Finalmente salió a la calle. El olor de las hogueras era tan fuerte que le resultaba difícil respirar. Enterró su cara en la bufanda y caminó, buscando algún sitio que no hubiera sido saqueado. Como si eso fuera posible. Pronto su hermana se reunió con ella y buscaron en silencio, pero en ninguna parte quedaba chocolate.
Se abrazó a su hermana, tratando de mantener las lágrimas a raya.
Seguiremos buscando.
Sé que no vamos a encontrarlosollozó. No pudo evitarlo y comenzó a llorar en silencio.
No es el fin del mundo
Sin mediar palabra, abofeteó a su hermana y siguió adelante.
“El fin del mundo, el fin del mundo. ¿Qué sabrá ella?”