#10 CONSTELACIÓN
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Hyle-Astrum (Hyle
del
griego,
materia.
Astrum del latín, astros) son las palabras que Paracelso unió como Hylaster y definió como Materia Cósmica.
#10 Julio 2020 Idea original y dirección Florencia Ottaviano Licenciada en Artes Visuales UNA @florenciaottaviano Diseño y realización Fernando Llistosella Diseñador Audiovisual UBA llisto.wixsite.com/works Foto de tapa y créditos Florencia Ottaviano Fotos de editorial e índice Hache @hechohache
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hyleastrum@gmail.com @hyleastrum.materiacosmica
Esta constelación expansiva surgió del confinamiento. Encerrada, no podía ir a sacar las fotos pero podía convocar una constelación de artistas de distintas partes del mundo y de diversas áreas del arte. Finalmente fue una verdadera apertura llena de generosidad y creatividad infinita que me colma de agradecimiento.
Hay un estado de magia inagotable que se experimenta esencialmente en el proceso. Si bien la obra terminada encierra esa frecuencia, hay una intimidad sagrada en el recorrido que me interesa explorar y compartir desde su vitalidad y su misterio. Considero que la intimidad creativa es un tesoro porque siempre es un espacio de revelaciones. De despertar a lo que somos y a lo que hacemos acá. Cada Ser que abre esa puerta, invita a otros a abrirla y/o a intensificar la vivencia individual. Si bien la experiencia creativa es la vida misma; el arte nos recuerda que somos seres creados y a la vez, creadores. Despertar cotidianamente a ese hecho es una revolución. Compartir la inmensa alegría de crear, inunda la vida y el mundo de materia cósmica.
Florencia Ottaviano
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Índice 1. HACHE 2. CAROLINA DEL MAR MANTIÑAN 3. GERÓNIMO FAVALORO 4. FLOR SANCHEZ ELIA 5. FABIO MASSARO 6. SILVIA ROLDÁN 7. PABLO SALVADÓ 8. ANTONELLA SEFFINO 9. AGUSTÍN MALAGAMBA 10. CECILIA MARTÍNEZ RUPPEL 5
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HACHE “Encuentro inspiración en lo biológico, lo mineral, lo azaroso, el error, y en la infinita red de creatividad humana.”
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Nací en Buenos Aires, un 25 de febrero de 1982. Pisciano, nacido en dictadura, criado en democracia. Residente en los Andes, Cusco, Perú. Realización y Diseño Audiovisual / Gráfica / Fotografía / Videografía. A partir de libros de la infancia -ecosistemas y astronomía-, un juego de química, un banco de carpintero y un telescopio... De ahí, la contemplación y la observación, los tránsitos entre estados de la materia (química), el diseño de objetos (carpintería), y fundamentalmente lo astronómico, como conciencia de la escala de uno en el mundo/cosmos, de la finitud y lo fortuito. Parto de una observación atenta, así sea un proyecto de diseño o una exploración personal. Embeberse del asunto, para proyectar vectores de sentido. Imaginar hacia dónde podría ir. Algo de lo experimental suele abonar el proceso. Se destila en el tratamiento de la imagen. Trabajo en una pequeña casa/estudio de adobe donde vivo y experimento con técnicas permaculturales. En el proceso de edición trabajo casi siempre de noche, usualmente hasta el amanecer. Un entorno libre de distracciones imprevisibles. Música y silencio. Hidratación y condimentos. Encuentro inspiración en lo biológico, lo mineral, lo azaroso, el error, y en la infinita red de creatividad humana.
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CAROLINA DEL MAR MANTIÑAN “Me interesa esa práctica solitaria, a modo de meditación profunda, que se da en el acto de bordar, perder la noción del tiempo, la repetición, un trance.”
