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No todo lo bueno es color de rosa

Por: Chiara Bellini

“La experiencia es una llama que no alumbra sino quemando. -Benito Pérez Galdós-

Fue en el verano del 2014 cuando sus padres la decidieron mandar a un campo de verano. El 18 de junio, con solo 10 años partió de Colombia hacia Estados Unidos con una mente cerrada y fría. Al llegar a South Bend, Indiana, en el momento en que cruzó esa delgada línea que separa el avión del puente móvil, se dio cuenta de que su peor pesadilla estaba a punto de comenzar.

Así pues, el 20 de junio empezó el campo de verano, mismo día en que ella no volvió a ver a sus padres por más de un mes. Tan pronto como sus papás se fueron, sola y sin amigos lloró hasta que no le salió una lágrima más. Se quería devolver para su casa, pero eso era una misión imposible. Se quería comunicar con su familia, fue un intento inútil. Lo único que tenía era una cantidad de emails de parte de ellos, que ni siquiera le dejaban responder.

Cuando creyó que todo su mundo se iba a derrumbar, no le quedó más remedio que empezar a disfrutar. Miró a su alrededor, miró a todos esos extraños (que para ella eran como alienígenas) y se dio cuenta de que todo el mundo estaba en las mismas condiciones que ella; lejos de casa y sin sus padres. Ahí fue cuando recordó un refrán que su padre decía mucho “los extraños son amigos que todavía no has conocido”. Un refrán que en un parpadeo se convirtió en su realidad; esos alienígenas que ella tanto creía ver se convirtieron en sus amigos.

No solo el tiempo empezó a pasar rápido, sino que las noches ya no eran tan frías como antes, y los días estaban más soleados que nunca. Esta experiencia le trajo muchos aprendizajes. Aprendió sobre las culturas de sus amigas. Aprendió un deporte nuevo, el cual a pesar de que fue difícil al principio lo logró dominar y ahora es uno de sus deportes favoritos. Fortaleció su religión y amor por Dios. Y lo más importante es que supo que en la vida hay que tomar riesgos.

Finalmente, el 20 de julio, fue el día en que volvió a ver a sus padres. Ella los veía igual, pero ellos a ella no. Veían una niña llena de luz y felicidad, de independencia y de fortaleza. Sin ella saberlo, ella dejó de ser esa niña tímida con mente cerrada el momento en que sus padres y Dios tomaron la decisión de ponerle este reto en su vida. Al final se dio cuenta de que eso, a lo que ella tanto temía, lo pudo superar por sí sola, que fue capaz de hacer algo que creyó imposible.

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