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Una época de transformaciones

En breve

Una época de transformaciones

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Iniciamos la planeación del presente número con el claro cometido de oír las voces de actores principalísimos en la educación superior en México. Creímos dejar atrás el tema de la pandemia.

Pero al igual que el mismo virus Covid-19, las reflexiones sobre sus consecuencias siguen presentes en el escenario de la educación superior, como se constata en las entrevistas a Carlos Natarén, rector de la Universidad Autónoma de Chiapas, y a Sara Ladrón de Guevara, rectora de la Universidad Veracruzana, quien nos cuenta que sin duda la pandemia ha sido uno de los retos más importantes de su rectorado de ya siete años.

Los jóvenes tienen miedo. ¿Y cómo no sentirlo ante la incertidumbre? Con noticias como las presentadas en el Portafolio sobre el impacto en el empleo y en la reorganización de procesos de ingreso y egreso, es natural su ansiedad. Como nos dijo una profesora en una tele-reunión: ahora nos toca ser docentes de la esperanza y la universidad debe continuar comunicando —como dice el rector Carlos Natarén— las “ideas importantes que orienten su vida y que los ayuden como ciudadanos de un Estado que los necesita”. Las entrevistas de los rectores y los artículos sobre la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Universidad Juárez de

Durango nos hablan de instituciones dinámicas con un gran impulso en todas sus dimensiones de influencia. Así lo ilustra el reporte de investigación de Contreras, Gil Antón y otros autores, sobre el crecimiento de los investigadores nacionales en universidades estatales. Pero actividades como la generación de conocimiento, la docencia, la cultura, los deportes y la vinculación han recibido un frenazo repentino: imposible negar la presencia de edificios y aulas vacíos (a los que se volverá, claro, con los protocolos indicados).

Antes de esta inédita situación, al menos para decidir los contenidos para la revista, se sentía a la educación superior y a la básica como dos mundos aparte con distintas realidades. Pero hoy, ante la pandemia, leemos en los dos ámbitos las mismas reflexio nes. Frente a la disrupción en ambas está el debate de empoderar al alumno y de hacerlo más responsable de su propio aprendizaje. Sobresale también el rol de la familia. La entrevista de David

Bueno, de la Universidad de Barcelona, da cuenta de su importancia, pues al final, como señala el neurocientífico, “la educación es como un castillo que se va construyendo con muchos protagonistas diferentes: cada uno tiene una parte de ese gran pastel de la educación de una persona”. Y es sobre este aspecto la crítica del artículo de Eduardo Andere que, además de un mundo educativo desigual en cuanto a las herramientas digitales y el capital cultural

de los alumnos en casa, señala la poca articulación que existe entre autoridades y quienes están al frente de los centros educativos, ya sean primarias o universidades. De esta vinculación y esta cercanía depende la toma de decisiones rápidas y certeras.

En cuanto a la docencia y a la formación de alumnos, las universidades han salido adelante con herramientas digitales, plataformas de aprendizaje, repositorios y videoconferencias, pero aún quedan serios desafíos. Por ejemplo, el debate de un nuevo modelo pedagógico, de planes de estudio diferentes, pues está claro que a lo tradicional no puede volverse. O la transformación de estruc turas académico- administrativas propias del funcionamiento de las universidades. Se cuestiona Adrián de Garay: “¿Las instituciones modificarán o ajustarán sus parámetros de evaluación de nuestros productos del trabajo o seguirán en la misma línea como si viviéra mos en el pasado?”

Hoy los rectores enfrentan grandes disyuntivas. Romualdo López Zárate —referente en el tema de la gobernanza y la gobernabili dad— plantea que la universidad pública tiene espacios de decisión propios donde los rectores, por un lado, están “a las disposiciones normativas de los responsables de la salud a nivel nacional y estatal, y por otro, tienen que atender las necesidades de estudiantes, profesores, investigadores y personal administrativo”. Viven, por un lado, inmovilidad y confinamiento y, por otro, la necesidad de revivir el espacio vital que supone la universidad. Y el autor hace la reflexión de que todo ello se da “en un contexto político con decisiones atro pelladas en cuanto a sus presupuestos”. Aquí parece resonar la voz del gran científico Mario Bunge, fallecido en febrero de 2020, de quien en la sección Grandes Maestros tenemos unas remembranzas de dos de sus estudiantes cercanos: René Thierry y Rafael Vidal. Considerado un crítico de lo irracional, Bunge dijo en una entrevista que concedió al diario El País: “No sabemos medir la velocidad de la ciencia, pero sí sabemos que los recortes a los gastos científicos equivalen a recortes del cerebro y benefician sólo a los políticos que medran con la ignorancia”. Dificilísimo rol el que le ha tocado vivir a los rectores, del que vemos una descripción fundamentada en el reportaje de investigación que hacen sobre rectores mexicanos Rosalba Badillo Vega y Angélica Buendía. Las autoras muestran el complejo contexto de las universidades, donde el liderazgo de sus rectores ha adquirido nuevos significados en una época de transformaciones.

