ni más ni menos. Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, nació en Baiona en 1960, en la Rúa Lorenzo de la Carrera, en el céntrico barrio de A Laxe. Hijo de Joaquín Álvarez Chamorro y de María Dolores Leyenda Caride. El padre fue el primer taxista de Baiona, en aquellos tiempos en que funcionaban los coches “piratas” -él era uno de ellos-, y que luego, al reglamentar la situación, le asignaron el número 1. Su madre era empleada del hogar, sobre todo en la época estival, y también fue cocinera. Se trataba de la clásica mujer baionesa, que para atender las necesidades del hogar, tenía arrestos sobrados para tomar cualquier trabajo que se le presentase. Lo que sí quedaba claro es que “Quin” no tuvo precisamente ambientes marineros en su propia casa, aunque si ahondamos un poco en su entorno familiar, sí que los vamos a encontrar… y con abundancia. Teniendo ascendientes Chamorro, y en especial Leyenda, es fácil deducir que la sangre marinera tenía que regar sus venas. En la niñez y en la adolescencia, la pesca fue tomada por “Quin” como un pasatiempo genial para los momentos libres, que le permitía además ganarse unas pesetas.

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Cualidades como pescador ya debía de tener de joven, porque eran sus propios tíos los que le llamaban a sus embarcaciones. Su bisabuelo, por parte materna, Manuel Leyenda, fue el último Práctico del Puerto de Baiona. Al fallecer muy joven de un infarto, su puesto nunca más se repuso. Lo enterraron en Vigo en el Cementerio de Pereiró.

1912. Los bisabuelos de “Quin”, Manuel Leyenda y Luciana García. De niños, las tías abuelas Lola y Blanca -jefa de rederas en Baiona-, y el abuelo Severino Leyenda García. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Su abuelo, Severino Leyenda García y su abuela Rosa Caride Fernández, formaron el tradicional matrimonio de la villa. El marido, marinero de bajura y pescador artesanal de pulpo. La esposa, pescantina del propio pescado de su pareja, y cocinera, entre otros bares, de “O Refuxio”, en su anterior ubicación en la esquina de Ventura Misa.

Los abuelos Severino Leyenda García y Rosa Caride Fernández. En medio de ellos, Dolores -la madre de “Quin”-; arriba, los tíos Pablo, Manuel, José, Mercedes, y abajo, Genaro. Todos ellos fallecidos, menos la madre -padece alzeimer-. José navegó en la mercante, y al retirarse, se dedicaba en Baiona a la pesca del pulpo. Genaro fue contramaestre “en el arrastre” y “en el atún” -“Txori Acaudón”, “Monteneme”…. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Mis padres me orientaron siempre a que estudiara -cuenta “Quin”-, aunque nunca me prohibieron que fuera a pescar con los tíos. Yo ya daba por hecho de que mi vida tenía que ir por otro camino. Así que estudié el bachillerato elemental en la Academia Delta de Nigrán, y al acabar, en 1974, pasé al Colegio Hogar de Vigo a hacer FPA en electrónica. Saqué el grado FP1 en dos años, y a continuación el FP2 en Pontevedra en tres. Con estos dos niveles alcanzados, tenía bastante andado para hacer Ingeniería de Telecomunicación, de manera que me trasladé a Madrid a estudiar en la Universidad Politécnica de Vallecas. Vivíamos cinco compañeros en un piso de Vallecas, y ya nos conocíamos de los estudios en Pontevedra. Éramos dos de Vigo, uno de Cambados, otro de Salamanca y yo. >>

Baredo (Baiona), 1997. Joaquín Álvarez Chamorro y María Dolores Leyenda Caride, los padres de “Quin”, en el convite de la Primera Comunión de su nieta Nerea, celebrado en el Restaurante Rocamar. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Y es precisamente en ese momento de su juventud, cuando llegados al 23 de febrero de 1981, el teniente coronel Antonio Tejero Molina se entromete poderosamente en la vida académica del baionés Joaquín Jesús Álvarez Leyenda. Se produce tal alboroto y confusión en Madrid con el 23F, que se origina una alarma general entre militares y políticos, los medios no informan de otro tema, surgen rumores del más variado matiz, los madrileños sumidos en un miedo atroz… Todo ello ocasiona como primera consecuencia una paralización de la vida de la capital, con el inmediato cierre de colegios, universidades, museos, centros oficiales, instalaciones deportivas… Después de quince días de incertidumbre, con la Universidad Politécnica cerrada y sin noticias de su reapertura, “Quin”, los compañeros de piso y las respectivas familias deciden el regreso inmediato a casa. El padre del compañero de Bouzas, propietario de “Ferretería Fernández”, se apresta a venir a recogerlos en coche a Madrid. El chico de Bouzas y “Quin” ya no volvieron a retomar los estudios en Vallecas. El uno montó una ferretería como su padre; el baionés se hizo marinero para siempre…

Carnet de alumno de la Universidad Politécnica de Madrid.

Primera “Libreta de Marinero” de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda. La inscripción inicial se hace el 20 de mayo de 1975 a los quince años.

Joaquín Jesús Álvarez Leyenda ya había embarcado con anterioridad al comienzo de sus estudios en Vigo. Aprovechando las vacaciones escolares, y siempre que se le presentaba la oportunidad, hacía algo que le gustaba mucho, y ganaba de paso unas buenas pesetas. Su primer embarque registrado -ya pescaba bastante antes- es el 13 septiembre de 1976, precisamente en una gamela que llevaba su nombre,“Quin”, propiedad de su abuelo Severino.

Baiona, Praia da Ribeira, 1966. Severino Leyenda García, abuelo de “Quin”, en su gamela. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Baiona, Praia da Ribeira, 1966. Los primos “Quin” y Pablo, en la gamela del abuelo. Detrás se observa la bella bahía de entonces, llena de barcos, motoras y gamelas.

El 15 enero de 1977, deja la gamelay embarca en el pesquero de bajura “José Eugenio”, del patrón baionés Enrique, que no lo registra hasta pasado algo más de un año, el 20 julio de 1978. Andaban a la palometa “al palangre” por la costa portuguesa durante algo más de un mes, de julio a agosto, y mientras estaba de vacaciones de sus estudios. Abandona el barco el 21 de septiembre de 1980, para irse a estudiar a Madrid. Interrumpidos sus estudios por el 23F, “Quin” regresa a Baiona en marzo de 1981, y no tarda demasiado tiempo en enrolarse de nuevo. El 1 junio embarca en el “San Martín de Arriba” del armador baionés Isaac, dedicado a la pesca del mero “al palangre” por las Islas Azores. En enero de 1982, es llamado a filas y debe incorporarse al Servicio Militar en la Armada. Por entonces ya gozaba de dos años de prórroga como estudiante.

1981. “Quin” en el “San Martín de Arriba”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Ingresa el 7 de enero en el C.I. Zona Marítima del Cantábrico, y tras realizar el período de instrucción en Ferrol, es nombrado cabo verde por sus estudios. De los cursos de especialización que le ofrecen, elige el de Armas Ligeras en el Polígono de Tiro Naval de Cádiz, situado en la Zona Marítima del Estrecho.

Al finalizar este curso, es destinado al Arsenal Militar de Las Palmas, donde le asignan el puesto de cabo verde en el “Remolcador AR 52”, barco en misión de Patrulla de Vigilancia en el Sáhara, auxiliando a la flota pesquera -como pantalla de su actividad-, aunque en realidad, vigilando permanentemente los movimientos militares marroquíes. Las relaciones con Marruecos tras la reciente muerte de Franco, se encontraban en un momento de tirantez bastante grave, que podían acabar en un conflicto militar.

