Tertulia literaria en Rialeda 2022-23

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Gracias, señor Wilder

Por Luis M. Alonso (lne.es, 2022)

En una nostálgica novela sobre la mayoría de edad, Jonathan Coe explora los últimos años del cineasta

Si como se ha dicho tantas veces debajo de la risa está el dolor, el humor fue la armadura y al mismo tiempo la liberación para Billy Wilder, uno de los más grandes directores de cine de todos los tiempos. Jonathan Coe (Birmingham, 1961) ha escrito una estimulante y maravillosa novela sobre el gran cineasta estadounidense de origen austriaco ganador de seis premios Oscar. “El señor Wilder y yo”, que acaba de publicar Anagrama, es una obra reconfortante y nostálgica sobre la mayoría de edad, que explora los años crepusculares de Hollywood. El autor de “El apartamento” se convirtió al llegar de Europa a Estados Unidos en uno de los protagonistas de la de Edad de Oro de Tinseltown, cuando en la posguerra los estudios disponían de abundante dinero para invertir en comedias y cine negro. Escribió y dirigió algunas de esas obras maestras, “Con faldas y a lo loco” y “El crepúsculo de los dioses”, entre ellas. Pero en la novela de Coe, Wilder no se

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Foto: Getty Images

encuentra en su apogeo sino en la década de los 70, visto a través de los ojos muy abiertos de la narradora, Calista Frangopoulou, una anglogriega veinteañera que busca abrirse paso en la música, contratada para ejercer de intérprete en una de sus películas de menos éxito, “Fedora”, acerca de una estrella que envejece. Calista traduce en Corfú las preguntas estúpidas sobre sus películas antiguas que hacen los periodistas y, por primera vez, siente lástima por él.

Coe, empedernido cinéfilo, siempre tuvo debilidad por Wilder; en una ocasión escribió que el director judío austriaco había ejercido en él mayor influencia que ningún novelista. Su propio humor, irónico, el que ha esgrimido a lo largo de toda su carrera, vuelve a aparecer en estas páginas al presentarnos una figura trágica y a la vez divertida, que los estudios rechazan, y no deja de preocuparse por la nueva generación de cineastas, Scorsese, Spielberg…Wilder los llama los niños con barba que obtienen grandes sumas con los tiburones y que cada vez los necesitan más grandes y peligrosos. Aparece entonces la figura del judío atormentado por el pasado que

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huye de Europa antes de la guerra sin saber lo que le ocurrió a su madre y que se tortura con las imágenes de los campos de concentración. El dolor y la risa. A Calista le dice que la vida es fea, todo el mundo lo sabe, no hace falta ir al cine para aprenderlo, pero que esas dos horas proporcionan chispa y válvula de escape. Su trauma aleja de él a los que le rodean; solo la narradora, la joven intérprete, permanece atenta. Wilder mantiene también diferencias con su pareja creativa, Iz Diamond. Juntos han escrito los guiones durante años, sin embargo ahora Diamond prefiere la comedia agridulce de sus películas anteriores, mientras que Billy pretende que “Fedora” sea un drama más serio, con un tono melancólico y un sentido de la elegancia y de la belleza que ha pasado a mejor vida en el mundo del celuloide. Los estudios parecen haberse olvidado de esas cualidades a medida que comienza a surgir una nueva ola de directores.

Después de su inmersión en la Inglaterra del Brexit, Coe nos transmite un perfilado retrato del director en el ocaso

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Billy Wilder con Michael York y Marthe Keller en “Fedora” (1978)

de su carrera: del hombre que siente una profunda decepción porque el cine ha avanzado renunciando a valorar el estilo. Es una carta de amor al viejo Hollywood, al romance y al alma, a la belleza y la elegancia, encarnadas en sus películas. Incluso con una especie de homenaje al trabajo de Wilder y Diamond, incorporando un miniguión dentro del libro, una pieza conmovedora y evocadora, que captura perfectamente el entorno cultural en el que Billy circulaba a principios de los años 30. Ahí está precisamente uno de los grandes aciertos de la novela; Coe recurre al guión para parcelar la historia que está contando. En él, la narración vuelve al director que relata sus experiencias en la Segunda Guerra Mundial, cuando trabajó para los británicos con el fin de editar un documental del Holocausto a partir del metraje filmado en los campos de concentración. Siempre buscando a su madre, quiso filmar “La lista de Schindler” y no pudo lograr que el proyecto despegara; de ello se beneficiaría Spielberg. Envejecido, se da cuenta de su irrelevancia y ve en “Fedora” la oportunidad de volver a demostrar lo que es; igual que la propia Calista, que rememora el momento en que todo empezó para ella mientras lucha por encontrar su propósito de vida. “El señor Wilder y yo” es la última y hermosa novela de un Coe tan pleno en su madurez como inspirado.