Pilar Baptista Lucio Presidenta del Consejo Editorial

Ventana a la educación

Webinars y más webinars

Luis Medina Gual*

¿Recuerda aquella época dorada en que la gente iba a congresos y a seminarios de manera presen cial? Pues es una realidad que esto no sucederá por un periodo de tiempo indefinido. La principal limitante de eso se encuentra en el simple hecho de que la “sana distancia” es un poco complicada de manejar cuando se piensa en eventos multitudinarios o, por lo menos, en conferencias que reúnen a una gran cantidad de personas.

Debido a lo anterior se ha puesto de moda esta nueva modalidad de reuniones llama das webinars, que si bien pueden tener lo suyo, como la posibilidad de congregar a personas que de otra manera sería difícil reunir (debido a las distan cias, a la logística, etcétera), lo cierto es que también implican ciertas áreas de oportunidad que todavía no han sido sorteadas.

Por mencionar dos com plicaciones: todavía no hay un modelo bien definido para que los organizadores puedan hacer un cobro por los eventos (después de todo, algunos invitados requie ren un pago o la membresía de la plataforma debe ser pagada). Claro, existen aplicaciones como Eventbrite (que compartiré más adelante) que pueden facilitar la tarea, pero siempre existe una complicación. Una segunda dificultad consiste en reservar tiempos y es pacios para los eventos. Queramos o no, es muy lindo escuchar a nues tro conferencista favorito en línea y desde la comodidad de nuestra casa. Sin embargo, es todo un reto compartir el espacio con la familia y con las labores domésticas para estar 100 por ciento dedicados al evento.

En fin, más allá de los pros y los contras de esta nueva modalidad de disfrutar los eventos, me gusta ría compartirte algunas herramientas y algunos webinars que podrían interesarte. Como ya mencioné, recomiendo mucho la aplicación

Eventbrite (www.eventbrite.com. mx), a la que, aunque no tiene mu chas opciones académicas, poco a poco las personas recurren para promocionar actividades que se realizarán en diferentes partes del mundo en la modalidad de webinars. Vale muchísimo la pena darse una vuelta por este sitio. Allí se pueden encontrar desde confe - rencias hasta master classes de un bricolaje de temas.

Ya en el tema de los webi nars, recomiendo ampliamente el realizado por la Organización de Estados Iberoamericanos con el título “Educación en Iberoamérica: aprendizajes de una pandemia”. Lo puedes consultar en la liga https:// youtu.be/YhsHmhcpbJA. En este webinar, expertos de diferentes Estados miembros de la orga nización analizan qué se ha logrado aprender en la educación desde el inicio de la pandemia.

Otro sitio que comparte diversos webinars, tanto que han pasado como que están por ocurrir, es el siguiente: https://www.edweek.org/ ew/marketplace/webinars/ webinars.html. En esta página podrá acceder a una gran colección de webinars sobre educación. Eso sí, en lengua inglesa. Finalmente, una página genial sobre educación, Common Sense Education, comparte un exten so listado de eventos a los que podemos asistir: https://www. commonsense.org/education/ webinars.

* Coordinador del Doctorado Interinstitucional en Educación de la Universidad Iberoamericana. Contacto: luis.gual@ibero.mx.

Dolors Reig Hernández*

Covid-19, redes “sociables” y aislamiento conectado

Vivimos, por culpa del co ronavirus, en un escenario inimaginable hasta hace poco, en una situación impredecible y tanto o más extraña que muchas de las que dibujan las series futuristas más distópicas. Protagoniza mos casi un episodio de Black Mirror.

Muchos llevamos, en un ejercicio de solidaridad imprescindible y en una época de libertades am plias, semanas encerrados en nuestros hogares.

Ilustración: Freepik

Niños, adultos y ancianos nos quejamos, desobe decemos, nos rebelamos ante la obligación de con finamiento. Y es que se sabe desde hace mucho que las cuarentenas y el aislamiento en general se asocian con distintos problemas de salud men tal. La confusión, la ira y la ansiedad se apropian fácilmente de nosotros en tiempos como los que vivi mos, de forma duradera y más allá del tiempo de encierro, al estilo de los trastornos de estrés postraumático,

Vienen semanas y meses muy duros en este sentido y no niego el efecto negativo de todo ello pero también auguro que esta vez, en este caso y sobre todo gracias al poder de las redes sociales, gracias al contexto de sociedad aumentada en que vivimos, el tema será distinto.