Ferrol, “Cuartel de Instrucción de Marinería”, enero de 1982. “Quin”, el primero por la derecha de la fila de arriba. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Nuestro barco -recuerda “Quin”- se adentraba de noche sigilosamente en las 15 millas de aguas marroquíes, con luces apagadas, tratando de acercarse a la costa y captar sus comunicaciones militares por radio. Todos los días se enviaba un informe a El Pardo. Y más de una vez, tuvimos que escapar del asedio de las patrulleras de Marruecos en “zafarrancho de combate”, y Leyenda -así me llamaban los jefes- en su puesto en la ametralladora, para dispararle a un barco que nos amenazaba con cañones. “Leyenda, no te pongas nervioso. Tú no dispares”, me decía el sargento. Parece un chiste, pero sucedió así. >>

<<Cuando a los pesqueros les surgía a bordo algún enfermo grave, o un accidentado importante, o un problema de cualquier tipo, nos pedían auxilio. El “ Remolcador AR 52” mandaba inmediatamente una Zodiac con un cabo profesional llevando la neumática, un teniente médico y un marinero armado, que siempre resultaba yo el elegido. Llegó un momento en que le protesté al sargento, y me respondió que los otros marineros eran del interior y se mareaban nada más salir en la Zodiac. Aunque no sucedió nunca nada, no cabe duda que había un riesgo importante que siempre asumía yo. Y es que además, aún existía un peligro residual del Frente Polisario. En nuestra ayuda, llegamos incluso a auxilar a barcos sin motor a la deriva, que acabarían por embarrancar en la costa y naufragar, si no los hubiesemos remolcado hasta Las Palmas. >>

Cádiz, 1982. “Quin”, durante las prácticas de tiro a bordo del “Remolcador AR 52”.

<<Y lo de marearse era una auténtica realidad -continúa “Quin”-, y de nuevo me tocó sufrirlo en otra ocasión. Un buen día nos mandaron a recoger a un grupo de legionarios con base en la Isla de La Palma, y trasladarlos a Las Palmas para su participación en unas maniobras. >>

<<Nada más salir del puerto de Las Palmas, se levantó de repente un temporal tremendo. Al rato, estaba toda la tripulación del “AR 52” completamente mareada, y devolviendo por todas las esquinas del barco. Las olas nos venían tan fuerte, que nos desviaban de la ruta, y cada vez que estallaban en nuestro casco, teníamos que recuperar el rumbo. Aún encima, se había averiado el piloto automático, por lo que el capitán me dio la orden de hacerme cargo de la dirección manual. Estuve doce horas ininterrumpidas aguantando el temporal en solitario en plena noche. Solo había un sargento medio mareado que me traía café de vez en cuando. Así que, ayudado de los cafés y de un cigarrillo tras otro, logré superar la situación, y tras toda la noche de lucha, conseguimos entrar por la mañana en el puerto de La Palma. >>

Las Palmas, mayo de 1982. El “Remolcador AR 52”, destinado a el Sáhara como Patrulla de Vigilancia, en auxilio de los pesqueros españoles en la zona.

<<Al regresar a Las Palmas se volvió a repetir la situación -sigue “Quin” contando-. Continuaban los restos del temporal, y aunque no con tanta fuerza, fueron suficientes para que ahora también los legionarios se mareasen y anduviesen tirados por el barco… Y Leyenda, “capeando el temporal” en segunda sesión. Luego me mandaron de permiso después de un año completo sin un solo día. Al volver al cabo de un mes, permanecí otro mes en el Arsenal Militar, y ya fue cuando el comandante me

dijo que no hacía falta que siguiese, que ya había cumplido el servicio militar sobradamente. Total, que pasé un año y dos meses en la Armada, cuando lo normal eran dieciocho meses. >>

Sáhara, 1982. Joaquín Leyenda, “Quin”, en el puesto de “serviola” en el “Remolcador AR 52”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Al cabo de unos meses, junio de 1983, la Armada citaba a “Quin” en Ferrol para asistir a la Fiesta del Carmen, día de la patrona de la Marina y jornada de enorme solemnidad militar, con Jura de Bandera, entrega de diplomas y demás distinciones, y con la presencia de autoridades militares y civiles. Harto de los militares, “Quin” renunció a ir a Ferrol. Días después de la gran festividad, recibía en su casa de Baiona el diploma que acreditaba la concesión al cabo segundo de la

Armada, Joaquín Álvarez Leyenda, de la “Cruz al Mérito Naval” por los méritos contraidos durante su sevicio militar. El diploma lo firmaba el Ministro de Defensa, Narcis Serra, y venía acompañado de la correspondiente medalla.

“Cruz al Mérito Naval” concedida al Cabo Joaquín Álvarez Leyenda.

El 1 de marzo de 1985, al regreso del Servicio Militar, “Quin” embarca en Port Victoria (Mahé, Islas Seychelles) en el atunero “Txori Eder”, de la armadora “Inpesca” de Bermeo. Es en este barco donde comienza su vida alrededor de la pesca del atún “al cerco”, esta vez en el Océano Índico. Se enrola como marinero en la primera marea, y en una ocasión llega a sustituir al “panguero” oficial.

El atunero “Txori Eder”, años ochenta, de la armadora vasca “Inpesca”.

El “Txori Eder”, en vasco “Pájaro Hermoso”, acabaría desguazado en 2007.

Islas Seychelles, 1985. En el “Txori Eder”, con un “merlín” recién pescado. Varios baioneses en la captura: Manolo “O Bujo”, de O Burgo, ”Chiño”, el contramaestre, de Sabarís, y Ángel, de Baiona. Con ellos, varios compañeros seychellanos. (Archivo familia Leyenda Rodríguez)

Islas Seychelles, 1986. Otro “merlín” capturado en el “Txori Eder”.

Navidad de 1985 en el “Txori Eder”. En el comedor, entre otros, Marcial López, de Baiona, y Rubén, un uruguayo asentado en Baiona desde hacía años.

En enero de 1986, desembarca en Port Victoria para disfrutar de las correspondientes vacaciones.

El “Txori Eder”, pescando en aguas del Océano Índico.

Logotipo de la armadora vasca “Inpesca”, “Compañía Internacional de Pesca y Derivados, S.A.”, fundada en 1972.

De regreso “al atún”, abril de 1988, embarca de nuevo en Dakar (Senegal) en el atunero “Montefrisa Nueve”, siguiendo en su anterior puesto de camarero. Pescan por el Atlántico Sur.

El “Montefrisa Nueve”. Arriba, atracado en puerto. Abajo, saliendo de Vigo rumbo al Golfo de Guinea con la “panga” remolcada a popa. (Foto ALF-VIGO).

<<Con el baionés “Ardilla” organizando -cuenta “Quin”-, celebrábamos siempre la fiesta pamplonica de San Fermín. Así que desde primerísima hora de la mañana, nos poníamos los pañuelos rojos al cuello, y permanecíamos con ellos todo el día. Hasta los mismos perros del barco lucían los pañuelos rojos. >>

Principios de los años noventa. Un día de San Fermín en el “Montefrisa Nueve”. Arriba: Yosu Ojeda, de Bermeo; el “panguero” baionés “Ardilla”; el vasco Ángel; Felix, el cocinero, de Bermeo; el baionés Jaime Vilar y el camarero Joaquín Álvarez Leyenda. Abajo: Xavi, de Bermeo; Manolo, de Goyán; y los baioneses Kiko, el contramaestre, y Tano, marinero. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Después el cocinero nos hacía un menú especial de acuerdo con la celebración, y al final de la jornada, no faltaba la clásica “churrascada” en cubierta. “Los Sanfermines” se habían convertido en una fiesta tradicional en el “Montefrisa Nueve”, y primero, durante mis seis años de camarero, y luego, en mis otros diez de Patrón de Pesca, disfrutamos cada vez de una fraternal jornada. En este barco, con los baioneses “Ardilla” y “O Crispín” de jefes de ceremonias, se gozaba de un extraordinario ambiente, con un enorme compañerismo y mucha alegría con que compensar la lejanía de la familia. >>

En el “Montefrisa Nueve”, 1988. Arriba: “Quin”, en un momento de descanso en cubierta con los perros del barco. Abajo: en el comedor de oficiales, en sus funciones de camarero, con la mesa ya preparada. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Años ochenta. El “Montefrisa Nueve” pescando en Costa de Marfil.

Costa de Marfil, años noventa. En el “Montefrisa Nueve”, cediéndole el exceso de pesca de atún a un barco cubano. En la imagen, los marineros baioneses Manuel López Goce, “O Crispín”, y su primo Jesús Goce.

Años noventa. El baionés Manuel López Goce, “O Crispín”, en el “Montefrisa Nueve”, de faena en alta mar. (Archivo familia López Goce).