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Nací en Mar del Plata, Provincia de Buenos Aires, un 29 de febrero de 1980. Actualmente resido en la localidad de San Marcos Sierras, Provincia de Córdoba. Soy mamá, artista y docente. Todavía no sé a ciencia cierta cuál es mi tarea. Necesito pensarme a través de mis actos, de mis elecciones, y mi mejor manera de hacerlo a mi parecer es con las manos. Es el movimiento de mis manos, un otro hacer. Es natural para mí que algo de lo que estoy viviendo y pensando termine en un escrito, en una imagen o en cualquier actividad relacionada con lo artístico, o sea con la vida. Otra cosa, o una segunda capa, como me gusta llamarlo, es el momento de laboratorio en el que me meto después con los materiales. Pienso en las posibilidades propias del mismo, sus secretos, los mezclo, perforo, corto, pinto, dibujo, me frustro, vuelvo a hacer. Combino, desato, bordo, pego, coso, suspiro, entro en otros mundos, me doy vuelta la piel. Necesito encontrarme, entender, y todo ese proceso me hace encontrar nuevamente con el aquí: la vida. Me interesa esa práctica solitaria, a modo de meditación profunda que se da en el acto de bordar, perder la noción del tiempo, la repetición, un trance. Toda la elaboración de los textiles está relacionada en mi trabajo con actos rituales. Cada pieza, cada obra, es resultado de la acción que permite aflorar un estado anímico espiritual. Mis ritmos de trabajo son lentos, de un largo proceso de observación y relación con el entorno. A veces paso días sin dibujar, o sin tomar ningún material, esos días pueden volverse meses, durante los cuales anoto ideas, palabras sueltas, cosas que leo y que están en sintonía con mi búsqueda. Otras veces, todo eso latente explota a fuerza de florecer y me mantiene en vigilia durante otros tantos meses. 14
Mi obra es la manera más verdadera en que experimento el mundo. Una constante contradicción, una puja entre lo natural y lo sintético, entre lo humano y lo sobrenatural. Una puja de intereses para entender quién soy. Todo es ritual: un parirme a mí misma. La aguja alrededor del círculo: armo mi órbita ocular. Mi obra también es un imposible: busco que en lo visual haya una armonía ficticia, los materiales o técnicas parecen ser sutiles pero son grotescos: mezclo perlas y lentejuelas, intento acercarme a la naturaleza pero no uso materiales nobles sino sintéticos. Una imposible y descarada lucha por fundirme con algo que ya no nos pertenece como seres humanos. Piel-corteza-capas-reparación-agujas-casa-cuerpo-ritual. No puedo asociar a un momento determinado mi interés por el arte sino a estar atenta siempre a las reuniones de las mujeres de la familia alrededor de lanas, hilos, telas, y revolver con ahínco esos costureros-tesoro. La felicidad al disfrazarme, los cuentos de mi padre, las mesas decoradas con flores, los colores, los modos de hablar y moverse de las personas, los animales, los misterios... la percepción exuberante para con todas las cosas de la vida, creo que ese es mi camino hacia el arte. Al hornero la tierra lo llama.
EN LOS BORDES: NO SOY ESTOS PAISAJES
DE ROJO SANGRE
NI LOS BORDES DE LA TELA
LATIENDO?
Y LOS ATRAVIESO COMO SI LOS FUERA
RECOSTADA EN LA TIERRA
NO SOY ESTOS PAISAJES.
EN SU HUMEDAD Y SILENCIO,
¿Dónde SOY?
ENCUENTRO ALGO QUE ME RECUERDA
¿EN LAS VENAS HINCHADAS
A MI CUERPO. 15
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GERÓNIMO FAVALORO “Me vienen ganas de cantar, me escondo para crear, camino para escribir, empiezo a entusiasmarme con lo que estoy sintiendo, y ahí, la frecuencia se establece.”
