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La BUAP frente al embate político

REPORTAJE

Luis Ochoa Bilbao*

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La BUAP frente al embate político

La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) ha logrado afianzarse como una institución sólida, que despierta admiración y respeto social en el estado, gracias a su compromiso educativo, más allá de las coyunturas políticas. Este artículo destaca los principales hitos de una de las instituciones públicas de educación superior más reconocidas en el país.

Las dos primeras décadas del siglo XXI han sido exitosas para el proyecto de consolida ción de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Desde entonces, y de manera consistente, la institución educativa ha estado inmersa en un proceso de transformaciones estructurales que la ubican entre las 10 mejores uni versidades del país, como se puede comprobar en los rankings publicados por El Economista el 7 de diciem bre de 2019 o por El Universal en 2020. Junto con la

Universidad Nacional Autónoma de México, la Univer sidad de Guadalajara y la Universidad Autónoma de Nuevo León, la BUAP forma parte de la Red de Macro Universidades de América Latina, por contar con más de 60,000 estudiantes.

En los últimos 20 años, la BUAP ha dado pasos seguros hacia la profesionalización de las actividades docentes y de investigación en su claustro, ha incrementado la matrícula de manera importante, ha mejorado y ampliado su infraestructura y se

constituyó en una universidad de alcance regional al ampliar sus sedes y sus campos a lo largo y ancho de Puebla. Según los últimos datos, la BUAP cuenta con una matrícula superior a los 100,000 estudiantes. Si tomamos en cuenta las actividades que realiza la BUAP en materia de extensión y difusión de la cultura, de promoción deportiva y de atención médica de calidad en el Hospital Universitario para los derechohabientes y para la sociedad en general, no resultaría exagerado señalar que, de manera directa o indirecta, esa institu ción influye positivamente en la vida de más de millón y medio de personas.

Para los habitantes de Puebla, la BUAP es un refe rente académico, científico, artístico, deportivo, cultural y de salud. Miles de jóvenes aspiran a entrar a sus preparatorias o a estudiar en ella alguna licenciatura. Lo mismo ocurre con los posgrados, de los cuales 52 maestrías y 25 doctorados son reconocidos como pro gramas de calidad por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Incluso, se ha convertido en una ventana hacia el mundo para miles de universitarios, poblanos o no, gracias a sus procesos de internacionalización.

Todo esto se ha logrado más allá de las coyunturas políticas y de los intereses partidarios. Desde el año 2000, e incluso antes, la BUAP ha sido persistente en su labor académica sin importar los cambios en el gobierno del estado. Ha logrado convivir exitosamente con gobiernos emanados del PRI y del PAN, como lo hace ahora con un gobierno emanado del Morena, que no se ha percatado, todavía, de la relevancia que tiene la BUAP por encima de los intereses de corto plazo de los actores políticos. ¿Qué hace posible el hecho de que la BUAP trascienda gobiernos y coyunturas políticas? La respuesta es que el proyecto de la universidad no es político ni responde a coyunturas políticas. Se trata de un proyecto que se ha venido construyendo con la participación de una población universitaria mucho más sólida y con un alto grado de identidad institucional. Además, los pasos positivos que han dado las diferen tes gestiones de la BUAP no se han desmantelado de un rectorado a otro. Por el contrario, se han convertido en parte de un andamiaje institucional que privilegia cada vez más el mérito, el trabajo, la innovación y el liderazgo.

En efecto, la transformación administrativa y de la vida democrática y colegiada se puede rastrear desde 1999 con la reforma al Estatuto Orgánico de la BUAP durante el rectorado de Enrique Dóger Guerrero (1997- 2005). Luego, la ampliación de la infraestructura uni versitaria viviría su esplendor durante el rectorado de Enrique Agüera Ibáñez (2005-2013), periodo en el cual se levantó el Complejo Cultural Universitario. Sobre esos importantes escalones, la rectoría de José Alfonso Esparza Ortiz ha contribuido, desde 2013, a consolidar los cimientos de la institución.