El 9 de mayo de 1992, Joaquín Álvarez Leyenda desembarca del “Montefrisa Nueve” en Mindelo (Cabo Verde) para disfrutar de su período de vacaciones, y es cuando decide quedarse en tierra durante un año para sacar el título de Capitán de Pesca.

“Quin”, ya desde niño, fue un estudiante destacado, y los padres, viendo sus condiciones, lo orientaron siempre al estudio. Tras sacar con cierta facilidad los dos grados de FPA en Eléctrónica, su proyecto siguiente, Ingeniería de Telecomunicaciones, quedaría truncado a causa del 23F de Tejero en 1981. Pero desde su puesto inicial de marinero, enseguida surgiría en él la idea de cursar estudios por libre en la Escuela Náutico Pesquera de Vigo, y formarse para puestos de escala superior. Así fue como sacó sus títulos de Patrón de Litoral y de Altura sin ningún problema, aprovechando sus meses de vacaciones para examinarse. El siguiente paso era conseguir el título de Capitán de Pesca, y para este empeño no le quedaba otra opción que asistir presencialmente durante un curso completo a la escuela. Absolutamente dedicado al estudio, aprueba el curso con brillantez, y en 1996 recibe el título oficial, tras los pertinenetes días de mar.

Cuadro de Honor de la Promoción de Capitanes de Pesca de 1995-96. Joaquín Álvarez Leyenda, el primero por la izquierda del grupo de alumnos aprobados.

Recién finalizado el curso en la Escuela Náutico Pesquera, el armador del “José Almuiña”, a través de su hijo José Vázquez Almuiña, patrón del barco y amigo de juventud de “Quin”, le pide enrolarlo como Patrón de Costa, sustituyendo al titular que había caido enfermo. Embarca en Vigo el 25 de junio de 1993 como 2º Patrón. Faenan por las Islas Azores “al palangre”, a la captura del espada. Después de cinco meses de mareas, desembarca el 22 de noviembre.

. 1993. El pesquero baionés “José Almuiña”

Pasado el tiempo normal de vacaciones y el disfrute de las Navidades con la familia, el 16 de febrero de 1994, Joaquín Álvarez Leyenda embarca en Abidjan, en el atunero “Monteneme” de la compañía “Cantábrica de Túnidos, S.A.” de Malpica. A partir de ahora, acabada su situación de marinero y de camarero, faenará en funciones de oficial, en este caso como Oficial de Puente. Permanecerá en este barco durante un año y cuatro meses, pescando en el Océano Atlántico. Desembarca en Dakar el 7 de Julio de 1995.

El atunero “Monteneme”, siempre con marineros baioneses entre su tripulación.

De toda la zona de pesca de la África atlántica, el puerto de Abidjan (Costa de Marfil) es el más importante de todos, y a donde acude la mayoría de la flota atunera a realizar sus descargas de pescado, el aprovisionamiento de víveres, de gasoil, pequeñas reparaciones, revisión de los desperfectos de la red… Y es también punto de embarque de los marineros que se incorporan, y punto de desembarque de los que salen de vacaciones. En Abidjan es normal realizar el cambio de turno de la tripulación.

Entrada al puerto de Abidjan por el Canal de Vridi.

<<La ciudad y el puerto de Abidjan -explica “Quin”- se encuentran situados en la inmensa Laguna Ébrié, de 80 kilómetros de lonjitud, y con numerosas islas a las que hay que llegar en cayuco o en los barcos de río. La laguna conecta con el Océano Atlántico a través del Canal de Vridi, obra de los franceses al finalizar la Segunda Guerra Mundial, inaugurado en 1951, y que tiene dos kilómetros de largo por 350 metros de ancho. Abidjan, con más de cinco millones de habitantes, es una de las ciudades más pobladas y modernas del continente africano. Capital económica y principal de Costa de Marfil, es centro comercial y financiero del país, con una potente industria alimen-

taria, maderera, minera, química… y base automovilística de distribución para el continente africano. >>

Canal de Vridi, que une el Atántico y la grandiosa Laguna Ébrié, donde se ubica el gigantesco puerto de Abidjan. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Por la parte derecha del canal en sentido ascendente -continúa explicando “Quin”- , se encuentra la parte moderna de Abidjan, con unas instalaciones portuarias formidables, toda clase de industrias y un espectacular centro de la ciudad. Hay un contraste muy llamativo con la parte izquierda del canal, donde se conservan los pueblos nativos con sus cabañas, sus cayucos, y su forma de vida casi ancestral. >>

Un cayuco, lleno de nativos, navegando por el canal. (Archivo fam. Álvarez Leyenda)

Imágenes de las zonas indígenas de la región de Abidjan, que contrastan con la modernidad de la ciudad. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Comarca de Abidjan, con los pueblos y ciudades alrededor de la Laguna Ébrié, y el Canal de Vridi en la parte inferior del mapa, que la comunica con el Atlántico.

La moderna ciudad de Abidjan, con cinco millones de habitantes, y las excelencias urbanas más avanzadas.

Descarga en el puerto de Abidjan. Las jaulas aguardan en el muelle a su transporte a contenedores, que las llevarán a fábricas locales, o a barcos con destino a España.

Un atunero descargando en el muelle de Abidjan.

Los marineros aprovechan la descarga del pescado, para revisar la red sobre el mismo muelle de Abidjan.

En junio de 1996, “Quin” embarca en alta mar como Primer Oficial de Puente en el “Montecelo”, un atunero de la armadora gallega “Calvopesca”. Dos años después, 1998, pasa a Capitán de Pesca sustituyendo al titular durante sus dos meses de vacaciones. En Vigo vuelve a Primer Oficial de Puente. En esta situación, alternando un puesto con otro, permanece hasta 2002, donde queda definitivamente asentado como Capitán de Pesca al establecerse en cuatro meses el período de vacaciones. Continúa en el puesto hasta marzo de 2003. En estos siete años que vive sus primeros tiempos como Capitán, el “Montecelo” se mantiene pescando en el Golfo de Guinea.

Ribeira (A Coruña), años dos mil. El buque atunero “Montecelo”, de la armadora “Calvopesca” de Carballo (A Coruña).

El “Grupo Calvo”, además de tener su flota de barcos, es un destacado fabricante de conservas, con ventas en sesenta y cinco paises de los cinco continentes.

El “Montecelo” en alta mar, recién finalizada la maniobra del cerco. La “panga” ya preparada para acabar su trabajo, y a su lado, un “speed-boat”.

Ribeira (A Coruña), años dos mil. El buque congelador “Montecelo”, saliendo a la campaña del atún, con la “panga” en su lugar en popa.

Caracteríticas Técnicas del atunero Montecelo Diseño: CND-1303. Atunero: Montecelo. Armador: Calvopesca. Año: 1980.Eslora: 76,75. Capacidad: 1.360 M3

Diecisiete años después, en noviembre de 2003, Joaquín Álvarez Leyenda regresa al “Montefrisa Nueve”, en el que había desempeñado el puesto de camarero durante seis años. Ahora volvía con el cargo más alto del buque, Técnico de Pesca. El atunero pertenecía en la actualidad a la armadora “Calvopesca” de Carballo (A Coruña), con la que venía trabajando desde 1996 en el “Montecelo”. El feliz reencuentro para “Quin” se produce en el puerto de Abidjan.

“Montefrisa Nueve”

“Quin”, en su regreso, pasará de ocupar la cocina y los comedores, al lugar más emblemático del barco, el puente de mando. Se encontrará con viejos compañeros de Baiona, que desde ahora estarán bajo su mando. Entre ellos dos muy queridos, Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, y Manuel López Goce, “O Crispín”, excelentes marineros, que van a alegrar la vida a bordo a toda la tripulación. <<Eran muy divertidos -cuenta Quin”-, pero también buenos trabajadores. Cuando llegaba la hora de descanso,

siempre estaban dispuestos para organizar algo. Alrededor de ellos se vivía un buen ambiente y un enorme compañerismo. Hubo ocasiones en que los mismos oficiales bajaban al comedor de los marineros, solo por disfrutar de las ocurrencias de “Ardilla” y de “Crispín”. >>

El “Montefrisa Nueve” en alta mar, recogiendo el cerco. (Foto Gorka Ocio).