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Nací en Manuel B. Gonnet, el 18 de junio de 1986. Vivo en Tigre. Alquimista, Herborista, Fotógrafo. A los 12 años es la primera vez que recuerdo haber tomado conciencia de que estaba sacando una foto. Con la sensación de que lo que veía en el visor era mucho más grande de lo que captaba el aparato, esto desde la cámara a rollo de una familia que me había pedido el favor que los retrate. Capté para la eternidad a esas personas con un valle por detrás en México. Dos años después empecé a usar ese mismo aparato en una versión digital para retratar a todo lo que se me cruzaba. Y ahí miles de sensaciones y un sinfín de cuerdas conectaron ese afuera con lo que resonaba adentro. “Lo que nos rodea tiene un mensaje codificado para quien mira y esa información entra por todos los canales libres”. En algún lugar tengo muchas imágenes creadas por la lectura... Guillermo Enrique Hudson con su libro autobiográfico “Allá lejos y hace tiempo” fue el que me inspiró al avistamiento de aves. Camuflado de pies a cabeza, cuerpo tierra, embarrado, picado por hormigas… aprendí un poco más como perciben los pájaros. Y Carlos Castañeda con “Las enseñanzas de Don Juan” también me mostró algo que hoy veo cuando relata que es un cuervo y vuela junto a otros como él y que entre ellos se ven rosas. Los cuervos no son sólo negros, tienen su variante de color y depende del observador. 20
Me vienen ganas de cantar, me escondo para crear, camino para escribir, empiezo a entusiasmarme con lo que estoy sintiendo, y ahí, la frecuencia se establece. Son sensaciones producidas por lo que veo… ¿¡hacia dónde me lleva ese color que está yendo hacia un lugar más…. más onírico!? Hay algo muy sutil que cambia adentro cuando cambia afuera en el mismo grado y viceversa. La luz es toda la información que codifico en sensaciones conectadas a otros planos y es a la 5ta dimensión hacia donde estas imágenes vuelan… sólo queda empezar a sentir y a oler todas las fragancias que están ahí. El centro es el sur interior y el tercer ojo ve más allá. Los cielos son infinitos y los colores tienen la misma cualidad, además de ser espejos de realidades infinitas. El campo de posibilidades es Él lugar para Jugar. ¡Bailo y canto! ¡la frecuencia se expande! Cuando se produce la erupción de energía se plasma la realidad sobre todo con la palabra y se disfruta con los ojos abiertos y/o cerrados. Una vez me pasó que paseando por el pasillo de los pensamientos me encontré con el color que me gustaba y lo capté para ver qué se siente. La sensación: Placer de nadar hacia Lo infinito de la conciencia con una capa de terciopelo al viento de la creatividad. ¡Fragancias y frecuencias elevadas! ¡colores infinitos!
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FLOR SANCHEZ ELIA “El riesgo, la sutilidad, los sentidos, lo oculto, el error, la intensidad, la araña, lo genuino, la forma, el pelo, lo frágil, el deseo, lo sensible, lo obvio, la materia, la magia, el miedo, el afecto.”
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Nací el 7 de enero de 1994 en la ciudad de Buenos Aires. Performer. Actriz. Dibujanta. Creadora. Desde chica, correr, bailar, cantar, disfrazarme, me gustaba mostrar distintas versiones de mí. Inventar casitas en árboles, pequeños propios mundos compartidos. Muy con lxs otrxs, con amigas, con hermanos, en relación. A los 5 años tuve un accidente, me caí del caballo, me quebré el fémur. Estuve 3 meses, con un yeso que me dejó inmóvil, en cama. Alguien me regaló un libro de Frida, me obsesioné un poco. Con ella, con su historia, con sus imágenes, con ella. Unos años más tarde se murieron el mismo año, mismo mes, mis abuelas. Ahí creo que empecé un momento menos para afuera y más para adentro. Me metí en mi mundo, exploré mi soledad. Me pasaba horas sola dibujando. Desde
ese
momento.
Siempre
con
un
cuaderno
en
mano.
Todo iba a parar ahí, en distintos formatos, un dibujito, letras, una hoja seca, descripciones, mapitas, deseos, secretos, espinas, sueños, juegos, idiomas inventados, recetas, odios y llantos. Mi espacio de trabajo es mi cuaderno y la tinta. Lo llevo siempre conmigo, en plural, los, siempre es más de uno. El de dibujos, el de un viaje, donde va todo, el de astrología, uno más chiquito, el de laburos gráficos, el que escribo lo que no quiero que nadie lea, el que puede circular de mano en mano, y así, y así, y así. Siempre la chispa inicial es un momento de abrir muchas ventanas. Ventanas- cuadernos con notas, con dibujitos, con trazos. Ventanas- archivos digitales, en la web, en la red. Ventanas- materiales. Dispongo.26Desordeno. Me desoriento, mareo, confundo.