https://www.lne.es/cultura/2022/02/10/gracias-senor-wilder-62507179.html

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El nostálgico y agridulce adiós de Billy Wilder

La novela de Coe ‘El señor Wilder y yo’ guarda como principal aliciente rememorar el rodaje de Fedora, una de las películas más personales del director estadounidense y casi su testamento emocional.

El escritor Jonathan Coe consigue en ‘El señor Wilder y yo’ (Anagrama) acercarse al alma herida de la última época como director del glorioso realizador Billy Wilder. Y no lo hace desde el fanatismo o la glosa facilona, sino con los mimbres de la historia personal ficcionada de una compositora de bandas sonoras que por varias carambolas del destino acaba compartiendo confidencias con el genio austriaco-estadounidense en sus últimos años profesionales y vitales.

Confesiones apoyadas en un minucioso trabajo de investigación sobre los últimos años del director, que suponen de alguna forma el testamento de una forma de trabajar ya extinta en el cine.

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Si hubiera que adjudicarle un adjetivo a este cúmulo de anécdotas en sepia llevadas al género narrativo es el de nostálgicas. Pues a fin de cuentas, la historia personal y familiar de la protagonista no tiene un peso relevante en lo que a la trama se refiere sino que sirve a su autor para introducirnos en los entresijos del rodaje de Fedora, una de las más personales películas de Wilder y que lo acercó de nuevo a sus raíces europeas y a los episodios más íntimos y dolorosos de su existencia, la pérdida de su madre por la llegada del nazismo y su relación directa con la difusión de los horrores del holocausto, como judío comprometido.

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El adjetivo de nostálgica también viene bien al escaso éxito comercial que tuvo Fedora, pese a la insistencia del director por hacerla. Algo que aceleró el final de su carrera en una especie de autorretrato a lo Sunset Boulevard. Su relación y forma de trabajar con Iz Diamond, su guionista habitual, es

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otro de los atractivos del argumento. Este es otro de los prismas para acercarnos a la manera de trabajar sobre el terreno de Wilder, y de ser muy fiel a los suyos.

Además es muy interesante conocer también la opinión de Wilder, en esas confidencias a la protagonista, sobre el cine que llegaba; el de «los de la pandilla de la barba», como él los denominaba; Spielberg, Scorsese o Coppola, a los que primero mirará de reojo y luego acabará reconociendo méritos.

No es tan secundaria, finalmente, la historia inventada de Calista Frangopoulou, compositora musical si te tiene en cuenta que en el final, la historia real del director le influye en su toma de decisiones y viene a reafirmarnos en que la realidad y la ficción comparten límites muy difusos.

https://www.laopiniondemalaga.es/libros/2022/01/30/jonathan-coe-novela-billywilder-anagrama-62105604.html

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Jack Lemmon y Billy Wilder

Foto: indiceonline.com

Jonathan

(lavanguardia.com, 2022)

El británico Jonathan Coe no tiene ningún empacho en reconocer que quien más le ha influido en su carrera como escritor ha sido el cineasta Billy Wilder, protagonista de su nueva novela, "El señor Wilder y yo", a quien este miércoles ha calificado de "artista completo, de una gran humanidad".

En una de las salas de la Filmoteca de Catalunya, ha mostrado, asimismo, su alegría por poder volver a viajar, después de más de dos años sin prácticamente hacerlo, y de poder promover sus libros "en persona, fuera de las odiadas pantallas y los zoom", en este caso, en Barcelona, donde esta noche presentará el libro junto con Fernando Trueba, otro gran seguidor del también guionista y productor.

Publicado por Anagrama, Coe ha desvelado que su nuevo título llevaba más de una veintena de años en su cabeza, porque pensaba que se lo debía a Billy Wilder, cuyas películas ha visto centenares de veces desde que en la

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Coe: "Billy Wilder es un artista completo, de una gran humanidad"

adolescencia descubriera "La vida privada de Sherlock Holmes".