En el ámbito de la vida administrativa de la univer sidad, uno de los logros más relevantes de los últimos años fueron los concursos abiertos para obtener plazas académicas, lograr transformaciones en las categorías y alcanzar la definitividad en las plazas del personal docente y administrativo de la BUAP. Esto fue posible gracias a la aprobación en 2007 del Reglamento de Ingreso, Permanencia y Promoción del Personal Acadé mico de la BUAP y a sus modificaciones votadas por el Consejo Universitario en 2015. Esa reforma rompió con viejas y caducas prácticas que privilegiaban otros crite rios, personales, de amistad o de interés, a la hora de obtener alguna plaza, alguna transformación de plaza o la definitividad. Con esto, docentes y administrativos empezaron a transitar hacia un modelo meritocrático que valoraba su trabajo y sus aportaciones a la vida universitaria, por encima de decisiones discrecionales.

A la par del rediseño administrativo, durante esta última gestión, la BUAP se ha visto beneficiada por una política integral de reclutamiento de jóvenes docentes e investigadores, con títulos de posgrado nacionales e

REPORTAJE

internacionales, que fueron engrosando los claustros de escuelas, facultades e institutos que componen la universidad. También la rectoría de Alfonso Esparza concentró sus esfuerzos por recabar más fondos destinados a la investigación. En 2014, como se indica en el Informe de Actividades 2014, la BUAP se benefició en ese rubro con “una inversión superior a 92 millones de pesos por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y 112 millones de pesos por parte de la Institución”.

Al ampliar la planta docente, con el crecimiento de la infraestructura, la BUAP abrió automáticamente la posibilidad de incrementar la matrícula de manera rele vante, con un impacto directo a la sociedad de Puebla. Más docentes, más aulas y más laboratorios equivalen a más estudiantes beneficiados por el modelo de edu cación pública de la BUAP. Desde 2012 la matrícula se ha incrementado en la universidad 45 por ciento.

El contexto que enfrenta la BUAP en estos dos últimos años es tan complicado como lo ha sido para otras instituciones de educación superior en el país. Por un lado, debido a los reajustes o a los recortes presu puestales realizados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y por el otro, debido a los “estilos per sonales” de gobernar de varios actores políticos en el país, a los que les gustaría recrear la concentración del poder y el debilitamiento de la autonomía en muchas instituciones.

En el último caso, la BUAP ha enfrentado una serie de señalamientos y de acciones por parte del goberna dor de Puebla, Luis Miguel Barbosa, que hablan de una relación áspera por parte del mandatario respecto de la institución. Eso, a pesar de las promesas que hiciera como candidato ante la comunidad universitaria y en dos sesiones distintas frente al Consejo Universitario de la BUAP. Habrá que recordar que Barbosa fue dos veces candidato a la gubernatura. Primero, en junio de 2018 y después del accidente y la muerte de la gobernadora Martha Erika, en la elección extraordinaria de 2019. En su primera visita a la BUAP, el 14 de junio de 2018, se comprometió a apoyar la construcción de campus uni versitarios en las 13 regiones del estado. En su segunda visita, el 15 de mayo de 2019, prometió que a la universi dad nunca le faltarían recursos.

Sin embargo, una vez instalado en el gobierno del es tado comenzaría una serie de fricciones con la institución que han llegado a convertirse en señalamientos directos en contra del rector Esparza. La primera embestida pretendía realizar a la BUAP una “auditoría preventiva” en diciembre de 2019. La estrategia gubernamental estuvo mal planteada en términos legales y en enero de 2020 tuvo que suspenderse la auditoría preventiva. El gobier no de Puebla intentó culpar a la BUAP por la suspensión de la auditoría, argumentando que la institución se había negado a entregar información. En realidad, la Auditoría Superior del estado trató de usurpar funciones de la Auditoría Superior de la Federación y en su intempestiva estrategia violentó normas fundamentales de procedi miento, lo que la obligó a echarse para atrás.

En el caso de la transparencia y la rendición de cuentas, la BUAP ha consolidado procesos eficientes y proporciona información de acceso público. Por esta razón, desde enero de 2020, la BUAP publicó en su página principal todas las auditorías a las que ha sido sujeta (http://auditorias.buap.mx/), junto con las ligas que permitirían verificar a cualquier ciudadano la integración y el resultado de las mismas. Ahí se indican las 28 auditorías practicadas por la Auditoría Superior de la Federación desde 2013, las ocho realizadas por la Auditoría Superior de Puebla, también desde 2013, y la realizada por la Secretaría de la Función Pública en 2014. Sobra decir que, al hacer pública esa evidencia,

la estrategia de la auditoría preventiva del gobierno estatal quedó desacreditada.