Hay días en que eso fluye y deviene en poder empezar a tejer, a generar trama de esos retazos, pedazos, trozos. Hay otros en que sólo pareciera seguir abriendo, y estar en tantas cosas me hace no estar en ninguna, y ahí aparece el juicio y el bloqueo. Esos días prefiero entregarme a la laguna y hacer la plancha. Un baño, agua caliente, una vela, música en loop y chau taquicardia. Esta forma de sumergirme en procesos es en general estando sola. en casa. en la mesa. en el piso. Siempre constelando con otras voces, con las voces que me rodean, las que están más cerca, y las que están más lejos. Estos días de confinamiento fue ésta mi manera de trabajar. Pero estos últimos años se trató más del trabajo colectivo. Del intercambio, las alianzas, las relaciones. Formo parte de varios colectivos, de investigaciones escénicas, artes vivas, formaciones extrañas, autonomía artística, búsquedas de lenguaje, modos de vida, exploraciones sensibles, siempre de un ensayo a otro, atravesando la ciudad, los barrios, las salas, los cuerpos, los órganos. Tocando y siendo tocada. Moviendo, siendo movida. Haciendo y des-haciendo. Cuerpos inquietos, atentos, mutantes. Caminatas a la deriva, entrenar las fiestas, perderse en el cementerio de Chacarita para hacer una obra, una que relata los Diarios del Odio, otra en una obra en construcción o en un edificio abandonado en Microcentro, una que fue fiesta pagana pasada sexo-desobediente, otra de la Adolescencia la Muerte el Sur la Amistad en un sótano en Constitución, una de noches quietas y amor lésbico, inventarnos cosas para sentir cosas dice otra de las obras. Prácticas telepáticas, propioceptivas, fermentativas, utópicas-distópicas, jugando con bordes borrosos y límites difusos. el riesgo, la sutilidad, los sentidos, lo oculto, el error, la intensidad, la araña, lo genuino, la forma, el pelo, lo frágil, el deseo, lo sensible, lo obvio, la materia, la magia, el miedo, el afecto. 27
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FABIO MASSARO “Nunca sé qué va a suceder pero tengo la primera palabra en mi lengua y conozco el final cuando me siento a escribir. El resto es la materia necesaria para unir esos dos puntos.”
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Hoy, que escribo esto, tengo 54 años, pero durará poco porque nací un quince de mayo, que vuelve a ser pasado mañana. Mis padres vivían en Haedo, Provincia de Buenos Aires, pero me dieron a luz en Capital Federal y luego de pasar por varias residencias, terminé viviendo en una casa en Benavídez, Tigre. Estudié en la escuela de artes y oficios Fernando Fader y luego pasé por la Prilidiano Pueyrredón, cuando su sede estaba aún en Av. Las Heras. No sé qué me llevó a tomar un lápiz por primera vez. Andaba por la escuela primaria con una carpeta llena de ideas y dibujos que llevaba siempre conmigo, y que aún conservo. Desde ese momento, sigo viviendo en estado de observación permanente e intento descubrir qué hacer con lo que veo, cómo contarlo. Siempre dudé de todo y usualmente tengo dificultades para expresarme de manera consciente. Mi trabajo siempre es un producto que surge de algún lugar al que no puedo llegar por otros canales. Empecé a escribir en mis veintes, cuando logré terminar de leer algunos libros —para mí— fundamentales, aunque no sostuve el envión más que por un par de años, hasta que retomé el hábito un tiempo atrás. Entonces, sueldo algunos fierros, corto maderas, me decepciono y me siento a escribir. O después de cenar, cuando me quedo solo; o en una mañana de domingo. Nunca sé que va a suceder pero tengo la primera palabra en mi lengua y conozco el final cuando me siento a escribir. El resto es la materia necesaria para unir esos dos puntos. No sé qué autor anónimo dicta esos párrafos, pero días después cuando los leo, pienso: este tipo me conoce.
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A veces saco fotografías, poque hay cosas que quiero decir que no las pienso dibujar. Y vuelvo a soldar y clavar maderas cuando necesito meter más cuerpo, verme involucrado físicamente. Estar presente. Pero siempre vuelvo al principio, a ese momento que no puede ser contado de otra forma. Por suerte voy aprendiendo qué palabras llevan tilde o cómo soldar una chapa sin hacerle un agujero. Ya va siendo hora a mis 55 años.
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SILVIA ROLDÁN “Son esos los momentos en los que el sentimiento disparador de un proceso creativo emerge apenas como sensación confusa e indefinida, hasta casi llevarme al estado de ensoñación para desmenuzar y hurgarlo todo con los dedos hasta finalmente abrir el material llegando a lo intangible de su alma.”