Turistas en las islas griegas en los años 70 Foto: Alamy

En el libro, realiza un retrato del director estadounidense a través de su criatura literaria Calista Frangopoulou, una mujer en la cincuentena, compositora de bandas sonoras, establecida en Londres, con dos hijas gemelas que empiezan a independizarse, lo que la lleva a recordar el mes de julio de 1976, cuando en su primer viaje en solitario a Los Ángeles coincidió con Wilder en una cena y éste la contrató como intérprete para que le asistiera en la filmación de "Fedora", que se iba a rodar en Grecia.

Jonathan Coe ha considerado que Wilder es un "artista completo, auténtico, porque en toda su obra se puede constatar su gran humanidad y cómo la pudo expresar en un medio de masas, que necesita muchos millones para funcionar, haciendo al menos seis o siete obras de arte en una industria donde se persigue el éxito y está en juego mucho dinero".

"Admiro -ha proseguido- su compromiso para intentar llegar a un público amplio sin comprometer nunca su visión".

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El novelista ha confesado que antes de sentarse frente al ordenador, de una forma "instintiva", supo que tenía que centrarse en "Fedora", que no es una de las obras más conocidas de Wilder, pero "es la que cristaliza mejor sus temas y su creatividad".

A su juicio, se trata de un filme "oscuro, intimista, donde se tocan cuestiones como hacerse mayor o cómo te tomas el hecho de haber sido famoso mucho tiempo y, de repente, ya no lo eres. También hay una historia importante detrás, que tiene que ver con el retorno de Wilder a Alemania, donde consiguió financiación y donde tenía familia".

Jonathan Coe ha advertido de que aunque en la novela aborde el Holocausto, no va sobre esta cuestión, que en el cineasta siempre estuvo muy presente, descendiente como era de judíos austríacos.

Lo que ha querido reflejar en estas páginas es "cómo un artista transforma su propia experiencia en arte. En el caso de Wilder, es señalar que él sufrió mucho la pérdida de su familia durante la Segunda Guerra Mundial, y el libro muestra cómo él transforma este sufrimiento en comedia muy brillante".

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Pareja creativa: I.A.L. Diamond y Billy Wilder

A la vez, es un relato sobre las transiciones, "sobre cómo se pasa la vida, cómo uno se va adaptando, haciendo un paralelismo entre la historia del director norteamericano y su concepción de 'Fedora' y la protagonista, Calista Frangopoulou, quien a sus 57 años, igual que Wilder en el momento de esa película, llegan a la conclusión de que aquello que tienen que dar al mundo, parece que el mundo ya no lo quiere".

Por otra parte, ha dejado claro, él que siempre ha sido reconocido por su particular sentido del humor, que puede parecer "un libro serio, pero creo que es mi libro más divertido y cómico, algo que digo sin ninguna vergüenza, porque todos los chistes o juegos de palabras que aparecen son de Billy Wilder".

Para Coe, el humor de Wilder refleja que era "una persona muy especial, con una habilidad peculiar para transformar temas muy serios en cómicos".

A la vez, ha reconocido que el lector de "El señor Wilder y yo" se encontrará con un retrato amable del cineasta, "sin

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mostrar cómo de cruel podía ser con su humor agresivo y desagradable si en algún momento sentía desprecio por alguien".

"De estos aspectos más crueles de su humor ya se ha hablado mucho y yo he querido poner el acento en otros aspectos como su generosidad, tanto en términos de dinero como de tiempo, puesto que animó siempre a los jóvenes directores en su carrera".

“El apartamento” (The Apartment, 1960)

En cuanto a cuál es la película de Wilder que más veces ha visto, ha indicado que por el libro ha sido "Fedora", pero su "película más perfecta es 'El apartamento', por el equilibrio entre el humor y la seriedad, por mostrar una elegancia clásica, así como una increíble estructura y guión que permiten ir descubriendo diferentes puntos de la narrativa con un ritmo perfecto".

https://www.lavanguardia.com/vida/20220216/8061845/jonathan-coe-billy-wilderartista-completo-gran-humanidad.html

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Foto: Inés Baucells (abc.es)

Jonathan Coe: "El tiempo del escritor varón, blanco y de mediana edad se ha acabado"

Por Rafael Tapounet (elperiodico.com, 2022)

Jonathan Coe (Birmingham, 1961), el novelista que con más elegancia y puntería ha respondido en sus libros a la pregunta de qué significa ser inglés en las primeras décadas del siglo XXI, se toma unas vacaciones de la actualidad en su último libro, 'El señor Wilder y yo' (Anagrama), un chispeante y melancólico homenaje al genio de Billy Wilder que utiliza el recuerdo del accidentado rodaje de la película 'Fedora' (1978) para hablar sobre asuntos de gran calado como el arte, el tiempo, la familia y la comedia.