El “Montefrisa Nueve”, atracado en el puerto de Abidjan (Costa de Marfil).

El “Monterisa Nueve”, faenando en el Atlántico. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

El “Montefrisa Nueve”, “salabardeando” el pescado del saco..

“Montefrisa Nueve”, 2004. Recogida del “salabardo” e introducción en la “tolva”, para llevar el pescado al parque de pesca. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

El “Montefrisa Nueve”, navegando en alta mar. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Cuando llevaba un año de patrón en el “Montefrisa Nueve” -relata “Quin” un percance que les sucedió-, en una maniobra de pesca en Mauritania, tuvimos un despiste y en un lance, se enganchó la red en el eje de la hélice. Por más que lo intentamos, no conseguimos desenredarla. Incluso “Ardilla” bajó nadando hasta la helice, nada más que para confirmar la gravedad de la situación. El barco estaba sin motor y a la deriva. Llamamos a la armadora, y nos confirmaron que mandaban un remolcador desde Las Palmas, y que iba a tardar una semana en llegar a nuestra posición. Total, que decidimos que “Ardilla” nos recolcase en la “panga” hasta Nuadibú (Mauritania), el puerto más cercano. Para reforzar la marcha de la “panga”, tres nudos, nos inventamos una vela con unas lonas de cubierta, que mientras no se rompió, logramos aumentar la velocidad a cinco nudos. Llevamos el timón a mano, y desde allí dirigíamos a la “panga” para que no se desorientara en el rumbo. Tardamos en llegar algo más de dos días, pero ahorramos cuatro días de espera. >>

Mapa de Mauritania, con el puerto de Nuadibú.

<<Al llegar a Nuadibú, enseguida se personó un buzo llegado en avión, y resolvió el enganche bastante rápido. Al eje le faltaba el guarda-cabos, no se supo por qué razón, un capuchón protector que lo cubría desde la salida del interior del barco hasta la misma hélice, y la red se había enganchado precisamente en unos tornillos del eje que quedaban al descubierto al faltar la protección. Con las revoluciones de la marcha, acabó absorviendo parte de la red al interior del barco, e impidiendo así el funcionamiento del motor. Desde allí ya salimos de regreso a España, haciendo la descarga en Ribeira (A Coruña), para luego llevar al “Montefrisa Nueve” al varadero de Cardama en Bouzas (Vigo), en donde le sometieron a toda clase de reparaciones. >>

Angola, años ochenta. En la “panga” del “Montefrisa Nueve”, “Ardilla” con los senegaleses Mamadú y Aliú. Delante, Churi en un “speed-boat” .

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, el “panguero” del “Montefrisa Nueve”.

La complejidad en la dirección y control de un buque atunero como los que faenan en la actualidad por los mares del mundo, da lugar a que se produzcan contratiempos de vez en cuando en forma de las averías más diversas. <<En 2007 -cuenta “Quin”-, estando en mi período de vacaciones, el ”Montefrisa Nueve” entraba en dique seco para realizar una serie de reparaciones de mantenimiento. El “Astillero Carena” de Abidjan (Costa de Marfil), fue el encargado de llevar a cabo el trabajo, y una vez finalizado, se procedió a bajar el atunero del dique. Una mala operación al salir, en la que no se tuvo en cuenta la distribución adecuada de los pesos del barco, provocó que se tumbase de un costado al ser depositado en el mar, con la quilla al cielo, y que no volcó por completo gracias a uno de los pivotes del pantalán de separación del muelle en ese lugar, que detuvo el casco del barco en su proceso de inclinación. >>

Abidjan (Costa de Marfil), octubre de 2007. El “Montefrisa Nueve”, volcado de estribor, a su salida del dique seco del “Astillero Carena”. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

El pantalán de separación del muelle allí existente, evitó que el “Montefrisa Nueve” volcará totalmente. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

En febrero de 2008, José María Martínez Casares embarca en el “Montefrisa Nueve” , entre otras cosas, con el fin de realizar un documental sobre la vida diaria en el barco. Se trata de un químico jubilado de la conservera “Calvo” en Carballo, dedicado a analizar todos los procesos de fabricación. Casado con Herminia Calvo Pumpido, de la familia propietaria, era un socio más de la empresa.

“Montefrisa Nueve”, febrero de 2008. El quimico jubilado de la conservera “Calvo”, José María Martínez Casares, en la sala de máquinas del atunero, realizando un documetal sobre el barco.

Una toma del documental, con “Quin” a la derecha, oteando el horizonte desde los prismáticos, en busca del “cardumen” de atún.

Arriba: el “salabardo” recogiendo el pescado del “saco” del cerco. Abajo: “Quin”, el patrón de pesca, vigilando la subida del “salabardo” repleto de atún, dispuesto para vaciar en la “tolva”. (Documental José María Martínez Casares).

Marzo de 2008. “Quin” Álvarez Leyenda, el patrón, siempre atento a todas las maniobras del “Montefrisa Nueve”, recogiendo un atún caido sobre cubierta, y depositándolo en la “tolva”. (Documental José María Martínez Casares).

Marzo de 2008. Comedor del “Montefrisa Nueve”. A la izquierda, José María Martínez Casares, “Ardilla” y al otro extremo del banco, Javier Lois, el contramaestre, natural de Cambados El químico retirado estuvo a bordo durante los meses de febrero y marzo, rodando el documental.

Marzo de 2008. “Quin” y el Jefe de Máquinas, en el Salon de Oficiales del “Montefrisa Nueve”. (Documental de José María Martínez Casares).

Comedor de Oficiales del “Montefrisa Nueve”. De derecha a izquierda: “Quin”, el patrón de pesca, Jon Ander, el capitán del buque, un camarero y el electricista. (Documental de José María Martinez Casares).

Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, patrón de pesca del “Montefrisa Nueve”

José María Martínez Casares, el autor del documental, dedicado junto a los marineros africanos a golpear el costado del barco para alejar a los atunes con el ruido. Finaliza el video con estas palabras a la tripulación: “Os agradezco lo bien que lo

pasé con vosotros esos días que estuve a bordo. Espero volver.”

En 2010, la armadora traslada a “Quin” al “Montecelo” durante veinte días para hacer una sustitución del Técnico de Pesca. Cambia de barco en alta mar, y regresa al “Montefrisa Nueve” de la misma manera.

Fiesta de San Fermín a bordo del “Montefrisa Nueve”. Arriba: los baioneses Jaime Vilar, Kiko, el contramaestre, y Tano -con el perro-, y el último, Ikaki, de Bermeo. Abajo: Josu y Felix, de Bermeo, Manolo, de Goyán y el vasco Ángel.

Arriba: Felix, el cocinero, los baioneses Jaime Vilar, Kiko y Tano, e Ikaki de Bermeo. Abajo: Josu, de Bermeo, Jesús, el capitán, Manolo, de Goyán y Ángel.

<< ¿Me preguntas si tuvimos algún percance más de cierta importancia? En dieciséis años en este barco, lo raro sería que no ocurriese algo más -contesta “Quin”-. En una ocasión, regresando de Abidjan de la descarga, cargamos combustible en un mercante, y llevábamos navegando varias horas hacia nuestra posición de pesca. De repente, a las dos de la mañana, saltan las alarmas de incendio en la Sala de Máquinas. Se intentó sofocarlo con rapidez a base de extintores, pero las llamas se encontraban tan extendidas, que hasta era imposible entrar en la sala con los trajes especiales de los que disponíamos. La primera consecuencia fue que nos quedamos sin motor principal, y tuvimos que aislar la sala en los compartimentos estancos para tratar de que el incendio no se propagase más. Mi orden inmediata a toda la tripulación fue prepararse para desalojar el barco, siguiendo el protocolo indicado para estos casos: colocación de salvavidas, disponer la “panga” con mantas, víveres, botiquines, radio, balizas, bengalas, reserva de gasoil… Nos encontrábamos a 120 millas del puerto. Los oficiales nos mantuvimos en nuestros puestos, y ya habíamos ordenado bajar la “panga” al mar. “Ardilla”, el “panguero”, se negaba a dejarnos en el barco, y quería esperarnos a toda costa… En estas dudas, dispusimos de la última posibilidad que nos quedaba para controlar la situación: utilizar el dispositivo de CO2 para estas emergencias. Se vació de gente toda la zona, se cerraron hermeticamente las compuertas, y se inyectó por las tuberías el CO2… Si no funcionaba al momento, solo nos quedaba abandonar el barco… Y funcionó, lo apagó al instante, y luego solo hubo que apagar los rescoldos que quedaron por la sala. Habíamos informado a la compañía de lo sucedido, se le dio nuestra posición, y les comunicamos que nos encontrábamos sin motor y a la deriva. Nos contestaron que envíaban un remolcador en nuestra busca, que saldría a media mañana del día siguiente. Antes, el Seguro debía depositar una importante cantidad en la cuenta de la empresa remolcadora, y para eso tenían que esperar a la apertura de los bancos. Calculaban que tardaría