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Nací el 9 de enero de 1955, en Mar del Plata. Vivo en Vicente López. Trabajo en mi estudio, donde también vivo hace algunos años. Genero vida con la transformación de desechos en obra poética. Nací en una familia de clase media, sin demasiada estimulación artística. Mientras viví en ese hogar no tuve acceso a museos ni galerías de arte. Nada de eso formaba parte de la cosmovisión parental. Tal vez mi madre, tuvo alguna impronta creativa, con su extensa biblioteca de libros de costura, bordados, moldería y arquitectura. Recuerdo sus mesas con ikebanas, y las prendas confeccionadas con exquisito rigor. Mi pasión era reproducir planos de las revistas y dibujar personajes de cómics mejicanos. En algún momento incursioné en la danza, seguramente por afinidad con la observación estética del movimiento. Crecí mirando el mar, y la fluctuación siempre diferente de las olas. Mi obra se desarrolla de manera paralela a la tarea docente en la pedagogía Waldorf. Mi proceso creativo nace de una mirada introspectiva de experiencias formativas en un contexto social e íntimo en las sucesivas etapas de mi vida, cada una de ellas con sus búsquedas particulares con el compromiso que me mantiene presente ante mí misma y los otros. Hubo en mi historia, una compleja negociación con cierta tendencia natural a la soledad, que es un buen lugar para salir de lugares conocidos. Son esos los momentos en los que el sentimiento disparador de un proceso creativo emerge apenas como sensación confusa e indefinida, hasta casi llevarme al estado de ensoñación para desmenuzar y hurgarlo todo con los dedos hasta finalmente abrir el material llegando a lo intangible de su alma. La génesis de mi trabajo es el arte, no sólo como creación pura, jamás exenta del dominio técnico que me han dado muchos años de aprendizaje y experimentación. La infinita libertad interior que me permite manipular, llevando la materia hasta el 38 límite de transformación. Lugar desde donde puedo inclusive enfrentarme con la
permanente terquedad escondida en el material hasta encontrar la expresión visceral de mis sentimientos en el arte textil. Ese lugar donde lo físico revela y el mundo sensorial ordena, sin prescindir de los extremos. Ese es, también, el sello de los objetos cotidianos que realizo hoy. Por eso no responden a la denominación de producto. “Sobreviviente” parte de la imagen de un planeta desprendiéndose de todo cuanto lo habita, convirtiéndose en cáscara inútil, muy lejana de la esencia misma de la Tierra. En esa etapa, fui incapaz de conceptualizar la imperiosa necesidad de cuidado y compromiso. Es una obra tristemente premonitoria. Esas imágenes del inconsciente que no pudieron ser contextualizadas, están intrínsecamente hermanadas con la amenaza que hoy nos azota. Tal vez me lo impidieron la ausencia de palabras, el nivel de evolución personal en aquel momento. O el terror. “La Performance sobre el agua” (2017), tiene un origen y destino similar. Generamos un espacio público en el que sucediera lo imprevisto. Ese acto con algo que conducía la marea y con la predisposición natural de las personas para unirse con otro como único medio de subsistencia -que tanto extrañamos hoy. La vivencia social espontánea puede generarse, aún en el caos, si éste no contradice el espíritu, desde donde un nuevo orden nacerá. Durante el proyecto de “Megajoyas para Megamujeres” (2017), fui al rescate de vidas femeninas, con un sentimiento de veneración que crecía a medida que las obras surgieron. Es mi homenaje al impacto social de sus ideas como gérmen del movimiento feminista. En esta etapa, estoy desarrollando una línea de joyas textiles, con tejidos tradicionales latinoamericanos en vías de extinción, que han recorrido los Andes con sabiduría cósmica terrenal, del respeto a los ciclos de la naturaleza. 39
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PABLO SALVADÓ “El proceso creativo es vivido como respuesta a una llamada, es para mí una gran exhalación a todo lo sucedido antes de ese momento; como si lo ocurrido durante el sueño y el tiempo transcurrido durante las horas de vigilia hayan sido la gran inhalación que luego me permitirá exhalar, finalmente, a través de una imagen.”