¿Cuándo y cómo comenzó esa fascinación suya por Billy Wilder?

Empezó en los años 70, cuando yo era aún muy joven. Tendría unos 14 años. En la televisión pública se emitió ‘La vida privada de Sherlock Holmes’, y aunque yo no sabía quién era Billy Wilder sí era fan de Sherlock Holmes, así que

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la vi y me enamoré completamente de esa película. Enseguida quise saber todo lo que pudiera sobre quién la había escrito y dirigido. Mucha gente considera que es una película fallida, pero a mí no me lo pareció en absoluto. Algo en ella me conmovió muy profundamente y me convertí en un fan de Wilder.

El suyo era un tipo de comedia muy diferente del que hacían en esos años en Gran Bretaña gente como Spike Milligan, Peter Cook o Monty Python.

Es verdad que en esa época existían en Gran Bretaña cómicos muy brillantes que tendían hacia el surrealismo y el absurdo, mientras que las comedias de Wilder siempre estaban ancladas en la realidad y en el comportamiento humano más cotidiano. Visto con perspectiva, creo que su enfoque acabó teniendo más influencia en mi escritura que la de esos otros humoristas que tal vez en aquel tiempo fueran considerados más avanzados o modernos.

¿Diría que, en el terreno artístico, sus gustos han tendido siempre hacia las cosas ligeramente desfasadas?

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Monty Python

Prefiero llamarlas “clásicas” [risas], pero supongo que la respuesta es sí. A raíz del descubrimiento de Billy Wilder, me apasioné por las películas antiguas y eso tenía a mis padres un poco alarmados. No lo veían como algo normal. Y, posiblemente, no lo era. Cuando se estrenó ‘Fedora’ a finales de los 70, fui a verla solo, porque nadie en mi entorno quería ir a ver una película como esa. Lo que mis amigos querían ver era ‘Encuentros en la tercera fase’’, ‘La guerra de las galaxias’ o ‘Fiebre del sábado noche’. No se lo reprocho.

¿Por qué eligió ‘Fedora’ para rendir homenaje a Wilder? ‘La vida privada de Sherlock Holmes’, con su britanicidad, quizá parecía una elección más obvia para un escritor como usted.

La historia del rodaje de ‘Fedora’ siempre me ha fascinado. De alguna manera, la película simboliza ese momento en el que la carrera de Billy Wilder entra en una crisis de la que ya no saldrá y en el que, a su alrededor, la manera de hacer cine cambia de una manera irrevocable. No es ni de lejos mi película favorita de Wilder (eso quedaría entre ‘La vida privada de Sherlock Holmes y ‘El apartamento’) y tiene muchos defectos, pero pienso que la mejor manera de entender a un artista es estudiar sus trabajos más

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defectuosos. Las obras maestras no presentan grietas por las que uno pueda asomarse a la mente de su creador.

Elige, pues, retratar a Billy Wilder en unos años en los que él empieza a asumir que tal vez su tiempo como cineasta ha pasado ya. ¿Le preocupa a usted que llegue un momento en el que la literatura lo deje atrás?

Supongo que cualquier escritor o director comparte esa inquietud. Las carreras de los creadores trazan una curva y hay que estar preparado para el descenso y para el final. Yo espero que en mi caso ese final quede todavía un poco lejos, pero es inexorable que me voy acercando cada vez más.

A la edad en la que usted escribió ‘El señor Wilder y yo’ [58 años], el protagonista de su novela rodaba

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Dino Paul Crocetti (Dean Martin), Ray Walston y Kim Novak en “Bésame, tonto” (Kiss me, Stupid, 1964)

¿Cómo habría sido ‘Bésame, tonto’ si Billy Wilder la hubiera podido rodar con Peter Sellers y Marilyn Monroe tal como pretendía? Hum, esta es una conversación muy peligrosa, porque, si me pongo a pensar, lo que verdaderamente querría hacer ahora es escribir otras seis o siete novelas sobre la intrahistoria de diferentes películas de Wilder. Una novela sobre el rodaje de ‘Bésame, tonto’ sería muy interesante. El original era una comedia de época ambientada en el periodo de la Restauración y la película desde luego adquiere un nuevo sentido si te imaginas a Dean Martin con una peluca del siglo XVIII.