cuatro días en llegar, después de realizadas las oportunas negociaciones. Y si hace unos años, tuvimos que recurrir a la “panga” para que nos remolcase al puerto más cercano -aquella vez a Nuadibú (Mauritania)-, en esta ocasión hicimos exactamente lo mismo. Así que “Ardilla”, en la “panga”, poco a poco nos fue llevando hasta llegar a Abidjan. Tardamos algo más de un día, favorecidos por la corriente a favor de dos nudos, y por lo tanto ahorramos tres días de espera, más los cuatro de regreso una vez reparados los desperfectos del incendio. >>

La “panga” del “Montefrisa Nueve”. El baionés Herminio Leyenda, “Ardilla”, el “panguero”, con sus ayudantes senegaleses Mamalú y Aliu.

Herminio Leyenda, “Ardilla”, en la “panga” del “Montefrisa Nueve”.

Después, ya con calma, se buscaron los orígenes del incendio. Al parecer, un marinero africano de guardia en la sala de máquinas, abandonó su puesto antes de la llegada del correspondiente relevo, que por otro lado, se estaba atrasando. En ese tiempo sin vigilancia, un “tanque de diario” -con más o menos 800 litros de gasoil- de los que alimentan los motores auxiliares, rebosa su contenido y cae sobre el motor principal, esparciéndose sobre el piso de la sala de máquinas. El elvado calor de los motores, acaba por prender en el gasoil y provoca el inmediato e imparable incendio.

Incendio en el “Montefrisa Nueve”, 13 de octubre de 2010. El cableado y las piezas plásticas de la sala enseguida prendieron con las primeras llamas, y el incendio se extendió rapidamente. Se produce un humo incontrolable que impedía por un lado, la respiración, y por el otro, la visión de la situación. “Tardamos veinte día en reparar y cambiar todo el cableado para poner operativo al barco.”, aclara “Quin”.

<<Unos meses antes de mi marcha definitiva del “Montefrisa Nueve” -relata “Quin”-, recibimos una petición de auxilio del “Almadraba Uno”, por entonces también propiedad de “Calvopesca”. Había embarrancado a las cinco de la mañana en las Islas Madelaine, en Dakar, al coger la ruta erronea para sobrepasar las islas. Nosotros íbamos a entrar en Dakar a las seis de la mañana para descargar. Fuimos en su ayuda, pero por mucho que lo intentamos, no se consigió recuperar el barco, que al final sería desguazado allí mismo. >>

Islas Madelaine (Dakar), mayo de 2013. El “Almadraba Uno”, embarrancado entre las islas. A pesar de los esfuerzos por reflotar el atunero, no se logró. En la imagen de arriba, la ciudad de Dakar al fondo. Abajo, el monumento “El Renacimiento”, formado por un gerrero, una mujer y un niño, emblema de Dakar, que evoca la liberación de la esclavitud en África. El monumento se ve desde veinte kilómetros a la redonda. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Después de varios años demandando una reparación seria del “Montefrisa Nueve”, tras las costantes averías que sufría a menudo, de tal forma que no había marea en la que no perdiesen un mes en el dique, Joaquín Álvarez Leyenda toma la decisión de dejar su puesto de Técnico de Pesca que desempeñaba desde el 2003. En octubre de 2013, desembarca en Dakar (Senegal) para disfrutar de sus vacaciones, y ya no volvería a su querido barco muy a su pesar. Dejaba atrás seis años como camarero, y diez como Técnico de Pesca, y una excelente relación profesional con “Calvopesca”. <<Al año y medio después de que yo me fuera, “Calvopesca” se gastaría seis millones de euros en una reparación total del “Montefrisa Nueve”. >>

Titulo de Capitan de Pesca de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda. Empezaría a ejercer el título en 1998, con la armadora “Calvopesca”, en el atunero “Montecelo”. Dejaría la compañía gallega en 2013, después de quince años como Capitán de Pesca en sus barcos.

<<La última avería que tuvimos en el “Montefrisa Nueve” -explica “Quin”-, que ya agotó mi paciencia, fue la rotura de la tubería principal del aceite hidráulico, imprescindible para el funcionamiento de todas las gruas y elementos hidráulicos del barco. >>

<<En abril de 2013, durante una largada a las seis de la mañana, con la “panga” y la red en el cerco, revienta de repente dicha tubería, y queda el barco inutilizado. Cuando se intentó repararla, nos la encontramos completamente podrida e imposible de soldar. El Jefe de Máqinas, el gallego Manuel Filgueira, se inventó una cubierta metálica para tapar la zona afectada, que luego soldó alrededor con bastantes dificultades, evitando así la perdida del aceite. Tardamos casi seis horas en reparar la avería, y mientras tanto la red en el mar sin poder recogerse. La gigantesca red, de 1.650 metros de largo por 250 de altura, -valorada en cerca de un millón de euros- era lo más importante en recuperar, pero al iniciar el proceso con las gruas, nos encontramos con los cables y las cadenas totalmente enroscados, los paños de la red enrollados ensimismo… Tardamos treinta y siete horas seguidas de esfuerzo continuado de la tripulación en conseguir subirla a bordo, y para ello, bastante rota. Y menos mal que contamos con la ayuda inestimable del “Playa de Azkorri”, barco de la compañía “Pevasa”. >>

17 de abril de 2013. Parte de la tripùlación del “Montefrisa Nueve” en el intento desesperado de recuperar la red. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

Cables rotos, y enredados con la red, las corcheras amontonadas… Un desastre.

La tripulación del atunero, intentando la casi imposible recuperación de la red, de un valor aproximado a un millón de euros. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Para disponer de una red de un atunero se necesitan hasta tres meses de trabajo. Dos meses en fabricar los paños, y luego uno más en armarla. Supone, además, que mientras se prepara una nueva, el barco pierde todo ese tiempo de faena. Nosotros, después de los tres días de trabajo sin parar, pudimos pescar de nuevo con el “Montefrisa Nueve”. Los rederos de la tripulación fueron reparando los muchos desperfectos de la red. >>

Trabajando día y noche sin parar durante treinta y siete horas.

El atunero “Playa de Azkorri”, de la armadora “Pevasa”, colaboró decisivamente en la recuperación de la red. (Archivo familia Álvarez Leyenda).

<<Cuando les anuncié a los de “Calvopesca” que me iba, insistieron repetidamente para que no me fuera, prometiéndome que llevarían a cabo la reparación del barco, que mejorarían las condiciones… Yo ya había dado mi palabra a la nueva compañía, y de ninguna manera iba a faltar a mi palabra. >>

Atlático Sur, 2008. Joaquín Álvarez Leyenda, ejerciendo como Técnico de Pesca en el “Montefrisa Nueve”, de la armadora “Calvopesca” de Carballo (A Coruña).

Joaquín Jesús Álvarez Leyenda llevaba trabajando veintiséis años con la compañía “Calvopesca”. Era ya como un patrón de la casa, que primero en el “Monteneme”, luego en el “Montecelo” durante siete años, y más tarde en el “Montefrisa Nueve” durante diez, se había ganado la total confianza de la armadora gallega. El anuncio de su marcha fue recibida con enorme disgusto por los dirigentes de la empresa, que al margen de su trabajo profesional, mantenían con él una excelente relación personal. También nos consta que “Quin” dejó la empresa con tanto o mayor disgusto que sus superiores, y en cierta forma, obligado por mantener su personalidad respecto a la necesaria y ya inaplazable reparación del “Montefrisa Nueve”, que no se llevaba a cabo a pesar de sus insistentes reclamaciones.