Una vez superada esa auditoría, la BUAP entraría en una nueva y dolorosa dinámica. El 23 de febrero tres estudiantes de medicina y un chofer de Uber fueron asesinados en las inmediaciones de Huejotzingo. El hecho despertó la indignación ciudadana por la falta de seguridad en la entidad poblana. Y, de manera relevante, los estudiantes de todas las universidades convocaron a una manifestación masiva el 6 de marzo que se convir tió en noticia nacional por movilizar a más de 100,000 personas.

Pero antes los estudiantes de la BUAP habían levanta do un paro indefinido de actividades en protesta por los asesinatos y en reclamo por temas de discriminación, hostigamiento y acoso en el seno de la universidad. Ese fue un terreno propicio para que, a decir de muchos alumnos paristas y docentes, grupos ajenos a la BUAP intentaran sacar provecho político al paro. La actuación de las autoridades universitarias, siempre abiertas al diálogo, propició que en diversas mesas de negociación con los alumnos se pudiera levantar el paro en los distin tos planteles de la institución. El compromiso adquirido de resolver los reclamos estudiantiles ya es una tarea primordial de la BUAP reconocida por la comunidad en su totalidad. Si alguien pretendía objetivos políticos, la re solución dialogada del paro desmanteló esos intereses.

Los dos últimos episodios ríspidos entre la BUAP y el gobierno del estado tuvieron que ver con la promulga ción de la Ley de Educación de Puebla y, recientemente, con la campaña política hacia las elecciones de 2021. En el primer caso, independientemente de la armoniza ción correcta o no de la ley estatal con la federal, los reclamos en Puebla se debieron a que el gobierno nunca consultó a las escuelas ni a las universidades, ni creó mesas de análisis y diálogo con los actores educativos y políticos del estado para lograr una ley integral. La BUAP había sido sede del Foro de Consulta de la Región Centro-Sur sobre la Legislación Secundaria en Mate ria Educativa, que organizaron la SEP y la ANUIES en mayo de 2019. Se esperaría que, al igual en el caso de la ley federal, el gobierno estatal hubiera cumplido esa obligación moral de convocar a una discusión ciudadana a la hora de reformar una ley estatal. No lo hizo y, entre otras razones, ahora esa ley se encuentra inmersa en demandas de amparo.

En el segundo episodio, el gobernador ha acusado que hay una oposición liderada por rectores universita rios que quieren propiciar un cambio político en 2021. El gobernador cuestiona esto como si fuera un acto de sabotaje o una traición. Olvida, convenientemente, que él mismo defendió esos comportamientos durante sus años como opositor político y que una democracia exige que las sociedades conozcan diferentes propuestas políticas y que voten por alguna de ellas en el marco de la competencia electoral.

Como se puede observar, el escenario político que vive la BUAP en la actualidad responde a una coyuntura que ha dificultado las relaciones entre el gobierno del estado y la universidad. Sin embargo, esto no es nuevo en la historia de la institución y, como ha ocurrido antes, la comunidad universitaria sabrá sobrellevar las dificul tades, así se trate de una relación ríspida con el gobierno estatal o una pandemia como la que estamos experi mentando. Y esto será posible gracias a que la BUAP goza de un gran prestigio ante la sociedad. Una prueba de ello es que para el ingreso 2020 la BUAP ha recibido más de 90,000 solicitudes formales de aspirantes a las licenciaturas que ofrece. Cualquier actor político sensato entenderá que la BUAP no es un problema en Puebla, sino una institución consolidada, motivo de admiración y respeto social, que gracias a su compromiso educativo permanecerá siendo vigente más allá de las coyunturas políticas.

* Director de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la BUAP.

Grandes maestros

Mario Bunge

Filósofo, físico y epistemólogo argentino, Mario Bunge no sólo fue uno de los más destacados científicos de habla hispana —reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Humanidades y Comunicación en 1982—, sino también un destacado maestro que inspiró a toda una generación de científicos. Con motivo de su reciente fallecimiento, publicamos un par de homenajes en voz de sus discípulos.