Ese cambio de la guardia en el el terreno cultural del que hablábamos antes no es hoy en día solo una cuestión generacional, ¿no? Como escritor blanco, varón y educado en Cambridge, ¿se siente de algún modo presionado para hacerse a un lado y dejar paso a otras voces procedentes de otros ámbitos?

No diría que me siento presionado, pero sí creo que en cierto sentido tengo la obligación moral de hacerlo. Pese a lo que algunos puedan dar a entender con sus quejas, nadie está pidiendo a los escritores de mi generación, clase o etnia que dejen de escribir; lo único que se nos pide es que nos movamos un poco en la plataforma para que haya más espacio, y eso me parece muy razonable. El tiempo del escritor varón blanco de mediana edad que comparte con el resto del mundo su sabiduría universal se ha acabado. O debería hacerlo.

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‘Bésame, tonto’. Y aún le quedaban unas cuantas balas de gran calibre en la recámara…

En ‘El señor Wilder y yo’ queda claro que usted siente devoción por Billy Wilder, pero no parece identificarse tanto con él como con [su coguionista] I. A. L. Diamond.

Es exactamente así. Uno de los diversos factores que me empujaron a escribir la novela fue una entrevista con Paul Diamond, hijo de I. A. L. Diamond, en la que hablaba de la frustración que sintió su padre durante la producción de ‘Fedora’ al no poder incluir ni una pincelada de humor en la película. Ese sentimiento es algo con lo que yo conecté rápidamente. Yo también siento que estoy decepcionando no solo a mis lectores sino a la propia realidad si escribo un libro que no tiene suficiente humor, porque para mí es una parte muy importante de la vida. Uno de los problemas que yo tengo con ‘Fedora’ es que me parece demasiado solemne, demasiado seria en un sentido equivocado. ‘Con

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Billy Wilder con Ițec Domnici, conocido como I.A.L. Diamond

faldas y a lo loco’ es una película muy seria y, al mismo tiempo, es increíblemente divertida.

Más que un escritor cómico, diría que Diamond era un escritor muy serio con talento para la comedia. Usted también me lo parece.

En su caso es verdad [risas]. También era una persona muy introvertida, con tendencia a la melancolía. Ahí sí me reconozco.

En esta novela usted ni siquiera tiene que esforzarse en resultar divertido porque tiene a su disposición todas esas citas maravillosas del propio Wilder.

Creo que en todo el libro no hay ni un solo momento cómico que haya salido de mi imaginación. Por eso puedo decir con total convicción que es uno de mis libros más divertidos. Sé que los chistes son buenos porque yo mismo me reí mucho cuando se los robé a Billy Wilder.

Ilustración: Ivy Johnson (nyt.com)

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Pese a todos sus defectos, ‘Fedora’ es una buena manera de acabar una carrera. Funciona perfectamente como alegato final. ¿Por qué entonces Wilder y Diamond quisieron hacer después ‘Aquí un amigo’ [1981]?

¡Ah, esa es una película que ni siquiera menciono en la novela, como si no hubiera existido! Desde luego, ‘Fedora’ debería haber sido la última, pero, ya sabes, a veces la gente cree que la primavera durará siempre. Creo que Wilder pensó que aún podía tener un último éxito, pero ya durante la producción de ‘Aquí un amigo’ se dio cuenta de que el juego había terminado. El dramaturgo Christopher Hampton me explicó una anécdota deliciosa al respecto. Él conoció a Billy Wilder cuando este estaba haciendo el montaje de ‘Aquí un amigo’. Cuando le preguntó qué tal iba la película, Wilder le respondió: “El paciente está en la mesa de operaciones, pero hay pocas esperanzas de que sobreviva”.

Una curiosidad. ¿Por qué en su último encuentro con Billy Wilder, Calista [la protagonista de la novela] no le menciona que ha puesto a sus hijas los nombres de Fran y Ariane [personajes femeninos de dos películas del cineasta]?