Grupo Calvo Descricción

Somos una compañía global de alimentación especializada en conservas de pescado, que ofrece una amplia variedad de productos saludables y nutritivos a millones de personas en todo el mundo. Hoy estamos presentes en más de 65 países a través de nuestras tres marcas principales, referentes de alimentación de calidad: Gomes da Costa, Calvo y Nostromo; contamos con más de 4.500 colaboradores y tenemos plantas de producción en España, El Salvador y Brasil. Somos firmantes del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, socios de Forética, estamos adheridos al Código de Buenas Prácticas Mercantiles en la Contratación Alimentaria y somos miembro de Amfori, la principal asociación comercial global dedicada al comercio abierto y sostenible.

Fundador: Luis Calvo Sanz Fundación: 1940, Carballo Número de empregados: 4.000 Produtos: Conservas; Pratos precociñados Sede: Carballo Filiais: GDC Alimentos S.A., Nostromo Spa, Calvo Distribucion Alimentaria, S.L.U., Conservera De Esteiro S.A.U.

CALVO EN CIFRAS

Presencia comercial en 65 países Colaboradores 4548 en todo el mundo Facturación 593.9 M€ Alrededor de 1500 productos

NUESTRAS MARCAS

Flota del Grupo Calvo

Grupo Calvo cuenta con una flota propia compuesta por 7 buques atu neros, 2 buques mercantes y 2 buques de asistencia. Realizan sus capturas de especies tropicales en aguas ecuatoriales internacionales y en países ribereños tanto del Océano Atlántico Oriental (Angola, Cabo Verde, Costa de Marfil, Guinea Bissau, Gabón, Mauritania, Sao Tomé y Príncipe, Senegal y Sierra Leona), del Océano Pacífico Oriental (El Salvador), y en el Océano Pacífico Occidental (Kiribati y Tokelau).

Mapa de la Presencia Internacional del “Grupo Calvo” . Cuando los buques salen de puerto, utilizan diferentes técnicas de localización de los bancos de atún, desde los prismáticos a los equipos electrónicos. La técnica de captura es denominada cerco de jareta, que aprovecha la tendencia de los atunes a formar cardúmenes. El buque, mediante un barco auxiliar denominado panga, rodea el banco de atunes con una red. El barco cierra el arte y lo recoge tirando de un cable que pasa por las anillas que la red lleva en el fondo. Una vez formada la jareta (saco), el atún es subido a bordo mediante los salabardos. La maniobra completa de pesca se denomina largada. Los períodos de pesca se dividen en intervalos de tiempo, desde que el buque sale de puerto, hasta que vuelve con las bodegas llenas de atún. A esto es a lo que denominamos una marea. Una vez que el buque atunero entra en puerto se produce el trasbordo a los buques mercantes del Grupo Calvo: “Montelaura” y “Montecruz” . Los buques atuneros de Grupo Calvo tienen prohibido el trasbordo en alta mar, tanto por nuestro compromiso por apoyar las mejores prácticas pesqueras como por razones de seguridad para la carga y la tripulación. Los buques mercantes frigoríficos son los encargados de transportar la materia prima a las plantas de producción del Grupo Calvo, en perfectas condiciones de frío y humedad.

Factoría central del “Grupo Calvo” en Carballo (A Coruña).

<<El “Grupo Calvo” es una de las empresas más destacadas del mundo en el sector de la alimentación -comenta “Quin”-. Fundada en 1940, sigue siendo en la actualidad una empresa familiar, manteniendo siempre a lo largo de sus ochenta años de existencia, la presidencia y los puestos directivos en manos de familiares. Una de sus características principales es la excelente relación que mantiene con sus trabajadores. Nosotros los marineros, recibimos un trato muy cordial de los responsables del sector de la pesca. >>

<<Yo personalmente, después de siete años alejado de “Calvopesca”, sigo conservando buenas relaciones con sus dirigentes. Uno de ellos, muy afectuoso con los baioneses, pasa el veraneo en su chalet de Monte Lourido. >>

Factoria de conserva del “Grupo Calvo” en La Unión (El Salvador).

En busca de la mejor materia prima

A finales de los 70, la compañía tomó una decisión estratégica: el desarrollo de una flota propia para asegurar el aprovisionamiento de materia prima y garantizar la cantidad y la calidad del atún necesario para hacer frente a la creciente demanda de productos. En 1979 incorporamos el primer atunero, el “Montecelo”, con una capacidad de 1.000 toneladas. Le siguieron otros como el “Montefrisa” , 1.000 tm. el “Monteclaro” , 350 tm. y el “Monteneme” , 450 tm. Esto nos permitió acceder a nuevas zonas de pesca en busca del mejor producto y mejorar la gestión y el control del flujo de la materia prima a nuestras plantas. Disponer de flota propia nos permitió no solo garantizar el suministro de producto de calidad sino también ser parte activa en asegurar la sostenibilidad de la materia prima y del conjunto de nuestra actividad.

En enero de 2014, después de veintiséis años con “Calvopesca”, Joaquín Álvarez Leyenda cambia de armadora. Embarca en alta mar como Técnico de Pesca en el atunero “Playa de Azkorri” de la compañía “Tunatlántic” de Cabo Verde, que faena por el Golfo de Guinea.

Libreta de Marinero. Registro de su primer embarque en el “Playa de Azkorri”.

El buque atunero congelador “Playa de Azkorri”, de la empresa gallega “Pevasa”.

El “Playa de Azkorri”, de la armadora “Pevasa”, con una tripulación de veintiocho hombres.

PLAYA DE AZKORRI

Buque construido para la empresa Pevasa (Pesquería Vasco Montañesa, S.A.) que faena en el Atlántico con bandera de Belice. Es un atunero congelador proyectado para la pesca del atún por el sistema de cerco en caladeros situados en los Océanos Atlántico, Índico y Pacífico. El buque fue diseñado buscando el ahorro de combustible y la mejora de la eficiencia energética y propulsiva, de ahí que se hayan empleado materiales como el aluminio, el acero de alta resistencia para reducir espesores, y peso, tuberías de fibra y polietileno para reducir pesos y mantenimiento, etc. Dispone de 16 cubas autoportantes (no estructurales) para la congelación y conservación del atún. Las capturas de pescado se congelarán en las cubas de pescado por el sistema de inmersión en salmuera, conservándose posteriormente el atún congelado en seco en dichas cubas. Las formas se han generado buscando el mayor rendimiento hidrodinámico, para lo cual inicialmente fueron optimizadas mediante el uso de CFD en el Canal de ensayos hidrodinámicos de Marín y posteriormente se realizaron ensayos de canal –remolque, autopropulsión y cavitación– en el CEHIPAR. El Playa de Azkorri fue entregado en 2009

Arriba: El “Playa de Azkorri” faenando en el Golfo de Guinea. Momento de una “largada”, con la red en el cerco, y la “panga” en sus funciones. (Foto Gorka Ocio). Abajo: Atracado en el muelle, con la “panga” a un costado de popa.

“Largada” del “Playa de Azkorri” en el Atlántico Ecuatorial. (Foto Gorka Ocio).

Características Técnicas del PLAYA DE AZKORRI

Número IMO: 9476111. Nombre: PLAYA DE AZKORRI Vessel Type-Generic: Sailing Vessel Vessel. Type-Detailed: Fishing Vessel Estado: Activo MMSI: 312191000. Identificativo de llamada: V3ML9. Bandera: Belize [BZ] Arqueo bruto: 2548. DWT Verano: 2358 t Eslora Total x Manga Máxima: 87 x 14.2 m Año de construcción: 2009

Tan solo dos mareas permanecería “Quin” en el “Playa de Azkorri”. En noviembre de 2014, desembarca en Las Palmas para disfrutar de sus vacaciones. En este período, la “Armadora Pereira” de Vigo contacta con él, y le ofrece el puesto de Patrón de Pesca en el nuevo barco que piensan adquirir en unos meses.