Rafael Vidal*

Mis años con Mario Bunge

El 24 de febrero de 2020 falleció el filósofo e intelectual extraordinario que fue Mario Bunge. Cinco meses antes (septiembre de 2019) había cumplido 100 años. Hasta esa fecha todavía concedía entrevistas y estaba lúcido. Incluso aún intercam bié con él, vía e-mail, un saludo de felicitación por su centésimo aniversario. En 1975 yo era estudiante de la carrera de filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En ese año tomé el curso de filo sofía de la ciencia con el profesor Hugo Padilla; el libro a leer y a comentar durante el curso era un mamotreto de casi 1,000 páginas escrito por Mario Bunge (La investigación científica, Ariel, Barcelo na, 1969). Lo leí y releí con mucho interés y me pareció un texto extraordinario, así que cuando, en 1976, me enteré de que Mario Bunge vendría a la

Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM a pasar un año sabático, yo no lo podía creer. En su año en la UNAM impartió un muy ilustrativo curso de filosofía exacta. Como su alumno, pude constatar que Mario Bunge era absolutamente enciclopédi co, muy claro en sus exposiciones, contundente en sus afirmaciones, intolerante a la crítica, agudo y hasta divertido en sus juicios y sus observaciones, sagaz en la conversación y muy disciplinado en su trabajo.

Por recomendación del profesor Hugo Padilla me convertí en ayudante de Bunge y durante ese año escolar lo ayudé a organizar un coloquio se manal de filosofía. Gracias a este encargo aprendí mucho y conocí a científicos e intelectuales a los que él invitaba cada semana al coloquio. El año sabático de Bunge remató con la fundación de la

Asociación Mexicana de Epistemología y con una cena en la casa nada menos que de ¡don Manuel Sandoval Vallarta! Para mí, el sabático de Bunge culminó con la invitación que me formuló para ir a estudiar el posgrado en filosofía de la ciencia en la Universidad McGill, en Montreal, Canadá. Como en ese tiempo no había becas ni apoyos de ningún tipo para estudiar filosofía, vendí todo lo que tenía, retiré mis pocos ahorros y me fui a Canadá. A mis 29 años de edad apenas podía saludar en inglés. Así que, ya en Montreal, me inscribí a un curso intensivo de inglés de siete semanas (cuatro horas diarias) y así, con esa embarrada de inglés, comencé los cursos del año lectivo (septiembre de 1977). Mi comité de posgrado me preparó un cocktail molotov de los cursos que debía tomar: álgebra abstracta, economía, cálculo, psicología fisiológica (con Peter Milner), seminario sobre Leibniz (en francés), filosofía exacta (con Mario Bunge), seminario de ética, etcétera, uf y uf. La única manera de sobrevivir a ese rudo tratamiento fue irme a vivir a la biblioteca de lunes a domingo. Aun así, Bunge decía que no era suficiente. ¿Por qué decía Bunge que lo que yo hacía no era suficiente? Porque él era un portento. Quién, en su sano juicio, puede escribir más de 40 libros y decenas y decenas de artículos de toda índole en las mejores casas editoriales y revistas del mundo. Escribió un monumental tratado de filo sofía básica de ocho volúmenes (Semantics 1 y 2; Ontology 1 y 2; Epistemology and Methodology 1, 2 y 3, y Ethics. The Good and the Right). Su libro La investigación científica lleva múltiples ediciones (incluidas ediciones pirata) y el libro sobre la causalidad (Causality) ha sido traducido a varias lenguas y está en la colección de clásicos de Do ver. Un día, en la biblioteca de su casa, me mostró la edición en chino de su Causality y me dijo irónicamente: “Todo esto lo escribí yo y no entiendo ni una palabra”. Bunge escribió libros de filosofía de la ciencia, pero era mucho más que un filósofo de la ciencia. Publicó decenas de libros sobre semántica, lingüística, ontología, metodología de la investigación, teoría política, ética, psicología, filosofía de la medicina, filosofía de la biología, filosofía de la física, pseudociencia, filosofía de la tecnología y un largo etcétera.