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Nací en la ciudad de Buenos Aires en 1978. Actualmente vivo en Medellín, Colombia, y mis tareas son la pintura y el dibujo. Uno de los primeros recuerdos que tengo sobre mi curiosidad por el arte me lleva a mi infancia. Me acuerdo de haberme pasado largo rato observando una pintura de mi padre, que estaba colgada sobre una puerta en la casa donde me crié. Colgaba llena de telas de arañas, ya que por la ubicación, creo que nadie llegaba a pasarle un plumero por encima. Era una pintura de una mujer con múltiples piernas, como si fuese un pulpo, rodeada de otros seres surreales en una escena que podría haber sido una danza. Algunos años más tarde en casa de mi abuela recuerdo quedarme absorto observando una lámina enmarcada de una escena de baile de Toulouse Lautrec y dos grabados xilo-collage de Antonio Berni con gofrados que me maravillaban porque no entendía cómo se habían hecho. Luego con mi otra abuela, la madre de mi madre, que contaba con una inmensa biblioteca y muchos libros sobre pintores, recuerdo a Cezánne, Gauguin y Van Gogh entre sus preferidos, pasamos muchas tardes mirando esas imágenes y ella relatándome cada una de las reproducciones, nombrando cada color con precisión. Mi proceso creativo: Hoy tengo algunas certezas sobre el proceso y lo que involucra, pero al ser un recuerdo, sé que dichas certezas pueden cambiar y lo harán seguramente sin previo aviso. El proceso creativo es vivido como respuesta a una llamada, es para mí una gran exhalación a todo lo sucedido antes de ese momento; como si lo ocurrido durante el sueño y el tiempo transcurrido durante las horas de vigilia hayan sido la gran inhalación44que luego me permitirá exhalar, finalmente, a través de una imagen.
Al acercarme al soporte no tengo ninguna idea previa, y la ansiedad y adrenalina que esto me produce es parte importante del motor que me guiará. Intento llegar mentalmente limpio; sé que el pequeño ritual de preparar un té, un mate, o ponerme un pantalón sucio para pintar me preparan para entrar en ese espacio tan sagrado.
He notado que por lo general sigo estos pasos: 1.Gestos: dibujo azarosamente con lápiz o pincel, tal vez con un palito de árbol y tinta china, puede ser a ojos cerrados o prestando mucha atención, de más cerca o más lejos; esto lo hago sobre tela o papel previamente coloreado de marrón oscuro, azul oscuro o el tono que elija ese día, con pigmento al agua. 2.Confiar: intento no cuestionar ningún trazo o acción. 3.Soltar: abandono la intención de representar algo, puedo cantar una canción a veces para persuadir la tentación por ejemplo. 4.Aceptar: le abro camino al lenguaje y observo la imagen permitiéndome comprender, me vuelvo permeable al mensaje. 5.Descubrir: entrar en la cueva; para mí la cueva significa encontrar un camino en esa imagen para poder tejer un relato y verme comprometido a brindarle los recursos que necesite, por ejemplo elegir si será óleo, acrílico, pastel o acuarela el medio que utilizaré. 6.Rendirse: en esta instancia, puede librarse una batalla interna entre decisiones de color y forma, por eso entregarse es necesario para mí, bajar defensas, despreciar comparaciones y solamente responder a lo que es real y está frente a mí. 7.Esperar: no juzgar, ni interpretar, esperar que la pintura seque en su atril o pegada a una pared, para poder volver a ella más tarde y retomar la tarea. 45
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ANTONELLA SEFFINO “Todo vale, algo quiere ser, estoy inmersa en el proceso, la sensación de entrega es lo que más me gusta sentir. Recibir sin esperar.”
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Nací el 15 de febrero de 1987, en el barrio de Palermo, Capital Federal. Durante mi niñez, por las tardes paseaba con mi abuelo, y en esas caminatas con él por los bosques de Palermo, terminábamos cada vez observando a los aviones despegar en Aeroparque. Estos paseos a mí me hacían viajar, me llevaban a respirar un aire de libertad, de expansión. A intuir que había “algo más”... Como también era mi mayor alegría cuando abría una caja de lápices e iniciaba en ese instante un viaje, hacia dentro, en solitario. Estos momentos de aquella infancia, creo yo, son el inicio de lo que más adelante se convirtió en la búsqueda del espacio y del proceso creativo. Siempre sentí libertad en el hacer con mis manos, y esa búsqueda nunca cesó. Podría decir que desde aquí nace mi interés por el arte, como un camino de búsqueda y libertad. Mi proceso creativo es desordenado, repentino, a veces fugaz, sorpresivo. Algo llega como un rayo o un relámpago y pulsa para ser expresado. Trabajo cuando lo necesito, la necesidad es lo que me impulsa a crear. Y allí soy llamada a entrar. En general no sé bien a dónde voy. Tal
vez
vengo
de
algún
tiempo
de
observar,
contemplar.