Tras un acuerdo con la “Armadora Pereira”, el 16 de enero de 2015, “Quin” embarca en Abidjan en el buque atunero “Juan Ramón Egaña” como “supernumerario”. Su misión, inspeccionar el barco que se dispone a adquirir la compañía viguesa. Finalizada la inspección en doce días, “Quin” desembarca en Dakar.

Buque atunero “Juan Ramón Egaña”. (Foto Gorka Ocio)

Características Técnicas del Buque “JU AN R AM ON EG AÑ A” __________________________________________

TIPO: BUQUE ATUNERO DE CERCO. AÑ O CONSTRUCC IÓN: 1984/06 TONEL AJE: 2017 GT / 632 NT.DIMENSIONES: 77.3 x 13.6 C AP ACID AD DE B ODEG A: 1883 m 3 MOTOR PRINCIP AL: MAK 4350 CV PROPULSOR: Paso f ijo (nuevo 2000) SISTEM A FRIGORÍFICO: Agente ref rigerante AMONIACO ■ 6 Com presores de congelación expansión directa GRASSO type RC2111 de 90 CV c/u Cap de congelación 107.300 f g/hr ■ 2 Túneles de congelación HELPMAN mod HN 245 5 0-4 ■ Área de congelación 111 m2 M AQUIN ARI A DE CUBIERT A: Cinta transportadora de pescado MACUBER eléctrica ■ 1 Grúa de popa MARCO m od. HDC8 ■ 1 grúa de proa MARCO m od. HDC10 ■ Maquinilla hidráulica proa MARCO A5030 ■ Maquinilla de pesca MARCO W S 484 ■ Hauler MARCO PB78 ■ Palm eador de red (nuevo m arzo 2003) ■ 2 Lanchas rápidas auxiliares de pesca ■ Panga nueva en 2000 con m otor GUASCOR SF240T ASP de 785 CV a 1800 rpm

El buque atunero congelador “Juan Ramón Egaña”.

Últimas imágenes del “Juan Ramón Egaña”, antes de convertirse en el “Pont Saint Louis”. El color verde de su casco se cambiará por el azul de la “Armadora Pereira” de Vigo.

El 17 de marzo de 2015, el “Juan Ramón Egaña”, pasará oficialmente a convertirse en el “Pont Saint Louis”, tras ser adquirido por la “Armadora Pereira” de Vigo. El color verde del casco anterior fue sustituido por el azul. Dos días después, en Dakar, embarca Joaquín Álvarez Leyenda en el “Pont Saint Louis” como Patrón de Pesca, para vivir la primera marea del barco con su nuevo propietario.

Arriba: el “Port Saint Louis”, en plena ruta hacia el Golfo de Guinea, con una tripulación de treinta hombres Abajo: atracado en puerto con la “panga” en el agua arrimada al estribor del buque.

En julio de 2018, el “Port Saint Louis” es apresado en aguas angoleñas, y retenido en el puerto de Luanda durante un mes sin ninguna razón legal. <<Primero nos acusaron de no tener licencia de pesca -explica “Quin”. Luego de que no habíamos informado a los organismos competentes de nuestra entrada en aguas angoleñas -lo hicimos 48 horas antes de entrar ante ocho administraciones-. Informe que debía ir acompañado de una serie de datos -qué especie de pescado íbamos a capturar, que carga de pescado llevábamos en las bodegas…- para que nos autorizasen la pesca. Después resultó que en las recientes elecciones que hubo en el país, se creó un nuevo ministerio que era el que nos retenía por no recibir nuestro informe. A continuación nos acusaron de contrabando de pescado… La jueza que instruyó el caso dio por sentado que no había causas legales para retenernos… >>

Puerto de Luanda (Angola). <<Pero dado el cariz que iba tomando el conflicto, de prolongarse en un juicio que no se sabía cuando se celebraría y con serias dudas si saldría favorable, la armadora decidió “pagar” una buena multa al nuevo ministerio angoleño, que era a fin de cuentas el que se quedaba con dicho importe. La corrupción en estos paises africanos surge a menudo, y conocedores del perjucio que causan con la retención de los buques -en nuestro caso, un mes sin pescar, y el desquiciante

encierro de toda la tripulación sin dejarla desembarcar-, se acababa resolviendo siempre de la misma manera: pagando un buen dinero que liquidaba todas las “ilegalidades” inexistentes, evitando así un juicio que se presumía eterno en su duración. >>

“Faro de Vigo” publica la noticia del apresamiento del “Port Saint Louis”.

El 1 de abril de 2020, el “Port Saint Louis” desembarca en Marín, y su Patrón de Pesca, Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, sale de vacaciones, y definitivamente se jubila después de treinta y siete años de mar.

El “Port Saint Louis”, con un mazicero al costado. Sería el último buque atunero congelador de la vida marinera de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda.

La última “Libreta de Marinero” de Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, donde figura su último embarque en Abidjan, 26 de noviembre de 2019, y el último desembarque en Marín, 1 de abril de 2020. En el “Port Saint Louis” vivió sus últimos cinco años como Técnico de Pesca.

Ahora, en abril de 2021, cuando se ha cumplido su primer año de jubilado, charlamos con “Quin” en su casa en una mañana primaveral. En las paredes, estampas familiares, diplomas, fotos de algún barco, varios títulos… y “Yull”, su perro fiel, tumbado en el suelo, testigo de nuestro encuentro. En la tranquilidad de un merecido retiro, hablamos de la pesca con calma, sin ninguna prisa, de algo que ya está realizado… y “Quin” nos fue pasando poco a poco la película de su vida en la mar. Reflexivo e inteligente, no resulta demasiado expresivo en sus manifestaciones, pero en el fondo se trasluce pronto su pasión por la pesca. Por su memoria transcurren los tiempos de niño y adolescente, sus estudios en Nigrán, luego en Vigo y Pontevedra, y más tarde en Madrid. - ¿Supongo que tendrás enmarcada por algún lado de la casa una buena fotografía del teniente coronel Tejero? -le pregunto a “Quin” con cierta guasa. - Debería, pero no la tengo -me responde, riéndose-. Si no fuera por Tejero, habría estado toda mi vida laboral trabajando en industrias, empresas, organismos… como ingeniero. Así que gracias a él, pude disfrutar de la pesca durante casi cuarenta años. Recuerda sus primeros tiempos de pesca por el litoral baionés, por la costa portuguesa, por las Islas Azores, el paréntesis del sevicio militar por Marruecos, el inicio del “atún” por el Pacífico, y luego por el Atlántico Ecuatorial… <<Nunca pesqué en el Océano Pacífico -responde “Quin” a mis preguntas-, pero hubo una temporada que faenamos muy cerca, en el Mar Caribe. Fue cuando andaba en el “Montecelo”, a principios de los dos mil. Habían establecido en el Atlántico africano una veda de pesca “con objetos” durante dos meses, noviembre y diciembre, y en ese tiempo nos íbamos al Mar Caribe. Salíamos en septiembre de Dakar con destino al puerto de Guanta, en Venezuela, y permanecíamos allí hasta enero. También iba el “Monteneme”, barco de la misma armadora. Al cabo de dos años, dejamos de ir al Caribe. Por entonces, el presidente venezolano Hugo Chavez ya estaba poniendo

dificultades para la pesca, e incluso Estados Unidos se encontraba sumido en la trajedia de las Torres Gemelas, y desarrollaba una extremada vigilancia y tremendas medidas de seguridad por toda la zona. >>

Mapa del Mar Caribe.

