EL FIN DEL MUNDO Nuyë
Se asomó por la ventana y dejó que el frío invierno envolviera su cuerpo. Sonrió. Los recuerdos inundaron su mente y con tan solo un pestañeo visualizó su niñez, esas tardes perdidas corriendo alrededor de la casa, jugando a esconderse y a que era una mujer adulta.
“Ahora ya lo soy”, se dijo regresando al presente. Suspiró y decidió tomarse las cosas con más calma.
Empezó a llover y cerró la ventana, cerrando su mente a sus recuerdos. Su sonrisa se fue con ellos.
Había pasado mucho tiempo y ya nada quedaba de lo que había sido su vida. La casa era un amasijo de escombros en los que sobrevivía junto a su hermana.