Grandes maestros

Bunge era conocido en los medios académicos filosóficos más importantes del mundo. En 1964 Bunge fue el editor de un libro (Festschrift) en homenaje al gran filósofo de la ciencia Karl Popper (The Critical Approach to Science and Philosophy) con la contribución de grandes nombres de la filosofía de la ciencia, como Herbert Feigl, Nicho las Rescher, Joseph Agassi, John Eccles (Premio Nobel), Paul Feyerabend y Adolf Grünbaum, entre otros. Bunge era un científico. Estudió física hasta el doctorado y luego, con algo de rechazo de su maestro Guido Beck, se metió de lleno a la filosofía. Filosóficamente era un materialista recalcitrante (incluso decía que Marx y Engels eran materialistas tibios). El materialismo filosófico es un monismo sustancial que sostiene que sólo hay una única sustancia en el universo —la materia— y que todo lo demás que percibimos, como la mente, la vida, la cultura, etcétera, son expresiones y propiedades de esa única sustancia llamada materia. Es una hipótesis filosófica tremenda y muy debatible, pero Bunge hizo la tarea para sostener su hipótesis contra viento y marea y mostró, a lo largo de sus escritos, cómo se puede ser un materialista no sólo en la ciencia sino también en la lingüística, la ética, la psicolo gía, la sociología y más.

Además del materialismo ontológico, Bunge sostuvo el realismo ontológico (las cosas existen independientemente del sujeto), el realismo epistemológico (la realidad es cognoscible), el cientificismo (la ciencia es la mejor manera de conocer la realidad), el sistemismo (todas las cosas del universo son sistemas o parte de sistemas) y el emergentismo (todos los sistemas poseen propiedades emergentes que sus partes o componentes no poseen). Con todos esos elementos creó un gran sistema de pensamiento pocas veces visto en otros pensadores. Como buen científico, Bunge estaba en contra de las pseudociencias, esas “disciplinas” intrusas vestidas con el ropaje de la ciencia, pero que no lo son; por ejemplo, la parapsicología, la astrología, la grafología, el creacionismo y, su favorita, el psicoanálisis. Creo que Bunge gozaba poniendo ejemplos de pseudociencias que prácticamente carecen de aparato teórico, que no tienen manera de corregir nada en vista de nuevas evidencias, que no están conectadas con ninguna otra ciencia, cu yos practicantes aprenden en “escuelas” que están desvinculadas de las grandes universidades y cen tros de investigación y que están más dedicadas a la acción, al resultado práctico y a la creencia que a la investigación y a la elaboración de teorías y leyes. Bunge era incisivo y taladrante en todos estos argumentos; sus libros y sus escritos sobre pseudociencia son, sin duda, una diatriba contra la charlatanería, el fraude y la estupidez. Bunge también criticó duramente el existencia lismo. Afirmaba que era una doctrina para no pensar y su crítica al respecto siempre era intolerante y demoledora. En una ocasión, durante el curso de filosofía de la ciencia en la Universidad McGill, un estudiante le preguntó acerca de Heidegger (el filósofo existencialista alemán nacido en 1889). Cuando el estudiante aún no terminaba de formular su pregunta Bunge lo atajó y le dijo: “Mire, le voy a decir quién era Heidegger; este señor nació en el año 300, y en ese tiempo las técnicas de embalsamamiento ya estaban muy avanzadas así que lo embalsamaron y lo despertaron en 1927 y el señor Heidegger inmediatamente se puso a escri bir mucho y apresuradamente, pero ¡con las ideas del año 300! Siguiente pregunta”. Bunge recibió 21 doctorados honoris causa de universidades muy prestigiosas; también fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias y se le ofrecieron otros muchos homenajes y reconocimientos; además, se han escrito tres libros en homenaje a Mario Bunge, lo que en los medios académicos se conoce como Festschrift: Agassi y Cohen (1982), Scientific Philosophy Today; Weingartner y Dorn (1990), Studies on Mario Bunge’s Treatise, y Matthews (2019), Mario Bunge: A Centenary Festschrift. En el transcurso de 1980, bajo la rigurosa y exigente dirección del doctor Mario Bunge, terminé de escribir mi tesis sobre filosofía de la tecnología. Agradezco a la vida el gran privilegio de haber estudiado filosofía y muchas otras cosas al lado de un intelectual de la talla mundial que es y seguirá siendo Mario Bunge.