De todas maneras, el “Grupo Calvo” mantenía permanentemente barcos atuneros de su flota pesquera en el Océano Pacífico, que abastecían a la factoría de alimentación situada en La Unión (El Salvador). En unos meses en que la fábrica estuvo cerrada por falta de atún, tiempos de Hugo Chavez, unos maleantes incendiaron la factoria. La zona de América Central pasaba unos momentos inciertos, con falta de seguridad y escaso apoyo a la pesca. <<Pero “mi mar”, el que llevo muy adentro, ha sido siempre el Atlántico Sur… así como “mi pesca” ha sido el atún. He dejado allí buenos amigos de otros barcos, con los que contactaba a diario para intercambiar información. Con el “Albacora Quince”, el “Txori Berri”, el “Mar de Sergio”, el “Sant Yago Uno”, el “Pacific Star”, el “Egalabur”… con todos ellos aún sigo ahora de jubilado hablando cada día como en mis tiempos de patrón… con algunos compañeros ya retirados como yo. >>

<<Por supuesto que en mi corazón se han quedado grabadas mis preferencias. “Mi barco”, el “ Montefrisa Nueve”, un atunero milagreiro que salía airoso de todos los contratiempos; “mi puerto”, Abidjan (Costa de Marfil), donde embarqué y desembarqué cientos de veces, y a donde acudíamos periódicamente a la descarga del atún; “mi armadora”, “Calvopesca”, con la que mantuve -aún lo hago ahora- una afectuosa relación personal más allá del trabajo… >> En la animada conversación a lo largo de la mañana, hacemos repaso del mundo del “atún”, y me surgen cientos de preguntas que le voy pasando sobre la marcha. << ¿Las personas admiradas en mi profesión? Muchas, pero como patrones de pesca, sobre todo, los baioneses Tito Florente y Ricardo Blach, que han sido toda una institución. El primero fue patrón y accionista de “Inpesca”, y estrenaba todos los barcos nuevos de la compañía:el “Txori Zuri”, el “Txori Aundi”, el “Txori Berri”, el “Txori Toki”… A su vez, Ricardo estaba considerado como el mejor patrón del Índico. Se hizo con una añadida fama social a causa del lamentable rapto de los piratas somalíes del atunero “Alakrana”, del que era su patrón. A raiz de este suceso, se retiraría de la pesca. También el baionés José Antonio Vázquez Almuiña, en la actualidad patrón de un mazicero de “Pevasa”, es un gran profesional y un gran marino. Compañero de colegio, amigos de la infancia, estuve a sus órdenes en el “José Almuiña”, barco de su familia, durante una marea de cinco meses. Otro admirado patrón ha sido el baionés, José María Barreiro Fuentes, “El Ayú”, que compartió conmigo a lo largo de un año el puesto de patrón en mi último barco, el “Port Saint Louis”. Amigo desde niños y de profesión, falleció joven, a los 55 años, de una rápida enfermedad. Después, los vascos Jesús Mari Iribar e Iñigo Murelaga, el francés Jean Luc -el mejor patrón con él que yo trabajé-, el también vasco Víctor Elordui -apodado “Víctor Catorce”, considerado el mejor patrón del África Atlántica…

¿“Pangueros”? Los mejores, sin dudarlo, dos baioneses: Guillermo Leyenda, “O Conexo”, el favorito de Tito Florente, y Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, “mi panguero”. >>

Guillermo Leyenda, Mito “O Conexo”, “panguero” de Tito Florente, “El Mariscal”, y considerados, junto a Herminio Leyenda, “Ardilla”, los mejores “pangueros” de la historia del atún. (Archivo Jesús Cedeira Leyenda).

“Quin”, después de treinta y siete años de mar, ha dejado una larga estela de amigos detrás de sí. Con alguno, como “Ardilla”, posiblemente haya convivido más tiempo que con su propia familia. Con muchos otros, también pasó una buena cantidad de meses… <<Los baioneses ”Ardilla” y Manuel López Goce, “O Crispín”; el cambadés Javier Lois, contramaestre del “Montefrisa Nueve”; el vasco de Bermeo, Juan Tomás Jaio Baños; Borja, patrón del “Albacora Quince”; Iñaqui Arego, patrón del “ Galerna Dos”; José Manuel, el contramaestre; el patrón de Cangas,

Antonio Cordeiro; el vasco Deivi, patrón del “Pacific Star”; el valenciano Antonio Villena, capitán del mercante “Montelaura” de “Calvopesca”… >>

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, el “panguero” favorito de “Quin” Leyenda Álvarez. (Documental José María Martínez Carames).

Sin darnos ni cuenta, nos trasladamos a la pesca del pasado en Baiona, y llegamos a aquellos marineros pioneros que pescaban en las desaparecidas pincheiras y en los míticos barcos de madera. Haciendo historia, encontramos a todos aquellos que forjaron con sus enseñanzas las generaciones futuras de pescadores.

- Hoy en día la pesca de Baiona está prácticamente desaparecida -le comento a “Quin”. Al parecer, quedan unos pocos marineros de bajura, y otros tantos mariscadores, en este caso, mujeres en su mayoría. - Así es, pero eso no quiere decir que se hayan acabado los marineros de Baiona. Los baioneses siguen conservando el prestigio y buena fama ganados a lo largo del pasado siglo, y permanecen como marineros muy cualificados y muy solicitados en el “arrastre”, en “el atún”, en “el espada”… Llevan pescando en todos los mares del mundo desde hace más de sesenta años.

De hecho, se calcula en el terreno económico, que la pesca proporciona a las familias del Concello de Baiona un 65 % de sus ingresos, incluyendo también en ese porcentaje los cientos de marineros jubilados que existen en la villa. Baiona sigue viviendo de la pesca como en el siglo pasado. Cuando le pregunto a Joaquín Jesús Álvarez Leyenda, “Quin”, si en un hipotético regreso al pasado, volvería a ser marinero, su respuesta es rápica y contundente:

“Volvería a ser marinero, sin dudarlo.”

VIII. Con “Ardilla” por los mares del mundo

Herminio Leyenda Rodríguez, “Ardilla”, nació en Vigo el 22 de diciembre de 1956, en una época en la que su madre vivía y trabajaba durante los inviernos en casa de los Tapias, en la céntrica calle viguesa de García Barbón, donde hoy es el “NH Hotel”. Así que “Mino”, también conocido por este diminutivo, era vigués en invierno y baionés en verano, cuando los Tapias venían a “Villa Sol” de veraneo, y su madre, Pilar Rodríguez Ratel, con ellos. El matrimonio Tapias se fue haciendo mayor, y al fallecer ambos, su madre regresó definitivamente a Baiona. En aquel momento, su hijo tenía cinco años, y a partir de entonces dejó de ser vigués de adopción. Con esos apellidos, Ratel ella y Leyenda él, sus padres no podían negar que eran de Baiona. Y siendo Leyenda y baionés, a la fuerza su progenitor tendría que ser marinero. Bisabuelos, abuelos, padres, tíos, primos, parientes… fueron pescadores, tuvieron barcos… y de los históricos. Y hoy en día, a 2021, los Leyenda siguen pescando en todos los mares del mundo. Un viejo patrón retirado se metía con mucha guasa con un joven de la mencionada saga embarcado “al atún”: “Ándate con cuidado, que los vascos no ven con buenos ojos a los baioneses… y si son Leyenda, mucho peor”. El patrón nos aclaró por “lo bajinis” que les tenían bastante envidia, y que los Leyenda gozaban de un enorme prestigio en aquellos ambientes. De manera que Herminio pertenece a ese numeroso grupo de chicos baioneses nacidos marineros ya en la cuna, aunque en su caso la cuna no estuviese en la villa. A su padre, Herminio Leyenda Pérez, le apodaban “Ardilla”, y anduvo desde niño hasta su jubilación, pescando en los más populares barcos de Baiona. Cogió la época dorada de la sardina “á ardora”, por las costas de A Guarda y de Portugal. Llegó hasta Canarias y Marruecos a la pesca de la merluza, del mero… Y luego subió en ocasiones hasta las Rías Altas a la palometa… Total, cerca de cincuenta años de vida en la mar.

El “Almuiña”, el “Ballenato” de sus tíos “los Canero”, el “Pinzón”, el “Monchito”, el “Picacho” de los Guache, el “Canero” de Joaquín Leyenda… son algunos de los barcos en los que “Ardilla” padre anduvo faenando a lo largo de su vida.

El “Almuiña”, años sesenta. La tripulación estaba formada por marineros de Baiona con mucha historia. Entre otros: “O Papudo”, Manolo, Enrique “Boulá”, Manolo Silva, Dico Penegrín, “O Ardilla”, Piño, “O fillo da Gumersinda”…

A Coruña, 1969. El “Monchito”, del baionés Isaac. En la imagen, Pepe “Capelán”, “Rachote” y Manolo “O Barros”, tres viejos “lobos de mar” de la villa.