La manera de expresarlo es siempre diferente, suelo cambiar de materiales y soporte según la necesidad. Me gusta recolectar “tesoros” que encuentro en la naturaleza, en los viajes, las caminatas. Voy juntando aquello que llama mi atención por algún motivo, siendo ese un misterio no revelado para mí. Telas, pigmentos, hilos, acuarelas, papeles que guardé de algún momento especial. A veces el simple grafito o alguna piedra en particular para triturar y moler, probar tinturas madre de alguna hoja o flor aromática que llevo macerando algún tiempo, mica que traigo cuando viajo a las sierras. Y eso es infinito. 50 Mezclar, unir, me gusta.
En mi espacio de trabajo, que es en mi casa, necesito estar rodeada de las cosas que me inspiran, entre ellas, flores, semillas, plantas, aromas, mi mazo de tarot, algún libro, y el zafu de meditación cerca. Siempre llevo un cuaderno conmigo, en el cual registro diversas observaciones, escritos, dibujos rápidos, algo que oí y me gustó, etc. Es como mi taller móvil. Me inspira la naturaleza, el silencio, la impermanencia de las cosas. La luz. Lo invisible. Es como si buscara a través de lo material expresar lo inmaterial e invisible. Eso que se presiente, eso que está pero no se ve con los ojos físicos. Eso me mueve a buscar, a perderme, a encontrar y volver a perderme y volver a buscar... Todo vale, algo quiere ser, estoy inmersa en el proceso, la sensación de entrega es lo que más me gusta sentir. Recibir sin esperar. Es como “tocar” por un instante algo de aquello que vive fuera del tiempo, eso que nos une al Todo. Allí soy y no soy al mismo tiempo, allí me pierdo y me encuentro a la vez. En esos momentos intuyo la inmensidad y la interdependencia. Lo macro y lo micro no están en verdad separados mientras juego. Estar inmersa allí es como llenarme de esperanza, aunque sea por un efímero instante. Tres palabras que podría vincular con mi obra son: simplicidad, naturaleza, esencia.
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AGUSTÍN MALAGAMBA “Mi interés en el arte surge en la adolescencia, pintando y dibujando encontraba que el tiempo pasaba de otra manera y me fui dando cuenta de que era un espacio que podía transitar sin tener la obligación de llegar a un resultado.”
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Nací en Buenos Aires el 23 de marzo de 1985. Trabajo con diferentes disciplinas, materiales y formatos visuales. Intento pensar qué puede aportar cada una al impulso o a la idea que tenga ganas de trabajar. El resultado puede ser una pintura chiquita hecha en un rato en algún lugar de la casa, otras veces puede ser un dibujo que lleva meses de trabajo en el taller, otras un objeto que me interesa intervenir o cambiar de contexto y ver cómo funciona en esa forma o lugar nuevo. Mi interés en el arte surge en la adolescencia, pintando y dibujando encontraba que el tiempo pasaba de otra manera y me fui dando cuenta de que era un espacio que podía transitar sin tener la obligación de llegar a un resultado, en el que podía además conectar materiales e ideas que me parecieran interesantes. En general trabajo de manera intermitente. Hay épocas en las que me pongo a investigar, a estudiar, a ver artistas o me interiorizo en algún tema, a partir de ahí van surgiendo las ganas de experimentar, de probar con algún material u objeto y de dar lugar a que las inquietudes vayan haciéndose visibles. Últimamente empezó a ser importante dejar pasar un tiempo, ver resultados intermedios, pensar hasta dónde todavía algún material o idea se puede desplegar y de alguna manera intentar acompañar esa deriva, para de nuevo dejar pasar un tiempo y ver si aparece algo que llame la atención. Actualmente el proceso de trabajo pasa por ver qué sucede con las ideas cuando se llevan a cabo y cómo se puede colaborar con lo que va sucediendo y resuena. Intentar de alguna manera sumar de a poco y restar de a poco.
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CECILIA MARTÍNEZ RUPPEL “Cuando creo hay una etapa en la que me siento en el infinito y a la vez en mi centro, existen todas las posibilidades y desaparece el tiempo, sea bordando, escribiendo o pintando.”