* Profesor de filosofía de la ciencia en la UNAM.

René Thierry*

El rigor académico y la verdad, ante todo

Todo comenzó en el tercer semestre de la licenciatura en filosofía, en la Univer sidad Nacional Autónoma de México, cuando me inscribí al curso de filosofía de la ciencia con el profesor Hugo Padilla (quien más tarde se convertiría en mi padre intelectual). Él me presentó a Bunge. A manera de iniciación leí la tesis de doctorado en filosofía La ciencia, su método y su filosofía. Yo no sabía que

era su tesis de doctorado. Me lo dijo Eduardo Nicol. Al finalizar el curso el maestro Padilla me pidió que fuera su adjunto (toda una distinción). Enseguida, devoramos las casi 1,000 páginas de La investigación científica. En 1973 un grupo de cinco jóvenes inquietos (Arechavala, Frost, García de la Sienra, Rolleri y yo) decidimos publicar Teoría. Revista de los Estudiantes de Filosofía, la primera de su género, al menos en América Latina. Para el primer número, el ilustre poeta y filósofo Ramón Xirau nos obsequió la presenta ción. Carlos Pereyra nos apoyó con un artículo. Yo me ofrecí a traducir un ensayo de Bunge sobre el significado de la ciencia. Le escribí por correo solicitando su autorización para publicarlo. Se acercaba el cierre del número para su impresión y la respuesta de Bunge no llegaba (le escribí otras dos veces). Por fin llegó: “Por tercera vez, le digo que sí”. Me pidió que lo buscara en septiembre de 1994. Vino a concertar el año sabático que pasaría en México. Fue muy gratificante el encuentro con él, al cual convidé a Hugo Padilla y a mis cuatro cómplices de la revista. Durante la conversación, Bunge me invitó a que fuera su adjunto en el seminario de filosofía exacta científica que dirigiría en el posgrado de filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, como parte de sus compromisos académicos. Estar cerca de un gran hombre sabio incita el anhelo de aprender. Nos enseñó el contenido de su próximo libro: Ontología, el tercer tomo de su Treatise on Basic Philosophy. La interacción con el profesor Bunge, yo como adjunto, implicó la opor tunidad de conversar acerca de temas filosóficos y de convivir con él fuera del aula, en su cubículo del Instituto de Investigaciones Filosóficas. Posteriormente recibí otra invitación de Bunge, que fue aprobada por el dean, para irme con él a la Universidad de McGill a terminar mi maestría en filosofía. La decisión era compleja, por el discipulado de Hugo Padilla, a quien acom pañé durante dos décadas en sus investigaciones sobre lógica y filosofía de la ciencia. Cuando Bunge venía a la Ciudad de México yo lo buscaba y convivía con él. Me reconocía perfectamente. Siempre pensó que me iba a alejar de la filosofía, lo cual nunca se ha cumplido. Para mí la filosofía, siguiendo su ejemplo, es una manera de vivir.

* Vocal ejecutivo de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior.

REPORTAJE

Alejandro Ramón Fuentes*

La Universidad Juárez de Durango

A pesar de las limitaciones en materia presupuestal que afectan a las instituciones públicas de educación superior, la máxima casa de estudios en el estado de Durango ha reforzado su compromiso con la calidad académica —como lo demuestra haber avanzado 17 lugares en el ranking de las mejores universidades del país, para posicionarse en el número 36—, destacando en disciplinas como el derecho. Prueba de ello es la consolidación de su Instituto de Investigaciones Jurídicas, creado hace más de tres décadas.

En Durango se establece la Escuela de Derecho en 1856, como un anexo del antiguo Colegio Civil, mismo que posteriormente a la muerte del presidente Benito Juárez cambiará su denominación a Instituto Juárez en 1872, convirtiéndose de esa forma en un pilar de la educación en el estado, pues siguió ofreciendo la carrera de derecho, además de dar clases de preparatoria, comercial práctica, enfermería, música y pintura. Desde ese momento, ha permitido que muchas generaciones de estudiantes obten gan conocimientos jurídicos, incorporándose a la historia de la entidad como la primera opción para la formación de abogados no sólo en el estado, sino en todo México.

