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Cali amada

Por: Tomás Böhmer

En Colombia hemos tenido varios malos gobiernos, eso es posible en un país democrático, hay veces que el dirigente no es el indicado para las circunstancias. Desafortunadamente, en nuestro país, con frecuencia se repite este fenómeno y no podemos abrir los ojos para elegir bien. ¿Cómo evitar la corrupción?, ¿cómo escoger a quienes trabajen por un cambio positivo? Esas preguntas surgen durante un mal gobierno. Lo curioso es que muchos de los ciudadanos que con frecuencia hacen este tipo de preguntas, en campaña electoral se quedan callados, o peor aún, votan por miedo, temen que su candidato no tenga suficientes opciones para ganar, es decir, , “pa’ no desperdiciar el voto”. Aunque estas personas no se den cuenta, ellos hacen parte del problema.

La gente en Colombia sigue creyendo en el voto a ciegas, en el voto en contra o el que vota como Vicente (“por el que diga la gente”). Esto permite que políticos corruptos sigan en el poder. Algunos electores afirman que votan por el que “roba pero hace” o por el que “menos roba”. El que roba es un ladrón y un ladrón no puede estar al mando de una ciudad o de un país, ¿así o más claro? Las pasadas elecciones regionales, especialmente Cali, es una gran demostración de por qué seguimos estancados en el mismo problema. Jorge Iván Ospina, quien fue electo por segunda vez, consiguió la administración en unas elecciones polémicas. Fue extraño ver a los caleños votar por alguien que tiene imputación de cargos, 69 investigaciones en la procuraduría y cuatro en la fiscalía. Además varios de los funcionarios de su alcaldía pasada habitan en la cárcel o están en enredos judiciales. Sin embargo, Jorge Iván Ospina no estaba solo, detrás de él tenía la maquinaría política más grande del Valle del Cauca, el equipo de Dilian Francisca Toro, ex-gobernadora del Valle, que se ha ganado los corazones de los vallecaucanos y que tiene a su favor varios funcionarios públicos en el departamento azucarero y en Colombia. Según La Silla Pacifico, la maquinaria de Dilian tiene alrededor de 100.000 votos.

Hay que tener en cuenta que en Colombia esta maquinaría trabaja por sobre hora, poniendo incentivos a los votantes para que voten por su candidato. Esto se contrapone directamente a la votación por opinión, la gente que vota sin ningún tipo de incentivo. Los incentivos pueden ser contratos, beneficios directos, arreglos en los barrios, familias, entre miles más. Esto hace que estructuras políticas tradicionales enganchen a la gente y a sus familias a votar por sus candidatos. A manera de gratitud, estas familias se ven obligadas a votar por determinado político o partido. Esta estructura tipo “El Padrino” no solo la tuvo Jorge Iván Ospina, por otra parte, el Chontico, que era el otro candidato más favorable a llevarse la alcaldía de Cali, gozaban de la totalidad de las estructuras políticas tradicionales en Cali. Ambos candidatos supieron armar muy bien sus alianzas políticas, y esto se vio reflejado en las votaciones. Hay que reconocer que Jorge Iván Ospina hizo muchas obras que tuvieron un impacto en regiones marginadas y de clase media de Cali, como las mega obras. Debido a que Colombia tiene una cultura política en la cual la gente prefiere conformarse con políticos que hacen, pero roban, el tema ético pasa a un segundo plano.

Por otro lado, los candidatos de opinión

que se negaron a aliarse con maquinarias políticas, como Alejandro Eder o Michel Maya, tuvieron consecuencias negativas, no fueron capaces de levantar un fenómeno de opinión, como sí lo habían hecho Rodrigo Guerrero y Maurice Armitage. Sin embargo, estos dos exalcaldes de Cali acompañaron su fenómeno de opinión con estructuras políticas, donde los votantes pudieron votar libremente, como también algunos se veían amarrados políticamente para votar. En el caso de Alejandro Eder, el candidato de opinión con más peso, no tenía ninguna estructura política acompañándolo y cargaba con dos apellidos reconocidos como de la élite, de la misma élite que venía de gobernar dos períodos anteriores sin resultados populares, distinto a las mega obras de Jorge Iván Ospina. Desafortunadamente, los otros candidatos aprovecharon la oportunidad que Alejandro Eder cargaba con ese peso y se enfrascaron en discursos de odio de clases. El miedo, el odio, uno de los factores más influyentes en cualquier elección en Colombia. ¿Cuándo va a cambiar eso? ¿Cómo desmantelamos esas estructuras políticas tradicionales?

El 2022 va ser un reto importante para nuestro país. Después de un proceso de paz fallido y una pandemia que nos paró por varios meses, Colombia necesita un nuevo aire, alguien que unifique el país. Hubo tiempos en los que éramos unidos y teníamos un enemigo común, ahora nuestro enemigo es el vecino que votó por el que dice Uribe, o Adolfo que votó por Petro. Cerramos las diferencias porque sabemos que, para poner nuestro futuro primero, debemos dejar a un lado nuestras diferencias. Hay una paz por la cual tenemos que trabajar juntos. Nadie aquí es enemigo de la paz, pero necesitamos una paz justa y duradera. Votando bien se asegura esa paz, porque se dejan de lado las estructuras políticas que solo tienen intereses económicos y políticos. Colombia no ha caído en la trampa del castro-chavismo que ha destrozado a nuestra hermana Venezuela y a nuestros compadres cubanos. No es el momento para dejarnos engañar, hay que luchar siempre por la democracia pero para mantenerla hay que saber votar. Votar bien significa votar por opinión propia, no por presiones, miedos, ni rencores. Como ciudadanos que queremos el mejor futuro para nuestro país, tenemos que empujar a nuestras familias, amigos, compatriotas a dar su voto de opinión.

Colombia tiene que aprender de su historia. Hemos vivido décadas de lo mismo, un escenario en el que se propone algo pero no se hace. Nos quejamos constantemente de la corrupción pero votamos por gente que “roba pero hace”. Así no se va a solucionar el problema. Ganar bien, ganar democráticamente es un logro inmenso en una ciudad que necesita recuperar su liderazgo económico y social. Ojalá los colombianos y los caleños podamos abrir los ojos en estas cruciales elecciones del 2022, y tomemos consciencia del daño irreparable que un gobierno corrupto le hace a una ciudad. Es tiempo de un cambio, un cambio ciudadano que tomará años, pero Cali y Colombia, en general, son capaces de abrir los ojos a un futuro prometedor.

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