Lo comentaba a mi comunidad en redes: ¿pueden imaginar por un momento lo que sería ese encierro sin la creatividad y sin el acompañamiento colectivos que nos pro porcionamos en WhatsApp, Twitter, Instagram, YouTube, Facebook y las redes en general?

Vivimos tiempos tremendamente intere santes. Lo eran desde la emergencia de las redes sociales, como uno de los cambios de paradigma más interesantes en la evolución de la huma nidad, y lo que estamos experimentando hoy no es más que la consolida ción de todo ello. Estamos experimentando, en defi nitiva, en vivo, en directo y en su máximo esplendor el mayor de los beneficios que aporta la era digital a la humanidad: el de la so ciedad aumentada, de una comunidad aumentada en las redes sociales capaz de aliviarnos justamente

cuando más lo necesitamos, en los momentos más duros.

Decíamos en Sociono mía, libro en el que desarrollábamos el concepto de sociedad aumentada, en 2012, que es mucha la potencia de las múltiples formas de reunión entre seres humanos que hace posible internet. Somos animales extraordinaria mente sociales, con cerebros ya preparados para serlo. La abundancia de entornos y las posibilida des de colaboración actuales (las redes “sociables”) en el campo abonado de nuestra naturaleza social puede llevarnos a extre mos nunca antes vistos.

Inteligencia colectiva, con nuestros grupos de confianza en WhatsApp filtrando las muchas fake news que circulan en redes, creatividad colectiva en comunidades de veci nos en el balcón jugando al veo-veo, gente sacando sus teclados, sus guita rras y sus saxofones al balcón de sus casas para crear melodías colectivas, smart-mobs cada tarde aplaudiendo la labor de los sanitarios, apoyo emo cional en cualquiera de los muchos contextos de redes sociables existentes, son manifestaciones, hace unos años inimaginables, de lo que Clay Shirky denominaba el poder de la organización sin orga nizaciones, un poder no solamente capaz de hacer evolucionar a las demo cracias hacia formas más auténticas, más puras, más directas, más real mente participativas, sino también, como estamos viviendo ahora, de aliviar nos muchos, si no todos, los tipos de sufrimiento derivados de la soledad.

Decía también en Socionomía que tenemos una oportunidad única para basar el mundo en principios nuevos, como la colaboración y la solidari dad o compartir desde la vivencia constante de un espacio común y, por lo tanto, de un aumento de la empatía. Quizás, como decía el inimitable Zyg munt Bauman, el sistema actual que prioriza el con sumo se fraguó desde la desintegración de lo social y de lo comunitario. Es importante ver cómo gra cias a las redes sociales, gracias a que volvemos a estar juntos, podemos refundar y aumentar todo, de forma especialmente dramática en el caso de necesidad de una crisis como la que nos ocupa.

Decíamos concre tamente que “ser más sociables nos hace más solidarios”. Ser sociables y poder ponerlo en prácti ca de forma abundante en esta sociedad aumentada gracias a las tecnologías de la información y la comunicación nos hace más fuertes, más unidos cuando volvemos a estar juntos, en los nuevos espacios públicos, en las nuevas ágoras de internet.

Así creo que también va a ocurrir ahora. Llevo unos días observando muestras de generosidad, ganas de evitar conflictos, en los grupos en los que participo en WhatsApp. Estar conectados a un “nosotros” más amplio, más global, más diverso que nunca antes, aumenta el alcance y la calidad de nuestra empatía y nos hará mejores, también en las calles, cuando todo esto termine.

Vuelvo a destacar, finalmente, el principal motivo de mi pasión por las redes, de un optimis mo que si alguna vez flaqueó hoy emerge de nuevo: en la sociedad posdigital el aspecto social es el más disrup tivo. Y es que lo esencial de internet y de las redes sociales es que hace a los individuos, cuando están conectados a través de distintas nuevas formas de sociabilidad, más fuertes.

El término aumen tado, cuando hablamos de sociedad, el término sociedad aumentada (so cionomía), significa que no estamos anulando ningún tipo de relación entre seres humanos, sino todo lo contrario: estamos ampliando enormemente su variedad, sus posibili dades, su potencial para hacernos más fuertes y felices.

* Psicóloga social, experta en cultura digital e innovación (@dreig). Artículo publicado originalmente en Cuadernos de Pedagogía, núm. 508, abril de 2020.

Ilustración: Studiogstock/Freepik