Posteriormente, en 1938, este instituto se incorpora a la Universidad de México, tomando con ello los colores y el lema de esa institución, los cuales se siguen conser vando hasta la actualidad; no obstante, el 21 de marzo de 1957, por decreto del gobernador del estado, Francisco

González de la Vega, se eleva a la categoría de univer sidad, recibiendo su actual denominación: Universidad

Juárez del Estado de Durango.

Es una institución educativa que, a pesar de haber pa sado por momentos difíciles de carácter político y laboral, actualmente ha retomado el camino, logrando avanzar 17 lugares en el ranking nacional, para posicionarse actual mente en el número 36 de las mejores universidades del país, 1 mejorando su propuesta educativa, la cual se traduce en una renovada formación para los nuevos profesionistas en las ciencias jurídicas. Actualmente la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas alberga a 1,605 alumnos matriculados. De este universo de estudiantes, en prome dio, concluyen la carrera de derecho de 120 a 140 jóvenes por semestre, o, en otras palabras, 260 profesionistas jurídicos por año.

Dicha facultad se complementa con 160 alumnos inscri tos en la división de estudios de posgrado, donde se cursan las especialidades en derecho civil, penal, constitucional y administrativo y social, así como la maestría en derecho y en derechos humanos, el doctorado en derecho y el docto rado institucional en derecho, el cual se realiza en conjunto con los institutos de ciencias sociales e investigaciones jurídicas, que pertenecen al Padrón Nacional de Posgrados de Calidad del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Asimismo, con el fin de innovar en algunas otras ramas del derecho, actualmente se prepara un plan de estudios para ofrecer próximamente una especialidad en derecho de niñas, niños y adolescentes y justicia penal para adoles centes, la cual permitirá a los alumnos no sólo conocer y centrar sus decisiones desde una perspectiva de la infancia en cualquier materia jurídica donde se vean inmersos los menores de edad, sino además contarán con los requisitos que establece la Ley Nacional del Sistema Integral de Justi cia Penal para Adolescentes para abordar el estudio de esta materia, obteniendo la especialización que se requiere para intervenir en este tipo de procesos, la cual actualmente se encuentra en desarrollo en coordinación con el Tribunal para Menores Infractores del Poder Judicial del Estado.

En la actual dirección del doctor Rafael Mier Cisneros se han realizado modificaciones a los planes de estudios con el fin de actualizarlos de acuerdo con las necesidades de nuestros tiempos, pues de todos es sabido que el de recho evoluciona constantemente, lo que hace necesario que los estudiantes cuenten con programas académicos que sean compatibles con las realidades tecnológicas y jurídicas de nuestro país. Con lo que, sin duda, se fortalece la preparación académica del alumnado, incluyendo den tro del plan de estudios el idioma inglés, con el objetivo de incrementar la competitividad de los alumnos ante el pa norama de globalización que se enfrenta en la actualidad.

En estos momentos, esa facultad se encuentra bajo el proceso de certificación del Consejo para la Acreditación de la Enseñanza del Derecho, en busca de demostrar que cuenta con los lineamientos y los estándares nacionales para la enseñanza del derecho.

Con el propósito fundamental de generar y difundir conocimientos en el campo del derecho, hace más de 32 años se estableció el Instituto de Investigaciones Jurídi cas, donde los investigadores jurídicos de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Juárez, con el apoyo de los estudiantes de la División de Estudios de Posgrado e Investigación, realizan trabajos de inves tigación con el único propósito de generar y difundir el quehacer jurídico.

Por todo lo anterior, consideramos que la Universidad Juárez del Estado de Durango, a través de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, resulta una atractiva pro puesta para el estudio del derecho en nuestro país.

* Magistrado presidente del Tribunal para Menores del Poder Judicial del Estado de Durango y catedrático de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Juárez del Estado de Durango. 1 Véase www.topuniversities.com/university-rankings/rankings-by-location/ mexico/2019. Consultado el 13 de junio de 2020.