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Hum, eso es interesante. Quizá debería haber hecho que se lo comentara para ver cómo reaccionaba Wilder. Supongo que se sentiría halagado pero quizá también se vería obligado a hacer algún chiste. Probablemente le diría a Calista que debería haber llamado a una de las niñas Polly la Bomba* [risas].

A diferencia de las dos novelas que la precedieron [‘El número 11’ y ‘El corazón de Inglaterra’], ‘El señor Wilder y yo’ se aleja de la Gran Bretaña contemporánea, pero tengo entendido que en su último libro [‘Bournville’, que se publicará en noviembre] vuelve a enfrentarse a la actualidad política y social de su país.

Tengo esa compulsión, sí, no lo puedo evitar. La razón principal por la que escribo es para entenderme a mí mismo, y siento que cuanto más me entiendo a mí mismo, menos entiendo al país que me ha hecho ser como soy. Por eso sigo rascando en la superficie para tratar de averiguar qué significa ser inglés. No me interesa tanto escribir novelas políticas, no al menos en el sentido en el que ‘¡Menudo reparto!’ era una novela política, como profundizar en el verdadero significado de la ‘inglesidad’.

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¿Tendrá Boris Johnson un papel en esa próxima novela?

Digamos que estará solo en los márgenes. De hecho, nunca había utilizado personajes reales en mis novelas hasta ‘El señor Wilder y yo’. Me incomoda mucho eso de poner palabras en la boca de alguien que existe y además está vivo. Aunque sea Boris Johnson. Es más, creo que si lo hiciera con Boris Johnson, sucumbiría a la tentación de tomarme demasiadas libertades y acabaría ofreciendo un retrato probablemente falso.

*en inglés: Polly the Pistol, personaje interpretado por Kim Novak en “¡Bésame, estúpido!”

https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20220216/jonathan-coe-entrevistabilly-wilder-novela-13248854

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Jonathan Coe (19 de agosto de 1961, Bromsgrove , Worcestershire) es un novelista británico. Es conocido por sus punzantes sátiras sobre la sociedad de su país, desde los años ochenta al presente.

Coe nació en una familia de clase media. Estudió en King Edward's School, Birmingham y, más tarde, en el Trinity College, Cambridge. Finalmente, se doctoró en Literatura inglesa en la Universidad de Warwick con una tesis sobre Henry Fielding y la tradición cervantina de la narrativa británica.

Además de escritor, Coe es un músico autodidacta. Durante un tiempo impartió clases al mismo tiempo que escribía canciones y componía música para distintos conjuntos. También formó parte de un grupo de cabaret de corte feminista, Wanda and the Willy Warmers.

Saltó a la fama con su cuarta novela, la primera además que fue traducida al español, Los enanos de la muerte (1994), ganadora del Premio John Llewellyn Rhys y el Prix du Meilleur Livre Étranger en Francia, en la que ya explotaba su cáustica visión de la realidad. A continuación, llegaría Menudo reparto (1997), un cruel y divertidísimo

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retrato de la clase alta británica, que ganó el Prix Médicis a la mejor novela traducida al francés.

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Otros libros destacado de Coe serían El círculo cerrado (2004), acerca de la era de Blair y el Nuevo Laborismo; La lluvia antes de caer (2009), en la que construye una ambiciosa saga familiar; o La espantosa intimidad de Maxwell Sim (2011), donde un antihéroe típico de Coe, un perdedor nato en el peor momento de su vida, recibe un descabellado encargo que le hace viajar a las remotas Islas Shetland.

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Sus últimas novelas publicadas en español son Expo 58 (2013), una novela histórica que nos lleva a los años 50 del pasado siglo, y a los veloces cambios que se sucedían en aquella época; y El corazón de Inglaterra (2019), en la que realiza un amplio retablo de un país dividido por el Brexit, con su agudeza y acidez característica. En 2022 publica El señor Wilder y yo, sobre la relación entre una joven traductora que es contratada por el mítico director de cine austríaco.

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Jonathan Coe está casado y tiene dos hijas. Es un gran cinéfilo, y ha escrito sendas biografías de Humphey Bogart y James Stewart; como tal ha sido miembro del Jurado en el Festival de Cine de Venecia en la edición de 1999 y en el Festival de Edimburgo de 2007.

https://www.fnac.es/Jonathan-Coe/ia25382/biografia

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