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Nací en Adrogué, provincia de Buenos Aires, el 29 de junio de 1981 y resido en un pueblo campestre de Girona, Catalunya. Mi tarea es escribir, dibujar e indagar en la creación de realidad a través del arte. Mi interés por dedicarme a todo ello nació en mi infancia y lo asocio en parte a la figura de mi abuelo Ramón, quien se crió en la selva y me leía sus propios cuentos inspirados en esos ricos paisajes y ecosistemas. Escucharlo despertó mi interés por la naturaleza y el arte; después de oír cada cuento lo ilustraba y apenas aprendí a escribir empecé a redactar mis propias historias. Guardo algunos dibujos con fecha y algún epígrafe en birome, como “así imaginó Cecilia al Pombero del cuento del abuelo Ramón”. Con el tiempo todo eso desarrolló en mí una gran admiración por la naturaleza y el deseo de indagar formas que me mantuvieran en conexión con ella, asumiéndome parte. De manera intuitiva y curiosa, descubrí que los procesos artísticos y el camino espiritual/iniciático me facilitan dicho propósito y me permiten manifestar realidad a través de lo simbólico, dándole a la palabra y la plástica el poder de construir lo nuevo que tuvieron desde siempre. Mi espacio creativo es cualquiera en tanto yo esté en armonía. A lo largo de mi vida me mudé muchas veces y sentía la necesidad de darle forma en cada hogar a un escritorio donde trabajar de forma ordenada y rodeada de amuletos e imágenes inspiradoras. En los últimos años, en cambio, una vida más nómade me llevó a fluir y aprender a producir en cualquier lado. Siempre llevo conmigo un cuaderno donde escribir y dibujar y la mayoría de poemas de mi último libro fueron escritos en aviones, autos y trenes, en movimiento. Me gusta escribir y dibujar tanto a mano como digitalmente y siempre llevo una lapicera de pluma o un estilógrafo conmigo. 62
Cuando creo hay una etapa en la que me siento en el infinito y a la vez en mi centro, existen todas las posibilidades y desaparece el tiempo, sea bordando, escribiendo o pintando. Y sobre todo en la escritura disfruto el proceso de corrección, que me permite ubicarme en lectora de mi propio trabajo para pulirlo hasta lograr captar con la máxima precisión posible lo que produjo mi imaginación. Cuanto más logro acercarme a eso más logro ser yo misma y a la vez parte de una unidad. Tanto al momento de escribir como de hacer un dibujo parto de una vivencia o idea que persigo y pulo en mí, incluso más tiempo del que tardo después en producirla. Puedo ver una liebre en el campo, por ejemplo, que me ve y huye bajo la lluvia, y si esa escena persiste en mí empiezo a autoevaluarme para descubrir qué me genera, por qué motivo me llamó la atención o a qué de mi vida me está remitiendo que me genera determinadas emociones. Cuando lo tengo claro sé lo que quiero plasmar. En ese caso, por ejemplo:
Una pequeña liebre bajo la tormenta. Me acerco a ella y nos observamos la milésima de segundos que demora en considerarme una amenaza y huir. Me quedo mirando al vacío. Caen gotas sobre mí y donde estaba el animal, una escena conocida, ausencia y agua donde un momento antes brotaba la ternura.
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Créditos y links 1. HACHE
facebook.com/hechohache - @hechohache - behance.net/hachehache Fotos: Hache, Sharon Castellanos (presentación) @sharon.castellanos
2. CAROLINA DEL MAR MANTIÑAN @carolinamantinan Fotos: Javier Cejas
3. GERÓNIMO FAVALORO
@torofavaloro - torofavaloro@gmail.com Fotos: Gerónimo Favaloro, Mariana Pussacq (presentación)
4. FLOR SANCHEZ ELIA @flowersanchez - @florsanchezelia Fotos: Rosalba Menna (presentación), Rodolfo Opazo (fondo), Paola Evelina (principal)
5. FABIO MASSARO
@massaro.doc - @massaro.jpg - fabiomassaro.com.ar Fotos: Fabio Massaro
6. SILVIA ROLDÁN
@bosquedehilo - fb: Silvia Cristina Roldan Fotos: Bárbara Paz
7. PABLO SALVADÓ @pablo.salvado Fotos: Pablo Salvadó
8. ANTONELLA SEFFINO @antonella.seffino - antonellaseffino@gmail.com Fotos: Antonella Seffino
9. AGUSTÍN MALAGAMBA @agustinmalagamba Fotos: Victoria Dursi
10. CECILIA MARTÍNEZ RUPPEL @ceciruppel - ceciruppel.myportfolio.com Fotos: Cecilia Martínez Ruppel 67
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